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EL BIEN COMÚN DEL MATRIMONIO Y DE LA FAMILIA

1. Introducción

El consentimiento matrimonial define y hace estable el bien que es común al


matrimonio y a la familia. «Te quiero a ti, como esposa, como esposo y me
entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en
la enfermedad, todos los días de mi vida, pero si bien es cierto nos hemos
podido dar cuenta que, en los últimos años, el concepto del matrimonio se ha
debilitado, y las consecuencias de su debilitamiento han sido muy negativas
para el conjunto de la sociedad teniendo en cuenta que los cuatro factores que
más preocupan son: el divorcio, las parejas de hecho, los hijos ilegítimos, y el
matrimonio entre personas del mismo sexo.
El matrimonio protege a hijos, hombres, mujeres y a su bienestar, es
especialmente importante que el matrimonio goce de buena salud en una
sociedad libre, que depende de sus ciudadanos para gobernar sus vidas
privadas y educar a sus hijos de forma responsable haciendo posible la
deseable limitación del alcance, la envergadura y el poder del Estado.
Las palabras del consentimiento matrimonial definen lo que constituye el bien
común de la pareja y de la familia. Ante todo, el bien común de los esposos,
que es el amor, la fidelidad, la honra, la duración de su unión hasta la muerte:
«todos los días de mi vida». El bien de ambos, que lo es de cada uno, deberá
ser también el bien de los hijos. el bien común, por su naturaleza, a la vez que
une a las personas, asegura el verdadero bien de cada una. Si la Iglesia, como
por otra parte el Estado, recibe el consentimiento de los esposos, expresado
con las palabras anteriormente citadas, lo hace porque está «escrito en sus
corazones. Los esposos se dan mutuamente el consentimiento matrimonial,
prometiendo, es decir, confirmando ante Dios, la verdad de su consentimiento.
En cuanto bautizados, ellos son, en la Iglesia, los ministros del sacramento del
matrimos debemos tener en cuenta lo que constituye el bien común de los
esposos e indicar lo que debe ser el bien común de la futura familia para
ponerlo de manifiesto, la Iglesia les pregunta qué si están dispuestos a recibir y
educar cristianamente a los hijos que Dios les conceda, esta pregunta se
refiere al bien común del futuro núcleo familiar, teniendo presente la genealogía
de las personas que está inscrita en la constitución misma del matrimonio y de
la
familia, por otro lado, la pregunta sobre los hijos y su educación está vinculada
estrictamente con el consentimiento matrimonial, con la promesa de amor, de
respeto conyugal, de fidelidad hasta la muerte, también se debe tener en
cuenta que la acogida y educación de los hijos principalmente están
condicionadas por el cumplimiento de ese compromiso familiar, la paternidad y
la maternidad ya que estos representan un cometido de naturaleza no
simplemente física, sino también espiritual; en efecto, por ellas pasa la
genealogía de la persona, que tiene su inicio eterno en Dios y que debe
conducir a él.

2. Desarrollo

El matrimonio es un bien humano distintivo y fundamental porque permite a las


partes que lo integran la mujer y el marido, florecer como individuos y como
pareja, ambos por la forma más abarcativa posible de unión entre seres
humanos y por la más radical y creativa de permitir que florezca otra persona,
es decir, por traer a la existencia a esa persona como concebido, embrión, niño
y eventualmente adulto, plenamente capaz de participar en el florecimiento
humano bajo su propia responsabilidad.
Por otra parte, podemos decir también que el matrimonio es una singular
comunión de personas, en virtud de esta comunión la familia está llamada a
ser comunidad de personas y que es un compromiso que los novios asumen
«ante Dios y su Iglesia», como les recuerda el celebrante en el momento de
expresarse mutuamente el consentimiento, de este compromiso son testigos
quienes participan en el rito; en ellos están representadas, en cierto modo, la
Iglesia y la sociedad, ámbitos vitales de la nueva familia. El buen estado del
matrimonio es especialmente importante en una sociedad libre como la nuestra
que depende de sus ciudadanos para gobernar sus vidas privadas y educar a
sus hijos de forma responsable, de modo que la importancia y el poder del
Estado se mantengan al nivel mínimo necesario. El matrimonio es también una
fuente importante de capital social, humano y financiero para los hijos,
especialmente para los que crecen en comunidades pobres y desfavorecidas, y
sin un acceso fácil a otras fuentes de este capital. Así, desde el punto de vista
de los cónyuges, hijos, sociedad y sistema político, el matrimonio fomenta el
interés público, el matrimonio es una unión personal, para toda la vida, entre un
hombre y una mujer sin embargo, el matrimonio nace de la complementariedad
biológica, psicológica y social entre hombre y mujer, normalmente, las mujeres
contribuyen al matrimonio con importantes aportaciones y perspectivas que los
hombres generalmente no ofrecen, Asimismo, los hombres contribuyen con sus
propias aportaciones y perspectivas que las mujeres generalmente no pueden
ofrecer. Este pacto de mutua dependencia y compromiso solemnizado por un
juramento legal se fortalece por el compromiso a la permanencia que marido y
mujer se ofrecen el uno al otro, compromiso de quedarse y nunca huir
especialmente en los momentos más difíciles, por lo general, los hombres y
mujeres casados disfrutan de una vida mejor, ganan en disciplina moral y
personal, gozan de una vida doméstica estable y de la oportunidad de
participar en la educación de sus hijos.
3. Conclusión

Es necesario hacer visible que el matrimonio y la familia son un bien social de


primer orden y que, de hecho, el bien común está profundamente vinculado al
bien de la familia, son interdependientes, por lo que todo lo que afecte a la
familia, tarde o temprano, repercute en la sociedad y viceversa, es por ello la
necesidad de legislar en favor del matrimonio y la familia, cabe resaltar que el
matrimonio es importante para los niños en muchos sentidos principalmente
nos centraremos en las consecuencias educacionales, psicológicas, sexuales y
de comportamiento para los niños y la estructura familiar, empezando por la
educación, Los niños educados en hogares formados por un matrimonio tienen
más posibilidades de realizar actividades relacionadas con la lectura y la
escritura que aquellos niños que son criados en matrimonios separados o
criados por madrastras y padrastros debido a que en estos se verá más
afectada la parte emocional y familiar, es por eso que debemos resaltar
siempre la importancia de la paternidad y la maternidad en un hogar ya que
estos representan un cometido de naturaleza no simplemente física, sino
también espiritual; en efecto, por ellas pasa la genealogía de la persona que
tiene su inicio eterno en Dios y que debe conducir a él inculcándole como
primer principio la oración ya que está será la base de mantener una familia
llena de valores y de muchas bendiciones, es por eso que a diario debemos
concientizar a las familias que la base de todo hogar debe ser la oración para
siempre agradar a Dios y que no se vayan debilitando esos lazos matrimoniales
que se unieron el día que decidieron tomar este sacramento, actualmente
vemos que pocas son las familias que se acercan a Dios. Debemos realizar
esa alianza con Dios para que todo perdure y se consolide con la sucesión de
las generaciones, esta unión debe convertirse en unidad de oración, pero para
que esto pueda transparentarse en el ámbito de la familia, es necesario que la
oración se convierta en una costumbre radicada en la vida cotidiana de cada
familia, teniendo en cuenta que la oración es acción de gracias, alabanza a
Dios, petición de perdón, súplica e invocación, en cada una de estas formas, la
oración de la familia tiene mucho que decir a Dios, así mismo se puede decir
que la oración confirma más sólidamente ese bien, precisamente como bien
común familiar teniendo en cuenta que la oración es el inicio también de este
bien.

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