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Textiles Carbonizados de Tlatelolco

Los textiles son un referente de la historia de los cuales se desprenden aspectos como el

social y cultural, que terminan dando cuenta de muchas dinámicas en las que se implica la

producción de un bien material, es por esto que en general los textiles son una fuente muy

grande de información que a través de su materialidad nos vinculan directamente a un punto

en específico.

Para una comunidad el ser reconocido es símbolo de identidad, los textiles son un

punto a favor del generar una distinción ante otros individuos, esto se debe a que muchos de

los elementos como los materiales constitutivos y/o decoración están completamente

condicionadas por el medio en el que se desarrollan, por ejemplo, en Mesoamérica el algodón

es un material bastante utilizado porque es una región en la que se da de manera abundante

esta fibra y con decoraciones que por lo general están asociadas directamente con los

elementos disponibles de su entorno, y aunque es un material que se da en todo el mundo es

completamente posible hacer un diferenciación entre una producción mexica a una europea o

egipcia.

Además, el generar un dominio sobre el medio permite que los individuos puedan

empezar a generar actividades secundarias, las cuales permiten procesar los elementos

brindados a través del ambiente en el cual se desarrollan, generando un conocimiento

especializado que nos lleva a la creación de elementos en los cuales se ve reflejado todo un

trasfondo en el que también se crean y se asocian valores fuera de lo material, generando

abstracciones y manifestaciones que también dan un sentido de identidad dentro de su

comunidad, todo atraves del fin de poder cubrir una necesidad básica como lo es la

indumentaria.
Como punto central de este escrito se tendrá a los textiles carbonizados del proyecto

de excavación del templo mayor de Tlatelolco. Este lugar se encuentra dentro de lo que hoy

se conoce como CDMX (ciudad de méxico), dentro de la alcaldía Cuauhtémoc en una lugar

que se nombró como plaza de las tres culturas, esto por su contexto en el cual se han

vinculado diferentes culturas y perspectivas a lo largo de la historia de este territorio.

La ocupación de este territorio comienza con grupos migratorios que venían del norte,

los cuales se terminaron estableciendo dentro del islote del lago de valle, teniendo que pasar

por muchos procesos como un primer contacto con los poblados que ya habitaban los

alrededores del lago, como azcapotzalco y culhuacán, participando en alianzas y conflictos

bélicos que terminaron sentando las bases de los que se conocía como Tlatelolco (Guilliem,

1999); su establecimiento data en el período posclásico mesoamericano, aproximadamente en

el 1338 que es el año en el que se cree que fue fundada la ciudad.

Las fuentes de producción después del contacto con los españoles nos dice que era

una ciudad con un tianguis inmenso, en el cual existían dinámicas bien implementadas y

acatadas por los tlatelolcas, en el cual comerciantes de toda mesoamérica pasaban a vender

parte de la oferta de productos que ofrecían, desde productos de necesidad básica como

alimentos hasta productos para una producción más especializada como lo era el Tzacutli

popochtli, el cual se puede traducir como engrudo aromático, empleado como adhesivo

(Martinez, 1970).

Además tenían un templo mayor como en la ciudad vecina de Tenochtitlan, dedicado

a las deidades de Tlaloc y Huitzilopochtli, en el cual también contaban con adoratorios


secundarios que estaban dedicados para deidades como Ehecatl, los cuales estaban ligados

directamente a las actividades realizadas por parte de los habitantes de esta comunidad.

En la actualidad el proyecto arqueológico de Tlatelolco está concentrado en los

vestigios del templo mayor, en el que se han efectuado excavaciones en las cuales se han

extraído varios objetos que dan evidencia e información de la ocupación que tuvo este sitio

en épocas prehispánicas. El proyecto también desprende comisiones para brindar

acompañamiento durante la construcción del complejo habitacional de Nonoalco-Tlatelolco,

esto porque dicho complejo abarca 11 de los 18 calpullis (Guilliem, 2008).

Las primeras excavaciones se llevaron acabado durante los años 60´s, aquí se recopiló

información de las ofrendas localizadas así como un registro de sus ubicaciones, pero esto se

tuvo que suspender y volver a enterrarse por los conflictos suscitados durante

septiembre-octubre de 1968, en el que el día 2 de octubre se tuvo una de las mayores

matanzas en la historia del país. Tras muchos años de estar frenado se retoman las

actividades, en el que el trabajo interdisciplinario cumplio un papel importante, de 1987 a

1989 se logran extraer 54 ofrendas localizadas frente a la plataforma de acceso del templo al

dios del viento Ehécatl, de las que se desprenden 2058 elementos distintos entre los que se

encuentran figurillas de cerámica, elementos orgánicos como semillas de maíz y elementos

asociados a los individuos enterrados dentro de las ofrendas (Guilliem, 2008).

Dentro de los objetos encontrados hay algunos en particular que resultan ser una joya,

los textiles carbonizados; es sabido que dentro de los bienes extraídos por la arqueología

mexicana los textiles son poco común de encontrar, esto por las condiciones del suelo en el

que los territorios excavados se encuentran, suelen ser condiciones extremas en el que las
fibras se ven sumamente deterioradas y en su mayoría degradadas por completo, una

humedad sumamente elevada junto a condiciones de Ph extremo son las condiciones que

hacen que las fibras sean atacadas por microorganismos y no prevalezcan hasta nuestros días.

Los casos excepcionales suelen ubicarse en contextos con una humedad relativa

sumamente alta pero con condiciones de Ph neutro y completa oscuridad, en el que el agua es

lo único que le da cohesión al remanente de las fibras tras disolver parte de los componentes

de las fibras, también en contextos sumamente secos como en cuevas ubicadas al norte del

país, contextos de enterramiento en el que los objetos de cobre depositados generan

condiciones antimicrobianas en el que los textiles no son degradados por microorganismos o

como es el caso de varios textiles de procedencia mexica que se encuentran carbonizados y

que gracias a este procesos asociado al momento del enterramiento se conservan como

carbón (Lascurain, 2012) .

En varias de las 54 ofrendas del templo de Ehécatl de Tlatelolco se encontraron

textiles que lograron conservarse ya que estaban carbonizados, esto se asocia directamente a

las costumbres y rituales que se hacían durante los procesos de ofrenda. Los datos que nos

dan estos enterramientos y por temporalidad, alrededor de 1450-1458, se cree que fueron

realizadas con intención de pedir a Ehecatl y a los dioses asociados a la fertilidad que

brindaran las condiciones en el ambiente para una próspera producción de alimentos y

productos básicos de primera necesidad, esto porque durante este periodo se tiene registro de

que hubo una gran sequía, la cual se cree que es resultado de una explotación prolongada de

los recursos, desatando cambios en el ecosistema que generaron grandes sequías, generando

problemas dentro de la sociedad tlatelolca como la hambruna.


Dentro de los conjuntos de entierros rituales está el caso específico de la ofrenda 5

con el entierro 12, el cual presenta varios fragmentos textiles de algodón depositados dentro y

alrededor de un cesto que se encontraba esquinado sobre un montículo de arcilla, también

presentaba huellas de una cremación. En general este proceso de cremación de los objetos es

bastante recurrente en algunas ofrendas encontradas en Tlatelolco e incluso presente en

algunas ofrendas de la misma temporalidad encontradas en Templo Mayor en el centro de la

CDMX. Además, dentro del conjunto de la ofrenda 5 se encontraron los huesos de una

infante, junto a otros elementos como vasijas y figurillas cerámicas con alusiones directas a

dioses como Ehecatl y Quetzalcoatl, figurillas de hueso tallado, malacates, elementos de

madera que por sus características están asociados al telar de cintura, una aguja de hueso,

navajillas de obsidiana y restos de semillas de maíz, chía, calabaza, chile y amaranto

(Guilliem, 2008).

En específico, los textiles encontrados se asocian a la infante encontrada en las vasijas

del conjunto, son 42 fragmentos de los que se encontró que eran de varias prendas de las

cuales se piensa que pueden pertenecer a un quechquemitl, una prenda femenina usada por

grupos nahuas que cubre la parte superior del trozo, una manta que cubría por completo la

cesta, la misma cesta que estaba elaborada con fibras rígidas y con tramas y urdimbres

diagonales, además de enredos y atavíos demás, los cuales tenían ligamentos varios como

tafetán, brocados y sargas; sobre la decoración se conoce muy poco o en realidad nada, esto

se debe a que tras la carbonización de las fibras no quedaron remanentes del color o de

decoraciones, lo único que se pudo determinar fue el tipo de ligamento que presentaban.

Los objetos dentro de la ofrenda, además de estar vinculada a los dioses, también se

relacionan con la actividad del tejido, esto se puede explicar a través de la asignación de
actividades por género, en la que las mujeres al dedicarse a las acciones dentro del hogar, el

tejido era una de esas actividades asignadas, en la que existe una grande y fuerte tradición en

el que el conocimiento se transmitía de generación en generación, donde al nacer se le

asignaban elementos para el tejido, esta herencia de elementos se conoce como Itlapial

(Guilliem, 2008), donde la madre brinda de herramientas como el malacate, agujas de hueso,

palos y machete para el telar de cintura, todo esto junto a imágenes de deidades asociadas a la

fertilidad, todo entregado en una cesta tejida, la cual podría ser de cualquier material

disponible, además estas pertenencias eran enterradas con sus dueñas, haciendo que esto

brindará un mayor acogimiento durante su travesía en el otro mundo.

Si se hace una comparación de los elementos encontrados en el conjunto del entierro

12 con los elementos del Itlapial resulta que prácticamente son los mismo elementos

(Guilliem, 2008), se piensa que de hecho los objetos ofrendados realmente son un Itlapial que

se le brindó a la niña durante sus primeros años de vida. En el códice tributario que se conoce

como el códice mendocino hay varios folios en los que se ilustran y describen las actividades

asignadas tanto a niños como a las niñas, donde el padre se encargaba de enseñar a los

varones y la madre le enseñaba las actividades a las mujeres, se ilustra que desde niñas

observaban como la matriarca se dedicaba al tejido, desde el uso del malacate para hilar

algodón hasta el uso del telar de cintura, incluso dentro de los objetos tributados hay mucho

material para la producción textil y textiles ya terminados listos para el uso.

En general, la tradición textil entre los grupos mexicas es bastante relevante, el

comprender los usos y costumbres alrededor de esta actividad nos abre un panorama más

completo y amplio de cómo es que se manejan estos grupos, en donde la complejidad de sus

creencias y objetivos radican en la cotidianidad de sus actividades, no es casualidad que está


el entierro 12 tuviera una asociación completa a los textiles y a su producción, esto porque

esta actividad se encuentra vinculada estrechamente a las deidades de la fertilidad, donde se

trata de remediar y cubrir las necesidades inmediatas ante las adversidades del momento,

como lo era por las grandes sequías que se sufrieron en el territorio mientras ellos lo

habitaban, demostrando que la ritualidad e incluso su religión están completamente adheridas

a su percepción del mundo, lo que son y cómo esto los une o separa de otros grupos con los

cuales tienen contacto.

En la actualidad el tener un vestigio material del pasado no hace tener una vinculación

y una mejor entendimiento del mismo, esto a través de una comparación y corroboración con

las abundantes fuentes producidas durante el siglo XVI. Los textiles carbonizados de

tlatelolco son un ejemplo claro de esto, que gracias al ritual de enterramiento y las

condiciones que se mantuvieron bajo tierra se pudieron mantener hasta el momento en que

fueron descubiertos y posteriormente desenterrados, aunque muchas veces esto no suele ser

suficiente, gracias a las labores interdisciplinarias es que estas herencias culturales materiales

se pueden preservar hoy en dia. El apoyo de la restauración en este bien fue primordial, sin

los procesos realizados para su retiro de las ofrendas y posteriormente un lavado y

consolidado no se tendría la valiosa información que se tiene hoy en día tras el análisis textil,

además de ser un caso excepcional ya que los textiles arqueológicos en México son

sumamente escasos y se dan bajo condiciones muy específicas.

Es por esta razón que las preservación de las herencias culturales es un ejercicio que

nos ayuda a un mejor entendimiento del devenir histórico de las comunidades establecidas en

un territorio determinado, en nuestro caso serían los asentamientos nahuas dentro del valle de

méxico, el conocer y preservar nos llevan a la difusion y transmision del conocimiento, en el


que el entendimiento y contextualización de los elementos del pasado nos llevan a un proceso

de creación de comunidades/sociedades con rasgos similares, en otras palabras el

conocimiento del pasado es un ejercicio que nos lleva a un entendimiento del presente y de

paso forma identidades a través de un discurso en el que se conjuntan rasgos dentro de un

grupo de individuos.

Anexos

Figura 1. Adaptado de “Textiles arqueológicos de Tlatelolco” Fragmentos de textiles


encontrados en Tlatelolco [fotografía] (p. 42) por S. Guilliem Arroyo, 2008, La conservación de
los textiles en el INAH (v. II).
Figura 2. Adaptado de “Textiles arqueológicos de Tlatelolco” Fragmentos de textiles
encontrados en Tlatelolco [fotografía] (p. 41) por S. Guilliem Arroyo, 2008, La conservación de
los textiles en el INAH (v. II).
Figura 3. Adaptado de Códice Mendoza
Referencias

Códice Mendoza. https://polemologia.files.wordpress.com/2014/07/codicemendoza.pdf

García Lascuráin, G. (2012). Tejidos carbonizados: Un ejemplo de conservación textil

en el México prehispánico en S. Guilliem(ed.) In Museo de sitio de Tlatelolco (pp. 167-179).

[Instituto Nacional de Antropología e Historia, Universidad Nacional Autónoma de México]

Guilliem Arroyo, S. (1999). Ofrendas a Ehécatl Quetzalcóatl en México Tlatelolco.

Instituto Nacional de Antropología e Historia

Guilliem Arroyo, S. (2008). Textiles arqueológicos de Tlatelolco en K. Perdigón(ed.)

La conservación de los textiles en el INAH (v. II, pp. 13-46). [Instituto Nacional de

Antropología e Historia, Consejo nacional para la cultura y las artes.]

Guilliem Arroyo, S. y López Luján. L. (2016). Mexica Textiles: Archaeological Remains

from the Sacred Precincts of Tenochtitlan and Tlatelolco en L. Bjerregaard y A. Peters(eds.)

PreColumbian Textile Conference (V. VII). Universidad de Copenhague.

Instituto Nacional de Antropología e Historia. (s.f.). Sitio Prehispánico: Explorando la

historia prehispánica. Mediateca Instituto Nacional de Antropología e Historia. Recuperado

de https://mediateca.inah.gob.mx/islandora_74/islandora/object/sitioprehispanico%3A2266

Martinez Cortez, F. (1970). Pegamentos, gomas y resinas en el México prehispanic.

Resistol, S.A.

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