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Estilo Internacional

Se conoce como Estilo Internacional a la corriente Arquitectura, enclavada dentro de la


Arquitectura Moderna que comienza a tomar forma a partir de 1920 y que propugnaba una
forma de proyectar "universal" y desprovista de rasgos regionales, caracterizada, en lo
formal, por su énfasis en la ortogonalidad, el empleo de superficies lisas, pulidas y
desprovistas de ornamento.

Contexto histórico

El Estilo Internacional surge en un contexto histórico de acelerada evolución de la


tecnología y necesidad de nuevos modelos edificatorios residenciales y de todos los usos
que tienen lugar a partir de la primera guerra mundial.
A este hecho se le une por un lado la incomodidad de algunos arquitectos con el
eclecticismo y divergencia de estilos arquitectónicos en boga a finales del siglo XIX, pues
se tomaban detalles ornamentales, características y elementos formales de los más diversos
estilos y períodos, sin obedecer en ningún momento a la relación entre la forma y la utilidad
de las edificaciones; y por otro, la necesidad de expresión con los nuevos materiales, donde
la invención del hormigón armado y la mejora de las aleaciones de acero, conllevaría
nuevas posibilidades estructurales que harían realidad edificios más altos y con plantas más
espaciosas y libres.

Orígenes

El concepto de “Estilo Internacional” fue propugnado por Hitchcock y Johnson inspirándose


en la obra de Walter Gropius “Internationale Architektur” (“Arquitectura Internacional”,
libros de la Bauhaus I, 1925) y lo definieron a raíz de la muestra “Modern Architecture:
International Exhibition”, una exposición internacional que se celebró en el Museo de Arte
Moderno de Nueva York entre el 10 de febrero y el 23 de marzo de 1932, dirigida por Henry-
Russell Hitchcock y Philip Johnson.
Partiendo de la negación del propio concepto de estilo que el abuso del eclecticismo había
desprestigiado durante el siglo XIX, Hitchcock y Johnson detectan la existencia de un marco
de desarrollo potencial unitario que se extiende por todo el mundo y que entre los años 1922
y 1932 produce los suficientes ejemplos para acreditar su vitalidad y su vigencia. A pesar de
que la selección de arquitectos efectuada para la muestra se acompaña de una identificación
de rasgos formales, propia de la historia del arte, los autores advierten que ese concepto de
estilo se refiere a un modo de abordar el proyecto radicalmente nuevo y, de algún modo,
compartido por arquitecturas pertenecientes a países diversos y distantes. Aunque, en su
acepción general, el concepto de estilo es incompatible con la arquitectura del Estilo
Internacional, lo cierto es que en aquella muestra la arquitectura moderna se presenta por
primera vez como un estilo. Cuando Hitchcock y Johnson enuncian los argumentos que
definen este nuevo estilo, establecen tres principios fundamentales:

En primer lugar, existe una nueva concepción de la arquitectura como volumen más que
como masa. En segundo lugar, la regularidad sustituye a la simetría axial como medio
fundamental para ordenar el diseño. Estos dos principios, unidos a un tercero que proscribe
la decoración aplicada arbitraria, son los que caracterizan la producción del Estilo
Internacional.
Estos tres principios definen una estética de la forma que se corresponde con la pintura
abstracta: el espacio se compone de superficies y planos, surgiendo el volumen como algo
inmaterial e ingrávido. La regularidad remite a la composición rítmica de formas regulares.
La característica esencial del artista moderno es el salto definitivo hacia la belleza abstracta
y su rebelión contra la subordinación a la mimesis de la realidad y contra la esclavitud de las
normas académicas de representación. La decoración es desplazada por la elegancia del
material, la perfección técnica de los detalles y las proporciones adecuadas como cualidades
estéticas.

El Estilo Internacional tras la


II Guerra Mundial
La Exposición "Modern Architecture:
International Exhibition" y el libro que
la acompañó constituyen un auténtico
manifiesto que durante seis años
recorre trece ciudades de Estados
Unidos. El impacto cultural de esta
exposición itinerante, unido al triunfo
del nacionalsocialismo en Alemania,
tienen consecuencias decisivas, pues la
clausura de la Bauhaus y el exilio de
Mies van der Rohe en la Universidad de Chicago (1938) y de Walter Gropius y Marcel Breuer
en la de Harvard (1937) otorgan a Estados Unidos las condiciones perfectas para la expansión
de la arquitectura moderna, si bien el carácter fenoménico de la exposición (obras vinculadas
por coincidencias estilísticas que le confieren el rango de fenómeno unitario) favorece un
desarrollo esencialmente figurativo. Así, mientras Europa se batía en la II Guerra Mundial,
en Estados Unidos se consolida una arquitectura que confía en la concepción formal del
espacio como criterio de identidad histórica y cultural de sus productos. La evolución natural
del Estilo Internacional provoca que a finales de los años cuarenta se configurase un
enunciado cargado de sentido que define la forma como un modo específico de concebir el
proyecto y de controlar todos los extremos de su realización.
En los años cuarenta se evidencia una crítica al racionalismo, al considerar que empobrece y
reduce las complejidades de la realidad. La crítica al racionalismo se identifica con la crítica
a toda modernidad que no aceptase, además de la razón, el valor de la intuición, la percepción
y la existencia. En 1951 Henry-Russell Hitchcock relativiza bastantes de las tesis defendidas
en su libro de 1932 en un artículo titulado The Internacional Style: Twenty Years After.
Ahora veía que el Estilo Internacional estaba llegando a su fin y pensaba que no había por
qué seguir considerando el Estilo Internacional como el modelo exclusivo para la arquitectura
moderna.
En Europa, la Segunda Guerra Mundial modifica la dirección de la mirada hacia cuestiones
humanas esenciales y las consecuencias de la pérdida irreparable de ciudades históricas. Las
tareas de reconstrucción no fomentaban el clima cultural y social adecuado para incorporarse
al debate norteamericano en torno a la forma; más bien, el juicio estético se identificó con
criterios de índole económica o incluso moral, abonando un terreno propicio para la irrupción
de los Realismos Arquitectónicos. Será la llamada tercera generación quien rechazará el
formalismo del Estilo Internacional, reclamando retomar la mirada hacia los monumentos y
la historia, hacia la arquitectura vernácula. Los Realismos arquitectónicos de los años
cincuenta basan las críticas a la modernidad en su incapacidad de atender los requerimientos
del entorno y de construir ciudad y buscan un redescubrimiento de los valores arquitectónicos
de los estilos antiguos por considerarlos útiles a las exigencias de la época. Muchos de los
programas de reconstrucción europeos reinstauran la mimesis, al contrario de la modernidad
que había planteado una revolución en los modos de concebir que iba más allá de la mera
renovación estilística.

La crisis del Estilo Internacional

Robert Venturi en su libro Complejidad y Contradicción en la Arquitectura (1961-1966),


alega en favor de una arquitectura impura por su complejidad, ambigüedad, pluralismo y
contradicción frente al principio de coherencia sobre el cual se había apoyado el Movimiento
Moderno. Para comunicarse con la sociedad, la arquitectura debería recurrir a aquellos
elementos que fuesen reconocibles por el público, tomando de la historia ciertos arquetipos
incorporados en la memoria colectiva como arquitectónicos, recurriendo incluso a metáforas
(columna, frontón). Venturi concibe la arquitectura como un escenario donde forma y
función están totalmente separadas. La función se resuelve de acuerdo a necesidades
prácticas mientras que la forma corresponde al campo del arte.
El paso del Realismo de los años cincuenta a la Cultura Pop de los sesenta significa el paso
paulatino de lo simple a lo complejo, de una realidad que se pretende única a la inclusión de
muy diversas realidades. Así pues, el inicio de la cruzada contra la modernidad implicaba el
reconocimiento de la complejidad y la reacción contra cualquier tipo de reglas formales o
principios estilísticos impuestos.
Desde 1966, el Estilo Internacional queda como marco de normas que todo arquitecto
contemporáneo tiene la obligación de combatir. Es la Cultura Pop la que alumbra el
posmodernismo, cuyo rasgo más determinante es el fin de la separación de la cultura de
masas y de la cultura de élite. El emblema de aquella cultura es la Piazza d’Italia construida
en Nueva Orleáns entre 1975 y 1978 por Charles Moore.

Protagonistas y obras principales

El Estilo Internacional fue impulsado por un pequeño grupo de destacados arquitectos, entre
ellos Walter Gropius, Ludwig Mies van der Rohe, Le Corbusier, J. J. P. Oud, Richard Neutra
y Phillip Johnson.
Como testimonio más valorado del Estilo Internacional prevalece el Edificio Seagram,
construido por el alemán Mies van der Rohe para la corporación de las bebidas alcohólicas.
Se ubica en Park Avenue, en Nueva York, donde Mies ideó una gran plaza urbana situada
entre el edificio y la alineación de las edificaciones de la avenida, permitiendo tener un punto
de observación inmejorable hacia la alta edificación que muestra su estructura de acero, y
tiene la sencilla forma de un prisma rectangular desprovisto de toda ornamentación.
Otros edificios representativos de la corriente serían la Villa Savoye de Le Corbusier, la Glass
House o casa de vidrio, de Phillip Johnson; la sede de la escuela de la Bauhaus en Dessau,
diseñada por Walter Gropius, y los Lake Shore Drive Apartments de Mies van der Rohe.
Conjunto habitacional de Marsellla

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