Está en la página 1de 4

IAE-D112-06669-S P

Material en proceso de publicación

El incendio de Mann Gulch1

Como dice Maclean, autor de la investigación periodística y del libro Young


Men and Fire, en el fondo el desastre de Mann Gulch es la historia de una carrera. Los
bomberos que participaron de esa carrera fatal (excepto por el experimentado pero
introvertido jefe del operativo, Dodge, y el guardabosque, Harrison) tenían entre 17 y 28
años, y eran solteros; siete de ellos eran estudiantes forestales, y 12 de ellos habían sido
militares o habían tenido entrenamiento militar. Eran parte de un grupo muy selecto y
entrenado de bomberos, que a menudo se describían a sí mismos como aventureros
profesionales. Un propósito principal había guiado exitosamente a esta unidad desde su
creación: «Apagar incendios tan rápido como sea posible para que no tengan tiempo de
convertirse en grandes incendios».

El 4 de agosto de 1949, alrededor de las 4 de la tarde, una tormenta eléctrica


pasó sobre el área montañosa de Mann Gulch, Montana, y se cree que provocó un
pequeño incendio en un árbol muerto. Al día siguiente, 5 de agosto, la temperatura era
de 36° y la clasificación de peligro del incendio era de 74 (sobre 100 posibles), lo que
significa «potencial explosivo». Cuando el fuego fue detectado por un guardabosque,
los bomberos (llamados saltadores de humo porque eran profesionales que saltaban en
paracaídas con sus equipos desde un avión para poder acceder rápidamente a zonas
difíciles) fueron enviados a combatirlo. Normalmente, los miembros de un equipo que
salía a combatir un incendio no eran siempre los mismos, ya que cada equipo se
formaba específicamente para cada incendio, dependiendo de quienes estuvieran de
guardia ese día y de quienes no estuviesen afectados a otros operativos. Dieciséis de
ellos volaron desde Missoula, Montana, a las 2:30 p. m. en un avión de transporte C-47.
Las condiciones del viento ese día eran turbulentas, al punto que uno de los bomberos
tuvo importantes mareos, no pudo saltar, y tuvo que volver a la base con el avión.
Apenas aterrizó, este bombero renunció por no haber estado a la altura de las demandas
de su rol.

Los saltadores de humo y su carga cayeron en el lado sur de Mann Gulch a las
4:10 p. m. desde 2000 pies, en lugar de los 1200 pies de los que normalmente se saltaba,

1
Traducido y adaptado de Weick, K.E. (1993), «The Collapse of Sensemaking in Organizations: The
Mann Gulch Disaster», Administrative Science Quarterly, Volume 38 (1993): 628-652.
Copyright © por IAE Business School, Universidad Austral. Documentos de Trabajo preparado el 02/08/2020
por la Prof. Natalia Weisz con la colaboración del Prof. Tomás Enrique Farchi en Pilar, Buenos Aires, Argentina,
para servir de base de discusión y no como ilustración de la gestión adecuada o inadecuada de una situación
determinada.
Impreso en ACES (IAE /Universidad Austral) M ariano Acosta s/n – Pilar (Derqui), Prov. de Bs. As. en el mes de
agosto de 2020. Prohibida la reproducción, total o parcial sin previa autorización escrita de ACES. (IAE,
Universidad Austral).
1
IAE IAE-D112-06669-SP
Universidad Austral M aterial en proceso de publicación

debido a la turbulencia. El paracaídas que llevaba el único equipo de radio con que
contaba el grupo no se abrió, y la radio se pulverizó cuando golpeó el suelo. Los
hombres tardaron aproximadamente el doble del tiempo de lo que tardaban
habitualmente para recoger el resto de la carga, que incluía sus herramientas:
motosierras, palas y pulaskis. Sin embargo, no encontraron mapa de la zona.

Cuando los saltadores de humo tocaron tierra en Mann Gulch, esperaban


encontrar lo que coloquialmente llamaban un incendio de las 10 h, o sea, aquel que
podía ser rodeado completamente y aislado para las 10:00 de la mañana siguiente.

La tripulación se reunió con el guardabosque Harrison, que había estado solo


combatiendo el fuego durante cuatro horas, recogieron sus suministros y cenaron.
Alrededor de las 5:10 p. m. comenzaron a moverse a lo largo del lado sur del barranco
para rodear el fuego. Dodge y Harrison, sin embargo, después de haber explorado algo
la zona, comenzaron a preocuparse de que el bosque denso en el cual habían aterrizado
pudiera convertirse en una «trampa mortal». Le dijeron al segundo al mando, Hellman
(reconocido por todos por su extroversión y buena llegada a la gente), que dirigiera al
grupo a través del lado norte del barranco y desde ahí marcharan hacia el río a lo largo
del lado de la colina. Mientras Hellman armaba una larga fila que empezó a avanzar
hacia el lado norte, Dodge y Harrison comieron rápido. Dodge se reunió con el grupo a
las 5:40 p. m. y tomó su posición en la cabeza de la línea de bomberos que se movía
hacia el río. Dodge podía ver las llamas aleteando de un lado a otro de la ladera sur
mientras miraba a su izquierda.

En este punto, si uno lee la investigación posterior que realizó Maclean,


encuentra una frase escalofriante: «¡Entonces, Dodge lo vio!». Lo que vio fue que el
fuego había cruzado el barranco y se encontraba a solo 200 metros moviéndose
rápidamente hacia ellos. Dodge hizo dar la vuelta al grupo y los hizo subir hacia la cima
por la colina, la cual tenía un ángulo de 76°. Pronto se movieron a través de una zona de
pastizales tupidos de más de 80 cm de altura, perdiendo rápidamente terreno ante las
llamas de casi 10 metros de altura que se movían hacia ellos a 180 metros por minuto.
Dodge frenó y le gritó al grupo que soltaran sus herramientas. Algunos lo comenzaron a
hacer, pero la mayoría se aferró a ellas. Rápidamente y para el asombro de todos, Dodge
encendió un fuego delante del grupo y les ordenó que se acostaran en la zona aún
humeante que él acaba de quemar. Confundidos por las órdenes recibidas, y con el
fuego subiendo rápidamente por la ladera justo detrás de ellos, nadie le hizo caso.

Inclusive el grupo escuchó de uno de ellos —se cree que del segundo al
mando, Hellman— decir: «Al diablo con eso, me voy de aquí». Dodge gritó varias
veces: «¡Por aquí!», sin embargo, nadie lo obedeció y todos corrieron desesperadamente
hacia la cima de la colina. Solo dos bomberos, Sallee y Rumsey, consiguieron llegar a
través de una grieta a la cima sin quemarse. Hellman logró llegar a la cima, pero con
terribles quemaduras y murió al mediodía del día siguiente, Dodge sobrevivió acostado
sobre las cenizas del incendio que él mismo había provocado, y otro bombero, Joseph
Sylvia, vivió por un corto tiempo y luego murió. Las manecillas del reloj de Harrison se
derritieron a las 5:56 p. m., que ha sido considerada oficialmente como la hora en que
murieron los 13 bomberos.

2
IAE IAE-D112-06669-SP
Universidad Austral M aterial en proceso de publicación

Después de que el fuego pasó, Dodge encontró a Sallee y Rumsey. Rumsey se


quedó para cuidar a Hellman mientras que Sallee y Dodge salieron a buscar ayuda.
Entraron en la estación de guardabosques de Meriwether a las 8:50 p.m., y los equipos
de rescate inmediatamente se pusieron en marcha para recuperar a los muertos y
moribundos. Todos los muertos se encontraron en un área de 100 metros por 300
metros. Les tomó a 450 hombres cinco días más poner bajo control el fuego de Mann
Gulch, que llegó a cubrir una extensión de 1800 hectáreas. En el momento en que la
tripulación saltó al fuego, este se había clasificado como un incendio de clase C, lo que
significa que su alcance era de entre 4 y 40 hectáreas.

La investigación llevada a cabo por Servicio Forestal después del incendio,


juzgada por muchos como inadecuada, sacó la siguiente conclusión: «No hay pruebas
de que los responsables de la tripulación de salto ignoraran los elementos de riesgo que
se espera que tengan en cuenta al colocar equipos de salto en los incendios». La junta
también confirmó que los hombres se habrían salvado si «hubiesen prestado atención a
los esfuerzos de Dodge para que fueran con él a la zona que él había previamente
quemado a propósito, llamada fuego de escape». Varios padres presentaron una
demanda contra Servicio Forestal, alegando que la gente no debería haber sido enviada
en estas condiciones, pero estas demandas fueron desestimadas por el Tribunal de
Apelaciones de los Estados Unidos.

Desde Mann Gulch, y por más de 40 años, no hubo muertes por quemaduras
entre los bomberos de Servicio Forestal. La gente ahora está equipada con radios de
respaldo; cuenta con mejor preparación física; están entrenados específicamente en la
táctica de construir un fuego de escape, en el desarrollo de tácticas diferenciales para
combatir incendios de bosques y madera que ocurren en la zona oeste, y en combatir los
incendios de pastizales que ocurren en la zona este, con la insistencia de que la
seguridad de los bomberos tiene siempre y en todo momento prioridad por sobre la
supresión del fuego.

3
IAE IAE-D112-06669-SP
Universidad Austral M aterial en proceso de publicación

También podría gustarte