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turismo-local-son-pautas-recuperar-ilusion-vacaciones-neurociencia.amp.html
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¿'Mono' de viajar? Trucos de la neurociencia para dar más emoción
al turismo local
SEMANA SANTA
Conocer los mecanismos de recompensa del cerebro pueden
mejorar la experiencia de unas vacaciones de proximidad
Coronavirus | Estado de alarma, vacunación y nuevas
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La mente disfruta cuando le cuentan historias, así que se puede organizar una
ruta de turismo a partir de un episodio histórico o un personaje local
VioletaStoimenova

Rocío Navarro Macías

25/03/2021 07:00Actualizado a 25/03/2021 09:59

Antes de que la pandemia estallara, por estas fechas muchos españoles

estarían a punto de hacer la maleta hacia destinos alejados de nuestras
fronteras. Pero viajar en tiempos de la covid se ha convertido en una
actividad de riesgo. La facilidad de contagio y el temor a los rebrotes han
obligado a cercar comunidades, provincias e incluso municipios. Una
situación que ha redefinido el concepto de la que era una de las
actividades de ocio más disfrutadas: viajar.

Después de un año de movilidad restringida, pesa más mantenerse en el

territorio en el que se reside durante las vacaciones. Pero la neurociencia
indica que viajar, aunque sea conocido el destino, tiene grandes
beneficios. Por ejemplo, se generan neuronas gliales relacionadas con el
descubrimiento y con la motivación para aprender.
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“Los beneficios de cualquier viaje, exótico o no, sobre el cerebro son

innumerables: mejora el estado de bienestar, la atención, la reserva
cognitiva, la capacidad de aprendizaje, y se activa la curiosidad”, indica
José Antonio Portellano, neuropsicólogo y profesor de la Universidad
Complutense de Madrid.

De hecho, explorar lugares exóticos no aporta mayores beneficios que

recorrer entornos que ya se conocen. “El núcleo accumbens es una
pequeña estructura situada en la base del cerebro que se considera el
centro del placer y la recompensa. Se activa cuando realizamos
actividades placenteras, pero no se activa igual en todas las personas
cuando se viaja, porque hay personas que disfrutan más de lo que ya
conocen”, matiza el psicólogo clínico.

Los beneficios de cualquier viaje, exótico o no, son

innumerables
José Antonio Portellano

En todo caso, si la idea del turismo local no resulta demasiado

satisfactoria, existen pautas para ponerle más emoción basadas en los
descubrimientos de la neurociencia.

1
Cambiar la actitud mental
Acomodar expectativas
Hace algo más de un año volar al otro lado del Atlántico estaba al
alcance de muchos bolsillos. Los viajes de larga distancia se habían
democratizado y las expectativas de la población respecto a ellos
también. Pero la pandemia ha transformado por completo las
circunstancias. Ahora, el turismo doméstico es la tendencia más segura
e imperante. Pero, ¿cómo hacer que un cerebro en el que lo exótico y
lo lejano eran expectativas reales se acomode a disfrutar de lo ya
conocido?
“Se atribuye a Albert Einstein la frase: si quieres que las cosas
cambien, trata de hacerlas de otra manera. Si tenemos que viajar a
lugares ya conocidos, debemos cambiar nuestra actitud mental,
fijándonos en los aspectos positivos que proporciona cualquier viaje”,
recomienda Portellano.
2
Apreciar los pequeños detalles
Una puesta de sol, una propuesta gastronómica, un
acompañante...
La compañía, las condiciones climáticas o el entorno tienen la
capacidad de provocar un efecto transformador en cualquier lugar,
aunque sea conocido. “El cerebro siempre está activo, en ebullición, y
se nutre de las experiencias novedosas, aunque también es posible
potenciar el bienestar cerebral focalizando, poniendo en valor y
acentuando la importancia de los pequeños detalles, incluso aunque
conozcamos el lugar que vamos a visitar. Al fin y al cabo, un viaje no es
solo el viaje, sino los factores que acompañan al mismo”, comparte
Portellano.
El psicólogo indica cómo una puesta de sol, la propuesta gastronómica
de un restaurante o la compañía de los seres queridos pueden
aumentar la satisfacción del viaje y, al mismo tiempo, estimular el
bienestar cerebral.
3
Modificar la fórmula
Actividades o rutas que den otra perspectiva
Desde pernoctar en un hotel del propio municipio hasta recorrerlo en
tren, bicicleta o hacer un roadtrip por la provincia son actividades que
pueden ofrecer otra perspectiva de la realidad y, a la vez, activar el
cerebro. Alexia De la Morena, doctora en neurociencias aplicadas y
comportamiento humano, recomienda utilizar herramientas como
el storytelling para ayudar a plantear una nueva narrativa. “A nuestra
mente le encanta que nos cuenten historias, nos encanta que nos
seduzcan y sorprendan”, comenta la neuropsicóloga.
Para ello se puede recurrir a la propia historia de nuestro entorno y
organizar una ruta inspirada en ella, o hacerlo en torno a un personaje
ilustre del lugar. O, por qué no, poner a trabajar la imaginación y crear
un recorrido siguiendo una propuesta fantástica.
4
Plantear experiencias que nos gusten
Lo que activa el cerebro no es el lugar sino las emociones
positivas
Si el primer café de la mañana supone un acto placentero, el cerebro
seguirá disfrutando de este ritual, sin importar las veces que se repita.
“Nuestro cerebro emocional, presidido por el sistema límbico no solo
necesita nuevas experiencias o emociones intensas, sino que las que
sintamos sean positivas, independientemente de cuál sea el destino
donde viajemos. Cuando saboreamos un plato apetitoso liberamos
endorfinas y tenemos sentimientos de bienestar, aunque lo hayamos
comido en muchas ocasiones”, comparte el psicólogo.
El experto indica como, por ejemplo, podemos visitar muchas veces el
mismo parque de atracciones o la misma pista de esquí y no por eso
dejamos de sentirnos bien. “Viajar a lo ya conocido puede activar el
cerebro si lo acompañamos de emociones positivas”, añade.
5
Fomentar el deseo
Planificar y compartir la experiencia
Reforzar las ganas de salir de viaje en las inmediaciones del lugar de
residencia es algo que se puede trabajar. “Es posible incidir en las
emociones positivas relacionadas con un viaje fomentando el deseo.
Para ello es importante activar un plan de cinco fases: sueño o idea,
búsqueda de información, planificación y reserva, experimentación y
compartir la experiencia vivida con otras personas”, aconseja de la
Morena.
6
Observar y disfrutar los cambios
El paso del tiempo es un gran aliado
Hay que tener en cuenta que el cerebro es un órgano en
transformación constante, por lo que suele percibir nuevos matices en
situaciones que ya le son familiares. “Incluso cuando paseamos por una
calle conocida, el cerebro es capaz de prestar atención a pequeños
detalles cambiantes: un comercio nuevo, el paso de gente distinta, los
olores, sabores, tráfico…”, comparte el psicólogo.
Por otra parte, esa misma evolución hace que perciba la experiencia de
un mismo lugar diferente simplemente por el paso del tiempo. “Cuando
releemos un libro o vemos de nuevo una película, nuestra reacción
nunca es igual, porque el cerebro ha cambiado y nos obliga a tener una
óptica diferente sobre el objeto”, explica Portellano.
Por ello, sea cual sea el destino, la experiencia para el cerebro suele
ser positiva. Como indica la neuropsicóloga: “Al viajar se aumentan las
conexiones neuronales y se refuerza nuestra memoria a corto y a largo
plazo”.
7
Mostrar entusiasmo
Las circunstancias no se controlan, cómo afrontarlas sí
La pandemia ha demostrado que no se pueden controlar las
circunstancias, pero sí la actitud con la que se afrontan. De hecho,
tener una disposición positiva hacia los acontecimientos desencadena
una serie de reacciones en el mismo sentido. “Si nos entusiasmamos
ante la posibilidad de viajar, seguro que resulta más placentero.
Alejemos los pensamientos negativos de nuestro plan de viaje”, sugiere
Portellano.
Ideas
Técnicas para hacer más placenteras nuestras andanzas de
proximidad
1. Prestar atención. Focalizar la atención sobre los aspectos positivos
y placenteros, aunque tengan poca importancia. El experto propone
fijarse en los edificios, el paisaje o la naturaleza que nos rodean, ya que
potencian los sentimientos de bienestar emocional, el bienestar
cerebral. Este fenómeno sucede porque todas las emociones informan
al cerebro y le obligan a modificar su actividad, ya que disfruta de la
novedad.

2. Practicar la biofilia o el sentido de conexión con la naturaleza.

“Pasear por la naturaleza, por un bosque, produce efectos
positivos sobre nuestra salud mental y genera modificaciones en la
circuitería cerebral”, asegura Portellano. Además, a través de biofilia se
consigue bajar la presión arterial y disminuir los síntomas de estrés.
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