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«Imago repræsentativa passionis Christi»: La esencia del sacrificio eucarístico según Santo

Tomás de Aquino
Author(s): Štěpán M. Filip
Source: Angelicum , Vol. 90, No. 4 (2013), pp. 1029-1058
Published by: Pontificia Studiorum Universitas a Sancto Thomas Aquinate in Urbe
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/10.2307/26392433

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ANGELICUM 90 (2013) 1029-1058 1029

«Imago repræsentativa passionis Christi»:


La esencia del sacrificio eucarístico
según Santo Tomás de Aquino

Štěpán M. Filip O.P.


Cyrilometodějská teologická fakulta Univerzity Palackého Olomouc
Pontificia Università San Tommaso d’Aquino Roma

Introducción: status quæstionis*

“[…] al decir Eucaristía, lo que en realidad decimos es Jesús”1. Estas


palabras breves, pero densas del gran teólogo Armando Bandera O.P.
indican que la Eucaristía no es otra cosa que Cristo mismo, presente, sa-
crificado y comunicado por medio de las especies eucarísticas del pan y
del vino. Si tomamos en mano los manuales modernos sobre la Eucaris-
tía, encontramos en ellos casi siempre tres partes principales: la primera
sobre la Eucaristía en cuanto presencia real de Cristo; la segunda sobre la
Eucaristía en cuanto sacrificio; y la tercera sobre la Eucaristía en cuanto

*
Este artículo es una síntesis de nuestra tesis doctoral «Imago repræsentativa passio-
nis Christi»: L´essenza del sacrificio della Messa nella sua parte formale secondo San
Tommaso d’Aquino. Olomouc – Roma, Matice cyrilometodějská – P.U.S.T. Angelicum,
2007. Un capítulo de esta tesis fue traducido en inglés: “Imago Repræsentativa Passio-
nis Christi: St. Thomas Aquinas on the Essence of the Sacrifice of the Mass”, transl. R.
Nutt, in: Nova et Vetera: The English Edition of the International Theological Journal 7
(2009), 405-438. A pesar que el título del artículo en inglés es lo mismo que el del este
artículo, el contenido es diferente: como hemos dicho, este artículo es la síntesis de toda
la tesis doctoral, mientras que el artículo en inglés no es más que la traducción de un ca-
pítulo de la tesis. Una buena parte de este artícolo fue pronunciada como conferencia en
el Dies Academicus de la Universidad Católica de San Vicente Mártir en Valencia en la
fiesta de Santo Tomás de Aquino el 28. I. 2014. Queremos agradecer a fray José Rafael
Reyes González OP por su generosa ayuda lingüística.
1
A. Bandera, La Virgen e los Sacramentos (Patmos, 171). Madrid, Rialp, 1978, 141.

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sacramento2. Por lo tanto, a la realidad del sacrificio eucarístico se dedica


una parte importante.
Sin embargo, una mirada a las obras de Santo Tomás de Aquino
nos arroja un resultado cuanto menos sorprendente, ya que no contienen
un tratado sistemático sobre el sacrificio de la Misa. Por ejemplo, en su
monumental Suma teológica se consagrado sólo un único artículo – se
trata del conocido artículo 1 de la cuestión 83 de la tercera Parte–, dentro
de la cuestión dedicada al rito de la Eucaristía.
¿Cómo nos podemos explicar este hecho, a primera vista sorpren-
dente? Durante toda la antigüedad y la Edad Media, la razón sacrifical de
la Eucaristía fue aceptada tranquilamente, sin grandes discusiones3. Ahora
bien, en el caso de la presencia real de Cristo en la Eucaristía la situación
era cuanto menos de una gran tensión, ya que fue sometida a discusión, ne-
gada y rechazada en la Edad Media por muchos corrientes heréticas. Fun-
damentalmente, podemos destacar a Berengario de Tours, archidiácono de
Angers (1000-1080)4. A él se refirieron los herejes valdenses y albigenses,
contemporáneos a Santo Tomás, que rechazaban la presencia real de Cris-
to en la Eucaristía5. Es por esto que Santo Tomás consagró la profundidad

2
Cf. por ejemplo, A. Piolanti, Il Mistero Eucaristico. Città del Vaticano, Pontificia Ac-
cademia Teologica Romana – Libreria Editrice Vaticana, 31983; L. Ott, Grundriß der
katholischen Dogmatik. Freiburg im Breisgau, Herder, 71965, 444-494. San Juan Pablo
II, La Encíclica Ecclesia de Eucharistia (17. 4. 2003), n. 61, in: AAS 95 (2003), 473,
escribe también: “Eucharisticum Mysterium – sacrificium, prasentia, convivium – neque
extenuationem neque abusionem patitur”. (“El Misterio eucarístico – sacrificio, presen-
cia, banquete – no consiente reducciones ni instrumentalizaciones”)
3
Cf. B. Neunheuser, Eucharistie in Mittelalter und Neuzeit (Handbuch der Dogmenges-
chichte, IV/4b). Freiburg im Breisgau, Herder, 1963, 38.
4
El libro mejor sobre Berengario es aquello de J. de Montclos, Lanfranc et Bérenger:
La Controverse Eucharistique du XIe Siècle. Louvain, Spicilegium Sacrum Lovaniense,
1971; cf. también J.T. O’Connor, The Hidden Manna: A Theology of the Eucharist. San
Francisco, Ignatius Press, 1988, 96-112. Berengario no fue desconocido a Santo Tomás:
cf. STh III, q. 75, a. 1, co.; cf. también G. G eenen , “Bérenger de Tours dans les éscrits
de saint Thomas d’Aquin“, in: Miscellanea André Combes. Vol. 2. Roma – Paris,
Pontificia Università Lateranense – Vrin, 1967, 43-61.
5
Cf., por ejemplo, J.T. O’Connor, The Hidden Manna, 96-115.

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de su pensamiento y la energía de su voluntad a la exposición sistemática y


a la defensa de la transubstanciación y de la presencia real, mientras que se
dedicó al sacrificio eucaristíco sólo marginalmente. ¡Imaginemos, en cam-
bio, qué habría podido escribir Santo Tomás si hubiese vivido en el siglo
XVI en el que habría tenido que reaccionar a las objeciones protestantes!
Como apenas hemos indicado, la situación pacífica sobre la doctri-
na del sacrificio eucarístico cambió completamente en el siglo XVI, ya que
la razón sacrificial de la Eucaristía fue rechazada por los protestantes. La
Iglesia se vio impulsada a reaccionar y reaccionó en el Concilio de Trento
a través del famoso decreto sobre el santísimo sacrificio de la Misa, apro-
bado en la sesión XXII del Concilio el 17 de septiembre de 15626. Las de-
finiciones dogmáticas tridentinas fueron precedidas, acompañadas y, sobre
todo, seguidas por una rica reflexión teológica que trataba la cuestión del
sacrificio eucarístico en un modo detallado y sistemático, en contraste con
los tiempos anteriores7. Sin embargo, desafortunadamente las exposicio-
nes del problema propuestas por los teólogos postridentinos y modernos
fueron a menudo insatisfactorias.
La situación mejoró con la aparición de la teoría sacramental de la
esencia del sacrificio eucarístico8. Como padre de esta teoría se considera
el Abad benedictino Ansgar Vonier (1875-1938) en su obra magistral A

6
In: Dz.-Hün., n. 1738-1759. Entre muchos estudios sobre este decreto tridentino cf. uno
más reciente: J.A. Velasco Pérez, “El sacrificio de la misa, memoria, representación e
imagen del unico sacrificio de Cristo, en el Concilio de Trento”, in: Revista Española de
Teología 54 (1994), 5-48.
7
Cf. la exposición de esta reflexión teológica en la obra conocida de M. Lepin, L´idée
du sacrifice de la Messe d´après les théologiens depuis l´origine jusqu´à nos jours. Paris,
Beauchesne, 1926, 252ss.
8
Cf. la literatura sobre esta teoría sacramental: G. Sartori, Le concezioni sacramen-
tali del sacrificio della Mensa (Diss. Gregoriana). Bassano del Grappa, Vicenzi, 1949;
Id., “Le concezioni sacramentali del sacrificio della Mensa”, in: La Scuola cattolica 78
(1950), 3-24; R. Masi, “La dottrina sacramentale del sacrificio della S. Mensa”, in: Eun-
tes Docete 12 (1959), 141-181; G. Anichini, “Note alla teoria sacramentale del Sacrificio
eucaristico”, in: La Scuola cattolica 91 (1963), 331-352.

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Key to the Doctrine of the Eucharist, publicada en el año 19259. La teoría


sacramental con sus varias formas y modalidades no es propriamente una
teoría nueva, sino “antiguo-nueva”, porque es un retorno a la “explicación
sencilla y clara de Santo Tomás”10, el cual, a su vez, se fundamenta en la
tradición de los Padres de la Iglesia y en los maestros de la Baja Edad me-
dia. Con teoría sacramental aparecen también estudios más solidos sobre
la doctrina de Santo Tomás del sacrificio de la Misa11. Antes se citaba cier-

9
London, Burns Oates & Washbourne. Cf. también: A.P. Ositadinma, Der Beitrag Ans-
gar Voniers (1875-1938) und Max ten Hompels (1882-1960) zur Neubesinnung auf den
Opfercharakter der Eucharistie im 20. Jahrhundert (Dissertationen: Theologische Reihe,
59). St. Ottilien, Eos, 1993; M. Levering, “Metaphysics and Contemporary Sacramental
Theology: Retrieving Anscar Vonier, O.S.B.´s A Key to the Doctrine of the Eucharist”, in:
J. Vijgen (ed.), Indubitanter ad veritatem: Studies offered to Leo J. Elders SVD in Honor
of the Golden Jubilee of his Ordination to the Priesthood. Budel, Damon, 2003, 281-300.
10
A. Royo Marín, Teología moral para seglares II: Los sacramentos (BAC Normal,
173). Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 51994, 173.
11
Cf. esta literatura sobre el sacrificio eucarístico según Santo Tomás: B. Augier, “Le sa-
crifice ecclésiastique”, in: Revue thomiste: Nouvelle série 15 (1932), 739-757; 16 (1933),
50-70; 17 (1934), 201-223; E.J. Scheller, Das Priestertum Christi im Anschluß an den
hl. Thomas von Aquin: Vom Mysterium des Mittlers in seinem Opfer und unserer Antei-
lnahme. Paderborn, Schöningh, 1934; B. Poschmann, “«Mysteriengegenwart» im Licht
des hl. Thomas”, in: Theologische Quartalschrift 116 (1935), 53-116; A. Hoffmann, “De
sacrificio Missæ iuxta S. Thomam”, in: Angelicum 15 (1938), 262-285; Ch. Journet, La
Messe, présence du sacrifice de la Croix (Textes et études théologiques). Paris, Desclée
de Brouwer, 1957; R. Tremblay, “Mystère de la messe”, in: Angelicum 36 (1959), 184-
202; D.C. Fandal, The Essence of the Eucharistic Sacrifice (Diss. Angelicum). River
Forest (Illinois), The Aquinas Library, 1960; M.-M. Matthijs, De æternitate Sacerdotii
Christi et de unitate Sacrificii crucis et altaris. Roma, Pontificia Studiorum Universitas a
S. Thoma Aq. in Urbe, 1963; L. Parisse, L’Eucharistie, “memorial de la passion du Seig-
neur”: La mise en œuvre du donné traditionnel dans la théologie de S. Thomas d’Aquin
(Diss. Angelicum). São Paulo, Carioca, 1965; A. Ródenas Martínez, “Santo Tomás de
Aquino y la esencia sacramental de la misa”, in: H. Santiago-Otero – S. Costoyas (edd.),
Miscelánea Manuel Cuervo López: Homenaje de antiguos alumnos. Salamanca, [s. e.],
1970 (Imprenta de Aldecoa, Burgos), 189-228; Joseph de Sainte-Marie, “L’eucharistie,
sacrement et sacrifice du Christ et de l’Eglise: Développements des perspectives thomis-
tes”, in: Divinitas 18 (1974), 234-286, 396-436; T.-D. Humbrecht, “L’eucharistie, «re-
présentation» du sacrifice du Christ, selon saint Thomas”, in: Revue thomiste 98 (1998),
355-386; D. Chardonnens, “Éternité du sacerdoce du Christ et effet eschatologique de
l‘eucharistie: La contribution de saint Thomas à un thème de théologie sacramentaire”,
in: Revue thomiste 99 (1999), 159-180; I. Biffi, L´Eucaristia in San Tommaso, “Dottore

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tamente a Santo Tomás en varios tratados del sacrificio eucarístico, pero a


menudo para apoyar solamente la tesis de uno y e otro autor, así también
para sostener tesis opuestas entre ellas12.
Por eso, quien quiera exponer la doctrina de Santo Tomás sobre el
sacrificio eucarístico, debe hacer primero un trabajo que en italiano se diría
lavoro dei certosini – “tabajo de cartujos”, es decir, un trabajo de recolec-
ción en la obras del Aquinate de las diferentes afirmaciones obiter dicta, a
saber, afirmaciones relativas al Sacrificio eucarístico dichas colateralmen-
te en otras cuestiones. Se trata por tanto de un trabajo de recolección sobre
todo en las cuestiones dedicas por el Aquinate a la Eucaristía13. Haciendo,

Eucaristico”: Teologia, mistica e poesia. Siena, Cantagalli, 2005; M. Levering, Sacri-


fice and Community: Jewish Offering and Christian Eucharist (Illuminations: Theory
and Religion). Oxford, Blackwell, 2005; B.D. Marshall, “The Whole Mystery of Our
Salvation: Saint Thomas Aquinas on the Eucharist as Sacrifice”, in: M. Levering – M.
Dauphinais (edd.), Rediscovering Aquinas and the Sacraments: Studies in Sacramental
Theology. Chicago – Mundelein (Illinois), Hillenbrand Books, 2009, 39-64; R. Schenk,
“Verum sacrificium as the Fullness and Limit of Eucharistic Sacrifice in the Sacramen-
tal Theology of Thomas Aquinas”, in: R. Hütter – M. Levering (edd.), Ressourcement
Thomism: Sacred Doctrine, the Sacraments, and the Moral Life: Essays in Honor of
Romanus Cessario, O.P. Washington, The Catholic University of America Press, 2010,
169-207; F. Urfels, “Le sacrifice eucharistique dans la Somme de Théologie”, in: Nouve-
lle revue théologique 133 (2011), 374-388.
12
Cf. A. Hoffmann, “De sacrificio Missæ…”, 262.
13
Se trata sobre todo de las partes de las obras seguentes (según el orden cronológico):
Scriptum super libros Sententiarum [= In Sent.] IV, dd. 8-13; Summa contra Gentiles [=
C. Gent.] IV, cap. 61-69; Officium de festo Corporis Christi «Sacerdos». Textus a Cyrillo
Lambot in Revue Bénédicitine 1942 editos recognovit Enrique Alarcón ac instruxit, in:
Corpus Thomisticum: S. Thomæ de Aquino Opera omnia [online]. Pampilonæ, Universi-
tas Studiorum Navarrensis, 2005,
http://www.corpusthomisticum.org [= Off. corp. Chr.: ed. C. Lambot – E. Alarcón];
“Oratio Te devote laudo” [= Adoro te devote], in: R. Wielocx, “Adoro te deuote: Zur Lö-
sung einer alten Crux”, in: Annales theologici 21 (2007), 137 [= Oratio Te devote laudo:
ed. R. Wielockx]; “Super Primam Epistolam ad Corinthios Lectura”, in: Super Epistolas
S. Pauli Lectura. Vol. 1. Ed. R. Cai. Taurini – Romæ, Marietti, 81953, 231-435 [= In I
Cor.: ed. R. Cai], cap. XI, lect. 5-7; “Super Epistolam ad Hebræos Lectura”, in: ibid. Vol.
2, 335-506 [= In Hebr.: ed. R. Cai], cap. X, lect. 1; Super Evangelium S. Matthæi Lectura.
Ed. R. Cai. Taurini – Romæ, Marietti, 51951 [= In Matth.: ed. R. Cai], cap. XXVI, lect.
3-4; Super Evangelium S. Ioannis Lectura. Ed. R. Cai. Taurini – Romæ, Marietti, 51952
[= In Ioann.: ed. R. Cai], cap. VI, lect. 6-7; Summa Theologiæ [= STh ] III, qq. 73-83.

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pues, este trabajo – como hacer un mosaico de guijarros–, llegamos a una


hermosa y precisa imagen de la noción de santo sacrificio de la Misa, la
cual es también un testimonio de la vida eucarística del Doctor Angélico,
tan intensa, profunda, íntima y gozosa.

Parte primera:
La doctrina de Santo Tomás sobre el cuerpo del sacrificio de la Misa

Ahora nos adentraremos en el tratado de la doctrina de Santo Tomás


sobre la esencia del sacrificio eucarístico. Primero nos detendremos en
su aspecto material para continuar con el aspecto formal del sacrificio
de la Misa. Dicho de otra manera, con las palabras de Réginald Garri-
gou-Lagrange O.P., nos adentraremos en el cuerpo y en el alma del santo
sacrificio eucarístico14.

1. La Eucaristía es sacrificio

La primera consideración fundamental que hemos de hacer sobre la doc-


trina del Aquinate con respecto a nuestro tema es ésta: el sacramento de
la Eucaristía es – a diferencia del resto de los sacramentos – sacrificio.
Santo Tomás escribe explícitamente que este sacramento “es sacrificio”
(est sacrificium)15; en otro lugar que “es a la vez sacrificio y sacramen-
to” (simul est sacrificium et sacramentum)16, que “se nombra sacrificio”
(nominatur sacrificium)17, que “se dice sacrificio” (dicitur sacrificium)18,

14
Cf., por ejmplo, el título “L’âme du saint sacrifice de la Messe” del capítulo nueve de
su libro L’amour de Dieu et la Croix de Jésus: Étude de théologie mystique sur le problè-
me de l’amour et les purifications passives d’après les principes de St. Thomas d’Aquin
et la doctrine de St. Jean de la Croix. Vol. 2. Juvisy, Cerf [1929], 847.
15
Cf. STh III, q. 79, a. 7, ad 1.
16
Cf.. In Sent. IV, d. 12, q. 2, a. 2, q.la 2, ad 4; IV, d. 12, q. 2, a. 2, q.la 3, co.; STh III, q.
79, a. 5, co.; III, q. 79, a. 7, co., ad 3; III, q. 82, a. 4, co.; III, q. 83, a. 4, ad 5.
17
Cf. S. Theol III, q. 73, a. 4, co.
18
Cf. S. Theol III, q. 73, a. 4, ad 3.

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que “se llama sacrificio” (vocatur sacrificium)19, que “tiene razón de sa-
crificio” (habet rationem sacrificii)20.

2. La Eucaristía es sacrificio porque representa la pasión de Cristo

¿Por qué la Eucaristía es sacrificio? ¿Por qué tiene la Eucaristía un sentido


sacrificial? Santo Tomás responde claramente: porque representa la pa-
sión de Cristo (repræsentat passionem Christi)21. En el único artículo de
la Suma dedicado al sacrificio eucarístico (III, q. 83, a. 1), Santo Tomás
usa una expresión potentísima para dar razón del porqué la Eucaristía es
sacrificio: porque es “imagen representativa de la pasión de Cristo” (imago
repræsentativa passionis Christi)22.
Como es puesto de manifiesto por los estudiosos de Santo Tomás,
su lenguaje a propósito del carácter sacrificial de la Eucariatía, es rico pero
nunca rígido. Así por ejemplo, en sus obras no sólo encontramos el verbo
“representar” (repræsentare), sino también otros verbos que expresan la
relación de la Eucaristía con la Pasión del Señor; estos son: “figurar” (figu-

19
Cf. In Sent. IV, d. 8, q. 1, a. 1, q.la 3, co.
20
Cf. STh III, q. 79, a. 5, co.; III, q. 79, a. 7, co.
21
Cf. In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 1, q.la 4, ad 3; IV, d. 8, q. 2, a. 4, q.la 1, ad 1; IV, d. 8,
expos. text.; IV, d. 11, q. 2, a. 1, q.la 1, co.; IV, d. 11, q. 2, a. 4, q.la 4, ad 2; IV, d. 12, q.
2, a. 2, q.la 2, arg. 2; IV, d. 13, q. 1, a. 2, q.la 3, ad 1; STh II-IIae, q. 40, a. 2, co.; III, q. 73,
a. 4, ad 3; III, q. 74, a. 1, arg. 1; III, q. 76, a. 2, ad 1; III, q. 79, a. 1, co.; III, q. 79, a. 7, co.;
III, q. 80, a. 10, arg. 1, ad 2; III, q. 81, a. 3, ad 1; III, q. 83, a. 5, arg. 8; III, q. 83, a. 5, co.;
III, q. 83, a. 5, ad 9. Cf. también las expresiones análogas: “representar la obra de nuestra
redención” (repræsentare opus nostræ redemptionis): In Sent. IV, d. 8, q. 1, a. 2, q.la 2,
ad 5; “representar la muerte del Señor” (repræsentare mortem Domini): In Sent. IV, d. 8,
q. 1, a. 1, q.la 2, s. c. 2; In I Cor., cap. XI, lect. 6: ed. R. Cai, n. 686; “representativo de
la pasión de Cristo” (repræsentativum passionis Christi): In Sent. IV, d. 4, q. 2, a. 1, q.la
2, arg. 3; “representativo de la pasión del Señor” (repræsentativum dominicæ passionis):
In Sent. IV, d. 8, q. 1, a. 3, q.la 3, co.; IV, d. 8, q. 2, a. 1, q.la 4, ad 4; IV, d. 11, q. 3, a. 3,
ad 2; STh III , q. 79, a. 2, co.: “passio eius repræsentata”; STh III, q. 83, a. 2, arg. 1; III,
q. 83, a. 3, arg. 1. El verbo repræsentare y los términos parecidos son magis-tralmente
analizados por T.-D. Humbrecht, “L‘eucharistie, «représentation»…”, passim.
22
Cf. STh III, q. 83, a. 1, co., ad 2.

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rare)23, “significar” (significare)24, “conmemorar” (commemorare)25 y “re-


cordar” (recolere)26. Incluso, Santo Tomás usa expresiones muy concretas:
“la memoria de la pasión del Señor” (memoria dominicæ passionis)27, “la
figura de la pasión del Señor” (figura dominicæ passionis)28, “el memorial
de la pasión de Cristo” (memoriale passionis Christi)29, “el sacramento de

23
Cf.. In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 1, q.la 5, ad 1.
24
Cf. In Sent. IV, d. 11, q. 2, a. 1, q.la 1, co.; IV, d. 13, q. 1, a. 3, q.la 2, co.; In Matth.,
cap. XXVI, lect. 4: ed. R. Cai, n. 2193.
25
Cf.. In Sent. IV, d. 12, q. 2, a. 1, q.la 2, ad 2. Cf. también la expresión analógica: “con-
memorativo de la pasión del Señor” (commemorativum dominicæ passionis): STh III, q.
73, a. 4, co.; III, q. 83, a. 2, arg. 2.
26
Cf.. In Sent. IV, d. 12, q. 3, a. 1, q.la 3, ad 2; IV, d. 13, q. 1, a. 2, q.la 3, arg. 1; IV, d.
13, q. 1, a. 2, q.la 4, co.; Off. Corp. Chr., ad II Vesperas, antiphona ad Magnificat: ed. C.
Lambot – E: Alarcón, 54; STh III, q. 83, a. 2, ad 1.
27
Cf.. In Sent. IV, d. 8, q. 1, a. 1, q.la 3, co.; IV, d. 8, q. 1, a.3, q.la 3, arg. 1; IV, d. 8,
q. 1, a. 3, q.la 3, ad 1; IV, d. 12, expos. text.: “Dominus hoc sacramentum in mortis suæ
memoriam exercendum mandavit”; IV, d. 13, q. 1, a. 1, q.la 2, co.; IV, d. 13, q. 1, a. 2,
q.la 3, co.; Off. Corp. Chr., oratio: ed. C. Lambot – E: Alarcón, 7ss., 80; in I Nocturno,
lect. 1: ibid., 14; in I Nocturno, lect. 2: ibid., 14; ad II Vesperas, antiphona ad Magnificat:
ibid., 54; In Matth., cap. XXVI, lect. 4: ed. R. Cai, n. 2193; STh III, q. 80, a. 12, arg. 3. Cf.
también la expresión analógica: “la memoria y la representación de la pasión del Señor”
(memoria et repræsentatio passionis dominicæ): C. Gent. IV, cap. 61.
28
Cf. In Sent. IV, d. 8, q. 1, a. 3, q.la 1, arg. 1. Cf. también la expresión analógica: “la
figura y el ejemplo de la pasión del Señor” (figura et exemplum dominicæ passionis): STh
III, q. 83, a. 2, ad 2.
29
Cf. In Sent. IV, d. 4, q. 2, a. 1, q.la 2, ad 3; IV, d. 8, q. 1, a. 2, q.la 1, s. c. 1; IV, d. 8, q.
1, a. 3, q.la 3, ad 1; IV, d. 8, expos. text.; STh III, q. 76, a. 2, ad 2; III, q. 80, a. 10, arg. 2.
Cf. también las expresiónes analógicas: “el memorial de la pasión del Señor” (memoriale
dominicæ passionis): In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 2, q.la 1, ad 2; IV, d. 11, q. 2, a. 2, q.la 1,
arg. 1; IV, d. 11, q. 2, a. 4, q.la 2, arg. 3; IV, d. 12, q. 1, a. 3, q.la 1, arg. 2; IV, d. 12, q. 3,
a. 1, q.la 3, arg. 2; IV, d. 13, q. 1, a. 2, q.la 4, arg. 4; In I Cor., cap. XI, lect. 5: ed. R. Cai,
nn. 648, 653, 656; STh III, q. 73, a. 5, arg. 3; III, q. 73, a. 5, ad 3; III, q. 74, a. 1, co.; III,
q. 74, a. 7, arg. 2; III, q. 78, a. 3, arg. 7; III, q. 79, a. 7, ad 2; “el memorial de la muerte
del Señor” (memoriale mortis Domini): Oratio Te devote laudo, v. 17: ed. R. Wielockx;
“el memorial perenne de la pasión” (memoriale perenne passionis): Off. Corp. Chr., in I
Nocturno, lect. 2: ed. C. Lambot – E. Alarcón, 14.

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la pasión del Señor” (sacramentum dominicæ passionis)30, “el signo de la


pasión de Cristo” (signum passionis Christi)31, etc.32

3. La Eucaristía es sacrificio, porque representa especialmente la pasión


de Cristo

Con todo lo dicho anteriormente con respecto al rico vocabulario de San-


to Tomás, el Santo Doctor simplemente quiere subrayar la realidad que
la Eucaristía representa: la pasión de Cristo. Sin embargo, según Santo
Tomás, no sólo la Eucaristía tiene una relación estrecha con la Pasión, sino
también el resto de los sacramentos. En un texto conocido de la Suma Teo-
lógica afirma, por ejemplo, que cada sacramento es “el signo rememorati-
vo” (signum rememorativum) de la pasión de Cristo, como es también “el
signo demostrativo” (signum demonstrativum) de la gracia divina presente
y “el signo previo” (signum prognosticum) de la salud eterna futura.33 Es
más, el Doctor Angélico añade un matiz: todos los sacramentos reciben su

30
Cf. In Sent. IV, d. 13, q. 1, a. 2, q.la 4, ad 4; In Ioann., cap. VI, lect. 6: ed. R. Cai, n.
963; STh III, q. 73, a. 3, arg. 3, ad 3; III, q. 73, a. 5, ad 2. Cf. también la expresión analó-
gica: “el sacramento representativo de la pasión divina” (sacramentum repræsentativum
divinæ passionis): In I Cor., cap. XI, lect. 5: ed. R. Cai, n. 671.
31
Cf. In Sent. IV, d. 12, q. 1, a. 3, q.la 1, ad 2; STh III, q. 79, a. 6, co. Cf. también la expre-
sión analógica: “il signo rememorativo de la pasión del Señor” (signum rememorativum
dominicæ passionis): In Sent. IV, d. 12, q. 1, a. 3, q.la 2, ad 1.
32
Cf. otras expresiones: “conmemoración” (commemoratio): In Hebr., cap. X, lect. 7: ed.
R. Cai, n. 482; STh III, q. 22, a. 3, ad 2; “rememorativo de la pasión del Señor” (rememo-
rativum dominicæ passionis): In Matth., cap. XXVI, lect. 4: ed. R. Cai, nn. 2191, 2193;
In Ioann., cap. VI, lect. 6: ed. R. Cai, n. 962; STh III, q. 73, a. 5, co.; III, q. 74, a. 3, arg. 1.
33
Cf. STh III, q. 60, a. 3, co. Este artículo de la Suma es comentado por J.-M.R Tillard,
“La triple dimension du signe sacramentel: À propos de Sum. Theol., III, 60, 3”, in: Nou-
velle revue thélogique 83 (1961), 225-254. Cf. también In Sent. IV, d. 1, q. 1, a. 1, q.la 1,
ad 4, y la sintesi magistral de la triple significación sacramental hecha por mismo Santo
Tomás en Off. Corp. Chr., ad II Vesperas, antiphona ad Magnificat: ed. C. Lambot – E:
Alarcón, 54: “¡Oh, sagrado convite! En el que Cristo es tomado, se rememora su pasión,
la mente se llena de gracia, y se nos da una prenda de la futura gloria.” (“O sacrum con-
vivium! In quo Christus sumitur, recolitur memoria passionis eius, mens impletur gratia,
et futuræ gloriæ nobis pignus datur”.)

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virtud espiritual de la pasión de Cristo34 y, en concreto, habla de la repre-


sentación de la pasión en el Bautismo35.
A pesar de que tanto el Bautismo como el resto de los sacramentos
representan la pasión del Señor, Santo Tomás nunca les otorga la razón
de sacrificio, excepto a la Eucaristía. El Teólogo enseña – como he dicho
antes – que sólo la Eucaristía es sacrificio. ¿Por qué? Porque el hecho de
que representa propriamente la pasión de Cristo.
Parecería, pues, que nos encontramos ante una contradicción; pero
es simplemente aparente. Nuestro Maestro resuelve la cuestión cuando es-
cribe que la Eucaristía representa – a diferencia de los otros sacramentos
– la pasión del Señor “especialmente” (specialiter)36. También en este caso
nos encontramos ante la riqueza del vocabulario de Santo Tomás cuan-
do añade especificando que la Eucaristía representa la pasión de Cristo
“directamente” (directe)37; o bien, “más expresivamente” (expressius)38; u
otra expresión que afirma que la Eucaristía es “el sacramento perfecto de
la pasión del Señor” (sacramentum perfectum dominicæ passionis)39; la
Eucaristía “conviene más” (magis convenit)40 con la pasión de Cristo.
En definitiva, se trata, simple y llanamente, de la aplicación concre-
ta de un principio general formulado por Santo Tomás con estas palabras:
“lo que es común a todo sacramento se atribuye a éste [a la Eucaristía] por
antonomasia, por ser tan excelence”41.

34
Cf. STh III, q. 62, a. 5, co.
35
Cf. In Sent. IV, d. 11, q. 2, a. 4, q.la 4, ad 2; STh III, q. 66, a. 8, ad 1; III, q. 66, a. 12, co.
36
Cf. In Sent. IV, d. 8, q. 1, a. 1, q.la 3, co.; IV, d. 8, q. 1, a. 2, q.la 1, s. c. 1. Cf. también
In Sent. IV, d. 4, q. 2, a. 1, q.la 2, arg. 3, donde hay la expresión: “especial representativo
de la pasión de Cristo” (speciale repræsentativum passionis Christi).
37
Cf. In Sent. IV, d. 2, q. 1, a. 2, q.la 1, arg. 1; IV, d. 8, q. 2, a. 1, q.la 4, ad 4.
38
Cf. In Sent. IV, d. 12, q. 2, a. 2, q.la 2, arg. 2.
39
Cf. STh III, q. 73, a. 5, ad 2.
40
Cf. In Sent. IV, d. 12, q. 3, a. 1, q.la 1, arg. 2.
41
STh III, q. 73, a. 4, ad 2: “[…] id quod est commune omnibus sacramentis, attribuitur
antonomastice ei, propter eius excellentiam”.

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«Imago repræsentativa passionis Christi» 1039

4. La Eucaristía representa especialmente la pasión de Cristo en la


consagración

Todo lo dicho hasta ahora puede ser resumido en una frase: la Eucaristía
es sacrificio porque representa la pasión de Cristo en un modo especial,
excelente. Ahora bien, nos podríamos preguntar: ¿en que momento de la
celebración eucarística, ésta representación especial de la pasión del Se-
ñor tiene lugar? Para buscar una respuesta a ésta pregunta en los textos
de Santo Tomás hemos de apuntar nuestra atención a cómo se relacionan
los diferentes rasgos y partes de la Misa con la pasión de Cristo, es decir,
¿cómo representa la Misa la Pasión del Señor?
Santo Tomás, con su peculiaridad, sigue la huella de la exposición
alegórica de la Misa, de Amalario de Metz († 837)42. Sabemos que Amala-
rio fue un teólogo con mucha repercusión no sólo en el medievo, sino en el
tiempo que siguió. Nuestro santo Doctor ve la representación de la Pasión
en la adición del agua al vino, porque sangre y agua brotaron del costado
traspasado de Cristo43; en la fracción de las especies eucarísticas44; en la
manducación, en el hecho de comer el cuerpo de Cristo45; en la prepara-
ción artesanal del pan y del vino, es decir, para obtener el pan el grano se
muele, la masa se hornea y las uvas se prensan para obtener el vino46 en el

42
Cf. L. Parisse, L’Eucharistie, 18-20; A. Härdelin, “Die Liturgie als Abbreviatur der
Heilsökonomie”, in: Tommaso d’Aquino nel suo settimo centenario: Atti del Congresso
Internazionale (Roma – Napoli –17/24 aprile 1974) IV: Problemi di teologia. Napoli,
Edizioni Domenicane Italiane, 1976, 433-443; D. Berger, Thomas Aquinas & Liturgy.
Transl. Ch. Grosz. Ann Arbor (Michigan), Sapientia Press of Ave Maria University,
2004, 37-41; F. Quoëx, “Thomas d’Aquin, mystagogue: L´expositio missæ de la Somme
de théologie (IIIa, q. 83, a. 4-5)”, in: Revue thomiste 105 (2005), 179-225, 435-472.
43
Cf. In Matth., cap. XXVI, lect. 4: ed. R. Cai, n. 2193; STh III, q. 74, a. 6, co.
44
Cf. In Sent. IV, d. 12, q. 1, a. 3, q.la 1, ad 2; IV, d. 12, q. 1, a. 3, q.la 3, arg. 1; IV, d.
12, q. 1, a. 3, q.la 3, co., ad 2; In I Cor., cap. XI, lect. 5: ed. R. Cai, n. 665; In Matth., cap.
XXVI, lect. 3: ed. R. Cai, n. 2177:; STh III, q. 77, a. 7, co.; III, q. 83, a. 5, ad 7. Cf. tam-
bién A. Ródenas Martinez, “Santo Tomás de Aquino y la esencia…” , 203-204.
45
Cf. In Sent. IV, d. 9, a. 1, q.la 1, co.
46
Cf. In Sent. IV, d. 11, q. 2, a. 1, q.la 2, co.

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mismo cáliz47; en los múltiples signos de la cruz hechos por el sacerdote


durante la celebración de la Misa48; en la extensión de los brazos del sacer-
dote después de la consagración, la cual es una indicación de la extensión
de los brazos de Cristo en la cruz49; en la inclinación del sacerdote, signo
de la humildad y de la obediencia con los el Señor ha sufrido la pasión50; en
el altar, símbolo de la cruz51; en el uso del latín y de las palabras hebreas y
griegas (como son Aleluja y Kyrie eleison), ya que el cartel (titulus) sobre
la cruz fue escrito en dichas lenguas52, etc.
Sin embargo, en ninguna parte Santo Tomás dice que esta cantidad
de signos alegóricos para representar la pasión de Cristo en la celebración
de la Eucaristía sea la razón por la cual la Eucaristía es un sacrificio. Santo
Tomás sigue una lógica muy parecida a lo dicho anteriormente sobre el
Bautismo y el resto de los sacramentos. Entonces: ¿dónde se encuentra el
punto de diferenciación? El Doctor Angélico lo aclara afirmando que el
único rito de la Eucaristía que representa la pasión de Cristo en un modo
singular y único y que, por tanto, hace que la Eucaristía sea sacrificio, es
la consagración del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Jesucristo53.
El resto de los signos que apenas hemos elencado simplemente apuntan a
destacar la representación singular de ésta54.

47
Cf. STh III, q. 83, a. 5, ad 9.
48
Cf. In Sent. IV, d. 12, expos. text.; STh III, q. 85, a. 5, ad 3, ad 4. Cf. también D. Ber-
ger, Thomas von Aquin und die Liturgie. Köln, Editones Thomisticæ, 22000, 40-47.
49
Cf. In Sent. IV, d. 12, expos. text.; STh III, q. 83, a. 5, ad 5.
50
Cf. ibid.
51
Cf. STh III, q. 83, a. 1, ad 2.
52
Cf. In Sent.. IV, d. 8, expos. text.
53
Cf. STh III, q. 80, a. 12, ad 3; III, q. 82, a. 4, ad 1; III, q. 82, a. 10, co., ad 1; III, q. 83,
a. 4, co.; III, q. 83, a. 6, ad 2. Cf. también B. Poschmann, “«Mysteriengegenwart» im
Licht…”, 93; A. Hoffmann, “De sacrificio Missæ…”, 265-266, n. 5; A. Ródenas Marti-
nez, “Santo Tomás de Aquino y la esencia…”, 204-208.
54
Cf. In Sent. IV, d. 13, q. 1, a. 2, q.la 6, co., ad 2. Cf. también A. Hoffmann, “De sacri-
ficio Missæ…”, 266.

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«Imago repræsentativa passionis Christi» 1041

5. La Eucaristía representa especialmente la pasión de Cristo en la dupla


consagración

Aún nos queda por responder a la pregunta, ¿de qué manera, cómo, en la
consagración eucarística, ocurre la representación de la Pasión del Señor
de una manera excelente y especial? Nuestro santo Doctor nos propone
dos textos principales que dan la respuesta: el primero se encuentra en su
comentario a la Primera carta a los Corintios y el segundo, en su comenta-
rio al Evangelio de San Mateo.
Comentando el texto de la Primera Carta a los Corintios, Santo To-
más realiza en primer lugar una clásica distinción suya entre la presencia
“en virtud del sacramento” (ex vi sacramenti), o lo que es lo mismo, “en
virtud de la consagración” (ex vi consecrationis), por un lado; y por otro
lado, “por concomitancia real” (ex reali concomitantia):
Porque es de saber que en este Sacramento el modo de estar es doble:
uno por concomitancia, otro por consagración, por virtud de sus palabras.
Este se refiere al término de la conversión del pan y del vino, tal como
lo significa la forma de la consagración, y así, debajo de la especie del
pan hallase el Cuerpo de Cristo. Por real concomitancia está algo en la
Eucaristia, como está en este Sacramento la divinidad del Verbo por la
indisoluble unión del mismo al Cuerpo de Cristo, aunque no se trueque
de ningún modo la substancia del pan en la divinidad. Por semejante
manera hallase ahí el alma, que esta unida al mismo Cuerpo realmente.
(...) Lo mismo habra que decir de la Sangre; pues por virtud de la con-
sagración, debajo de las especies de pan, hallase el Cuerpo de Cristo, en
el que se trueca la substancia del pan. Empero la Sangre esta ahí por real
concomitancia, porque entonces realmente la Sangre de Cristo no está
de su Cuerpo separada - y por la misma razón está la Sangre de Cristo
debajo de la especie de vino por virtud de la consagración; mas el Cuerpo
está también allí por real concomitancia, de suerte que todo Cristo esta
entero en cada especie55.

55
In I Cor., cap. XI, lect. 6: ed. R. Cai, n. 674: “Sciendum est enim quod in hoc
sacramento dupliciter aliquid est. Uno modo ex vi consecrationis, illud scilicet in quod

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El Doctor Angélico después, para confermar la distinción entre la pre-


sencia de Cristo “en virtud del sacramento” y “por concomitancia real”, pone el
caso hipotético de la celebración de la Eucarística por los Apóstoles durante el
momento de la pasión de Cristo o en los tres días en que estuvo muerto. En tal
caso, pues, cuando la sangre de Cristo se hubiera separado de su cuerpo, bajo la
especie del pan estaría solamente el cuerpo de Cristo y bajo la especie del vino
solamente su sangre56. Tampoco estaría allí presente el alma humana de Cristo,
porque estaría separada de su cuerpo57, de modo que bajo las dos especies sola-
mente la divinidad del Verbo estaría presente por concomitancia real.
Santo Tomás añade una cosa que es muy interesante a propósito de la
sangre presente bajo la especie del vino “en virtud de sacramento” o “en la virtud
de consagración”: “en el sacramento la sangre de Cristo representa directamente
la pasión, a causa de la cual fue derramada”58. Y más adelante dice: “la sangre
consagrada aparte representa especialmente la pasión de Cristo, a causa de la cual
fue separada del cuerpo.”59

terminatur conversio panis et vini, sicut per formam consecrationis significatur, et


sic sub specie panis est corpus Christi. Alio modo est aliquid in hoc sacramento ex
reali concomitantia, sicut divinitas Verbi est in hoc sacramento propter indissolubilem
unionem ipsius ad corpus Christi, licet nullo modo substantia panis in divinitatem
convertatur. Et similiter est ibi anima, quæ coniuncta est realiter ipsi corpori. [...] Et
idem dicendum est de sanguine. Nam sub speciebus panis ex vi consecrationis est
corpus Christi, in quod substantia panis convertitur. Sanguis autem est ibi ex reali
concomitantia, quia tunc realiter sanguis Christi non est ab eius corpore separatus. Et,
eadem ratione, sub specie vini est sanguis Christi ex vi consecrationis, corpus autem ex
reali concomitantia, ita quod sub utraque specie est totus Christus”. Para la traducción
española: Comentario a la Carta a los Corintios, ed. Tradición, s.a., México 1983.
56
Cf.. ibid. Cf. también In Matth., cap. XXVI, lect. 4: ed. R. Cai, n. 2192; STh III, q. 76,
a. 2, co.; III, q. 81, a. 4, ad 2.
57
Cf.. In Sent. IV, d. 11, q. 3, a. 4, q.la 2, co.; Quodl. V, q. 6, a. 1, ad 1; In I Cor., cap.
XI, lect. 6: ed. R. Cai, n. 674; In Matth., cap. XXVI, lect. 3: ed. R. Cai, n. 2186; In Ioann.,
cap. VI, lect. 6: ed. R. Cai, n. 962.
58
In I Cor., cap. XI, lect. 6: ed. R. Cai, n. 675: “[…] sanguis Christi in sacramento directe
repræsentat passionem, per quam est effusus […]”.
59
Ibid., n. 681: “[…] sanguis seorsum consecratus specialiter repræsentat passionem
Christi, per quam eius sanguis separatus est a corpore”.

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«Imago repræsentativa passionis Christi» 1043

Por lo tanto, nos podemos dar cuenta de que la realidad de la separación


física de la sangre de Cristo de su cuerpo sucedida en la cruz es representada
en la Misa por la separación sacramental, es decir, por la doble y separada con-
sagración del pan en el cuerpo de Cristo y del vino en su sangre. El cuerpo y
la sangre de Cristo que, por un lado, están verdaderamente unidos “por conco-
mitancia real”, también están separados “en virtud de sacramento”, ya que, la
consagración del pan se finaliza en el cuerpo de Cristo (por eso decimos: “Esto
es mi cuerpo”) y la consagración del vino se finaliza en su sangre (por eso de-
cimos: “Este es el cáliz de mi sangre”). Tenemos que esperar hasta el venerable
Papa Pio XII que dirá de manera acertada: “la divina sabiduría ha hallado un
modo admirable para hacer manifiesto el sacrificio de nuestro Redentor con
señales exteriores, que son símbolos de muerte”60.

Una doctrina semejante a la presentada por Santo Tomás en el co-


mentario a la Primera Carta a los Corintios, se encuentra también en el co-
mentario al Evangelio de San Mateo, que anteriormente hemos menciona-
do. Santo Tomás responde aquí a la pregunta sobre el porqué la Eucaristía
bajo las dos especies no fue instituida sólo bajo una de ellas:

Una razón es esta: hay tres cosas en este sacramento: una es el sacra-
mentum tantum; otra es la res tantum; y otra el sacramentum et res. El
sacramentum tantum son las especies del pan y del vino; la res tantum
es el efecto espiritual y la res et sacramentum es el cuerpo contenido. Si
consideramos el sacramentum tantum, es conveniente que el cuerpo sea
significado bajo la especie del pan y la sangre bajo la especie del vino,
porque significan indicando el refrigerio espiritual, mas el refrigerio se
hace propriamente en la comida y la bebida. (...) Se lo consideramos
como la res et sacramentum, a esto [es decir a la institución bajo las dos
especies] compete que el sacramento sea rememorativo de la pasión del
Señor. Y no pudo significarla en un modo mejor que de esta manera,

60
La Encíclica Mediator Dei (20. 11. 1947), in: AAS 39 (1947), 548-549: “[…] ex divinæ
sapientiæ consilio Redemptoris nostri sacrificatio per externa signa, quæ sunt mortis in-
dices, mirando quodam modo ostenditur”.

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es decir, que la sangre se signifique como derramada y separada del


cuerpo61.

Podríamos aún citar y considerar muchos textos tomasianos a este


respecto62, pero los citados bastan para hacer una primera conclusión a
propósito de la razón por la cual el sacramento de la Eucaristía es sacri-
ficio, porque representa de una manera singular la pasión de Cristo, es
decir la separación física de la sangre y del cuerpo en la doble consa-
gración del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, que los
hace sacramentalmente separados. Por lo tanto, podemos afirmar junto
a Santo Tomás que en esta doble consagración se encuentra el aspecto
material de la esencia del sacrificio de la Misa, es decir, el cuerpo del
sacrificio eucarístico.

Parte segunda:
La doctrina de Santo Tomás sobre el alma del sacrificio de la Misa

Hemos hecho casi una peregrinación intelectual penetrando de un modo


más profundo en el misterio del cuerpo del santo sacrificio de la Misa
en la doctrina de Santo Tomás. Aún nos queda por recorrer la segunda
mitad de nuestro viaje para determinar qué es, según el Doctor común

61
Cf. In Matth., cap. XXVI, lect. 4: ed. R. Cai, n. 2191: “Una ratio est, quia tria sunt in
hoc sacramento: unum quod est sacramentum tantum, aliud quod est res tantum, aliud
quod est sacramentum et res. Sacramentum tantum sunt species panis et vini, res tantum
est effectus spiritualis, res et sacramentum est corpus contentum. Si ergo consideremus
sacramentum tantum, sic bene competit ut corpus signetur sub specie panis, sanguis sub
specie vini, quia signatur ut indicans refectionem spiritualem; sed refectio est proprie in
cibo et potu [...]. Item si sumatur ut res et sacramentum, ad hoc competit quod illud sacra-
mentum est rememorativum dominicæ passionis. Et non potuit melius significare quam
sic, ut significetur sanguis ut effusus et separatus a corpore”.
62
Cf.. In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 2, q.la 1, ad 2, ad 3; IV, d. 8, q. 2, a. 2, q.la 2, co.; IV, d.
8, q. 2, a. 2, q.la 3, ad 6; IV, d. 8, q. 2, a. 4, q.la 1, ad 1; IV, d. 11, q. 2, a. 1, q.la 1, co.;
IV, d. 13, a. 1, a. 3, q.la 2, co.; C. Gent. IV, cap. 61; In I Cor., cap. XI, lect. 5: ed. R. Cai,
n. 653; STh III, q. 74, a. 7, ad 2; III, q. 76, a. 2, ad 1, ad 2; III, q. 78, a. 3, ad 1, ad 2, ad 7;
III, q. 80. a. 12, arg. 3, ad 3; III, q. 83, a. 2, ad 2.

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«Imago repræsentativa passionis Christi» 1045

de la Iglesia, el alma del sacrificio eucarístico, es decir el aspecto formal


de su esencia.

1. La palabras de consagración eucarística hacen aquello que dicen

Como punto de partida de ésta parte de nuestra investigación podemos


tomar lo que se suele llamar: la forma del sacramento del Eucaristía; di-
cho de otro modo, las palabras de la consagración. ¿Qué es, según Santo
Tomás, esta forma de la consagración? En cuanto a la forma de la consa-
gración del cuerpo de Cristo, nuestro Maestro está de acuerdo con todos
los teólogos de la época, que se encuentra en las palabras: Hoc est corpus
meum – “Esto es mi cuerpo”63.
En cambio, en el caso de la forma de la consagración de la sangre, en
tiempo de santo Tomás había dos opiniones. Una opinión, defendida sobre
todo por Alejandro de Hales, San Buenaventura y Pedro de Tarantasia (es
decir el futuro Papa B. Inocencio V) afirmaba que la forma eran solamente
las palabras: Hic est calix sanguinis mei – “Este es el cáliz de mi sangre”.
La otra gran opinión, defendida sobre todo por San Alberto Magno, consi-
deraba, sin embargo, como forma toda la frase usada, en aquel momento, en
el Canon Romano para la consagración de la sangre: Hic est calix sanguinis
mei, novi et æterni testamenti, mysterium fidei, qui pro vobis et pro multis
effundetur in remissionem peccatorum – “Este es el cáliz de mi sangre, del
nuevo y eterno testamento, misterio de fe, que se derramará por vosotros y
por muchos en remisión de los pecados”. Santo Tomás sin duda camina, en
este campo, sobre los pasos de su maestro San Alberto, es decir sostiene la
segunda opinión64, y tiene buenas razónes para eso.

63
Cf.. In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 1; In I Cor., cap. XI, lect. 5: ed. R. Cai; In Matth., cap.
XXVI, lect. 3: ed. R. Cai; STh III, q. 78, aa. 1-2.
64
Cf. In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 2; In I Cor., cap. XI, lect. 6: ed. R. Cai; In Matth., cap.
XXVI, lect. 4: ed. R. Cai; STh III, q. 78, a. 3.

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Las palabras mencionadas de la forma de la consagración de la Eu-


caristía son sin lugar a dudas singulares. Estas, habiendo sido pronuncia-
das, no expresan solamente una cierta realidad, sino que por la pronuncia-
ción la hacen. Estas palabras, como dice Santo Tomás: “simultáneamente
se dicen y hacen por virtud divina”65. Esto corresponde a un principio fun-
damental de los sacramentos, a menudo repetido por Santo Tomás66: los
sacramentos significando causant – “causan significando”. Este principio
expresa sucintamente, que en los sacramentos su eficacia espiritual es es-
trechamente vinculada con su aspecto simbólico, es decir con los signos.67
Por lo tanto las palabras consacratorias dicen y hacen que el pan se con-
vierte en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre.

65
Cf. In Matth., cap. XXVI, lect. 3: ed. R. Cai, n. 2184: “[…] simul dicit, et ex virtute
divina facit”.
66
Srov. In Sent. IV, d. 1, q. 1, a. 4, q.la 1, s. c. 1; IV, d. 1, q. 1, a. 5, q.la 1, co.; IV, d. 2,
q. 1, a. 4, q.la 4, s. c.; IV, d. 3, a. 2, q.la 1, ad 4; IV, d. 8, q. 1, a. 1, q.la 1, arg. 2; IV, d. 8,
q. 2, a. 3, ad 6; IV, d. 9, a. 2, q.la 2, s. c. 2; IV, d. 11, q. 1, a. 3, q.la 3, ad 1; IV, d. 11, q. 2,
a. 1, q.la 1, co.; IV, d. 22, q. 2, a. 2, q.la 1, co.; IV, d. 27, q. 1, a. 2, q.la 3, co.; De Verit.,
q. 27, a. 4, ad 13; In Matth., cap. XXVI, lect. 3: ed. R. Cai, n. 2181; cap. XXVI, lect. 3: n.
2184: p. 337; STh III, q. 62, a. 1, ad 1; III, q. 75, a. 7, ad 3; III, q. 78, a. 2, co., ad 2; III, q.
78, a. 4, ad 3; III, q. 79, a. 1, ad 3.
67
La literatura sobre éste principio sacramental en Santo Tomás es numerosa: cf., por
ejemplo, E. Schillebeeckx, L’économie sacramentelle du salut: Réflexion théologique
sur la doctrine sacramentaire de saint Thomas, à la lumière de la tradition et de la
problématique sacramentelle contemporaine (Studia Friburgensia: Nouvelle série, 95).
Traduit par Y. van der Have. Fribourg, Academic Press, 2004 (tit. orig.: De sacramente-
le Heilseconomie: Theologische bezinning op S. Thomas’ sa-cramentenleer in het licht
van de traditie en van de hedendaagse sacraments-problematiek. Antwerpen, ´t Groeit,
1952), 147-153; J.F. Gallagher, Signi-ficando causant: A Study of Sacramental Efficien-
cy (Studia Friburgensia: New series, 40). Fribourg, The University Press, 1965; G. Atzei,
L’umanità di Cristo come fondamento della struttura sacramentarla: Studio teologico
(Corona Lateranensis, 17). Roma, Libreria editrice della Pontificia Università Latera-
nense, 1969, 91-108; E. Robillard, “Causalité du symbole comme symbole et causalité
physique du sacrement”, in: Laval théologique et philosophique 32 (1976), 3-9; M. J.
ORDEIG, “Significación y causalidad sacramental según Santo Tomás de Aquino”, in:
Scripta Theologica 13 (1981), 63-114.

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2. Las palabras de la consagración eucarística hacen lo que dicen


porque fueron pronunciados por Cristo en la Última Cena

¿De dónde viene este poder y eficacia admirable de las palabras consacra-
torias? No provienen ciertamente de ellas mismas. El Doctor común de la
Iglesia responde diciendo que la razón de éste poder está en el hecho de que
fueron pronunciadas por Cristo en la Última Cena. A pesar que las palabras
concretas de Cristo se disolvieron en el tiempo y, como evento histórico,
no son repetibles, no podemos olvidar que no fueron pronunciadas por un
simple hombre, sino por el mismo Dios encarnado. Por ello, ellas mismas
tienen en sí mismas, dentro de sí, la virtud divina que transciende el tiempo
y el espacio y por ello puede alcanzar todos los tiempos y lugares68.
Según Santo Tomás, esta virtud divina no concierne solamente a
las palabras de Cristo sobre el pan y el vino en la Última Cena, sino a todos
los acta et passa Salvatoris69, es decir a todo aquello que nuestro Salvador
ha hecho y sufrido. El Doctor Angélico especifica con precisión que los he-
chos y sufrimientos de la humanidad de Cristo son, en relación a la virtud
divina, la causa instrumental (causa instrumentalis) que pertenece al orden
de la causa eficiente (causa efficiens) y que, en éste caso, es conjunta con la
causa ejemplar (causa exemplaris). Dicho con otras palabras, los hechos y
sufrimientos de Cristo, es decir, los misterios (mysteria) de su vida, son si-
multáneamente los instrumentos y ejemplos; los ejemplos vivos que hacen
en ese mismo momento aquello que proponen como ejemplo70.

68
Cf. In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 1, q.la 4, ad 4; In I Cor., cap. XI, lect. 5: ed. R. Cai, n. 667;
In Matth., cap. XXVI, lect. 3: ed. R. Cai, nn. 2180-2181; STh III, q. 78, a. 1, ad 1; III, q.
78, a. 4, co.; III, q. 78, a. 5, co.; III, q. 81, a. 3, arg. 3; III, q. 82, a. 5, ad 2; III, q. 83, a. 4,
ad 1. Cf. también J. Brinktrine, “De modo, quo operentur verba Christi in conficiendo
SS. Eucharistiæ Sacramento”, in: Divus Thomas (Piacenza) 32 (1929), 128-142.
69
Cf. STh III, prologus.
70
Cf. STh III, q. 8, a. 1, ad 1; III, q. 19, a. 1; III, q. 48, a. 6, co.; III, q. 49, a. 1; III, q. 56,
a. 1, ad 3, ad 4; III, q. 78, a. 4, co. La literatura sobre este aspecto de la doctrina de Santo
Tomás es rica: cf., sobre todo, T. Tschipke, Die Menschheit Christi als Heilsorgan der
Gottheit unter besonderer Berücksichtigung der Lehre des heiligen Thomas von Aquin

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Basados en lo dicho, podemos decir a modo de síntesis que las


palabras de la consagración eucarística hacen del pan el cuerpo de Cristo y
del vino su sangre, porque fueron pronunciadas por el Señor en la Última
Cena. De esta manera, las palabras de Cristo en la Última Cena se convir-
tieron en el arquetipo de todas las consagraciones eucarísticas futuras; y al
mimo tiempo, por virtud divina de Cristo, las palabras pronunciadas por
Cristo en la Última Cena son la causa instrumental de estas consagraciones
eucarísticas. Por esta razón, dichas palabras pueden llamarse “las palabras
divino-humanas”71: las palabras dichas humanamente, por la naturaleza
humana de Cristo, pero también divinas por ser ellas mismas el instrumen-
to de la naturaleza divina de Cristo y haber sido pronunciadas en el nombre
de su única persona divina.

3.Las palabras de consagración eucarística hacen instrumentalmente lo


que dicen, si son dichas por el sacerdote

Parecería a simple vista que para entrar en contacto con la causalidad


ejemplar y instrumental de las palabras del Señor en la Última Cena basta-

(Freiburger theologische Studien, 55). Freiburg im Breisgau, Herder, 1940 (trad. francés:
L’humanité du Christ comme instrument de salut de la divinité [Studia Friburgensia: Nou-
velle série, 94]. Traduit par Ph. Secrétan. Fribourg, Academic Press, 2003); F. Mitzka,
“Das Wirken der Menschheit Christi zu unserem Heil nach dem hl. Thomas von Aquin”,
in: Zeitschrift für katholische Theologie 69 (1947), 189-208; J. Lécuyer, “La causalité
efficiente des mystères du Christ selon saint Thomas”, in: Doctor communis 6 (1953),
91-120; M.-M. Matthijs, “«Mysteriengegenwart» secundum S. Thomam”, in: Angelicum
34 (1957), 393-399; H. Bouëssé, “De la causalité de l’humanité du Christ”, in: Problèmes
actuels de christologie: Travaux du symposium de l’Arbresle 1961 (Textes et études théo-
logiques). Paris, Desclée de Brouwer, 1965, 147-177; R. Cuesta, “Valor sa-cramental de
la humanidad de Cristo como instrumento de salvación, según Santo Tomás de Aquino”,
in: Escritos del Vedat 2 (1972), 53-85; R. Biagi, La causalità dell’umanità di Cristo e dei
sacramenti nella “Summa Theologiæ” di S. Tommaso d’Aquino. Bologna, Edizioni Studio
Domenicano, 1985; J.-P. Torrell, Le Christ en ses mystères: La vie et l´œuvre de Jésus
selon saint Thomas d´Aquin. 2 voll. (Jésus et Jésus-Christ, 78-79). Paris, Desclée, 1999.
71
B.-D. de LA Soujeole, “La forme de l’Eucharistie”, in: Revue thomiste 103 (2003),
101: “[…] les paroles divino-humaines […].”

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«Imago repræsentativa passionis Christi» 1049

ría simplemente pronunciarlas de nuevo sobre el pan y el vino. Pero Santo


Tomás indica claramente lo contrario:
La virtud consacratoria no está sólo en las palabras, sino también en el
poder conferido al sacerdote cuando al ordenarlo le dice el obispo: “Re-
cibe la potestad de ofrecer en la Iglesia el sacrificio por los vivos y los
muertos.” La virtud instrumental está en todas las cosas utilizadas por el
agente principal72.

En consecuencia, es así necesario que las palabras de la consagra-


ción sean dichas por aquel que representa sacramentalmente a Jesucristo,
Sumo Sacerdote: el sacerdote consagrado. No es suficiente con que la víc-
tima sea Jesucristo, sino que también el oferente – el sacerdote – sea en un
cierto modo Jesucristo. El sacerdote es aquel que gracias a la ordenación
“se coloca en el grado de aquellos a quienes el Señor les dijo: «Haced esto
en memoria mía»”73. Así pues, en la ordenación, se imprime en el alma del

72
STh III, q. 82, a. 1, ad 1: “[…] virtus consecrativa non solum consistit in ipsis verbis,
sed etiam in potestate sacerdoti tradita in sua consecratione vel ordinatione, cum ei dicitur
ab episcopo: «Accipe potestatem offerendi sacrificium in Ecclesia tam pro vivis quam
pro mortuis». Nam et virtus instrumentalis in pluribus instrumentis consistit, per quæ agit
principale agens.” Cf. también In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 3, ad 9.
73
STh III, q. 82, a. 1, co.: “[…] ponitur in gradu eorum quibus dictum est a Domino:
«Hoc facite in meam commemorationem»”. Cf. también In Matth., cap. XXVI, lect. 3: ed.
R. Cai, n. 2178; STh III, q. 82, a. 2, co.; III, q. 82, a. 7, s. c., co., ad 3. De la literatura sobre
la doctrina de Santo Tomás sobre el sacramento de la Orden y el sacerdocio ministerial
cf., per ejemplo: J. Perinelle, “La doctrine de S. Thomas sur le sascrement de l´Ordre”,
in: Revue des sciences philosophiques et théologiques 19 (1930), 236-250; J. Ternus,
“Dogmatische Untersuchungen zur Theologie des hl . Thomas über das Sakrament der
Weihe”, in: Scholastik 7 (1932), 161-186, 354-386; 8 (1933), 161-202; H. Bouëssé, Le
sacerdoce chrétien (Textes et études théologiques). Paris, Desclée de Brouwer, 1957;
M.-J. Nicolas, “La doctrine de S. Thomas sur le sacerdoce”, in: San Tommaso e l’odier-
na problematica teologica: Saggi (Studi tomistici, 2). Roma, Città Nuova – Pontificia
Accademia Romana di S. Tommaso d’Aquino, 1974, 309-328; E. Sauras, “El sacerdocio
ministerial en la doctrina de Santo Tomás”, in: ibid., 329-343; A. Huerga Tercelo, “La
potestad de Orden en Santo Tomás de Aquino”, in: Teología del sacerdocio 8: La po-
testad de Orden. Burgos, Aldecoa, 1976, 181-212; A. del Portillo, “Influencia de Santo
Tomás en la doctrina del Concilio Vaticano II sobre el sacerdote y ser ministerio”, in: Atti
dell’VIII Congresso Tomistico Internazionale IV: Prospettive teologiche (Studi tomistici,
13). Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana, 1981, 427-436, ahora in: Ateneo Ro-

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ordenando el carácter sacramental que a los ojos de Dios lo distingue de


otros hombres concediéndole una participación especial en el sacerdocio
de Cristo con el poder de consagrar74.
El Doctor Angélico subraya a continuación que tanto la fuerza
consacratoria del sacerdote como la fuerza de sus palabras consacratorias
tienen una eficacia instrumental. Hemos dicho anteriormente que la causa
instrumental pertenece al orden de la causa eficiente. Santo Tomás distin-
gue aquí entre la causa eficiente principal (causa efficiens principalis) y la
causa eficiente instrumental (causa efficiens instrumentalis).75 En el caso
de la consagración eucarística, la causa eficiente principal (que realiza la

mano della Santa Croce (ed.), Rendere amabile la verità: Raccolta di scritti di Mons.
Alvaro del Portillo. Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana, 1995, 322-332; P.-M.
GY, “Évolution de saint Thomas sur la théologie du sacrement de l´Ordre”, in: Revue
thomiste 99 (1999), 181-189.
74
Santo Tomás tiene una doctrina muy profunda sobre el carácter sacremental en In Sent.
IV, d. 4, q. 1, y sobre todo en STh III, q. 63. Sobre la conexión entre el carácter sacerdotal
y el poder de consagración cf. también In Sent. IV, d. 13, q. 1, a. 1, q.la 3, s. c. 1; STh
III, q. 82, a. 8, co. De la literatura numerosa sobre la doctrina de Santo Tomás sobre el
carácter sacramental cf. al menos: F. Brommer, Die Lehre vom sakramentalem Charakter
in der Scholastik bis Thomas von Aquin inklusive (Forschungen zur christlichen Litera-
tur- und Dogmengeschichte,VIII, 2). Padenborn, Schöningh, 1908; B. DURST, “De cha-
racteribus sacramentalibus”, in: S. Szabó (ed.): Xenia Thomistica. Vol. 2. Romæ, Typis
Polyglottis Vaticanis, 1925, 541-581; E. Schillebeeckx, L’économie sacramentelle du
salut, 409-450; I.J. Łuczyński, “Le caractere sacramentel comme pouvoir instrumental
selon S. Thomas d’Aquin”, in: Divus Thomas (Piacenza) 68 (1965), 3-14; A. Gonzá-
lez Fuente, “Dinamicidad del carácter sacramental, según Santo Tomás de Aquino”, in:
Tommaso d’Aquino nel suo settimo centenario: Atti del Congresso Internazionale (Roma
– Napoli -17/24 aprile 1974) IV: Problemi di teologia. Napoli, Edizioni Domenicane Ita-
liane, 1976, 455-485; M.-J. Nicolas, “La nature ontologique du caractère sacerdotal dans
la pensée de saint Thomas”, in : ibid., 486-492.
75
Ei concepto de la causa instrumental fue muy precisado y profundizado por Santo To-
más y su escuela: cf., por ejemplo, J. Stufler, “Bemerkungen zur Lehre des hl. Thomas
über die «virtus instrumentalis»“, in: Zeitschrift für katholische Theologie 42 (1918),
719-762; É. Hugon, La causalité instrumentale dans l’ordre surnaturel. Paris, Téqui,
3
1924; Hieronymus a Parisiis, “De vera et propria ratione causæ instrumentalis secun-
dum doctrinam S. Thomæ”, in: Acta Pontificiæ Academiæ Romanæ S. Thomæ Aquinatis
et Religionis Catholicæ 2 (1935), 176-192; J. Gredt, “De entitate viali qua in schola
thomistica explicatur causalitas instrumentalis”, in: Divus Thomas (Piacenza) 41 (1938),
413-424; A. Hayen, L’intentionnel dans la philosophie de saint Thomas (Museum Les-

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«Imago repræsentativa passionis Christi» 1051

conversión del pan en el cuerpo de Cristo; y del vino en su sangre) es Dios,


ya que se trata de un acto divino que sólo Dios puede hacer. Es decir, de
la misma manera que sólo Dios puede resucitar a una persona de entre los
muertos, analógicamente sólo Dios puede convertir el pan en el cuerpo de
Cristo y el vino en su sangre. Inmediatamente nos podemos preguntar con
razón: Entonces, ¿el sacerdotes y las palabras consagratorias? La virtud
consagratoria del sacerdote y las palabras de la consagración son, pues, la
causa eficiente instrumental de la admirable conversión eucarística76.
Ahora bien, se nos podría presentar un problema. En precedencia
hemos comentado la eficacia instrumental de la humanidad de Cristo y
de sus palabras en la Última Cena. Ahora, en cambio, estamos abordando
el argumento de la causalidad instrumental del sacerdote, de su fuerza, y
de las palabras consagratorias del sacerdote. La pregunta es clara: ¿cuál
es la relación entre estas dos causalidades instrumentales? Santo Tomás
afronta el problema haciendo una distinción entre: el instrumentum co-
niunctum – “el instrumento conjunto” y el instrumentum separatum – “el
instrumento separado”.
Aplicando la distinción mencionada a nuestro caso podríamos de-
cir: de la misma manera que la humanidad de Cristo y sus palabras son
el “instrumento conjunto”, así pues la virtud consagratoria del sacerdote
y sus palabras son el “instrumento separado”. Ambos instrumentos ac-
túan como causa eficiente instrumental. Pero si es verdad que en distintos
niveles, todo es dependiente de Dios como causa eficiente principal, en
cambio, la virtud y las palabras consagratorias del sacerdote dependen de
una manera subordinada o secundaria de la humanidad de Cristo y de sus
palabras en la Úlitma Cena. Distinguimos, por la tanto, una pirámide de
eficiencia: en la cúspide: Dios – en el medio, la humanidad de Cristo y sus

sianum: Section philosophique, 25). Paris, Desclée de Brouwer, 1942; J. S. Albertson,


“Instrumental Causality in St. Thomas”, in: The New Scholasticism 28 (1954), 409-435.
76
Cf. In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 3; STh III, q. 78, a. 4.

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palabras en la Última Cena – y en la base, el sacerdote con su virtud y sus


palabras consagratorias77. Seré aún más claro con un ejemplo: imaginaos
que yo ahora mismo estuviese escribiendo. Yo que estoy escribiendo soy
el factor principal, mientras mi mano, la cual también escribe, es como un
instrumento conjunto; en cambio la pluma, que también realiza el acto de
escribir, está escribiendo como instrumento separado.

4.Las palabras de consagración eucarística hacen instrumentalmente lo


que dicen, si son dichas por el sacerdote con la debida intención

Aunque hemos puesto un ejemplo con una pluma, no olvidemos que hay
una gran diferencia entre la pluma de nuestro ejemplo y el sacerdote. El
sacerdote, entendido como instrumento separado que actualiza su virtud
pronunciando las palabras de la consagración en la Misa, no actúa como
un instrumento inanimado, como es la pluma mencionada en nuestro ejem-
plo, sino que el sacerdote es un instrumento animado dotado de razón y vo-
luntad libre. A causa de esto, el sacerdote debe tener la intención (intentio),
al menos virtual, de hacer lo que hace Cristo y su Iglesia. Santo Tomás lo
confirma cuando dice:
En el instrumento inanimado no hay alguna intención con respecto a su
efecto, pues en lugar de la intención encontramos el movimiento que le
imprime el agente principal. En cambio, el instrumento animado, como
lo es el ministro, no es solamente movido, sino que en cierto modo se
mueve a si mismo en cuanto que por su voluntad mueve sus miembros
a la realización de la obra. Por tanto, es necesaria su intención para que,
mediante ella, se someta al agente principal, es decir, para que intente
hacer lo que hace Cristo y la Iglesia78.

77
Cf. In Sent. IV, d. 5, q. 1, a. 1; In I Cor., cap. I, lect. 2: ed. R. Cai, n. 29; In Ioann., cap.
I, lect. 14, 5: ed. R. Cai, n. 276; STh III, q. 64, a. 3.
78
STh III, q. 64, a. 8, ad 1: “[…] instrumentum inanimatum non habet aliquam intentio-
nem respectu effectus: sed loco intentionis est motus quo movetur a principali agente. Sed
instrumentum animatum, sicut est minister, non solum movetur, sed etiam quodammodo
movet seipsum, inquantum sua voluntate movet membra ad operandum. Et ideo requi-

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«Imago repræsentativa passionis Christi» 1053

Esta importancia de la intención en la consagración eucarística es


resultado de la norma general según la cual “las obras hechas por la volun-
tad son determinadas y especificadas por la intención.”79 En el caso de los
sacramentos la intención del ministro unifica su servicio con la materia y
la forma del sacramento y finaliza todo para obtener el efecto espiritual80.
Por lo tanto, de todo lo dicho, podemos llegar a una conclusión: el
alma del santo sacrificio de la Misa, es decir el aspecto formal de su esen-
cia, consiste en la intención del sacerdote de hacer lo que hace Cristo y la
Iglesia (intentio faciendi id quod facit Christus et Ecclesia).

5. La virtud de la pasión de Cristo

Sin embargo, mirando las cosas desde una perspectiva más amplia, debe-
mos constatar que esta conclusión es solamente parcial. Es aún necesario
proseguir en nuestro viaje para comprender ahora qué es y cuál es el alma
de la Misa con respecto a su relación con el sacrificio de Jesús en la cruz.
La relación del sacrificio eucarístico con el sacrificio de la cruz es
esencial, porque la Eucaristía está orientada con todo su ser hacia el sacrifi-

ritur eius intentio, qua se subiiciat principali agenti: ut scilicet intendat facere quod facit
Christus et Ecclesia”. Cf. también In Sent. IV, d. 6, q. 1, a. 2; IV, d. 8, q. 2, a. 4, q.la 3, ad
2; STh III, q. 18, a. 1, ad 2; III, q. 78, a. 1, ad 4.
79
In Sent. IV, d. 6, q. 1, a. 2, q.la 1, s. c. 2: “Opera quæ fiunt a voluntate, determinantur
et specificantur intentione”.
80
Cf. In Sent. IV, d. 6, q. 1, a. 2, q.la 1, co.; IV, d. 8, q. 2, a. 1, q.la 4, arg. 1; IV, d. 13,
q. 1, a. 2, q.la 6, co.; STh III, q. 60, a. 8, co.; III, q. 64, a. 8, co.; III, q. 83, a. 3, ad 8; III,
q. 83, a. 4, ad 7. Cf. también la literatura sobre la intención del ministro en la celebración
de los sacramentos según Santo Tomás: E. Schillebeeckx, L’économie sacramentelle
du salut, 369-388; J. Stöhr, Wann werden Sakramente gültig gespendet? Eine Untersu-
chung zur Frage der erforderlichen Intention des Sakramentenspenders. Aschaffenburg,
Paul Pattloch, 1980; A.F. von Gunten, “Non videtur perfici sacramentum”, in: A. Lobato
(a cura di), Littera, sensus, sententia: Studi in onore del Prof. Clemente J. Vansteenkiste
O.P. (Studia Universitatis S. Thomae in Urbe, 33). Milano, Massimo, 1991, 645-660; I.
Rosier, “Signes et sacrements: Thomas d’Aquin et la grammaire spéculative”, in: Revue
des sciences philosophiques et théologiques 74 (1990), 392-436 [especialmente pp. 398-
405, 427-433].

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cio de la cruz. Lo que unifica a los dos sacrificios – el sacrificio de la cruz y


el de la Misa – son: en primer lugar: la misma víctima y el mismo oferente
principal, es decir, el sacerdote principal, que en los dos casos es Cristo mis-
mo81. Lo que conecta después ambos sacrificios – lo que es, según un autor,
“el concepto medio”82 (medium) de todos dos sacrificios – es la virtud salví-
fica de la pasión de Cristo (virtus passionis Christi), porque es el que actúa
en ambos sacrificios83. “Aunque la pasión y la muerte de Cristo no han de
repetirse en adelante, la virtud de aquella víctima permanece, sin embargo,
por toda la eternidad”84. Los dos sacrificios son, por tanto, substancialmente
un único sacrificio, como Santo Tomás enseña explícitamente:
Es necesario decir que [en la Misa] nosotros no ofrecemos una víctima
distinta de aquella que Cristo ha ofrecido por nosotros, es decir, su san-
gre. Por eso, no es una ofrenda diferente, sino la conmemoración del
sacrificio de Cristo85.

81
Cf. sobre Cristo como victima del sacrificio eucarístico: In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 1, q.la
4, ad 4; IV, d. 11, q. 2, a. 2, q.la 3, ad 8; STh I-IIae, q. 101, a. 4, ad 2; III, q. 73, a. 4, ad 3;
III, q. 75, a. 1, co.; III, q. 78, a. 3, ad 3, ad 6. Cf. sobre Cristo come sacerdote principal del
sacrificio eucarístico y sobre el sacerdote attuante en el nombre de Cristo: In Sent. IV, d.
8, q. 2, a. 1, q.la 2, ad 2; IV, d. 8, q. 2, a. 1, q.la 4, ad 4; IV, d. 8, q. 2, a. 4, q.la 2, arg. 2;
IV, d. 13, q. 1, a. 1, q.la 3, s. c. 2; In I Cor., cap. XI, lect. 5: ed. R. Cai, n. 657; In Ioann.,
cap. VI, lect. 6: ed. R. Cai, n. 961; STh III, q. 78, a. 1, co.; III, q. 78, a. 2, ad 4; III, q. 78, a.
4, co.; III, q. 78, a. 5, s. c.; III, q. 81, a. 3, arg. 3; III, q. 82; III,q. 83, a. 1, ad 3. Cf. también
In Sent. IV, d. 10, expos. text.: “[…] ipse [Filius] est sacerdos et hostia […]”.
82 T.-D. Humbrecht, “L‘eucharistie, «représentation» …”, 370: “[…] un moyen terme
[…]”.
83
Cf. In Sent. IV, d. 12, expos. text.; STh III, q. 79, a. 2, ad 1; III, q. 79, a. 3, arg. 2; III,
q. 83, a. 5, ad 3, ad 4.
84
STh III, q. 22, a. 5, ad 2: “[…] licet passio et mors Christi de cetero non sit iteranda,
tamen virtus illius hostiæ permanet in æternum […].” Cf. también STh III, q. 52, a. 8, co.:
“Passio autem eius non habuit temporalem virtutem et transitoriam, sed sempiternum [...]”.
85
In Hebr., cap. X, lect. 1: ed. R. Cai, n. 482: “Dicendum est, quod non offerimus aliam
quam illam quam Christus obtulit pro nobis, scilicet sanguinem suum. Unde non est alia
oblatio, sed est commemoratio illius hostiæ quam Christus obtulit”. Cf. también STh III,
q. 22, a. 3, ad 2; III, q. 83, a. 1, ad 1.

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Por tanto, la virtud de la pasión de Cristo es el alma del sacrificio


de la Misa – el aspecto formal de su esencia – mirándola desde la perspec-
tiva del sacrificio en la cruz.
La virtud de la pasión de Cristo que actúa en el sacrificio eucarís-
tico hace que sea dado el culto reverendísimo a Dios,86 y que se ofrece a
todos los hombres la remisión de los pecados, la gracia de Dios y final-
mente la gloria celestial. Esta virtud de la pasión de Cristo es significada y
es instrumentalmente eficaz gracias a las palabras de la consagración del
vino que vienen tras la frase principal que es Hic est calix sanguinis mei
– “Este es el cáliz de mi sangre”, es decir, gracias a las palabras novi et
æterni testamenti, mysterium fidei, qui pro vobis et pro multis effundetur in
remissionem peccatorum – “del testamento nuevo y eterno, misterio de fe,
que se derramará por vosotros y por muchos en remisión de los pecados”.
Santo Tomás relaciona habilmente el efecto de la gloria celestial con las
palabras: novi et æterni testamenti – “del testamento nuevo y eterno”; el
efecto de la gracia divina lo relaciona con las palabras: mysterium fidei –
“misterio de la fe” y el efecto de la remisión de los pecados lo relaciona
con las palabras: qui pro vobis et pro multis effundetur in remissionem
peccatorum – “que se derramará por vosotros y por muchos en remisión
de los pecados”. Lo es también la razón de su convicción porque estas pa-
labras son partes de la forma consacratoria de la sangre de Cristo87.
La virtud benéfica y inmensa de la pasión de Cristo se refiere a
todos, pero alcanza realmente solamente a aquellos que se unen con la Eu-
caristía por la fe y la caridad88. En cuanto a la remisión de los pecados, la

86
Cf. STh III, q. 62, a. 5, co.; III, q. 63, a. 6, co.
87 Cf. In Sent. IV, d. 8, q. 2, a. 2; In I Cor., cap. XI, lect. 6: ed. R. Cai, nn. 680-682; STh
III, q. 78, a. 3. Cf. también la exposición excelence de estes textos por F. Marinelli, “La
forma consacratoria del calice in Tommaso d‘Aquino”, in: F. Vattioni (a cura di), Sangue
e antropologia: Riti e culto III: Atti della V settimana: Roma, 26 novembre – 1 dicembre
1984. Roma, Pia Unione Preziossimo Sangue, 1987, 1393-1432.
88
Cf. STh III, q. 79, a. 7, ad 2.

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Eucaristía realiza directamente sólo la remisión de los pecados veniales89,


con respecto a los pecados graves, implora y pide – con el sacrificio – la
gracia de la conversión90, es decir, los perdona sólo de una manera inderec-
ta. Pero además, la Eucaristía es también alivio y remisión de las penas por
los pecados91 y defiende y protege de los futuros pecados92.

6. La virtud de la pasión de Cristo mediada por la intención del sacerdote

De la misma manera que el sacrificio de la Misa en sí mismo se encuentra


relacionado esencialmente con el sacrificio del Señor en la Cruz forman-
do una única unidad, así también la intención del sacerdote de hacer lo
que hace Cristo y su Iglesia, y la virtud de la pasión de Cristo no son dos
realidades separadas en el sacrificio eucarístico, sino que se encuentran
intrínsecamente conectados. El fundamento de esta unión se encuentra
en el hacer lo que hace Cristo y la Iglesia. El sacerdote que celebra la
Misa tiene la intención de hacer lo que hace Cristo y la Iglesia. Lo que
tanto Cristo como la Iglesia quieren hacer y que hacen realmente por la
Eucaristía, es decir, lo que por la virtud de la pasión de Cristo se da, es
dar culto a Dios y proponer a todos los hombres la remisión de los peca-
dos, la gracia divina y la gloria celestial.
Podemos así concluir que, según Santo Tomás, “el alma del santo
sacrificio de la Misa”, es decir, el aspecto formal de su esencia consiste en
la virtud de la pasión de Cristo mediada por la intención del sacerdote de
hacer lo que hace Cristo y la Iglesia.

89
Cf. In Sent. IV, d. 12, q. 2, a. 1, q.la 1, co.; IV, d. 12, q. 2, a. 2, q.la 1, co.; STh III, q.
79, a. 4; III, q. 79, a. 8, co., ad 3.
90
Cf. In Sent. IV, d. 12, q. 2, a. 2, q.la 2, ad 4.
91
Cf. In Sent. IV, d. 12, q. 2, a. 2, q.la 3, co.; STh III, q. 79, a. 5.
92
Cf. STh III, q. 79, a. 6. Cf. la literatura sobre la conexión entre la Eucaristía y la re-
misión de los pecados según Santo Tomás: J.-M.R. Tillard, L‘Eucharistie, Pâque de
l’Église (Unam Sanctam, 44). Paris, Cerf, 1964, 155-198; F. Marinelli, “Eucaristia e
perdono”, in: Id.: “Segno e realtà: Studi di sacramentaria tomista”, in: Lateranum: Nova
series 43 (1977), 89-131.

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Conclusión
Durante nuestro recorrido, hemos llegado a dos conclusiones principales
que quisieramos recapitular, a saber, en qué consisten el aspecto material y
formal de la esencia del sacrificio de la Misa. Pero aún nos queda por pre-
cisar un pequeño punto: unir los dos aspectos o lo que es lo mismo, pero
dicho con otras palabras, unir el cuerpo del santo sacrificio de la Misa con
su alma. Ahora, según Santo Tomás de Aquino, la esencia del sacrificio de
la Misa consiste en la doble consagración del pan en el cuerpo de Cristo y
del vino en su sangre, que es la representación especial de su separación
física en la pasión de Cristo, que es animada interiormente por la virtud
de esta pasión, la cual es mediada por la intención del sacerdote de hacer
lo que hace Cristo y la Iglesia.
Esta doctrina profunda y admirable del Aquinate será después
adoptada y recogida por el Magisterio de la Iglesia, sobre todo por la En-
cíclica Mediator Dei del venerable Papa Pío XII. Por ello, la mejor manera
de concluir este artículo es con las sabias palabras del Pastor Angélico, tan
devoto y amante del Doctor Angélico93, tomadas de esta Encíclica. Com-
parando el sacrificio de la cruz con él de la Misa, Pío XII enseña:
Es diferente […] el modo como Cristo se ofrece. En efecto, en la cruz El
se ofreció a Dios totalmente y con todos sus sufrimientos, y esta inmola-
ción de la víctima fue llevada a cabo por medio de una muerte cruenta,
voluntariamente padecida; en cambio, sobre el altar, a causa del estado
glorioso de su naturaleza humana, “la muerte no tendrá ya dominio sobre
Él” (Rom 6,9), y por eso la efusión de la sangre es imposible; pero la di-
vina sabiduría ha hallado un modo admirable para hacer manifiesto el sa-
crificio de nuestro Redentor con señales exteriores, que son símbolos de
muerte, ya que, gracias a la transustanciación del pan en el cuerpo y del
vino en la sangre de Cristo, así como está realmente presente su cuerpo,

93
Cf. A. Bandera, “Pio XII y Santo Tomás”, in: Ciencia Tomista 78 (1951), 484-543;
U. Degl’innocenti, “Pio XII e San Tommaso”, in: Divinitas 13 (1959), 758-774; J. Vi-
llagrasa, “Pío XII y Santo Tomás de Aquino filósofo”, in: Ecclesia 22 (2008), 321-339.

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también lo está su sangre; y de esa manera las especies eucarísticas, bajo


las cuales se halla presente, simbolizan la cruenta separación del cuer-
po y de la sangre. De este modo, la conmemoración de su muerte, que
realmente sucedió en el Calvario, se repite en cada uno de los sacrificios
del altar, ya que, por medio de señales diversas, se significa y se muestra
Jesucristo en estado de víctima94.

94
In: AAS 39 (1947), 548–549: “Dissimilis […] ratio est, qua Christus offertur. In Cruce
enim totum semet ipsum suosque Deo obtulit dolores; victimæ vero immolatio per cruen-
tam mortem, libera voluntate obitam, effecta est. In ara autem, ob gloriosum humanæ
naturæ suæ statum, «mors illi ultra non dominabitur» [Rom. 6, 9], ideoque sanguinis
effusio haud possibilis est; verumtamen ex divinæ sapientiæ consilio Redemptoris nostri
sacrificatio per externa signa, quæ sunt mortis indices, mirando quodam modo ostenditur.
Siquidem per panis ‘transubstantionem’ in corpus vinique in sanguinem Christi, ut eius
corpus reapse præsens habetur, ita eius cruor: eucharisticæ autem species, sub quibus
adest, cruentam corporis et sanguinis separationem figurant. Itaque memorialis demons-
tratio eius mortis, quæ reapse in Calvariæ loco accidit, in singulis altaris sacrificiis ite-
ratur, quandoquidem per distinctos indices Christus Iesus in statu victimæ significatur
atque ostenditur”, Cf. A. Michel, “L’Encyclique Mediator Dei donne-t-elle des éléments
doctrinaux qui puissent jeter quelque lumière sur la controverse célèbre relative à la na-
ture du sacrifice de la Messe?”, in: L’ami du clergé 60 (1950), 492-494. Cf. también San
Pio X, Catecismo Mayor. Madrid, Magisterio Español, 381971, n. 658: “[…] el sacrificio
de la Misa representa de un modo sensible el derramamiento de la sangre de Jesucristo
en la Cruz; porque, en virtud de las palabras de la consagración, se hace presente bajo
las especies del pan sólo el cuerpo, y bajo las especies del vino sólo la sangre de nuestro
Redentor; si bien, por natural concomitancia y por la unión hipostática, está presente bajo
cada una de las especies Jesucristo vivo y verdadero”.

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