Está en la página 1de 3

La Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción, Asunción Ixtaltepec, Oaxaca.

Con la llegada del dominio español a lo que hoy es la Nación Mexicana, llegaron
también las instituciones administrativas con las que mantenían el control político,
social y religioso en el territorio conquistado, una de ellas es la conocida como
“cofradía” definida por el derecho canónico como “la reunión de fieles con
autoridad competente, que, con aprobación del ordinario, fueron establecidas en
las iglesias para auxiliar al clero en el sostenimiento del culto”.
Una de las tareas principales de la cofradía fue fomentar la veneración de una
virgen o un santo comprometiéndose a organizar las festividades que se
celebraban en su honor y asumir la mayor parte de los gastos, del cuidado de la
imagen, de sus atuendos, de la administración de sus bienes, de la caridad y
fraternidad, que permitió a sus miembros obtener ciertos beneficios espirituales y
materialesi.
En nuestro territorio nacional, antes llamado de la Nueva España, estas
instituciones se establecieron en la primera mitad del siglo xvi ii, cuando los
religiosos de las distintas órdenes regulares las impulsaron para congregar a la
población y facilitar la evangelización de comunidades indígenas que las
adoptaron como un medio de cohesión e identidad, mismas que proporcionaron
seguridad espiritual, un sentido de estabilidad colectiva y cierto estatus de
prestigio.
Sin poder precisar exactamente la fecha de su creación, en la población de
Asunción Ixtaltepec se conoce la institución de tres cofradías durante la época
colonial, la de “Nuestra Señora de la Asunción”, la del “Señor de la Misericordia” y
la del “Rosario”, a este respecto el registro más antiguo que se conoce, al día de
hoy, es el libro número 123, comenzado en diciembre de 1788 y terminado en
1820, en el cual se detalla la administración de la hacienda de ganado mayor de la
virgen de la Asunción, ubicado en el paraje “el huamuchal”, dicho documento se
conoce gracias al rescate realizado por el Maestro Pedro Mijangos García, quien
se dio a la tarea de hacer una reproducción a mano del texto y los datos
contenidos en el referido libro.
La cofradía de Nuestra Señora de la Asunción, ejercía funciones de microempresa
agrícola y ganadera, especializada en la producción de maíz, leche, queso;
Inversión siempre insegura a causa de imponderables, como la falta o exceso de
lluvias, del abigeato y enfermedades que mermaban el ganado. Además, esta
cofradía era una empresa que daba trabajo remunerado al Mayordomo, vaqueros,
caporales, molenderas, regeguero, pastores, cantores y músicos indígenas,
además los productos obtenidos se convertían en mercancía puesta en circulación
en el mercado regional, de los cuales, parte de los ingresos obtenidos eran
reinvertidos para garantizar la continuidad del proceso de producción
agroganadero.
Otra parte muy importante de los ingresos por la administración del rancho, eran
utilizados para otras tres festividades mencionadas en la lista de gastos del año
1793 correspondientes a “Navidad”, “San Mateo” y “San Pedro y San Pablo”
La figura de autoridad más alta que tenía la cofradía era el mayordomo, quien era
el encargado de la administración del rancho de la virgen durante un año, por
consiguiente, era el encargado de generar y otorgar los recursos monetarios
necesarios para la construcción y mantenimiento del templo, la conservación de la
imagen de la Virgen de la Asunción, cubrir los gastos del culto religioso, pero
sobre todo de la realización de las fiestas patronales en aras de la veneración a la
patrona de la población y la convivencia y la cohesión social entre indígenas y
españoles.
El mayordomo era auxiliado en el desempeño de sus funciones por su esposa,
quien cumplía funciones relacionadas principalmente en la preparación de los
alimentos, del aseo de los inmuebles religiosos y de vestir a las imágenesiii.
La elección del mayordomo se llevaba a cabo por los principales, el gobernador y
los alcaldes a quienes se les denominaba “la república” en presencia del cura, el
día en que se llevaba a cabo “la cierra” acto que se efectuaba cuando el
mayordomo saliente juntaba todo el ganado de la hacienda que se encontraba
suelto y los concentraba en el casco para constar cuántos se habían vendido,
consumido, perdido y cuántos se entregaban al nuevo mayordomo, junto con las
cuentas de los ingresos y egresos de la hacienda. Este es un ejemplo temprano
de la rendición de cuentas en nuestro pueblo.
De acuerdo a los registros del libro de la cofradía, correspondientes al año de
1795, se puede constar que durante el tiempo que llevaba existiendo esta
institución había estado en manos de la población indígena de Asunción
Ixtaltepec, pues fue en ese año que el cura en turno llamado Juan Antonio Olivera,
decidió quitar de la administración de la hacienda a los indígenas, entregando esa
atribución a un “hombre de razón” o “ladino” llamado Juan Pablo Fuentes, por
supuestos malos manejos de los primeros y la pérdida de 152 cabezas de ganado
en el año anterior.
De los mismos registros se desprende que para el año de 1797, el templo de la
Virgen de la Asunción se encontraba muy deteriorada y no estaba terminada de
construir, pues en ese año se le encomendó al Mayordomo, que seguía siendo
Juan Pablo Fuentes dado su buen desempeño desde hace dos años, el buen
cuidado de la hacienda para utilizar las ganancias obtenidas a la reparación y
terminación del templo.
i
Teresa Eleazar Serrano, Ricardo Jarillo Hernández, “Las Cofradías en México, pasado y presente. Descripción
bibliográfica”, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2013, p. 10.
ii
María Teresa Sepúlveda, “La cofradía de San Nicolás Tolentino”, Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia,
Primer Centenario 1877-1977, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976, p. 6.
iii
Cruz Rangel, José Antonio, “Las cofradías indígenas en el siglo XVIII, un sistema colonial de poder, resistencia y exacción.
El caso de Chimalhuacan Atenco”, en Dimensión Antropológica, vol. 36, enero-abril, 2006, pp. 93-132.

También podría gustarte