El consentimiento matrimonial define y hace estable el bien que es común al
matrimonio y a la familia. «Te quiero a ti, como esposa, como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida, pero si bien es cierto nos hemos podido dar cuenta que, en los últimos años, el concepto del matrimonio se ha debilitado, y las consecuencias de su debilitamiento han sido muy negativas para el conjunto de la sociedad teniendo en cuenta que los cuatro factores que más preocupan son: el divorcio, las parejas de hecho, los hijos ilegítimos, y el matrimonio entre personas del mismo sexo. El matrimonio protege a hijos, hombres, mujeres y a su bienestar, es especialmente importante que el matrimonio goce de buena salud en una sociedad libre, que depende de sus ciudadanos para gobernar sus vidas privadas y educar a sus hijos de forma responsable haciendo posible la deseable limitación del alcance, la envergadura y el poder del Estado. Las palabras del consentimiento matrimonial definen lo que constituye el bien común de la pareja y de la familia. Ante todo, el bien común de los esposos, que es el amor, la fidelidad, la honra, la duración de su unión hasta la muerte: «todos los días de mi vida». El bien de ambos, que lo es de cada uno, deberá ser también el bien de los hijos. el bien común, por su naturaleza, a la vez que une a las personas, asegura el verdadero bien de cada una. Si la Iglesia, como por otra parte el Estado, recibe el consentimiento de los esposos, expresado con las palabras anteriormente citadas, lo hace porque está «escrito en sus corazones. Los esposos se dan mutuamente el consentimiento matrimonial, prometiendo, es decir, confirmando ante Dios, la verdad de su consentimiento. En cuanto bautizados, ellos son, en la Iglesia, los ministros del sacramento del matrimos debemos tener en cuenta lo que constituye el bien común de los esposos e indicar lo que debe ser el bien común de la futura familia para ponerlo de manifiesto, la Iglesia les pregunta qué si están dispuestos a recibir y educar cristianamente a los hijos que Dios les conceda, esta pregunta se refiere al bien común del futuro núcleo familiar, teniendo presente la genealogía de las personas que está inscrita en la constitución misma del matrimonio y de la familia, por otro lado, la pregunta sobre los hijos y su educación está vinculada estrictamente con el consentimiento matrimonial, con la promesa de amor, de respeto conyugal, de fidelidad hasta la muerte, también se debe tener en cuenta que la acogida y educación de los hijos principalmente están condicionadas por el cumplimiento de ese compromiso familiar, la paternidad y la maternidad ya que estos representan un cometido de naturaleza no simplemente física, sino también espiritual; en efecto, por ellas pasa la genealogía de la persona, que tiene su inicio eterno en Dios y que debe conducir a él.
2. Desarrollo
El matrimonio es un bien humano distintivo y fundamental porque permite a las
partes que lo integran la mujer y el marido, florecer como individuos y como pareja, ambos por la forma más abarcativa posible de unión entre seres humanos y por la más radical y creativa de permitir que florezca otra persona, es decir, por traer a la existencia a esa persona como concebido, embrión, niño y eventualmente adulto, plenamente capaz de participar en el florecimiento humano bajo su propia responsabilidad. Por otra parte, podemos decir también que el matrimonio es una singular comunión de personas, en virtud de esta comunión la familia está llamada a ser comunidad de personas y que es un compromiso que los novios asumen «ante Dios y su Iglesia», como les recuerda el celebrante en el momento de expresarse mutuamente el consentimiento, de este compromiso son testigos quienes participan en el rito; en ellos están representadas, en cierto modo, la Iglesia y la sociedad, ámbitos vitales de la nueva familia. El buen estado del matrimonio es especialmente importante en una sociedad libre como la nuestra que depende de sus ciudadanos para gobernar sus vidas privadas y educar a sus hijos de forma responsable, de modo que la importancia y el poder del Estado se mantengan al nivel mínimo necesario. El matrimonio es también una fuente importante de capital social, humano y financiero para los hijos, especialmente para los que crecen en comunidades pobres y desfavorecidas, y sin un acceso fácil a otras fuentes de este capital. Así, desde el punto de vista de los cónyuges, hijos, sociedad y sistema político, el matrimonio fomenta el interés público, el matrimonio es una unión personal, para toda la vida, entre un hombre y una mujer sin embargo, el matrimonio nace de la complementariedad biológica, psicológica y social entre hombre y mujer, normalmente, las mujeres contribuyen al matrimonio con importantes aportaciones y perspectivas que los hombres generalmente no ofrecen, Asimismo, los hombres contribuyen con sus propias aportaciones y perspectivas que las mujeres generalmente no pueden ofrecer. Este pacto de mutua dependencia y compromiso solemnizado por un juramento legal se fortalece por el compromiso a la permanencia que marido y mujer se ofrecen el uno al otro, compromiso de quedarse y nunca huir especialmente en los momentos más difíciles, por lo general, los hombres y mujeres casados disfrutan de una vida mejor, ganan en disciplina moral y personal, gozan de una vida doméstica estable y de la oportunidad de participar en la educación de sus hijos. 3. Conclusión
Es necesario hacer visible que el matrimonio y la familia son un bien social de
primer orden y que, de hecho, el bien común está profundamente vinculado al bien de la familia, son interdependientes, por lo que todo lo que afecte a la familia, tarde o temprano, repercute en la sociedad y viceversa, es por ello la necesidad de legislar en favor del matrimonio y la familia, cabe resaltar que el matrimonio es importante para los niños en muchos sentidos principalmente nos centraremos en las consecuencias educacionales, psicológicas, sexuales y de comportamiento para los niños y la estructura familiar, empezando por la educación, Los niños educados en hogares formados por un matrimonio tienen más posibilidades de realizar actividades relacionadas con la lectura y la escritura que aquellos niños que son criados en matrimonios separados o criados por madrastras y padrastros debido a que en estos se verá más afectada la parte emocional y familiar, es por eso que debemos resaltar siempre la importancia de la paternidad y la maternidad en un hogar ya que estos representan un cometido de naturaleza no simplemente física, sino también espiritual; en efecto, por ellas pasa la genealogía de la persona que tiene su inicio eterno en Dios y que debe conducir a él inculcándole como primer principio la oración ya que está será la base de mantener una familia llena de valores y de muchas bendiciones, es por eso que a diario debemos concientizar a las familias que la base de todo hogar debe ser la oración para siempre agradar a Dios y que no se vayan debilitando esos lazos matrimoniales que se unieron el día que decidieron tomar este sacramento, actualmente vemos que pocas son las familias que se acercan a Dios. Debemos realizar esa alianza con Dios para que todo perdure y se consolide con la sucesión de las generaciones, esta unión debe convertirse en unidad de oración, pero para que esto pueda transparentarse en el ámbito de la familia, es necesario que la oración se convierta en una costumbre radicada en la vida cotidiana de cada familia, teniendo en cuenta que la oración es acción de gracias, alabanza a Dios, petición de perdón, súplica e invocación, en cada una de estas formas, la oración de la familia tiene mucho que decir a Dios, así mismo se puede decir que la oración confirma más sólidamente ese bien, precisamente como bien común familiar teniendo en cuenta que la oración es el inicio también de este bien.