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“El matrimonio es una sabia institución del Creador para realizar su

designio de amor en la humanidad.”


Cristina Cendoya

“No está bien que el hombre esté solo, hagámosle una compañera
semejante a él.” (Gen. 2, 18).

El matrimonio es una sabia institución del Creador para realizar su


designio de amor en la humanidad. Por medio de él, los esposos se
perfeccionan y crecen mutuamente y colaboran con Dios en la
procreación de nuevas vidas.

El matrimonio para los bautizados es un sacramento que va unido al


amor de Cristo su Iglesia, lo que lo rige es el modelo del amor que
Jesucristo le tiene a su Iglesia (Cfr. Ef. 5, 25-32). Sólo hay verdadero
matrimonio entre bautizados cuando se contrae el sacramento.

Cristina Cendoya | Fuente: Catholic.net


¿Qué es un Sacramento?
“Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por
Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la
vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son
celebrados significan y realizan gracias propias de cada
sacramento”. Catecismo de la Iglesia Católica, número 1131.
“Sacramento significa SIGNO; y la pareja Sacramentada tiene que
ser el uno para el otro, Signo del amor de Cristo, y los dos como
pareja para los demás”.
Este Signo tiene cuatro características que son: Visible, Auténtico,
Reconocido y Eficaz.

1).- VISIBLE: «Que se vea, que se note, que la pareja no se


avergüence de su amor, sino por el contrario, que sus padres, hijos y
amistades vean ese amor y que con orgullo lo muestren al mundo».

2).- AUTÉNTICO: «Porque sin fundamento, sin ser real, lo que se


verá será ficticio, fingido. El fundamento se adquiere en la lucha
diaria por una relación fuerte y verdadera. Hacerlo auténtico,
significa luchar por cumplir la promesa del día de la boda, todos los
días».
3).- RECONOCIDO: «Un Sacramento que siendo auténtico y la pareja
lo hace visible, se vuelve reconocido. Cuando los demás perciben que
la pareja vive de acuerdo al compromiso católico, son testigos de que
en esa pareja se ve el amor de Dios

4).- EFICAZ: «Cuando siendo auténtico, visible y los demás lo


reconocen, genera un fruto que se vuelve eficaz. Un Sacramento así,
tiene efectos positivos en los que rodean a esa pareja.”
Entonces:

1. El amor de los esposos es un signo externo del matrimonio.


2. El matrimonio es la alianza de dos personas cristianas, bautizadas,
y la unión de dos personas en cada matrimonio es sagrada.
3. Se enfatiza el potencial para crecer en el matrimonio cuando
ambas personas están comprometidas en su fe.
4. Los novios se convierten en un sacramento el día de su boda y
ellos mismos se administran el sacramento el uno al otro.
5. Los esposos viven su sacramento todos los días al ser dadores de
vida el uno con el otro y reconocen la verdadera alegría de la unidad.
6. El Sacerdote y la comunidad participan el día de la boda, como
testigos de ese amor que las parejas se juran en sus votos
matrimoniales.
El matrimonio se define como la alianza por la cual, - el hombre y la
mujer - se unen libremente para toda la vida con el fin de ayudarse
mutuamente, procrear y educar a los hijos. Esta unión - basada en
el amor – que implica un consentimiento interior y exterior, estando
bendecida por Dios, al ser sacramental hace que el vínculo conyugal
sea para toda la vida. Nadie puede romper este vínculo. (Cfr. CIC
can. 1055).
El matrimonio posee todos los elementos de un contrato. Los
contrayentes que son el hombre y la mujer. El objeto que es la
donación recíproca de los cuerpos para llevar una vida marital. El
consentimiento que ambos contrayentes expresan. Unos fines que
son la ayuda mutua, la procreación y educación de los hijos.
Fines del Matrimonio

Los fines del matrimonio son el amor y la ayuda mutua, la


procreación de los hijos y la educación de estos. (Cfr. CIC no. 1055;
Familiaris Consortio nos. 18; 28).

El hombre y la mujer se atraen mutuamente, buscando


complementarse. Cada uno necesita del otro para llegar al
desarrollo pleno - como personas - expresando y viviendo profunda
y totalmente su necesidad de amar, de entrega total. Esta
necesidad lo lleva a unirse en matrimonio, y así construir una nueva
comunidad de fecunda de amor, que implica el compromiso de
ayudar al otro en su crecimiento y a alcanzar la salvación.
En el matrimonio día a día se toman decisiones de amar,
porque día a día pasamos por etapas diferentes que nos llevan
al romance, la desilusión y la unidad dentro del matrimonio
Romance.- Es cuando en nuestra relación, todo va bien, todo nos
gusta, todo nos hace sentido y todo literalmente es miel sobre
hojuelas, y nos hace creer que verdaderamente la meta del
matrimonio es la felicidad, porque todo nos hace felices y estar
bien.

Desilusión.- Llega cuando en nuestra relación las cosas no funcionan


como esperábamos, cuando hay disgustos y malos modos, o malas
caras, cuando el actuar del otro, nos hace dejar de pensar en el o en
ella como lo más importante en nuestras vidas. El o ella, dejan de
ser el centro de nuestras vidas, y nos centramos en nosotros

Unidad.- Surge cuando tomamos la decisión consciente y


responsable de amar a nuestra pareja a pesar de sus defectos y lo
volvemos a poner en el centro de nuestra vida, y entonces
entendemos que la meta del matrimonio no es la felicidad, sino la
UNIDAD
El amor que lleva a un hombre y a una mujer a casarse es un reflejo
del amor de Dios y debe de ser fecundo (Cfr. Gaudium et Spes, n. 50)

Cuando hablamos del matrimonio como institución natural, nos damos


cuenta que el hombre o la mujer son seres sexuados, lo que implica
una atracción a unirse en cuerpo y alma. A esta unión la llamamos
“acto conyugal”. Este acto es el que hace posible la continuación de la
especie humana. Entonces, podemos deducir que el hombre y la mujer
están llamados a dar vida a nuevos seres humanos, que deben
desarrollarse en el seno de una familia que tiene su origen en el
matrimonio. Esto es algo que la pareja debe aceptar desde el
momento que decidieron casarse. Cuando uno escoge un trabajo – sin
ser obligado a ello - tiene el compromiso de cumplir con él. Lo mismo
pasa en el matrimonio, cuando la pareja – libremente – elige casarse,
se compromete a cumplir con todas las obligaciones que este conlleva.
No solamente se cumple teniendo hijos, sino que hay que educarlos
con responsabilidad.
La maternidad y la paternidad responsable son obligación del
matrimonio.

Es derecho –únicamente - de los esposos decidir el número de hijos


que van a procrear. No se puede olvidar que la paternidad y la
maternidad es un don de Dios conferido para colaborar con Él en la
obra creadora y redentora. Por ello, antes de tomar la decisión
sobre el número de hijos a tener, hay que ponerse en presencia de
Dios –haciendo oración – con una actitud de disponibilidad y con
toda honestidad tomar la decisión de cuántos tener y cómo
educarlos. La procreación es un don supremo de la vida de una
persona, cerrarse a ella implica cerrarse al amor, a un bien. Cada
hijo es una bendición, por lo tanto se deben de aceptar con amor.
En el matrimonio, los hijos llegan

Y también se van

Aunque, a veces, no llegan.


Efectos

El sacramento del matrimonio origina un vínculo para toda la vida.


Al dar el consentimiento – libremente – los esposos se dan y se
reciben mutuamente y esto queda sellado por Dios. (Cfr. Mc. 10,
9). Por lo tanto, al ser el mismo Dios quien establece este vínculo –
el matrimonio celebrado y consumado - no puede ser disuelto
jamás. La Iglesia no puede ir en contra de la sabiduría divina. (Cfr.
Catec. nos. 1114; 1640)
Este sacramento aumenta la gracia santificante.

Se recibe la gracia sacramental propia que permite a los esposos


perfeccionar su amor y fortalecer su unidad indisoluble. Está gracia
– fuente de Cristo – ayuda a vivir los fines del matrimonio, da la
capacidad para que exista un amor sobrenatural y fecundo. Después
de varios años de casados, la vida en común puede que se haga más
difícil, hay que recurrir a esta gracia para recobrar fuerzas y salir
adelante (Cfr. Catec. no. 1641)
En el Sacramento del Matrimonio, Dios te otorga bendiciones
especiales como: el perdón, la sanación, la humildad, que son
entre otras, dones que te ayudan a mantener la unidad en tu
sacramento.
El Perdón en el matrimonio,

El proceso para restaurar la intimidad comienza con el perdón,


encamina a la sanación y culmina en la reconciliación en el
matrimonio.
Da la oportunidad de compartir su vulnerabilidad y perdonarse
mutuamente.
El perdón es el primer paso para restaurar la intimidad de la relación
matrimonial. El proceso de sanación acorta la distancia causada por
la HERIDA y la cual ya ha sido perdonada. Por medio de la
experiencia del perdón y la sanación, la unidad de la relación se
fortalece. Esto es la reconciliación.
¿Que hacer?
1.- Tiempo de oro
Dedícale tiempo al otro pero no confundas la calidad con la
cantidad.

2.- Salidas frecuentes


Sal con tu cónyuge con alguna frecuencia. No te limites a "sacar" a
tu mujer de casa, preocúpate de "salir con ella" a algo que le
agrade.

3.- Oír y escuchar


Cuando él-ella te hable, no te limites a oír, deja de trabajar, o deja
el periódico a un lado, mírale a los ojos. Él o ella se enterará de que
te escucha.
4.-Como novios
Mantén viva la ilusión del primer día de noviazgo. Conquístale a
diario. Preocúpate de tu arreglo personal.

5.-Buenos recuerdos
Recuerda con frecuencia los momentos felices compartidos por
los dos.

6.- Sueños de enamorados


Sueña como los enamorados pero ten los pies en tierra como los
esposos.

7.- De cara al futuro


Haz planes de futuro que te ayuden a mejorar el presente.
8.-"No hay otro como tú"
Hazte sentir al otro como necesario en la relación conyugal. Busca su
compañía.

9.-La importancia de las celebraciones


Recuerda las fechas importantes. Si las celebráis juntos, ¡mejor!

10.- "¡Ayúdame!"
Pide a tu cónyuge soluciones prácticas para tus problemas: puede
ayudarte mucho y además servirá para uniros.

11.-Siempre alabanzas
No le critiques ante las amistades, menos aún cuando no esté
presente.
12.-"Es una sorpresa"
Sorpréndela con pequeños detalles inesperados: un regalo, una
cena especial, una noticia agradable, unas flores, el vestido que le
gusta.

13.-"Venía pensando en ti"


Búscale a él o a ella al llegar a casa. Le encantará saber que vienes
pensando en él.

14.-Un beso al despedirse


No olvides despedirte antes de salir. Un beso todos los días es una
práctica muy recomendable

15.- Con la verdad por delante


Sé siempre sincero pero no lo manifiestes de forma desagradable.

16.- "Quiero estar contigo"


Prefiere a tu cónyuge antes que a las amistades, demuéstraselo a
menudo.
Cuando una pareja Sacramentada lucha por ser un verdadero
Signo de amor para el mundo, tiene la gran recompensa de vivir
satisfecho en sus más grandes necesidades, que son: la de
experimentar amor y aceptación, contar con alguien en la vida,
sentir la libertad que da el actuar correctamente y la seguridad
en sí misma al saberse una persona valiosa y buena.
Todo esto significa vivir una vida plena, llena de gozo interno que
da la unidad.
“YO __________ TE ACEPTO A TI __________
COMO MI ESPOSA(O) Y PROMETO SERTE FIEL,
EN LO PRÓSPERO Y EN LO ADVERSO, EN LA
SALUD Y EN LA ENFERMEDAD, Y AMARTE Y
RESPETARTE TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA”.

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