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MODULO 6 ECOTURISMO

Objetivo: Elaborar un análisis sobre el perfil del turista actual.

Como es un ecoturista
Desde el punto de vista del mercado, el ecoturismo ha crecido a un ritmo
considerable. Se estima que el 10% de las personas que viajan lo hacen a un
destino ecoturístico. Aun así, hay pocos estudios serios en los que se analice el
perfil del ecoturista o del consumidor de áreas protegidas de manera sistemática
o periódica.
El conocimiento del número y el tipo de usuario, sus características, preferencias,
actitudes y patrones tienen tanta importancia para el manejo de la recreación
como la tiene el conocimiento de las especies animales y vegetales para el
manejo de la vida silvestre, dado que no siempre el comportamiento de los
ecoturistas coincide con lo que se espera que haya dentro de un espacio
protegido o un entorno con valor ambiental.
Esto plantea algunas cuestiones como, por ejemplo: ¿cuáles de estos turistas se
pueden clasificar como ecoturistas?, ¿qué aspectos los diferencian del resto?,
¿cuál es su perfil ideal?, ¿son realmente ecoturistas la mayoría de los visitantes
que entran en un área protegida?, ¿quién puede considerarse ecoturista?
Profesional, inteligente, educado
De manera genérica se ha descrito al turista interesado en el ecoturismo como
una persona que generalmente, tiene estudios profesionales, es activa y
dinámica-es decir, es protagonista en lugar de ser espectadora de su diversión-,
inteligente, educada, con algún conocimiento previo sobre los lugares que visita,
curiosa y aventurera. Es una persona que pide experiencias nuevas o
desconocidas en torno al conocimiento y la aproximación a los recursos naturales
y culturales de las zonas que visita, de mentalidad abierta, interesada en tener
contacto directo con la naturaleza y que elige un programa de excursiones
guiándose mas por la experiencia y por lo que puede aprender que por el precio.
Estas personas quieren encontrarse con nuevas formas de distracción, están
cansadas y aburridas de los destinos tradicionales y de las actividades artificiales,
saturadas por el ritmo de la vida urbana, y buscan la naturaleza, la contemplación
de paisajes, el disfrute de colores y olores, las manifestaciones culturales y el
conocimiento científico. Este turista está dispuesto a admitir, apreciar y conocer
diferentes maneras de entender y vivir la vida-es decir, quiere un intercambio
cultural-, y reclama tener un contacto cuanto mas intenso mejor con los
pobladores locales y su medio, y acercarse a las condiciones, al alojamiento y a las
comidas locales. Su deseo es vivir una experiencia original, y tiene una educación
superior a la media, lo que explica que busque veracidad en la información y que
tenga unas grandes expectativas en cuanto a la calidad de la experiencia turística.
También se dice que este turista prefiere un servicio personalizado y con garantía
de calidad, a pesar de que no necesita construcciones de alojamiento grandes y
sofisticadas, pero si que sean confortables y limpias. Está dispuesto a colaborar
con cualquier iniciativa para mejorar la gestión de los desechos, reducir el
consumo de agua y energía y hace esfuerzos por disminuir cualquier impacto
negativo, es decir, tiene una conducta ecológica. La mayoría de los grupos de
ecoturistas son exigentes en cuanto al tratamiento de las cuestiones éticas,
ecológicas o ambientales.
Los ecoturistas quieren disfrutar de una elevada exclusividad y privacidad y evitar
los contactos frecuentes con otros turistas. Buscan una gran libertad, por lo que
no abusan de las visitas dirigidas.
A pesar de que el turista ecológico y el turista convencional pueden coincidir
físicamente en la misma área natural, sus actitudes son muy diferentes: mientras
que el turista convencional las visita para practicar actividades que tienen poco o
nada que ver con una preocupación real por la ecología-son actividades que
simplemente utilizan un área natural como medio, no como finalidad-, el turista
ecológico se siente atraído por visitar el contenido, y su principal interés es
observar, estudiar y admirar los elementos naturales. Entre las diferentes
actividades que pueden practicar, destacan la observación de la fauna, sobre todo
las aves; la fotografía de la naturaleza; la exploración geológica; los estudios
botánicos, y el submarinismo de observación. Existen otras actividades que se
relacionan con las anteriores, como la exploración arqueológica, el contacto
humano con las culturas autóctonas o los estudios antropológicos.
A diferencia del turista tradicional, el ecoturista, según Sánchez Sáenz, tiene
pautas muy bien marcadas en cuanto a perfil de la agencia de viajes que debe
seleccionar para satisfacer sus expectativas, y difícilmente cambiará las
actividades previstas durante su estancia, dado que en la mayoría de los casos se
trata de visitantes de alto nivel educativo que han elegido el destino en guías y
medios de comunicación y que tienen necesidades específicas. Para el turista
tradicional la realidad es otra y su deseo principal tiene que ver con actividades
generales, como el intercambio cultural y las actividades recreativas
heterogéneas.
Los ecoturistas necesitan servicios concretos para satisfacer necesidades
específicas y, con ello, condicionan a los prestadores de servicios. Solicitan
directa y específicamente paquetes de ecoturismo, exigen grupos pequeños,
guías especializados, guías naturalistas del lugar y áreas de conservación con un
alto grado de biodiversidad.
El turista tradicional representa el 83% de los clientes de agencias y, a diferencia
de los anteriores, no solicita paquetes tan especializados, sino que quiere repartir
el tiempo entre las actividades de sol y mar, las aventuras y el descubrimiento de
mundo tropical.
Los baby boomers
Los norteamericanos clasifican los baby boomers en dos grupos:
 Yuppies (Young, unwardlymobile, professionals). Jóvenes profesionales que
escalan rápidamente niveles socioeconómicos y, generalmente, de edades
que oscilan entre los 26 y los 35 años.
 Dinks (double income no kids), parejas entre los 35 y los 45 años que no
tienen hijos y en las que los dos trabajan y aportan dinero al hogar.
Estas dos categorías encuentran inaceptable pasar los días tirados en la playa,
como hacían años atrás las personas de su edad. Quieren tener unas vacaciones
para experimentar un reto, por pequeño que sea, y volver a casa con una buena
condición física y habiendo vivido una experiencia original.
Recientemente está apareciendo una nueva clase de ecoturistas: los baby
boomers que ya tienen hijos y que no están dispuestos a volver al turismo
tradicional, sino que quiere participar con sus hijos en viajes donde puedan estar
en contacto con la naturaleza sin correr riesgos innecesarios.
Según un estudio elaborado en 1988 por el World Wildlife Found (WWF) en
relación con el ecoturismo en cinco países de América Latina y el Caribe-Belice,
Costa Rica, Republica Dominicana, Ecuador y México-, la edad del turista de
naturaleza fluctúa entre los 30 y los 55 años. Por otro lado, las mujeres
representan entre el 50 y el 65% según el tipo de actividad, si bien los hombres
son la mayoría en el turismo de aventura.
No todos gastan lo mismo
El gasto generado por los turistas de naturaleza es diferente según la modalidad
del viaje. SECTUR (Secretaría de Turismo de México), en la redacción del
programa de ecoturismo de México, distingue dos grupos: los turistas individuales
y los de paquetes turísticos. Los turistas individuales gastan menos que los
turistas que contratan paquetes con agencias de viajes. Su estancia es mas larga
(23 días de media), y en general utilizan albergues y hoteles modestos propiedad
de los habitantes autóctonos. Este grupo también emplea mas a menudo los
medios de transporte locales. Si se tienen en cuenta las pérdidas en concepto de
consumo de artículos importados, los ingresos de divisas proporcionados por este
tipo de turistas pueden superar en términos netos los del turismo convencional
de grupo.
El turista de paquetes turísticos es el grupo mas numeroso de entre los turistas de
naturaleza. Su período de estancia es de dos a tres semanas, con un gasto diario
por persona de 100 a 200 dólares, según datos de 1997. En general, se puede
decir que el consumo de una persona alojada en un hotel de propiedad extranjera
se inclina hacia los bienes de lujo de importación, lo que genera solo algunos
beneficios netos para la economía local.
En el caso de los paquetes turísticos, aproximadamente un tercio del costo es
absorbido por el billete; esta fracción se queda en el país de destino o en el país
de origen según la línea aérea que se use. El otro tercio del coste se destina al
operador turístico del país de origen. El resto del coste del paquete se gasta en el
país de destino, pero solo un 20 o 25% del coste total recae en la región donde se
encuentra el atractivo turístico. Por otro lado, una persona que viaja a
localidades pequeñas y se aloja en establecimientos de propietarios locales con
personal, administración y abastecimiento de la región proporciona mas ingresos
a la economía regional.
En el caso de Costa Rica, la mayoría de los turistas viajan al país según la
modalidad de paquete turístico-es decir, llegan con todos los gastos pagados-y
solo un 5% de los beneficios se quedan en la comunidad.
El tipo duro y el suave
Doris Van de Meene Ruschmann, consultora de planeamiento y marketing
turístico, hace la distinción entre el ecoturismo duro (hard) y el ecoturismo suave
(soft). El ecoturismo duro es aquel que tiene un componente científico y que
generalmente es practicado por ornitólogos, botánicos, geólogos y otros
profesionales especializados. El ecoturismo suave es el que practican turistas que
tienen intereses generales comunes, como por ejemplo disfrutar de la
convivencia con la naturaleza, pero que están poco dispuestos a correr grandes
riesgos o a hacer esfuerzos físicos. Estos últimos son mayoritarios. Bajo esta
denominación también se incluyen los turistas que han comprado un paquete
turístico para disfrutar del sol y la playa, pero que visita de manera ocacional o
casual un área protegida.
También se pueden clasificar los ecoturistas según la intensidad de variables
como por ejemplo el rigor físico o el interés que poseen por aprender un tema
específico, la motivación del viaje y la manera de llevarlo a cabo. La clasificación
establecida por Negrini coincide con la que hacen Budowsky o Damaris, y se
agrupan en varios tipos.
El turista científico es aquel que se desplaza para realizar una investigación. A
continuación, está el turista naturalista fuerte, que viaja por un aspecto específico
de la naturaleza-como principal atractivo-, pero con una finalidad investigadora
motivada por razones intelectuales o por alguna afición particular muy potente.
Sería el caso de los observadores de aves (birdwatcher) y mariposas, los que
estudian las orquídeas, etc. Estas personas suelen tolerar servicios simples o poco
especializados.
El turista naturalista suave es el que se mueve según los dictados de la moda y no
inicialmente por la naturaleza. Es menos tolerante a recibir servicios deficientes o
poco especializados. Este segmento es el que está creciendo mas rápidamente. El
turista de aventura es el que practica descensos por los rápidos de los ríos en
canoas, parapente, paracaidismo, vuelo libre, etc. Un subgrupo sería el deportivo,
que se decanta por actividades como el alpinismo, el ciclismo, el montañismo y el
senderismo.
El agro ecoturista tiene como objetivo la observación de las prácticas agrarias.
Incluye visitas en explotaciones agrícolas, ganaderas o forestales, instituciones de
educación superior y centros de investigación relacionados con estas actividades.
Otro criterio para perfilar la demanda son los intereses y la duración de la
estancia. De acuerdo con el tiempo de estancia se pueden agrupar tres nuevas
categorías.
El agro ecoturista radical muestra un gran interés por la naturaleza y una fuerte
sensibilidad ambiental, quiere largos períodos de estancia, pide infraestructuras
mínimas, tienen grandes expectativas y exige contextos naturales poco
humanizados. Evita además las grandes concentraciones de visitantes. El
ecoturista medio expresa un interés por la naturaleza poco especializado. Tiene
una sensibilidad superior a la media, pasa períodos de estancia relativamente
cortos, pide una infraestructura convencional y también tiene grandes
expectativas. No es muy exigente en cuanto a los contextos naturales no
perturbados, y por ello no evita totalmente las grandes concentraciones de
visitantes.
Finalmente, el ecoturista casual muestra un interés superficial por la naturaleza.
Tiene una sensibilidad ambiental media, pasa períodos de estancia cortos
(generalmente de un día), pide infraestructuras potentes, tiene grandes
expectativas respecto a la experiencia que busca, da importancia a un contexto
natural muy conservado, no pide información sobre el lugar que visita y es poco
sensible a las grandes concentraciones de visitantes.
Menos infraestructuras
Se considera que la demanda de infraestructuras del ecoturista medio es
considerablemente mas limitada que la del turista convencional de playa. El
ecoturista esta dispuesto a aceptar con mas facilidad las condiciones locales
respecto a la comida y al alojamiento, puesto que las considera parte del atractivo
de viaje: la higiene, la seguridad y un confort simples son mas importantes que un
alojamiento lujoso. Otro elemento importante de este tipo de ecoturista es la
estabilidad política del país que visita.
También se habla de la figura del visitante casual, que es aquel que pasa un día o
un fin de semana en el área natural, desarrollando actividades de picnic, pesca,
natación y similares. Estos visitantes tienen un impacto considerable sobre la
economía local, y es posible mantenerlos alejados de las áreas de conservación
mediante infraestructuras y equipamientos correctamente situados.
Es importante destacar que desde que se inició la práctica del ecoturismo con
orientación comercial en la década de los ochenta, el consumidor ha ido
cambiando su perfil. Báez y Acuna resumen la evolución del ecoturista desde su
expresión mas pura hasta las personas de interés general que no saben nada, o
muy poco sobre el tema, pero que están dispuestas a experimentar, y que se
podrían denominar “ecoturistas en potencia”. Sin embargo, hay que decir que no
en todas las situaciones el consumidor ha evolucionado. Esta evolución solo se
puede constatar normalmente en los destinos que se consideran pioneros en
ecoturismo, como por ejemplo Kenia, Costa Rica y Ecuador, entre otros.
Dado que los intereses, las motivaciones y los conocimientos de las personas que
visitan las áreas protegidas son bastante variados y no todos los visitantes pueden
ser considerados realmente ecoturistas, se están elaborando códigos de conducta
ética para sugerir los modos como los turistas pueden tomar una parte de
responsabilidad en la protección de los recursos que visitan para disminuir los
impactos negativos en el ambiente y, a la vez, para que el visitante pueda
disfrutar tanto como pueda de la visita y obtenga una experiencia de calidad.
El código de conducta
1) Informarse sobre el lugar que visitará.
2) Permanecer en los senderos marcados. Es importante andar en silencio.
3) Hacer caso de las indicaciones y de los letreros.
4) No dejar nada atrás, excepto las huellas, y llevarse solo fotografías y
recuerdos.
5) Evitar perturbar la vida de los animales, especialmente cuando están
copulando, anidando o comiendo.
6) Contratar guías locales, comprar artesanías locales, alojarse en hoteles y
comer en restaurantes de la localidad.
7) No comprar animales salvajes. Comprar solo artesanías elaboradas con
productos naturales o de fuentes renovables como la madera.
8) Ser sensible a la cultura y a las tradiciones locales y estar dispuesto a
interrelacionarse con la población local.
9) Interesarse por si el viaje beneficiara a la comunidad que se visita.
10) Si se nada bajo el agua, mantener la flotabilidad neutra cuando se
encuentre cerca una formación de arrecifes.
Si se siguen estos simples consejos, se ayuda a asegurar que las áreas protegidas
puedan ser visitadas por generaciones futuras.
Pero para utilizar los medios adecuados para comunicarse con los visitantes y
para llevar a cabo una buena planificación de esta actividad es muy importante
averiguar y hacer encuestas sobre las percepciones sociales y psicológicas y los
deseos de los turistas: así se podrá evaluar si se cubren sus necesidades. Porque
como muy bien se dice en las directrices que publican la OMT y Pnuma: “Hay
personas que prefieren visitar el parque en grupos organizados y recibir las
explicaciones clásicas de un guía, mientras que otras se inclinan por hacer su
propio itinerario en un sistema de pistas con la ayuda de un opúsculo informativo;
también hay otras que rechazan cualquier indicio de organización y prefieren ver
las cosas por su cuenta. A unos les gusta hablar, a otros escuchar, a otros leer
información y a otros ver cosas”.
En un estudio que llevo a cabo el WWF en 1988 en cinco países de América Latina
y el Caribe-Belice, Costa Rica, Republica Dominicana, Ecuador y México-a partir de
1.175 encuestas, se llegó a la conclusión de que las principales actividades que
hicieron los turistas extranjeros interesados por la naturaleza fueron observación
de aves (58%), observación de la fauna silvestre en general (55%), paseos en bote
(42%), botánica (31%), excursionismo y senderismo (28%), culturas locales (25%),
caminatas por la selva (23%) y montanismo (22%).
A modo de conclusión se puede afirmar que son realmente muy pocos los
visitantes que se pueden clasificar como ecoturistas. Paradójicamente, mas del
90% de turistas extranjeros que visitan Costa Rica, destino turístico por
excelencia, van mas bien para disfrutar de las zonas litorales y del valle central, y
visitan un día alguno de los parques mas cercanos a la ciudad o los mas
promocionados. Lo que si que se puede afirmar con rotundidad es que un
ecoturista no se diferencia del resto de los mortales por su manera de vestir o la
edad, ni por ningún factor externo, sino por la actitud que mantiene respecto al
medio.

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