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Ejercicio 4 (presencial): Elija uno de los microrrelatos propuestos por el profesor y redacte un

cuento que extienda y complejice el argumento, pero sin perder de vista el conflicto principal
propuesto por el autor.

Aplique en su desarrollo los siguientes contenidos técnicos:


● uno o más narradores
● una o más anacronías (analepsis o prolepsis)
● desarrollo del argumento
● secuencias narrativas y descriptivas

Microcuento elegido:
La clepsidra, de Javier Puche

Perseguido por tres libélulas gigantes, el cíclope alcanzó el centro del laberinto, donde había
una clepsidra. Tan sediento estaba que sumergió irreflexivamente su cabeza en las aguas de
aquel reloj milenario. Y bebió sin mesura ni placer. Al apurar la última gota, el tiempo se
detuvo para siempre.
Bebiendo el tiempo

En las penumbras del laberinto, el cíclope, acosado por varias libélulas de tamaño
colosal, se vio atrapado. Allí, en un espacio impregnado de misterio, reposaba la clepsidra, un
reloj que trascendía las eras. La necesidad de calmar su sed lo impulsó a sumergir su única
visión en las aguas inmemoriales del artefacto, sin dudar sobre su procedencia.
La clepsidra, de hecho, era un mecanismo más complejo de lo que parecía. En lugar
de solo medir el tiempo, poseía la habilidad de alterarlo de maneras impensadas. El cíclope,
desconociendo la verdadera naturaleza de la reliquia, bebió con rapidez. Su mirada, enfocada
en la desesperación, no pudieron percibir las sutilezas que se desencadenaban por su abrupto
actuar.
Cuando la última gota tocó sus labios, no experimentó el placer esperado de saciar
su sed, sino que se vio inmerso en una paradoja temporal. El tiempo dejó de ser como lo
conocía una serie de vínculos y desconexiones que lo arrojaron en distintos momentos de su
extensa vida.
La voz de varios narradores, cada uno representando una fase de su vida, resonaron en
su cabeza. Desde el joven y temerario cíclope que había enfrentado desafíos hasta el
envejecido y sabio que lamentaba sus decisiones. Todos convergieron en un punto donde el
pasado, presente y futuro se volvían indistinguibles, encerrándolo en un bucle de su vida
misma.
Ese ser envejecido y lleno de conocimientos tenía su rostro desfigurado por tantas
décadas de encierro en soledad. Aún sin comprender todo lo que pasaba, temía que esto fuera
una profecía de su futuro, donde la desolación arrasaría con la esperanza de una vida plena
junto a la familia que añoraba tener.
El cíclope se encontraba atrapado en sus propios recuerdos. Imágenes se repetían sin
cesar como una danza, destellos de los recuerdos pasados que ya casi había olvidado, pero el
baile tomaba pasos nuevos donde él tenía que aprenderlos, era información de su futuro. Esta
danza en vez de ser algo alegre lo consumió en la desesperación, entendió que aquellas
bestias voladoras no solo lo habían encerrado, sino que le habían quitado la esencia de su
vida.
Cada secuencia exploraba facetas diferentes de su existencia: amores perdidos,
batallas ganadas y derrotas amargas. Descriptivas imágenes de paisajes que solo existirían en
su futuro se presentaron ante él, revelando mundos que nunca había imaginado. En este caos
de temporalidades, no supo qué hacer, entendiendo que esa historia ya estaba marcada y solo
su yo del pasado podía evitarla. Así, en el corazón del laberinto, donde el tiempo se manifestó
como una fuerza tangible, se convirtió en el narrador y el protagonista de su historia sin fin.
Enfrentándose las consecuencias de sus propias acciones.
¿Como podía evitar la necesidad tan básica como beber agua? Intentaba entender por
qué un acto tan banal podía tener consecuencias tan catastróficas. El tiempo dejó de ser
lineal. Sus viajes entre sus personalidades pasaba a ser su único compañero, pero sabía que si
podía dejarse un mensaje en el pasado, esto podría evitarse.
Volver al flujo normal de la vida trae consigo otras oportunidades, aunque había un
precio a pagar. Debía decidir en qué momento de la vida iba a interferir. Si la decisión fuera
unos instantes antes de beber ese líquido, tendría que luchar contra los monstruos que le
persiguen. En cambio, si viajara más atrás, podría interferir en aquel amor que había
conocido, ya que este había llegado en el momento menos pensado.
Sus dilemas y miedos no lo ayudaban a escoger por cuál camino andar. Salvar su vida
pero perder el corazón de un ser amado. Intentar ganar una lucha perdida, donde la victoria
sería volver con aquella que era su única razón de existir. Se cuestionó por qué la dama no
estaba en las imágenes de su vida futura. Eso resonó en su mente y comprendió lo que
pasaba: nada de lo vivido fue real. Él era el espíritu de esa maquinaria ancestral que generaba
la vida de los otros seres que compartía en su universo. Este cíclope era un alma nueva y él se
encargó de diseñar su vida.

Jonathan Peluffo Pons

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