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LA MALDICIÓN DE STRAHD

CA MPA ÑA DND 5E

• Fionn: Explorador - Humano


• Jesus: Monje - Mediano
• Muerte: Brujo - Tiefling
• Saske: Guerrero - Humano
• Master pnj: Sanador – Compinche humano

TIRA D A TA ROK K A

1. El tomo de Strahd: 4 de glifos – Pastor: Encontrad a la madre, la misma que dio


a luz al mal. (Tumba del Rey Barov y la reina Ravenovia.) Cap.4, zona K88
2. El símbolo sagrado de Ravenkind: 7 de monedas – Ladrón: Lo que buscas se
encuentra en el cruce de caminos de la vida y la muerte, entre los muertos
enterrados. Cementerio en el cruce de caminos del río Ivlis (Cap.2, zona F)
3. La espada solar: 9 de estrellas – Adivino: Veo un pueblo muerto, ahogado por
un río, gobernado por alguien que ha traído un gran mal en al mundo. Cabaña
Baba Lysaga (Cap.10, zona U3)
4. El enemigo de Strahd: Las nieblas: Una vistana deambula sola por esta tierra en
busca de su mentor. No permanece mucho tiempo en un mismo lugar.
(Ezmerelda d’Avenir. Abadía de Santa Markovia.) Cap 8 area S19.
5. Strahd: Reina de corazones – Inocente: Él mora con el que su sangre
derramada selló su condena, un hermano cuya luz fue apagada demasiado
pronto. Strahd se enfrenta a los personajes en la tumba de Sergei (área K85).

Vosotros, intrépidos aventureros, os adentráis en el oscuro corazón de un bosque que


se cierne sobre vosotros como un manto de sombras. Los árboles altos y retorcidos se
alzan en un silencio ominoso, sus ramas entrelazadas formando una bóveda que
apenas deja pasar la luz del día. La penumbra que reina aquí parece absorber la
propia esencia de la luz, creando una oscuridad que inspira inquietud.

Los susurros del viento a través de las hojas secas y marchitas os envuelven, resonando
como suspiros de almas atrapadas. Vuestras pisadas crujen sobre una alfombra de
hojas caídas, pero el sonido se amplifica y se distorsiona, como si el bosque mismo
susurrara secretos incomprensibles. Las sombras danzan entre los troncos, tomando
formas insólitas que parecen retorcerse y contorsionarse a vuestra llegada.

A medida que avanzáis, la maleza espesa y retorcida se cierra a vuestro alrededor,


como si el propio bosque estuviera decidido a manteneros cautivos en su abrazo
oscuro. Los arbustos espinosos se entrelazan, atrapando vuestras capas y ropajes,
como si intentaran aferraros con manos invisibles y frías.
En medio del silencio ominoso, los llantos desgarradores de una niña rompen la
tranquilidad del bosque. Al acercaros, descubrís una escena desgarradora: una
pequeña figura se encuentra junto a los cuerpos inertes de sus padres, cuyas formas
yacen enredadas en lo que parece ser una maraña de engendros vegetales que los
acechan. Las lágrimas de la niña caen como gotas de dolor sobre la tierra.

Mientras tratáis de entender la tragedia que se desarrolla ante vosotros, gruñidos


guturales resuenan desde la oscuridad circundante, sugiriendo la presencia de
criaturas indescifrables. Los engendros, parecidos a plantas, pero deformes y siniestros,
se agitan entre la maleza, como sombras vivas acechando en la penumbra.

C A MIN O, B OS QUE S VA LIC H Y RÍO IVLIS .

Negros estanques de agua se extienden como espejos siniestros en este embarrado


sendero y sus alrededores. En ambos lados de su trazado, árboles gigantes se
entrelazan formando una especie de muralla vegetal.

Unos altísimos árboles, cuyas copas se pierden en la niebla gris, dejan pasar solo una
luz mortecina que se filtra entre sus ramas retorcidas. Los troncos, extrañamente
cercanos unos a otros, contribuyen a la creación de un paisaje envuelto en un silencio
sepulcral que parece contener un grito ahogado.

En el aire, un rastro de hedor a muerte se cierne, envolviéndoos en una atmósfera aún


más lúgubre. El penetrante olor os guía hasta un cadáver humano semienterrado entre
los matorrales, a unos quince pies del camino. Se trata de un joven plebeyo, cuyas
ropas embarradas están rasgadas y llevan las marcas de zarpazos. El cuerpo, ya
visitado por cuervos hambrientos, yace rodeado por huellas de animales. Es evidente
que el hombre ha estado muerto varios días. En una de sus manos crispadas, se
encuentra un sobre arrugado, con una gran B marcada en su sello de cera.

A lo lejos, vislumbráis un río que serpentea por el valle, tan limpio como un cielo azul
invernal. Sin embargo, la aparente serenidad del paisaje acuático contrasta de
manera inquietante con la morbidez y la desolación que rodea vuestro actual paraje.

A LD EA D E B A ROVIA

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