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TEMA 44.

REGULACIÓN DE CAUDALES. CONCEPTO Y NECESIDAD. MÉTODOS DE


REGULACIÓN DE AGUAS SUPERFICIALES. EMBALSES. EL CONCEPTO DE
LA GARANTÍA EN EL SUMINISTRO Y SU EVALUACIÓN.
APROVECHAMIENTO CONJUNTO DE RECURSOS SUPERFICIALES Y
SUBTERRÁNEOS.

1) REGULACIÓN DE CAUDALES. CONCEPTO Y NECESIDAD.


La irregularidad de las aportaciones de los ríos, llevan necesariamente a pensar en aprovechamientos
regulados, frente a las tomas directas del río sin regulación alguna.

La regulación de un río consiste en armonizar las aportaciones del río (variables a lo largo del tiempo)
con las demandas a satisfacer. Esto se consigue creando embalses, que puedan almacenar los
volúmenes de agua de caudales fluyentes superiores a los consumos, que serán suministrados cuando
los consumos sean superiores a los caudales fluyentes disponibles en el río.

El estudio de una regulación exige conocer las aportaciones de la cuneca en el punto donde se ubica el
embalse, y las demandas a satisfacer, obteniéndose como resultado las capacidades de embalse para
diferentes garantías de regulación.

Las aportaciones, como fenómeno natural sobre el que hay que operar, son el resultado de la
superposición de dos tipos de fenómenos:

 Fenómenos circulatorios de ciclo anual, con predeterminación relativa, más o menos señalado,
según las características climáticas, de las que dependen en cuanto a su forma habitual (sequía
estival, máximos en primavera u otoño, etc.).
 Fenómenos circulatorios de periodo superior al ciclo anual, para las cuales no se puede aceptar
la exigencia de predeterminación conocida, suponiéndose regidos por una ley de azar que se
pretende inducir de la curva de frecuencia demostrada por el río en un periodo de duración
suficiente.

Según lo anterior, hay que distinguir regulación anual o interanual, es decir, si afecta a cada año
hidrológico por separado o si se pretende utilizar aportaciones de unos años para garantizar servicios en
otros.

La regulación interanual es con mucho la de mayor interés y complejidad, su estudio se subdivide en dos
partes: en primer lugar se determina el volumen de embalse mínimo para que, supuesto garantizado en
cada año el volumen total de agua necesario para el servicio previsto pueda distribuirse según la ley de
demanda. Seguidamente se halla el volumen de embalse necesario para garantizar en cada año con el
grado de garantía prefijado el volumen de agua necesario.

La regulación consiste en esencia en calcular la capacidad de un embalse en función de una demanda


existente y de unas aportaciones del río, para diferentes garantías.

La determinación del volumen de embalse necesario para atender a una demanda dada, depende de las
aportaciones del río. En general podemos disponer de una sucesión de datos pretéritos, (anuales,
mensuales, diarios) de las aportaciones de la cuenca en estudio que debemos extrapolar hacia el futuro,
y por lo tanto pueden conducirnos a resultados inexactos por exceso o por defecto.

Tenemos por tanto, necesidad de manejar series extensas de aportaciones y para generarlas existen
diversos procedimientos obtenidos de estudios estadísticos más o menos depurados:

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 Obtención de series de aportaciones anuales por la sucesión aleatoria de las aportaciones


históricas (supuestas independientes entre sí). Se introducen en estas aportaciones y se
extraen sin reposición hasta agotar la urna. Se repite este proceso hasta obtener una serie
suficientemente larga para poder suponer que los casos más desfavorables de estiaje
prolongado ya se han presentado.
 Igual que el caso anterior pero reponiendo las extracciones. Se supone así que las aportaciones
anuales son totalmente independientes y equiprobables.
 Ajuste de una ley de distribución (p.e.: Gooddrich) a la serie de aportaciones históricas
disponible y obtención de la serie de aportaciones, por sorteo a partir de la distribución
obtenido, con su probabilidad de presentarse. Después test de verosimilitud.
 Es una variante del anterior, introduciendo una tabla de números aleatorios, en lugar del
sorteo, que tenga igual media y desviación típica que la distribución ajustada.
 Cadenas de Markow . Consisten en la obtención de una serie recurrente de números en los que
cada uno depende del anterior en un cierto porcentaje (coeficiente de autocorrelación) y que
tiene media 0 y varianza 1; esto es por considerar que la aportación durante un periodo está
influenciada por la del anterior o anteriores.

Esta última hipótesis es casi siempre la más acertada ya que está comprobado que existe una marcada
tendencia a que un año húmedo le sucede otro también húmedo y lo mismo sucede con los secos, como
consecuencia de que los embalses subterráneos de la cuenca drenan muy lentamente y el efecto sobre
los caudales del río de una infiltración en los acuíferos de la cuenca excepcionalmente alta (o baja), se
extienden mucho más allá del periodo de lluvias.

La serie de aportaciones viene dada en función de esta serie recurrente y de la media y desviación típica
de la distribución de la serie histórica disponible. La serie así generada tiene la misma media y
desviación típica.

El análisis estadístico de los datos de aportaciones es necesario en regulación no tanto para estimar
capacidades de embalse cuanto para la determinación de garantías, ya que siendo éstas sinónimo de
probabilidades, las series simuladas deben ser largas (500 a 1.000 años) para que este concepto tenga
verdadero sentido.

Se define por garantía de regulación: La probabilidad de alcanzar la demanda requerida, es decir, el


cociente entre el número de años en que se atiende el suministro y el número total de años del período
considerado”.

Pueden establecerse criterios diferentes más o menos restrictivos en la consideración de año en el cual
se ha atendido la demanda. A la hora de elegirse el riesgo que se asume, entre los factores a contemplar
estarán:

 Efectos de restricciones de distintas magnitudes.


 Cuantía de la posible reducción de la demanda en períodos de sequía.
 Frecuencia de restricciones admisibles para los consumidores.
 Posibilidad de acudir a otros recursos existentes en período de sequía, o de puesta en marcha
de un nuevo recurso para los períodos cruciales.

Es importante, por tanto, destacar que para que la expresión "garantía de regulación" tenga todo su
sentido ha de ir unida al servicio de que se trate. Si el servicio previsto es por ejemplo un abastecimiento
a una población utilizará en general sólo una parte, a veces reducida, de la aportación anual del río, pero
en cambio la ley de consumo resulta muy rígida; el estudio se orientará al dimensionamiento del
embalse mínimo y del régimen de explotación (volumen remanente embalsado al comienzo de cada
mes) que permite garantizar la satisfacción de la demanda con una probabilidad mínima prefijada, por
ejemplo, del 97%. En abastecimientos suele considerarse como año inadmisible aquel que presenta al
menos un mes deficitario, y por consiguiente exige restricciones.

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Hay que definir también cuándo se considera que el servicio no se ha cumplido para poder precisar esta
"garantía". Por ejemplo, si en un período de 5 años hay un mes en el que no se ha podido dar el servicio
no es igual que consideremos que ha habido un fallo de "un mes” entre los 60 meses o que ha habido
"un año" en el que el servicio no ha sido completo. Aclaremos que para este tipo de utilización,
normalmente la unidad que se toma es el mes.

Puede en cambio tratarse simplemente de regularizar los caudales del río para evitar inundaciones; es
claro que en este caso se “utilizará” toda la aportación, bien año a año, que será lo más normal, o por
períodos interanuales.

2) MÉTODOS DE REGULACIÓN DE AGUAS SUPERFICIALES.


Para la determinación del embalse interanual, o para la de la garantía que da un determinado embalse,
se pueden seguir fundamentalmente dos procedimientos:

 Calcular, apoyándose en la función de distribución hallada, las probabilidades compuestas de


las garantías de suministro, o
 construir valiéndose de la función de densidad de probabilidad de los caudales, que es la
derivada de la anterior, una larga serie aleatoria de aportaciones con la que se trabaja según
diversos técnicas que permiten apreciar la "garantía de servicio".

El primer método resulta a primera vista más sugestivo sin embargo resulta impracticable en cuanto hay
que considerar más de dos embalses en funcionamiento conjugado, sobre todo si, como es casi seguro
en ese caso, las aportaciones a uno de ellos están fuertemente correlacionadas con las que llegan al
otro.

El segundo es, en esencia un "juego de simulación" (se suele llamar "método de Monte Carlo") y la única
dificultad que presenta, el volumen de operaciones sencillas pero repetidas, queda hoy resuelto
satisfactoriamente con los ordenadores.

No se puede en este tema entrar en el detalle operativo, pero sí indicar que existen diversos modos de
"tratamiento" de estas series aleatorias artificiales mediante modelos matemáticos. Los modelos
matemáticos más usuales son:

 El de las diferencias acumuladas, que conduce a las "curvas de regulación".


 El de las desviaciones acumuladas.

En el primero se estudian los valores que toman las sumas sucesivas (año a año o mes a mes, según se
plantee la cuestión) de las diferencias entre volúmenes a suministrar y las aportaciones; la mayor de
estas sumas, que no tiene por qué corresponder al período más largo, nos da la capacidad de embalse
necesaria para dar el servicio. Apoyándose en este método se pasa al de las curvas de regulación como
envolventes de las rectas que garantizan el servicio 1,2,3,4,...,n meses (o años) consecutivos.

En el segundo se utilizan las sumas de diferencias de aportaciones respecto a la aportación media


"absoluto" en períodos de 1,2,3,...,n años (o meses) consecutivos y se analiza la función F(n,Δ,q) que
relaciona el número de períodos n, la desviación acumulada Δ y la probabilidad q de que Δn>Δ en un
período n.

Cualquiera que sea el método "estadístico-probabilístico" que se utilice conduce a un volumen de


operaciones prácticamente inabordable sin la utilización de los ordenadores. Como contrapartida
resultan netamente objetivos en el sentido de que los resultados no dependen de quien realiza el
estudio y son por tanto comparables sin apreciaciones subjetivas.

Otros métodos empleados en menor o mayor medida para calcular el embalse o la garantía interanual
de suministro que da un determinado embalse son, entre otros: Diagrama de Becerril, Método de
Alexander, Método de Dincer, Método de la distribución gamma de Gould, Método empírico de MC
Mahon, Método de Hardison, Método de Gould.

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Como se deduce de lo anteriormente expuesto hay multitud de métodos para determinar la garantía de
suministro de un embalse o para determinar el embalse mínimo necesario para asegurar una garantía
de suministro, dependiendo de las distintas hipótesis que se establezcan y de las funciones de
distribución que se empleen para ajustar las aportaciones.

Todos estos métodos matemáticos son los empelados habitualmente en los denominados modelos de
gestión de sistemas de recursos hídricos superficiales, que tratan de reproducir el funcionamiento de los
mismos, para lo cual hay que considerar las acciones exteriores (aportaciones), las características de las
infraestructuras (capacidad de los embalses y de las conducciones), las demandas existentes y las reglas
de gestión con que se explotan esos sistemas. Esta necesidad de considerar las reglas de gestión es lo
que da nombre a estos modelos y es una característica común tanto si se trata de modelos de
simulación (que reproducen de forma detallada el comportamiento del sistema frente a determinadas
acciones) como de optimización (que seleccionan directamente la solución optima). Por su propia
naturaleza son modelos distribuidos que necesitan de la definición de numerosos parámetros.

La situación más habitual en la que se utilizan estos modelos es la de analizar el sistema de recursos
mediante modelos de simulación en los que es preciso incluir con adecuados algoritmos matemáticos
las mencionadas reglas de gestión. Los resultados obtenidos del funcionamiento del sistema en cuanto a
lo satisfactorio de las demandas e infraestructuras sólo serán válidos si las reglas de gestión incluidas en
el modelo son adecuadas. Unas malas reglas de gestión pueden conducir a resultados muy
conservadores, mientras que unas reglas óptimas pero imposibles de llevar a cabo sobrevaloran el
rendimiento hídrico del sistema.

La obtención de las reglas de explotación no es un problema de fácil solución, máxime en los sistemas
reales con una gran complejidad, y es en este campo donde los modelos de optimización son utilizados
como una herramienta de gran utilidad. En el caso de un sistema simple compuesto por un solo embalse
y una zona de demanda es posible definir de forma sencilla una regla de operación consistente
simplemente en atender la demanda cuando esto sea posible. En el caso de sistemas hídricos más
complejos, como son los habituales en la realidad, compuestos por varios embalses y varias zonas de
demandas, el establecer reglas de gestión es tarea más compleja que depende en gran medida de la
experiencia del proyectista. Dentro de los principales modelos comerciales de gestión de sistemas de
recursos hídricos superficiales se encuentran el HEC 3 y HEC 5 del Hydrologic Engineering Center del US
Army Corps of Engineers, el SIM V y SIMYIELD, SIMGES y OPTIGES de la Universidad Politécnica de
Valencia o el MODSIM de la Universidad de Colorado.

Estos modelos de gestión son fundamentales para una moderna y racional utilización del agua. Es
importante recordar que, aunque el balance hídrico de una cuenca resulte positivo no quiere decir que
no vaya a haber problemas de agua en dicha cuenca. El balance anual no tiene en cuenta ni la
variabilidad mensual de los recursos hídricos, ni la variabilidad espacial entre los recursos y demandas
dentro de la cuenca analizada, por lo que hacen falta herramientas que contemplen estas
circunstancias. El balance hídrico no es más que una primera aproximación al estado general de los
recursos hídricos de un territorio, el cual permite determinar el grado máximo de uso de dichos
recursos, pero se hace necesario estudiar los sistemas de explotación mediante modelos matemáticos
de gestión que contemplen la citada variabilidad espacial y temporal de los recursos, así como las reglas
de gestión, para poder así diagnosticar déficits locales, faltas de garantía, etc.

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3) EMBALSES.
Un embalse es una estructura hidráulica que contiene un gran depósito de agua, donde se almacenan
aguas de ríos. Entre otros fines, el embalse es usa para el riego, abastecimiento, producción de energía
eléctrica y actividades de ocio.

Para definir la importancia de los embalses tenemos en cuenta consideraciones a nivel del uso del agua,
desarrollo económico, ambiental y social:

 Abastecimiento para las demandas de agua de sus distintas actividades socioeconómicas


presentes y futuras, mejorando la calidad de vida de la población.
 Facilita la gestión del agua ante el cambio climático, fenómeno que genera una incertidumbre
hidrológica por la variabilidad climatológica que puede llegar a generar crecidas que los
embalses deben amortiguar.
 Permiten un adecuado equilibrio entre el uso de las aguas superficiales (ríos, arroyos,
quebradas, lagos, humedales) como de las aguas subterráneas (pozos, aljibes, etc.), sin llegar a
situaciones de sobreexplotación.
 Regula la recarga de acuíferos y manantiales que se encuentren aguas abajo del embalse,
favoreciendo el incremento del caudal del río que, a su vez, favorece al ecosistema. Siempre se
debe garantizar un caudal aguas abajo de un embalse, para garantizar el funcionamiento, la
composición y la estructura de los ecosistemas hídricos del río.

A diferencia con un embalse, una presa es la estructura de contención que generalmente se encuentra
en los embalses y sirve para cerrarlos. Esta estructura hidráulica debe soportar las condiciones extremas
en las avenidas o crecidas en una cuenca hidrográfica.

4) EL CONCEPTO DE LA GARANTÍA EN EL SUMINISTRO Y SU EVALUACIÓN.


La gestión de la demanda es en muchos casos la mejor, o la única alternativa, para mantener el
equilibrio entre los consumos de agua y las disponibilidades de recursos. No obstante, es importante
tener en cuenta que uno de los fines perseguidos con las políticas de gestión de la demanda es el
aseguramiento de la garantía de abastecimiento en los escenarios presentes y futuros de la planificación
hídrica, por lo cual, al considerar la implantación de políticas de gestión de la demanda es imprescindible
adoptar las medidas necesarias para asegurar y demostrar que no se reducirá la garantía de
abastecimiento.

La gestión de la demanda es una ciencia aún poco consolidada en el mundo, al menos en su faceta de
componente estable de una estrategia de gestión hídrica, lo que invita a una revisión de los métodos
empleados para valorar la suficiencia de recursos para atender las necesidades y asegurar resultados
robustos y factibles . La estrecha relación entre la planificación y la operación de los sistemas hídricos y
la necesidad de afrontar, en sus dimensionamientos y en la definición de su explotación, la aparición de
episodios de sequía, (donde la gestión de la demanda ha jugado, y juega, un papel fundamental desde
mucho tiempo atrás), refuerza aún más la necesidad de un planteamiento integrado que incorpore de
forma rigurosa y robusta la gestión de la demanda.

La base del planteamiento de este documento arranca de un entendimiento preciso de los factores y
componentes que rigen la demanda de agua y su capacidad de reducción frente a diferentes
actuaciones. El evidente aumento de resistencia a reducciones adicionales(endurecimiento) conforme
se van consiguiendo logros en la reducción de la demanda, repercute en la valoración de
potencialidades para el largo plazo, pero también en las potencialidades residuales coyunturales ante
situaciones de crisis.

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Las sequías, entendidas como períodos de bajas aportaciones de agua a las fuentes de captación del
recurso, son el factor determinante de la verdadera capacidad de suministro de los sistemas hídricos

Constituyen el elemento de referencia para el diseño de los sistemas de gestión de recursos en su


orientación a la gestión de riesgos de insuficiencia de disponibilidades para el suministro de las
demandas en el ámbito servido.

En el plano de los procedimientos de análisis de recursos hídricos las sequías tienen un vínculo directo
con la garantía de suministro, ya que es en condiciones de sequía cuando un sistema hídrico contempla
la posibilidad de rebajar las condiciones normales de suministro a la totalidad de las demandas.

Garantía y capacidad de suministro están estrechamente ligadas, aunque no depende esta relación
exclusivamente de estos dos elementos, también está influida la garantía por las reglas de operación del
sistema en lo relativo a la forma de compartir recursos, atender prioridades con otros usos y
condicionantes y a la utilización de los recursos complementarios y las reservas estratégicas.

Los escenarios de sequía, en los que se requiera la implantación de medidas para afrontar la escasez,
medidas que se apoyarán en políticas de reducción de la demanda, deben establecerse desde
consideraciones y procedimientos de gestión de riesgos.

El riesgo a afrontar se puede plantear en dos premisas de base:

 El asumido como posible dentro del conocimiento histórico de los regímenes meteorológicos e
hidrológicos del ámbito del sistema de abastecimiento. Este riesgo estará cuantificado y
aceptado por los agentes sociales e institucionales vinculados con el suministro, y

 El que afronte episodios fortuitos de mayor severidad hidrológica que los conocidos
históricamente. La eventualidad de que acaezcan estos episodios puede tener causas y
orígenes muy diversos, entre los que cabe el cambio climático, pero su previsión es, sin duda,
una obligación de todo sistema de abastecimiento urbano, del que depende la actividad salud y
pervivencia de las poblaciones.

Las soluciones a ambos tipos de escenarios variarán dependiendo del grado de riesgo que se quiera
asumir en cada caso y circunstancia, pero en general, se afrontarán desde el refuerzo de las prácticas de
reducción del consumo y la incorporación de reservas estratégicas o el empleo y aumento de recursos
suplementarios y alternativos.

Las prácticas eficientes de gestión del suministro, han de contar con definiciones precisas de las
condiciones que desencadenarán las acciones de establecimiento de situaciones de sequía y las
consiguientes acciones de gestión de estas situaciones.

Sistemas de abastecimiento como el de Madrid (Canal de Isabel II) disponen de manuales de gestión de
situaciones de sequía donde pueden encontrarse ejemplos de la definición de condiciones de inicio de
procesos de sequías de distinta gravedad

La garantía de suministro, entendida como condiciones de compromiso con los usuarios de sistema, se
establece en relación con las condiciones de incursión en situaciones de sequía y el tiempo de
permanencia en dichas fases. En este sentido cada sistema, bien particular o como parte de los que
componen una cuenca hidrográfica, contará con una garantía de suministro y velará por el
mantenimiento de este compromiso, aunque su consecución a corto plazo estará siempre cuestionada
por los otros factores que conforman la capacidad real de suministro y que se afrontan mediante el
establecimiento de las reglas particulares de operación que deciden las explotaciones adaptadas a las
peculiaridades climáticas y de limitaciones estructurales que surgen sistemáticamente en todos los
abastecimientos del mundo.

CAPACIDAD DE SUMINISTRO DE LOS SISTEMAS HÍDRICOS

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La capacidad de suministro de un sistema es pues, el resultado de la combinación integrada de todos los


factores que rigen el proceso del suministro de las demandas de agua en el contexto de gestión de
riesgos de insuficiencia y con las pautas de explotación de infraestructuras y recursos que cumplan los
compromisos de garantía de servicio urbano y los condicionantes ambientales y de utilización
compartida de recursos con otros usos.

Es una práctica de planificación eficiente, determinar para cada sistema su capacidad de suministro, con
todos los condicionantes conocidos, así como determinar la capacidad de suministro sustentable que
prevenga el mantenimiento de los condicionantes ambientales y buen estado ecológico de cuantas
masas de agua se vean afectadas por el sistema actual y las ampliaciones programadas.

Es una práctica cada vez más generalizada el requerimiento desde los organismos responsables de la
administración hídrica, de planes y documentos de análisis de escenarios de futuro a las entidades
gestoras de sistemas de abastecimiento, donde se explicite la previsión de evolución de capacidades de
suministro con incorporaciones de consideraciones de condicionantes ambientales y criterios de gestión
de episodios de sequía.

GESTIÓN DE LA DEMANDA. SOLUCIÓN COMPLEJA

La demanda es el componente que ha fomentado históricamente el desarrollo de los sistemas hídricos,


en el sentido de marcar los valores a satisfacer desde las alternativas vinculadas al incremento de
disponibilidades.

En la actualidad, la demanda, ha pasado de ser el único motor, a estar generalmente aceptada como
uno más de los factores a ajustar y gestionar para asegurar el balance suficiente entre los recursos y las
necesidades.

La gestión de la demanda se enfoca en los abastecimientos urbanos desde dos líneas maestras: Gestión
coyuntural bajo condiciones de contingencia y Gestión permanente. La primera aborda la necesidad, en
muchos casos prevista y asumida, de reducir los consumos durante los escenarios de escasez o sequía y
la segunda persigue la consolidación estable de reducciones de consumos sobre los que
corresponderían a pautas dotacionales con evolución carente de influencias sobre el consumo.

La gestión de demanda coyuntural, dadas sus condiciones implícitas de elasticidad y premura en la


consecución de sus reducciones, ha de basarse en cambios temporales de actitudes de consumo,
cambios que retornaran a su estado anterior a la solicitud de reducción coyuntural, cuando la situación
de escasez temporal desaparezca. Esta necesidad de reacción rápida ha de ir necesariamente vinculada
a la brevedad en el mantenimiento de los niveles de reducción, ya que no debería contarse con estos
esfuerzos basados simplemente en hábitos de consumo prolongados en el tiempo.

En cuanto a las cuantías alcanzables, es fundamental hacer planteamientos con base sólida de registros
de volúmenes ahorrados en episodios pasados equiparables. Es conveniente huir de las cifras optimistas
que suelen rodear los informes de cierre de campañas de ahorro, en los que no se han podido hacer
valoraciones rigurosas de los cambios realmente producidos ni de su distribución en los diferentes tipos
de unidades de consumo, así como las pertinentes homogeneizaciones de consumos de acuerdo a las
condiciones climáticas en que se produjeron.

En principio, para los episodios de severidad prevista, se sugieren para sistemas que no hayan
implantado medidas de gestión permanente de demandas, reducciones domésticas en el entorno del
9%, en actividades comerciales e industriales alrededor del 5% y en usos institucionales y de exterior del
15%. En los episodios de severidad superior a la asumida en las condiciones de garantía, se reforzarán
estos valores basados en cambios de actitud, pero en estos casos las cifras alcanzadas deberán
aumentarse más por modificaciones estructurales de los elementos de consumo, mejora de eficiencias
de las redes de suministro y sustitución de usos, que por el aumento de los hábitos

ahorradores. En todo caso estas reducciones de consumo entrarían en el contexto de gestión de crisis y
contingencias más que en los dos tipos enunciados de gestión de la demanda.

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Es imprescindible para la planificación de situaciones de emergencia el establecimiento a priori de los


valores que se consideran dotacionales básicos, que en ninguna circunstancia se rebajarán para la
generalidad de la población. Se manejan dotaciones básicas medias para todos los usos, en algunos
ámbitos del mundo desarrollado, cifras del orden de los 80 l/hab/día.

En cuanto a la gestión de reducciones permanentes de la demanda, se deben basar en cambios en las


infraestructuras de suministro y en los elementos de uso, y consumo. En algunos casos estos elementos,
además de rebajar las dotaciones facilitan el cambio de hábitos hacia un uso menor y más eficiente.
Como es el caso de los programadores de riego con base en condiciones climáticas y de humedad del
suelo.

Son múltiples las prácticas que determinan un menor consumo de forma permanente. No obstante es
importante hacer una valoración rigurosa de los valores que se conseguirán y los plazos en que se
alcanzarán dichos valores. La elasticidad de la demanda medida como reducciones alcanzables en cada
horizonte por unidad de esfuerzo aplicado a su consecución, es el parámetro que compendia todas las
consideraciones para la valoración de políticas de reducción de la demanda. En cuanto a las reducciones
permanentes es necesario manejar un límite, u objetivo, que corresponda a los valores mínimos
alcanzables dentro de los planteamientos ecosociales de cada ámbito de suministro. A estas dotaciones
se les suele denominar dotaciones de confort.

CONCLUSIONES

La garantía de suministro de agua a los núcleos urbanos se orienta al mantenimiento del adecuado
balance entre disponibilidades y consumos para los horizontes presentes y futuros con el cumplimiento
de los estándares de servicio establecidos. En las zonas del planeta donde el balance disponibilidades
consumos arroja valores muy próximos para los escenarios de suministro (lo cual es una gran
generalidad de los casos), esta garantía se sustenta en dos pilares principales, gestión eficiente del
recurso y políticas bien definidas de gestión del riesgo de insuficiencia de recursos para atender la
totalidad de las demandas.

La gestión de estos riesgos se debe afrontar desde una definición clara de escenarios de situaciones de
sequía y un plan de acciones que afronte situaciones asumidas en los contextos de estándares de
suministro, y otros de mayor severidad a prever dentro de los procedimientos de gestión de
contingencias y crisis.

La gestión eficiente ha de conseguir para los escenarios de futuro el balance de menor coste ecosocial
ente disponibilidades y demandas, para ello se apoya básicamente en políticas de gestión de la
demanda.

La gestión de la demanda es una de las líneas de acción primordiales para el mantenimiento de los
balances entre disponibilidades y consumos de los sistemas de suministro.

En su vertiente de consecución permanente y estable de las reducciones de consumos, apunta por los
horizontes de medio y largo plazo. Para los horizontes de corto plazo conviene ser prudente y no contar
con reducciones estables significativas, por el ineludible plazo de implantación que precisan para dar
resultados apreciables.

Las reducciones coyunturales, de caractér más volátil, son válidas para el corto plazo. Estan basadas
fundamentalmente en cambios de los hábitos de consumo y son la herramienta adecuada para prever y
resolver situaciones de sequía e insuficiencia de recursos.

Las cuantificaciones de los potenciales alcanzables por daca una de las dos veritentes de gestión de la
demanda debe partir de límites bien definidos de dotaciones de confort y de niveles mínimos aceptables
bajo condiciones de emergencia, a los que se denominan necesidades básicas.

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El cálculo de las elasticidades de los dos tipos de componentes de la demanda (entendida la elasticidad
como la relacción entre las reducciones alcanzables en cada escenario y el esfuerzo necesario para
lograrlo), están directamente interrelacionadas.

Una planificación eficiente debe incorporar todas las consideraciones pertinentes de gestión de la
demanda pero debe basarlas en datos registrados de dotaciones unitarias en episodios asimilables a los
planificados y condicionar sus valores esperados a las posibles limitaciones derivadas de los alcanzados
en cualquiera de las otras vertientes de gestión de la demanda.

5) APROVECHAMIENTO CONJUNTO DE RECURSOS SUPERFICIALES Y


SUBTERRÁNEOS.

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