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Para ofrecer una buena información no solo hace falta que los hechos
transmitidos sean ciertos, sino también enmarcarlos en el contexto
adecuado. En el caso de los abusos a menores en la Iglesia católica, tras
décadas de silencio ha habido una explosión de noticias desde 2002.
Cabe preguntarse si con esta información la opinión pública ha llegado
a conclusiones ajustadas a la realidad. La reunión del 21 al 24 de febrero
del Papa Francisco con los presidentes de las conferencias episcopales
para tratar este tema puede ser la ocasión para revisarlo.
Esta conclusión de la fiscalía habría sido más útil si hubiera dicho qué
proporción de sacerdotes habían sido acusados respecto al total de sacerdotes
en activo en esas diócesis durante esos 70 años. Pero a pesar de ser un texto de
1.400 páginas, el informe no aportaba ese dato.
Lo que está claro es que impresiona mucho más un titular de “1.000 clérigos
cometieron abusos contra menores” que “Un 4,4% del clero fue acusado de
abusos en 52 años”.
Las cifras absolutas alarman más si se acompañan con la coletilla de que “eso es
solo la punta del iceberg”. Esta advertencia puede tener su parte de verdad,
pues no todas las víctimas están interesadas en denunciar o tardan años en
hacerlo. Pero también puede ser engañosa, pues ahora hay un gran interés en
escuchar a las víctimas, investigar e indemnizar, aunque sean casos de hace
décadas. Así que a lo mejor lo que aún queda debajo de la superficie es ya
menos de lo que ha emergido. Por otra parte, la teoría de la “punta del iceberg”
se puede aplicar a estos delitos como a tantos otros, ya sea el fraude fiscal, el
acoso sexual en el trabajo o la corrupción urbanística, sin que esto implique
una sospecha hacia todo un colectivo.
Impresiones erróneas
Una indignación plenamente justificada de la opinión pública con los abusos
corre el riesgo de estigmatizar a todos los sacerdotes por culpa de una minoría.
En Irlanda, según un sondeo realizado por The Iona Institute en 2011, el 70%
de los irlandeses pensaba que el número de sacerdotes culpables de abusos a
menores era un porcentaje muy superior al real, que según los informes más
fiables estaba en torno al 4%. El 42% de los encuestados pensaba que era más
de uno de cada 5 sacerdotes y un 18% lo atribuían a más de la mitad del clero.
Cuando se recopilan datos, suelen ser de acusaciones, pero eso no quiere decir
que todas estén comprobadas. Por ejemplo, cuando se presentó a la opinión
pública el informe de Pensilvania, pocos advirtieron que el Gran Jurado es una
institución dirigida por el fiscal, que opera a puerta cerrada y sin escuchar a la
defensa, y cuya función no es determinar la culpabilidad o inocencia de los
acusados, sino ver si hay suficientes motivos para iniciar un proceso. El informe
recopila “acusaciones creíbles” contra 301 clérigos, pero por entonces solo
había dado lugar a dos procesamientos. La mayoría de los delitos habían
prescrito y muchos de los acusados habían muerto. Así que en muchos casos no
es posible saber si habrían sido condenados o absueltos.
El contexto temporal
Las revelaciones sobre los abusos empezaron a salir a la luz pública a principios
de este siglo, pero en muchos casos se remontan a décadas atrás. Por eso es
importante no perder de vista el contexto temporal.
Pero, ¿hasta qué punto conocían los obispos la magnitud del problema? Junto a
las víctimas que informaron a los obispos o recurrieron a la policía, también
hubo muchas que no denunciaron en su día y solo han hablado al cabo de los
años. Así que la extensión del fenómeno que sabemos hoy día no es la misma
que entonces conocían los obispos.
Siempre se puede decir que la Iglesia debe hacer más. Pero cabe preguntarse si
hay otras instituciones que en los últimos tiempos hayan hecho tantos esfuerzos
en este campo, y qué podría aprender de ellas.
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Una indignación plenamente justificada
de la opinión pública con los abusos corre
el riesgo de estigmatizar a todos los
sacerdotes por culpa de una minoría
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Clichés y silencios
Un aspecto que la prensa no ha solido destacar es que en los abusos
perpetrados por clérigos, la gran mayoría son contra chicos. También en el
citado informe del John Jay College se dice que los abusos fueron en su mayor
parte contra varones (81%). El informe del Gran Jurado de Pensilvania
confirma que “la mayor parte de las víctimas eran chicos, aunque también
había chicas”. En cambio, en el conjunto de EE.UU. la tasa estimada de abusos
sexuales contra menores es mayor entre las chicas (14,5%) que entre los chicos
(7,2%).
A B U S O S S E X U A L E S , I G L E S I A C AT Ó L I C A , R E L I G I Ó N , S O C I E D A D
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