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Guerra o paz
Las amenazas permanentes de Donald Trump van de la mano de una oposición
venezolana que pide la intervención militar norteamericana.
El festival #VenezuelaAidLive y la "ayuda humanitaria" hoy esconden este dilema de la
guerra o la paz de fondo. ¿Por qué no se entrega esa ayuda humanitaria a través de la
ONU? ¿Por qué el portavoz de la ONU, Stephane Dujarri, necesitó declarar que la ayuda
debe utilizarse de manera imparcial, libre de objetivos políticos o militares? ¿Por qué esta
ayuda humanitaria llega en aviones de guerra de Estados Unidos? ¿Por qué una vez
puesta la ayuda humanitaria sobre los puentes fronterizos los opositores deciden
incendiar los camiones para que los medios difundan que los quemaba el gobierno?
El ataque económico a Venezuela tampoco es nuevo y está dirigido también directamente
desde el extranjero. El excelente informe del CELAG demuestra concretamente cómo
desde el 2013 hasta el 2017 el boicot financiero y económico externo impidió el ingreso
entre 245 mil millones y 350 mil millones de dólares (entre el 1, 1 y 1,6 PBIs del país). El
ataque a la economía venezolana llegó directamente al robo de rapiña en el último
tiempo. Trump bloquea los activos de CITGO en Estados Unidos valuándolos en 7 mil
millones de dólares (muy por debajo de su valor real), el Banco de Inglaterra se apropia
de 14 toneladas de Oro o la empresa de servicios financieros Euroclear secuestra 1.650
millones de dólares destinados a la compra de medicinas y alimentos.
La farsa de la ayuda humanitaria y los ataques económicos demuestran que el problema
del asunto Venezuela no es justamente ni Maduro, ni Guaidó, ni la democracia ni la
"dictadura". El amenaza principal no está siquiera aún en el territorio venezolano.
La teoría de los "golpes blandos", del "jiu-jitsu político", de generar caos en las ciudades,
balcanizar el país, generar incertidumbre permanente y paralización del gobierno no está
dando los resultados esperados para quienes buscan terminar con el chavismo en
Venezuela.
El "soft power" impulsado desde Estados Unidos para derrotar a la revolución bolivariana
está empezando a demostrar que empieza a ser "hard". Los movimientos de tropas
militares norteamericanas a países de Centroamérica denunciados por Cuba, o las
referencias de Putin a una nueva crisis de los misiles luego de la ruptura del Tratado sobre
Fuerzas Nucleares con Trump, demuestran que el escenario bélico en Venezuela parece
estar cerca. Ya no se trata de implementar la teoría de la zanahoria y el garrote desde
Estados Unidos, sino que el garrote está disfrazado de zanahoria.
Con más fundamentos que nunca hoy el debate Venezuela es entre quienes proponen la
guerra o quienes buscamos la paz.
El dialogo es el camino
Según Lakoff una de las enseñanzas de las ciencias cognitivas es que "la activación
vincula los marcos de superficie con los marcos profundos e inhibe los marcos opuestos".
Por esa razón con la activación del marco de disputa entre "la guerra o la paz" los
agoreros de la guerra quedaran cercados. Desde ese marco es que se debe construir una
mayoría en la opinión pública para terminar con los ataques a Venezuela.
El marco superficial del dilema guerra-paz propone una apelación a las estructuras
mentales que suponen que una guerra impulsada por Estados Unidos jamás soluciona los
conflictos en los países en cuestión (Afganistan, Irak, Libia, Siria, etc.). A partir de ahí la
respuesta que se deriva es la necesidad de la solución pacífica de los conflictos invocando
al diálogo y a la autodeterminación de los pueblos.
En una reciente entrevista en HispanTV Maduro señaló que está dispuesto a dialogar
hasta con el diablo -haciendo referencia a Trump-. Los gobiernos de Uruguay, México,
Bolivia y de la CARICOM junto a la Unión Europea intentan acercarse también a ese
camino de diálogo. Ningún posicionamiento público del gobierno de Trump o la
oposición venezolana se acerca a esa posición.
https://youtu.be/koXKYbVZxRA?t=1327
A partir de este marco es que no deben regalarse las palabras democracia, libertad,
derechos humanos o ayuda humanitaria. Más allá de los debates coyunturales o de los
sucesivos montajes mediáticos ninguno de estas palabras podría estar más enaltecida en
caso de una invasión norteamericana.