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Sergio Fortuño L.
Selección artificial
Otras exponentes del arte transgénico son Marta de Menezes (Portugal, 1975) y Natalie
Jeremijenko (Australia, 1966). De Menezes presentó el año 2000 una instalación con
mariposas vivas cuyas alas intervino genéticamente para alterar su simetría. En 2003,
Jeremijenko clonó 100 árboles que dispersó por la ciudad de San Francisco para exponer
cómo las circunstancias ambientales modifican a individuos genéticamente idénticos.
La británica Charlotte Jarvis comenzó a fines de la década pasada el proyecto de generar
semen femenino a partir de sus propias células madre. La eslovena Maja Smrekar combinó
uno de sus óvulos con células de su perro para obtener un blastocisto inviable que, aún así,
representaba para ella una forma de vida. Anna Dumitriu, otra artista inglesa, es por estos
días la principal invitada a una muestra de bioarte en la ciudad de Leeds. Su obra El Vestido
de la Plaga combina materiales textiles, tecnología y microbiología para recrear el ambiente
de la Gran Plaga de Londres del siglo 17. Rodeado por lavandas, usadas en la época para
enmascarar los hedores de la peste, el centro de la instalación es un vestido recubierto por
las bacterias causantes de la epidemia.
Los mecanismos de reproducción de la vida, sus límites, las posibilidades de cruces entre
especies, la emergencia de nuevos seres vivos al modo de las quimeras de la antigüedad,
son algunos de los temas que obviamente abren discusiones relevantes a partir del bioarte.
“Hoy en día, el régimen de la selección natural, de 4 mil millones de años (...) se enfrenta a
un reto completamente distinto”, observó en 2013 el historiador israelí Yuval Noah Harari.
Reflexionando sobre su obra, Eduardo Kac escribe que “a medida que se desmorona el
concepto de especie, basado en las barreras de reproducción (...) la misma noción de lo
que significa ser humano está en juego”.
Con un dejo optimista, el artista brasileño se muestra entusiasta antes que receloso y
aventura que “ser humano significará que el genoma humano no es una limitación, sino un
punto de partida”.