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La rebelión tuvo repercusiones en los más lejanos confines del antiguo Tawantinsuyu: en
Chile, con el cacique Chicaguala; en la Argentina, con el mestizo José Quiroga en la
provincia de Jujuy; y también en Ecuador y Colombia.
Todavía habría alguna revuelta más. Previo a las luchas por la independencia, en 1815
Mateo Pumacahua volvería a agitar las aguas en el Perú colonial.
En la que es hoy la República Oriental del Uruguay, los charrúas defienden con ardiente
intransigencia su espacio vital contra la ocupación extranjera. El militar y naturalista
español Félix de Azara, quien recorrió estos territorios en 1796 con el objeto de
inspeccionar la frontera sur del virreinato del Río de la Plata, dice con respecto a ellos:
"Debe saberse, sin embargo, que los que existen actualmente, y que nos hacen tan cruel
guerra, no forman hoy, seguramente, más que un cuerpo de unos cuatrocientos guerreros.
Para someterlos se han enviado con frecuencia contra ellos más de mil veteranos, ya en
masa, ya en diferentes cuerpos, para envolverlos, y se les han dado golpes terribles; pero,
en fin, el caso es que ellos subsisten y nos han matado mucha gente".
En la primera mitad del siglo XVI, las naves españolas que remontan el río Paraguay,
"reino acuático" de los payaguás sobre el que ejercían pleno control, son asaltadas por
éstos. Para enfrentar esta nueva amenaza a sus dominios, los payaguás habían
desarrollado una particular táctica guerrillera que consistía en lograr la mayor aproximación
posible con sus canoas a las naves españolas y, "cuando se veían acosados por el
enemigo, disparaban sus flechas y se arrojaban al agua, bajo la cual desaparecían a fin de
evitar el peligro de las balas, para salir mucho tiempo después y a larga distancia".Cuatro
años después, la cuenca del río Paraguay volverá a ser escenario de cruentos combates,
cuando, con rumbo norte, los conquistadores salen en 1542 a reconocer la tierra y a
someter a las aldeas indígenas. Los cario-guaraní, liderados por el cacique Tabaré,
opondrán una dura resistencia a las pretensiones españolas, la que se prolongará hasta
mediados de 1546. No serán los únicos. En 1579 se produce el alzamiento de carácter
mesiánico del cacique Oberá, quien secundado por el mburubichá Guaycará y
los rubichá Yaguatatí, Tanimbañó, Curapey, Ibiriyú, Tapucané, Iacaré, Mayrayú y cinco mil
guerreros guaraní, prometía a sus seguidores en nombre de Dios liberarlos de la opresión
extranjera. Hacia 1616 tuvo lugar la revuelta liderada por el ipayé Paytara y en 1660 la
rebelión del cacique guaraní Nambuaí. Entre 1720 y 1744, en el Chaco central y oriental
los indígenas mocoví, abipón y qom llevarán adelante una férrea resistencia, la que forzará
a los españoles a firmar un tratado de paz con los caciques mocoví Paikin, Lachiriquín,
Coglokoytin, Alogoyquin, Quiarary, y los qom Quiquiry y Quitaidi. El pacto no será
respetado por los castellanos y la lucha se reiniciará. Por su parte, en 1570 darán
comienzo una serie de alzamientos de los chiriguano en el Chaco occidental, los que se
incrementarán entre los siglos XVIII-XIX durante la llamada "guerra chiriguana" y recién
tocarán a su fin en 1892, ya en etapa republicana, con la captura y ejecución del
destacado cacique Apiaguaiqui-Tumpa"en la batalla de Kururujuky (Bolivia).
RESUMEN:
Entre 1742 y 1756, la rebelión de Juan Santos "Atahualpa Apu Inca", en Tarma y
Chanchamayo, señaló el camino por el que habrían de transitar los desatendidos
reclamos indígenas a las autoridades coloniales. La gran rebelión indígena, preludio
de las guerras por la emancipación nacional, se puso en marcha arrolladoramente a
través de los virreinatos del Perú y del Plata. El 4 de noviembre de 1780, en
Tinta, Perú, José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, y su aguerrida e inteligente
esposa, Micaela Bastidas Puyucahua, darán inicio a la mayor rebelión indígena que
las autoridades españolas tendrán que enfrentar en lo que le queda de vida a la
Colonia en América. En Acos, la cacica Tomasa Titu Condemayta se suma a la lucha y
enfrenta con un grupo de mujeres a los españoles.
Las banderas serán entonces mantenidas en alto por los caciques Vilca Apaza, Carlos
Nina Catari, Simón Condorí y Alejandro Calisaya, quienes irán siendo eliminados por
los españoles. Previo a las luchas por la independencia, en 1815 Mateo Pumacahua
volvería a agitar las aguas en el Perú colonial. En el sur del continente el rechazo a la
colonización se manifestará con la destrucción del fuerte Sancti Spiritus en 1529 por
los caciques Siripó y Mangoré, y de la primera Buenos Aires. Fundada en febrero de
1536, será arrasada por una confederación de indios querandí, guaraní, charrúa y
chaná-timbú en 1541.