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Resumen
El maltrato entre iguales es un fenómeno que sucede en todos los países en los cuales se ha estudiado y que provoca efectos
claramente negativos en las víctimas: alteraciones de comportamiento y trastornos afectivos emocionales. La preocupación
social que suscita la violencia en los contextos sociales ha dado lugar a numerosas intervenciones. Con este estudio pretendemos
determinar la eficacia de las técnicas de aprendizaje cooperativo para disminuir la frecuencia de conductas de acoso y agre-
sión dentro del aula. Con el fin de evaluar las conductas de acoso hemos diseñado un instrumento, “Escala de frecuencia de
acoso escolar entre iguales. Perspectiva agresor”, que mide tres factores: “agresiones verbales y físicas directas”, “agresiones de
exclusión social” y “agresiones físicas indirectas”. Nuestros resultados apoyan la hipótesis de que una intervención basada en
técnicas de aprendizaje cooperativo reduce la frecuencia, especialmente, de las agresiones de exclusión social. Los caminos que,
sin duda alguna, posibilitan este cambio son varios: contacto personal, mayor número de oportunidades de igual estatus,
información sobre el “otro grupo” y aumento de la empatía.
Palabras clave: Aprendizaje cooperativo, acoso entre iguales, agresor, víctima, alumnos, aula.
Correspondencia con los autores: Benito León del Barco. Facultad de Formación del Profesorado. Campus Universitario. Avda
de la Universidad s/n, 10071 Cáceres. Tfno.: 927- 257049. E-mail: bleon@unex.es -mgozalo@unex.es -
mabelpdrio@unex.es
© 2012 Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0210-3702 Infancia y Aprendizaje, 2012, 35 (1), 23-35
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Introducción
Las primeras investigaciones sobre maltrato escolar, conocido como victimización
y por los vocablos ingleses bullying y mobbing, surgen en Noruega y Suecia y son desa-
rrolladas por Olweus (1978, 1999). Estas investigaciones ponen de manifiesto una
incidencia de un 10% del matonismo a nivel escolar, lo que lleva al Ministerio de
Educación Noruego a desarrollar a nivel nacional una campaña de estudio y preven-
ción. Para Olweus (1983), pionero en el estudio de este fenómeno, el maltrato o
abuso entre iguales es una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza
el alumno o alumna contra otro, al que elige como víctima de repetidos ataques.
Actualmente, las formas tradicionales de maltrato entre iguales han ido cambiando
con el transcurrir del tiempo, apareciendo manifestaciones más específicas denomina-
das cyberbullying (Ortega, Calmaestra y Mora-Merchan, 2008; Smith, Mahdavi, Car-
valho y Tippett, 2006) que se sirven de las nuevas tecnologías de la información y de
la comunicación para acosar con ensañamiento a la víctima.
Con posterioridad a las investigaciones de Olweus (1978, 1999), surgen al final de
la década de los 80 los primeros estudios en Inglaterra (Whitney y Smith, 1993). En
Escocia fue Mellor (1990) quien realizó el primer trabajo sobre la incidencia del
abuso entre iguales y en Irlanda tenemos a Byrne (1994) y O’Moore y Hillery (1989).
En Alemania los estudios se inician en los años 90, en concreto Funk (1997). En
cuanto a las investigaciones en países mediterráneos, se han realizado en Italia y Por-
tugal. El estudio pionero en Italia es de 1996 por parte de Genta, Menesini, Fonzi,
Costabile y Smith. En Portugal hay que hacer referencia a los trabajos de Pereira et al.
(1996) y Almeida (1999).
En nuestro país, aunque son muchas las investigaciones realizadas en diferentes comu-
nidades, pioneras como Andalucía y Madrid (Ortega y Angulo, 1998; Vieira, Fernández y
Quevedo, 1989), son tres los estudios relevantes a nivel nacional que se han llevado a cabo:
Defensor del Pueblo (2006), Estudio Cisneros X “Violencia y Acoso Escolar” en 2006
(Piñuel y Oñate, 2007) e Informe del Centro Reina Sofía “Violencia entre Compañeros en
la Escuela” en 2005 elaborado por Serrano e Iborra.
Como conclusiones generales de todos estos trabajos, destacaríamos: que el maltrato
entre iguales es un fenómeno que sucede en todos los países que se ha estudiado y que pro-
voca en las víctimas efectos claramente negativos: descenso de la autoestima, estados de
ansiedad e incluso cuadros depresivos, lo que dificulta su integración en el medio escolar y
el desarrollo normal de los aprendizajes. La preocupación social que suscita la violencia en
los contextos sociales ha dado lugar a numerosas intervenciones y acciones en diferentes
países y en muy diferentes ámbitos (Martín, Fernández, Andrés, Del Barrio y Echeita,
2003). La mayoría de las investigaciones se centran en el ámbito escolar y están dirigidas
hacia todos los elementos implicados, individuales (agresor y víctima), familiares, escola-
res (organización y políticas educativas) y sociales (marco legal y políticas sociales), tanto
para detener el proceso como para su prevención. Para Garaigordobil y Oñederra (2010) se
ha pasado en los últimos años de no intervenir a realizar cantidad de estudios y campañas
preventivas en los centros. Entre las intervenciones centradas en el alumnado destacan las
propuestas de ayuda entre iguales, que Cowie y Wallace (2000) clasifican en dos grupos:
las que enfatizan el apoyo emocional y las que enfatizan la educación entre iguales como el
aprendizaje cooperativo.
Olweus (1993) propone, entre otras medidas, para aplicar en el aula el uso del aprendi-
zaje cooperativo. Para Avilés (2006) son los procedimientos de carácter cooperativo los
que favorecen la convivencia, constituyendo un elemento preventivo de trabajo para evitar
situaciones de acoso en el grupo. Díaz-Aguado (2006) señala que las investigaciones lleva-
das a cabo en los últimos años permiten identificar al aprendizaje cooperativo en equipos
heterogéneos como un procedimiento clave para adaptar la educación a los cambios socia-
les actuales, mejorando la convivencia escolar y la prevención de la violencia.
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ra la adaptación escolar, las relaciones sociales y previene conductas inadaptadas que son
una fuente de conflictos escolares (Pérez y Póveda, 2008),
Por todo ello, en nuestra investigación nos planteamos la hipótesis de que el uso
de técnicas de aprendizaje cooperativo dará lugar a una reducción en la frecuencia de
conductas de acoso y agresión dentro del aula (agresiones físicas, verbales y de exclu-
sión social)
MÉTODO
Participantes
Hemos trabajado con dos grupos de participantes, un primer grupo que utilizamos
para el análisis psicométrico del instrumento y un segundo grupo para la intervención. El
primer grupo se compuso de 311 alumnos, 160 cursaban 5º de primaria y 151 cursaban 6º
de primaria. Con relación al género, 129 alumnos son mujeres y 182 son varones. La edad
estaba comprendida entre los 10 y 12 años, siendo la media de 11,12. Del total de alum-
nos, 66 tenían 10 años, 147 tenían la edad de 11 años y 98 contaban con 12 años de edad.
El sistema de elección fue de tipo aleatorio por conglomerados. Se seleccionaron al azar
seis centros educativos de la provincia de Cáceres, cinco centros públicos y uno concerta-
do.
El segundo grupo de participantes que sirve de muestra para nuestra intervención esta-
ba formado por 110 sujetos de 10 a 12 años. El 51,10% son mujeres y el 48,90% son
varones. De quinto curso de primaria hay 68 alumnos y 42 son de sexto de primaria. Fue-
ron elegidos, igualmente, de forma aleatoria por conglomerados. Se seleccionaron al azar
tres centros educativos públicos de la provincia de Cáceres, diferentes a los que, previa-
mente, participaron en la cumplimentación de la escala. Uno de los centros es urbano (2
grupos de 5º de primaria y dos grupos de 6º de primaria) y dos son rurales (Un grupo de 5º
de primaria y 6º cada centro)
Materiales
Hemos elaborado una escala para medir la frecuencia de las conductas de acoso escolar
entre iguales desde la visión del agresor. La escala consta de diecinueve ítems, y se presenta
en formato Likert con cinco intervalos en forma numérica de 1 al 5, que representan un
continuo que va desde “Nunca” hasta “Siempre”. Hemos intentado que los ítems mues-
tren adecuadamente los contenidos más relevantes del dominio que pretendemos cubrir
con la escala. Siguiendo la definición clásica de Farrington (1993) y los trabajos de Del
Barrio, Martín, Montero, Gutiérrez y Fernández (2003) hemos considerado conductas de
maltrato directas (físicas y verbales) e indirectas, así como conductas de exclusión social.
Diseño y procedimiento
Hemos utilizado una metodología cuasi-experimental con un diseño intergrupo pre-
test-postest con grupo control no equivalente. Estamos ante un diseño cuasiexperimental
cuando se aplican diseños experimentales a situaciones reales (educativas, familiares,
sociales...). Los grupos se forman naturalmente, no al azar. Las dos estrategias fundamen-
tales para paliar los defectos de la metodología cuasi-experimental son: 1. la inclusión de
un grupo control. 2. Tomar una medida tras la aplicación del tratamiento y otra previa al
mismo. A estas dos medidas se les denomina postest y pretest.
Se ha trabajado con grupos independientes, un grupo experimental, formado por 45
alumnos de 5º de primaria y 13 alumnos de 6º de primaria distribuidos en cuatro aulas
pertenecientes a tres centros y un grupo control, formado por 23 alumnos de 5º de prima-
ria y 29 de 6º de primaria distribuidos, igualmente, en cuatro aulas de los centros partici-
pantes. Existe una condición experimental, intervención con técnicas de aprendizaje coo-
perativo (Jigsaw). El grupo control no recibe la intervención y ambos grupos, experimen-
tal y control, cumplimentan en fase pretest y postest la Escala de Frecuencia de Acoso Escolar
entre Iguales. Perspectiva Agresor.
Una vez elegidos los centros al azar, nos pusimos en contacto con los directores
para informales del objeto de nuestro trabajo y solicitarles su colaboración. A los pro-
fesores que voluntariamente quisieron participar en la experiencia se les entrenó en
un seminario de doce horas en aprendizaje cooperativo. La técnica utilizada en las
situaciones de aprendizaje cooperativo fue el Jigsaw, en esta técnica el tema objeto de
aprendizaje, se divide en tantas partes o fragmentos como miembros tiene el equipo.
Cada uno de los alumnos recibe un trozo del tema que tiene que leer, estudiar y pre-
parar. Cuando estén seguros de dominar el material, vuelven al grupo y enseñan al
resto de compañeros lo que han aprendido. Entre todos se intenta resolver dudas,
aclarar, preguntar, explicar... con el objetivo de aprender todo el material. La inter-
vención en técnicas de aprendizaje cooperativo se desarrolló durante cuatro meses,
desde febrero hasta mayo de 2008.
Análisis de datos
Los análisis estadísticos se realizaron con el paquete estadístico SPSS 15.0. El nivel de
significación estadística de las pruebas es del 95%. Para calcular la fiabilidad de la escala
utilizamos el alfa de Cronbach. Para verificar la validez de constructo, se ha utilizado el
análisis factorial con método de extracción de componentes principales y con método de
rotación Varimax con Kaiser. En la intervención para comparar medias de muestras rela-
cionadas (pretest y postets) e independientes (grupo experimental y control) hemos utili-
zado la t de Student. Para determinar la magnitud del efecto de la intervención, hemos
calculado el tamaño del efecto producido en el grupo experimental utilizando el estadísti-
co d, propuesto por Cohen.
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1 1,05 1,1 1,15 1,2 1,25 1,3 1,35 1,4 1,45 1,5
Puntuaciones medias
Postest Pretest
y control. Las distribuciones de las diferentes variables son normales para el grupo control.
En la tabla III, comprobamos tras aplicar la prueba paramétrica t de Student que no hay
diferencias significativas en el grupo control
TABLA III
Resultados Prueba T-Student. Grupo control, N = 52
Desviación
Factores de las Escalas de Acoso Media Típica t gl Sig.
la d obtenida para este factor es 0,65 lo que indica que no sólo encontramos diferencias
significativas, sino que la diferencia resulta de una magnitud aceptable.
TABLA VI
Prueba T, tamaño del efecto y binomial effect size display
t d % Éxito % Fracaso
DISCUSIÓN
Nuestros resultados apoyan la hipótesis de que una intervención basada en técnicas de
aprendizaje cooperativo reduce la frecuencia, esencialmente, de las agresiones de exclusión
social. Con nuestro trabajo disponemos de más datos sobre cómo operan las técnicas de
aprendizaje cooperativo sobre el acoso entre iguales. Después de la intervención, en el
grupo experimental se han reducido la frecuencia de conductas como “dejar solos a los
demás” y “no dejar participar en actividades y juegos”. En la comparación intergrupal
postest encontramos diferencias significativas en las agresiones físicas, verbales y de exclu-
sión social, presentando puntuaciones medias más bajas el grupo experimental.
Podemos dar diferentes explicaciones fundamentadas en investigaciones previas sobre
el aprendizaje cooperativo del por qué de nuestros resultados que desarrollamos a conti-
nuación. Para León, Felipe, Gozalo, Gómez y Latas (2009), los caminos que, sin duda
alguna, posibilitan este cambio cooperativo son varios: contacto personal, mayor número
de oportunidades de igual estatus, información sobre los demás y aumento de la empatía.
En la técnica de aprendizaje cooperativo utilizada cada alumno recibe un trozo de tema
que tiene que leer, estudiar y preparar. A continuación, los alumnos de los diferentes gru-
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pos que tienen el mismo fragmento se reúnen en “grupos de expertos”, donde se discute y
se profundiza en la información de cada parte. Por último, cada estudiante vuelve a su
grupo y enseña al resto de compañeros lo que ha aprendido. Esta técnica posibilita un con-
tacto directo y personal entre todos los alumnos del aula. Este contacto directo ha reduci-
do la percepción de amenaza y la ansiedad intergrupal, lo que a su vez ha disminuido las
agresiones. En este aspecto coincidimos con los resultados de otros autores como Stephan
et al. (2002). Como afirman Ramírez y Rodríguez (2006), el hecho de que los alumnos
estén en el aula, y por tanto exista sólo un contacto presencial, no garantiza una mejora de
las relaciones intergrupales. Distintos estudios como los de Cook (1985) y Stephan (1987)
demuestran que para que el contacto sea efectivo debe tratarse de un contacto directo y
personal que facilite la percepción de las características individuales de los demás. La
mejora en la convivencia se puede lograr, como afirma Brown (1988), mediante contactos
en condiciones de igualdad y buscando objetivos comunes mediante la cooperación. En
definitiva nuestros alumnos se han beneficiado de un contacto directo y personal motiva-
do por las técnicas de aprendizaje cooperativo que han mejorado sus relaciones.
Por otro lado, el hecho de dividir la tarea en partes, asignar a cada alumno una de ellas y
tener una meta común, provoca que los alumnos dependan estrechamente los unos de los
otros si quieren aprender y dominar el tema completo, asegurándose de este modo una
responsabilidad individual que aumenta el número de oportunidades de igualar el estatus
de los alumnos en el aula. Según Díaz-Aguado (2003), con los procedimientos educativos
tradicionales las oportunidades se distribuyen de forma desigual en el aula, dando lugar a
la exclusión e intolerancia entre los alumnos. Las técnicas de aprendizaje cooperativo que
hemos llevado a cabo en el aula han contribuido a desarrollar oportunidades de igualdad
de estatus que probablemente han permitido establecer relaciones de amistad entre todos
los alumnos.
El desarrollo de las técnicas de aprendizaje cooperativo ha creado situaciones donde los
alumnos han adquirido información sobre los demás. En la técnica Jigsaw la única forma
que tienen los alumnos de aprender las otras partes, que no sean las suyas, consiste en
escuchar atentamente a sus compañeros de equipo, estarán motivados a mostrar interés
cada uno por el trabajo de los otros, aumentado la percepción de semejanzas en aspectos
relevantes, como opiniones, actividades, intereses...Para Allport (1954) el conocimiento
de detalles sobre los miembros del “otro grupo” provoca un cambio favorable en las acti-
tudes que mejora la convivencia en un mismo lugar, por ejemplo el aula. Por último, pen-
samos que las situaciones de aprendizaje cooperativo han aumentado la habilidad para
ponerse en la perspectiva emocional de los otros. En palabras de Aronson y Osherow
(1980), la técnica Jigsaw incrementa la atracción de los estudiantes hacia sus compañeros,
disminuye la competitividad y aumenta la capacidad para ponerse en el lugar o papel de
otra persona. La empatía nos hace ser más sensibles a las necesidades y demandas de nues-
tros compañeros. Además, según Coll y Colomina (1990), se relaciona con la solución
constructiva de los conflictos y las actitudes positivas hacia los demás.
Aunque en el análisis intragrupo experimental no se han encontrado diferencias signi-
ficativas a un nivel de 95% en el factor “Agresiones verbales y físicas directas” (p = 0,057), des-
pués de la intervención se han reducido la frecuencia de las conductas verbales: despreciar
a otros, burlarse y amenazar a los demás. Parece ser que la intervención en aprendizaje coo-
perativo influye más sobre las agresiones de exclusión social y agresiones verbales que
sobre las agresiones físicas. No obstante, las diferencias significativas encontradas en pun-
tuaciones postest entre el grupo experimental y control en los tres factores, agresiones físi-
cas, verbales y de exclusión social reflejan con certeza que el aprendizaje cooperativo es una
metodología útil para reducir las conductas de acoso en el aula.
En líneas futuras de investigación, pensamos que se debería hacer un análisis más
exhaustivo, dentro de los grupos de aprendizaje cooperativo, del proceso interactivo entre
los alumnos en el aula. Se trataría de determinar que aspectos de las situaciones de apren-
dizaje cooperativo, bien el contacto, la calidad de la interacción, la adquisición de nueva
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