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Psicología Jurídica | Fabbro Aldana

Unidad 6: Nociones jurídicas en el campo de la niñez y la adolescencia: incidencias subjetivas e


institucionales.

Puhl, Varela, Izcurdia (2017) - Psicología y Derecho: aportes desde la


subjetividad.
Aspectos legales

Al hablar de resocialización de los sujetos “transgresores a la ley penal”, remite jurídicamente a especificar,
por un lado, qué se entiende por transgresión a la ley penal, y por el otro, qué posibilidades de resocialización
existen en nuestro sistema penal.

Siguiendo nuestro derecho positivo, una transgresión a la ley penal implica la comisión de un delito. El
Código Penal no especifica que es un delito exactamente, sino que queda definido por la descripción de los ripos
penales, es decir, la descripción de la conducta que se pena.

Es punible cualquier conducta descrita en el Código Penal como delictiva. Esto es importante porque el
tratamiento realizado con el condenado debe contemplar el tipo de sanción impuesto, ya que esto determina,
en la mayoría de los casos, el principio y fin del abordaje.

Respecto de la resocialización, consideramos aquí únicamente a los sujetos que se encuentran privados de su
libertad. El art.18 de la Constitución Nacional, ley suprema en nuestro país, muestra la finalidad de que los
reos puedan rehabilitarse durante el cumplimiento de la pena.

A su vez, la Ley 24.660 de Ejecución de la pena privativa de la Libertad, establece en su art. 1° que: “La ejecución
de la pena privativa de la libertad, en todas sus modalidades, tiene por finalidad lograr que el condenado
adquiera la capacidad de respetar y comprender la ley y así la gravedad de sus actos, procurando su reinserción
social y el apoyo de la sociedad, que será parte de la rehabilitación mediante el control directo o indirecto”.

El régimen penitenciario debe utilizar, de acuerdo a cada caso, todos los medios de tratamiento
interdisciplinarios adecuados al fin propuesto.

Por otra parte, el art. 58 específica que se debe garantizar el bienestar psicofísico de los internos. adoptando
“medidas de prevención, recuperación y rehabilitación de la salud”. El art 143 declara el derecho a la salud del
que gozan todos los internos y habilita el acceso a la realización de tratamientos que garanticen ese derecho,
es decir la psicología en su especialidad jurídica debe brindar modalidades de abordaje tendientes a la
resocialización de los internos.

Los sujetos transgresores a la ley penal

No hay al momento un perfil psicológico unívoco que identifica a los sujetos autores de delitos. Sin embargo,
la observación y evaluación de ciertos aspectos de estos sujetos resulta primordial para determinar su
diagnóstico y terapéutica: la personalidad de base y los antecedentes personales son fundamentales para
la labor del psicólogo jurídico.

La historia vital de los sujetos, aportará la clave de las conductas cometidas (estrato sociocultural,
constelación familiar, nivel educacional, nivel económico, gustos recreacionales, historia laboral, antecedentes
médicos, clínicos y psiquiátricos.)

La comprensión contextualizada, historizada, de la conducta del sujeto, brindará una síntesis integrada de las
motivaciones psicosociobiológicas que motivaron la transgresión, y desde allí se debe buscar la manera de
iniciar la resocialización.
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Instituciones de rehabilitación social

Elias Carranza plantea que existen cinco problemas o necesidades principales de las instituciones penitenciarias de
América Latina (por lo tanto, también en Argentina)
1. Ausencia de políticas integrales (de género, de rehabilitación, de derechos humanos)
2. Hacinamiento carcelario (se origina por el reducido presupuesto y la falta de infraestructura adecuada)
3. Deficiente calidad de vida en las prisiones
4. Insuficiente personal penitenciario y sin adecuada capacitación
5. Falta de programas de capacitación y trabajo para las personas presas

Muchos autores hablan del paradigma “re”, cuyo fin es resocializar y reinsertar socialmente a los sujetos privados de su
libertad. Tanto técnicos, profesionales y guardias deben anular el supuesto carácter peligroso de esta población,
definiendo un interés superior de defensa de la sociedad.

Siguiendo a Foucault, podemos señalar que el propio fracaso de la prisión constituye su razón de existencia, ya que
cumple con su verdadera función: la de mantener fuera de la convivencia social a determinados sujetos y grupos.

La cárcel supone un sistema total que funciona de manera autónoma, con sus propias normas, roles, patrones de
comportamientos, estilos de vida, códigos y sistemas de comunicación, agentes de control formales e informales, el
llamado “código del recluso”. Clemmer llama a este proceso de incorporación y paulatina adaptación al hábitat
alternativo como “prisionización”; Goffman lo llama “aculturación”. La actividad del preso es una lucha por la
supervivencia en un intento continuo de adaptarse. En todos los casos, como afirma Muñoz Conde la prisión tiene
efectos negativos para la resocialización difícilmente evitables en el tratamiento.

La prisionización, la adopción de la subcultura carcelaria, comporta según Clemer la aceptación del rol de preso
(socialmente desvalorizado), la modificación de los modos de comer, vestir, dormir y trabajar, el uso del argot
carcelario. Los largos periodos de estancia, la desconexión con el mundo exterior, el radical cambio en la calidad de
vida, deben conllevar una necesaria transformación de valores, de expectativas, etc. que posibilitan el mínimo
equilibrio psicológico.

Entre los efectos más destacados de la prisionización se encuentran los siguientes:

 Un aumento del grado de dependencia de los sujetos encarcelados, debido al amplio control conductual al que se
ven sometidos (imposiciones en la vida diaria).
 Devaluación de la propia imagen y disminución de la autoestima.
 Aumento de dogmatismo y autoritarismo en los presos debido a su mayor adhesión a los valores carcelarios.
 La prisionización genera un aumento de la ansiedad de los carcelarios

Goffman expone un conjunto de consecuencias que describen el impacto de la cárcel:

1. Desculturación: incapacita al sujeto a adaptarse posteriormente a la sociedad libre por la pérdida del sentido de
la realidad “normal” debido a la perdida de contacto con el mundo exterior y a la violación a la autonomía del acto.

2. Mutilación del yo: por la separación del desempeño de los roles sociales, el despojo de pertenencias, la
desfiguración de su imagen social habitual, la realización de indignidades físicas (cacheos, inspecciones rectales), la
violación de su intimidad, relaciones sociales forzadas, aislamiento físico, afectivo y social, etc.

3. Alta tensión psíquica: por el conjunto de condiciones antes descritas

4. Creación de un estado de dependencia (de tipo infantil) con pérdida de volición, autodeterminación y autonomía.

5. Sentimiento de tiempo perdido, robado. Para superarlo, puede realizar actividades de distracción,
homosexualidad, fantasía, etc.
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6. Producción de una actitud egoísta, de ensimismamiento. Focaliza la atención en su especial existencia.

7. Estigmatización: como categorización del atributo del ex recluso del consiguiente rechazo por parte de la
sociedad.

Tres serían las dificultades mayores para la integración social de la persona excarcelada:

 Un trabajo, con lo que supone de elevación de autoestima, de autonomía económica, organización del tiempo.
Contra esto choca la escasa capacitación y experiencia laboral de los penados, la dificultad de rellenar los años
de presidio en el currículum y la circunstancia del injusto estigma de los antecedentes penales.
 Soporte familiar y relacional: para ir normalizando vínculos y resistir las frustraciones y decepciones de las
primeras semanas.
 Soporte psicosocial: el apoyo de una red de contención social favorece el equilibrio

emocional Así, el objeto de resocialización se torna de difícil cumplimiento.

Cardozo; Michalewicz (2017)- El paradigma de la Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños
y Adolescentes: en la búsqueda de la plena implementación.

Introducción

La sanción en 2005 de la Ley Nacional de Protección Integral de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes N°
26.061 y la derogación de la “Ley de Patronato”, consolido a nivel legislativo en nuestro país un proceso de
cambio de paradigma en lo que refiere a políticas de infancia. Se pasa del paradigma de la situación irregular al
paradigma de la protección integral. Sin embargo, a más de 10 años de sancionada la Ley 20.061 aún resulta
valido cuestionarse si el paradigma de la situación irregular ha quedado completamente deslegitimado.

Parecería existir cierta duda en la definición y conceptualización de lo que significa la protección integral de
niños, niñas y adolescentes (NNA), así como también respecto a lo que implica para la política pública. Resulta
imprescindible, parafraseando a Eduardo Menéndez, realizar un trabajo de construcción conceptual para saber
de qué estamos hablando y de que no estamos hablando.

La protección integral en la Convención de los Derechos del Niño y la Ley 26.061

El Estado argentino asumió compromiso con los NNA que se encuentran en el territorio argentino al firmar y
ratificar la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).

La CDN resulta el cuerpo legal más relevante cuando hablamos de NNA: “constituye el marco mínimo de
reconocimiento y respeto de los derechos de los NNA y que combina en un solo tratado los derechos civiles y
políticos, económicos, sociales y culturales, considerándolos como interdependientes y complementarios para
asegurar la protección integral de NNA”. La CDN planteo la necesidad de respetar, proteger y realizar todos
los derechos de los NNA sin discriminación; por esto hablamos de protección integral de los derechos.

Las obligaciones de los Estados, desde el enfoque de derechos humanos, se agrupan en tres apartados
relevantes a la hora de pensar las prácticas cotidianas:

1. RESPETAR: abstenerse de interferir en el disfrute de los derechos; no llevar adelante acciones que
vulneren de los derechos.
2. POTEGER: impedir que otras partes interfieran en el disfrute de los derechos y
3. REALIZAR-HACER EFECTIVOS: adoptar medidas apropiadas con miras a lograr la plena efectividad de
los derechos. Es decir, facilitar (camino indirecto) o poner los medios necesarios (camino directo). Acá
podemos incluir la restitución de derechos.
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La CDN no es solo un instrumento de derechos humanos, sino que además representa un paradigma, una
mirada que debe reflejarse no solo en el cuerpo jurídico que nos rige, sino en la totalidad de las políticas que
lleva adelante el Estado.

El paradigma de la protección integral de NNA convive y entra en tensión con el modelo tutelar o doctrina de
la situación irregular, conocido en Argentina como el “patronato”. Dicha tensión se puede observar en las
practicas, discursos, representaciones, intervenciones profesionales y lógicas institucionales en el campo de la
infancia.

La doctrina de la situación irregular se aplica a los menos en situación de “riesgo o peligro moral o material”,
“situación irregular” o “circunstancias especialmente difíciles”. Los llamados “menores” son para este paradigma
objetos de tutela, de corrección, rehabilitación, control y subordinación; a la vez que se los considera incapaces
en diversos sentidos y por esto no tienen ningún tipo de participación en las decisiones que los afectan. El Estado
plantea a la judicialización como primera opción de la situación de los “menores” y la internación como única
solución.

La característica central de este paradigma es la ecuación: niñez pobre=potencial peligrosidad. Se justifica así el control
social como objeto medular de las políticas de la infancia tomando al NNA como objeto de tutela.

Este paradigma equipara al menor abandonado, con el que es víctima de maltrato o abuso y con el que se encuentra
en conflicto con la ley penal. Así, interviene del mismo modo en situaciones que pueden ser muy distintas, ya que
judicializa todas las situaciones. Las políticas públicas que distinguen este paradigma son de corte asistencialista y
fragmentadas.

En oposición a las premisas de paradigma del patronato, la protección integral se ocupa de NNA que son vistos
y tratados como sujetos de derechos. La judicialización de las situaciones de violaciones de derechos no es
necesariamente la mejor opción y la separación de NNA de su familia debería ser una medida excepcional. La
violación de derechos económicos, sociales y culturales de los NNA no pueden llevar a la limitación del derecho
a la libertad, no debe criminalizarse la pobreza. Al contrario, el Estado debe implementar programas que
garanticen y coadyuven a la promoción de los derechos de los NNA.

La ley 26.061 indica en el Art. 2 que la CDN es de “aplicación obligatoria en las condiciones de su vigencia, en todo
acto, decisión, o medida administrativa, judicial o de cualquier naturaleza que se adopte respecto de las personas
hasta los 18 años de edad”.

Estas normativas (CDN y la Ley 26.061) dejan en claro el derecho a opinar y ser escuchados/as de los NNA y el
derecho a participar de las decisiones que les afectan,

Es pertinente referirnos al “Principio de efectividad” al que refiere la Ley 26.061 donde indica “los Organismos
del Estado deberán adoptar todas las medidas administrativas, legislativas, judiciales y de otra índole, para
garantizar el efectivo cumplimiento de los derechos y garantías reconocidos en esta ley”. Esto debería entenderse en
los términos de las tres obligaciones del Estado antes mencionada.

El Sistema de Protección Integral de NNA en Argentina se conforma por:

 Nivel nacional (Secretaria Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia).


 Nivel federal (Consejo federal de la niñez, adolescencia y familia).
 Nivel provincial (órgano de planificación y ejecución de las políticas de la niñez que varía en cada
jurisdicción).

Protección integral y Políticas Publicas

La existencia de una Ley Nacional y varias leyes provinciales que tienen por objetivo la protección integral de los
derechos de un colectivo específico, como son los NNA, no garantiza de por si la vigencia efectiva de los derechos
que allí se enuncian.
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Puede pensarse que estas leyes constituyen la base fundamental, a la vez que un instrumento indispensable para
reformas que atañen, no solo al ámbito jurídico y legislativo, sino a todos los componentes del Estado y la
sociedad. Ahora bien…

 ¿Cuáles serían las reformas que implica la suscripción por parte de un Estado al paradigma de la
protección integral?
 ¿Cómo se refleja a nivel de política pública el cambio de paradigma adoptado a partir de la sanción de las
leyes en cuestión?
 ¿Qué debemos entender por “protección integral”?

Una primera cuestión que se desprende del cambio de paradigma, tiene que ver con un descentramiento respecto
de la población hacia la cual deben dirigirse las políticas de infancia. Si en el paradigma anterior las
intervenciones tomaban por objeto a los “menores” que se encontraban en “situación irregular”, el paradigma de la
Protección Integral exige garantizar los derechos a todos los NNA, sin discriminación alguna. “Los derechos que la
Convención garantiza tienen como destinatarios a toda la infancia y no a una parte de ella” (Beloff).

Entonces, una manera de entender la “integralidad” que plantea el nuevo paradigma tiene que ver con la
protección de los derechos a la totalidad de los NNA y no solo a un sector desfavorecido, vulnerado, y/o en
conflicto con la ley. Las políticas deberían tomar un carácter universal.

Una segunda situación que se debe destacar respecto de paradigma de la protección integral refiere a la dimensión
de la intersectorialidad. La CDN promueve una visión holística de la protección de la infancia.

La protección integral, al plantear un enfoque de derechos para las políticas de infancia, supone la concepción de
que los/las destinatarios/as de las políticas y las intervenciones son sujetos humanos, es decir, totalidades que
no pueden ser desagregadas en pequeñas partes según su correspondencia con los objetos de incumbencia de
las distintas áreas gubernamentales. Sin embargo, la implementación de estas políticas por parte de los Estados
se estructura en función de la existencia de distintas áreas en términos administrativos (ministerios, secretarias,
consejo federal) y territoriales (estado, provincias, municipios) que se reparten responsabilidades sobre lo
público.

En un nivel macro, resulta fundamental la articulación de las diferentes áreas en dispositivos de intercambio y
planificación conjunta que permitan el diseño e implementación de políticas que sean transversales a los sectores
de gobierno y abarcativa de las distintas jurisdicciones.

En un nivel micro, es imprescindible el establecimiento de estrategias de articulación intersectorial en el abordaje


de las problemáticas. Hemos hablado de “intervenciones multi-institucionales” para llamar la atención sobre la
frecuencia con que los abordajes que se ofrecen desde el Estado para la atención de los NNA cuyos derechos han
sido vulnerados resultan en la intervención simultánea, pero disgregada de un gran número de instituciones u
organismos. Esto trae como consecuencia:

 Dificultad para sostener en el tiempo las estrategias de intervención.


 Vulneración del derecho al sostenimiento de los vínculos comunitarios que implican los múltiples
traslados y derivaciones.
 Repetida interrupción en los vínculos terapéuticos que pudieran ir estableciéndose.
 Superposición de profesionales e instituciones interviniendo simultánea y desarticuladamente, incluso,
desde paradigmas antagónicos.

De esta manera, la implementación de un verdadero Sistema de Protección Integral de los Derechos de los NNA,
tiene como requisito fundamental la existencia de una ajustada articulación en red de los organismos que lo
componen.

Una tercera cuestión tiene que ver con “la determinación social de las problemáticas”. El paradigma de la
situación irregular implica una visión individualizante de las situaciones. Así, cando los NNA presentan
situaciones que les implican un profundo sufrimiento psico-social desde este paradigma se las considera como
fenómenos aislados o simples anomalías individuales de las que cierto porcentaje de la población tiene la
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desgracia de ser sujeto. Es decir, desviaciones que se deben corregir mediante intervenciones individuales
exclusivamente.

En cambio, desde la protección integral, las problemáticas se consideran enraizadas en condiciones sociales y
económicas determinadas. Toma un rol centra la implementación de políticas públicas universales con una
perspectiva de protección integral que garantice los derechos de los NNA, considerándose a las intervenciones
restitutivas como un componente necesario, pero no suficiente.

Reflexiones finales

Una primera reflexión es que no existiría una posibilidad de protección “no integral” de los derechos. Estos son
integrales porque las personas somos integrales. Cualquier intento de “parcializar” los derechos atenta contra la
posibilidad de su vigencia real,

La perspectiva de derechos implica un modo de pensar la sociedad humana. Podemos identificar derechos
específicos de NNA, pero su plena vigencia redunda necesariamente sobre la vigencia de los derechos humanos
en general.

Por otra parte, la incongruencia entre la vigencia formal del paradigma de la protección integral y una no vigencia
efectiva de los derechos, no solo afecta a los NNA sino también a quienes deben sostener intervenciones de
promoción, protección y sustitución de derechos, ya que su tarea se torna imposible sin el acompañamiento del
sistema y sin un Estado.

La protección integral requiere de un Estado que se organice en torno a los derechos de las personas como su eje
central. De otro modo, se produce un vaciamiento del contenido del paradigma. La protección integral de los
derechos de NNA debería ser una política de Estado.

Laursen; Marqurés (2015)- Actualizaciones en el abordaje psicológico de los adolescentes infractores


a la ley penal.

ACTUALIZACIONES EN EL ABORDAJE PSICOLÓGICO DE LOS ADOLESCENTES INFRACTORES A LA LEY PENAL

UNA PRIMERA APROXIMACIÓN AL MARCO DE TRABAJO

El objetivo del trabajo es exponer las modalidades de abordaje psicológico llevado a cabo con adolescentes varones
y mujeres en el marco de un organismo nacional dependiente del Poder Ejecutivo y abocado a la intervención en
casos de infracción o presunta infracción a la ley penal.

El equipo de psicólogos trabaja con sujetos menores de 18 años. En algunos casos la intervención puede
extenderse más allá de los 18 años del sujeto, pero siempre teniendo en cuenta que el hecho que motiva la
intervención judicial y la institucional, haya acaecido previamente antes de que éste haya cumplido 18 años.

La dependencia del juzgado nacional de menores y el ingreso del sujeto a uno de los dispositivos institucionales
del Poder Ejecutivo habilitará la intervención específica del equipo de psicólogos, intervención que requiere una
derivación efectuada por integrantes del Equipo de Intervención de la institución que brinda alojamiento al sujeto.

El primer encuentro entre el profesional y el/la joven se orienta al ofrecimiento para una posible apertura de
un espacio terapéutico para el sostén de entrevistas psicológicas con el/la adolescente. Estos encuentros se
sostendrán con una frecuencia regular, aunque se incrementará dicha frecuencia toda vez que el profesional lo
considere estratégico u oportuno.

Una particularidad de este abordaje psicológico es que el mismo no finaliza necesariamente una vez que el/la
adolescente egresa o es derivado a otra institución perteneciente al mismo organismo nacional, sino que será el
mismo profesional el que continúa a cargo del abordaje, siempre y cuando el/la joven siga contando con una
dependencia judicial.
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Las reuniones del Equipo de Psicólogos están orientadas a la posibilidad de compartir experiencias de
trabajo entre colegas; además de instaurarse como espacios privilegiados para diseñar estrategias de
abordaje y acordar criterios que otorguen sentido al accionar cotidiano.

Uno de los objetivos principales del organismo nacional del que este equipo forma parte es instaurar y sostener
buenas prácticas que garanticen, para los adolescentes que transitan por los dispositivos institucionales, la
accesibilidad a derechos y la asunción de responsabilidades.

LOS DISPOSITIVOS INSTITUCIONALES

El Equipo de Psicólogos aborda a jóvenes que aceptan dicha intervención clínica en instituciones de diferentes
características. Estas pueden ser:

 Centros Socioeducativos de Régimen Cerrado (dispositivos penales de privación de libertad).

 Residencias Socioeducativas (dispositivos penales de restricción de libertad).

Asimismo puede tratarse de un/a joven para quien la instancia judicial haya dispuesto en principio un
alojamiento en esta/s institución/es, con el que el/la profesional a cargo del caso podrá continuar un abordaje
en el medio socio-comunitario. El lugar en el cual el/la joven se encuentre alojado va a depender de la
evaluación y decisión del juez o los jueces actuante/s, considerando para ello tanto aspectos inherentes a la
causa penal como al proceso institucional de cada sujeto.

Los jóvenes alojados en Centros Socioeducativos de Régimen Cerrado permanecen en situación de encierro; es
decir, privados de su libertad ambulatoria en instituciones totales: todas las necesidades, derechos y
obligaciones del adolescente transcurren y son mediatizadas a través de dicha institución. Los jóvenes no
pueden salir de los mencionados establecimientos si no es a partir de la orden del juzgado o tribunal de menores
interviniente.

Los adolescentes cursan allí la escolaridad acorde al trayecto educativo que hayan alcanzado, realizan talleres,
actividades deportivas y recreativas y tienen visitas de sus familiares. Lo mismo sucede con el área de salud
(clínica, psiquiátrica, odontológica, psicológica), todas estas intervenciones se dan intramuros.

Por otra parte, la intervención psicológica puede llevarse a cabo en Residencias Socioeducativas que también
sirven de alojamiento únicamente a jóvenes infractores a la ley penal. La decisión de que los adolescentes sean
incorporados a dicha instancia corresponde al juzgado o al tribunal de menores interviniente. Dichos
dispositivos tienen un sistema de libertad restringida; esto quiere decir que los adolescentes allí alojados si bien
tienen actividades en la residencia socioeducativa, pueden realizar otros intercambios con el medio externo.

Los jóvenes cursan su escolaridad y otras actividades de formación y recreación en el contexto comunitario.
Algunos de ellos trabajan. La vinculación con sus familiares y/o referentes significativos puede darse en la
institución o por fuera de la misma

En cuanto a la intervención psicológica, la misma se lleva a cabo en el contexto de la residencia

Si la resolución tomada por el juzgado o tribunal interviniente implica un traslado a dispositivos tales como
clínica psiquiátrica o comunidad terapéutica, la intervención desde este equipo de psicólogos amerita un cierre,
dado que aquellas instituciones cuentan con abordajes integrales para patologías específicas y/o para usuarios
problemáticos de drogas.

EL ABORDAJE PSICOLÓGICO Y SUS NIVELES DE INTERVENCIÓN

A partir de la derivación, un profesional se dirigirá al encuentro con el sujeto para una primera entrevista
psicológica. En principio, se intentará establecer un vínculo con el/la joven, preguntarle si sabe de qué se trata
el espacio y comenzar a escucharlo en su realidad psíquica, atendiendo también a su lenguaje gestual y corporal.
A pesar de que tenga una idea aproximada acerca de qué se trata el espacio terapéutico igualmente se dialogará
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acerca del encuadre. Todo encuadre marca alcances y límites, siendo estos últimos uno de los aspectos en los
que los jóvenes transgresores a la ley penal presentan déficits.

Se pautan días para los encuentros, aclarando que este no elabora informes para ser elevados al juzgado, pero
que en ocasiones es probable que el/la profesional sea citado/a por dicha autoridad. Además, se aclara que, en
caso de un traslado a otra institución o de que el juzgado ordene su reinserción al medio social, será posible dar
continuidad a la intervención psicológica.

Otro punto importante a ser presentado lo constituye la posibilidad de entrevista psicológica con integrantes
de su núcleo familiar y/o con referentes significativos, a lo que se sumarán las eventuales entrevistas
vinculares (por ejemplo, madre-hijo).

Específicamente, el primer nivel de intervención lo constituye aquel que busca que el sujeto pueda comenzar a
poner en palabras aquello que le viene sucediendo. Los/as adolescentes con características transgresoras
tienen como particularidad que les suele resultar complejo expresar con palabras las emociones y pueden
presentar dificultades para relatar su historia de vida, no logrando entonces una adecuada tramitación psíquica
de sus afectos. En lugar de la palabra para la mencionada tramitación, cobra preeminencia el accionar impulsivo.
La posibilidad de comenzar a poner palabras allí donde primó la acción requiere de un tiempo singular para
que el/la joven logre conectarse con lo que le viene sucediendo. Dicha puesta en palabras conlleva distintos
efectos: una historización, de asociar su propio devenir con aquello que haya generado su actual ingreso al
sistema penal juvenil y de preguntarse por un hipotético proceso de cambio.

Todo adolescente -aunque se haya encontrado en situación de calle, aunque sus padres hayan fallecido o lo
hayan abandonado- tiene o tuvo alguna vez un grupo familiar o algún referente adulto significativo. Con este
grupo al que alguna vez perteneció o pertenece el sujeto se realizará otro nivel de intervención. Si bien el sujeto
cuenta con una instancia individual, existen cuestiones que trascienden. Por lo tanto será necesario escuchar a
estos adultos e intentar abordar las singularidades y las disfuncionalidades que hayan sido oportunamente
observadas para trabajarlas. Grupo familiar implica generalmente su núcleo de origen, con una amplia gama de
posibilidades respecto a quiénes lo componen.

Si bien el nivel de intervención cuyo abordaje será sistemático es con el/la adolescente, también se trabaja con
la familia en entrevistas pautadas, consensuadas. Los objetivos de la presente intervención están ligados a la
posibilidad de lograr un cambio en la modalidad vincular, estableciéndose normas que favorezcan que el/la
adolescente se sienta contenido/a y que el o los referentes adultos ofrezcan un marco de referencia. En función
de las necesidades que puedan surgir en algunos casos, se realizará una derivación para la atención terapéutica
sistemática de dicho grupo o adulto.

Otra herramienta para el abordaje familiar la constituyen las entrevistas vinculares. Si éstas se llevan a cabo,
será siempre a posteriori de la entrevista a padres /familiares/referente y con el consentimiento, tanto de éstos
como del adolescente.

En caso de que dicho grupo de origen no tome conciencia de la problemática, podrían arbitrarse los medios para
que otro familiar -o algún referente adulto que desee hacerse cargo de acompañar al joven- colabore en el
trabajo a realizar; si estas opciones fueran infructuosas, es probable que el adolescente continúe en situación
de vulnerabilidad, con un amplio margen para que se presenten nuevas conductas transgresoras, generándose
un circuito de repetición. La propuesta entonces es que dicho encuentro funcione a modo de un espacio
intermedio que brinde la experiencia de expresarse con palabras y también de escuchar, que logren clarificarse
cuestiones pasadas.

Por último, en convergencia con el abordaje individual y el familiar, tienen lugar otras intervenciones que dan
cuenta de las posibilidades del trabajo en equipo. Este último se concretiza en la articulación de perspectivas y
estrategias con los integrantes del equipo de intervención. Es importante señalar que las situaciones que se
abordan son complejas. Algunos de los objetivos que orientan la intervención específica en este equipo son lo
que se enumeran a continuación: que el sujeto se muestre predispuesto al marco de trabajo que se le propone,
que comience a escuchar y sentirse escuchado, que ponga palabras allí donde predominó el acto, que alcance a
generarse una pregunta, que pueda eventualmente plantearse que quiere para sí mismo, para su entorno y
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descubra otras posibilidades o potencialidades.

CONCLUSIONES Y REAPERTURAS

En función de lo desarrollado hasta aquí, cabe la pregunta en torno a las posibilidades de intervención con
adolescentes judicializados en el campo Psi-Jurídico. ¿Cuáles son sus alcances? Resulta necesario sostener una
ética con el sujeto como eje de la mencionada intervención: escucharlo/a desde un lugar diferenciado y atender
a los indicios a través de los cuales se filtra el sujeto del inconsciente. ¿Será el encuentro con un psicólogo el
momento en el cual el/la adolescente pueda comenzar a aproximarse a sus actos mediante palabras?

Asimismo, es deseable establecer que el acto transgresor protagonizado por un/a adolescente, además de
configurar una infracción a la ley penal - pasible de un reproche jurídico-, constituye una acción que tiene un
lugar en la economía psíquica de ese sujeto. En este sentido debe ser abordado por el psicólogo: lo que cuenta
para el profesional que interviene desde un marco teórico psicoanalítico es la verdad del transgresor,
procurando leer el “texto” que subyace a aquella infracción, la causalidad psíquica que allí opera. Una escucha
específica habilitará la creación de un espacio diferente, que convocará al joven a una potencial puesta de
palabras. Y siempre deberán tenerse en cuenta los recursos internos con los que cada joven cuente y su contexto
socio-comunitario.

Resulta indispensable sostener una mirada crítica de cada situación en la que se interviene y revisar las
estrategias de trabajo con la flexibilidad que cada caso amerite, respetando su singularidad. La posibilidad de
operar con estos adolescentes desde el discurso analítico existe, aun cuando no haya habido en el comienzo una
demanda de tratamiento de parte del sujeto en cuestión, pudiendo sí construirse a posteriori en algunos casos.
En otros términos, que el sujeto acepte una propuesta de trabajo no implica necesariamente que exista una
demanda de tratamiento, pero sí opera como posibilitador.

Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (2005)

Sancionada: Septiembre 28 de 2005- Promulgada de Hecho: Octubre 21 de 2005.

TITULO I- DISPOSICIONES GENERALES

ARTICULO 1° — OBJETO. Esta ley tiene por objeto la protección integral de los derechos de las niñas,
niños y adolescentes que se encuentren en el territorio de la República Argentina, para garantizar el ejercicio
y disfrute pleno, efectivo y permanente de aquellos reconocidos en el ordenamiento jurídico nacional y en los
tratados internacionales en los que la Nación sea parte.

ARTÍCULO 2° — APLICACION OBLIGATORIA. La Convención sobre los Derechos del Niño es de aplicación
obligatoria en las condiciones de su vigencia, en todo acto, decisión o medida administrativa, judicial o de
cualquier naturaleza que se adopte respecto de las personas hasta los dieciocho años de edad. Las niñas,
niños o adolescentes tienen derecho a ser oídos y atendidos cualquiera sea la forma en que se manifiesten, en
todos los ámbitos.

Los derechos y las garantías de los sujetos de esta ley son de orden público, irrenunciables,
interdependientes, indivisibles e intransigibles.

ARTÍCULO 3° — INTERES SUPERIOR. A los efectos de la presente ley se entiende por interés superior de la
niña, niño y adolescente la máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos
en esta ley. Debiéndose respetar:
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a) Su condición de sujeto de derecho;

b) El derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y que su opinión sea tenida en cuenta;

c) El respeto al pleno desarrollo personal de sus derechos en su medio familiar, social y cultural;

d) Su edad, grado de madurez, capacidad de discernimiento y demás condiciones personales;

e) El equilibrio entre los derechos y garantías de las niñas, niños y adolescentes y las exigencias del
bien común;

f) Su centro de vida. Se entiende por centro de vida el lugar donde las niñas, niños y adolescentes
hubiesen transcurrido en condiciones legítimas la mayor parte de su existencia.

Este principio rige en materia de patria potestad, pautas a las que se ajustarán el ejercicio de la misma,
filiación, restitución del niño, la niña o el adolescente, adopción, emancipación y toda circunstancia
vinculada a las anteriores cualquiera sea el ámbito donde deba desempeñarse.

Cuando exista conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a otros
derechos e intereses igualmente legítimos, prevalecerán los primeros.

TITULO II- PRINCIPIOS, DERECHOS Y GARANTIAS.

1) Derecho a la vida, a la dignidad, integridad personal, intimidad e identidad.


2) Derecho a la salud, educación, recreación y medio ambiente.
3) Derecho a la documentación (obtener los documentos públicos que comprueben
4) su identidad).
5) Derecho a la libertad (tener sus propias ideas y expresarlas).
6) Derecho a opinar y ser oído: participar y expresar libremente su opinión en los asuntos que le
conciernan y en aquellos que tengan interés. Que sus opiniones sean tenidas en cuenta conforme a su
madurez y desarrollo. Para controvertir esas opiniones tienen que tener un argumento sólido.
7) Principio de efectividad: Los Organismos del Estado deberán adoptar todas las medidas
administrativas, legislativas, judiciales y de otra índole, para garantizar el efectivo cumplimiento de los
derechos y garantías reconocidos en esta ley.

Ley provincial 12.967 de promoción y Protección Integral de los derechos de las Niños, Niñas y
Adolescentes (2009).

Conformación del sistema de promoción y protección integral. Tres niveles:

1. Local: representado por lo Servicios Locales de Promoción y Protección de Derechos y deberían


operar en los municipios y comunas a través de equipos interdisciplinarios. Son unidades técnico
operativas que están facultados para:

 Intervenir en situaciones de amenaza o vulneración de derechos a NNA.


 Desarrollar programas y actividades de promoción de Derechos.
 Adoptar Medidas de Protección Integral (MPI).

2. Regional: al cual se subordina el nivel local. Delegaciones regionales. Brindan asistencia técnico
jurídica a los servicios locales de promoción y protección de derechos en intervenciones concretas.
Están facultadas para adoptar:

 Medidas de Protección Integral (MPI).


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 Medidas de Protección Excepcional (MPE).

3. Provincial: Subsecretaría de los derechos de la niñez, adolescencia y familia. Tiene a su cargo el


diseño, instrumentación, ejecución y control de políticas dirigidas NNA. Están facultadas para adoptar:

 Medidas de Protección Integral (MPI).


 Medidas de Protección Excepcional (MPE).

Medidas de Protección Integral (MPI)

 Son aquellas que deben ser adoptadas y aplicadas por la autoridad administrativa de promoción
protección competente ante la amenaza o violación de los derechos o garantías de los NNA con el fin
de preservar o restituir a los mismos el goce y ejercicio de los derechos amenazados o vulnerados o la
reparación de sus consecuencias.

 La amenaza o violación puede provenir de la acción u omisión del Estado, la Sociedad, los
particulares, los padres, el grupo familiar, representantes legales o responsables, o de la propia
conducta de la niña, niño o adolescente.

 En ningún caso estas medidas pueden consistir en la separación de su familia nuclear, ampliada
o con quienes mantenga lazos afectivos ni en la privación de la libertad del NNA.

Medidas de Protección Excepcional (MPE)

 Son aquellas medidas subsidiarias y temporales que importan la privación de la niña, niño o
adolescente del medio familiar o de su centro de vida en el que se encuentra cuando el interés superior
de éstos así lo requiera.

 Tienen como objetivo la conservación o recuperación por parte del sujeto del pleno ejercicio y
goce de sus derechos vulnerados y la reparación de sus consecuencias y sólo proceden cuando
las aplicaciones de las medidas de protección integral resulten insuficientes o inadecuadas para
su situación particular.

 Son limitadas en el tiempo

 Requieren Control de Legalidad.

¿Por qué hablamos de nociones jurídicas en el campo de la niñez y la adolescencia y lo articulamos


con las incidencias subjetivas e institucionales?

Uno de los principios rectores de la ley de protección integral de los NNA es el interés superior del niño. De
allí se desprenden lineamientos, dimensiones, sobre las cuales se presume ese interés superior.

Una de las dimensiones tiene que ver con el derecho del niño a ser oído: ¿Qué implica que un niño tenga el
derecho de ser oído? Si pensamos este planteo con la práctica concreta en un proceso judicial, podríamos
pensar en la actuación del psicólogo en cámara gesell. Más allá de esta actuación específica, y entendiendo
que lo legal no debería aplastar lo ético, ¿cómo pensamos el derecho de ser oído del NNA en un dispositivo
que actualmente tiene una práctica preponderante en lo que tiene que ver con los procesos judiciales en el
campo de la infancia? La aplicación del dispositivo de cámara gesell en el proceso judicial en el campo de la
niñez puede ser por diversas razones: abuso sexual infantil, maltrato, etc.

¿Cómo sostener una práctica ética sin que la legislación aplaste esa dimensión? Todo proceso de evaluación en
psicología requiere de un consentimiento informado (éste protege al usuario/paciente/entrevistado). Este
acto es llevado a cabo de manera formal en el dispositivo de cámara gesell en un proceso judicial. Pensemos
en un niño que estaría amparado dentro de esta ley de protección integral, que fue abusado por alguno de sus
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progenitores o ha padecido violencia o abandono y que esto fue perpetrado por los padres. Es decir, esos
padres no podrían dar el consentimiento porque pasan a ser la parte acusada en cuestión.
Si el niño es menor a 5 años ¿qué consentimiento informado presta? A nosotros como psicólogos se nos
presenta una pregunta que tiene que ver con el niño sujeto, no con el niño que versa la legislación. Hoy, este
planteo que tiene que ver con una legislación que intenta proteger un derecho viene a un lugar de formalidad
sobre el cual empieza a percibirse cierta anulación del sujeto: pensar en un niño sujeto.

derecho viene a un lugar de formalidad sobre el cual empieza a percibirse cierta anulación del sujeto: pensar en
un niño sujeto.

¿Cómo podemos pensar una práctica en la cual ahí donde el discurso del derecho, jurídico, viene a
intentar proteger un derecho lleva a un niño al anonimato? En esas nociones jurídicas en el campo de la
niñez y la adolescencia debemos inscribir esas incidencias subjetivas. Luego de esta problematización, le
tenemos que añadir otra, que es la institucional. Si hablamos de NNA estamos estableciendo una franja etaria
que está sujeto a la cronología. Ésta se pretende en términos objetivos. Nosotros, desde nuestra lectura,
tenemos que distinguir que la franja etaria no solamente habla de un sujeto “común”, estándar. No pensemos
en la categoría “niño, niña o adolescente”, sino que hagamos una categoría: “niño sujeto”, pudiendo inscribir
más allá del encuadre jurídico, una lectura singular. ¿Cómo podemos poner esto en práctica? Más allá de que
hay un encuadre legal (tal dispositivo, de esta manera, con este tiempo), el desarrollo de la entrevista, la
interpretación que hacemos de este principio rector del interés superior del niño debe anotar un distintivo
caso a caso: no es lo mismo que hablar de un niño de 5 años que de un niño de 7, y esto no es tan evidente
cuando hay un intento sistemático de protocolizar las prácticas.

El discurso (dictamen, informe) de la psicología aún no tiene una validez por sí misma, tiene que quedar sujeta
al entramado que se dirime en el marco del proceso judicial. Cuando hablábamos del entrecruzamiento y
puntos de tensión entre el discurso jurídico y el psicológico nos referíamos a esto. No es sólo una cuestión
teórica en la cual no comunicábamos con la concepción
de sujeto solamente, sino que eso tiene una transferencia, proyección práctica de gran complejidad.

Dentro de la misma lógica de interrogación, plantea la cuestión de la adolescencia, y particularmente la que


entra en conflicto con la ley penal. Si tenemos en cuenta que hay una legislación que entiende sobre la
protección integral de los NNA con lo cual estamos abarcando hasta los 18 años, una convención sobre los
derechos del niño y una legislación (22.278) que versa sobre un ordenamiento jurídico respecto de un
paradigma tutelar de aquellos menores (existe una figura, que en este caso sería el juez, sobre el cual recaería
la potestad para sancionar a ese joven que entre los 16 y los 18 años puede ser relativamente punible).

¿Qué implica esto de relativamente punible? Se le va a brindar, más allá de la sanción por el
delito que comete, un tratamiento especial, con una suerte de espíritu de contemplar que esta franja etaria no
es igual al que tiene 18 años con 5 horas de vida. Es complejo pensar en la convención y en la ley de protección
al menor como instrumentos legales y contraponerle este tipo de legislación, que viene a sancionar a aquel
joven que comete un delito y que debería recibir un tratamiento especial.

¿En qué consiste este tratamiento especial? Es ahí donde nosotros somos convocados para trabajar. Hay
algunas opciones que tienen que ver con el tipo de delito que comete el joven que quedan al arbitrio del juez
de menores o tribunal oral de menores. Estas figuras vienen a convocar ciertas instituciones que den una
respuesta particular a este sujeto adolescente que cometió un delito y a partir de lo cual como es un
adolescente no puede ser tratado como un adulto. Estas instituciones tienen sus matices, depende del juez, de
lo que se haya dirimido en relación a la causa, se sugiere una situación de encierro permanente y hay
instituciones que son semi- abiertas.

Actualmente en la provincia de Santa Fe están funcionando el pabellón juvenil, la residencia de coronda y el IRAR: son
regímenes cerrados donde trabajan equipos de profesionales. La particularidad de cada una depende del sistema de
vigilancia o seguridad. En el pabellón juvenil, que es un apéndice del pabellón de Las Flores, está en términos amurallado
(no tiene ninguna condición tan distinta a las del penal de adultos), es un régimen que está distribuido por celdas con
rejas, pabellones.
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El IRAR (instituto de recuperación de adolescentes de Rosario) tiene características un poco más modernas,
pero también es un régimen cerrado.

¿Cuál es el tratamiento especial del que habla la ley y como se ejecuta concretamente? El abordaje del
joven agresor tiene que ver con sostener esta supuesta garantía de derechos, pero en el marco de una
privación de la libertad, por ejemplo: el derecho a la educación (tienen una escuela penal, talleres de
recreación, capacitaciones en oficio, equipo socioeducativo), derecho a la salud (tienen un equipo de salud) y
el equipo de profesionales que lo acompaña en el marco de la privación de la libertad.

Si pensamos que los que están privados de su libertad producto de un delito son adolescentes, estos no son
cualquier joven porque hay un grupo social particular que se encuentra privada de la libertad y son las
personas que tienen escasos recursos. Además de pensar en ese joven transgresor de la ley penal hay que
pensar en ese joven que está atravesado por la dimensión de la marginación. El joven que ha trasgredido la ley
penal y como consecuencia de ello ha quedo privado de la libertad, constituye el último eslabón de la
trayectoria. La privación de la libertad es el último momento de la marginación y es allí donde ubicamos las
instituciones. Si es el último eslabón es porque hubo anteriormente circunstancias, vicisitudes en la historia
de este sujeto que pueden dar cuenta de este último eslabón.

El primer tiempo de la marginación es la escala social (escasos recursos). El segundo tiempo de la


marginación es el estigma. Ves una persona de determinadas características y consideras que es una persona
que va a cometer un delito. Estos son tiempos a partir de los cuales tenemos que pensar el último tiempo que
es el que estaría vinculado con el joven que ha transgredido efectivamente las normas.

La transgresión es una categoría amplia, es decir, obedece a ciertas dimensiones que no se agotan en el acto
mismo de la transgresión. Entendiendo esto y a partir de los debates que se han suscitado incesantemente en
los últimos tiempos en relación a la baja de edad de imputabilidad de los jóvenes ¿por qué creemos que la
delincuencia juvenil va a disminuir a partir de un mejor tratamiento de lo institucional siendo el
último eslabón de la trayectoria del joven? El acento puesto ahí es “que nada cambie”. Esto se relaciona con
lo planteado por Foucault: no castigar más sino mejor. Cuando nosotros entendemos que estas instituciones
no vienen a disminuir la delincuencia, no tienen ese propósito. Centran la mirada sobre eso y obvian la mirada
estructural.

¿Cómo podemos aportar una lectura en relación al trabajo con jóvenes en conflicto con la ley penal
que están institucionalizados, que son un producto de una estructura social determinada, de ciertas
coordenadas culturales? A partir de entender que ese joven que entró en conflicto con la ley penal es un
joven que tienen un texto un decir sobre su propia historia que está inscripto en ese acto transgresivo. Ahí
aparece otra dimensión ineludible de la transgresión que es la noción de la responsabilidad. Si pensamos que
el joven porque participa más de los talleres, porque termina la escuela, porque va al psicólogo, porque hizo el
oficio de carpintería… ¿eso implica que el sujeto se haya responsabilizado del acto? No, solamente ha
cumplido con la formalidad de la responsabilidad que le ha pedido el juez. Una cosa es que lo pida el juez, que
está plantado desde una posición normativizada: tiene que plantear una medida/norma que tiene que ser
para todos, pero que como psicólogos reproduzcamos un discurso jurídico del para todos le quita la
oportunidad a ese sujeto de inscribirse de otro modo, que tiene que ver con otro plano de la responsabilidad
que es la responsabilidad subjetiva. Esa transgresión no es casual en la vida de ese sujeto: es causal, no es algo
más. Tiene que lograr inscribirla en su historia vital, hay algo de ese acto que dice de ese sujeto. Hay algo que
tiene que agujerearse en ese discurso. Si nos quedamos con los clisés que aparecen en las entrevistas, los
lugares comunes, el sujeto queda borrado, porque eso que dice tiene que ver con una estrategia del discurso
jurídico.

Es importante que podamos articular estas dos dimensiones que son amplias pero que nuestra práctica
entiende que se inscribe de una manera particular en el sujeto. No hay estandarizaciones para la transgresión.

La persecución penal en nuestro país está enfocada y centralizada en los sectores marginales. Todos cometemos
delitos (por ejemplo, fotocopiar un libro), el tema es cuáles son los que se persiguen con acento y cuáles no.
Plantear la posibilidad u ofertar ese espacio en el cual algo del sujeto se inscribe en esa transgresión y como
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consecuencia de ello se asome una responsabilidad subjetiva.

Degano (2005)- Minoridad: La ficción de la rehabilitación

Capítulo: La niñez jurídica

1. Los menores

Desde la Lectura jurídica, los niños son reconocidos como menores. Menor de edad designa el modo de señalar
mediante su referencia la puntualización de determinadas características definidas jurídicamente. El concepto de
menor si bien tiene una concepción jurídica también se extiende aspectos socialmente asignados a quienes se
reconocen con el concepto y que determinan un modo específico de la subjetividad tanto de Como se debe
encarnar como la signación que sobre ellos se direcciones desde quienes tienen la capacidad de señalar el lugar de
menores.

La nominación conceptual de “menor “constituirá por lo tanto una categoría, un estatus de la persona jurídica
definida por la edad cronológica con el resultado de la condición de perteneciente a la minoridad

2. La minoridad

La minoridad constituye un espacio de características o particularidades que configuran el rasgo distintivo, objeto
y sujeto de su discurso. La particularidad del sujeto de esta disciplina, ser no plenamente desarrollado en sus
aspectos biológico, psíquico y tampoco en el social.

La condición de la minoridad es la de reconocer su objeto como sujeto de resguardo dadas las condiciones de
incompleto de qué su condición impone definido en términos de necesidad de protección.

De esta forma tenemos dos características diferenciales: la edad y la incapacidad. Sumado a ello la protección
jurídica. Estas características que aparecen vinculadas y de las que se dice que su génesis son captados
primeramente por la intuición y corroboradas más tarde por las ciencia no tienen la misma naturaleza en cuanto
a su evidencia ya que una de ellas aparece como objetivable que es la edad y la otra atribuida presupuestamente:
la incapacidad.

La protección aparece como un rasgo constituyente consecuente y necesario de la definición diferencial. Se


destaca también la condición de estado de minoridad, situación que se vincula con la necesidad de protección
jurídica.

3. La capacidad jurídica

La persona de existencia visible es poseedor de propiedades o características que lo hacen capaz para hacer
persona jurídica o sujeto de derechos.

La capacidad a que refiere la atribución aparece como una dimensión de condiciones o requisitos, atributo de
quienes se constituyen en sujeto de derecho siendo su naturaleza exclusivamente jurídica ya que la capacidad o
incapacidad de las personas depende de la ley.

La capacidad jurídica será lo que hace capaces a los sujetos de serlo y consiste en la aptitud para adquirir y
ejercer derechos y obligaciones.

Finalmente las capacidades jurídicas que expresan legalmente las capacidades humanas y las que en todas las
personas, permiten su reconocimiento como sujetos jurídicos y que se refieren a la capacidad de realizar actos y
producir efectos jurídicos, se diferencian entre capacidad de hecho y de derecho.

La capacidad de hecho es definida como aquella capacidad de un hombre de producir efectos jurídicos,
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consiste en la capacidad conferida a un hombre por. El orden jurídico de producir mediante su comportamiento
consecuencias jurídicas. La capacidad jurídica es la capacidad para efectuar negocios jurídicos pero también
suele abarcar la capacidad de influir mediante demandas y recursos en los procedimientos judiciales.

La capacidad de cumplir implica el reconocimiento por parte del sujeto de un cumplimiento esperado o debido
y de su responsabilidad sostenida en lo que debe cumplir. De hecho que la dimensión subjetiva esté
necesariamente referida en el texto jurídico configurando el sujeto supuesto de la norma al que se le atribuyen
capacidades subjetivas tales que lo hacen capaz de ser poseedor de las capacidades jurídicas. En el lapso de
tiempo comprendido entre el nacimiento y hasta la adquisición de la mayoría de edad y las capacidades
jurídicas la persona reviste una condición especial clase tributaria y objeto del estado de minoridad, es decir el
sujeto menor de edad.

4. La edad cronológica y el tiempo de maduración

La edad como efecto del transcurso del tiempo implica el proceso de adquisición de madurez. En el primer caso
con la fijación de la edad se atribuye una condición pre determinada en el proceso de maduración. En el
segundo mediante el reconocimiento de la posición respecto de la posición del sujeto respecto de lo requerido
por la norma se determina la posición estaría no universal si no situada en cada sujeto. Si la edad cronológica
fija la determinación de lo esperable, los que no cumplen por determinadas condiciones con ese tipo quedan
forzados a sostener posiciones más allá de su capacidad. La legislación argentina en materia de minoridad
reconoce el primer modelo: la fijación Italia determina la condición jurídica del sujeto menor salvando
cualquier diferencia posible.

La madurez es el proceso de adquisición de capacidades jurídicas en un proceso que implica el desarrollo o


puesta en juego de funciones o capacidades que podríamos llamar subjetivas o psicológicas. El aprendizaje y la
experiencia parecieran ser capacidad subjetiva presente desde el nacimiento en el sujeto humano y serían las que
permiten la consolidación del proceso de maduración que posibilita la adquisición de las capacidades jurídicas.

Desde este lugar entendemos a la niñez como la inmadurez que la diferencia de la adultez y que el discurso
jurídico registraría como diferencia de atribución y de delimitación en cuanto al sostenimiento de las
denominadas capacidades jurídicas.

5. La madurez e inmadurez

La inmadurez es considerada una condición del sujeto que es la base de la causa del acto delincuente.

El diagnóstico de inmadurez abre la posibilidad de adoptar medidas de protección justificadas en términos de


carencias y necesidades. Se desprende que la inmadurez como presunción o diagnóstico caracterizados de la
minoridad tiene la función de producir una explicación causal de lacto menor delincuente por un lado, y de
justificar la aplicación de medidas protectivas de las carencias o necesidades de la inmadurez.

La declaración de inmadurez es considerada en sí misma como productora de inmadurez ya que priva el sujeto
de sentido, conciencia y control sobre sus propias acciones. La inmadurez es entendida como el resultado posible
de procesos entre los que se encuentra en la relación con la justicia penal. Es el elemento que evita la sanción que
la norma indica respecto de los delitos ya que el autor siendo un inmaduro, incapaz, menor, en la pena pierde
condición de aplicación y da lugar a la tutela.

6. La capacidad jurídica y la incapacidad de los menores

En el terreno de reconocer la evolución o maduración en el proceso de la constitución de la categoría o estado de


mayoría de la persona jurídica, es necesario entender que se puede señalar como la incapacidad desde una
lectura de las condiciones objetivas a qué se refieren el supuesto.

Debe existir un presupuesto de incapacidad, no jurídica sino natural, que la operación jurídica reconozca y
sancione con el otorgamiento de la incapacidad jurídicamente dicha.
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Desde la lectura psicoanalítica el sujeto lo es del discurso que lo sostiene que lo posiciona respecto de la
dimensión del otro, la capacidad de sujeto será la de producir hechos de discurso como que esos hechos estarán
orientados y implicando al otro que el discurso representa. Todo acto sostiene al sujeto y su relación al otro por
lo que se reconoce que toda manifestación o hecho importa una relación de responsabilidad en tanto está
implicando al sujeto y a otro por medio de los hechos del discurso. Todo acto del sujeto es un acto simbólico y por
eso posible de ser dicho. La incapacidad de hecho es difícil de reconocer ya que implica la incapacidad del sujeto
para con lo que es su producción subjetiva

7. La edad de Imputabilidad, ¿fin de la maduración?

La legislación argentina fija en los 16 años de edad la imputabilidad penal pues a partir de ese momento
presume de modo absoluto en la existencia de un desenvolvimiento intelectual suficiente para comprender la
criminalidad del acto y dirigir las propias acciones.

La adquisición de las capacidades de comprensión y dirección de las acciones que están referidas puntualmente
en los preceptos o condiciones de la imputabilidad penal como sus supuestos psicológicos, indicaría que el menor
que las adquiere está en condiciones de ser sujeto de la pena indicando su madurez.

En este acto súbito de atravesamiento de la Barrera detalla fijada se produce el advenimiento de otro
componente interesante: la responsabilidad. En el acto de adquisición de la condición de imputable se adquiere
también la capacidad de ser sujeto responsable penalmente.

8. De menor a mayor

Se produciría un salto cualitativo entre lo biológico y lo jurídico mediante un acto abrupto de inversión del sujeto
en la calificación jurídica de mayor. En el segundo supuesto existiría un continuo de maduración y adquisiciones
de las capacidades de la persona jurídica. La Lectura jurídica reconoce una atribución progresiva de capacidades
jurídicas, lo que no quita de todos modos el reconocimiento de la primera hipótesis.

El resultado es que de un momento a otro el mismo sujeto pasa de menor a mayor con el resultado de que dos
personas diferentes habitan sucesivamente el mismo sujeto en una fracción temporal inmensurable.

9. El límite de la edad

El valor ficcional del discurso jurídico en cuanto a la teoría del sujeto ha sido destacado en su valor constitutivo.
No sólo la fijación del punto etario se refiere a cuestiones científicas sino que está relacionado con necesidades
institucionales del sistema, la funcionalidad del mismo y su ajuste a los reclamos político institucionales, además
de los prejuicios ideológicos, el imaginario colectivo entre otros. Se puede reconocer que el discurso de los
juristas está atravesado por determinantes que trascienden las posibilidades disciplinares o científicas tanto por
la naturaleza del objeto en tratamiento como por las necesidades prácticas funcionales de las instituciones que
esfuerzan en la determinación del sentido.

10. La edad relativa y las capacidades

La incapacidad de actuar jurídicamente por si se mantiene como regla básica después del nacimiento y durante la
minoridad hasta que el sujeto cumple los 21 años de edad.

La ley distingue entre los menores impúber que poseen la incapacidad absoluta por presumirse que carecen de
discernimiento para los actos ilícitos. Por otro lado los menores adultos que cuentan con incapacidad relativa
ya que se le reconoce aptitud para los actos que las leyes les autorizan otorgar.

Sin embargo hay muchas aristas desde las cuales poder fijar los límites de la edad. La relatividad en cuanto a los
criterios sustentados hace reflexionar sobre cuál es el objeto de la fijación de la edad desde la mirada de las
necesidades de los niños, no desde la del legislador.

La edad efectiva es la que debería importar en el ritmo de cada cual y no la edad civil que se programan los niños
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como si fueran máquinas. La dinámica del deseo del niño debería ser el único fundamento del paso al curso
superior.

11. La edad de la sanción penal

En rigor de verdad la edad ha sido el referente que sea asignado como elemento diferenciador de la condición
de responsable con la paradoja que llegado al límite de los 18 años se extienda un puente de un día hacia la
responsabilidad penal plena.

La ley 22.278 fija la edad de 16 años como límite de la no punibilidad absoluta y la de 18 como el límite de
la punibilidad respecto de delitos de acción privada o reprimidos con pena privativa de la libertad y hasta dos
años. Hasta los 16 años la desresponsabilización es absoluta, Y en el segmento comprendido entre esa edad y
los 18 años existe un reconocimiento de responsabilidad penal sólo referida a un tipo específico de conductas
punibles.

12. La determinación biológica

La persona física, el menor, se ha destacado de modo evidente en cuanto al otorgamiento de las capacidades en
la orientación de su comportamiento. Al tomar la edad cronológica como un criterio indicativo reduce el
desarrollo orgánico funcional de las personas físicas a su condición de posibilidad de ser sujeto de derecho
tanto en lo cronológico como lo conductual. El solo dar cuenta del aspecto biológico dio lugar a la pérdida de los
pilares de la condición subjetiva.

Lo que se busca es establecer sobre cuál es condiciones jurídicas y no jurídicas, o subjetivas de posibilidad de la
manifestación de la dimensión subjetiva, en dimensión de la intimidad en el marco del discurso jurídico.

13. La “psicología” jurídica

La interrogación respecto de las condiciones de posibilidad del reconocimiento de la Subjetividad desde el


campo jurídico, y apuntando a un límite, permite presumir que el discurso jurídico construye su propio campo
de la subjetividad, sostenido en los operadores conceptuales con que trabaja, con el resultado de la producción
de un sujeto/objeto jurídico. ...el individuo supuestamente renuncia a su propio cuerpo real, natural y biológico,
para convertirse en sujeto de derecho.

La alienación subjetiva y la renuncia al cuerpo constituyen por lo tanto la condición del reconocimiento jurídico.
En similar razonamiento y en el caso que nos convoca, la “minorización” implica la alienación de la Niñez.

Son múltiples los lugares en que puede reconocerse la psicología en la que el discurso jurídico revierte sus
necesidades explicativas de las acciones humanas, en general se admite que es el campo denominado Psicología
de la Conciencia. Para el jurista el sujeto es responsable en sentido de capaz cuando es un sujeto consciente,
autónomo, regido por la razón.

De la manera, cuando estos “atributos” o capacidades “psicológicas” están ausentes, se lo reconoce por el mismo
registro pero refiriendo su ausencia: inconsciente, anormal, desposeído de la razón, finalmente Incapaz. Es
justamente en ese sentido que la Persona jurídica “tiene”, desde el punto de vista de la psicología que la
sostiene, el atributo de la autoconciencia o autorreferencia. El centramiento en la Conciencia constituye para el
Derecho tradicional la garantía o reaseguramiento de la verdad de los dichos – y la capacidad - del sujeto, ya
que la sujeción a la conciencia ante la interrogación judicial, como convocatoria al escenario de la Conciencia y
la Voluntad, constituyen garantía del decir y de la responsabilidad, por lo tanto del sujeto.

Esa construcción ficcional es el paradigma que da cuenta, mediante la capacidad consciente de conocer y
manejar voluntariamente sus actos que se le atribuye, el fundamento de la imputación y la responsabilidad.
Finalmente, y según lo expuesto, se puede decir que la Persona Jurídica presenta atributos subjetivos
presupuestos desde una Psicología
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Degano (2005)- Minoridad: La ficción de la rehabilitación

Capítulo: Aportes de la psicología jurídica al abordaje de jóvenes en conflicto con la ley penal.

Comprender la problemática integralmente La psicología jurídica aplicada al abordaje de adolescentes se vincula


dentro del ordenamiento normativo al objetivo primordial del mismo: la protección y formación integral,
ofreciendo a los juristas una visión científica y moderna al considerar al joven como ser psico-bio-social y
facilitando la comprensión, el pronóstico y la modificación del comportamiento transgresor.

Para que la psicología jurídica realice este aporte a la ciencia del derecho, es necesario que en su estructura
metodológica sean tomados en cuenta los siguientes ejes de análisis:

1) Estática de la persona humana y de la personalidad del joven.


2) Dinámica de su personalidad.
3) Factores determinantes de las actitudes morales, conducta y personalidad.
4) Génesis y evolución de los conceptos de derecho, deber, ley y justicia.
5) Concepto psicológico de la conducta.
6) Estudio especial de las motivaciones.
7) Estudio psicológico de las diversas fases del proceso judicial.
8) Estudio psicológico de las denominadas teorías de la prueba y facultades discrecionales de los jueces.
9) Técnicas aconsejables para el estudio de las intervenciones posjudiciales.
10) Normas generales de la terapéutica psicosocial.
11) Necesidad de constituir los servicios de normalización jurídico-social como instrumentos que posibiliten
la integración al medio familiar, escolar, laboral y social.
12) Ayuda psicotécnica para la determinación de los diversos grados de capacidad y responsabilidad jurídica.
13) Estudios y valoración jurídica de las normas aplicables.

Cuando hablamos de jóvenes en riesgo psicosocial, estamos haciendo referencia a aquellos jóvenes que, por
diversas circunstancias (autores o víctimas de delitos), se encuentran a disposición de un juez. En esos casos, la
justicia requiere de la intervención de profesionales de distintas especialidades, quienes serán los encargados de
brindar un análisis pormenorizado de la situación de cada joven y de su entorno sociofamiliar.

El adolescente está limitado en el tiempo, su conducta se estructura y se desarrolla en el campo del estímulo.

El adolescente está dentro de un engranaje en continuo proceso de desarrollo no reversible, a causa de las
interrelaciones que se acumulan. El comportamiento es siempre resultante de la historia pasada y del estímulo
presente. Por consiguiente, el concepto de causalidad simple o única debe ser reemplazado por los conceptos
multifactoriales, las relaciones recíprocas y el aplazamiento gradual de causas así como la acumulación continua
de efectos.
El psicólogo que se dedica al estudio de esta problemática busca principios de vasta aplicación que faciliten la
comprensión, el pronóstico y la modificación del comportamiento. Es así como debe interesarse por conocer
fundamentalmente los siguientes factores:

a. La mecánica y la dinámica fundamentales del individuo en desarrollo.


b. Las acciones que ejerce sobre él el medio ambiente.
c. Los efectos que el medio ambiente produce sobre él.

Cuando un adolescente es judicializado, estamos diciendo que el mismo ha quedado a disposición de un juez
competente, que tomará las medidas conducentes a que el sistema jurídico de protección integral funcione
conforme a derecho.
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El abordaje

La delincuencia juvenil se da cuando un niño o un adolescente cometen infracciones contra las leyes
criminales de un país.

En el trabajo con estos adolescentes, nos encontramos con un conflicto entre sus preocupaciones
inmediatas y mantener el abordaje estratégico focalizado en vías de lo pautado judicialmente. El
abordaje de este tipo de pacientes sólo puede sostenerse en la necesidad de trabajar en equipo desde
la interdisciplina con una meta globalizadora, considerándolo como persona y sin dejar de
mantener una autonomía profesional irrenunciable.

Debe hablarse de una psicología social, dado que no podríamos tratar a los pacientes sin tener en
cuenta el entramado de relaciones sociales que se tejen, ni cómo las diferentes subjetividades
intervienen en el crecimiento y desarrollo de los seres que viven en sociedad.

Un adolescente que ha padecido situaciones de riesgo y/o vulnerabilidad social, necesita tiempo,
paciencia, desahogo, solidaridad, protección, recursos, revalorización como persona, información sobre
sus derechos, expectativas y estrategias de resolución.

Podríamos pensar el tratamiento como una circunstancia que hace posible la recuperación de un
daño ocasionado previamente, cuyo fin procurará la inserción de adolescentes que han padecido
una experiencia traumática de tal magnitud en la sociedad y, fundamentalmente, en su núcleo social.

Para que el tratamiento institucional sea efectivo, tiene que ser integral y abarcar todas las áreas de
relación posibles. Debe formarse un equipo de trabajo sólido en el que todos los integrantes
mantengan un discurso en común y en donde se eviten las fracturas, ya que las mismas terminan
siendo iatrogénicas para los pacientes que se asisten.

Otro puntal en el cual debemos hacer hincapié para el tratamiento es la comunicación fluida entre los
referentes institucionales y la importancia de la labor de quien dirige dicho plantel profesional; ya
que la comunicación continua entre los mismos asegura la coherencia en la dirección que se le dé al
tratamiento.

Para lograr un abordaje apropiado, el equipo deberá plantearse qué quiere lograr el adolescente con
las acciones que ha venido repitiendo y que tienden a la autodestrucción.

Una vez que podamos comprender la motivación de la actuación es posible empezar a trabajar en la
búsqueda de métodos que posibiliten una adaptación al medio que sea más efectiva.

La readaptación de jóvenes infractores de la ley es posible. Pero para ello, el trabajo del
psicólogo jurídico debe contemplar los pequeños detalles de lo cotidiano que conforman la realidad
de estos jóvenes, los que deben ser organizados a la medida del potencial de adaptación del joven.

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