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La unción de Jesús
Un ritual de devoción
Los lectores bíblicos están muy familiarizados con el término Mesías (el
Salvador o Redentor). Pero no todos saben que el origen de esta palabra es
hebreo. En el antiguo Israel, los reyes eran coronados con aceite derramado sobre
sus cabezas. Este ritual sagrado se llamaba meshija ( )משיחהo unción. Debido a
esto, en aquel entonces el rey era llamado el mashiaj ( )משיחo el ungido.
Esperando la llegada del rey
Como todos los judíos, María esperaba con fervor la llegada prometida del
rey redentor, descendiente de David. Mientras cenaban en casa de Simón, el
leproso, en Betania, ella derramó sobre la cabeza de Jesús un frasco entero de un
caro aceite perfumado. María sabía que debía hacer esto para que Su destino
mesiánico pudiera cumplirse. Solo el aceite más preciado, perfumado con nardo,
sería el adecuado para ungir al hijo de Dios.
De cara a los feroces ejércitos enemigos, el rey Josafat optó por una
respuesta que, a simple vista, parecía suicida: enviar a los cantantes levitas al
frente de batalla, por delante de los guerreros. Lo sorprendente fue que la táctica
funcionó, incluso mejor que cualquier respuesta militar esperada: «Cuando los
cantos de alabanza comenzaron a escucharse, el Señor puso contra los amonitas
y moabitas, y contra los del monte de Seir, las emboscadas que ellos mismos
habían tendido contra Judá, y acabaron matándose los unos a los otros» (2
Crónicas 20:22).
«Las alabanzas de los niños de pecho son tu mejor defensa contra tus
enemigos; ellas silencian a tus vengativos adversarios» (Salmo 8:2). Este
versículo, citado más tarde por Jesús, contiene un fascinante juego de palabras.
La palabra ( ֹעזOz) —traducida aquí como «defensa»— tiene un primer significado
de fuerza y valor, y un segundo significado de alabanza. Una sola palabra hebrea
contiene la esencia de la historia del ejército que ganó cantando.
La señal de Jonás
El hombre le dijo a Jacob: «Tu nombre ya no será Jacob, sino Israel; porque
has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido» (Génesis 32:28). Se cree
que el nombre «Israel» proviene de la palabra hebrea sharit ()שרית, que significa
«luchar» y «prevalecer». Cuando exploramos más este nombre podemos
reconocer la transformación que hubo en Peniel, porque el nombre de Israel
también puede leerse como Yashar- El (אל-)ישר. La palabra hebrea yashar ()ָיָׁש ר
significa recto, honesto, honorable, y respetuoso de la ley. Bíblicamente significa
«persona justa y temerosa de Dios». La raíz akov ( )ָע ֹק֙בproviene de «yakov» que
significa «torcido». Si nos basamos en este versículo: «...que se enderece lo
torcido ( ( »)ֶֽהָע ֹק֙בIs 40:4), entendemos que el significado es: Israel es a quien Dios
enderezó para que no fuera «torcido y desigual».
Revela los significados ocultos de las Escrituras
«Levanta ahora tus ojos y, desde el lugar donde estás, mira hacia el norte y
hacia el sur, hacia el oriente y el occidente. Toda la tierra que ves, te la daré a ti y
a tu descendencia para siempre» (Gen.13:14-15).
Las cuatro palabras hebreas utilizadas para indicar las direcciones nos dan
una percepción fascinante.
Yamá: significa «al occidente». El mar es yam en hebreo, por lo que literalmente
significa «hacia el mar», que se encuentra al occidente de Israel.
Kedmá: significa «al oriente». En Génesis 2:8, se afirma que el jardín del Edén fue
colocado en "mikedem".
El amor en hebreo
El nombre Yeshua tiene cuatro letras hebreas: dos muy simples (yud y vav),
y dos un poco más complejas (shin y aiin). Empecemos por las simples.
2.- Dibuja una línea vertical más larga, que se extienda hasta la línea
inferior.
Dibuja una tercera línea vertical en el centro de la U para que quede como
una «E» girada de lado.
Los Evangelios nos cuentan que Jesús llamó a doce hombres comunes y
corrientes, entre pescadores, obreros y recaudadores de impuestos, para
conformar su círculo íntimo de seguidores. Todos los conocemos como
«discípulos», aunque allí falta una parte importante de la historia.
Los llamó talmidim. Esta palabra hebrea viene de la raíz LMD למדque
significa «estudiar». Quiere decir que los discípulos estaban por encima de todos
los estudiantes, en la medida en que toda su vida estaba dedicada a aprender de
Jesús. A su vez, no lo llamaron «Mesías» o «Savoir», sino «Rabí» que en hebreo
significa «mi maestro».
Vivir cada día como un discípulo es una cualidad central de la vida espiritual
cristiana. Para ser así de devotos debemos seguir aprendiendo las Escrituras de
manera activa y constante.
En hebreo original, la frase «¡Que haya luz!» es iehi or, ְיִה י אֹור. La primera
palabra, iehi, significa «que haya» y se basa en la raíz היה, Yahvé, el nombre más
sagrado de Dios. Estas palabras están directamente relacionadas con la idea de
existir. Otras naciones ven a sus dioses como poderosos guerreros o reyes, pero
el hebreo nos enseña que el Dios todopoderoso de Israel es la fuente de todo lo
que existe.
Una luz radiante
Retornar a la fuente
En este versículo, la palabra hebrea para «Dios» es ֱא ֹלִה ים, Elohim. Esta
palabra se compone de la raíz eloh, que significa «divino», y el final en plural im.
¿Significa entonces que, según el primer versículo de la Biblia, el mundo fue
creado por múltiples dioses? No, en realidad se trataba de un título honorífico de
Dios. Los antiguos israelitas llamaban Yahvé a su único Dios, pero también se
dirigían a Él como Elohim. El título en plural se usaba como muestra de respeto.
Cada vez que escuchamos las siguientes palabras hebreas, ya sea al leer
la Biblia, o simplemente cuando las decimos, nos sentimos transformados. Nos
llena una sensación cálida y feliz. Lo sabemos... probablemente suene loco, ¡pero
ese es el poder del hebreo! Solo con decirlas nos alegramos y nos sentimos muy
bien. ¿Te pasa lo mismo?
Aquí van tres de nuestras favoritas:
Amén: ( )ָאֵמ ןviene de la raíz hebrea A.M.N, que significa «verdad» o «fe».
Estas son tres de las palabras que más amamos... y nos encantaría
conocer las tuyas.
El pecado original
Después de que la serpiente tienta a Eva para que coma el fruto prohibido
del árbol del conocimiento, del bien y del mal, Adán y Eva se avergüenzan y se
esconden. Dios los encuentra y, aunque se enfada, no los castiga. En cambio, les
hace una pregunta muy simple: «El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde
estás”» (Génesis 3:9). Así se ve este versículo en el hebreo original:
ָה ָאָד ם ַוֹּיאֶמ ר לֹו ַא ֶּיָּכה-ַוִּיְק ָר א ְיהָוה ֱא ֹלִה ים ֶא ל
La parte más importante de este versículo es la palabra final: ayeka ()ַא ֶּיָּכה,
que se traduce como: "¿Dónde estás?”. Pero ayeka significa mucho más que eso.
Es la forma gentil de Dios de iniciar una conversación difícil preguntando
dulcemente: “¿Qué te ha pasado?, ¿dónde estás con respecto a mí?”. Esta sola
palabra expresa poderosamente la relación quebrada entre la humanidad y Dios.
Yo soy el camino
Tanto Jesús como sus primeros discípulos eran judíos devotos, quiere decir
que observaban y guardaban las leyes de la Torá. Jesús no tenía intención de
pasar por encima de la ley, a pesar de las críticas que recibía de los fariseos.
Incluso dijo: «No piensen ustedes que he venido para abolir la ley o los profetas;
no he venido para abolir, sino para cumplir» (Mateo 5:17).
Conoce la Biblia original
La palabra hebrea que Jesús dijo cuando habló de «ley» fue: הלכה, halajá,
de la raíz HLK ך.ל.ה., que significa «caminar». La ley no es un conjunto de reglas
inertes y oscuras. Por el contrario es «el camino correcto por el que estamos
destinados a caminar». Este código de conducta nos guía en cada momento de
nuestras vidas. Por esta razón Jesús dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida» (Juan 14:6).
Tanto la genealogía como la gematría eran importantes para los judíos del
primer siglo. Por eso era clave para Mateo usar este número y hacer obvia la
conexión entre Jesús y David.