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Por Alberto Mas……

La actual intervención de los EE.UU sobre América Latina y el Caribe no


representa un nuevo proyecto imperial, es simplemente otra etapa de la
aplicación del paradigma norteamericano del destino manifiesto, que el
presidente James Monroe lanzara como principio de política exterior en 1823
ante el Congreso de la Unión: “América para los americanos”; su primer efecto,
la apropiación de la mitad del territorio de México tras la guerra de 1847, para
luego continuar en el siglo XX instrumentando la política del Big Stick (gran
garrote), al lanzarse a la re-colonización del continente arrogándose el derecho
de intervenir en los asuntos de otros países donde consideren que sus
intereses, y los de las empresas norteamericanas, están siendo afectados, en
especial en lo que definen como su “patio trasero”.
Sería largo analizar la historia del intervencionismo norteamericano en América
Latina y el Caribe, en éste siglo su gran jugada política era constituir el ALCA
(Área de Libre Comercio de las Américas), desbaratada en 2005 en la ciudad
de Mar del Plata, Argentina, con una actuación magistral de los nuevos líderes
que surgían a la sombra de la resistencia de Cuba: Chavez, Lula, Kirchner, con
el apoyo de los movimientos sociales latinoamericanos y las fuerzas que
emergían en Ecuador y Bolivia.
La ola progresista avanzaba con fuerza y una insipiente integración regional, se
sumaban Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Fernando Lugo
en Paraguay, Daniel Ortega en Nicaragua, Salvador Sánchez Cerén en El
Salvador, los acuerdos del ALBA-TCP, CELAC, UNASUR, lo que no implicó
una retirada norteamericana de la región, sino un trabajo de preparación de
una ofensiva generalizada que se agazapaba, lista para dar el zarpazo y
recuperar el terreno perdido.
En abril de 2013 el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, durante
un discurso ofrecido ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de
Representantes de su país afirmó “América Latina es nuestro patio trasero (...)
tenemos que acercarnos de manera vigorosa (…) trataremos de hacer lo
posible para tratar de cambiar la actitud de un número de naciones, donde
obviamente hemos tenido una especie de ruptura en los últimos años”, y lo
están haciendo.
No improvisan, cuentan con el desarrollo y práctica de numerosas
organizaciones, ONGs, los denominados “think Tanks” o tanques pensantes y
con la tecnología apropiada, un ejemplo, el Albert Einstein Institution, a cargo
de Gene Sharp, en la investigación y aplicación del denominado “manual para
dar golpes de estado suaves”, que podemos sintetizar en cinco etapas (1)
La primera etapa es promover acciones no violentas para generar y
promocionar un clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas
denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos
rumores.
La segunda etapa consiste en desarrollar intensas campañas en “defensa de la
libertad de prensa y de los derechos humanos”, acompañadas de acusaciones
de totalitarismo contra el Gobierno en el poder.
La tercera etapa se centra en la lucha activa por reivindicaciones políticas y
sociales, desabastecimiento generalizado promoviendo saqueos y en la
manipulación del colectivo desde los medios para impulsar manifestaciones y
protestas violentas, amenazando las instituciones.
La cuarta etapa pasa por ejecutar operaciones de guerra psicológica y
desestabilización del Gobierno, creando un clima de "ingobernabilidad".
La quinta y última etapa tiene por objeto forzar la renuncia del Presidente de
turno, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se
mantiene la presión en la calle. Paralelamente, se prepara el terreno para una
intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se
logra el aislamiento internacional del país.
Cuando el golpe de Estado fomentado por la CIA fracasa en Venezuela, en
abril de 2002, el Departamento de Estado recurre al Albert Einstein Institution.
Este aconseja a los dueños de empresas durante la organización del
referéndum revocatorio contra el presidente Hugo Chávez. Gene Sharp y su
equipo guían a los dirigentes de “Súmate” durante las manifestaciones de
agosto de 2004, y no se han retirado. (2)
No es casualidad que en el golpe parlamentario a Fernando Lugo en Paraguay
en el año 2012, la embajadora de los EE.UU de Norteamérica haya sido Liliana
Ayalde, la misma que ocupa ese cargo en Brasil mientras se derroca a Dilma
Rousseff, tampoco lo es la campaña mediática que coordina la CNN
apoyándose en las corporaciones de medios que monopolizan la información
en el continente, guerra de 4° generación la llaman, los cañones, fusiles y las
balas son micrófonos, diarios y televisores blindando las posiciones de las
derechas locales y atacando a las dirigencias populares. Excelente resultado
les dio, bloquearon la reforma constitucional en Bolivia que permitiría reelegir a
Evo Morales, lograron el triunfo del neoliberalismo oligárquico-empresarial-
multinacional en las elecciones de 2015 en Argentina y el impeachment
brasilero del 2017.
Todos éstos instrumentos hoy se coordinan en el ataque a la República
Bolivariana de Venezuela, tras el triunfo electoral de Macri Argentina y el golpe
de Temer en Brasil, consideran que Maduro sería el último gran escollo
estratégico para que se produzca un efecto dominó en la América Latina y el
Caribe, que con las dos grandes economías sudamericanas en caja, y
apropiándose de las reservas petroleras de Venezuela, Cuba y los países del
Alba y el Caricom serían presa fácil. El patio trasero estaría ordenado.
El ataque despiadado contra la Venezuela Bolivariana es un tiro directo sobre
Cuba también, la nueva estrategia del presidente Donald Trump de enfriar las
negociaciones en la normalización de las relaciones diplomáticas con la Mayor
de la Antillas no es casual, la mayoría de los cañones apuntan hoy al
Presidente Maduro y a la Revolución Chavista como prioridad, pero no alejan
de la mira a la Cuba socialista.
La agresividad que muestra la oposición venezolana contra el chavismo en el
gobierno, denunciada ampliamente por ser financiada desde organizaciones
ligadas a la CIA y al Departamento de Estado Norteamericano, más las
presiones impulsadas desde la Casa Blanca y el denominado “departamento
de Colonias” en el que se ha convertido la Organización de Estados
Americanos (OEA), con su Secretario General Luis Almagro, cuyos vínculos
con la CIA han sido denunciados públicamente, demuestran y reafirman la
política injerencista que está aplicando los EE.UU.
La utilización del manual de golpes blandos es un hecho, a la vista hasta para
los que no lo quieren ver, acciones violentas para generar un clima de malestar
en la sociedad, falsas campañas de defensa de los derechos humanos,
manifestaciones y protestas violentas, guerra psicológica y mediática para
generar un clima de ingobernabilidad, para pasar a la última fase: forzar la
renuncia del Presidente Maduro o una intervención extranjera.
Nadie puede negar que detrás de éste plan está Washington y el poder
económico-militar de los Estados Unidos, no necesitaremos esperar a que
desclasifiquen documentos después de 25 o 30 años de los hechos para ver lo
que pasa hoy en Venezuela, tan similar como los hechos ocurridos en el Chile
de 1973 contra el gobierno socialista de Salvador Allende, desabastecimiento y
actos terroristas contra el gobierno financiados e impulsados desde los EE.UU
para desalentar a las fuerzas populares y poner un títere en su reemplazo.
Impulsar la defensa del gobierno de Nicolás Maduro y la Revolución
Bolivariana, es estratégico para la supervivencia de una América Latina
independiente del imperio, que pueda plantearse una integración económica,
política y social, que le permita desarrollar todo su potencial, logrando la
definitiva liberación.
Un baño de sangre militante, como ya ocurriera en Colombia con la Unión
Patriótica en la década de 1980, se avecina si cae la República Bolivariana de
Venezuela en manos de la oposición entreguista y pro yanqui, la brutalidad que
se aplicará en todo su territorio, no solo sobre las conquistas sociales logradas
desde que el Comandante Hugo Chávez alcanzó el poder, sino sobre todo el
pueblo que apoyó y apoya la construcción de una sociedad avanzando hacia el
socialismo del siglo XXI, intentará ser ejemplificadora y aleccionadora para
todos los pueblos del continente que impulsan políticas de cambio,
progresistas, antiimperialistas, igualitarias.
No se debe caer en las falsedades ideológicas que el enemigo planta
permanentemente o en actitudes infantilistas, como hemos visto en las
organizaciones trotzkistas partido obrero e izquierda socialista en Argentina o el
partido socialismo y libertad en Venezuela, que hacen del anti-chavismo una
bandera para (dicen) construir políticas a favor de los trabajadores (sic), son
funcionales al enemigo, si en una guerra se ataca la dirección propia, con
cualquier excusa, se está del lado del bando opositor, y hoy en la Venezuela
Bolivariana se está viviendo un estado de guerra, el pueblo se enfrenta al
imperio y sus lacayos del interior, rémora de esa Cuarta República cipaya,
vividora de las regalías petroleras y hambreadora del pueblo, desplazada del
poder por las fuerzas populares bajo la dirección del Comandante Hugo
Chávez; en ésta situación o se apoya al gobierno del Presidente Nicolás
Maduro o se está en la vereda del imperio norteamericano.
Las diferencias en el campo de la Revolución, que de seguro existen y hay
mucho por corregir y modificar para continuar con el Legado de Bolívar y
Chavez, se deben resolver en el debate político constructivo que plantea la
Constituyente, un instrumento que debe transformarse en la herramienta de la
consolidación del proyecto nacional, popular y revolucionario iniciado en 1989
con el Caracazo, continuó con la rebelión cívico-militar de 1992 y que se
plasmó en 1999 con el triunfo electoral chavista, dando paso a una nueva
etapa de lucha, que no debemos perder, sino, profundizar acabando
definitivamente con las estructuras económicas y políticas que frenan las
transformaciones necesarias, como dijo Fidel Castro en su definición de
Revolución: Cambiar todo lo que deba ser cambiado.

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