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CÓMO RECIBIR EL PERDÓN DE DIOS

El perdón es uno de los temas principales de la Biblia. Desde la historia de Adán y Eva en el libro de Génesis
y a través de las Escrituras vemos a muchas personas que pecaron y cometieron grandes errores. También
leemos cómo Dios las perdonó y restauró. Son historias llenas de luchas y también del triunfo sobre el
pecado y el mal.
Así es como Dios desea que vivamos, en comunión con él. Anhela perdonar nuestros pecados, restaurarnos
en su amistad. Dios quiere que nuestras historias también reflejen la transformación que llega como producto
de su perdón y su amor.
Nos gusta pensar que somos buenos y justos, pero en nuestro interior sabemos que cometemos errores e
injusticias. Mentimos y causamos dolor a otros por causa de nuestro egoísmo. La Biblia llama a esto pecado,
errar en el blanco, vivir separados de Dios. Sin embargo, él ha provisto la manera de reconciliarnos para
restaurar nuestra relación con él. En la Biblia encontramos pasajes inspiradores que nos hablan del perdón de
Dios y nos dicen cómo recibirlo.

Isaías 1, 18-19: "Ahora Yavé les dice: «Vengan, para que arreglemos cuentas. Aunque sus pecados sean
colorados, quedarán blancos como la nieve; aunque sean rojos como púrpura, se volverán como lana blanca.
19.Si ustedes quieren obedecerme, comerán lo mejor de la tierra;"
¿Cómo se recibe el perdón de Dios?
1. Confesar los pecados
Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.
(1 Juan 1, 9)
Lo primero es expresar y reconocer las cosas malas que hemos hecho, decirlas a Dios. Él conoce todo y ya lo
sabe. Pero nosotros necesitamos aceptar en humildad delante de él que le hemos fallado y que hemos hecho
cosas que van en contra de su deseo para nosotros. Este paso de confesión abre la puerta para que su perdón
fluya y nos alcance.
Dios nos limpia de toda maldad. No hay absolutamente nada que podamos confesarle que él no pueda
perdonar. Su amor y su perdón alcanzan y cubren cada rincón de nuestro corazón.
2. Arrepentirse
“El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia
con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan”. (2 Pedro 3, 9)
No basta con confesar y reconocer las cosas malas que hemos hecho. ¡Necesitamos arrepentirnos! Cuando
nos arrepentimos expresamos el dolor que nos causa ver los errores que hemos cometido y eso nos impulsa a
hacer los cambios necesarios para comenzar a actuar como Dios quiere.
Dios desea que todos nos arrepintamos, que reconozcamos que le necesitamos en nuestra vida. Quiere que
nos reconciliemos con él y le recibamos como Señor y Salvador. Él no desea que ningún ser humano pase la
eternidad lejos de él. Por eso espera con paciencia nuestro arrepentimiento.
3. Creer en Jesús

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Romanos 10, 9-10: "Porque te salvarás si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón
que Dios lo resucitó de entre los muertos. 10. La fe del corazón te procura la verdadera rectitud, y tu boca,
que lo proclama, te consigue la salvación."
Luego debemos creer en Jesús porque solo en él tenemos salvación. Necesitamos creer que Jesús es Dios,
que a través de su muerte en la cruz y su resurrección somos salvos y reconciliados con Dios”.
Es importante expresar con nuestra boca la certeza que hay en nuestro corazón. Debemos confesar que Jesús
es el Señor. Decidimos pasar el señorío de nuestra vida a él. Ya no hacemos más lo que queremos, no
vivimos para satisfacer nuestro ego. Él es el Señor y le obedecemos porque nos ha transformado y ha dado
sentido real a nuestra vida.
La obra de Jesús
1. Perdón
En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la
gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. (Efesios 1, 7-8)
La sangre que Jesús derramó en la cruz fue el precio que él pagó para que nuestros pecados fueran
perdonados. Él nos redimió, nos rescató y no somos más esclavos del pecado. A través de Jesús somos libres
de su poder. Y todo esto ha sido por la gracia abundante de Dios, un regalo que no merecíamos.
2. Redención
Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos
redención, el perdón de pecados. (Colosenses 1, 13-14)
Gracias a la obra de Jesús ya el pecado que nos separaba de Dios no tiene más poder sobre nosotros. No
somos más sus esclavos. Ahora pertenecemos al reino de Jesús, reino de luz, de perdón y libertad. ¡Qué gozo
más grande!
3. Intercesión
Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a
un intercesor, a Jesucristo, el Justo. Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no solo por los
nuestros, sino por los de todo el mundo.
(1 Juan 2, 1-2)
Dios desea que vivamos vidas de obediencia, pero conoce nuestra naturaleza humana. Sabe que podemos
fallar en ocasiones aun cuando nuestro deseo es de ser fieles y obedientes. Jesús intercede por nosotros, es el
único que puede hacerlo porque solo él está libre de pecado, es totalmente justo y misericordioso. Él
interviene constantemente a nuestro favor, restaurándonos como hijos perdonados.
El resultado del perdón de Dios
1. Salvación
Efesios 2, 8-9: "Ustedes han sido salvados por la fe, y lo han sido por gracia. Esto no vino de ustedes, sino
que es un don de Dios; 9.tampoco lo merecieron por sus obras, de manera que nadie tiene por qué sentirse
orgulloso."

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No merecemos ser salvos y perdonados, rescatados del poder del pecado. Pero Dios nos lo concede de todas
formas. No somos salvos por lo que hacemos. Somos salvos por lo que Jesús ya hizo por nosotros.
2. Dicha
Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. (Salmo 32, 1)
¡Qué gozo más grande trae el perdón! Hay gran alegría y libertad en saber que somos hijos de Dios. Nuestros
pecados ya no cuentan, Dios los borró para siempre.
3. Amor
Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien
poco se le perdona, poco ama. (Lucas 7, 47)
El perdón de Dios llena nuestro corazón de gratitud y de amor hacia él. Ese amor será evidente a los demás y
se manifestará en acciones que exalten a Dios y muestren que hemos sido transformados por él.
4. Nuevo comienzo
Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente. (Salmo 103, 12)
Cuando Dios nos perdona él decide no tomar en cuenta nuestros pecados. Cristo llevó nuestros pecados en la
cruz y nos concede la oportunidad de un nuevo comienzo, una nueva vida guiada por él.

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