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LEVANTAMIENTOS ANTICOLONIALISTAS

Una serie de levantamientos locales marcarían el rechazo de los indios al estado de cosas


en la Colonia. Entre 1742 y 1756, la rebelión de Juan Santos (a) "Atahualpa Apu Inca", en
Tarma y Chanchamayo, señaló el camino por el que habrían de transitar los desatendidos
reclamos indígenas a las autoridades coloniales. Le seguirían: Lima y Huarochirí en 1750,
Jauja en 1755, Trujillo en 1756, Cajamarca en 1762, Huamanga en 1765, Caillona en
1769, Cuzco y Chumbivilcas en 1775, Condesuyos y Paucarcolla en 1776, Urubamba y
Cotabamba en 1777, entre otras. Los etnohistoriadores registran alrededor de cien
sublevaciones contra el poder español solamente en el siglo XVIII.

En este clima prerrevolucionario lo inevitable se hará realidad. La gran rebelión indígena,


preludio de las guerras por la emancipación nacional, se puso en marcha arrolladoramente
a través de los virreinatos del Perú y del Plata. El 4 de noviembre de 1780, en Tinta, Perú,
José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, y su aguerrida e inteligente esposa, Micaela
Bastidas Puyucahua, darán inicio a la mayor rebelión indígena que las autoridades
españolas tendrán que enfrentar en lo que le queda de vida a la Colonia en América. La
insurrección prospera rápidamente y se extiende como reguero de pólvora a otras
provincias. En Acos, la cacica Tomasa Titu Condemayta se suma a la lucha y enfrenta con
un grupo de mujeres a los españoles. En tierras del Alto Perú, importante área cultural
aymara, Tomás Katari y sus hermanos Dámaso y Nicolás enfrentan decididamente los
abusos de los corregidores, caciques y curas doctrineros de la provincia de Chayanta
(norte de Potosí). Muertos en 1781 a manos de las autoridades españolas, el otro gran
dirigente revolucionario, entra en escena: Julián Apaza, oriundo de Ayo Ayo en el altiplano
paceño, quién toma el nombre de Túpac Katari, y es secundado por su esposa Bartolina
Sisa y Gregoria Apaza, hermana de éste. Es legendaria su acción de marzo de 1781 en la
que al mando de 40.000 indios le pone sitio a La Paz durante 109 días, y posteriormente,
un segundo por 64 días más. Finalmente será muerto y descuartizado por los españoles el
15 de noviembre de 1781.

A pesar de algunos resonantes éxitos militares de los insurgentes Tupamaros, como el de


Sangarará, errores tácticos importantes y los refuerzos recibidos por las autoridades
coloniales comienzan a desgastar al ejército rebelde. A inicios de 1781, y luego del fallido
intento de tomar el Cuzco con un largo sitio, Túpac Amaru se retira a Tinta para
reorganizarse. El 6 de abril de 1781, y a causa de una traición, será capturado en el pueblo
de Langui. Trasladado al Cuzco, es ejecutado junto a su familia el 18 de mayo de 1781,
luego de ser brutalmente torturados.

Con la desaparición de su jefe máximo, la rebelión queda herida de muerte. Diego


Cristóbal y Mariano, primo e hijo del Inca respectivamente, la prolongarán un tiempo más,
hasta que se rinden en el pueblo de Sicuani en enero de 1782. Las banderas serán
entonces mantenidas en alto por los caciques Vilca Apaza, Carlos Nina Catari, Simón
Condorí y Alejandro Calisaya, quienes irán siendo eliminados por los españoles.

La rebelión tuvo repercusiones en los más lejanos confines del antiguo Tawantinsuyu: en
Chile, con el cacique Chicaguala; en la Argentina, con el mestizo José Quiroga en la
provincia de Jujuy; y también en Ecuador y Colombia.

Todavía habría alguna revuelta más. Previo a las luchas por la independencia, en 1815
Mateo Pumacahua volvería a agitar las aguas en el Perú colonial.

En el sur del continente el rechazo a la colonización se manifestará con la destrucción del


fuerte Sancti Spiritus (inicial asiento europeo en tierras de la actual Argentina) en 1529 por
los caciques Siripó y Mangoré, y de la primera Buenos Aires. Fundada en febrero de 1536,
será arrasada por una confederación de indios querandí, guaraní, charrúa y chaná-timbú
en 1541. En el segundo y definitivo intento en junio de 1580, los nuevos fundadores son
atacados por los guaycurú durante su travesía desde Asunción hasta el Río de la Plata, y
posteriormente, ya en su destino, por los guaraní del cacique Telomic Condic,
produciéndoles grandes bajas. Este mismo pueblo indígena se opondrá en 1588 a la
fundación de la ciudad de Corrientes, en la Mesopotamia argentina, dirigido en esta
oportunidad por los rubichá Mboripé y Canindeyú. Por su parte, los tehuelches
(principalmente los septentrionales), los pehuenches, y a partir de finales del siglo XVIII (ya
consolidado su poder en la región) los mapuches oriundos de Chile, mantendrán el control
de los territorios de Pampa y Patagonia (como los indígenas del Chaco) durante más de
trescientos años. Don Bartolo, Yampilco (a) "Negro", Lorenzo Calpisqui, Llanquetur y
Curripilum son los nombres de sólo algunos de los tantos caciques que durante el período
colonial lideraron una parte de esta larga resistencia.

En la que es hoy la República Oriental del Uruguay, los charrúas defienden con ardiente
intransigencia su espacio vital contra la ocupación extranjera. El militar y naturalista
español Félix de Azara, quien recorrió estos territorios en 1796 con el objeto de
inspeccionar la frontera sur del virreinato del Río de la Plata, dice con respecto a ellos:
"Debe saberse, sin embargo, que los que existen actualmente, y que nos hacen tan cruel
guerra, no forman hoy, seguramente, más que un cuerpo de unos cuatrocientos guerreros.
Para someterlos se han enviado con frecuencia contra ellos más de mil veteranos, ya en
masa, ya en diferentes cuerpos, para envolverlos, y se les han dado golpes  terribles; pero,
en fin, el caso es que ellos subsisten y nos han matado mucha gente".

En la primera mitad del siglo XVI, las naves españolas que remontan el río Paraguay,
"reino acuático" de los payaguás sobre el que ejercían pleno control, son asaltadas por
éstos. Para enfrentar esta nueva amenaza a sus dominios, los payaguás habían
desarrollado una particular táctica guerrillera que consistía en lograr la mayor aproximación
posible con sus canoas a las naves españolas y, "cuando se veían acosados por el
enemigo, disparaban sus flechas y se arrojaban al agua, bajo la cual desaparecían a fin de
evitar el peligro de las balas, para salir mucho tiempo después y a larga distancia".Cuatro
años después, la cuenca del río Paraguay volverá a ser escenario de cruentos combates,
cuando, con rumbo norte, los conquistadores salen en 1542 a reconocer la tierra y a
someter a las aldeas indígenas. Los cario-guaraní, liderados por el cacique Tabaré,
opondrán una dura resistencia a las pretensiones españolas, la que se prolongará hasta
mediados de 1546. No serán los únicos. En 1579 se produce el alzamiento de carácter
mesiánico del cacique Oberá, quien secundado por el mburubichá Guaycará y
los rubichá Yaguatatí, Tanimbañó, Curapey, Ibiriyú, Tapucané, Iacaré, Mayrayú y cinco mil
guerreros guaraní, prometía a sus seguidores en nombre de Dios liberarlos de la opresión
extranjera. Hacia 1616 tuvo lugar la revuelta liderada por el ipayé Paytara y en 1660 la
rebelión del cacique guaraní Nambuaí. Entre 1720 y 1744, en el Chaco central y oriental
los indígenas mocoví, abipón y qom llevarán adelante una férrea resistencia, la que forzará
a los españoles a firmar un tratado de paz con los caciques  mocoví Paikin, Lachiriquín,
Coglokoytin, Alogoyquin, Quiarary, y los qom Quiquiry y Quitaidi. El pacto no será
respetado por los castellanos y la lucha se reiniciará. Por su parte, en 1570 darán
comienzo una serie de alzamientos de los chiriguano en el Chaco occidental, los que se
incrementarán entre los siglos XVIII-XIX durante la llamada "guerra chiriguana" y recién
tocarán a su fin en 1892, ya en etapa republicana, con la captura y ejecución del
destacado cacique Apiaguaiqui-Tumpa"en la batalla de Kururujuky (Bolivia).

LEER EL DOCUMENTO Y LUEGO RESUMIR, ENVIAR EL DÍA LUNES 31 DE MAYO A


HORAS 11:00

RESUMEN:

Entre 1742 y 1756, la rebelión de Juan Santos "Atahualpa Apu Inca", en Tarma y
Chanchamayo, señaló el camino por el que habrían de transitar los desatendidos
reclamos indígenas a las autoridades coloniales. La gran rebelión indígena, preludio
de las guerras por la emancipación nacional, se puso en marcha arrolladoramente a
través de los virreinatos del Perú y del Plata. El 4 de noviembre de 1780, en
Tinta, Perú, José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, y su aguerrida e inteligente
esposa, Micaela Bastidas Puyucahua, darán inicio a la mayor rebelión indígena que
las autoridades españolas tendrán que enfrentar en lo que le queda de vida a la
Colonia en América. En Acos, la cacica Tomasa Titu Condemayta se suma a la lucha y
enfrenta con un grupo de mujeres a los españoles.

En tierras del Alto Perú, importante área cultural aymara, Tomás Katari y sus


hermanos Dámaso y Nicolás enfrentan decididamente los abusos de los
corregidores, caciques y curas doctrineros de la provincia de Chayanta . Finalmente
será muerto y descuartizado por los españoles el 15 de noviembre de 1781. A pesar
de algunos resonantes éxitos militares de los insurgentes Tupamaros, como el de
Sangarará, errores tácticos importantes y los refuerzos recibidos por las autoridades
coloniales comienzan a desgastar al ejército rebelde. Con la desaparición de su jefe
máximo, la rebelión queda herida de muerte.

Las banderas serán entonces mantenidas en alto por los caciques Vilca Apaza, Carlos
Nina Catari, Simón Condorí y Alejandro Calisaya, quienes irán siendo eliminados por
los españoles. Previo a las luchas por la independencia, en 1815 Mateo Pumacahua
volvería a agitar las aguas en el Perú colonial. En el sur del continente el rechazo a la
colonización se manifestará con la destrucción del fuerte Sancti Spiritus en 1529 por
los caciques Siripó y Mangoré, y de la primera Buenos Aires. Fundada en febrero de
1536, será arrasada por una confederación de indios querandí, guaraní, charrúa y
chaná-timbú en 1541.

En el segundo y definitivo intento en junio de 1580, los nuevos fundadores son


atacados por los guaycurú durante su travesía desde Asunción hasta el Río de la
Plata, y posteriormente, ya en su destino, por los guaraní del cacique Telomic
Condic, produciéndoles grandes bajas. Don Bartolo, Yampilco "Negro", Lorenzo
Calpisqui, Llanquetur y Curripilum son los nombres de sólo algunos de los tantos
caciques que durante el período colonial lideraron una parte de esta larga
resistencia. En la primera mitad del siglo XVI, las naves españolas que remontan el río
Paraguay, "reino acuático" de los payaguás sobre el que ejercían pleno control, son
asaltadas por éstos. Para enfrentar esta nueva amenaza a sus dominios, los payaguás
habían desarrollado una particular táctica guerrillera que consistía en lograr la mayor
aproximación posible con sus canoas a las naves españolas y, "cuando se veían
acosados por el enemigo, disparaban sus flechas y se arrojaban al agua, bajo la cual
desaparecían a fin de evitar el peligro de las balas, para salir mucho tiempo después y
a larga distancia".

Los cario-guaraní, liderados por el cacique Tabaré, opondrán una dura resistencia a


las pretensiones españolas, la que se prolongará hasta mediados de 1546. En 1579 se
produce el alzamiento de carácter mesiánico del cacique Oberá, quien secundado por
el mburubichá Guaycará y los rubichá
Yaguatatí, Tanimbañó, Curapey, Ibiriyú, Tapucané, Iacaré, Mayrayú y cinco mil
guerreros guaraní, prometía a sus seguidores en nombre de Dios liberarlos de la
opresión extranjera. Hacia 1616 tuvo lugar la revuelta liderada por el ipayé Paytara y
en 1660 la rebelión del cacique guaraní Nambuaí. Entre 1720 y 1744, en el Chaco
central y oriental los indígenas mocoví, abipón y qom llevarán adelante una férrea
resistencia, la que forzará a los españoles a firmar un tratado de paz con los caciques
mocoví Paikin, Lachiriquín, Coglokoytin, Alogoyquin, Quiarary, y los qom Quiquiry y
Quitaidi.

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