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¿Cuál es la verdad?

¿Cómo puedo
encontrar la misericordia de Dios?
Pero ellos no están en lo cierto. Si de corazón y con
actitud humilde, buscamos el perdón de Dios, sin
excepción encontraremos a un Dios de brazos abiertos
que nos reviste con la capa de su gracia y pone en
nuestras manos el anillo que nos identifica como sus
hijos. Nos saca del fango, nos acoge, nos alimenta y
nos consiente, como si nunca hubiésemos hecho nada
malo, como si nuestro pecado contra Él nunca hubiera
existido. Ese es el poder de la confesión y la
absolución. Ese es el amor que Dios derrama sobre
nuestra alma por medio de los Sacramentos.

El voto de confianza que recibimos de Dios, debe estar


acompañado de una decisión de volver a la casa del
Padre. Recordando que por nuestros propios medios y
haciendo las cosas a nuestro antojo, estábamos
precipitándonos hacia la condenación eterna. Nos
hacíamos acreedores del mismo infierno y solo
confiando en Dios y su voluntad podremos iniciar un
nuevo camino. Por tanto, es necesario este acto de
abandono: ¡Sagrado Corazón de Jesús en Vos
Confío! Porque Tú eres un Dios vivo, porque Tú me
amas, porque sabes que me conviene y que no, y
sabrás conducir mi vida hacia fuentes tranquilas,
mientras yo por mis medios caminaba perdido hacia
los abismos.

¿Existe algún “pero” para la


misericordia de Dios?
Si, existe un pero: ¡De la Misericordia de Dios nadie se
burla! Jesús nos lo deja claro en este texto:

“No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el


reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos” (Mateo 7,21)
No podemos andar por la vida pidiendo perdón y
misericordia pero tratando a nuestro prójimo como si
fuese un trapo sucio. No caigamos en el error de creer
que con simplemente poner la imagen de Jesús de la
Misericordia en nuestro hogar o decir “Jesús, en vos
confío” alcanzaremos misericordia.

El Señor nos anuncia claramente en las


bienaventuranzas cómo alcanzar su misericordia:

“Bienaventurados los misericordiosos; porque ellos


alcanzarán misericordia” (Mateo 5,7)
Lo complemento con palabras del padre Jorge Loring:
“Si somos buenos con los demás, alcanzaremos la
bondad de Dios, pero si somos malos, por
consecuencia, alcanzaremos de esa misma maldad
que sembramos”. Por tanto, no podemos vivir
haciendo el mal creyendo que recibiremos como
premio a nuestra conducta el bien máximo que es el
cielo.

Quien lucha por un mundo más justo y equitativo,


quien trata con amor a su prójimo, quien perdona a sus
enemigos, quien se compadece del mal ajeno, ese,
alcanzará misericordia.

Dios no es indiferente ante el mal y la injusticia, al mal,


tarde o temprano le llega su cuarto de hora y cada uno
recibirá su paga de acuerdo al camino que decidió
tomar, en cambio, la misericordia siempre triunfa y
quienes la buscan, recibirán como premio la
misericordia eterna: el cielo.

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