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Venezuela: entre la guerra y la paz

El debate sobre lo que sucede en Venezuela es inevitable. En el panorama mediático


internacional predomina el discurso que propone como solución terminar con el
chavismo y su gobierno. A partir de la ofensiva desatada a comienzo de 2019 la agenda
mediática decide tomarlo como un asunto central.
Como punto de partida se debe reconocer que quienes defendemos la paz y
autodeterminación de su pueblo comenzamos perdiendo la batalla. Pero la nueva
coyuntura plantea la necesidad de una contraofensiva que nos permita construir discursos
ganadores.
Venezuela será tema de agenda y así como otros temas que incomodan a las fuerzas
populares (como corrupción o seguridad) puede ser que no sea un tema cómodo y que no
sea útil abrir por la propia voluntad. Pero también resulta imposible hacerse los distraídos
y no tener las mejores herramientas para defenderse y redoblar la apuesta.

Cómo no enmarcar el asunto Venezuela


El lingüista norteamericano George Lakoff se dedicó a estudiar por qué en Estados
Unidos la administración Bush ganó el debate público luego de los atentados del 11 de
septiembre de 2001. En su libro Puntos de reflexión sostiene que "la guerra contra el
terrorismo" instalada desde el gobierno fue aceptada deliberadamente o
inconscientemente por conservadores y progresistas.
A partir de esa frase que funcionaba como un "marco de superficie" se activaron los
"marcos profundos" que definen una cosmovisión moral o una filosofía política de fondo
sobre un asunto. La conclusión es que "la guerra contra el terrorismo" en lugar de buscar
una solución pacífica, diplomática y enmarcada en la seguridad internacional logró
brindar una solución inmediata al dilema impulsando las guerras de Afganistán e Irak.
Lakoff rechaza la idea de que las políticas conservadoras pierden estrellándose contra la
pared. Asume que es fundamental la articulación y difusión de valores y cosmovisiones
alternativas. Sostiene que si los conservadores conducen al desastre y no hay un
enmarque alternativo, ellos enmarcaran el desastre. Su conclusión es que siempre se va a
perder mientras no se asuma un encuadre alternativo que deje en claro quiénes son "los
villanos".
Ante el asunto Venezuela las fuerzas progresistas en el mundo se encuentran ante un
problema similar. En algunos grupos predomina el marco conservador que habla de que
en "Maduro es un dictador" y los dilemas son "democracia o dictadura". En esos casos la
respuesta deliberada o inconsciente ya está dada: la solución pasaría por el derrocamiento
de un gobierno apoyado por millones de venezolanos y venezolanas. Es una solución que
teniendo en cuenta la historia y con el pasar de los días evidencia una estrategia violenta.
Otros grupos asumen que es momento de callar absolutamente y no intervenir en un tema
de la agenda conservadora. No asumen que en momentos de una posible guerra lo único
que abre esa posibilidad es que los conservadores enmarquen un nuevo desastre. En caso
de una intervención militar extranjera en Venezuela impulsada por Estados Unidos habrá
pocas posibilidades de desentenderse del tema por un largo tiempo. Y ante la indiferencia
cada día habrá más lugar para que predomine el enmarque conservador que justifique la
intervención miliar como una lucha contra "la dictadura".
Sobre Venezuela ya no se discute centralmente sobre si hay una democracia o una
dictadura. Cuando la oposición se une por primera vez en muchos años detrás de un líder
como Juan Guaidó, que rompe cualquier vía institucional para solucionar los conflictos y
llama a la invasión norteamericana el dilema ya es otro.
Un líder desconocido para la mayoría de la población antes del 23 de enero cuando se
"autoproclamó" y perteneciente a un partido con escasa representación incluso dentro de
la oposición habría logrado más apoyo y cohesión que toda los opositores durante 20
años. Guaidó como presidente 2.0 es solo la careta del verdadero dilema que atraviesa
hoy el país.
Este dilema es guerra o paz. Guaidó no solo es parte de Voluntad Popular (uno de los
partidos más violentos y radicales de la oposición) sino que también fue entrenado en la
"fiesta mexicana" por la CIA, AIA y CANVAS. Guaidó es un discípulo directo de las
teorías de Gene Sharp y Srdja Popovic para terminar con los gobiernos que no son afines
a las ideas "liberales" norteamericanas.
A partir de datos se entiende que hoy Guaidó es un verdadero títere para terminar con la
revolución bolivariana y que esa unidad de la oposición (en su liderazgo, mensajes y
acciones) está dictada desde afuera del país. Su gobierno "encargado" es un fiel ejemplo
de que discutir sobre Guaidó no vale la pena. No ejerce la más mínima administración del
aparato burocrático del estado ni aún tiene un control territorial soberano. Sus
"embajadores" siquiera pueden emitir trámites para migrantes en los países que
desconocen a Maduro.

Guerra o paz
Las amenazas permanentes de Donald Trump van de la mano de una oposición
venezolana que pide la intervención militar norteamericana.
El festival #VenezuelaAidLive y la "ayuda humanitaria" hoy esconden este dilema de la
guerra o la paz de fondo. ¿Por qué no se entrega esa ayuda humanitaria a través de la
ONU? ¿Por qué el portavoz de la ONU, Stephane Dujarri, necesitó declarar que la ayuda
debe utilizarse de manera imparcial, libre de objetivos políticos o militares? ¿Por qué esta
ayuda humanitaria llega en aviones de guerra de Estados Unidos? ¿Por qué una vez
puesta la ayuda humanitaria sobre los puentes fronterizos los opositores deciden
incendiar los camiones para que los medios difundan que los quemaba el gobierno?
El ataque económico a Venezuela tampoco es nuevo y está dirigido también directamente
desde el extranjero. El excelente informe del CELAG demuestra concretamente cómo
desde el 2013 hasta el 2017 el boicot financiero y económico externo impidió el ingreso
entre 245 mil millones y 350 mil millones de dólares (entre el 1, 1 y 1,6 PBIs del país). El
ataque a la economía venezolana llegó directamente al robo de rapiña en el último
tiempo. Trump bloquea los activos de CITGO en Estados Unidos valuándolos en 7 mil
millones de dólares (muy por debajo de su valor real), el Banco de Inglaterra se apropia
de 14 toneladas de Oro o la empresa de servicios financieros Euroclear secuestra 1.650
millones de dólares destinados a la compra de medicinas y alimentos.
La farsa de la ayuda humanitaria y los ataques económicos demuestran que el problema
del asunto Venezuela no es justamente ni Maduro, ni Guaidó, ni la democracia ni la
"dictadura". El amenaza principal no está siquiera aún en el territorio venezolano.
La teoría de los "golpes blandos", del "jiu-jitsu político", de generar caos en las ciudades,
balcanizar el país, generar incertidumbre permanente y paralización del gobierno no está
dando los resultados esperados para quienes buscan terminar con el chavismo en
Venezuela.
El "soft power" impulsado desde Estados Unidos para derrotar a la revolución bolivariana
está empezando a demostrar que empieza a ser "hard". Los movimientos de tropas
militares norteamericanas a países de Centroamérica denunciados por Cuba, o las
referencias de Putin a una nueva crisis de los misiles luego de la ruptura del Tratado sobre
Fuerzas Nucleares con Trump, demuestran que el escenario bélico en Venezuela parece
estar cerca. Ya no se trata de implementar la teoría de la zanahoria y el garrote desde
Estados Unidos, sino que el garrote está disfrazado de zanahoria.
Con más fundamentos que nunca hoy el debate Venezuela es entre quienes proponen la
guerra o quienes buscamos la paz.

El dialogo es el camino
Según Lakoff una de las enseñanzas de las ciencias cognitivas es que "la activación
vincula los marcos de superficie con los marcos profundos e inhibe los marcos opuestos".
Por esa razón con la activación del marco de disputa entre "la guerra o la paz" los
agoreros de la guerra quedaran cercados. Desde ese marco es que se debe construir una
mayoría en la opinión pública para terminar con los ataques a Venezuela.
El marco superficial del dilema guerra-paz propone una apelación a las estructuras
mentales que suponen que una guerra impulsada por Estados Unidos jamás soluciona los
conflictos en los países en cuestión (Afganistan, Irak, Libia, Siria, etc.). A partir de ahí la
respuesta que se deriva es la necesidad de la solución pacífica de los conflictos invocando
al diálogo y a la autodeterminación de los pueblos.
En una reciente entrevista en HispanTV Maduro señaló que está dispuesto a dialogar
hasta con el diablo -haciendo referencia a Trump-. Los gobiernos de Uruguay, México,
Bolivia y de la CARICOM junto a la Unión Europea intentan acercarse también a ese
camino de diálogo. Ningún posicionamiento público del gobierno de Trump o la
oposición venezolana se acerca a esa posición.
https://youtu.be/koXKYbVZxRA?t=1327
A partir de este marco es que no deben regalarse las palabras democracia, libertad,
derechos humanos o ayuda humanitaria. Más allá de los debates coyunturales o de los
sucesivos montajes mediáticos ninguno de estas palabras podría estar más enaltecida en
caso de una invasión norteamericana.

¿Qué puede pasar? ¿Qué hacer?


A esta altura del conflicto interno venezolano es evidente que Maduro no será derrocado
por un golpe militar como el de Pinochet en 1973 en Chile. La unidad-cívico militar está
firme y la unidad política del chavismo en momentos cruciales se sigue demostrando. Por
la coyuntura histórica actual de la revolución bolivariana lejos está de asemejarse al
contexto en el cual fue derrotada la revolución sandinista. Y, por su importancia
geopolítica y su capacidad militar, un ataque a Venezuela toma una relevancia mayor a lo
que fueron las intervenciones en Medio Oriente.
Un ataque bélico a Venezuela solo puede ser asimilable a un nuevo Vietnam con masivos
baños de sangre prolongados en el tiempo que merecen ser evitados. Ante una invasión
extranjera la revolución bolivariana está dispuesta a desplegar toda su fuerza.
Álvaro García Linera en su reciente libro ¿Qué es una revolución? escribe que "el tiempo
se constituye en el bien más preciado que una revolución necesita". Para el vicepresidente
boliviano el tiempo es una gran valor -entre otras razones- porque permite desplegar y
esperar cambios en otras partes del mundo. La lección no es solo es útil para pensar la
revolución rusa sino también la experiencia cubana durante el periodo especial de los 90´
del que logró salir a partir de la oleada de transformaciones impulsada desde Venezuela
en la región.
El momento de mayor amenaza para la revolución bolivariana es justamente el momento
de mayor predominio de gobiernos reaccionarios en la región. Con su caída rápidamente
se verían frustradas o con serias dificultades las posibilidades de Evo Morales o de
Cristina Kirchner de ser elegidos nuevamente como presidentes este año. Ganando el
tiempo necesario sus triunfos pueden ser los mojones importantes en el impulso de una
nueva oleada de transformaciones regionales. Ahora es momento de ganar tiempo
defendiendo la paz en Venezuela y América Latina.
Los métodos del poder blando buscan la confusión y parálisis entre las mayorías. Es
momento de responder con información y acción en contra de la intervención
norteamericana en Venezuela. Estos métodos buscan la incertidumbre y el caos.
Necesitamos reivindicar nuestra certeza de que se deben respetar la autodeterminación de
los pueblos y la decisión soberana de construir un orden social más justo.

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