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Quirino Cristiani llegó a Argentina en el año 1900, con 4 años, luego de haber nacido en la
provincia italiana de Pavía. Desde pequeño demostró ser un talentoso dibujante, una de las
razones que lo llevaron a completar sus estudios en la Academia de Bellas Artes
Recorría los barrios de la capital porteña en los que no había cines y proyectaba películas al
aire libre. La idea funcionó de tal manera que la policía le prohibió realizar semejante
actividad porque la cantidad de personas que se juntaban obstruían las calles y provocaban
problemas de orden público.
Con el tiempo regresaría a la animación, haciendo cortos en los que explicaba cómo realizar
intervenciones quirúrgicas (Rinoplastia y Gastrotomia, ambos de 1925) y, a medida que su
economía mejoraba con contratos como el que la Metro Goldwin Mayer le ofreció como
director de publicidad de su filial en Buenos Aires, aumentaban sus ganas de emprender un
nuevo reto de animación.
A fines de los años treinta, Constancio Vigil contrató a Quirino para producir unos cortos de
animación en base a una serie de fábulas que él había publicado. La primera de ellas fue
“El mono relojero“. El film era en blanco y negro y esta vez Cristiani abandonó la técnica
de los recortes y se inclinó por la técnica del acetato empleada por los estudios Disney. Se
estrenó en 1938. A pesar de la gran aceptación del público y de que fue premiada, Vigil no
quiso continuar el proyecto, por lo que la serie terminó en esta primera entrega. En 1941,
Cristiani realiza un corto llamado “Entre Pitos y Flautas” abordando el tema del fútbol. Su
último film fue “Carbonada” realizado en 1943 y fue premiada por la Municipalidad de
Buenos Aires.
Desgraciadamente, dos incendios, uno en 1957 y otro en 1961 destruyeron la mayor parte
de su obra. Muchos originales, como los negativos de sus películas pioneras en el cine de
animación, se perdieron quedando solo algunos de los recortes utilizados para la filmación.
Cristiani se alejó del mundo del cine y vivió en el olvido de la gente, por un largo período.
En 1981 fue invitado a su tierra natal y galardonado por ser el “Precursor italiano del cine
animado mundial”. También fue invitado a su pueblo natal, donde fue homenajeado y se
lanzó el libro “Due Volte l`Oceano (Vita de Quirino Cristiani)”, que fue editado aquí por
Ediciones de la Flor.