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La rebelion de Túpac Amaru

Rescoldos de pasados fuegos

Los realistas iniciaron una campaña contra la cultura andina y la memoria colectiva de los Incas, optando por
extirpar su recuerdo y forzar a abandonar el quechua, elemento fundamental de su cultura. Esta fue basada en
reformas que buscaba controlar a la Iglesia Católica y homogenizar sus prácticas religiosas.

En la búsqueda del origen del levantamiento, el visitador Areche, el juez Mata Linares y el arzobispo Moscoso y
Peralta, responsabilizaron a los criollos y sacerdotes, por permitir que la población indígena mantuviera su
autonomía. Los tres estaban de acuerdo que estos estaban muy pegados a los Incas y a su pasado, y muy alejado
de los españoles. Esto derivó a una política de mayor alcance. La guerra de papeles entre los "duros y
moderados" determinó las tácticas realistas durante la guerra, moldeó los programas y políticas luego de la
rebelión.

Las reformas no pudieron erradicar la cultura andina, y por disposición de Areche, cambiaron las relaciones
entre España y los Andes, poniendo fin al sistema impuesto por Toledo en 1570. Esto le brindaba a los indios
autonomía cultural, política y económica a cambio de ser considerados vasallos inferiores y distintos a los
españoles, pero cargados con la obligación de un tributo y trabajo obligatorio para la Corona. Las reformas
borbónicas destruyó más de lo que construyó. Fue el causal que motivó la ira de la población que llevó a
revueltas que precedieron al de Túpac Amaru. Las reformas administrativas previas a 1780, desestabilizó la
relación entre la población indígena y el Estado colonial. La rebelión y su secuela las demolieron por completo.

Desde 1780 hasta años posteriores a la Independencia, la aplicación de políticas luego de Túpac Amaru; junto con
los vientos del cambio desde Francia y hacía 1800, de otras partes de América española, se convirtió en pugnas
sobre el dominio español.

Luego del fracaso del proyecto cultural posterior a la rebelión (la eliminación del quechua y la asimilación
indígena a la religión católica), surgió en 1798, la propuesta del padre José Fernando Baeza, donde los mestizos
aprendieran quechua para que paguen tributos, y las españolas no impusieran el español a los sirvientes. Tuvo
mayor éxito la prohibición de las representaciones de los Incas y otras formas de recuerdo y celebración del
Imperio Incaico; especialmente la batallas contra las pinturas, como el retiro de "Los Incas del Perú" del colegio
San Francisco de Borja y la iglesia Curahuasi. Algunas pinturas sobrevivieron y otras, fueron pintadas encima.

Las medidas más efectivas fue hacer un tabú a las referencias de Túpac Amaru, Micaela Bastidas y el
levantamiento del Cusco, debido a las penas que se imputaba por albergar simpatía a los rebeldes como
ejecuciones públicas y juicios, que tuvo como consecuencia ocultar el apoyo hacia la rebelión. No fue solo miedo,
pues para los españoles fue una conmoción haber resistido milagrosamente y como señal de advertencia
dejaron a los líderes de las grandes revueltas coronando de lanzas o colgados de árboles; estas ejecuciones
representaban la derrota para los indígenas.

Del bando de los "duros", unos se quejaban de la posibilidad de más violencia, como el corregidor del Cusco:
Matias Baulen, que sentía que otra revuelta estaba a la vuelta de la esquina; y otros, que sostenían que este
exceso ponía en peligro el control español de los Andes.

La represión buscó silenciar cualquier expresión de nostalgia o veneración hacia Túpac Amaru, pero surgieron
voces que se alzaron para construir un camino alternativo desde su memoria.

Túpac Amaru para las trayectorias políticas del Perú

Según los historiadores Heraclio Bonilla y Karen Spalding, sugerían que los eventos de la década de 1780
ampliaron la brecha entre la costa y los Andes, y brindaron a los criollos de Lima más motivos para vacilar frente
a las luchas cobra los españoles que emergieron a inicios del siglo XIX. Ellos sostenían que un levantamiento
masivo por la década de 1970 había retrasado la ruptura con España. Su sustento fue basado en investigación del
rol de las clases populares en los movimientos regionales y la política. La brecha inmensa entre la población de
la costa y andina fue consolidada por el temor de la élite costeña a guerrillas indígenas.

La represión intimidó a futuros líderes rebeldes y potenciales seguidores, y disminuyó posibles escenarios de
levantamientos con base en el Cusco, y también quebró el pacto histórico entre indígenas y el estado colonial y
demostró que los españoles no debían ser tolerados. Durante las guerras de independencia y décadas
posteriores, intelectuales y otros actores expresaron su admiración por el Imperio Inca y lo propusieron
tímidamente como un posible símbolo nacional. La rebelión de Túpac Amaru postergó y apresuró al mismo
tiempo la Independencia desde España.

Protagonizó la rebelión de 1814, Mateo Pumacahua junto a otros, que partió desde el Cusco.

En 1783, una junta conformada por tres autoridades en Madrid, reviso los procesos de 1781 contra Túpac Amaru y
otros seguidores para evaluar si la sentencia fue idónea. Esta junta, amonestó a los jueces por ordenar que se le
cortará la lengua vivo a Túpac Amaru, cuando no estaba permitido en las leyes de Castilla o de las Indias;
cuestionó que los cuerpos fueran quemados y sus cenizas esparcidas. Pidieron prudencia, que con cuidadosa
política que no se advirtiera las intenciones del destierro de los recuerdos indígenas. Los jueces comprendieron
que la guerra se venía desarrollando en el campo de la memoria, aunque cuestionaron, apoyaron las sentencias
emitidas y la represión cultural, pues ello serviría para el terror y escarmiento público.

Túpac Amaru reapareció en lugares insospechados como en su invocación en "el Ejército de los Incas" y los
"Hijos del Sol" del comandante general del Ejército Revolucionario de Haití; los rebeldes gauchos "Tupamaros"
que peleaban contra los españoles al norte de Buenos Aires. La preocupación de que reaparezca sus seguidores
y se produzca un levantamiento fuera del Perú, trajo consigo la investigación de la ubicación de sus sobrinos que
jamás fueron encontrados.

Memoria y legado

Los historiadores han volcado su atención a los eventos de 1780 - 1783, y Túpac Amaru se ha convertido en
símbolo internacional de resistencia e incluso, un ícono de piel marrón y cola de caballo.

Dos grupos subversivos adoptaron su nombre: los Tupamaros en Uruguay y el Movimiento Revolucionario Túpac
Amaru en el Perú, también el rapero Túpac Amaru Shakur; este último se convirtió en un símbolo de resistencia,
un barómetro global del malestar juvenil.

El régimen militar de inclinación izquierdista de Juan Velasco Alvarado, convirtió a Túpac Amaru en un símbolo
de excelencia, pues este personaje encajaba con la forma de gobierno que busca presentar: defensor de
campesinos indígenas (beneficiarios de la reforma agraria), un nacionalista que se enfrentaba a poderes
imperiales (las compañías de petróleo gringas más que los españoles). Además, realizó una producción
académica nacionalista donde proyectaron a Túpac Amaru como precursor de las guerras de la Independencia.

La iconografía y usos políticos de Túpac Amaru tienen una larga trayectoria que abarca desde la creación de
Argentina. Diversos grupos políticos lo reclaman para sí. Se instalaron placas en su honor y estatuas. Pese a
esto, la revolución de Túpac Amaru no consiguió entrar en el panteón de las revoluciones del Atlántico Norte,
debido a que los historiadores han privilegiado la creación de Estados Unidos, la Revolución Francesa y
recientemente, la Revolución Haitiana, porque estas sí lograron la victoria. No obstante, este movimiento cambió
los Andes y el mundo Atlántico de manera permanente.

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