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Publicado en: Actas del XVIII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, año

2012, Tomo I:507-518, Valparaíso. Editor: Sociedad Chilena de Arqueología,


Gráfica LOM Ltda. Impresores, Santiago.

ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA EN LA PLAZA ALCALDE PATRICIO


MEKIS, SANTIAGO DE CHILE.

CATHERINE WESTFALL, MÓNICA BARRERA C.


RESUMEN
Se presentan los resultados del rescate arqueológico histórico del proyecto SEIA
de estacionamientos subterráneos en la Plaza Mekis situada frente al Teatro
Municipal de Santiago.
ABSTRACT
The results of Historical Archaeology investigations in an underground parking lot
construction project in downtown Santiago, Chile are presented.

INTRODUCCIÓN
Por medio de una licitación pública la Municipalidad de Santiago encargó a la
empresa Concesionaria Plaza Mekis S.A. la construcción de estacionamientos
subterráneos debajo de la nombrada plaza, la que conforma una explanada
contigua a la calle Agustinas entre San Antonio por el poniente y MacIver por el
oriente, frente al Teatro Municipal de Santiago. Siendo este proyecto altamente
destructivo, que modificaba el subsuelo hasta al menos 20 metros de profundidad,
y atendiendo además que dos inmuebles – el Teatro Municipal y Ex Palacio
Subercaseaux11-, la plaza y algunos elementos arquitectónicos que la adornaban
(esculturas, jardineras)- poseían decretos de Monumentos Históricos 2, el Consejo
de Monumentos Nacionales ordenó la realización de trabajos arqueológicos en el
área del proyecto durante el año 2007, en el marco de la pertenencia del proyecto
al SEIA (Ley 19.300). Los trabajos arqueológicos llevados a cabo, utilizando como
marco teórico la Arqueología Histórica (sensu Funari 1999), se enfocaron en
interrelacionar la información obtenida del estudio de la secuencia estratigráfica3,
el análisis del material arqueológico (mueble e inmueble) y las fuentes históricas
(Westfall y Barrera 2007). Asimismo se incluyó una fase de documentación y
puesta en valor audiovisual4 y museográfica5 de lo realizado.


TaguaTagua Consultores; cw@taguatagua.cl / catherine.westfall@gmail.com

barreracalderon@googlemail.com
1
Actual Club de Oficiales de la Fuerza Aérea de Chile.
2
Ley 17.288 de Monumentos Nacionales
3
Ésta se encontraba alterada en gran parte del área de trabajo por procesos urbanísticos anteriores.
4
Ver video en: www.estacionamientoteatromunicipal.cl, link “hallazgo arqueológico”, link “ver video”.
5
Exhibición gratuita disponible en el nivel -1 de los estacionamientos subterráneos Teatro Municipal.
CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS E HISTORIOGRÁFICOS

Los documentos
La revisión de la información historiográfica referida al sector de la actual Plaza
Mekis indica la temprana entrega a los primeros pobladores de mercedes de
solares por parte del conquistador español Pedro de Valdivia, a partir de la toma
de posesión de Santiago de la Nueva Extremadura en diciembre de 1540 y su
fundación en febrero del año siguiente. Por lo tanto, las fuentes documentales
indican que el actual terreno donde se erige el Teatro Municipal fue entregado
inicialmente al primer escribano del Cabildo de Santiago, Don Luis de Cartagena
en 1556 (Martínez 2007:27). De acuerdo a los antecedentes, la propiedad de Luis
de Cartagena ocupa toda la cuadra de Agustinas, San Antonio, MacIver y Moneda
mientras que Don Gonzalo de los Ríos, Procurador de Santiago y administrador de
las minas de oro de MargaMarga, se emplaza recién a partir de 1563 con medio
solar, en la mitad sur de la cuadra situada inmediatamente enfrente de la
propiedad de Cartagena, en lo que corresponde actualmente a la Plaza Mekis
(Martínez 2007:27). A pesar de esta documentación temprana, no fue posible
encontrar información adicional en el Archivo Nacional respecto de la propiedad de
Luis de Cartagena, sino hasta el siglo XVIII cuando las religiosas Agustinas ceden
el solar que ya formaba parte de sus pertenencias (convento e iglesia), para
permitir el funcionamiento, a partir de 1764, de la Real Universidad San Felipe,
primer lugar de enseñanza superior estatal. Al respecto hay que señalar que
históricamente en Chile, la enseñanza, incluyendo la universitaria, estuvo bajo el
dominio exclusivo de diversas órdenes religiosas. Por lo tanto, y sirviéndose de los
principios de la Ilustración, la Real Universidad San Felipe correspondió a una
iniciativa pedagógica directa de la Corona Española para impulsar y fortalecer la
enseñanza universitaria en uno de sus territorios de ultramar.

Por otra parte, la frecuencia y ferocidad de los terremotos a lo largo de la historia


de Chile hace pensar que el solar de la orden Agustina, señalado en los
documentos, debió ser una reconstrucción del otro, perteneciente a Luis de
Cartagena, que existió previo al sismo de 1647 que destruyó prácticamente toda la
ciudad de Santiago (de Ramón 2000). Los datos historiográficos indican que, en el
proceso de reconstrucción post 1647 se siguieron empleando los métodos y
materiales arquitectónicos tradicionales basados en el adobe, la madera y las
tejas, lo que facilitó la replicación de su antigua fisonomía (Valenzuela 1996). Los
planos de planta6 del solar donde funcionó la Real Universidad San Felipe indican
precisamente la presencia de construcciones lineales divididas en cuartos que se
abren hacia patios interiores, a la usanza española de espacios fortificados
(Valenzuela 1996). Por lo tanto, sólo se modificó sustancialmente la arquitectura

6
Lamentablemente, no se han hallado, hasta la fecha, planos de fachada de este inmueble.
del lugar a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando se construyó en
terrenos del solar universitario, el Teatro Municipal, inaugurado en 1857. Dicho
teatro existió hasta 1870 cuando fue destruido por un incendio, provocando su
reedificación en el mismo lugar; construcción que continúa en funcionamiento hoy.
Finalmente, hay que señalar que la Real Universidad San Felipe cedió el paso,
durante el período Republicano, a la Universidad de Chile, en el marco del
surgimiento y consolidación de los primeros símbolos nacionales que pretendían
romper con el legado colonial español.

Pavimentos y Cimientos
En términos arqueológicos, algunas de las estructuras arquitectónicas registradas
por nosotras se correlacionan con datos obtenidos de los documentos históricos.
Específicamente, en la intersección SW de calle Agustinas con San Antonio, frente
al Teatro Municipal se registraron dos sectores caracterizados por un alineamiento
de piedras canteadas que enmarcan un “piso de huevillo” (Valenzuela 1996) o
“piso de cantos” (Martín-Rincón 2001), definiéndose éste como un pavimento
artificial formado por la colocación intencional, y con motivos estéticos y
funcionales, de guijarros de río sobre una base de tierra y arena. En ambos caso
se ha observado el uso de “maestras” correspondientes a lineamientos de piedra,
que más allá de su potencial decorativo, se emplearon como nivel para mantener
constante la altura del piso (Martín Rincón 2001).

El primero de estos pavimentos se descubrió durante el Monitoreo Arqueológico,


al excavar una angosta zanja7, contigua a la fachada del Teatro Municipal, para
reubicar tuberías y cables de los servicios básicos (eg. electricidad, gas, teléfonos,
etc.) afectados por el proyecto de estacionamientos. Este piso de cantos se
encuentra bordeado por bloques rectangulares canteados, estando pulido un
segmento específico que podría corresponder a un vano de acceso o zaguán
(sensu Covo 1988). La preservación de este segmento de piso se debe a que para
la construcción del Teatro Municipal, este inmueble se desplazó aproximadamente
2 metros hacia el sur de la original línea de edificación. Por otra parte, su
profundidad estratigráfica impidió que la posterior instalación de servicios básicos
alcanzara este rasgo arquitectónico.

Consciente de las dificultades inherentes a, como indica Suárez (2001:28),


“…lograr integrar coherentemente el registro histórico en los cuestionamientos
surgidos desde el registro arqueológico” notamos la preservación de ciertos
rasgos arquitectónicos –como el piso- que permitieron realizar un acercamiento
estratigráfico al sitio (sensu Berenguer 1984:72-73), a pesar de constatar lo
alterado de la matriz orgánica que contiene los elementos muebles (eg. cerámica,
etc.). De esta manera, hemos intentado correlacionar la información documental

7
No fue posible ampliar la excavación de la zanja hacia el sur, hasta la fachada de Teatro Municipal, debido a la presencia
de cables eléctricos de alta tensión en el subsuelo. Hacia el lado norte, excavaciones posteriores en el marco de los
trabajos arqueológicos, demostraron la inexistencia de la continuidad del rasgo.
con la arquitectura y su posición estratigráfica, además de considerar las
características cronológico-culturales de la cerámica y sus densidades en el
espacio, las que podrían variar –a pesar de la disturbación- según su asociación a
contextos públicos (plaza) o privados (solar). Es en este sentido que postulamos,
la probable correspondencia del rasgo arquitectónico del piso de cantos delimitado
por bloques pulimentados, a contextos domésticos vinculados al solar cuyo
emplazamiento coincide con el lugar donde funcionó la Real Universidad San
Felipe. Lo anterior se basa en: las características constructivas del piso mismo y
de ciertas partes de su estructura (bloques pulimentados) (Valenzuela 1996; Covo
1988.); su emplazamiento contiguo al actual Teatro Municipal en el lugar donde
cartografía de la época indica la ubicación del inmueble que albergó la Universidad
(Martínez 2007:43 y 45); su mayor profundidad estratigráfica al compararlo con
otros emplantillados del sitio y; su asociación material, que aunque mezclada,
muestra una mayor cuantificación cerámica –incluyendo la presencia de mayólica
de los siglos XVII y XVIII- y de arqueofauna en áreas específicas del sitio Plaza
Mekis (pilas de socalzado 124 y 125) vinculados directamente al piso de cantos.
Asimismo, los trabajos permitieron recuperar trozos de mampostería de yeso
dorado quemado que hemos interpretado como parte de los muros interiores
decorados del primer Teatro Municipal que colapsaron tras el incendio de 1870,
los cuales se encuentran depositados sobre el nivel de piso.

El segundo pavimento se localiza a escasos metros hacia el N del hallazgo


anterior, aunque a mayor altura estratigráfica, por lo que no se colige una relación
temporal entre éste y el piso de la zanja que hemos vinculado a contextos
coloniales (siglos XVII y XVIII). En consecuencia, la información arqueológica e
histórica indica para este sector pavimentado, un espacio de uso esencialmente
público, vinculado espacial, funcional y quizás cronológicamente a la etapa de
construcción y funcionamiento del Teatro Municipal (último tercio del siglo XIX).
Esta misma situación se repetiría en nuestra opinión respecto de otros hallazgos
de pisos similares efectuados durante el Monitoreo Arqueológico en el área NE del
proyecto donde sabemos se ubicó una vivienda anexa del ex Palacio
Subercaseaux, ocupada a comienzos del siglo XX (1910).

Anotamos adicionalmente que los solares coloniales, continuaron utilizándose


también durante el período Republicano. Como señalamos previamente, éstos
poseían áreas habitacionales interiores que encerraban patios abiertos, algunos
de los cuales podrían haber tenido también el mismo tipo de pavimento descrito
para las áreas de uso público, sobre todo considerando el estamento de élite a
que se vinculaba sus habitantes en esta parte de la ciudad, constituyéndose este
tipo de piso en un discurso social de importancia como marcador de estatus
(sensu Martín Rincón 2001).

Adicionalmente, el hallazgo de segmentos de estos pisos públicos (plazas) en


conjunto con indicios de antiguas fundaciones de piedra canteada en diversos
puntos de la obra señala la presencia de una plaza central más pequeña que la
actual, especialmente a partir de la constatación arqueológica de una línea de
edificación previa, observada en el costado sur de la calle Agustinas, entre Estado
y Tenderini. Esta idea se ve refrendada además por imágenes fotográficas de
inicios del siglo XX que indican diferencias en la línea de edificación del antiguo
Palacio Arrieta respecto de construcciones contiguas hechas posteriormente,
reafirmándose esta idea además por los trabajos arqueológicos que detectaron en
la intersección norte de calles San Antonio y Agustinas la presencia de grandes
bloques de piedra canteada que hemos interpretado como los cimientos del
antiguo Palacio Arrieta, actualmente destruido. El uso de esta tecnología para la
fundación de edificios aún puede observarse en calle San Francisco con la
Alameda Bernardo O´Higgins, específicamente en relación a los cimientos
exteriores de la nave central de la Iglesia San Francisco, única construcción del
siglo XVI que sobrevive en Santiago.

En consecuencia, postulamos que es probable que hayan estado pavimentados,


por medio de cantos rodados, los patios interiores de los solares de esta área
desde fechas coloniales tempranas, sobre todo considerando el abolengo –dentro
de los cánones sociales de la época- de sus moradores. Por otra parte,
planteamos que la pavimentación del espacio público de la plaza probablemente
se inició desde al menos el primer tercio del siglo XVIII en concordancia con el
patrocinio del empedrado de calles iniciado durante el gobierno de Cano y Aponte
(Piwonka 1999:432) y coincidiendo además, un poco más tarde, con la probable
renovación urbana de los espacios públicos contiguos a la Real Universidad San
Felipe al momento de su inauguración (1764). Este nuevo realce sirvió de base
para luego, casi cien años después, fundar un teatro nacional – el Teatro
Municipal- en el mismo lugar; un espacio ahora engalanado y símbolo del
refinamiento, especialmente para la élite santiaguina que deseaba ver (ópera y
ballet) y dejarse ver (a través de sus contiguas mansiones8).

El acueducto
Por otra parte, y a pesar de la proximidad del acueducto que se emplaza a lo largo
de la calle Agustinas, no es clara la relación que posee con el espacio público que
hemos interpretado como de la época republicana (piso de cantos de la plazoleta)
y con el pavimento del solar posiblemente relacionado con el emplazamiento
universitario colonial. Han sido frecuentes los hallazgos de estas estructuras
arquitectónicas durante la realización de obras de infraestructura urbana en
Santiago, las que varían en forma y de acuerdo a sus elementos constructivos
(Piwonka 1999:282, 284, 296, 438, 446, 448; Prado et al. 2006).

En el caso particular de Plaza Mekis, el acueducto se compone de una estructura


de ladrillos pegados con cal que circundan, por protección, a caños cerámicos

8
Después de la segunda fundación del Teatro Municipal y coincidiendo con un auge económico nacional a
partir del último tercio del siglo XIX, se edifican los Palacios Arrieta y Subercaseaux frente al Teatro Municipal.
En la actualidad, sólo se conserva el ex Palacio Subercaseaux.
interconectados, existiendo en algunos segmentos, la intercalación de
decantadores cerámicos.

El ejemplo colonial de ingeniería hidráulica registrado en el marco de este


proyecto de estacionamientos se habría emplazado al medio de la calle Agustinas
en forma subterránea, de acuerdo a la documentación histórica disponible
(Piwonka 1999:439, 440), a aproximadamente 1.50 m de profundidad y a entre 0.3
y 0.5 m por debajo el nivel del piso de huevillo ubicado frente al Teatro Municipal
(zanja de servicios). Su forma y técnica constructiva general se asemeja al
segmento de acueducto con tapa plana de ladrillo registrado en calle Monjitas por
la arqueóloga C. Prado (Piwonka 1999:443) aún cuando cada uno mantiene
particularidades. La orientación E-W del acueducto indicaría una posible conexión
entre este sistema hidráulico y otro –una acequia de albañilería de ladrillo
emplazada sobre cimientos de piedra canteada y con tapa del mismo tipo de
piedra- que se emplazaba en sentido N-S por calle Santa Lucía (Westfall 2007). El
declive natural del terreno desde el Cerro Santa Lucía hacia el W creaba
condiciones óptimas para la conducción del agua hacia el centro cívico por las
calles con orientación E-W, conociéndose la existencia de acueductos por la calle
Monjitas y Merced (Prado et al. 2006). Por lo tanto, consideramos que el
acueducto de calle Agustinas pudiera haberse comunicado eventualmente con el
otro de calle Santa Lucía, al interrumpir el cerro homónimo que bordea dicha vía,
el tránsito de calle Agustinas hacia el E9 (Baeza 2001; Westfall 2007).

En el tramo de calle Agustinas entre MacIver y San Antonio se registraron


además, tres puntos de decantación del agua, con escaso correlato en otros
sistemas hidráulicos del centro de Santiago (Prado et al. 2006:1005).
Corresponden a estructuras globulares de cerámica con apertura post-cocción
para facilitar la colocación de los caños cerámicos que en opinión de Prado y
colaboradores (2006:1005) podrían corresponder a “tinajas” aun cuando otros
investigadores plantean su pertenencia morfológica a “orzas” (Rovira 2008).
Tampoco habría que descartar que pudiesen corresponder a “botijas”, por cuanto
ésta fue la vasija más popular en toda América y su uso se prolongó hasta la
época republicana (Therrien 2008:40). En el sistema de acueducto de calle
Agustinas se observó que algunos decantadores poseían una tapa hermética
fabricada a partir de un ladrillo mientras otras se sellaba por medio de una roca
con argamasa y arcilla, siendo dos de estos decantadores rodeados de una
estructura de ladrillo a modo de protección.

El acueducto de calle Agustinas poseía principalmente caños cerámicos vidriados


de color verde brilloso por el interior. Además de éstos, se registraron otros con un
vidriado negro opaco recubriendo el interior y otros sin ningún tipo de

9
Durante la realización del proyecto arqueológico constatamos la continuidad del acueducto hacia el oriente
en dirección al Cerro Santa Lucía al conservarse íntegramente un tramo del mismo por calle Agustinas entre
MacIver y Pasaje Las Hiedras.
revestimiento. Los tubos cerámicos muestran diferencias morfológicas entre sí,
siendo, por lo general, los revestidos de color verde, de forma larga, recta y
delgada10 y los otros dos, más anchos y cortos, con un adelgazamiento medial.
Por su parte Valdés (1980:72) muestra dos tubos cerámicos anchos, cortos y
rectos, con leves diferencias de diámetro de la entrada y salida pero sin
adelgazamiento medial. Al igual a lo planteado por Prado y colaboradores (2006)
se observaron evidencias de reparación del acueducto de calle Agustinas.
Específicamente se detectó el reemplazo de caños esmaltados negros en un
tramo que contenía mayoritariamente caños esmaltados verdes, lo que no pareció
afectar –a pesar de sus diferencias morfológicas- el flujo y/o contención del agua.
Asimismo, en varios casos se observó la unión de dos caños sin revestimiento
interior entre el decantador cerámico y los tubos vidriados verdes (Westfall y
Barrera 2007). Finalmente, el esmalte verde interno de los caños cilíndricos
alcanzaba –por su proceso de manufactura y cocción- hasta el borde inferior
externo de cada tubo, constituyéndose en un aspecto decorativo diferenciador
respecto de los caños con esmaltado tosco y opaco de color negro cuya extensión
no supera el interior del artefacto.

Todo lo anterior, como también las diferencias halladas en relación a las medidas
de los caños y sus características macroscópicas de pasta diversas (Prado et al.
2006), plantean interrogantes acerca de la procedencia de los caños cerámicos
durante distintos momentos del período Colonial debido a que es probable que un
único fabricante – como la Ollería de los Jesuitas (1595)- hubiera tendido a
manufacturar, con el correr del tiempo, los caños de manera cada vez más
estandarizada. Si bien desconocemos las consecuencias, en términos de la
producción cerámica, con la expulsión de los Jesuitas de Chile en 1767 (Valdés
1980), sabemos que la utilización de los caños cerámicos como parte fundamental
del sistema de transporte de agua potable capitalina prosiguió, ya que la
información documental registra una continuidad en el uso de esta tecnología
hasta al menos 1882 (Prado et al. 2006:1006).

De esta manera, la revisión de los antecedentes de estos sistemas de distribución


de agua en Santiago nos muestra diferencias de tamaño, forma y decoración de
los caños y de sus sistemas de protección por medio del empleo de ladrillos, que
podría deberse, creemos, a la existencia de más de un proveedor para el Cabildo
a lo largo del período Colonial (Piwonka 1999: 302 y 443 [nótese caños de distinto
ancho y largo en foto superior derecha]; Valdés 1980:72), y a la ausencia de un
sistema de construcción estandarizado. Tal como lo hemos señalado
anteriormente, dicho planteamiento es concordante además con fuentes
documentales que indican la fabricación de grandes recipientes y conductores,
específicamente tinajas y “atanores” (caños cerámicos), en una fecha anterior -
1579- (Manríquez citado en Westfall 2007) a la instalación de la Compañía de

10
Su forma –aunque no su función- se asemeja curiosamente a los albarelos, estilo Caparra Azul, producidos
en los talleres de Sevilla durante el siglo XVI (ver: www.pa/secciones/museo_panama_vieja/albarelo.html).
Jesús en la Ollería a partir de 1595 (Prieto et al. 2006:1026), al conocimiento de
tempranos obrajes cerámicos en Vitacura, Pomaire, Talagante (Prieto et al.
2006:1027) y de tejares cercanos a la Plaza de Armas de Santiago, como los de
Francisco de Gálvez y Rodrigo de Quiroga, que datan de 1561 y 1574
respectivamente (Martínez 2007:27). Esta situación es similar a otra descrita por
Jamieson (2000:190) quien ha constatado la fabricación de mayólicas coloniales
en Quito, Ecuador previo a la instalación de los talleres cerámicos jesuíticos en
1635 y posiblemente antes incluso (Fournier García 1989:63 citado en Jamieson
2000:190). En el caso de Santiago, existe un fechado sobre un fragmento
cerámico proveniente del sitio Santa Lucía que posee vidriado negro, semi-opaco
y de aspecto “tosco” que entregó una fecha de 1605 +/- 35 años DC, por lo que
pudiera corresponder a la fabricación jesuítica o eventualmente ser anterior
(Westfall 2007:15, Tabla 1). Por lo tanto, consideramos que los procesos
manufactureros y de comercio tanto local como extrarregional de la cerámica
colonial presentan complejidades insoslayables debido al contexto de capitalismo
mundial de que forman parte.

En términos cronológicos, y basándonos en la similitud morfológica del acueducto


de Agustinas con el de calle Monjitas, y considerando que existe información
historiográfica específica que señala la construcción de este último acueducto a
partir de 1739 (Piwonka 1999: 440) para reemplazar al de calle Merced, dañado
por el terremoto de 1730 (por lo que su construcción debe ser anterior),
hipotetizamos que el sistema hidráulico de calle Agustinas debería ubicarse
cronológicamente alrededor de 1700-1730 DC. La datación por TL de circa 1700
DC obtenida por J. Baeza para un caño cerámico, similar a los encontrados por
nosotras, proveniente de un acueducto de la calle Santa Lucía apoya esta
estimación cronológica.

La Cerámica
La cerámica registrada se presenta altamente fragmentada, además de provenir,
como hemos indicado, de matrices orgánicas alteradas. Corresponde a los tipos
definidos como “Mestiza” (Therrien et al. 2002 citado en Prieto et al. 2006:1033) o
“Criolla” (sensu Rovira 2006:109) y las de Tradición Europea (sensu Prieto et al.
2006). Al igual que en otras investigaciones de Arqueología Histórica en el centro
histórico de la ciudad esta cerámica de tradición europea, que implica procesos
manufactureros tanto en el Viejo Continente como en América, se encuentra
representada en la Plaza Mekis por cerámicas vidriadas y por los tipos
Mónocromo Rojo Pulido (Prieto et al. 2006) y Monocrómos Negro y Naranja11, que
por morfología y registro documental, se ligan a contextos hispano-criollos.
Además, se registra la recurrente presencia de loza industrial propia de contextos

11
De acuerdo con la subjetividad de los colores, habría que ver si esta matiz cromática se equipara al tipo
“Monócromo Café Pulido” señalado por Prieto y colaboradores (2006:1030, Figura 1).
europeos del siglo XIX en adelante. Junto con los registros cerámicos, se
evidenciaron restos óseos de animales no nativos12, elementos plásticos y algunos
pocos fragmentos de vidrio y metal.

El universo alfarero de la Plaza Mekis alcanzó las 2580 unidades (Baudet 2007),
divididas de la siguiente manera: Cerámica Criolla=1401 fragmentos; Cerámica de
Tradición Europea pero manufactura americana=766 fragmentos y; Cerámica
Extra-americana=413 fragmentos. Predomina la cerámica de Tradición Local o
“Criolla” con un 54 % del total, seguido de la cerámica de Tradición Europea y
elaboración americana con un 30 % de la muestra. Finalmente, la Tradición de
manufactura Extra-americana con todas sus variantes (eg. whiteware, pearlware,
creamware, gres, porcelana, etc.) alcanza solo un 16 % del total.

Señalamos también por el momento –sin poder hipotetizar acerca de su


significado- diferencias en los tipos cerámicos recuperados en distintos puntos del
centro de Santiago como son calle Santa Lucía, Plaza Mekis y la Catedral.
Reconociendo las dificultades metodológicas para establecer comparaciones
producto de sus particularidades urbanísticas e intervenciones arqueológicas,
notamos sin embargo que los sitios de la Catedral de Santiago y calle Santa
Lucía13 poseen porcentajes similares de alfarería Criolla que alcanzan 86,8 y 76,1
%, respectivamente (Prieto et al. 20061030; Westfall 2007) mientras que en Plaza
Mekis, ésta no sobrepasa el 54 %. Contrariamente, en este último sitio la cerámica
colonial de tradición europea pero manufactura americana alcanza -como hemos
visto- el 30 % de la muestra, triplicando lo registrado en la Catedral (9,5 %) y
prácticamente duplicando lo colectado en Santa Lucía (17,7 %). Finalmente, en
Plaza Mekis el porcentaje de loza europea (16 %) casi triplica lo registrado en
Santa Lucía (6.2 %) y más que quintuplica lo señalado por Prieto y colaboradores
para la Catedral (3 %).

Volviendo a las características específicas de la alfarería recuperada en Plaza


Mekis, observamos que la cerámica Criolla posee una variante Monócroma
compuesta por fragmentos de tonos rojo, café y negro. En términos morfológicos,
presentan formas restringidas, algunas con asa cinto adherida desde el borde y al
menos un fragmento de color rojo con asa mamelonar. También se presentan
formas abiertas a modo de platos, fuentes y pucos. Poseen un uso utilitario debido
a la constatación de indicios de hollín por el exterior. Dentro de este grupo también
se registraron dos boquillas quebradas de pipa de color café. La variante
Decorada se caracteriza por algunos fragmentos pequeños con engobe blanco y
diseños en rojo y/o negro probablemente pertenecientes a contextos
prehispánicos tardíos (Período Intermedio Tardío a Tardío) o colonial tempranos.
Dentro de este grupo también se registró un fragmento con decoración incisa
delgada paralela descrita para el período post-contacto en áreas rurales de la

12
Principalmente Ovis sp., Bos taurus y Equus sp. junto con escasos restos de avifauna doméstica y peces.
13
Con un total de 2154 fragmentos, sin contar la cerámica prehispánica que alcanza las 883 unidades.
zona central (eg. Chigualoco, Salamanca, Santo Domingo; Baudet 2007) como
también decoración lineal en engobe blanco sobre rojo en dos fragmentos.

Por otra parte, del total de las 776 unidades de Tradición Europea, la mitad -389
fragmentos- corresponden al tipo “Monócromo Delgado”, siendo la variante “Roja”
la predominante con un poco más de 70 % de la muestra seguida por las
variantes Negra, Naranja y finalmente otra denominada Fina-Torno (Baudet 2007).
La variante Roja presenta unos escasos fragmentos que combinan además del
color rojo en la superficie exterior, el engobe blanco en la interior. Las formas de
estas vasijas son por lo general pequeñas y restringidas, aunque se observan
algunas abiertas. Asimismo, algunos fragmentos poseen una decoración
compuesta por depresiones circulares o incisiones lineales en bordes o cuerpos.

Esta cerámica roja delgada, con una estética basada en la denominada “terra
sigillata” romana, comenzó a fabricarse en Europa en el sector de Estremoz,
Portugal durante la segunda mitad del siglo XVI. Dicha cerámica adquirió fama y
status entre la élite portuguesa y española hacia el final de este siglo y entre la
nobleza de los Países Bajos y de otros países del noroeste de Europa a
comienzos del siguiente (Baart 1992:274). A nivel americano y nacional, Prado
(2006:1015) plantea –basada en su morfología y recurrencia- que los fragmentos
encontrados en Santiago corresponderían a piezas elaboradas por las monjas
Claras, las que habrían sido exportado a España a partir de la segunda mitad del
siglo XVII para satisfacer la moda de la bucarofagia. Creemos, dada la evidencia
historiográfica, que significativas cantidades de los fragmentos cerámicos de este
tipo recuperados de las excavaciones arqueológicas en la capital pudieran
corresponder a la producción de las religiosas de Santiago. Sin embargo, y
producto de la amplia y transversal presencia de cerámica de este tipo en
contextos arqueológicos históricos en Europa (Holanda, Bélgica, Portugal,
España, etc.) y América (Chile, Argentina, México, Panamá) durante el siglo XVII
planteamos que no se debe descartar la importación a Chile de piezas
provenientes de Europa o de otras partes de América tales como Natán en
Panamá o Tonalá en México durante el mismo período. Lamentablemente, las
dataciones por termoluminiscencia de esta cerámica en Chile no resultan
esclarecedoras por cuanto la realizada por Botto (1989 citado en Prado 2006),
proveniente del ex Palacio de la Real Aduana -1520 ±60 años DC- podría
eventualmente remitirse a un origen europeo o a un error en el fechado, siendo
esta última la posible explicación también de las dataciones de 1435 ±55 y 1390
±60 años DC que arrojaron dos muestras de Prieto y colaboradores (2006: 1033)
para la Catedral. No obstante, otra muestra de este equipo investigativo en
conjunto con una proveniente de la calle Santa Lucía (Westfall 2007), ambas con
fecha de 1660 ±35 años DC, caen dentro del rango de producción tanto europea
como americana de esta cerámica. Todo lo anterior evidencia la necesidad de
“trascender el enfoque estilístico” para continuar en “la aplicación de técnicas
físico-químicas de análisis para pastas y esmaltes” como manera de discernir sus
proveniencias a escala pancontinental (Rovira 2001a:168).
Por otra parte, la abultada presencia de mayólica colonial panameña en la muestra
de Plaza Mekis da cuenta del papel significativo que jugó el puerto de Panamá La
Vieja (1517-1671) para el comercio a lo largo de la costa del océano Pacífico
(Rovira 2002), a la vez que reafirma la importancia de Santiago en la ruta
comercial Atlántico-Pacífico (Prieto et al., 2006:1026-1027). Bajo la presunción, de
acuerdo a las investigaciones de Rovira y colaboradores (2006), de la
proveniencia panameña de esta mayólica, se presentan mayoritariamente
fragmentos de tipo Panamá Azul sobre Blanco y Panamá Polícromo en el sitio de
Plaza Mekis; siendo estos tipos de fechas más tardías dentro de la producción
istmeña (Rovira 2001b:189). La mayoría de las formas identificadas corresponde a
vasijas no restringidas de perfil simple y compuesto, tipo platos o fuentes. También
se registraron piezas restringidas de tamaño mediano a pequeño (recipientes
pequeños). Cabe destacar, dentro del grupo de Panamá Polícromo de Plaza
Mekis, el registro de un fragmento de plato con diseño de “encaje” negro sobre
color crema con diseño en amarillo sobre el esmalte que remarca el borde del
fragmento. Los registros de este tipo reporteados para el sitio de Panamá son
escasos (Rovira 2001b:194). La fragmentación de las piezas ha dificultado los
análisis de los motivos decorativos (sensu Rovira y Mojica 2007:82-83) de la
Mayólica Panameña presente en el sitio Plaza Mekis, no obstante lo cual, hemos
identificado preliminarmente los tipos 1, 4, 6, 11, 14, 19 y 20 y posiblemente los
tipos 7, 13 y/o 24. Es interesante notar que los motivos señalados no
corresponden a los más frecuentes registrados por Rovira y Mojica (2007) para un
área específica del sitio Panamá La Vieja (motivos 3 y 28 que juntos alcanzan un
53 % de la muestra), lo que tiene implicancias en términos de la exportación de
estas piezas, donde posiblemente se privilegiaba los motivos menos apetecidos
en el istmo como forma de satisfacer la demanda de las colonias por esta vajilla
pero sin arriesgar la estética preferida a nivel local (Panamá).

Asimismo, se registraron mayólicas de color verde con una proveniencia


probablemente peruana14 –posiblemente del tipo “Más Allá”- descrito por Jamieson
(2000:190) y otras con esmaltado de color marrón que corresponderían al tipo
colonial “Carrascal” producido por la orden Agustina de Mendoza en Argentina.
Esta cerámica presenta morfologías de “contenedores”, específicamente tinajas y
jarras y también utensilios domésticos tales como lebrillos, cuencos y platos.
Consideramos interesante su presencia en Plaza Mekis, pues plantea relaciones
de intercambio entre la orden Agustina de Santiago y la de Cuyo en Mendoza, que
político-administrativamente pertenecían al mismo territorio colonial español.
Evidentemente, que su presencia en Plaza Mekis no debe sorprender al
pertenecerles estos terrenos, en fecha anterior a 1764, a las monjas agustinas.

14
Probablemente Lima, aunque Rice (1996) señala la producción colonial de cerámica vidriada al estaño
posiblemente en el Cuzco.
Por primera vez en Chile, hemos definido una exigua presencia de cerámica
colonial china en el sitio Plaza Mekis con ocho fragmentos. Específicamente uno
de porcelana kraak, correspondiéndole esta última a un tipo “… desarrollado en el
período Wan-li (1573-1619) de la dinastía Ming (1368-1644), que persistió sin
grandes cambios hasta muy avanzado el siglo diecisiete…”(Pomper 2008:3).
Actualmente, se ha precisado su rango temporal que “…comprende desde 1557
cuando los portugueses ocuparon Macao, hasta 1657, momento en que el flujo de
estas mercancías hacia Europa declina debido a las guerras civiles que en China
marcan la transición de las dinastías Ming y Qing” (Rinaldi 1989:62 citado en
Pomper 2008:6). Esta cerámica se hacía para fines casi exclusivos de exportación
y llegó a América (Florida en EEUU, México, Panamá) a partir de 1573, fecha en
que el primer galeón español llegó a Acapulco (México) proveniente de Manila
(Filipinas) (Shulsky 2001:208). Otros seis fragmentos de porcelana china
recuperados del sitio corresponden al tipo kinrande con “diseños polícromos en el
exterior con laminado de oro agregado a los motivos de medallones rojos (y
donde) generalmente en el interior de la pieza el borde presenta un reticulado
azul” (Shulsky 2001:205; paréntesis nuestros). Esta cerámica, producida durante
el período Jiajing (1522-1566) de la dinastía Ming, se exportaba preferentemente
hacia el mercado japonés, por lo que su presencia en las colecciones europeas y
americanas es extremadamente rara. No obstante la fecha de producción
señalada, los documentos historiográficos indican que esta porcelana continuó
elaborándose “bien entrado el siglo XVII” (Shulsky 2001:206). Los seis fragmentos
recuperados en Plaza Mekis son idénticos –en términos decorativos- a los únicos
dos reporteados para el sitio de Panamá La Vieja (Shulsky 2001:204, Figura 1) y
ambos presentan motivos equivalentes a una vasija completa del tipo kinrande
polícromo exhibida en el Museo Princessehof de Holanda (Rovira 2008).
Finalmente, también se recolectó en Plaza Mekis al menos un fragmento cerámico
del tipo Swatow, nombre que refiere al puerto chino ahora conocido como
Shantou, desde donde eran fletadas las vajillas que se produjeron para fines de
exportación durante la segunda mitad del siglo XVI y primera del XVII, momento
de mayor prosperidad del imperio español en América. De aspecto más burdo, no
puede considerarse verdadera porcelana, sino un producto afín a stoneware
(Shulsky 2001:207).
CONCLUSIÓN
De acuerdo a los trabajos efectuados en la Plaza Mekis planteamos que sus
contextos arquitectónicos y materiales permiten hablar de un sector jerarquizado
de Santiago que puede ser interpretado en las palabras de Rovira (2001a:167)
“como el correlato material del segmento de la población de mayor poder
adquisitivo, relacionada directamente con la actividad comercial”. A partir de la
arqueología se enriquece y toma forma la información historiográfica, tal como lo
indica el registro en el sitio de elementos constructivos de las viviendas (eg.
zaguán, piso) y espacios públicos (eg. pavimentos), las primeras obras de
propulsión y distribución de agua potable (eg. acueducto colonial) y los contextos
alfareros caracterizados por una baja presencia del tipo Criollo en relación al de
Tradición Europea pero con manufactura Americana durante el período Colonial,
extendiéndose luego este patrón al período Republicano donde se registra gran
cantidad de loza industrial. Lo anterior, se ha relacionado para el período colonial
con el status socio-económico y el género de las personas ya que los hombres de
élite tienden a mantener y reproducir las prácticas españolas en desmedro de la
adopción de elementos provenientes de las culturas indígenas locales (Van Buren
1999).

Junto con reflejar además las prácticas comerciales y la importancia de la ciudad


de Santiago en estos circuitos continentales y mundiales, debemos reparar en que
quizás la precariedad y austeridad de la arquitectura santiaguina –producto del
sistema constructiva de adobe en conjunto con la frecuencia y ferocidad de los
terremotos- haya propiciado también un desplazamiento de la “simbología del
prestigio desde lo inmueble a lo mueble en lo que podría ser una “estrategia del
caracol”…en la cual los signos de distinción se llevan a cuestas” (Rovira
2001a:177). Esto se reflejaría en la presencia de la cerámica colonial importada,
especialmente la del tipo proveniente del puerto centroamericano de Panamá La
Vieja y en la de origen chino (Kraak, Swatow, Kinrande) que debían poseer no
solo valores de adquisión y uso, sino también de exhibición. Al respecto es
interesante lo señalado por Mudge (1986:41 citado en Pomper 2008:13) quien
indica que “Lima rivalizaba con México en la ostentación de los objetos de origen
asiático”, por lo que pensamos que en Santiago pudieran haber tenido un valor de
prestigio dentro de la población de abolengo de la época que sigue reflejándose
hoy en el símbolo de status y élite del Teatro Municipal que ocupa el mismo
espacio físico de la ciudad.

Agradecimientos: Andrea Seelenfreund, Marcela Becerra, Beatriz Rovira, Juan G.


Martín-Rincón, Cristina Prieto, Lorena Puebla y Valeria Zorrilla.
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2007. Informe Final. Rescate Arqueológico Proyecto Estacionamientos Plaza
Mekis, Santiago. Concesionaria Plaza Mekis S.A. y TaguaTagua Consultores.
Ms.
LÁMINAS

Lámina 1. Detalle de piso de huevillo y posible zaguán en área de Plaza Mekis


postulada como perteneciente a la Real Universidad San Felipe.
Lámina 2. Tramo de acueducto de calle Agustinas con decantador con tapa de
piedra.
Lámina 3. Diferencias morfológicas de caños cerámicos recuperados desde el
acueducto colonial de calle Agustinas. De izquierda a derecha, caño con
esmaltado verde interior, caño sin revestimiento y caño con revestimiento negro
opaco interior.
Lamina 4. Mayólica Carrascal (Mendoza, Argentina)
Lámina 5. Panamá Polícromo – tipo verde/negro
Lámina 6. Panamá Polícromo – tipo encaje con borde con pintura post-cocción en
amarillo.
Lámina 7. Stoneware Swatow
Lámina 8. Vista interior y exterior de fragmentos de porcelana Kinrande.
Lámina 9. Detalle de decoración en azul y rojo con trazos prácticamente borrados
de pintura dorada de porcelana Kinrande.

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