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TEMA: LACRISIS DE UN PUEBLO

TEX: HGEO 1:1- 12

INT:
Conviene comentar aquí que en este versículo se encuentran presentes de nuevo los elementos
de la teocracia que Dios había planeado para Israel: había un profeta, un sacerdote y un rey,
aunque en el caso del último mencionado, ostentaba el título de “gobernador”. Es interesante
observar que el mensaje profético llegó a esos dirigentes como en los días anteriores en que los
líderes obedecían a Dios. Cuando los líderes dejaron de hacerlo, los mensajes de Dios llegaban
directamente al pueblo, pero siempre a través de los profetas. 2 Ped 1:16-21 y Heb 7:22-26 y
Apoc 1:9-20

La palabra de Dios (vv. 2, 3, 5). En el v. 2 se identifica al originador del mensaje: “DIOS de


los ejércitos”, frase que habla de Dios como el Todopoderoso, es decir, como alguien que tiene
a su entera disposición todo el poder del cielo y de la tierra. Esto quiere decir que Dios tiene la
capacidad de hacer todo lo que está de acuerdo con su carácter santo y su voluntad soberana.
Guiado por el Espíritu Santo, Hageo empleó ese título 14 veces en sólo 38 versículos.

Actitud del pueblo (vv. 2–4). La primera referencia que se hace a la actitud de los israelitas está
incluida en el mensaje dirigido a Zorobabel el gobernador y a Josué el sumo sacerdote. Dios se
reconstruir la casa de Jehová ahora”. Bueno, “conveniente” no lo era, pero pensando de esa
manera, jamás lo sería. Es decir, nunca hay un tiempo totalmente ideal para hacer la obra de
Dios, ni perfecto en que no haya oposición del maligno, ni contratiempos y además, contando
con todos los recursos necesarios a la mano. Si esperamos a que se dé semejante ideal ficticio,
quiere decir que nos quedaremos esperando para siempre y sin hacer la obra de Dios.
Precisamente eso era lo que estaban haciendo los judíos.

En efecto, la situación no era ideal. Había oposición de parte de los samaritanos. Asimismo,
había una crisis económica, causada en parte por la sequía persistente. Además, la situación
internacional era causa de alarma. Pero, aunque todo eso servía de excusa al pueblo, Dios no
aceptó que hubiera suficientes razones para no seguir adelante con la restauración del templo.
La frase “este pueblo” (en vez de “mi pueblo” o “el pueblo de Dios”) indica que su actitud
había levantado una barrera entre el pueblo y su Dios.

Hageo hizo todavía otra presentación del problema al confrontar al pueblo mismo, esta vez en
forma de pregunta “¿Es para vosotros tiempo?” (v. 4) pero siempre con base en la misma
autoridad: “…vino palabra de Jehová sobre el profeta Hageo” (v. 3). La frase “casas
artesonadas” (v. 4) indica que el pueblo se había dedicado no sólo a la construcción de sus
casas propias, sino también a adornarlas.

Es cierto que Jerusalén estaba pasando por una crisis económica, pero debemos tener en cuenta
que una gran parte de la gente que regresó había disfrutado de una prosperidad singular en
Babilonia, por eso trajo dinero consigo a Jerusalén. Quiere decir que tenían con qué pagar el
adorno de sus casas.
La pregunta enfoca la queja de Dios y Hageo; el pueblo tenía dinero, tiempo y deseo de
invertir en sus propias casas, incluso adornarlas con bastante lujo, pero abandonaron la casa de
Jehová y la dejaron sin terminar.

¿Qué había pasado cuando era evidente que el pueblo había regresado de Babilonia con la
comisión de reconstruir el templo? Sencillamente, sus prioridades habían cambiado. Tal vez
eso se debía a la oposición de parte de los samaritanos, o por la incertidumbre de la situación
internacional, o aun por las malas condiciones económicas.

No se da la razón exacta, pero obviamente abandonaron sus propósitos iniciales, que eran
nobles e importantes, y los cambiaron por otros fines egoístas.
Por supuesto que el punto principal de todo esto no era condenar que tuvieran casas atractivas,
sino la importancia que tiene el saber reconocer las prioridades. En ese caso, Dios y el profeta
criticaron a quienes tomaban las decisiones, porque no tenían a Dios y su voluntad como
prioridad número uno.
El mundo y la vida están llenos de factores que, si los dejamos, puedan torcer las normas que
han de regir nuestras vidas. Además el maligno es muy astuto y manipula esos factores,
procurando hacernos cambiar nuestras prioridades. Es obvio que eso fue lo que pasó en
Jerusalén en aquel entonces.

La exhortación de Dios (v. 5). La primera exhortación era que meditaran: “Pues así ha dicho
Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos”. La pregunta del versículo
anterior fue una llamada de atención, pero se podría considerar algo indirecta; no obstante, el
versículo 5 es más directo. Literalmente, Hageo decía que el pueblo tenía que enfocar su
corazón sobre los caminos de Dios. Es como si dijera: “¡Deténganse! ¡Reflexionen! ¡Repasen
los detalles de por qué están aquí y cómo han desempeñado sus responsabilidades!
¡Entiendan!” En segundo término, el significado que, a propósito, es la idea básica del
modismo hebreo, quería comunicar que no era suficiente solamente con recordar, sino que
debían reflexionar con el fin de entender.

PENSEMOS!
Dios exige a sus hijos el examen de corazón, pero es importante tomar en cuenta que Dios,
por su parte, ya lo ha hecho: “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido” (Salmos
139:1). Con qué razón, a fines de ese mismo salmo, el autor, sabiendo cómo actúa Dios, y
conforme con ese conocimiento, dijo: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos” (v. 23). ¡Qué bueno es cuando el creyente actúa
conforme a la manera en que Dios lo hace!
Lista de calamidades 1:7–11
La segunda exhortación de Dios vuelve a ser “meditad” (vv. 7 8).
Otra vez Jehová pone a consideración de su pueblo el estilo de vida que no toma en cuenta a el
“EL TEMOR DE JEHOVÁ ES EL PRINCIPIO DE LASABIDURÍA Y EL
CONOCIMIENTO DEL SANTÍSIMO ES LA INTELIGENCIA”
(PROVERBIOS 9:10).

En su primera etapa, la aparición por segunda vez del término “meditad” contempla el futuro y
no el pasado. Señala el quehacer, la responsabilidad que tenía la gente de seguir adelante con la
reconstrucción del templo. Se les dan tres instrucciones específicas:
(1) “Subid al monte”,
(2) “traed madera”, y
(3) “reedificad la casa”.

Quizá “el monte” se refiere al área que estaba alrededor de Jerusalén. En esa época, debido en
parte al tiempo transcurrido entre la destrucción bajo Nabucodonosor y el regreso del
remanente, los árboles habían crecido y había bastante madera.

¡PENSEMOS!
A través de casi toda la historia de la humanidad, el ser humano veía con celo a los
pájaros por su capacidad para volar e hizo todo lo posible por emular esa acción. Sin
embargo, el hombre no está preparado para volar así. Ha inventado aviones y
cohetes, aparatos que le pueden impeler por el aire, pero por sí solo, no puede volar;
no tiene alas, ni la estructura anatómica para hacerlo. De la misma manera, sin la luz
de Dios provista por su palabra y el ministerio del Espíritu Santo, el hombre no
puede ver las cosas desde la perspectiva correcta. A menos que contemple su
situación, su ambiente y su vida a través de la lente que es la voluntad revelada de
Dios, su desorientación está garantizada.
Enseguida, es notable que el Señor especificara la “madera”. Es probable que las piedras
originales del templo y otras construcciones de la antigua Jerusalén todavía se encontraran
tiradas por allí; no así la madera que fue consumida debido a la destrucción por fuego. Esas
piedras originales se podrían haber usado de nuevo en la reedificación, haciendo innecesario
buscar piedras. Antes (Esdras 3:7) había existido un contrato para traer madera de cedro del
norte. No se sabe si el pedido de madera fue entregado o no, ni tampoco si todavía estaba
disponible. ¿Será que la usaron en la construcción de sus casas particulares? Lo cierto es que
tuvieron que buscar la madera que se necesitaba en los bosques locales.
“YO PONDRÉ EN ELLA MI VOLUNTAD, Y SERÉ GLORIFICADO, HA DICHO
JEHOVÁ” (HAGEO 1:8).

¡PENSEMOS!
Al estudiante bíblico le conviene investigar exactamente cómo puede glorificar a Dios.
Aquí en Hageo y en eso de la reedificación del templo hay una ilustración que aclara
dicho concepto. La versión Reina Valera emplea la frase “y pondré en ella mi voluntad”
(v. 8), pero el hebreo usa “para que me complazca”. Lo que complace a Dios es lo que
está completamente de acuerdo con él, lo que demuestra una concordancia total con su
divina voluntad, ni más, ni menos. Dios será glorificado en el creyente cuando esté
totalmente conformado a la voluntad divina. Cuando el pueblo de Dios cumple con la
voluntad del Altísimo, glorifica el nombre divino. Una vez más, se nota que la palabra
clave es “obedecer”. Exo 25:22
EXPLICACIÓN DE LAS DIFICULTADES (1:9–11). En realidad, desde el principio, el
pueblo nunca alcanzó sus expectativas. Por una u otra razón, esperaba a tener condiciones más
favorables, buenas cosechas que trajeran buenas ganancias y una vida bastante confortable.
Pero, no, lo poco que cosechaba no les daba prosperidad.
¿Por qué? ¿Cuál era la causa? No se les ocurría que detrás de sus calamidades estaba la mano
disciplinadora de DIOS. Hageo les comunicó fielmente la palabra de Dios que decía: “por
cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa” (v. 9b).
Entonces, no se podía culpar a las condiciones económicas o políticas ni achacar el asunto a “la
mala suerte”. Eligieron construir sus casas en vez de la casa de Dios. Y las circunstancias
adversas que les sobrevinieron fueron resultado directo de su desobediencia, que en sí se debió
a sus prioridades mal establecidas.

Lecciones. Primera. Debemos tomar decisiones con base en nuestras prioridades. Hageo enseña
que Dios debe tener la prioridad más alta. Ni el soldado ni el siervo tienen derecho a anteponer
sus preferencias a las de su líder o amo, y la vida de un creyente se ha comparado tanto con un
soldado como con un siervo. Sal 27:4

Segunda. La mano disciplinadora de Dios sigue funcionando, él provee la presión y corrección


que sus hijos recalcitrantes necesitan. Empuja, tira y presiona. Controla las circunstancias de
nuestra vida, todas ellas, y lo hace siempre para irnos conformando a la imagen de Cristo.
Jeremías 2:18 y Sal 2:1-2 y Exo 25:22
Tercera. Puede ser que aquellas cosas que llenan nuestra vida, impidiendo nuestra obediencia
inmediata o completa a la palabra de Dios, no sean malas en sí, ni inmorales ni anti bíblicas. No
obstante, el creyente tiene que tener mucho cuidado y no dejar que “lo bueno” tome el lugar de
“lo mejor”. 1 Sam 15:22 y Isaías 43:7-8

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