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Según el viejo código son bienes de dominio público las calles, plazas, caminos,
canales, puentes y cualquier otra obra pública construida para utilidad o comodidad
común.
Elementos:
-Subjetivo: Ningún particular puede ser titular de tales bienes. Su titular es el estado,
ya sean nacionales, federales, provinciales o municipales.
-Objetivo: Pueden integrar el dominio público cualquier clase de bienes. Esto incluye
los bienes inmateriales y derechos.
-Normativo: No puede haber un bien de dominio público sin que la ley lo considere.
Caracteres:
Pulles
El Estado (tanto el Nacional como el provincial y el municipal) pueden ser titulares de
dominio sobre distintos bienes. En algunos casos ese dominio se ejercerá en los
términos del derecho civil, con pequeñas alteraciones, y se identificará como "dominio
privado" del Estado. Pero en otros, se caracterizará por su destino y otros factores que
justificarán la aplicación de un régimen jurídico especial, típico del derecho público. Allí
aparece el dominio público del Estado. El Código Civil vigente desde el 1 de enero de
1871, aclaraba puntualmente esas dos especies de dominio en su artículo 2339.
El dominio público está integrado por todos aquellos bienes de propiedad del Estado,
destinados al uso público directo o indirecto de los habitantes, a los que el orden
jurídico atribuye tal condición para someterlos a un régimen jurídico sustancialmente
diverso del que regula el dominio privado y propio del derecho público.
Elementos:
-Subjetivo: Los autores nacionales afirman que estos bienes no pueden ser
considerados res nullius, es decir "cosa de nadie", pues en tal caso serían susceptibles
de apropiación por los medios previstos en el derecho privado, extremo que no ocurre.
Existen varias opiniones doctrinarias para decidir quién es el titular de estos bienes.
Algunos afirman que es propiedad del pueblo, el estado no posee un derecho de
propiedad sobre los bienes pero si tiene un poder de policía que puede ejercer para
resguardarlos. Otros autores consideran que la propiedad corresponde al Estado y que
éste tiene sobre su dominio público un derecho de naturaleza pública de la misma
especie que el derecho de propiedad pero que se diferencia de éste tanto en lo que se
refiere a la facultad de goce como de disposición
b) las aguas interiores, bahías, golfos, ensenadas, puertos, ancladeros y las playas
marítimas; se entiende por playas marítimas la porción de tierra que las mareas
bañan y desocupan durante las más altas y más bajas mareas normales, y su
continuación hasta la distancia que corresponda de conformidad con la legislación
especial de orden nacional o local aplicable en cada caso;
c) los ríos, estuarios, arroyos y demás aguas que corren por cauces naturales, los
lagos y lagunas navegables, los glaciares y el ambiente periglacial y toda otra agua
que tenga o adquiera la aptitud de satisfacer usos de interés general,
comprendiéndose las aguas subterráneas, sin perjuicio del ejercicio regular del
derecho del propietario del fundo de extraer las aguas subterráneas en la medida de
su interés y con sujeción a las disposiciones locales. Se entiende por río el agua, las
playas y el lecho por donde corre, delimitado por la línea de ribera que fija el
promedio de las máximas crecidas ordinarias. Por lago o laguna se entiende el agua,
sus playas y su lecho, respectivamente, delimitado de la misma manera que los ríos;
f) las calles, plazas, caminos, canales, puentes y cualquier otra obra pública
construida para utilidad o comodidad común;
ARTICULO 236.- Bienes del dominio privado del Estado. Pertenecen al Estado
nacional, provincial o municipal, sin perjuicio de lo dispuesto en leyes especiales:
b) las minas de oro, plata, cobre, piedras preciosas, sustancias fósiles y toda otra de
interés similar, según lo normado por el Código de Minería;
d) las cosas muebles de dueño desconocido que no sean abandonadas, excepto los
tesoros;
e) los bienes adquiridos por el Estado nacional, provincial o municipal por cualquier
título.
-Normativo: Solamente la ley puede servir de fundamento para que un bien tenga
carácter dominial. Existe consenso entre los autores en cuanto a la jerarquía legal de la
norma que exteriorice tal decisión y ésta es el Congreso de la Nación, por tratarse de
una facultad que las provincias han delegado a éste a través de la Constitución
Nacional, al delegar en aquél la facultad de redactar el Código Civil.
ARTÍCULO 237.- Determinación y caracteres de las cosas del Estado. Uso y goce. Los
bienes públicos del Estado son inajenables, inembargables e imprescriptibles. Las
personas tienen su uso y goce, sujeto a las disposiciones generales y locales.
- El dominio público natural está formado por el conjunto de bienes cuya existencia
física no es el resultado de la obra del hombre, ya que existen como tales en la
naturaleza — los ríos o lagos— y el legislador simplemente declara su pertenencia al
dominio público en su estado natural, teniendo en cuenta que están destinados al uso
directo o indirecto de los habitantes.
- Mientras que, el dominio público artificial comprende aquellos bienes declarados así
por el legislador, pero su creación o existencia depende de un hecho humano que
modifica la naturaleza —como los caminos y los puentes—
El asentimiento de la autoridad competente, el cual puede ser expreso (por ley o acto
administrativo) o tácito (por hecho administrativo).
La afectación, además, debe ser actual, o sea que el bien debe estar real y
efectivamente afectado al uso o servicio público
La afectación debe ser efectiva, de tal modo que los habitantes puedan ya mismos usar
el bien
En otras palabras, la desafectación no actúa como causa extintiva del dominio sino
simplemente como modificatoria del régimen jurídico de derecho público que se le
aplicaba, que pasará a regirse sustancialmente por las previsiones del derecho privado.
Así, la titularidad del bien, por principio, seguirá correspondiendo al Estado pero éste
se hallará en condiciones de disponer de él en las formas que establece el
ordenamiento. La desafectación provoca el cese de los derechos de uso común o
especial, las consecuencias derivadas del carácter de inalienable del bien de dominio
público y los accesorios del bien pierden su carácter dominical.
Si se desafecta un bien de dominio público natural, hay que distinguir entre la mera
desafectación que deja subsistente la individualidad de la cosa y la desafectación por
transformación del bien, que en tal supuesto cambia de individualidad. En el primer
caso, se opera un cambio de condición jurídica, mientras que en el segundo, se
produce un cambio físico, que genera consecuencias legales. El cambio físico del bien
puede ser producto de hechos administrativos, es decir, por comportamientos
materiales de la administración que implican una modificación a los caracteres físicos
del bien público natural, que hace posible su incorporación al dominio privado del
Estado o de los particulares. Ello ocurre en el caso de obras públicas que provocan la
desecación de un río o con las tierras ganadas al mar o a los ríos.
Si se desafecta un bien del dominio público artificial, se podrá hacer de forma formal
(Un simple acto administrativo), en virtud a los hechos (Se verifica cuando el bien
pierde su aptitud para la utilidad o comodidad común por hechos de la naturaleza o de
terceros, siempre que cuenten con el asentimiento indubitable de las autoridades,
mientras actúen en el ejercicio legítimo de sus competencias.) o por el uso no
inmemorial (Es admitido por la doctrina en general, la que resulta de la falta de uso
público del bien, o de la ausencia de ejercicio de las potestades estatales, durante un
largo tiempo. Para Marienhoff, traduce una forma de desafectación tácita por hechos
humanos, pero sólo procede respecto de bienes del dominio público artificial, siempre
que se cumplan ciertos requisitos, entre ellos la "indudable aquiescencia de las
autoridades", no bastando el simple no uso por parte de los administrados)
Los usos que pueden darse a los bienes del dominio público se dividen en dos grandes
grupos: a) comunes y b) especiales. Ambos usos se regulan por el derecho
administrativo y pueden ser gratuitos u onerosos, ya que la gratuidad no constituye
una cualidad inherente al dominio público. El uso es regulado únicamente por el
derecho administrativo.
El uso común Es el uso que pueden realizar todas las personas en forma directa,
individual o colectivamente, por su sola condición de tales, sujetándose a la obligación
de observar las disposiciones reglamentarias dictadas por la autoridad competente.
Por ejemplo, el tránsito por las vías y lugares públicos, la consulta de libros en las
bibliotecas públicas, etc. El uso común se caracteriza por ser:
El uso también puede ser especial, no satisface en forma inmediata y principal las
necesidades colectivas, sino que supone, a partir de un acto expreso emanado de
autoridad competente, de otorgar a un particular un derecho para acrecentar su esfera
de acción y su desarrollo económico. Se caracteriza por ser:
a) Reglado: sólo pueden adquirir un derecho privativo de los bienes del dominio
público, los que hayan reunido los requisitos fijados por la autoridad estatal.
b) Oneroso: tal carácter surge del acto administrativo que otorga el permiso o la
concesión. El canon que paga el usuario es la justa contrapartida por el
beneficio patrimonial que se le otorga.
c) Personal: es la diferencia subjetiva fundamental con el uso común, porque
quien se aprovecha de este uso especial se trata de alguien perfectamente
individualizado que no puede, salvo autorización expresa, ceder o transferir ese
derecho.
d) Limitado: es la regla de buena política administrativa que los bienes del
dominio público que se conceden en uso privativo, lo sean por un período
determinado de tiempo, porque tratándose de un bien destinado a satisfacer
normalmente el interés general, no podría nunca enajenarse su uso en forma
permanente, lo que contradiría su misma razón de existir
Generalmente, el uso especial de bienes del dominio público se otorga por el Estado a
través de "permisos", esencialmente revocables por la Administración, o de
"concesiones de uso", que constituyen verdaderos contratos administrativos que
otorgan derechos subjetivos que obligan al Estado a mantener el derecho otorgado al
concesionario.