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Mijali Monaol López

MÓDULO I
Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta los inicios de la literatura
nacional

Introducción
A. ¿Qué pensamos cuando de literatura hablamos?
Independientemente de los malos o buenos momentos que usted haya experimentado durante su
formación escolar o colegial, a lo mejor el término literatura le recuerde una serie de historias, aventuras y
personajes incluidos en un conjunto de textos denominados como cuento, dramaturgia, novela, crónicas y
poesía. Asimismo, quizá le resulte familiar la idea de que este tipo de géneros posean ciertas cualidades
estéticas (artísticas), las cuales nos per-miten, como lectores, saber diferenciar entre un documento de
carácter científico histórico o un relato de ficción.
No menos importante, es probable que recuerde el nombre y apellido de algunos escritores y escritoras
cuyas obras literarias contribuyeron al desarrollo de la literatura nacional y latinoamericana y cuyas fechas
de nacimiento debíamos aprender junto con el género, los personajes principales, los secun-darios, los
espacios, los rasgos narrativos y el tipo de literatura que la crítica o los programas de enseñanza decían
que se clasificaban sus obras.
Si esta fue su experiencia, es posible que los contenidos y temas de este ensayo le permitan ampliar sus
conocimientos acerca de las múltiples posibilidades que ofrece la literatura para pensar la sociedad
costarricense o incluso considerar la importancia que desempeña la literatura, y el arte en general, como
una forma de cuestionar y cuestionarnos ante nuestra vida cotidiana.
Sin embargo, antes de iniciar con este propósito permítanme compartir algunas ideas generales en torno
a la literatura y otros conceptos afines a lo largo de esta unidad didáctica.
B. De la littera a la literatura: un breve recorrido
La palabra literatura es uno de esos términos problemáticos y escurridizos cuyo origen se remonta al
vocablo latino litteratura; razón por la cual resulta prácticamente familiar identificar esta palabra en otras
lenguas roman-ces, tales como el francés (littérature) y el italiano (letteratura), e incluso en otros idiomas
nórdico-europeos entre los cuales destacan el idioma alemán (Literatur) y el inglés (literature). Si bien,
como se explica de seguido, el origen de esta expresión proviene del vocablo griego grammatiké, su uso
durante la antigüedad clásica se restringía a un tipo de saber relacionado con la escritu-ra, al mismo
tiempo que se le emparentó con otras disciplinas pertenecientes al ámbito o dominio de las letras. Como
señalan en ese sentido Marchese y
Forradellas:
En sus orígenes, pues, parece que la idea de literatura está ligada a la escritura, a la capacidad de la
manipulación de la palabra en los códigos culturales sometidos al ars [arte] de la escritura: la gramática, la
retórica, la estilística, la competencia que dimana de la posesión de las reglas tradicionales de la escritura
(2007: p. 246).
Según expone Robert Escarpit (1971), la idea de asociar este término con el arte de escribir constituyó
una de las concepciones más predominantes hasta inicios del siglo XVIII. No obstante, en el transcurso
de esta misma centuria el vocablo litteratura, cuya acepción principal designaba a cualquier tipo de
documento escrito (incluyendo a aquellos textos de carácter científico), experimentaría una de sus
primeras transformaciones.
El conocimiento artístico, científico e intelectual que a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII se
produjo en las sociedades modernas occidentales pronto se reflejó en una variedad de textos y nuevos
géneros escritos cuyas estructuras y estilos narrativos comenzaban a diferenciarse de acuerdo con las
distintas disciplinas de las que formaban parte. Como es de imaginar, dicha situación trajo consigo la
necesidad de restringir el término literatura a un grupo específico de textos con el fin de distinguir los
géneros de escritura relacionados con la práctica y el discurso científico. En palabras de Aguiar e Silva:
Se comprende que esta transformación semántica del vocablo «litte-ratura» se haya producido en la
segunda mitad del siglo XVIII: por un lado, el término «ciencia» se especializa fuertemente, acompañando
el desarrollo de la ciencia inductiva y experimental, y así deja de ser posible incluir en la «literatura» los
escritos de carácter científico; por otro lado, se asiste a un amplio movimiento de valorización de géneros
literarios en prosa, desde la novela hasta el periodismo, haciéndose necesario, por consiguiente, una
designación genérica que
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Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta los inicios de la literatura
nacional

pudiera abarcar todas las manifestaciones del arte de escribir. Esta designación genérica fue la de
literatura (1999, p. 13).
De este modo, el nuevo giro que alcanzó esta palabra durante la segunda mitad del siglo XVIII
transformará de manera radical su concepción inicial y pasó a convertirse en una actividad intelectual
dedicada a un estudio específico de obras o a designar el conjunto de obras literarias de un país. No
obstante, esta primera etapa no se limitó al llamado Siglo de las Luces o de la
Ilustración europea.
Durante el siglo XIX, la palabra litteratura adquirió otros significados y con-notaciones, dando origen a la
definición moderna y más convencional en que solemos identificar el fenómeno literario, aún en el siglo
XXI. Dichas acepciones son las siguientes: a) «conjunto de la producción literaria de una época»;
b) «conjunto de obras que se particularizan y cobran forma especial, ya sea por su origen, ya por su
temática o por su intención»; c) «bibliografía existente acerca de un tema determinado»; d) «falsedad
retórica»; e) «sinónimo de manual o historia de la literatura»; y f) la literatura como conocimiento
académico o disciplina de estudio.
En relación con el primer caso, dicha acepción alude a una determinada producción de textos
organizados en un momento o periodo en particular. Un ejemplo que nos ayuda a comprender esta
referencia corresponde al uso de ciertas categorías tales como literatura colonial costarricense, literatura
del siglo XX o literatura contemporánea. Sean cuales fueran las múltiples denominaciones posibles, el
término literatura se encuentra correlacionado con un determinado periodo histórico.
La segunda definición identifica un grupo específico de obras, ya sea por su lugar de procedencia
(ejemplo: literatura alemana, costarricense, etc.) o por su ámbito temático, la cual puede referirse tanto al
efecto estético que esta produce o al predominio de un asunto en particular, como por ejemplo la llamada
literatura de terror, literatura de crímenes o literatura feminista.
En cuanto a la tercera posibilidad, esta enfatiza la palabra litteratura como sinónimo de bibliografía. Sin
importar si ese conjunto de textos sea de carácter científico o no, dicha acepción la solemos reconocer
cuando buscamos una información muy precisa. No por casualidad, muchas veces podemos encontrar
expresiones como: «¿existe literatura al respeto de este tema?, «según la literatura científica
encontrada..» O «¿Qué dice la literatura jurídica ?», entendiendo por literatura un saber especializado.
Respecto de la cuarta acepción (falsedad retórica), esta tiende a referirse al término literatura como falto
de argumentación, estilo o fundamentación
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científica, atribuyéndole así un significado de superficialidad o de invención.
A manera de ejemplo, piense en la posible interpretación que podría tener la siguiente frase: «Ese
argumento no es cierto; es tan solo literatura».
Finalmente, los dos últimos significados le atribuyen un valor disciplinario o académico, el cual se logra
ejemplificar por medio de las expresiones «litera-tura comparada», «literatura general», «historia literaria»,
«crítica literaria», lo que designa, entonces, un determinado campo de conocimiento perteneciente a los
estudios humanísticos o filológicos.
Ahora bien, la historia conceptual de este término no se restringe a estas cuantas acepciones. A lo largo
de todo el siglo XX y hasta la actualidad, la literatura ha pasado a convertirse en el objeto de estudio de
diversas discipli-nas, tales como la lingüística, la semiótica, el análisis del discurso, la crítica y la teoría
literaria, dando como resultado el desarrollo de distintos saberes y metodologías.
Desde el estudio de sus rasgos formales o estructurales hasta el análisis ideo-lógico, histórico y político
que abarca dicha práctica y experiencia estética, el campo académico de lo llamado literario ha generado
una diversidad de teorías que trascienden su carácter estrictamente ficcional. No obstante, dado que la
explicación de cada una de estas perspectivas se escapa por el momento de nuestra intención didáctica,
nos limitaremos a explicar algunas de las principales nociones teóricas desde las cuales este ensayo
abarca el concepto de literatura y su relación específica con la sociedad y las identidades costarricenses.
C. Autor, texto y lector: una unidad inseparable
Una de las explicaciones más comunes en que se nos enseña a pensar la literatura radica en considerar
la obra literaria como un producto artístico basado en los sentimientos y la vida del autor. Desde esta
perspectiva -ampliamente difundida por las instituciones de enseñanza- la literatura es percibida como un
tipo de lenguaje cuya función principal consistiría en transmitirle al lector la visión de mundo (ideología)
propia del creador literario a partir de un estilo figurado o poético. Con base en su experiencia como
lector, ¿está usted de acuerdo con esta forma de entender la literatura?
Si bien se torna arriesgado pensar en la existencia de una obra sin la intervención de un autor, ya sea
individual, colectivo o incluso anónimo, aquello que solemos identificar como lo literario constituye un tipo
de experiencia en que la figura del autor no es la única responsable del acto creativo. La
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Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta los inicios de la literatura
nacional
que es la ciberlite-ratura? De acuerdo con Sánchez Morales
(2014), este término se refiere a «un conjunto de manifestaciones que constituyen una nueva manera de
entender lo literario a partir de las posibilidades tecnológicas abiertas por el desarrollo del entorno digital».
A diferencia de la literatura digital, las creaciones estéticas que se llevan a cabo en este tipo de medios no
pueden ser reproducidas de forma impresa, ya que una de sus características más significativas consiste
en llevar al extremo la interactividad virtual con el lec-tor, conocido además como escrilector.

comunicación literaria requiere una forma particular de sentir y trabajar el lenguaje, así como de la
participación activa de un lector cuya función estética consiste en poner en juego los múltiples sentidos e
interpretaciones del texto. En palabras de Jorge Ramírez Caro:
En todo proceso de lectura, como en todo proceso de comunicación, el lector es un participante activo,
que interroga y se deja interrogar, y la significación o sentido otorgado al texto se constituye en su
respuesta imaginativa y creativa, en el intercambio posibilitado y permitido por dicho encuentro (2001: p.
111).
Como podrá deducir, la idea de pensar la literatura como un acto de transmisión de las vivencias,
sentimientos o formas de pensar de un autor, tiende a subestimar el papel protagónico que cumple la
lectura y el lenguaje en la producción literaria, ya que la literatura no es solamente un producto que se
vende en las librerías, sino que abarca una intencionalidad lúdica, crítica e interactiva sin la cual los textos
serían objetos empastados, inertes y digitales, colocados en algún estante de las bibliotecas o en un
dispositivo electrónico.
¡Pero atención! En vista de que la actividad literaria no se desliga de su hábitat o entorno social, esta
constituye una práctica artística permeada por el len-guaje, la cultura y la ideología. Razón por la cual
bien podemos afirmar que tanto el acto de escritura como de lectura no son actividades inocentes desde
las cuales se realiza la práctica literaria, sino que implican cuestionarnos el
¿para qué?, ¿desde dónde? Y ¿qué y cómo leemos? Y no menos importante:
¿Para qué leemos literatura? Con el fin de abordar tales y otras preguntas, la perspectiva teórica de este
ensayo se inclina por pensar el fenómeno literario como una práctica y un discurso social. Veamos, a
continuación, de qué trata el asunto.
D. La literatura frente al espejo
Cuando se piensa la literatura desde una perspectiva socio-discursiva, el primer aspecto por considerar
radica en reconocer que dicha actividad artística, como cualquier otra producción humana, forma parte de
una dinámica social y económica específica. Si bien dicha afirmación podría resultar un tanto evidente
para algunos lectores, esta se logra comprobar con cierta facilidad cuando nos percatamos de que en el
transcurso de la historia, y del arte en general, ninguna obra, lector o escritor(a) escapa de las
circunstancias sociales y culturales de su época.
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Tomando en cuenta la última afirmación, la literatura es comprendida en el presente ensayo como un tipo
de práctica cuyas formas específicas de lenguaje (géneros, estructuras, estilos narrativos), modelos de
lectura, dinámicas de publicación y distribución, patrones de consumo, interpretaciones y sujetos
productores (entiéndase escritores y escritoras) se encuentra inmersa en un continuo proceso histórico-
cultural. En vista de tal particularidad, las diferentes manifestaciones que abarca el ámbito literario
registran ciertas representaciones culturales, subjetividades y discursos ideológicos que le proveen una
existencia social a una práctica de escritura que, desde el siglo xvIII hasta nuestros días, hemos
convenido en denominar como literatura; aunque bien sabemos que el arte de contar historias y ficciones
no solo se realiza únicamente en la escritura, sino que también se manifiesta en otro tipos de géneros y
formas de transmisión ligados a la oralidad, el saber y la tradición popular.
Por consiguiente, el fenómeno de lo literario no es un simple reflejo de las vivencias o sentimientos que un
individuo, dotado de ciertas cualidades ar-tísticas, busca expresar mediante un lenguaje específico sino
que constituye una poderosa memoria discursiva a partir de la cual ciertas representaciones ideológicas y
culturales (conscientes e inconscientes) se inscriben en los textos literarios, así como en la relación que
tanto los autores como los lectores establecen con la literatura.
Para comprender con mayor facilidad esta perspectiva, pensemos por un momento en el efecto óptico
que proyecta un espejo. Sin lugar a dudas, resultaría muy probable que nuestra primera impresión
consista en reconocer, de manera casi inmediata, la correspondencia entre los objetos proyectados ante
el espejo y su imagen respectiva. En términos artísticos, la situación sería equivalente a pensar que el
lenguaje literario funciona como una especie de espejo a partir del cual se observan de manera directa el
entorno, la realidad social, las ideas o los sentimientos que un determinado autor intenta transmitirles a
sus lectores.
No obstante, siguiendo con este mismo ejemplo, pocos nos atreveríamos a sospechar que la imagen
proyectada en esa superficie no es otra cosa que una ilusión óptica y como tal no depende de la fidelidad
de su reflejo; más bien, que obedece a un conjunto de mediaciones, tales como el tipo y la dirección de la
luz, el tamaño y la posición de los objetos por reflejar e incluso la forma lisa, cóncava o tridimensional en
que se haya diseñado dicho espejo, ya que, como bien sabemos, no todos los reflejos proyectan la misma
imagen de la cosas.
De manera un tanto similar, esta situación ocurre con la literatura. El «refle-jo» que la literatura produce
de la sociedad no se debe a la nitidez «fotográ-fica» o referencial que esta tenga para dar cuenta de los
fenómenos sociales,
manera de ejemplo, piense en la comunicación artística y verbal que conlleva una leyenda, una
adivinanza, un relato fantástico o incluso un muy buen chisme.
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históricos, sino más bien a la forma y al tipo de estrategias que esta misma configura para captar, de
manera estética, ciertos discursos, subjetividades y representaciones sociales de los que tanto los textos,
autores y lectores forman parte.
Con base en lo anterior, la actitud crítica que este ensayo le invita a participar comienza por «resistirnos»
frente a esa idea común y generalizada de pensar la literatura como un reflejo directo de la realidad, y
comprender, desde una perspectiva socio-discursiva, la manera en que el texto, junto con la participación
del lector y el escritor, captura, organiza y reproduce ciertos discursos e imaginarios sociales. Dicho de
otro modo, más que entender el entorno o mundo social que, desde luego, la literatura proyecta mediante
sus narra-dores, temas y personajes, nuestra intención didáctica radica en analizar las diversas
representaciones ideológicas que han utilizado los lectores, textos y creadores literarios para llevar a cabo
una interpretación crítica de la sociedad y las identidades costarricenses
E. Otros conceptos de interés
En razón del carácter predominantemente realista en que se enmarcan las producciones narrativas
referidas en esta unidad didáctica, nos referiremos, a continuación, a algunos conceptos básicos, los
cuales nos ayudarán a entender el efecto estético y discursivo desde el cual trabaja la literatura. Estos
términos son los siguientes: ficcionalidad, verosimilitud y referencialidad.
En relación con el concepto de ficcionalidad, resulta claro que se encuentra asociado a la palabra ficción,
remitiéndonos así a una de las principales características en que se suele definir el arte literario.
Invención, fábula, mentira, falsedad, artificio, trampa o engaño parecieran ser sinónimos bastante
cercanos para pensar en una práctica de lenguaje que convoca la imaginación y la creación de otros
mundos posibles e incluso cuando se trate de relatos donde se mencionen ciertos acontecimientos
históricos, lo cual no necesariamente quiere decir que no hayan sido reales. Explica Garrido Domínguez
que:
La ficción constituye, pues, una forma de representación gracias a la cual el autor plasma en el texto
mundos que, globalmente considerados, no tienen consistencia en la realidad objetiva, ya que su
existencia es puramente intencional. Mundos que, por tanto, escapan a los criterios habituales de
verdad/falsedad y responden a la lógica del como o del como si; mundos en suma, a los que cabe exigir
únicamente coherencia interna
(2009: p. 613).
Si bien las categorías de análisis que se encargan de estudiar el efecto estético y retórico de la literatura
abarcan una innumerable
cantidad de disciplinas y metodologias, hemos escogido estos tres principios para introducir al lector a un
primer acercamiento conceptual a propósito del discurso literario. Como se leerá en los siguientes
capítulos, el lector estudiante dispondrá de otras categorías las cuales le permitirán profundizar en el
análisis e interpretaciones de los textos incluidos en la antología del curso.
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pesar de que la gran mayoría de definiciones tienden a contraponer ficción vs. realidad, (en el entendido
de que la ficción es lo contrario a lo real)
debemos tener presente que la ficcionalidad literaria corresponde a una posibilidad estética y simbólica
del discurso, en que el mundo narrado en el texto y desde el texto se encuentra organizado por las leyes
de la representación literaria y no por las leyes de la realidad objetiva e histórica. De no atender tal
diferenciación, nuestra experiencia como lectores de literatura estaría muy cercana a la de un personaje
llamado don Alonso Quijano quien, como recordarán ustedes, de tanto leer novelas, se convirtió en un
famoso caballero andante.
Por otra parte, cabe mencionar que la ficcionalidad no únicamente se encuentra en la literatura, ya que si
entendemos por este concepto la posibilidad simbólica de crear un mundo posible y alterno a nuestra
realidad física, o material, este se puede hallar en una gran parte de nuestra vida psíquica y cotidiana. O
¿es que acaso no producimos ficcionalidad cuando soña-mos, deseamos, nos enamoramos, vemos una
película, escuchamos música o recordamos algún acontecimiento significativo de nuestra vida? Desde
esta perspectiva, la ficcionalidad es justamente aquello que nos caracteriza como sujetos de la cultura y
del lenguaje, ya que sin este mecanismo no se llegaría a producir nuestra subjetividad y convivencia
social. Dicho lo anterior, bien podemos afirmar que toda literatura trabaja con la ficción, pero no toda fic-
cionalidad es exclusivamente literaria.
Otro de los conceptos por tomar en cuenta es el concierne a la verosimilitud.
Como veremos a continuación, la verosimilitud constituye una de las cualidades más destacadas para
comprender el efecto estético que se genera entre discurso literario y el lector. Tal es la importancia que
ha tenido dicho término en el mundo occidental, que su primera aparición se remonta a las reflexiones
realizada por el gran filósofo griego Aristóteles, alrededor del año 335 a. E. C.:
Es evidente a partir de lo que se ha dicho que relatar lo que ha sucedido no es el trabajo del poeta, sino
contar lo que podría haber sucedido, lo posible según la verosimilitud o lo necesario. Pues el historiador y
el poeta no se diferencian por expresar en prosa o en verso [...] sino en decir uno lo que ha sucedido y el
otro lo que podría suceder (en Poética, s. p.)
Como se deduce de la cita anterior, la palabra verosimilitud aparece vinculada a «lo posible» y muy
especificamente a la actitud que debe tener el poeta (es-critor) en su discurso, con el fin de contar lo que
«podría haber sucedido»; en contraposición con la escritura histórica, la cual es concebida por Aristóteles
como el relato que cuenta, de manera objetiva lo que realmente ha sucedido.
De manera general, dos son las ideas que este breve fragmento de la Poética
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nos puede aclarar sobre la verosimilitud: 1) la verosimilitud está relacionada con la escritura del poeta y 2)
lo verosímil se refiere a una forma, un procedimiento particular de contar lo que el poeta imagina que
podría haber suce-dido, lo cual implica pensar que lo llamado verosímil por Aristóteles aludía a una forma
particular de relatar el discurso de ficción.
En el transcurso del siglo XX, y ante el auge que tuvieron otras disciplinas, tales como la semiótica, el
análisis del discurso, la retórica y la teoría literaria, la verosimilitud fue repensada por otros investigadores
y críticos literarios, como un recurso propio del discurso ficcional para hacerle «creer» al lector que lo que
este leía era posible de ser parecido o posible a la verdad. En palabras de Todorov:
Tómese en considera-
Se hablará de verosimilitud de una obra en la medida en que esta trate de hacer creer que se conforma a
lo real y no a sus propias leyes; dicho de otro modo, lo verosímil es la máscara con que se disfrazan las
leyes del texto y que nosotros [los lectores] debemos tomar por una relación con la realidad (1972: p. 23).
ción que para aquella época la palabra y el oficio del poeta eran el equivalente de lo que siglos después
entenderíamos como la figura moderna del escritor de literatura
Como se aprecia en la construcción misma de este término, la palabra vero- o de ficciones. En este
similitud deriva de la voz latina vero > veritas (verdad) y del concepto de si- sentido, recuerde que militud,
el cual puede ser interpretado como el efecto de simular o aparentar.
la palabra «literatura», tal como la enten-
Por tanto, su significado general vendría a traducirse como «algo parecido o demos hoy, es un que simula
ser verdad» Desde esta perspectiva, no falta más que haber dicho
término que surgió en el siglo XVIII, razón
una breve y una buena mentira para darnos cuenta del enorme potencial de por la cual todo el ese
concepto en nuestra vida cotidiana, ya que, como bien podemos deducir, conjunto de prácticas
artístico-verbales,
la verosimilitud tiene el efecto de aparentar/simular ser «verdad», pero no tanto orales como es la verdad.
Por este motivo, Cristian Metz define lo verosímil como: «un escritas, y producidas arsenal sospechosos
de procedimientos y trucos que querrían hacer natural
antes de este siglo, eran consideradas
el discurso» (1972: p. 24).
más bien como géneros poéticos.
Para efectos de la comunicación literaria, la función de la verosimilitud puede entenderse como un pacto o
convención de lectura en que el mundo ficcional, organizado y narrado en el texto cumple con las reglas y
la lógica necesaria que eventualmente tendría la realidad objetiva para considerar como posibles
(recordemos la definición de Aristóteles) los acontecimientos o personajes de un relato o ficción literaria.
Como señala Manuel Picado:
La función de la verosimilitud consiste en generar mecanismos que hagan creer que el discurso literario
no está regido por las leyes propias del simbolismo, sino por las de su referencia (y dependencia de lo
real) [...]
Así, pues, bajo el concepto de verosimilitud se agrupan los elementos de los cuales se vale el discurso
para sostener la ilusión de que él se adecúa [sic] a su referente e incluso para movernos a creer que él es
el referente
(1983: p. 31).
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Dicho lo anterior, la producción literaria a la que nos referiremos en este ensayo presenta una fuerte
vinculación con este concepto, ya que, debido a su carácter predominantemente realista, el lector tiende a
considerar como verosímiles las distintas situaciones narrativas y personajes elaborados ficcio-nalmente
en estos textos. No obstante, para que tal contrato de lectura se realice a plenitud, debemos referirnos a
la referencialidad.
La referencialidad puede ser comprendida como la posibilidad que ofrece el lenguaje para relacionar las
palabras que un determinado código lingüístico (idioma) asigna a las cosas y demás elementos presentes
en el entorno. Sin dicha referencialidad, las palabras no tendrían relación con el entorno, poniendo en
crisis a la comunicación misma. Por este motivo, los lingüistas han definido la referencialidad como «la
relación que establece el lenguaje entre aquello que decimos y eso de lo cual hablamos» De no existir
dicha corres-pondencia, ¿cómo saber entonces a qué cosas, personas, situaciones o ideas se refieren o
designan las palabras?
Tomando en consideración que el principio de referencialidad permite asociar una determinada palabra
con un objeto o una persona, situación o idea específica, analicemos su funcionamiento en un pequeño
extracto literario, perteneciente al cuento «Unos novios», de Magón:
Nor Sebastián Solano, viejo que abrió los ojos allá por el año de la in-dependencia, que después de
batirse como un bravo en nuestra única y tan sonada Campaña Nacional, supo acumular una regular
fortunita...
(Magón en Flores, 2021: p. 18)
El primer efecto de referencialidad que nos proporciona este texto corresponde a la palabra «Nor», ya que
por este breve enunciado logramos como lectores relacionar/referir al personaje Sebastián Solano con un
entorno rural y campesino, al mismo tiempo que nos permite imaginar el tipo de personaje descrito por el
narrador. Por otra parte, las frases «año de la independencia» y «Campaña Nacional» constituyen
referencias de tipo histórico, las cuales permiten descifrar al lector la fecha de nacimiento y el año de la
batalla en la que participó el personaje Sebastián Solano.
Como pudo haber notado, el texto en ningún momento nos proporciona una fecha específica; pero debido
a la referencialidad histórica que esta nos brinda, («año de la independencia» y «nuestra única y tan
sonada Campaña Nacional»), el lector puede inferir la fecha exacta de nacimiento de Sebastián Solano,
ocurrida un 15 de septiembre de 1821, así como el año en que este personaje luchó en contra de los
filibusteros: alrededor de 1856.
Con la finalidad de comprender de una manera más práctica el concepto de referencialidad,
reflexione por un momento en qué sería de nuestras vidas si el lenguaje y los nombres que este designa
no tuvieran relación alguna con las cosas, personas, situaciones
ni ideas a las que estamos acostumbrados a observar y nombrar en nuestro entorno.
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Retomando la definición que hemos dado a este último término, observe la importancia que cumple el
efecto de referencialidad para estimular la imaginación creativa del lector, ya que por medio de este
procedimiento el texto genera la posibilidad de recrear en la imaginación del lector los personajes,
espacios, paisajes y diversos conflictos que se vayan representando a lo largo del relato.
A partir de estas breves explicaciones, los conceptos de ficcionalidad, verosimilitud y referencialidad
aportan una serie de recursos que le permitirán comenzar a analizar el efecto artístico que posee la
producción literaria costarricense para dar cuenta de sus respectivos imaginarios sociales, identitarios y
culturales. Empero, también resulta importante que tome en consideración otros aspectos narrativos, los
cuales le serán útiles para identificar las estrategias estéticas e ideológicas que realizan estos textos.
Algunos de ellos son los siguientes: a) descripción de los espacios referidos en el texto, b) los diálogos
entre sus protagonistas c) la forma en que «habla» o se presenta el narrador durante el relato, d) los
diferentes juegos o saltos temporales en que se narran los acontecimientos del texto, e) el análisis de los
títulos y epígrafes, f) las relaciones de poder que caracterizan a los personajes,
g) la relación que tienen los textos con otros textos, (intertextualidad), h) la descripción física, moral y
psicológica de sus protagonistas, i) los discursos sociales que enuncian los personajes y narradores, j) así
como los diferentes tipos de lenguaje o expresiones que enuncian los textos para representar una
determinada clase social o comunidad étnica.
En síntesis, el planteamiento conceptual que hemos descrito en este capítulo introductorio gira en torno a
las siguientes ideas específicas:
1. Aquello que definimos como lo literario constituye un concepto histórico y dinámico el cual se
encuentra determinado por las diversas formas de organización y significación que las
sociedades realizan en torno a sus géneros o prácticas verbales.
2. La literatura, en su sentido moderno, constituye una práctica so-cio-discursiva, la cual adquiere
una dinámica histórica y artística particular mediante las diferentes instancias que la componen:
lec-tores, textos, críticos, autores, editores, estructuras, dinámicas de consumo y distribución.
3. La literatura no solamente se lleva a cabo gracias a la capacidad creativa del autor. Al ser una
práctica constituida por el lenguaje, puede ser comprendida como una forma específica de
comunicación, en la que el lector participa creativamente con su imaginación, interpretación y
experiencia de lectura. Sin la co-participación de esta última
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instancia, la literatura no podría llevar a cabo su vínculo con la ficción (ficcionalidad), la verosimilitud y la
referencialidad.
4. La literatura no refleja directamente la realidad. Por su condición de práctica social, la literatura se
caracteriza por ciertos mecanismos estéticos que le permiten elaborar una interpretación artístico-ideo-
lógica de la realidad y sociedad de la cual forma parte. Esta cualidad le permite inscribir ciertos tipos de
discursos, representaciones culturales y subjetividades en sus textos, constituyéndose así en una
memoria socio-discursiva en la que tanto los lectores y los escritores se encuentran inmersos.
Sin duda alguna, la debida atención que usted brinde a estas breves consideraciones no solo le permitirá
identificar las diferentes estrategias comunicativas que realizan las manifestaciones literarias con los
lectores, sino que también le ayudaran a profundizar en el estudio de representaciones, subjeti-vidades,
discursos e ideologías que esta práctica artística atraviesa a lo largo de ciertos momentos históricos. En
espera de que el contenido académico de este ensayo estimule su saber crítico y diverso de la literatura y
la sociedad costarricense, le deseo un feliz aprendizaje por las páginas de este libro.
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1. Antecedentes e inicios de la literatura y la identidad nacional
No hace mucho tiempo que al hacerse referencia en una revista extranjera á los progresos de la literatura
centroamericana, se dijo que en Costa Rica no se cultivaba la poesía, sino únicamente el café.
Máximo Fernández, Lira costarricense, 1890.
Sumario
1. Identidad(es) culturales e identidad nacional
2. La invención de la nacionalidad costarricense
3. Desde la actividad literaria colonial hasta la Generación del Olimpo
4. La polémica sobre nacionalismo en literatura: entre la Venus de Milo y la india de Pacaca
5. Tres estrategias literarias en la construcción de la identidad nacional:
Magón, Carlos Gagini y Ricardo Fernández Guardia
6. Signos identitarios en la dramaturgia y la poesía costumbrista
7. costarricense
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Objetivo general
Determinar las principales características socio-históricas, estéticas e ideológicas presentes en los
antecedentes e inicios de la identidad y la literatura nacional.
Objetivos específicos
1. Distinguir las nociones teóricas básicas acerca de los diferentes componentes que caracterizan el
discurso literario y su relación con la identidad nacional y cultural costarricense.
Contextualizar las principales características socio-históricas que dieron lugar al proceso de invención de
la nación costarricense.
1. Reconocer las principales representaciones ideológicas a partir de las cuales se configura el
imaginario nacional de la identidad costarricense entre mediados del siglo XIX y principios del
siglo XX.
2. Identificar las principales estrategias discursivas desde las cuales se proyecta el imaginario
nacional de la identidad costarricense en las primeras manifestaciones y discusiones literarias.
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A. Identidad(es) culturales e identidad nacional
Resulta poco probable que en el transcurso de nuestra vida cotidiana nos detengamos a pensar acerca
de cómo y por qué se origina la identidad costa-ricense. Quizá sea porque la identidad, más allá de un
asunto intelectual o académico, se encuentra presente en nuestros actos más comunes, prácticos o
familiares. Desde la manera como nos vestimos, hablamos y nos relacionamos con los demás, aquello
que nos define como «costarricenses» obedece a un conjunto de prácticas y convenciones socio-
culturales a partir de las cuales se construye un sentido de pertenencia e identidad colectiva.
Sin embargo, cuando nos referimos al tema de la identidad nacional, la pregunta con respecto a su origen
o finalidad sí puede resultar inquietante para algunos lectores: ¿Qué significa ser costarricense? ¿Cuáles
son las características que definen la identidad nacional? ¿Quién define lo nacional?
Para argumentar de manera crítica estas interrogantes, comencemos por señalar algunas diferencias
entre los conceptos de identidad cultural e identidad nacional.
Las identidades culturales están conformadas por un conjunto de prácticas simbólicas las cuales surgen
de las condiciones históricas y materiales en que las diferentes clases sociales y comunidades
construyen, desde su diversidad étnica, lingüística, política, religiosa o geográfica, una determinada
subjetividad y un sentido de pertenencia colectiva. En otras palabras, aquello que definimos como «lo
costarricense» comprende un modo específico de repre-sentaciones, prácticas y significaciones a partir
de las cuales los diversos grupos sociales conservan, transmiten y transforman los elementos culturales
que los definen y diferencian frente a otras comunidades.
Los tipos de lenguaje, expresiones orales, manifestaciones artísticas, acti-tudes, prácticas sociales,
formas de pensar, de sentir y hasta la manera de relacionarnos con los demás forman parte de un amplia
memoria cultural que nos permite diferenciarnos de otras comunidades o grupos sociales, al mismo
tiempo que nos permite convivir e identificarnos con nuestro entorno social más inmediato.
Como se deriva de los planteamientos anteriores, el concepto de identidad cultural que proponemos en
este ensayo pone de manifiesto la diversidad de prácticas, representaciones y subjetividades en las que
se interpreta y construye «lo costarricense» gracias a nuestra experiencia colectiva o social. Por este
motivo, bien cabría la pena preguntarnos si el significado de ser costa-ricense es el mismo cuando nos
referimos a la sociedad costarricense del siglo xIx o del siglo xxI; o si las diferentes clases sociales que
integran una
Entiéndase por prácticas simbólicas a un determinado conjunto de creaciones
artísticas, formas de pensamiento, intercambios y saberes culturales que produce, reelabora y transmite
una determinada comunidad.
• 15
A manera de ejem-plo, piense por un momento en el
conjunto de actitudes, expresiones verbales y hasta en la forma de relacionarnos que definen el entorno
familiar, comunitario o grupo social al cual usted pertenece.
De acuerdo con su experiencia, ¿cómo
definiría usted lo llamado costarricense?
¿Existen expresiones, actitudes o prácticas que difieren de otras comunidades? ¿Cómo
aprendió usted
esas características?
¿Cuáles son esos rasgos socio-cultu-rales a partir de los cuales usted siente
que pertenece a una
colectividad?
determinada comunidad, ya sea urbana o rural, comparten las mismas prácticas y representaciones de la
identidad cultural.
Las identidades culturales constituyen fundamentalmente una práctica social que interpreta de manera
simbólica (ipor eso es cultura!) las relaciones, representaciones y hasta las propias contradicciones en
que se expresan las condiciones económicas, históricas y subjetivas de una sociedad. Los autores
Vergara y Gundermann explican que:
la identidad cultural debe entenderse no como una sustancia o una esen-cia, sino como un proceso de
diferenciación de carácter intersubjetivo, nunca finalizado, siempre cambiante, mediado interactiva y
comunica-tivamente, que permite el autorreconocimiento y la autonomía. Pero, el cual, también, está en la
base de conflictos y formas de dominación entre Estados, naciones y grupos sociales, así como también,
en otros casos, es un principio de resistencia frente a dicha dominación. Se construye desde la tradición
(o mejor dicho desde sus interpretaciones) y, con fre-cuencia, en una relación crítica con ella. Las
identidades culturales no se refieren únicamente al pasado, sino también al presente y al futuro, a lo que
se quiere llegar a ser (2010: p. 62).
A diferencia del concepto anterior, la identidad nacional se basa en la idea de un sistema único y
homogéneo de representaciones que giran en torno al sujeto colectivo costarricense. Este tipo de
identidad, el cual solemos reconocer en la celebración del 15 de septiembre o en la figura de Juan
Santamaría, por citar algunos ejemplos, se presenta como un poderoso discurso ideológico que tiende a
excluir o invisibilizar aquel conjunto de prácticas o manifestaciones culturales ajenas al interés de cierta
clase social o proyecto políti-co-económico dominante. Ya que este tipo de identidad tiene una estrecha
vinculación con el concepto político de «nación», su principal función radica en construir un imaginario de
unidad política, territorial y lingüística, sin tomar en cuenta las particularidades locales y culturales que
componen en su diversidad a la sociedad costarricense.
Con el fin de determinar las principales características y diferencias que abarcan ambos conceptos, véase
a continuación el siguiente cuadro-resumen:
16
Cuadro 1.1
Diferencias conceptuales entre la identidad nacional y cultural
Identidad nacional
Basado en la idea de Estado-nación y Identidades culturales
ciudadanía costarricense. Constituido por el conjunto de relaciones y
Sistema único-homogéneo de producciones simbólicas que se establecen entre la
cultura y la sociedad
representaciones acerca del sujeto colectivo Sistema heterogéneo y diferenciado de prácticas,
costarricense. representaciones y significaciones culturales
Ligado a un proyecto político-económico apropiadas y producidas por los diferentes grupos
sociales que integran la sociedad costarricense.
dirigido por una determinada clase social. Expresa las tensiones, vínculos afectivos, subjetivos y
simbólicos con que una determinada comunidad tiende
a identificarse y al mismo tiempo diferenciarse frente a
otras comunidades
Se reproduce gracias a prácticas ideológicas Se reproduce por medio de sus prácticas simbólicas o
programadas por las diferentes instituciones culturales.
estatales.
Actúa en el ámbito oficial o normativo Actúa en el ámbito no oficial.
Pretende una representación única del sujeto Pone de manifiesto la diversidad y contradicciones que
colectivo costarricense. conforman al sujeto
cultural costarricense.
Trabaja a partir de la fijación, selección y No posee fecha de invención. Actúa de manera
legitimación de ciertas representaciones culturales dinámica, histórica y en constante renovación.
ideológicamente programadas en la construcción
de un imaginario de nación.
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Una vez mencionados algunos de los rasgos que diferencian estos dos con-ceptos, ¿cuál es la
implicación que poseen estos dos tipos de identidades?
¿Puede existir una identidad nacional que prescinda de lo cultural? ¿En qué medida la identidad cultural
llega a formar parte del proceso de construcción de identidad nacional?
Con el fin de responder tales preguntas, es de suma importancia destacar que uno de los mecanismos
más destacados con que cuenta la identidad nacional para crear un discurso colectivo de nación consiste
en su capacidad de selec-cionar, legitimar y generalizar algunas de las representaciones más eficientes y
pertenecientes de la identidad cultural. Como señala acerca del tema María
Amoretti: «La identidad nacional es una representación que resulta ideológicamente eficiente solo en
tanto se derive de las representaciones de la identidad cultural, la cual es anterior a ella» (2002: p. 135).
• 17 •
otras palabras, la formación de una conciencia y un discurso nacional implica necesariamente la selección
de ciertas representaciones cultura-les, histórica y socialmente significativas, a fin de legitimar un
imaginario consensuado o generalizado de la identidad costarricense. Sin este procedi-miento, las
llamadas identidades nacionales no podrían ser ideológicamente
dominantes ni efectivas.
Como este mecanismo responde a un ingenioso efecto ideológico en el que participan una serie de
instituciones, discursos y grupos intelectuales al servicio de un determinado modelo económico y político
de nación, varios investigadores lo definen con el nombre de invención de la nacionalidad costarricense.
Para ampliar el tema, véase la entrevista realizada por Sonia
Jones al investigador y filósofo costarricense Alexander Jiménez en el programa «La invención de la na-
ción», producido por la UNED, mediante el siguiente código QR
B. La invención de la nacionalidad costarricense
Cada 15 de septiembre se conmemora la fecha de independencia de Costa Rica y del resto de los países
centroamericanos. Si bien dicho acontecimiento marcó el inicio de nuestra vida republicana, la formación
de un proyecto de identidad nacional no se consolidó de manera inmediata luego de la firma del acto de
independencia o durante la batalla contra los filibusteros. Debieron transcurrir varias décadas para que la
sociedad costarricense pudiera forjar un proyecto político-económico susceptible de construir una
conciencia e historia nacionales. Como veremos a continuación, la construcción de una identidad
costarricense no radica en un inocente o espontáneo sentimiento de colectividad, sino que surge de
ciertas condiciones históricas y políticas específicas.
Durante las tres últimas décadas del siglo XIX, el poder político y económico de nuestro país estaba
concentrado en una clase social ligada al cultivo y a la exportación de café. A partir de la consolidación y
dominio de dicha oligarquía cafetalera, la construcción del Estado-nación surgió como un proyecto
económico-político, el cual dio lugar a la formación de un conjunto de representaciones que permitieron a
la comunidad costarricense imaginarse bajo una misma unidad política, geográfica y cultural. Tal proceso
es precisamente al que algunos investigadores denominan la invención de la nación costarricense. En
palabras del historiador Iván Molina, para el programa
Identidades:
Las identidades, tal y como las consideramos ahora, son construidas por élites políticas e intelectuales
que definen, por ejemplo, cuáles son las características de ese grupo, o del grupo que reclama su identi-
dad, quiénes forman parte de ese orino
18
serie de aspectos similares. Desde ese punto de vista, uno podría, en un sentido más radical, señalar que
toda identidad es una invención
(UNED, 2010b).
De manera conjunta con la concentración del poder económico y político que
La ligasquía caf etalera cierta hacia finales de sieo en principios de sea
los primeros síntomas de modernidad, progreso y civilización inherentes a la dinámica capitalista en que
se desarrolló el Estado-nación en la gran mayoría de los países hispano-latinoamericanos. Así lo afirma
Álvaro Quesada Soto:
Con la inserción en el mercado internacional ingresa el progreso capitalista y la modernidad europea. Con
la afluencia del progreso y la modernidad occidentales se hace posible concebir un proyecto que hasta
entonces nadie había creído viable: convertir la República en un Estado-nación autónomo, independiente
y soberano (2002: p. 21).
De manera específica, dichos cambios se manifestaron, entre muchos otros, en una serie de instituciones
y edificaciones arquitectónicas con el fin de expresar una conciencia e historia nacional, como las que
surgieron hacia finales del siglo XIX por la creación de los Archivos Nacionales (1881), el Museo Nacional
(1887), el Liceo de Costa Rica (1887), la Biblioteca Nacional (1888), el Colegio de Señoritas (1888) y el
Teatro Nacional (1897).
Por otra parte, el proceso de invención de la nación retomó, desde una perspectiva política oficial, las
figuras de Juan Santamaría, el labriego sencillo; y la Campaña Nacional del 56 como símbolos de la
soberanía y del deber ser costarricense. Asimismo, durante los tres últimos lustros de ese mismo siglo
circularon numerosos periódicos y revistas literarias, al igual que las primeras discusiones acerca de la
literatura nacional. Todo ese conjunto de instituciones, edificaciones, medios escritos y personalidades
históricas desempeñaron una función decisiva en el proceso de invención de la nación.
Pero ¿qué significa exactamente este término?
Cuando se piensa en dicho concepto, la primera impresión que nos provoca consiste en asociar la
palabra con el significado de ficción, fantasía o incluso engaño. Desde tal perspectiva, se corre el riesgo
de entender que la llamada invención de la nación consiste en un tipo de «ficcionalización» a partir del
cual se «inventa» o se llega a «imaginar» la identidad costarricense.
De acuerdo con Alexander Jiménez, la invención de la nacionalidad no quiere decir inventar de la nada. El
proceso implica una valoración histórica basada en la selección de ciertos acontecimientos fundamentales
y colectivamente significativos en la construcción de la sociedad costarricense. En palabras del filósofo,
para el programa Identidades:
ra vla identidad nacional
1
Consúltese, acerca del tema, la entrevista realiza por Sonia Jones al historiador
Iván Molina Jiménez
en el programa titulado «La invención de la nación», producido por la UNED, mediante el siguiente código
QR:
• 19 •
sea útil preguntar-nos, ¿por qué la utilización de algunas expresiones y ciertos símbolos del Valle
Central o de la provincia de Guanacaste suelen ser considerados como las formas «típicas» u oficiales de
representar la identidad nacional?¿A qué se debe que la figura de Juan Santamaría, «la Campaña
Nacional del 56», «el gallo pinto», «las mascaradas» o los partidos de fútbol de la Selección Nacional,
entre muchas otras represen-taciones, se consideren como los elementos más comunes e
ideológicamente efectivos para crear una identidad nacional? ¿Qué pasa, entonces, con otras prácticas
culturales ligadas a otros espacios étnicos y sociales, y que también forman parte del territorio
costarricense? ¿Cuáles son las fronteras entre lo nacio-
nal y lo cultural?
Por ejemplo, la figura de Juan Santamaría es una tradición inventada.
¿Esto significa que Juan Santamaría no existió? ¿Eso significa que no hubo Guerra del 56 y expulsión de
los filibusteros? Significa que en un determinado momento, ni Juan Santamaría, ni la guerra nacional del
56 fueron importantes para esta sociedad. ¿Cuándo empezó a ser fundamental la figura de Juan
Santamaría y de la guerra nacional? En la década de 1880. Eso significa que en esa década esta figura y
este proceso militar se fueron inventando como fundamentales para la sociedad costarri-cense. Entonces,
inventar tradiciones o inventar naciones significa darle importancia simbólica, darle importancia histórica a
ciertos eventos. O sea, inventar no significa inventar de la nada (UNED, 2010b;
el destacado es nuestro).
En síntesis, el proceso de invención de la nación constituye un poderoso instrumento discursivo que se
basa en la selección, legitimación y manipulación de ciertas representaciones culturales significativas en
la memoria de la sociedad costarricense. Dichos relatos son políticamente controlados, en aras de
asegurar una interpretación oficialista e incuestionable de la historia y la conciencia nacional.
Una vez aclarado este concepto, ¿cuáles son las principales representaciones culturales desde las cuales
se construye la idea de lo nacional? Para contestar la pregunta, nos referiremos a continuación a tres
tipos de imaginarios que fundamentan, entre muchos otros, los antecedentes de la identidad y la literatura
nacional: 1) el concepto de paz y trabajo a través de la familia patriarcal costarricense, 2) la imagen
heroica del labriego sencillo y su relación con el sujeto campesino nacional y 3) la «blancura étnica» del
costarricense.
Se entenderá por mismi-dad un tipo de representación discursiva cuyo efecto
ideológico consiste en construir un imaginario de identidad, homogeneidad y sentido de pertenencia
común a todos los integrantes de una determinada comunidad. Su función radica en producir un efecto de
pertenencia y sentido de colectividad frente a la otredad, la cual es percibida como lo diferente o lo
extraño.
1. Familia patriarcal, paz y trabajo en las proclamas de Juan Rafael Mora
Como costarricenses, resulta familiar escuchar en algunos discursos o actos oficiales el uso de ciertas
expresiones tales como paz, familia, soberanía o trabajo para referirse a un sentimiento colectivo de
pertenencia e identidad nacional. Sin embargo, bajo la superficie de estas palabras, existe un importante
contenido el cual explica por qué esos términos se encuentran históricamente vinculados a las formas de
imaginar a la comunidad nacional aún en la actualidad.
Los primeros documentos que retratan un esbozo de la identidad o mismi-dad costarricense se ubican
entre la segunda mitad del siglo XVIII y finales del siglo XIX. Estos textos, muchos de los que
corresponden al género de las crónicas, diarios de viaje, ensayos, textos coloniales, artículos de opinión,
• 20 •
Literatura,
discursos políticos y filosóficos, elaboran un conjunto específico de repre-festaciones de nuestra literatura.
sentaciones, las cuales serán ampliamente utilizadas en las primeras mani-
Con el fin de profundizar acerca de la relevancia histórico-cultural que desempeñaron estos documentos
en la formación de un discurso e imaginario nacional, tomemos como ejemplo las primeras proclamas
realizadas por Juan Rafael Mora Porras en las que, según el criterio de algunos investigadores, se
registran algunas huellas fundacionales de la identidad costarricense. En palabras de Ovares, Rojas,
Santander y Carballo:
Al rastrear los diferentes senderos que recorre esta imagen del país, resulta de gran importancia el
análisis de los textos generados alrededor de la Campaña Nacional de 1856. En ellos se encuentran
perfilados con más claridad los elementos de una sociedad idílica y se muestran con excepcional nitidez
el poder cohesionante de la imagen de la familia. A la vez, tanto los postulados ideológicos como los
hechos, los héroes y las imágenes resultantes reaparecen en textos posteriores e incluso llegan a
constituir algunos de los estereotipos nacionales (1993: p. 35).
La Campaña Nacional de 1856 constituye la primera y única gran defensiva militar que llevaron a cabo los
costarricenses en contra de los filibusteros, estos últimos liderados por William Walker. A raíz del peligro
que significaba este grupo de combatientes, el presidente Juan Rafael Mora Porras organiza un ejército
nacional con el propósito de impedir el avance de los filibusteros en la zona norte del país. Por este
motivo, algunos meses antes de realizar esta contienda militar, Mora se dirige a la ciudadanía
costarricense con el pronunciamiento de varios discursos conocidos con el nombre de proclamas.
La primera proclama fue publicada el 21 de noviembre de 1855 en la página principal del Boletín Oficial.
Con el título El Presidente de la República de Costa Rica a todos sus habitantes, Mora advierte a los
costarricenses acerca del peligro que implicaba para la soberanía nacional una eventual invasión por
parte de los filibusteros. De manera particular, si leemos con más detenimiento esta proclama, este texto
evidencia algunas de las principales representaciones ideológicas desde las cuales se conceptualizaba la
idea de una comunidad e identidad nacional.
Como se nota desde sus primeras líneas, los principales atributos que el presidente Mora alude en torno
al ser costarricense son la paz y el trabajo. «La paz, esa paz aventurada», en unión con la «laboriosa
perseverancia» constituyen los dos motivos principales sobre los cuales se caracteriza al sujeto colectivo
nacional. Algunas frases más adelante, dicha imagen de prosperidad y felicidad cambia de manera
drástica en el momento cuando el presidente Mora
Imaginario nacional
Piense, por ejemplo, en el sentimiento nacional y muchas veces nacionalista que expresan algunas letras
costarricenses tales como
«Caña dulce pa' moler», «La patriótica costarricense» o la conocida letra del compositor nacional Carlos
Guzmán, «Soy tico» («Soy tico, porque llevo a Costa Rica en las en-trañas, porque lloro cuando escucho
una guitarra, cuando trema la marimba, y con la puesta del sol...»), la cual puede escuchar mediante el
siguiente código QR:
Las dos proclamas referidas (primera proclama, del 20 de noviembre de 1855; y la segunda proclama,
publicada el 1° de marzo de 1856
-ambas por Juan Rafael
Mora-), se pueden leer en la Antología de literatura costarricense (EUNED, 2021), elaborada por Ana
Cristina Flores Monge, la cual forma parte de la unidad didáctica modular de esta asignatura.
• 21 •
Con el propósito de evidenciar la fuerza histórica e ideológica que conllevan estos
dos términos para caracterizar al ser
costarricense, obsérvese la presencia que ocupan estas mismas cualidades en la última estrofa del
Himno Nacional y cuya letra fue compuesta cuarenta y ocho años después de haberse publicado la
primera proclama: «;Salve, oh patria!, tu pródigo suelo, dulce abrigo y sustento nos da; bajo el límpido
azul de tu cielo, ¡vivan siempre el trabajo y la paz!»
(Zeledón en Martínez,
2016: p. 13.
De acuerdo con el
Diccionario de la Real
Academia (2020), el término «barbarie»
quiere decir «falto de cultura o civilidad».
También alude al significado de crueldad y salvajismo. Por su par-te, el concepto de «he-rejía» significa:
«Idea o conjunto de ideas religiosas contrarias a los dogmas de una doctrina religiosa que son
rechazadas por las autoridades eclesiásti-cas, especialmente en la iglesia católica».
alude a una intención de amenaza que pone en peligro a la soberanía de la na-ción: «La paz, esa paz
venturosa que, unida a vuestra laboriosa perseverancia, ha aumentado tanto nuestro crédito, riqueza y
felicidad está pérfidamente amenazada» (Mora en Flores 2021: p. 3; el destacado es nuestro).
Una vez introducido el tema de la amenaza como un elemento perturbador de la soberanía nacional, el
segundo párrafo enuncia de manera negativa las cualidades morales del bando invasor. En este sentido,
es crucial remarcar el tipo de calificativos empleados por Mora para referirse a la actitud invasora de los
filibusteros: «gavilla de advenedizos», «escoria», «prófugos de la Justicia», «voraces, apóstatas de su
patria» y «horda de aventureros». Así, pues, en contraposición con la imagen de prosperidad y orden
público que encabeza esta proclama, este conjunto de juicios caracteriza a la otredad invasora (los
filibusteros) bajo el signo de barbarie y herejía cristiana.
En segundo lugar, el espacio íntimo familiar y sus respectivos bienes materiales se transforman en dos
valiosos argumentos para referirse al tema de la soberanía y la defensa armada del territorio nacio-nal. De
este modo, ante los intereses perversos y de expropiación que el presidente Mora atribuye a los
filibusteros, el texto de la proclama homologa la defensa de las propiedades materiales («casas y
haciendas») con la idea de protección de «las esposas e hijas», evidenciando así la cultura patriarcal
desde la cual se enuncia y se organiza este discurso: «proyectan invadir á Costa Rica para buscar en
nuestras esposas é hijas, en nuestras casas y hacien-das, goces á sus feroces pasiones, alimento a su
desenfrenada codicia» (Mora en Flores, 2021: p. 4; el destacado es nuestro).
En este sentido, los términos de pertenencia desde los cuales se alude al sujeto femenino (nuestras
esposas e hijas), y su condición de vulnerabilidad ante la posibilidad de ultraje por parte de los invasores,
establecen una relación simbólica entre el espacio nacional y el espacio íntimo familiar. No por ca-
sualidad, la noción de soberanía equivale, en este caso, al resguardo de la sexualidad femenina, cuya
actitud de vigilia pone a prueba la honorabilidad patriarcal del costarricense.
Por esta razón, luego de insinuar la transgresión sexual hacia el espacio intimo familiar y la expropiación
de los bienes, Mora interpela a los ciudadanos una actitud ética entre la defensa armada de la soberanía
nacional y el sentido de honorabilidad exigido por el código patriarcal de esa época. De manera particular,
este argumento se destaca en la siguiente cita: «vosotros sabéis bien que puede esperarse de esa horda
de aventureros apóstatas de sus pa-trias; vosotros conocéis vuestro deber» (Mora en Flores, 2021: p. 4;
el destacado
es nuestro).
• 22 •
Por otra parte, siguiendo la propuesta de Ovares et al. (1993), es preciso remarcar la función simbólica
que cumple la estructura familiar como un medio para representar las relaciones entre el Estado-nación y
el orden civil o ciu-dadano. Así, por ejemplo, en las dos proclamas pronunciadas en 1855 y 1856, la
imagen autoritaria del presidente se asocia con una imagen paterna, cuya función radica en velar por el
orden y la convivencia ciudadana. A propósito de lo anterior, léase el siguiente fragmento, ubicado en la
primera proclama,
alrededor de la figura paterna de Mora:
en el cual se denota el sentido de protección y unidad política que se describe
Yo velo por vosotros, bien convencido de que en el instante de peligro, apenas retumbe el primer
cañonazo de alarma, todos, todos os reuniréis en torno mío, bajo nuestro libre pabellón nacional (Mora en
Flores,
2021: p. 4; el destacado es nuestro).
La imagen paterna que proyecta la proclama no solamente gira alrededor del presidente, sino que
también supone la representación ideológica entre el Estado-nación y la ciudadanía costarricense
figurada a partir de la relación entre padre e hijos. En este sentido, resulta ejemplar el siguiente pasaje
donde
Mora reafirma aún más su posición paternal frente al pueblo costarricense:
A la lid pues, costarricenses. Yo marcho al frente del ejército nacional.
Yo, que me regocijo al ver hoy vuestro noble entusiasmo, que me enorgullezco al llamaros mis hijos,
quiero compartir siempre con vosotros el peligro y la gloria (Mora en Flores, 2021: p. 5; el destacado es
nuestro).
En relación con esta misma estructura familiar, los textos de las proclamas también evocan un discurso de
fraternidad con el fin de apelar a un sentimiento de lucha y unión centroamericana en contra de William
Walker. De esta manera, frente a la invasión que sufren los nicaragüenses por parte de los filibusteros, es
interesante advertir la reiteración de la frase «nuestros herma-nos» la cual aparece en la segunda
proclama de 1856:
Marchemos á combatir por la libertad de nuestros hermanos. [...]
Corramos á romper las de nuestros hermanos, y á exterminar hasta el último de los verdugos [...] vamos á
luchar por redimir á nuestros hermanos de la más inicua tiranía. [...] Hermanos de Nicaragua, levantaos:
aniquilad a vuestros opresores. [...] Al pelear por la salvación de vuestros hermanos, combatiremos
también por ellos (Mora en Flores, 2021: pp. 4-5;
el destacado es nuestro).
Si bien la palabra hermano evoca en este texto un llamado a la unión y apoyo a la lucha centroamericana,
el término es también utilizado para exaltar un sentimiento interno de patriotismo y unidad nacional. Así,
por ejemplo, en la
Mt0 Mon como cente de traternidad como
1
• 23
consideración que, en contraposición con el concepto de mismidad, la otre-dad constituye otra forma de
representación discursiva en la cual se proyecta un sentido de diferencia o extrañeza. Como se deduce
de su palabra, la otredad constituye una relación con aquello que se define como lo otro; es decir lo
considerado como ajeno o diferente.
Como podrá observar a raíz del discurso de las proclamas, la mismidad estaría representada por el
sentimiento naciona-lista, patriótico y de lucha por la soberanía nacional, mientras que la otredad (lo
distinto o lo ajeno a la mismidad) se asocia a la invasión de los
filibusteros.
sinónimo de lealtad y defensa de la soberanía entre los propios ciudadanos costarricenses: «Aquí no
encontrarán más que hermanos, verdaderos her-manos, resueltos irrevocablemente á (sic) defender la
Patria como a su santa madre de todo cuanto aman» (Mora en Flores, 2021: p. 4; el destacado es
nuestro).
Finalmente, las proclamas de Juan Rafael Mora Porras nos permite comprender la manera como el
discurso de identidad nacional se organiza a partir de los conceptos de mismidad y otredad. Respecto de
lo anterior, véase el cuadro 1.2, en el cual se aprecia el juego de oposiciones y significados ideológicos
que se derivan del enfrentamiento entre los ciudadanos costarricenses y el grupo invasor de los
filibusteros:
Cuadro 1.2 Representaciones de mismidad y otredad en las Proclamas
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Mismidad (orden interno) Otredad (amenaza externa)
Ciudadanos costarricenses Filibusteros
Espacio nacional Invasión del espacio
Familia Violación
Propiedad privada Expropiación
Honor Traición
Paz Violencia
Trabajo/perseverancia Ocio/aventura
Virtud Herejía
Civilización Barbarie
2. «Un labriego sencillo vestido de soldado»: Juan
Santamaría y la representación del sujeto nacional
La formación de una identidad nacional no puede ser ideológicamente efectiva sin la construcción de una
figura emblemática que personifique el modelo de ciudadanía que un determinado grupo o clase política
desea fundamentar en el imaginario socio-cultural. En vista de que este tipo de representación es de
carácter colectivo, algunos investigadores suelen denominarlo bajo el nombre de sujeto nacional.
En nuestro país, uno de los personajes históricos en quien se proyecta este sujeto corresponde a Juan
Santamaría. Como explicábamos con anterioridad, el proceso de invención de la identidad tomó como
referencia algunos protagonistas y acontecimientos de la Campaña Nacional de 1856, con el fin de
• 24 •
surgió entonces la figura heroica de Juan Santamaría como una instancia emblemática del honor y del
deber ser costarricense. En palabras del historiador
Rafael Ángel Méndez:
la figura de Santamaría se vio beneficiada en las postrimerías del siglo
XIX debido al esfuerzo sistemático desplegado por los liberales vinculados al poder estatal, con el
propósito de impulsar un proyecto que consolidara la «nacionalidad» en Costa Rica en este periodo. En
este sentido, la intención de promover a Santamaría como el héroe consensual o el héroe de todo el
pueblo costarricense («héroe nacional») tiene por objetivo legitimar el ascenso del liberalismo al poder por
medio de la creciente aceptación que tiene un héroe de extracción «popular»
rescatado y promovido por los nuevos actores políticos dominantes: los liberales (2007: p. 106).
Detrás de la invención de este sujeto nacional existe una poderosa base cultural la cual permite que este
personaje histórico en particular sea efectivamente reconocido y legitimado por la comunidad
costarricense. Dicho de otro modo, para que Juan Santamaría fuese aceptado como una figura
emblemática de la identidad nacional no bastaba con mitificar o exaltar las actitudes patrióticas que llevó a
cabo este héroe en la Batalla de Rivas, sino que era necesario asociarlo con una representación mucho
más profunda y cotidiana en la vida social del costarricense, como era el caso del «labriego sencillo»,
cuyo origen se remonta al periodo colonial.
A partir de la relación simbólica que se establece entre Juan Santamaría y el labriego sencillo, este
personaje histórico adquiere un significado político vinculado a los valores nacionales propuestos por la
clase oligárquico liberal de finales del siglo XIX. De ese modo lo señala la filóloga María Amoretti, para el
programa La noche en el paraíso:
Ese símbolo [la imagen del labriego sencillo] comienza a funcionar desde la época de la colonia, y la
inteligencia de la clase dirigente y los mismos escritores de finales del siglo XIX reside en haber
aprovechado ese símbolo que objetivamente ya existía en la mente de los costarricenses (UNED,
2010f).
De este modo, antes de desarrollarse el Estado-nación costarricense y su consecuente proyecto de
identidad nacional, la imagen del campesino, trabajador, noble y sencillo, se encontraba muy presente en
la cultura colectiva del Valle Central. Precisamente, sobre esta entidad se fundamenta la construcción del
héroe nacional. Por esta razón, Amoretti señala que: «la figura de Juan Santamaría no es más que la de
un labriego vestido de soldado» (UNED, 2010f).
1
Puede ver el programa La noche en el paraíso utilizando el siguiente código QR:
• 25 •
¿Recuerda usted la siguiente estrofa del
Himno Nacional?:
«En la lucha tenaz de fecunda labor que enrojece del hombre la faz, conquistaron tus hijos -labriegos
sencillos- eterno prestigio, estima y honor» (Zeledón en Martínez, 2016: p.
13; El destacado es
nuestro).
Finalmente, debemos destacar que la imagen del labriego sencillo no solo se expresa mediante la figura
heroica, crística -es decir, relacionada con la figura mítico-religiosa de Jesucristo- y sacrificial de Juan
Santamaría. La fuerza cultural que trae consigo este tipo de representación alcanza su máxima plenitud
en la conciencia colectiva del costarricense gracias a la letra del Himno Nacional, escrita por José María
Zeledón en 1903. En palabras de Amoretti:
En el himno nacional es donde esta figura, esta frase misma de labriego sencillo, este conjunto de
palabras, esta frase se consolida. Labriego sencillo es una frase consolidada por la letra de Billo Zeledón
en nuestro Himno. Pero, previo a eso, fueron los literatos costumbristas como Aquileo y Magón quienes
dibujan, pintan, definen las características de este campesino que luego en 1903 vamos a comenzar a
llamar el labriego sencillo (UNED, 2010f).
3. Blancura y modernidad en la invención de la nación costarricense
En el contexto económico y cultural de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, una de las
estrategias ideológicas utilizadas por la clase dirigente para construir un modelo de ciudadanía basado en
los ideales de civilización y progreso se fundamentó en la creencia de que el componente étnico más
predominante en Costa Rica era la blanquitud. Este tipo de discurso cumplía como objetivo invisibilizar la
otredad étnica, ya sea indígena, mestiza o afrodescendiente, percibidas, además, como un signo de
barbarie y pasado colonialista.
Por este motivo, dados los intereses que tenía la clase oligárquico liberal en inventar un imaginario
nacional basado en la modernidad cultural europea y estadounidense, la supuesta blancura étnica del
costarricense se convirtió en una de los ejes principales para la construcción del modelo de identidad y
ciudadanía nacional. Señala el historiador Iván Molina:
En el caso costarricense en particular, el proceso de invención de la nación fue exitoso, en buena medida,
porque los discursos sobre la identidad nacional estaban coincidiendo con algunas prácticas y algunos
procesos sociales. Por ejemplo, cuando los liberales enfatizaban que Costa Rica era una nación blanca lo
hacían en un contexto donde los indígenas permanecían en comunidades distantes, en áreas fronterizas
y la población afro costarricense estaba concentrada en Limón, de manera que eran poblaciones que
podían ser más fácilmente invisibilizadas (UNED, 2010b).
Pero ¿por qué se escoge la blancura como un signo de identidad y modernidad nacional? Para contestar
esta interrogante, es necesario remontarnos a
1
• 26
a partir de esta fecha, se configuraron las relaciones de poder, colonialismo y otredad entre las culturas
indígenas y los conquistadores europeos.
A lo largo de nuestra historia colonial los elementos étnicos, religiosos y raciales constituyeron criterios
determinantes y jerárquicos en la organización económica y política de las sociedades americanas. En
vista de que la «blan-cura» era interpretada por los europeos como un símbolo de cristiandad, pureza y
verdad, dicho rasgo adquirió un sentido radicalmente colonialista frente a la otredad indígena, la cual era
considerada como una cultura inferior y, por tanto, sujeta al proceso de conquista y colonización.
Durante el siglo XIX, cuando el proceso de mestizaje había alcanzado un importante impacto en las
sociedades americanas, las élites políticas y letradas retomaron el elemento de la blancura colonial como
un signo ligado al orden, el progreso, la cristiandad y organización civil, con el fin de fundamentar un
nacionalismo moderno y civilizado. De acuerdo con el filósofo Alexander Jiménez, este tipo de
nacionalismo recibe el nombre de nacionalismo étnico:
Aquí el nacionalismo, casi que desde comienzos de la vida independien-te, estuvo fundado en una
suposición, y es la suposición de que este es un pueblo blanco, de gente blanca europea, que aquí no
hubo pueblos indí-genas, que no hubo mestizaje, que nosotros somos una especie de extensión de
Europa en esta región. Esto tuvo muchísimo peso en la manera en que los costarricenses se han
imaginado así mismos durante décadas
[...] De manera que es un tipo de nacionalismo que coloca el peso fundamental en un asunto de tipo
étnico o racial (UNED, 2010b).
Con base en la cita anterior, el discurso de la blancura étnica del costarricense constituía una negación de
la realidad mestiza, plurilingüe y multiétnica de la cual formamos parte. Esta negación obedecía al interés
propuesto por la clase oligárquica liberal en imaginarse como una nación blanca y civilizada a fin de
continuar las nuevas relaciones comerciales y simbólicas con la modernidad europea. En palabras de la
filóloga Sonia Jones:
Las teorías racistas, nacidas en la Europa colonial, produjeron imaginarios distorsionados en nuestras
naciones, ya que estas teorías establecían una especie de continuum entre el color de la piel, la razón y la
moralidad, y el paradigma de lo perfecto era la raza blanca, la razón, la belleza y la moralidad. A nuestros
pueblos no les quedó más que inventarse como blancos para poder establecer el diálogo con Europa
(UNED, 2010b).
A manera de resumen, bien se puede afirmar que a raíz del proceso de modernidad del Estado-nación,
desarrollado con mayor intensidad a partir de la década de 1880, el principal proyecto ideológico que se
produjo durante este periodo giraba en torno a la creación de una identidad o cultura nacionales.
Consúltese la entrevista realizada por
Sonia Jones al filósofo
Alexander Jiménez en el programa titulado
«La invención de la nación», producido por la UNED, mediante el siguiente código
QR:
• 27 •
lograr ese sentido de pertenencia y unidad política, la clase oligárquica liberal utilizó algunos de los
imaginarios más significativos por la sociedad costarricense, tales como los conceptos de familia
patriarcal, la imagen heroica del labriego sencillo y el nacionalismo étnico. Como veremos a continua-ción,
estos tres tipos de representaciones serán determinantes en la formación de la literatura y la identidad
nacional llevada a cabo por la Generación del
Olimpo.
La Generación del Olimpo estuvo conformada por un selecto grupo de his-toriadores, escritores,
periodistas y diplomáticos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX vinculados al proyecto de
modernización económica y cultural que dirigía la oligarquía cafetalera liberal. Si bien el principal aporte
de esta generación consistió en crear una literatura basada en el modelo de invención e identidad
nacional, cabe indicar que los primeros textos literarios que aparecieron publicados en la
sociedad costarricense pertenecían a una variedad géneros y tendencias literarias no necesariamente
nacionales.
¿Sabía usted que el
Olimpo, según la mitología occidental, se refiere al lugar donde vivían los principales dioses griegos?
¿Cuál cree usted que sea la implicación de este nombre con esta primera generación de escritores
costarricenses?
C. Desde la actividad literaria colonial hasta la Generación del Olimpo
El inicio de la actividad literaria en Costa Rica, entendida como una práctica letrada generadora de
ficcionalidad y placer estético, tuvo sus primeros indicios durante la época colonial. Aunque sus primeros
escritores pertenecían a la élite criolla y colonial metropolitana (España), existió una producción de textos
poéticos y dramatúrgicos, que permiten dar cuenta de una actividad literaria vinculada a ciertos
acontecimientos festivos y administrativos coloniales.
De acuerdo con las investigaciones realizadas por Leonardo Sancho Dobles y Alexander Sánchez Mora,
el corpus literario colonial hasta este momento registrado, abarca las siguientes obras:
1. coplas realizadas por Domingo Jiménez (1574),
2. una loa escrita por el gobernador Diego de la Haya (1725),
3. algunos versos de Miguel Ibarra (1753)
4. coplas de Gordiano Paniagua (1802), 5. un himno de honor a Nuestra Señora de los Ángeles a
cargo del
Bachiller Osejo
6. un conjunto de piezas teatrales, recientemente editadas por el filólogo Leonardo Sancho, bajo el
nombre de Teatro Breve de la Provincia de Costa Rica. Tres piezas de Joaquín de Oreamuno y Muñoz de
la trinidad (1725),
Relación de fiesta de proclamación de Luis I en la ciudad de Cartago, Costa Rica (1725), esta última
publicada y editada recientemente por
Alexander Sánchez Mora.
Una vez llegada la imprenta a Costa Rica en 1830, el desarrollo de la actividad literaria se diversificó
hacia mediados del siglo XIX gracias a la circulación de
• 28
diversos periódicos, librerías y revistas culturales, las cuales llevaron a cabo la publicación y circulación
de los primeros textos literarios; al mismo tiempo que crearon un público lector de índole nacional.
La producción literaria que se desarrolló durante aquel periodo abarcó una amplia diversidad de géneros y
corrientes estéticas que, de manera paulatina con el proyecto del Estado-nación, dieron como resultado la
formación de una literatura nacional y un grupo de intelectuales conocido como la Generación del Olimpo.
No obstante, se debe tener en cuenta que las primeras manifestaciones literarias que surgieron en la
sociedad costarricense se nutrieron de diversas corrientes estéticas y temáticas, no necesariamente
nacionales, y entre las cuales figuraba la tendencia biográfica, filosófica, lírico sentimental, colonial y
espiritista. Asimismo, cabe señalar la influencia que tuvo la experimentación y adaptación de otros
géneros literarios de la época, tales como la ciencia ficción, la literatura fantástica y las corrientes
filosóficas de la metafísica y la masonería. Explica el investigador Francisco Rodríguez
Cascante que:
En las primeras décadas del siglo XX circula en la sociedad costarricense un heterogéneo grupo de
discursos que responde a las contradicciones del liberalismo, el capitalismo y el imperialismo. Estas
textualidades, al enfrentarse a las dinámicas que propicia este triple vínculo generan una negación de la
realidad, y, al mismo tiempo, proyectan creativamente imaginarios sobre el futuro Se trata de la recepción
de discursos teosóficos, masones, espiritualistas, antiimpe-rialistas, ácratas, hispanistas y socialistas
(2016: p. XV).
De acuerdo con Rojas y Ovares (2018), los primeros autores que desarrolla-ron, durante el siglo XIX, la
creación literaria en Costa Rica corresponden a los nombres de Manuel Argüello, Pío Víquez y Manuel de
Jesús Jiménez. En términos generales, la producción narrativa de estos escritores se caracterizó por
mezclar una diversidad de géneros literarios entre los cuales figuraron el relato autobiográfico, las novelas
cortas, el folletín romántico y la crónica colonial.
Asimismo, durante este periodo inicial de la literatura costarricense, se publicó una serie de obras que
daban cuenta de la existencia de una intensa actividad literaria. A manera de ejemplo, véanse los
siguientes títulos en los cuales se aprecia la diversidad temática que caracteriza la cultura letrada hacia
finales del siglo XIX: la Lira costarricense, una selección de poesías editada por Máximo Fernández; el
libro Poesías de Rafael Machado; Odas y leyendas de Emilio Pacheco Cooper; la tendencia humorística
de la poesía costarricense
Para ampliar el conocimiento acerca de la importancia de las revistas culturales y periódicos de finales del
siglo XIX y principios del siglo
XX en las primeras publicaciones de la literatura nacional, véase en el programa Punto y Coma, el
capítulo «Crónicas de lo efímero» (2010), una entrevista realizada a
Flora Ovares.
• 29 •
Para ampliar este tema, véase el video
«La polémica sobre nacionalismo en lite-ratura» del programa
Identidades. Este material audiovisual se encuentra distribuido en los siguientes
enlaces:
de finales del siglo XIX, así como la producción narrativa de Máximo Soto
Hall con su novela El problema (1899).
De manera específica, la llamada literatura nacional respondía a un conjunto específico de textos y
escritores cuyas representaciones y concepciones artísticas se encontraban vinculadas al proyecto de
modernidad e invención de la nación costarricense desarrollado hacia finales del siglo XIX y principios del
siglo xX. Al ser la literatura uno de los medios artísticos más eficaces para circular y reproducir las
representaciones culturales que conformaban el discurso de identidad e invención de la nación
costarricense, el proyecto de creación de una literatura nacional fue liderado, no sin significativas
contradicciones y ambigüedades por la llamada Generación del Olimpo.
Empero, la literatura no solo constituye una práctica artística que reproduce la visión dominante de una
determinada clase o proyecto ideológico. Ella misma actúa como un escenario político en el que se
debaten distintas posiciones e interpretaciones en cuanto al lenguaje, la sociedad y la identidad
costarricenses. En este sentido, debemos considerar que la formación de una literatura nacional fue parte
de una interesante discusión llevada a cabo entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, en la cual se
llegó a cuestionar la existencia de una literatura costarricense y el modelo que esta debía seguir para
representar la identidad nacional. Debido al carácter público y controversial de aquellas publicaciones,
algunos estudiosos de la literatura costarricense han llamado a este acontecimiento: la polémica sobre
nacionalismo en literatura.
D. La polémica sobre nacionalismo en literatura:
entre la Venus de Milo y la india de Pacaca
Las primeras reflexiones con respecto a la formación de la literatura nacional corresponden a una serie de
cartas y artículos de opinión publicadas por algunos periódicos de la época entre 1894 y 1900. Dichas
publicaciones debatían acerca de la posibilidad de crear una literatura nacional capaz de representar de
manera artística las características propias de la sociedad e
identidad costarricense.
Los protagonistas de esta primera discusión literaria son atribuidos a los escritores Carlos Gagini (1865-
1925) y Ricardo Fernández Guardia (1867-1950), ambos pertenecientes a la Generación del Olimpo
Literario. No obstante, la polémica contó, además, con la opinión de otros intelectuales y reconocidos
escritores, quienes cuestionaron los límites y las características artísticas
• 30 ₽
que debía tener el desarrollo de la literatura local. Algunos de esos polemistas fueron los siguientes:
Benjamín de Céspedes, Manuel González Zeledón, Leónidas Briceño, Jenaro Cardona, Pío Víquez,
Aquileo ). Echeverría y Guillermo Vargas, entre otros.
Los principales argumentos de la llamada Polémica sobre Nacionalismo en
Literatura se dividieron en dos grandes tendencias: el grupo de los naciona-listas, quienes defendían la
necesidad de crear una literatura vinculada con temáticas, lenguajes y personajes de la identidad
costarricense; y la tendencia de los modernistas, que apoyaban una visión universal y europeizante
acerca del arte y la función que debía cumplir el escritor literario. Ambas orientaciones recibieron
diferentes nominaciones. Así, por ejemplo, el grupo de los nacionalistas fue identificado con los términos
de literatura regionalista, realista o costumbrista; mientras que la segunda denominación era conocida con
los nombres de literatura modernista, extranjerizante, cosmopolita o afrancesada, dada su admiración por
los estilos y las temáticas europeas.
Las discusiones y los criterios que caracterizaron ambas tendencias no solamente expresan las diferentes
concepciones de este grupo de escritores acerca de la función social o estética de la literatura. La
polémica sobre nacionalismo en literatura ha dado cuenta también de un momento crucial en el proceso
de identidad nacional y del resto de las sociedades hispanoamericanas, en el cual las élites intelectuales
o letradas intentaban liderar el proyecto de nación y modernidad cultural.
Por esa razón, algunos estudiosos de la literatura afirman que el contexto histórico en que se desarrolla la
polémica (1894-1900) constituye una etapa de transición en la cual se cuestionaron dos tipos de
discursos: un discurso de modernidad, asociado con el proyecto expansionista de los Estados Unidos y
los modelos culturales europeos; y un discurso de carácter tradi-cional, relacionado con un sentimiento
nostálgico y de autoafirmación de los valores y de las costumbres nacionales. ¿Cuál fue el origen y los
argumentos que dieron lugar a esta polémica? Veamos en detalle el tema.
1. Nacionalistas vs. cosmopolitas
En 1894, Ricardo Fernández Guardia, cuya mayor parte de su infancia y juventud había transcurrido en
Europa, publicó un primer libro de cuentos titulado Hojarasca. Como era habitual en los periódicos de
aquella época, la publicación de este texto provocó el comentario de Carlos Gagini, un destacado filólogo
y crítico literario de la Generación del Olimpo.
1
¿Sabe usted lo que significa cosmopo-lita? En su sentido original, la palabra cosmopolita está conformada
por los términos griegos «kosmos», (mundo) y «polis»
(ciudad). Por ende, la palabra cosmopolita es un adjetivo que alude a una persona como ciudadano del
mundo o que posee una cultura universal o mundial.
$ 316
En términos generales, el juicio de Gagini afirmaba que la obra de este escritor formaba parte de una
tendencia extranjerizante de la literatura y, como tal, menospreciaba la representación artística de los
valores, los lenguajes, las costumbres y los paisajes nacionales:
Achaque muy común en nuestras repúblicas es desdeñar los mil sujetos nacionales que pudieran dar
motivo a otras obras literarias interesantísimas y llenas de novedad para los extranjeros; se recurre a
argumentos gastados, se pintan escenas y se trazan diálogos que lo mismo pueden verificarse aquí que
en Madrid o en París; y mientras tanto nadie se ocupa de estudiar nuestro pueblo y sus costumbres desde
el punto de vista artístico, nadie piensa en desentrañar los tesoros de belleza encerrados en los dramas
de nuestras ciudades y en los idilios de las aldeas, en la vida patriarcal de nuestros antepasados y en su
historia pública, en lo recóndito de las almas y en la naturaleza exuberante que despliega ante nuestros
ojos indiferentes su grandiosa poesía (Gagini en Segura, 1995: p. 20).
El comentario anterior generó la respuesta inmediata de Ricardo
Fernández Guardia quien, contrario a la opinión de Gagini, defendía una postura liberal, cosmopolita y
eurocéntrica acerca de la creación literaria. En otras palabras, para este autor, la literatura, y el arte en
general, no se debía restringir al ambiente nacional o local, sino que esta debía atender la inspiración y
libertad creativa del escritor basado en los modelos de la literatura universal o europea.
Por este motivo, a pocos días de haberse publicado la crítica de don Carlos Gagini, Fernández Guardia
envió una carta al señor Pío
Víquez, redactor y propietario del periódico El Heraldo, en que afirmaba que los argumentos expuestos
por su antagonista correspondían a «un sentimiento patriotero llevado al extremo». En palabras de
Fernández:
Han dado muchas gentes ahora en la flor de que todos los que movemos una pluma en Costa Rica,
estamos obligados a escribir pura y exclusivamente sobre asuntos nacionales [...] En literatura como en
arte no sólo debe haber libertad sino libertinaje. [...]
El país que después de muchos siglos de existencia y prosperidad logra tener arte y literatura nacionales,
ha llegado a la más alta cima de su civilización; y así se dice el arte griego, el arte romano, la literatura
francesa, las letras españolas. Y ¿cuándo le parece a usted que podría decirse el arte o la literatura cos-
tarricense? Yo, Dios me lo perdone, me imagino que nunca. [...]
Mi humilde opinión es que nuestro pueblo es sandio, sin gracia
• 32 •
alguna, desprovisto de toda poesía y originalidad que puedan dar nacimiento siquiera a una pobre
sensación artística [...] (1995: pp. 22-25).
Como se deduce de los extractos anteriores, los planteamientos de Gagini y Fernández expresaban
criterios diferentes sobre la función del arte y la li-teratura. En el primer caso, se defendía la idea de una
literatura local cuyos temas, personajes y argumentos principales permitieran estudiar y ofrecer a los
extranjeros una representación artística de la identidad y la sociedad costarricense. Por su parte,
Fernández argumentaba que la creación y el desarrollo de una literatura nacional era imposible de
realizarse en Costa Rica debido al incipiente desarrollo cultural de aquella sociedad en comparación con
la tradición artistica europea.
2. La metáfora de la india de Pacaca y la Venus de Milo
Uno de los aspectos más relevantes de la Polémica sobre Nacionalismo en Literatura consistió en el estilo
irónico que empleó Ricardo Fernández
Guardia para criticar la concepción nacionalista de Gagini y del resto de escritores que apoyaban la
formación de una literatura costarricense. Para ello, Fernández elaboró una ingeniosa metáfora en la que
contrapuso la figura escultórica de la Venus de Milo con la referencia a una india de Pacaca, con el
objetivo de ejemplificar de manera alegórica las dos tendencias estético-ideo-lógicas que se debatían en
esta polémica. Esta metáfora afirmaba lo siguiente:
Se comprende sin esfuerzo que de una griega de la antigüedad, dotada de esa hermosura espléndida y
severa que ya no existe, se pudiera hacer una Venus de Milo. De una parisiense graciosa y delicada pudo
nacer la Diana de Houdon; pero, vive Dios, que con una india de Pacaca solo se puede hacer otra india
de Pacaca (Fernández en Segura, 1995: p. 26).
La referencia a la Diana de Houdon y a la Venus de Milo, como dos figuras emblemáticas de lo femenino
y del modelo de belleza occidental, implica en este texto la idea de que el arte y la literatura constituyen
una manifestación cultural europea, moderna y civilizada. De manera particular, este aspecto se aprecia
en el pasaje en el que Fernández Guardia afirmaba que la elaboración artística de estas dos obras se
derivaba de la transformación del cuerpo y belleza femenina extraídas de «una griega de la antiguedad» y
de una «pa-risiense graciosa y delicada». En otras palabras, la alusión a lo femenino y su relación con los
modelos de belleza y civilización occidental (arte griego y europeo), abarcaban, según este escritor, las
condiciones necesarias para que se produjera el efecto estético o artístico.
1. Antecedentes e inicios de la literatura y la identidad nacional
¿Qué es Pacaca? El término Pacaca obedece a un grupo y asentamiento indígena que se ubicaba en el
Cantón de Mora, específicamente en la población de Tabarcia.
Entre 1561-1562 fue conquistada por Juan de Cavallón y Arboleda y
Antonio Álvarez Pereyra.
Durante los siglos XVII y XVIII, la localidad fue considerada como una de las poblaciones indígenas más
grandes e importantes de Costa Rica. Hacia 1848, la comunidad de Pacaca fue trasladada al cantón de
Escazú, con el nombre de Villa Colón (hoy
Ciudad Colón, cabecera del cantón de Mora).
大齐光
¿Qué es la Venus de Milo? La Venus de Milo, conocida también como la Afrodita de Milo, es una de las
esculturas más destacadas de la Antigua Grecia. Esta obra fue elaborada entre 130
a. E. C y 100 a. E. C., y se considera la representación de la diosa Afrodita (Venus, según la mitología
romana), la diosa del amor y de la belleza.
• 33 •

®
El segundo elemento que comprende esta metáfora corresponde a la india de Pacaca, la cual
simbolizaba, en este caso, a la literatura propia o nacional. Al igual que la Diana de Houdon o la Venus de
Milo esta figura es femenina. No obstante, dado que esta se hallaba asociada al sujeto indígena, dicha
representación era interpretada como un signo de barbarie e inferioridad cultural, negando así su
potencial estético o artístico. Este aspecto se evidenció en el último pasaje en el cual se afirmaba que
«con una india de Pacaca solo se puede hacer otra india de Pacaca», lo cual equivalía a afirmar que la
representación de lo indígena no podía ser objeto de una transformación artística.
En otras palabras, esta figura indígena aludía a la imposibilidad de llevar a cabo una literatura nacional,
dadas las condiciones de barbarie y atraso cultural que, de acuerdo con Fernández Guardia,
caracterizaban a la sociedad costarricense.
Una vez determinados los elementos principales que abarcaban esta metáfo-ra, valdría la pena
preguntarnos si la concepción de arte de Carlos Gagini o el rechazo del sujeto indígena propuesto por
Fernández Guardia obedece únicamente a la opinión de estos dos autores. En cuenta el contexto
histórico de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la concepción de arte y literatura que se
expresaba en la polémica formaba parte de una visión ideológica mayor cuyas raíces se encontraban
formuladas desde los tiempos coloniales. En este sentido, esta metáfora nos permite observar, por las
palabras de Ricardo Fernández Guardia, el impacto para América Latina, de la ideología colonial y
colonialista, por la cual lo indígena había sido relegado al signo de la bar-barie, la fealdad y la exclusión;
en contraposición con el modelo de belleza femenina europea, la cual se relacionaba a su vez con los
atributos de orden, civilización, blancura, virtud y representación artística.
3. Más allá de la metáfora: ¿cuán polémica fue la polémica?
Si la figura de la india de Pacaca ha sido interpretada en la metáfora de Fernández Guardia como el
símbolo identitario de lo costarricense; mientras que la Venus de Milo se vinculaba con el modelo de arte
y literatura europea,
¿cuál fue el tipo de representación que los escritores nacionalistas dieron al sujeto indígena, siendo esta
figura un elemento tan significativo en la metáfora empleada por los polemistas?
Con base en los textos literarios escritos por la Generación del Olimpo, resulta de suma importancia
advertir que, a pesar de la existencia de algunas obras literarias cuyos personajes y argumentos trataban
el tema indígena, la forma artística en que estos eran representados estaba construida a partir de un
estilo narrativo en el que se les atribuían rasgos europeos, tales como
34
representación de sus formas de habla, la descripción física de su cuerpo, la asignación de valores
morales y el empleo de argumentos literarios extraídos de la literatura europea occidental.
Un ejemplo textual que nos permite comprobar este tipo de procedimiento obedece al estilo literario que
emplea Carlos Gagini (uno de los exponentes más radicales del nacionalismo literario), a un par de
personajes indígenas
(Teribe y Sula) en el texto «De caza», escrito en 1891 y publicado en 1898, cuatro años después de
haberse iniciado la polémica sobre nacionalismo en literatura. Para evidenciar con más detalle este
aspecto, véase a continuación el siguiente cuadro descriptivo:
Teribe Sula
Admirado por las «virgenes «hermosisima»
turiaquenas» «Tez sonrosada»
Es de «gallarda presencia» «ojos negrísimos y relampagueantes»
«rostro varonil» «cabellos sedosos»
«Apuesto mancebo» «facciones finas»
«manos y pies diminutos»
«dientes perlados»
Cuadro 1.3
Representación de personajes indígenas en el texto «De caza», de Carlos Gagini (1898)
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED
Con base en los rasgos físicos registrados en el cuadro anterior, bien valdría la pena preguntarnos ¿por
qué la descripción del sujeto indígena se representa a partir de atributos o cualidades eurocentristas?,
¿cuál es la relación que existe entre la descripción física o sentimental de lo indígena y los atributos, por
ejemplo, de «gallarda presencia», «dientes perlados», «facciones finas», «tez sonrosada» o «apuesto
mancebo»?
Del mismo modo que la representación artística del sujeto indígena era descrita desde el discurso literario
europeo y occidental, el modelo de belleza femenina y virtudes occidentales que caracterizaban a los
textos literarios de esta primera generación, eran tendentes a reafirmar el modelo (canon) de belleza
occidental que proyectaba de manera alegórica la figura de la Venus de Milo. Asimismo, cabe destacar
que el conjunto de personajes asociados
• 35 •
entorno rural campesino eran descritos por estos autores desde un discurso de barbarie que enfatizaba
los rasgos de fealdad, degradación y burla.
A manera de ejemplo, véanse los siguientes extractos tomados de Carlos Gagini, Manuel González
Zeledón y Ricardo Fernández Guardia (dos escritores nacionalistas y uno modernista), que ponían de
manifiesto el significado ideológico que cumplía el discurso de civilización y barbarie empleado de manera
alegórica por la Venus de Milo y la india de Pacaca.
Cuadro 1.4
La Venus de Milo frente a la india de Pacaca: civilización y barbarie en los cuentos «Unos novios» de
Manuel González Zeledón, « ¿Neurosis?» de Ricardo
Fernández Guardia y «A París» de Carlos Gagini
Civilización = Venus de Milo (belleza, Europa, cultura, Barbarie = india de Pacaca
bondad, progreso, modernidad, blancura, cristiandad) (fealdad, atraso cultural, América, salvaje,
ruralidad, maldad, mestizaje, colonialismo)
Era alta, esbelta, morena. Abundosa trenza de negrísimo Estas hecho un animal; tu vida no tiene
cabello sombreaba el ovalo correcto y picaresco de su linda disculpa [...] ¿Has olvidado acaso que existe
cara [...] una Europa, donde se vive en la acepción
a boca, como flor de granada rociada de sereno, daba paso que los hombres cultos dan a esta palabra?
al candor y a la inocencia en forma de sonrisa. [...] El color [...] aquí nos hallamos como en el Arca de
bronceado claro del fino cutis, la atrevida sencillez de los Noé, rodeado de animales [...] Comprendo
desnudos hombros, el terciopelo del fino vello de los que tienes sobrada razón, que esta vida es la
torneados brazos, la corona de azahares olorosos, la de un salvaje (Fernández en Flores, 2021: p.
húmeda mirada, la sonrisa zalamera y el todo de aquel 60).
botón de tricopilia, lleno de sangre joven y de perfume de
selva virgen [...] (Magón en Flores, 2021: p. 20).
Ella era alta, blanca, de pelo castaño, hermosos ojos [...] del venturoso Lencho a quién odié un
pardos, agrandados por rizadas pestañas, cuerpo airoso y instante y por quien me hubiera trocado a
andar de reina (Gagini en Flores, 2021: p. 46). pesar de sus manotas callosas, sus orejas
llenas de tierra, sus talones «rajaos» y su
chaqueta color panza de burro y sus
calzones negros de cuero de diablo (Magón
en Flores, 2021: p. 21).
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: Euned.
Como se aprecia en estos breves ejemplos, la metáfora de la Venus y de la india de Pacaca no solamente
adquiere una importancia simbólica en la llamada polémica sobre nacionalismo en literatura, sino que
también se pro-yecta, mediante el discurso de civilización y barbarie, en la visión artística e
• 36
ideológica que utilizan los escritores de la Generación del Olimpo para representar a sus respectivos
personajes.
A manera de resumen, las principales conclusiones que se pueden llegar con respecto a la función que
cumple la metáfora en el contexto de la Polémica sobre Nacionalismo en Literatura y en las primeras
producciones literarias de la Generación del Olimpo son las siguientes:
1. La metáfora sobre la india de Pacaca y la Venus de Milo constituye una representación alegórica
(figurada) de la literatura nacional y de la literatura europea.
2. La representación de ambas figuras (Venus de Milo e india de Pacaca)
reafirman el discurso de civilización y barbarie que se formó desde los tiempos coloniales y cuyo
significado ideológico siguió teniendo vigencia en el proyecto de modernidad y civilización
propuesto por los propios nacionalistas hacia finales del siglo XIX y principios del
3. siglo XX.
4. Los textos literarios de Gagini y Fernández, y sus respectivas tendencias (modernistas,
cosmopolitas, universalistas, nacionalistas, costumbristas, realistas) reproducen la
representación alegórica de la india de Pacaca y la Venus de Milo en la descripción física y moral
de sus personajes.
5. Tanto para el grupo de los nacionalistas como el de los cosmopolitas, el significado de barbarie,
atraso cultural, oralidad, fealdad y exclusión que simboliza la figura de la india de Pacaca le sirve
a este grupo de escritores para referirse, ya sea de manera cómica o despectiva, a la figura del
campesino nacional. Por su parte, la figura de la Venus de Milo constituye para esta misma
generación la afirmación de ciertos valores occidentales y civilizatorios entre los cuales cabe
señalar el valor de la blancura, el honor y la cristiandad, así como el ideal de belleza física y
moral de los personajes femeninos.
Retomando el acontecimiento de la Polémica sobre Nacionalismo en
Literatura, cabe destacar que la discusión literaria entre nacionalistas y modernistas tendió a aminorarse a
partir de 1900 debido al carácter oficial y político que para en ese entonces tenía el discurso de identidad
nacional en la sociedad costarricense. De manera particular, varios son los hechos que incidieron en el
asunto; la publicación de la novela El Moto (1900),de Joaquín García Monge, considerada por la crítica
literaria de ese momento como la primera novela costarricense, el desarrollo del costumbrismo literario de
Manuel González Zeledón y Aquileo Echeverría, los textos literarios de
I. Antecedentes e inicios de la literatura y la identidad nacional
1
• 37 •
novios», de Manuel
González Zeledón;
«A París», de Carlos
Gagini, y « ¿Neurosis?» de Ricardo Fernández
Guardia se encuentran disponibles en la
Antología de literatura costarricense, elaborada por Ana Cristina Flores Monge. Esta antología forma parte
de la unidad didáctica modular de esta
asignatura.
• 38 *
Ricardo Fernández Guardia, publicados después de 1900, y cuyos temas se relacionan con la historia y la
cultura popular costarricense, al igual que el auge en Hispanoamérica de la formación de un discurso y
una cultura nacionales.
E. Tres estrategias literarias en la construcción de la identidad nacional: Magón, Carlos Gagini y Ricardo
Fernández Guardia
El diccionario de la Real Academia Española define el término estrategia como «el arte o traza para dirigir
un asunto». Con base en tal acepción, no resulta inapropiado pensar que una estrategia literaria consiste
en la utilización de una serie de medios o procedimientos discursivos a partir de los cuales la literatura
elabora una efectiva y verosímil representación artística.
Para efectos de esta sección, pensemos este concepto por medio de una pregunta muy sencilla: ¿cuáles
son las estrategias que utilizaron los escritores de la Generación del Olimpo para dirigir el asunto de la
identidad nacional en la literatura?
Con base en los textos seleccionados en la antología de este curso, es posible distinguir tres tipos de
procedimientos para llevar a cabo el efecto de la identidad nacional en la literatura de este periodo.
Dichas estrategias son las siguientes: 1) construcción idílica del espacio y el sujeto nacional campesino,
2) mismidad nacional frente a la otredad europea y 3) contraposición ideológica entre el discurso de
civilización y barbarie.
1. Construcción idílica del espacio y el sujeto nacional campesino
En términos generales, la primera estrategia construye la representación de la identidad nacional a partir
de una perspectiva local (costumbrista) del espacio y el sujeto rural costarricenses. Se trata de un tipo de
narración en que predomina un sentido tradicional, cíclico, armonioso y festivo de los valores y las
prácticas culturales que se ligan al modo de producción económica cam-pesino. En vista de su
vinculación con el género costumbrista, su intención estética consiste en elaborar «la imagen de lo
nacional» mediante la estilización literaria de ciertos rasgos culturales, físicos y lingüísticos considerados
como elementos propios o «típicos» de la sociedad agrícola de finales del siglo XIX y principios del siglo
XX. Durante el periodo de formación de la literatura nacional, dicho género se consolidó como uno de los
modelos literarios más dominantes para representar la ideología nacionalista de la Generación del

38
Olimpo. Entre sus autores más renombrados figuran los nombres de Manuel
González Zeledón (Magón) y el poeta Aquileo Echeverría.
Uno de los textos de la Generación del Olimpo que aborda esta estrategia obedece al relato «Unos
novios» de Manuel González Zeledón. Publicado en 1896 por el periódico El Heraldo, el cuento gira en
torno a un matrimonio celebrado entre los personajes Jacinta (Chinta) y Lencho Anchía. El padre de la
novia, «ñor» Sebastián Solano, figura como un acaudalado campesino, cuyos rasgos patriótico-
nacionalistas sirven de preámbulo para enmarcar la estructura patriarcal y familiar que caracteriza a la
sociedad rural-campesina en el texto. En razón de su posición económica, «ñor» Sebastián invita a
Magón al casamiento de su hija, quien actúa en este relato en la forma de un testigo y narrador
perteneciente a la cultura letrada o educada de la élite liberal.
Después de una serie de descripciones acerca del ambiente campestre y festivo de la boda, Magón
experimenta un sentimiento de envidia al percatarse de la belleza que posee Jacinta en contraste con el
aspecto «tosco», «feo» y de «calzones negros de cuero de diablo» de Lencho. Finalmente, la situación de
celos que se libra en la conciencia del narrador se apacigua poco a poco luego de los efectos del alcohol
y de la indigestión estomacal que aquejan al personaje narrador de este relato.
Una vez referidos los principales acontecimientos de este cuento, ¿cuáles son, entonces, las
representaciones que utiliza este texto para llevar a cabo el efecto de la identidad y la invención nacional?
De acuerdo con nuestra in-terpretación, este último aspecto se organiza a partir de los siguientes pro-
cedimientos: a) presentación nacionalista-patriarcal del campesino nacional,
b) idealización poética de la belleza femenina, c) oposición entre el sujeto le-trado-intelectual y el sujeto
oral-campesino, y d) burla y bestialización del personaje campesino. Veamos, en detalle, cada uno de
ellos.
Desde el principio del relato, la figura de «ñor Sebastián Solano» es construida mediante la referencia de
dos hechos histórico-políticos de gran transcendencia en nuestro país: la fecha de independencia de 1821
y la Campaña Nacional de 1856. Dichos acontecimientos, los cuales coinciden con el nacimiento y la
participación militar que tuvo este personaje, obligan al lector a reconocer dos fechas fundacionales de la
historia nacional, al mismo tiempo que elaboran un retrato idílico-familiar del campesino costarricense. No
por casualidad este texto se titula «Unos novios».
Si la imagen del labriego sencillo, derivada de la figura militar de Juan Santamaría, constituye el emblema
del gran héroe nacional, la actitud cívica y patriótica de «ñor» Sebastián es utilizada en este texto para dar
cuenta de los valores religiosos y patriarcales que, de acuerdo con la representación idílico-costumbrista
de
¿Qué es idílico? Según el Diccionario de la Real
Academia Española, «idílico(a)» es un adjetivo de la palabra idilio: «composición poética que recreaba de
manera idealizada la vida del campo y los amores pastoriles».

En el contexto de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, uno de los géneros más efectivos de la
literatura hispanoamericana para desarro-
Ilar dicha representación corresponde al costumbrismo literario. Este género literario, conocido también
como «cuadro o artículo de costumbres», surgió como parte del movimiento romántico
europeo y se desarrolló con más fuerza en España a partir de la segunda década del siglo XIX. Su
principal característica consiste en retratar las costumbres y usos sociales de una época, con el fin de
proporcionar en el lector una sensación de realismo y objetividad histórica.
• 39 •
generación del Olimpo, definen a la sociedad campesina de aquel periodo. A manera de ejemplo, véase la
siguiente cita textual - extraída del referido cuento de Magón- en la cual se demuestra este último
aspecto:
Ñor Sebastián Solano, viejo que abrió los ojos allá por el año de la inde-pendencia, que después de
batirse como un bravo en nuestra única y tan sonada Campaña Nacional, supo acumular una regular
fortunita, vive en su santa y regalada paz (Magón en Flores, 2021: p. 18).
A diferencia del labriego sencillo, simbólicamente asociado con la imagen heroica de Juan Santamaría, la
figura trabajadora, nacionalista y próspera de «ñor» Sebastián Solano, «quien supo acumular una regular
fortunita», co-responde en este relato a una variación del labriego sencillo caracterizado por una situación
de abundancia y prosperidad económica. Asimismo, cabe destacar la función que cumplen los atributos
de paz y trabajo, previamente elaborados en las proclamas de Juan Rafael Mora Porras, a fin de construir
mediante el género costumbrista una perspectiva religiosa, cívica y patriarcal del sujeto nacional:
Vive en su santa y regalada paz en el pueblo de su nacimiento, en compañía de su familia, compuesta de
ña Teresa Rivera, su arrugada costilla y de su «unicuija», la donairosa Jacinta o Chinta, como sus padres
la han confirmado (Magón en Flores, 2021: p. 18; el destacado es nuestro).
Otra de las características presentes en el relato consiste en la forma en que el narrador-personaje
describe de manera idílica el entorno rural-campesino y sus respectivos valores patriarcales y
tradicionales. De manera particular, uno de los pasajes en el que se evidencia bastante dicho tipo de
narración corresponde a la idealización que Magón realiza en torno a la belleza y demás virtudes de
Chinta. En cuanto a lo anterior, detengámonos a leer nuevamente los siguientes extractos del cuento, en
los cuales se describe a este último personaje:
[...] y más que no se sepa la O por redonda, eso sí buena cristiana y buena hija con sus padres. [...]
Chinta tenía que ser cuanto su madre decía:
[...] aquella niña era dechado de virtud y de ternura. [...] Era alta, esbelta morena. Abundosa y rizada
trenza de negrísimo cabello sombreara el óvalo correcto y picaresco de su linda cara. ... El color
bronceado claro del fino cu-tis, la atrevida sencillez de los desnudos hombros, el terciopelo del fino vello
de los torneados brazos, la corona de azahares olorosos, la húmeda mirada, la sonrisa zalamera y el todo
de aquel botón de tricopilia, lleno de sangre joven y de perfume de selva virgen, me hicieron envidiar la
suerte del no-vio, del venturoso Lencho a quién odié un instante y por quien me hubiera trocado a pesar
de sus manos callosas, sus orejas llenas de tierra, sus talones «rajaos» y su chaqueta color panza de
burro y sus calzones negros de cuero de diablo (Magón en Flores, 2021: pp. 20-21; el destacado es
nuestro).
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El discurso poético que utiliza Magón no solamente nos recuerda el amor caballeresco que expresaba
Don Quijote de la Mancha cuando se refería a la belleza y virtudes de su amada Dulcinea del Toboso;
también constituye una manera artística de proyectar el ideal de identidad y de Estado-nación
costarricense por parte de la oligarquía liberal. En otras palabras, los atributos de belleza, obediencia
patriarcal, religiosidad, pureza y juventud, que de acuerdo con Magón caracterizan al personaje de
Jacinta, se ligan a una representación idílica del Estado-nación costarricense por parte de algunos
escritores de la
Generación del Olimpo.
En contraposición con el discurso de idealización y belleza occidental que realiza Magón en torno a la
figura femenina de esta campesina costarricense, resulta importante observar la manera en que este
mismo narrador se refiere de manera despectiva y rebajadora a los rasgos físicos de Lencho. Con base
en las implicaciones que conllevó la metáfora en la polémica y en los textos literarios de esta generación,
nótese la función ideológica que cumple el discurso de civilización y belleza occidental representado en la
figura de Jacinta (la Venus de Milo), frente al discurso de barbarie, fealdad y burla desde el cual se alude
a la figura de Lencho (la india de Pacaca).
Ya que el personaje-narrador de este relato representa la otredad letrada e intelectual, no se puede pasar
por alto la relevancia del personaje de Lencho y su vínculo con la oralidad y el saber popular campesino.
En este sentido, el texto literario no solo se limita a una descripción idílica o romántica del espacio
campesino: expone una constante tensión ideológica entre ambos personajes.
El primer momento de tensión sucede cuando «ñor» Sebastián Solano presenta a su yerno ante Magón.
De manera particular, este pasaje enfatiza un rasgo de diferenciación social entre la figura intelectual del
narrador y el carácter brusco e iletrado de Lencho, quien es arrojado hacia el cuerpo de Magón:
Corrió ñor Sebastián, agarró a Lencho de una punta de la chaqueta y me lo empujó echándomelo encima,
a la vez que me lo presentaba con estas palabras: —Este es el mentao Lencho Anchía, que unque es feo
el decilo y no es porque se haiga casao con m'hija, no tiene por qué le ponga nadie la cara de vergüenza
en ninguna facultá. (Magón en Flores,
2021: p. 20s; el destacado es nuestro).
Como se infiere de la cita anterior, la frase «no tiene por qué le ponga nadie la cara de vergüenza en
ninguna facultá», expresa, por parte de Sebastián, no solo una actitud desafiante ante la figura letrada y
culta de Magón, sino que permite observar la intención estética del personaje-letrado al reproducir la
forma de
• 41 ®

habla campesina. En tal sentido, el nivel de confrontación que actúa en esta parte del relato evidencia la
diferenciación intelectual entre ambos personajes.
Finalmente, el segundo momento de oposición entre la figura oral-campesi-na y la figura autoral de
Magón tiene lugar en el pasaje en que Lencho baila con su esposa la música del Torito y cuya letra,
ligeramente musitada por el propio Lencho Anchía, expresa de manera irónica un sentido de desafío y
empoderamiento frente a la mirada envidiosa de Magón: «Echáme ese toro ajuera/ hijo de la vaca mora/
para sacarle una suerte/ delante de mi señora».
En este sentido, resulta de suma importancia notar la función que ocupa la letra de esta canción como
una forma de expresar la tensión ideológica entre el sujeto letrado de Magón y el sujeto oral campesino.
Empero, el antagonismo social que representan estas dos clases sociales no llega a manifestarse de
manera directa o violenta; más bien tiende a neutralizarse mediante el discurso nostálgico y costumbrista
que emplea el narrador-protagonista en este relato, quien no por casualidad se queda dormido al pie de
un frondoso árbol mientras recuerda vagamente la canción del Torito:
Lo me saqué la tripa del mal año, y hasta una indigestión, atipándome de cuanto yo creí que me gustaba,
además de lo que los viejos me hacían creer que era bueno, y a las once de la mañana, un tanto soco y
un mucho ahíto, me dormí profundamente al pie de un frondoso higuerón, al arrullo de las músicas
nacionales, olvidando a Lencho y cantando entre sus dientes:
Echame ese toro ajuera, hijo de la vaca mora, para sacarle una suerte delante de mi señora (Magón en
Flores, 2021: p. 22; el destacado es nuestro).
Ahora bien, el costumbrismo literario no solamente se limitó a describir una imagen paradisiaca o idílica
del entorno rural costarricense Como señalan diversos estudiosos, también existió un costumbrismo
crítico cuya intención estética se centraba en expresar las relaciones y contradicciones sociales que vivía
la sociedad campesina durante este periodo. A diferencia de una representación idílica o nostálgica
acerca del paisaje, los temas y la forma de habla del campesino nacional, la actitud crítica del
costumbrismo literario era tendente a reflejar los primeros síntomas de injusticia, degradación moral y
marginalidad social que experimentó esta clase social en el proyecto de modernización capitalista de
principios del siglo XX. En palabras de Álvaro Quesada:
La actitud crítica se caracteriza por la inclusión de nuevos factores y temas en la plasmación literaria de la
realidad. En primer lugar, introduce la tra-gedia, la adversidad y la injusticia, en el mundo de las
tradiciones patriar-cales, optimistas e ingenuas, del costumbrismo. En segundo lugar, inserta el factor
social y político, desdeñado tradicionalmente por el costumbris-mo, como un recurso necesario para
explicar ciertas formas de comportamiento y ciertas actitudes de los personajes (1983: p. 67).
42
2. La mismidad nacional frente a la otredad europea
El segundo tipo de estrategia que caracteriza el proyecto literario de esta generación se enmarca dentro
del conjunto de tensiones generadas entre la mismidad nacional y la otredad europea. De manera
particular, este tipo de oposición se vincula con la función ideológica que cumple la representación del
espacio urbano y el ámbito familiar-matrimonial en la literatura de aquel periodo. Con el propósito de
analizar este procedimiento, hemos tomado como referencia el texto «A París», de Carlos Gagini,
publicado en 1910.
La trama de este relato gira en torno al acto de infidelidad cometido por Federico Álvarez contra su
esposa Adela. Sin embargo, la transgresión matrimonial llevada a cabo por este personaje no solamente
irrumpe con la felicidad conyugal, expuesta previamente en el epígrafe del texto; también puede ser
interpretado como un acto de «infidelidad» o traición a los valores ideológicos que conforman el deber ser
de la identidad nacional. En este sen-tido, recordemos la manera en que este texto señala a la seducción
extranjera, representada por la figura femenina de Marta, como el motivo principal que conduce a
Federico a renegar de los valores tradicionales, sacrificio y fidelidad conyugal personificados en su
esposa Adela.
La traición matrimonial que acomete este personaje de la alta burguesía capitalina, así como el constante
remordimiento moral que lo persigue a lo largo de este texto, plantea en el fondo una ingeniosa crítica en
torno a las relaciones de mismidad y otredad desde las cuales se enmarca el discurso de identidad
nacional propuesto en este texto. De allí, pues, que el diálogo de los personajes, así como la constante
comparación entre el espacio europeo (París) y el espacio nacional (Costa Rica) nos permite comprender
por qué este cuento, escrito por Carlos Gagini, constituye una forma de entender el concepto de identidad
nacional creado por la Generación del Olimpo, y cuya interpretación podría considerarse una respuesta
literaria en contra de la visión eurocentrista y cosmopolita que defendía Ricardo Fernández Guardia en la
llamada «Polémica sobre Nacionalismo en Literatura».
La referencia a la ciudad de París en el título de este relato resulta muy significativa para comprender cuál
era el tipo de imaginario de los escritores de este periodo con respecto al modelo de modernidad y
civilización. Como pudimos apreciar en la polémica sobre nacionalismo en literatura, tanto la tendencia de
los modernistas como la de los nacionalistas concebían a Europa, y a París en específico, como el
referente cultural más predominante para representar el ideal de modernidad y civilización occidental.
1
• 43
Como recordaremos, el grupo de los modernistas consideraba que las representaciones literarias debían
seguir las tendencias estéticas y modelos de belleza vinculados con Europa, mientras que para los
nacionalistas la elaboración de un discurso nacional en la literatura debía tener como escenario las
costumbres y los personajes locales costarricenses. Ya sea para la primera o la segunda tendencia, la
otredad europea constituía un punto obligado de comparación entre ambas posturas estéticas e
ideológicas.
Por este motivo, el título de este texto no puede pasar inadvertido por el lec-tor, ya que alude al tema del
viaje y, por ende, a una constante comparación entre la mismidad nacional y la otredad europea.
Tomando en consideración la trama que desarrolla este relato de Carlos Gagini, precisamente esta
situación de desplazamiento entre el espacio urbano nacional y el espacio cosmopolita europeo determina
el proceder moral de Federico.
Desde las primeras páginas de este relato, la comparación entre Europa y el espacio nacional
costarricense ocupa el tema central en el diálogo que sostiene el personaje protagonista con su amigo
Ernesto:
[...] pero te confieso con sinceridad, Ernesto, que me he arrepentido de haber ido a Europa. Antes vivía yo
tranquilo en este rincón, que era para mí el más bello de la tierra; pero después de haber pasado seis
meses en un mundo tan superior en cultura y de una vida intelectual tan intensa, comprendo que ya no
podré resignarme a vegetar aquí como en otro tiempo (Gagini en Flores, 2021: p. 44; el destacado es
nuestro).
Como se aprecia en la cita anterior, Federico, luego de viajar a Europa, le confiesa a su amigo un estado
de inconformidad y resistencia a vivir nuevamente en el territorio nacional. En este sentido, obsérvese la
importancia que ocupan los términos «rincón» o «vegetar» para referirse al espacio costarricense como
un lugar asociado a la muerte y a la tradición, en oposición a la vida cultural e intelectual que este
personaje experimenta en su viaje a París. La otredad europea es percibida por este personaje como un
lugar de libertad, exotismo, deseo y vida, en tanto que el espacio nacional es interpretado con un sentido
de marginalidad, muerte y cumplimiento de las leyes sociales.
De manera específica, este último aspecto se evidencia en el tema de la infidelidad y la institución
matrimonial, la cual aparece ligada a una serie de valores y actitudes identificadas con el discurso
nacionalista. En otras palabras, la institución matrimonial y su correspondiente conducta de fidelidad
constituye la representación de un orden social ligado con la idea de lealtad hacia los valores tradicionales
que rigen el Estado-nación costarricense.
Dado que este texto condena moralmente la actitud de Federico, las dos mujeres que aparecen en este
relato (Adela y Marta) no solamente figuran como la amante
44
esposa abnegada del protagonista, sino que se aborda el tema de la seducción extranjera y la
consecuente pérdida de los valores nacionales y patriarcales.
En este sentido, varios son los pasajes en los cuales se contrapone la otredad europea y la mismidad
nacional. A manera de referencia, véanse las siguientes citas textuales en las cuales se aprecia la
conducta libertina de Federico, frente a los atributos de fidelidad y maternidad que encarna Adela en este
relato.
¡Ah, si Ernesto y sus amigos le vieran por las tardes en el bosque Boulogne: reclinado en una carretela
con la hermosa Marta, por las noches en el fondo de un palco, siempre con ella, como una pareja de
recién casados!
Y acaso en aquellos mismos instantes, allá en Costa Rica, una mujer pálida y llorosa se postraba ante la
imagen de la Virgen para orar por él, o se inclinaba ansiosa sobre una camita blanca, en donde se
consumía un chiquitín angelical devorado por la fiebre (Gagini en Flores,
2021: p. 47; el destacado es nuestro).
Asimismo:
Con esa perspicacia natural de las mujeres en achaques del corazón, aguzada por la idólatra devoción
que la costarricense profesa a su mari-do, comprendió Adela que Federico no era ya el mismo (Gagini en
Flores,
2021: p. 45; el destacado es nuestro).
Por otra parte, cabe destacar la importancia que desempeñan las descripciones del narrador en torno a
los personajes de Adela y de Marta como un mecanismo para contraponer los valores nacionales frente al
exotismo europeo.
Así, por ejemplo, nótese, en el siguiente cuadro, los rasgos físicos y morales que caracterizan a ambas
mujeres en el relato:
Cuadro 1.5
Personajes femeninos: otredad europea vs. mismidad nacional en el cuento «A París», de Carlos Gagini
Fuente: Mondol, Mijail (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Marta
Adela (Valores y otredad europea)
(Valores y mismidad nacional)Alta y blanca
Joven morena Pelo castaño-ojos pardos
Ojos negros y rasgados Cuerpo airoso y andar de reina
Cuerpo bien formado Cortesana
Madre-esposa Placer-infidelidad
Sacrificio-fidelidad
1. Antecedentes e inicios de la literatura y la identidad nacional
1
• 45 •

se registra en el cuadro 1.5, el personaje de Adela se encuentra representado por su rol de esposa y de
madre; mientras tanto, Marta, la amante de Federico, se encuentra relacionada con el ámbito del placer,
el mercantilismo y los gustos culturales europeos. En otras palabras, los valores tradicionales, generados
por el modelo de identidad nacional, giran en torno a la figura de la esposa-madre, en contraposición con
las actitudes y los comportamientos lascivos de la mujer-amante, quien es asociada con el discurso de
modernidad y liberalismo europeo.
A manera de síntesis, bien se puede afirmar que la perspectiva ideológica de este texto utiliza el tema de
la infidelidad matrimonial y el espacio urbano europeo con el fin de realizar una ingeniosa crítica de la
actitud de seducción o imitación que durante este periodo manifestaba la burguesía capitalina y algunos
escritores de la Generación del Olimpo, frente a los modelos y patrones culturales europeos.
3. Discurso de civilización y barbarie
La tercera estrategia que estas primeras producciones literarias de la
Generación del Olimpo abarcan pone de manifiesto el poder ideológico que ejerció el discurso de
civilización y de barbarie en el proceso de modernización e invención de la identidad nacional. Quiere
decir que el conjunto de representaciones, temáticas, argumentos y personajes elaborados en los textos
literarios de este periodo sitúan la temática de la identidad nacional mediante una oposición ideológica
entre los modelos culturales asociados con la modernidad europea (civilización) y el espacio y modos de
vida rurales, los cuales son interpretados de manera despectiva con los criterios de barbarie, salvajismo y
atraso cultural. Con la finalidad de explicar la manera como este tipo de estrategia funciona en el texto
literario, tomaremos como referencia el texto «¿Neurosis?» (1894) de Ricardo Fernández Guardia.
La trama general de este relato gira en torno a dos jóvenes amigos, quienes son enviados a estudiar a
Europa por sus respectivas familias. En el primer caso, el personaje Ramón concluye satisfactoriamente
sus estudios de medi-cina, mientras que Juan Zamora, debido a sus diversas inclinaciones artísticas y
espíritu bohemio, no logra terminar sus estudios universitarios, razón por la cual es mandado a traer por
su padre para que atienda los asuntos administrativos de una hacienda cafetalera ubicada en Escazú.
Con el tiempo, Ramón, quien se gradúa como médico, regresa a Costa Rica y decide visitar a su
entrañable amigo Juan Zamora. Sorprendido por las labores agrícolas y administrativas que este realiza
en la hacienda cafetalera de su padre, Ramón
• 46
intenta convencer a Juan para que regrese a Europa, «a la vida civilizada», y abandonar así el «estado de
barbarie y salvajismo» en el que este se encuentra.
Al igual que el cuento «A Paris» (1910), de Carlos Gagini, «¿Neurosis?» alude civilización, mientras
al espacio y la otredad europea bajo los criterios de modernidad, progreso y cafetalera, es referido
que el espacio nacional, representado por la hacienda
como
te, a diferencia del
cuento
un lugar de salvajismo y de barbarie. No obstan-
crítica frente a la ilusió
de Gagini, que evidencia una intención moral y de n y seducción nacional que produce la modernidad eu-
ropea, el texto «¿Neurosis?» no duda en considerar la otredad europea como características de la vida
moderna.
un espacio vinculado a las expresiones artísticas, la intelectualidad y demás
Uno de los rasgos más sobresalientes del relato obedece a la descripción psicológica que realiza el
narrador con respecto al personaje de Ramón. Como se logra apreciar en varios pasajes, dicho personaje
es caracterizado por su continua búsqueda de identidad, ya sea artística, científica o religiosa, con-
friéndole así un rasgo psicológico de inestabilidad emocional que lo caracteriza a lo largo de todo el relato.
En ese sentido, resulta importante señalar que el título de este texto («¿Neurosis?») apela a un criterio
psicológico vinculado a las características emocionales de este personaje. No obstante, como lectores e
intérpretes de este relato, el término «neurosis» también podría considerarse como un elemento crítico
para pensar la complejidad psíquica e identitaria que constituye al sujeto nacional en el relato.
Desarrollemos con más detalle esta afirmación.
Tomando en consideración la constante búsqueda de identidad por parte del personaje y su consecuente
inestabilidad emocional, el perfil psicológico de Ramón guarda;una estrecha relación con el proceso de
identidad nacional que se estaba desarrollando en este periodo. Como hemos leído a lo largo de este
capítulo, la construcción de un modelo de identidad nacional por parte de la oligarquía cafetalera supuso
un complejo proceso de negociación y ambivalencia ideológica que se debatía al mismo tiempo entre el
proyecto de modernidad europea-estadounidense y la formación de un discurso nacional propio. En este
sentido, al igual que el personaje Ramón, la construcción de un sujeto y una conciencia nacional implicó,
en cierto modo, un estado de inestabilidad y ambigüedad ideológica.
Si bien, el título de este relato se enmarca a manera de una pregunta, el asunto de la identidad nacional
que el texto intenta problematizar se encuentra determinado por el conjunto de representaciones
ideológicas que aborda el discurso de civilización y barbarie. Con la finalidad de demostrar cuál es la
función ideológica que cumplen ambos tópicos, obsérvese el siguiente cuadro-resumen.
47

Cuadro 1.6
Civilización y barbarie en el cuento «¿Neurosis?», de Ricardo Fernández
Guardia
Extracto Temática
Al pronto no le hubiera conocido; no era el mismo Juan Zamora, aquel El texto compara dos momentos
mozo esbelto y lleno de arrogancia que tan buena figura hacía en el de representación del personaje
bulevar San Miguel, el hombre que tenía delante era un campesino tosco Juan
y mal trajeado (Fernández en Flores, 2021, p. 57; el destacado es Zamora: a) representación
nuestro). europea-civilizada; y, b)
identificación con el campesino
nacional.
Juan me iba detallando las diferentes funciones de la maquinaria, Identificación con el modelo
ponderando en términos laudatorios para los yanquis, los magníficos industrial estadounidense en
adelantos obtenidos en los últimos años. contraposición con el modelo
Observa lo perfecto que es todo esto [...] ¡Qué lejos estamos ya del filón cultural europeo.
de madera y de la trilla de bueyes! (Fernández en Flores, 2021, p. 59; el
destacado es nuestro).
Vamos, Juan le dije con frase labiosa e insinuante- Implicación entre el espacio y el
¿qué significa este estado de salvajismo en que ahora te encuentro; [...] sujeto nacional por medio del
Estas hecho un animal [...] ¿Has olvidado acaso que existe una Europa, discurso de barbarie
donde se vive en la acepción que los hombres cultos dan a esta
palabra? ...Vete para Europa, vuelve a la vida civilizada (Fernández en
Flores, 2021, p. 61; el destacado es nuestro).
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Como se logra inferir de las citas anteriores, la referencia a una vida campestre asociada con una
hacienda cafetalera, así como la evocación de un estado de salvajismo o de barbarie, constituyen
atributos claramente asociados con el espacio y el sujeto nacional.
Por su parte, la otredad europea, representada por el espacio urbano, se contrapone en el texto a la vida
agrícola-campesina. Opuesto al estado de salvajismo e inferioridad cultural que Ramoncillo observa en
los nuevos oficios agrícolas de Juan Zamora, el texto relaciona la ciudad europea con los términos de
civilización, lo mismo que al desarrollo de las cualidades artísticas e intelectuales de su amigo Juan
Zamora, quien al final del relato parte nuevamente hacia Europa: «Hoy se embarcó Juan Zamora con
rumbo a Génova y propósito firme de alcanzar un lugarcito en el santoral. Bien pudiera ser:
Hay en él estofa para algo grande» (Fernández en Flores, 2021, p. 67).
• 48 •
Signos identitarios en la dramaturgia y la poesía costumbrista costarricense
Al igual que los textos narrativos anteriormente comentados, la producción dramatúrgica y poética que
surge durante las dos últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo xx, permite comprender el
desarrollo de nuevas formas y contenidos artísticos respecto a la representación de la sociedad e iden-
tidad(es) costarricenses.
En la presente sección, abordaremos algunas de las
principales temáticas y tendencias ideológicas que distinguieron a estos dos géneros literarios durante el
proceso de formación de la literatura nacional.
Las primeras manifestaciones teatrales que aparecieron en este periodo co-responden a los siguientes
dramaturgos: Rafael Carranza, Emilio Pacheco Cooper, Carlos Gagini y Ricardo Fernández Guardia.
Posteriormente, hacia principios de la primera década del siglo XX, la producción dramática adquirió un
mayor desarrollo a partir de una segunda generación integrada por los escritores Daniel Ureña, Eduardo
Calsamiglia, José Fabio Garnier, H. Alfredo
Castro y Raúl Salazar Álvarez.
En vista del carácter escénico que posee este género, la actividad teatral se convirtió en una práctica
artística que permitía un mayor efecto de representación por parte del público capitalino. O sea que el
conjunto de temáticas, personajes y argumentos que planteaban dichas producciones no solo reflejaban
de una manera más viva y veraz las tensiones y subjetividades sociales de su época; igualmente,
contribuyeron a codificar de manera artística ciertos modelos o tipos de representación de la identidad
nacional y cultural costa-ricense. Por tal motivo, el teatro constituye uno de los medios más propicios para
analizar los discursos ideológicos y las representaciones culturales que conforman el imaginario social.
De acuerdo con varias investigaciones, los primeros textos dramáticos de aquel periodo se caracterizaban
por mezclar una diversidad de géneros tales como la zarzuela, el drama, el vodevil y el sainete
costumbrista. Si bien el empleo de dichas formas teatrales garantizaba la aceptación y entretenimiento del
público, cabe destacar la ingeniosa labor que realizaron muchos drama-turgos, actores y directores
teatrales, quienes adaptaban las temáticas, personajes y lenguajes asociados a la identidad nacional y
cultural costarricense a partir de los códigos estéticos europeos que demandaban estos géneros.
Entre las producciones teatrales más destacadas de este periodo figuran las obras de Carlos Gagini: «El
marqués de Talamanca», «Los pretendientes», «Don Concepción» y «El Candidato»; de Rafael Carranza,
«Un duelo a la
1
• 49 •
moda»; y «Magdalena», de Ricardo Fernández Guardia, considerada por la crítica como el texto fundador
del teatro nacional en Costa Rica.
En términos generales, los temas principales abarcados por este conjunto de textos oscilaban entre la
crónica colonial, las tendencias cómico-costumbris-tas y la exposición de ciertas problemáticas, y los
personajes relacionados con las nuevas relaciones sociales y modelos culturales que traía consigo el
proceso de modernización del espacio urbano.
Así, por ejemplo, en relación con la crónica colonial, resulta indispensable destacar el éxito teatral de la
obra de Carlos Gagini, «El Marqués de Talamanca», estrenada en 1900 en el Teatro Nacional. La obra
toma como escenario la ciudad colonial de Cartago (1663), con la finalidad de representar, desde una
perspectiva de enmascaramientos o carnaval, un asunto de carácter amoroso y rivalidad entre dos
familias pertenecientes al ámbito político-administrativo colonial.
En segundo lugar, las tendencias cómico-costumbristas que abordaban estas primeras producciones
teatrales, se localizan en las tres últimas obras de Carlos Gagini («Los pretendientes», «Don Concepción»
y «El Candidato»), denominadas con el nombre de juguetes cómicos. Como se aprecia en la trama de
dichos textos, sus principales personajes y representaciones introducen, desde la llamada comedia de
equivocaciones, el asunto de las falsas apariencias y desencantos que caracterizan las relaciones
sociales y mercantilistas del espacio urbano josefino.
Una de las primeras obras teatrales en las cuales se evidencian las transformaciones culturales e
ideológicas que implicaba el proceso de modernidad para la sociedad costarricense de principios del siglo
XX, obedece a la obra
«Magdalena», escrita por Ricardo Fernández Guardia en 1902. El argumento central de esta obra gira en
torno al motivo amoroso y matrimonial que se desarrolla al interior de una familia de la burguesía
costarricense. De manera particular, el texto problematiza el impacto de las ideas liberales de la
modernidad europea y las nuevas tensiones sociales y afectivas que estas llegaron a significar para los
modelos patriarcales y conservadores que la burguesía nacional costarricense aún mantenía.
Al igual que otros textos narrativos de la Generación del Olimpo, el tema de la modernidad europea y el
espacio nacional adquirió diversas estrategias de representación, generalmente vinculadas al orden
patriarcal y matrimonial, como es el caso de los textos «A París», «¿Neurosis?» y «Unos Novios». No
obstante, en la obra «Magdalena», el elemento dramático que más salta a la vista corresponde al
personaje femenino de Magdalena, quien se presenta en el texto como una figura dominante, culta e
independiente, cuyas ideas y conductas liberales le permiten criticar los códigos patriarcales y
conservadores
50
de la época. En ese sentido, véanse los siguientes extractos en los cuales se evidencia el carácter liberal
e independiente del personaje.
Cuadro 1.7
Selección de pasajes de la obra «Magdalena», de Ricardo Fernández Guardia
1
Magdalena: [...] Creo que el matrimonio es una desgracia para Fernando: ... Deseo saber si piensas
todos, especialmente para nosotras las mujeres [...] Al casarse bailar con ese hombre.
la mujer se esclaviza; abdica su voluntad, sus costumbres, sus Magdalena: ¿Cómo quieres que lo evite?
gustos, todo en aras de un marido que por lo general nada Fernando: No bailando con él
agradece y acepta el sacrificio con la impasibilidad de un ídolo Magdalena: Pero eso no es posible,
que se cree con derecho a ser adorado sin dar nada en cambio. Fernando.
Rafael: [...] ya veo que está usted muy penetrada de las Fernando: (Violento) No quiero bailes con
modernas ideas feministas. él.
Magdalena: Por Dios, no te exaltes...
reflexiona... para mí es un compromiso
terrible.... ¿Cómo quieres que?
Fernando: No te pido razones... ¿Sí o
no?
Magdalena: me hablas en un tono...
Magdalena: Me parece que ya es tiempo de sacudir el yugo que Fernando: el que te mereces.
ustedes los hombres nos han puesto y de reivindicar nuestros Magdalena: Fernando!
derechos. ¿No lo cree usted así? Fernando: Ya lo sabes... Te prohíbo que
bailes con él.
Magdalena: ¡Te prohíbo!... ¿Y con qué
derecho?
Fernando: Con el derecho...
Magdalena: Sí... ya lo sé... Con el
derecho brutal del más fuerte... del
hombre que se cree autorizado a tiranizar
a la mujer que lo ama, tan sólo porque es
débil... Hoy te conozco, Fernando... Eres
igual a todos... Te desprecio.
Con el fin de profundizar en el conocimiento de este personaje, acceda al programa radial Personajes y
Paisajes en la Literatura
Costarricense, conducido por Sonia Jones y producido por la UNED, mediante el siguiente código QR:
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Con base en los diálogos anteriores, la obra Magdalena, de Ricardo Fernández Guardia no sólo otorga un
protagonismo intelectual al sujeto femenino de la burguesía capitalina; más bien, pone en escena las
contradicciones ideológicas y de género que suscitaron las ideas liberales y modernas europeas en la
• 51 •
sociedad costarricense de principios del siglo; una sociedad cuya burguesía nacional aún se debatía entre
el encanto de las ideas liberales europeas y las costumbres patriarcales, y el ascenso económico
heredados de la oligarquía liberal cafetalera.
Por su parte, las primeras expresiones poéticas, de carácter oficial, que surgieron en Costa Rica hacia
finales del siglo XIX correspondían a una colección de dos tomos conocida como Lira Costarricense,
editada y publicada por Máximo Fernández. Como se aprecia en el prólogo del primer tomo, el objetivo
fundamental de esta primera compilación de poetas consistía en demostrar al público extranjero el
impacto cultural que, de acuerdo con la élite oligárquica-liberal, debía tener la sociedad costarricense
como parte de su imaginario de modernidad, civilización y prosperidad económica. Por este motivo,
Máximo Fernández, no desaprovechó la ocasión para afirmar lo siguiente:
No hace mucho tiempo que al hacerse referencia en una revista extranjera á los progresos de la literatura
centroamericana, se dijo que en Costa Rica no se cultivaba la poesía, sino únicamente el café
(Fernández, 1890).
No obstante, a raíz de la temática principalmente amorosa e introspectiva que expresaban estos textos,
dicha antología nunca llegó a constituir un texto emblemático de la poesía ni de la literatura nacional,
como sí fue el caso de otros países centroamericanos. De manera particular, aquella situación repercutió
negativamente en el olvido y en la poca valía que le otorgó la crítica literaria nacional, lo mismo que en su
eventual proceso de reedición, ya que no fue sino hasta un siglo después en 1990, cuando en un acto
estrictamente conmemorativo, se volvió a publicar este texto desde su primera edición.
A diferencia de la Lira Costarricense, uno de los géneros que sí tuvo una amplia repercusión en la
representación artístico-popular del campesino nacional correspondió a la llamada literatura de
costumbres, y muy específicamente al género de las «concherías», que fueron creadas por el poeta
Aquileo Echeverría. Como su nombre lo indica, dicho tipo de poesía giraba en torno a la figura del
«Concho», quien era considerado una especie de personificación del habla, las costumbres, la
gestualidad y de la visión práctica o cotidiana del sujeto rural campesino. Desde este punto de vista, bien
podríamos considerar que la representación artístico-popular del «Concho» constituyó el primer personaje
identitario creado por la literatura costarricense.
No obstante, más allá de una intención estrictamente estética, lúdica o incluso humorística en torno a la
figura del «Concho», también valdría pensar en la función ideológica que tenía este tipo de
representación, a fin de marcar una diferenciación social, prácticamente irreconciliable, pero al mismo
52
tiempo nostálgica entre el mundo rural campesino, vinculado a la oralidad, la tradición y el orden familiar-
religioso, y los nuevos valores y las prácticas liberales que comenzaba a experimentar la clase letrada
costarricense hacia principios del siglo xX.
• 53
Il. Sociedad y literatura en la primera mitad del siglo XX
[...] mientras los intelectuales escriben y escriben artículos con frases efectistas, cuyas metáforas y
adjetivos hacen sonreír con satisfacción a sus propios autores, los yanquis, sin escribir ni hablar más de lo
necesario, y sin importarles un comino cuanto los demás piensen de ellos, se cogen Panamá, compran
gobiernos mexicanos, dejan caer una pata en Santo Domingo y otra en Haití; invaden Nicaragua y
descansan el trasero en las Islas Vírgenes.
Carmen Lyra, sin título, 1927.
Sumario
Introduccion
1. Modernidad y literatura en la Costa Rica de principios del siglo xx
2. La Generación del Repertorio Americano
3. Marginalidad y realismo literario en las novelas El Moto e Hijas del
4. campo
5. Ironía, transgresión,desencanto y desmitificación: 1920-1930
6. Una literatura comprometida: la narrativa social del cuarenta y
7. cincuenta
8. El modernismo literario: hacia la formación de un discurso poético
costarricense
Objetivo general
Distinguir desde una perspectiva estética e ideológica el aporte crítico que cumplió la producción literaria
de la primera mitad del siglo xx en el proceso de construcción y deconstrucción de la identidad
costarricense.
Objetivos específicos
1. Identificar los principales mecanismos textuales y socio-discursivos que desempeñó la
Generación del Repertorio Americano, la década del 20-30 y la producción narrativa del 40-50 en
la representación ficcional de nuevas otredades, clases sociales y sujetos marginales de la
sociedad costarricense.
2. Relacionar los principales acontecimientos histórico-políticos que caracterizaron la sociedad
costarricense de la primera mitad del siglo xx con el desarrollo de la producción literaria inscrita
durante
3. este periodo.
4. Determinar las diferentes concepciones artístico-ideológicas que manifiesta la literatura de este
periodo con respecto al discurso de identidad nacional costarricense.
5. Identificar los principales exponentes y las características estéticas del modernismo literario, el
modernismo tardío y la vanguardia poética en el desarrollo de la poesía costarricense.
• 56 •
Modernidad y literatura en la Costa
Rica de principios del siglo XX
A diferencia de la imagen idílica que los escritores del Olimpo habían construido en torno a la sociedad
costarricense, la primera mitad del siglo XX fue testigo de una serie de acontecimientos, tanto locales
como internaciona-les, los cuales influyeron de manera significativa en las formas y contenidos
ideológicos que la literatura puso en práctica para representar la identidad nacional y cultural.
Por una parte, las intervenciones militares e imperialistas realizadas por Estados Unidos en América
Latina, el impacto de la Revolución Mexicana
(1910-1920), el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la Revolución Rusa (1917), la
dictadura de los hermanos Tinoco (1917-1919), el impacto económico y social después de la crisis de
1929, la huelga bananera de 1934, las consecuencias políticas y económicas de la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945), las reformas sociales de los cuarentas, y la Guerra civil de 1948, entre otros
acontecimientos, constituyeron el escenario histórico en el cual se desarrollaron nuevas problemáticas y
discursos artísticos para cuestionar, desmitificar e interpretar las grandes transformaciones que se
estaban produciendo en aquel periodo.
Por otra parte, debemos recordar que el proceso de modernización llevado a cabo desde mediados del
siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX produjo, al interior del espacio urbano, un acelerado
crecimiento económico, el cual se reflejó en la creación de instituciones sociales, prácticas culturales y
una intensa actividad comercial. No obstante, al mismo tiempo que se percibía una atmósfera de progreso
y cambio cultural, la sociedad costarricense manifestaba las primeras señales de crisis, desigualdad y
marginalidad social.
El historiador Juan José Marín Hernández aclara el tema:
De 1850 en adelante, San José presentó un paisaje más urbano, gracias a la apertura de teatros, hoteles,
restaurantes, locales comerciales y ta-lleres. Esta diversificación aceleró la segmentación del espacio
social y económico de la nueva «urbe». Hacia fines del siglo XIX, las áreas peri-féricas, en especial el sur
y el noroeste de la ciudad, continuaban siendo habitadas por sectores populares, pero ahora en peores
condiciones de hacinamiento. La marginalización y la desigualdad social crecieron junto con la
infraestructura comercial y los barrios populares: entre tiendas, almacenes y negocios, había hosterías,
burdeles y cantinas, con sus clientelas de prostitutas, obreros y jornaleros (2005: p. 54).
• 57 •
literarios en los cuales se aprecia las transformaciones sociales anteriormente comentadas
es el cuento «La propia», escrito por Magón en
1919. Este relato permite observar la manera en que los cambios económicos derivados de la modernidad
capitalista de principios del siglo XX
alteran la imagen idílica del campesino nacional, tradicionalmente asociada a la idea de propiedad
privada, el orden patriarcal y al espacio domésti-co-familiar. En su lugar, la segunda parte de este cuento
elabora un tipo de representación en el que la figura del campesino constituye una clase social en
proceso de degradación, proletarización y corrupción moral debido a la caída de los precios de café.
En el contexto de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el proyecto nacionalista que lideraba la
Generación del Olimpo pronto fue cuestionado a raiz del surgimiento de una mayor conciencia y
sensibilidad crítica en torno a las transformaciones sociales que se estaban produciendo en la sociedad
costarricense.
El auge de las luchas y agrupaciones gremiales, el fenómeno de la migración campo-ciudad, el aumento
de la pobreza y otras formas de exclusión social, unidas a las tensiones ideológicas que se debatían entre
el proyecto de Estado-nación y el nuevo orden capitalista internacional constituyeron las principales
causas que modificarían aquella imagen aldeana y pacífica propuesta en algunos textos literarios de
Magón, Aquileo Echeverría, Ricardo Fernánder Guardia y Carlos Gagini. En su lugar, las condiciones
sociales y económicas emergentes dieron origen a un tipo de literatura y una nueva promoción de
escritores caracterizada por un mayor sentido crítico y más conciencia social.
En el ámbito literario e intelectual, tres momentos en la historia de la litera-tura, con sus respectivas
variaciones, configuraron una posición crítica frente a la sociedad y la identidad costarricense de la
primera mitad del siglo XX: la Generación del Repertorio Americano, la década de 1920 y 1930 y la
narrativa social del 40 y 50. Como leeremos en este capítulo, la producción literaria desarrollada durante
estos periodos daría paso a la elaboración de otros sujetos, corrientes estéticas y temáticas sociales.
De acuerdo con Álvaro
Quesada, los principales integrantes de dicha generación fueron los siguientes: Roberto
Brenes Mesén (1874-
1947), Rafael Angel
Troyo (1875-1910), José
María Zeledón (1877-
1949), Daniel Ureña
(1876-1932), Lisímaco
Chavarría (1873-1913),
Joaquín García Monge
(1881-1958), Carmen
Lyra (1888-1949), Omar
Dengo (1888-1928), Luis
Dobles Segreda (1889-
1957) y Mario Sancho
(1889-1948).
• 58 •
B. La Generación del Repertorio Americano
Luego de comprender la significancia del Olimpo literario en la formación de la literatura nacional, el grupo
de intelectuales encargado de fundar una interpretación mucho más realista y crítica de la sociedad
costarricense es conocido por el nombre de Generación del Repertorio Americano. El motivo de tal
denominación se debió a la labor editorial realizada por Joaquín Garcia Monge con la creación de una
famosa revista llamada Repertorio Americano.
Esta revista inició en 1919 y finalizó en 1958, cuando falleció don Joaquín.
La relevancia literaria y cultural de la revista no solo fue determinante en la formación artística e
intelectual costarricense, sino que trascendió las fronteras nacionales debido a la publicación de una
innumerable cantidad de artículos que exponían el pensamiento hispanoamericano desarrollado durante
la primera mitad del siglo XX. Prueba de ello se constata en la pluralidad ideológica que manifestaban sus
artículos y textos literarios tales como el idealismo de Rodó, el anarquismo, la masonería, el espiritualismo
filosófico, el socialismo cristiano de Tolstoi, el modernismo literario y el sentimiento
antiimperialista estadounidense que durante esos años expresaba la gran mayoría de la intelectualidad
hispanoamericana.
Más que un proyecto estético en común o la identificación de un grupo específico de escritores y
escritoras, la llamada Generación del Repertorio
Americano correspondió a un momento intelectual cuyo rasgo más destacado radicaba en su actitud
crítica y sensibilidad social frente a los cambios económicos e ideológicos que vivían las sociedades
latinoamericanas, y el contexto costarricense en particular, ante el clima de modernidad y desigualdad
ocurrido durante las tres primeras décadas del siglo XX.
Desde el punto de vista literario, las características más sobresalientes de aquel periodo deben analizarse
en contraposición con el modelo oficial de la identidad nacional elaborado por la Generación del Olimpo.
En otras palabras, nos encontramos ante la formación de un nuevo modelo artístico e intelectual que se
alejaba de las descripciones idílicas y costumbristas de finales del siglo
XIX, con el propósito de exponer una imagen mucho más conflictiva de la identidad nacional. Por este
motivo, los textos literarios y ensayísticos de una buena parte de este grupo dieron origen a la
representación ficcional de los primeros personajes marginales de la sociedad costarricense. Analicemos
esta última afirmación a partir de dos textos de Joaquín García Monge.
II
Para ampliar acerca de la importancia de la revista
Repertorio Americano, véase la última parte de la entrevista realizada al filósofo
Arnoldo Mora en el capítulo
«La generación del 40-50», del programa Identidades, mediante el siguiente código QR:
C. Marginalidad y realismo literario en las novelas El Moto e Hijas del campo
Con apenas 19 años de edad, sorprende la madurez artística de Joaquín García Monge para captar, en
dos de sus novelas, los cambios sociales que experimentaba la sociedad costarricense entre finales del
siglo XIX y principios del siglo XX. Como hemos mencionado en el inicio de este capítulo, la tendencia
socio-realista inaugurada por este escritor no puede desvincularse de los fenómenos de proletarización y
exclusión social que acompañan el proyecto de modernización de la ciudad capital.
Los primeros personajes marginales de la narrativa nacional aparecen en dos textos de Joaquín García
Monge: El Moto e Hijas del campo. Publicadas en 1900, ambas novelas marcan un momento de
transición entre el modelo costumbrista y la tendencia socio-realista de la literatura nacional. Considerada
por la crítica literaria de su tiempo como la primera novela costarricense, el texto El Moto cuestiona los
ideales oligárquico-patriarcales que fundamentaban el proyecto de invención de la nación.
Para ampliar el conocimiento acerca de la historia y crítica social que plantea este texto, consúltese el
programa radial Personajes y Paisajes de la Literatura
Costarricense: El Moto, producido por la UNED, mediante el siguiente código QR:
• 59
Moto: «Dicho de una persona o de un animal que se ha quedado huérfana de madre o de padre o de
ambos» (DRAE,
2001).
La historia trágica de este campesino, apodado «el Moto», gira en torno a la decepción amorosa que sufre
ese personaje cuando, al cabo de un periodo de convalecencia causado por un accidente, se entera de
que Cundila, su preciado amor juvenil, había sido dada en matrimonio a un rico y poderoso gamo-nal.
Como era de esperarse, esta situación le provoca una honda tristeza, la cual le impulsa a marcharse
definitivamente de su pueblo.
De manera conjunta con el motivo trágico-amoroso en que se fundamenta la novela, el texto de Joaquín
García Monge expresa una situación de desigualdad ante el poder social y económico de los gamonales,
dejándole entrever al lector las condiciones de desamparo y vulnerabilidad del campesino nacio-nal.
Como señala Jorge Valdeperas:
Cuando se enfoca la obra de García Monge [...] usualmente se resalta de ella el elemento pintoresquista,
que indudablemente se halla presente, en detrimento de otros más importantes quizá que aquel, como
son los relativos a su crítica de los valores religioso-supersticiosos del campesino tico y a la puesta en
evidencia del trasfondo mezquino y filisteo de la sociedad de «gamonales» (1991, p. 32; el destacado es
nuestro).
El conjunto de valores, prácticas culturales e instituciones sociales que intervienen en el mundo social de
este relato (la religión, el poder político y el patriarcalismo) son convertidos en el texto en elementos
amenazantes que causan la exclusión social del campesino. No por casualidad, el sentido de orfandad y
destierro que sufre el Moto en el capítulo final de esta novela no solo expone por primera vez en la
literatura costarricense la temática trágico amorosa en la figura triste y moribunda de un campesino
(téngase presente que este tema había sido utilizado por la Generación del Olimpo para representar a
personajes pertenecientes a la burguesía capitalina): también manifiesta el conflicto de clases entre el
sujeto social campesino y la oligarquía patriarcal, representada esta última en la figura del gamonal.
A manera de ejemplo, léase el siguiente extracto de la novela, en el que José Blas -«el Moto»-, después
de percatarse del matrimonio ocurrido entre su
de marcharse del pueblo:
prometida y su padrino Sebastián, un acaudalado gamonal, toma la decisión
- No hay más que resignarse, hijo. El Moto no replicó: un profundo lentamente.
sollozo salió de su pecho, quedóse inmóvil un instante y luego se alejó
- ¿Dónde vas? -le preguntó don Yanuario.
• 60 •
las Salinas... al fin del mundo... pa no volver! Adiós padre! Y la campana con su alegre repiqueteo
parecería responder al último ¡adiós! del Moto, el cual, claudicando de la pierna derecha partió al ocaso,
sin rumbo, sin volver la cabeza: iba abrigado en las sombras de la noche,
1984: p. 226; el destacado es nuestro).
por entre la red de veredas, al través de potreros y cercados (García,
Como se infiere de la cita anterior, el sentimiento de auto-exilio que confiesa José Blas al padre don
Yanuario evidencia el desenlace trágico de esta novela, al mismo tiempo que inaugura el primer
desplazamiento hacia la periferia por parte de un personaje de la literatura costarricense. Como veremos
en otros capítulos de este ensayo, ese tipo de desplazamientos constituye un recurso narrativo para
representar la condición de marginalidad de muchos otros personajes.
Al igual que El Moto, la novela Hijas del campo (1900) es uno de los textos emblemáticos del realismo
literario y de la nueva sensibilidad social que caracteriza la literatura del periodo. Inmersa en el contexto
capitalino de principios de siglo XX, la novela introduce en la literatura costarricense el tema de la
explotación y degradación moral que sufre la clase social campesina ante el fenómeno de migración
ocurrido entre el campo y la ciudad. Afirma el historiador Juan José Marín Hernández:
La denuncia social se perfila claramente en la novelística de Joaquín
García, quien en 1900 publicó una obra que hoy es un clásico de la literatura costarricense: Hijas del
campo. En este libro, se describe la tragedia que significaba para muchas campesinas el paso del campo
a la ciudad y el tránsito del servicio doméstico a la perdición y a la corrupción de sus costumbres. La
novela opone la vida del campo, vista como sana y ho-nesta, a la urbana, que es descrita como lujuriosa y
corrupta (2005: p. 77).
Sibien la oposicion entre elespacio citadino yelcampo en Hijas del campo guar
da cierta relación temática con las producciones narrativas de la Generación del
Olimpo, conviene especificar que los nuevos sujetos sociales desde los que esta novela cuestiona las
costumbres y los vicios del entorno social capitalino se encuentran identificados con la marginalidad y la
explotación social.
En este sentido, Hijas del campo es uno de los primeros textos de la literatura nacional que confronta el
modo de vida campesino con la actitud libertina y modernizadora de la ciudad, la cual es percibida como
un espacio de degradación y corrupción moral. Como se verá en otras producciones narrativas y Periodos
de la literatura costarricense, el espacio urbano, caracterizado por el Caos, el extrañamiento y la
cosificación de las relaciones humanas, será uno de los temas más utilizados para representar las
contradiciones sociales y económicas de la sociedad costarricense.
Sociedad y literatura en la primera mitad del siglo XX
II
• 61 •
manera de ejemplo, cabe destacar el giro ideológico que realizó
Carlos Gagini -uno de los principales
fundadores del nacionalismo literario de finales del siglo XIX-con la publicación de la novela La caída del
águila, publicada en
1920. En esta obra, basada en el género de ciencia ficción, Gagini plantea una visión crítica y
antiimperialista frente a los intereses político-militares que
Estados Unidos quería imponer en la región centroamericana.
Sobre Max Jiménez.
Para ampliar este tema, véase la entrevista realizada por
Sonia Jones al profesor Gabriel Baltodano, en el capítulo «Max Jiménez: vida, obra y vanguardia» del
programa Identidades, producido por la
UNED, mediante el siguiente código QR:
D. Ironía, transgresión, desencanto y desmitificación: 1920-1930
Los efectos económicos ocasionados por la Primera Guerra Mundial (1914-
1918), la crisis del capitalismo mundial (1929), el estallido de la Guerra Civil Española (1936), la
consolidación político-hegemónica de los Estados Unidos y del comunismo soviético (Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS), y el surgimiento de fervientes ideologías nacionalistas
(nacional socialismo y franquismo español) constituyen algunos de los principales acontecimientos que
producirían, alrededor de los años veinte y treinta, el inicio de un desencanto ideológico con respecto a
las instituciones y valores heredados de la modernidad liberal de finales del siglo XIX y principios del siglo
XX. En otras palabras, aquellos principios que parecían inamovibles en el pensamiento oc-cidental, tales
como la creencia en la libertad humana, la razón, la ciencia y el progreso, daban paso a una época de
incertidumbre y profundo cuestionamiento filosófico.
Al igual que otros contextos latinoamericanos, la sociedad costarricense de ese periodo sufrió importantes
transformaciones, las cuales revelarían una ruptura con el modelo del Estado nación liberal forjado en la
mitad del siglo XIX. El malestar social de muchos sectores y organizaciones sociales, el surgimiento de
nuevas expresiones políticas e ideológicas, así como el clima antiimperialista que se estaba desarrollando
en América Latina demandaban la concepción de un nuevo orden social. En el ámbito literario, dichas
transformaciones plantearon un cambio significativo en referencia a las formas de representación de la
identidad y la realidad social costarricense.
Aunque muchos de los autores pertenecientes al Repertorio Americano habían comenzado a cuestionar
el sistema de valores e instituciones sociales creadas por el Olimpo y la ideología liberal, la producción
literaria de esta generación profundizó en su afán de desmitificar algunos de los recursos narrativos
elaborados por el Olimpo literario y el modelo social-realista de principios del siglo xx.
Para ilustrar, de manera general, algunas de las principales tendencias estéticas que caracterizan ese
momento de la literatura nacional, nos referiremos, de seguido, al aporte cultural y literario de Max
Jiménez Huete (1900-1947) Y Carmen Lyra (1888-1949).
• 62
Max Jiménez: vanguardia y desmitificación en la literatura costarricense
Como pudo apreciar en lax emine fue ada a ebre Batodano, la asta
produción attistia de ei lo a se caracter poente auestonador. Por ciedad de ese momento debido a su
carácter polémico y cuestionador. Por esa razón, muchas de sus obras fueron silenciadas e
incomprendidas durante muchos años por parte de la crítica literaria de nuestro país.
Sin embargo, a la luz de recientes investigaciones, la narrativa de Max liménez. ha sido interpretada a raíz
del carácter transgresor y vanguardista de sus textos al cuestionar el imaginario nacional. Dado que este
tipo de escritura implicó una particular forma de representar el modelo convencional u oficialista de la
identidad costarricense, bien se puede afirmar que la principal actitud estética que caracteriza a Jiménez
corresponde al término desmitifi-cación. Pero ¿qué significa esta palabra?
El concepto de desmitificación comprende un tipo de discurso que subvierte, desde un punto de vista
artístico, los valores y las representaciones sobre los cuales una determinada sociedad tiende a
reconocer como elementos propios o característicos de su identidad o mismidad cultural. Como la
desmitificación pone en entredicho los mitos o creencias de un determinado grupo o comunidad social,
esta se convierte en una gran amenaza para el poder y el control político, debido a la capacidad de
desestabilizar los fundamentos ideológicos que una colectividad o nación considera incuestionables e
inalterables.
Con el fin de demostrar la implicación de este concepto en la obra literaria de Max Jiménez, analicemos
uno de sus textos, titulado «Con el Mosco», incluido en una serie de relatos conocida como El jaúl (1937).
2. «Con el Mosco»: la otra cara del campesino nacional
Ubicado en el pueblo de San Luis de los Jaúles, el conjunto de relatos que abarca este texto gira en torno
al nombre de un árbol conocido como el jarl.
Por este motivo, bien valdría la pena detenernos por un momento en el significado de este término y su
relación con los acontecimientos y personajes narrados en la obra. Como señala Baltodano, el título
principal de este texto funciona como una metáfora a partir de la cual se deja entrever la intención
desmitificadora que realiza Max Jiménez para cuestionar la imagen convencional de la identidad y
sociedad costarricense. En palabras de este mismo investigador para el programa Identidades:
Il Sociedad y literatura en la primera mitad del siglo XX
II
Para un mejor acercamiento hacia los relatos que integran este texto y su respectiva
importancia en la literatura costarricense, consúltese el programa radial Personajes y
Paisajes de la Literatura
Costarricense: El jaúl, dirigido por Sonia Jones y producido por la UNED, mediante el siguiente código
QR:
• 63 *
el costarricense, como raza, [...] como etnia, como comunidad, es similar a un jaúl. Y esto quiere decir
algo bastante malo, porque el jaúl, según lo retrata Max Jiménez, es un árbol que no se logra adaptar a su
medio. Es una especie exógena, una especie extranjera, mal adaptada [...] lo que ahí es una imagen de
una sociedad que dentro del concepto que propone Max Jiménez es producto de la fortaleza española, de
la violencia española en América, y que no logra acomodarse, no logra crecer como se debería en este
entorno. Incluso es una sociedad que en su relación con la naturaleza tiene graves problemas, la
naturaleza lo desprecia porque no es su hijo directo. Su hijo directo es el indígena que ha estado allí a
través del tiempo (UNED, 2010k; el destacado es nuestro).
Los rasgos de inadaptabilidad y malestar que expresa la metáfora del árbol de jaúl y su relación con la
sociedad costarricense se encuentran presentes en las temáticas, paisajes y personajes que componen
este texto, en que la violencia, el poder, la sexualidad, el vicio, la corrupción moral y la transgresión
plantean una visión desmitificadora respecto del conjunto representaciones que utilizaba la literatura y el
discurso de identidad nacional para referirse al carácter pacífico, trabajador y patriótico del «labriego
sencillo».
En el cuento «Con el Mosco», el discurso de desmitificación se realiza mediante la inversión de tres
representaciones culturales altamente significativas en el imaginario nacional de la sociedad
costarricense: el orden familiar patriarcal, el concepto de maternidad y el carácter pacífico del campesino
nacional.
En primer lugar, en relación con el orden familiar, el texto trasgrede el principio de monogamia e
institución matrimonial al referirse al tipo de convivencia del Mosco con tres mujeres hermanas. Este
aspecto se constata en varios
Según el Diccionario de la Real Academia,
pasajes en los cuales se alude a la relación de poligamia que mantiene este
personaje literario.
el término monogamia se define como el régimen familiar que
Petra, Tina y Dulcerina vivían en el mismo rancho del Mosco, al lado
prohíbe la pluralidad de esposas. Por
de Quebrada Honda [...] Por esa forma de vida se escandalizó el pueblo;
su parte, la palabra
el Mosco vivía con las tres hermanas (iménez en Flores, 2021: pp. 99-100).
la estructura familiar
poligamia alude a Si bien el tipo de convivencia del Mosco es cuestionado por las autoridades
basada en más de una
relación.
del pueblo, la descripción de este personaje se presenta como la figura de un hombre valiente, violento e
indiferente ante el orden público o la opinión social. Asimismo, resulta importante resaltar la tensión que
manifiestan las tres hermanas en cuanto a la vida sexual que ellas mantienen con este perso-naje. De
manera particular, este aspecto se expresa en el reclamo que le realiza Petra a Tina al percatarse de la
predilección sexual que siente el Mosco por la segunda. Este pasaje es doblemente significativo en tanto
representa el
• 64
motivo principal a partir de cual se genera el acto de venganza cometido por Petra, al mismo tiempo que
permite observar el carácter transgresivo que realiza Max liménez al presentar un tema tabú para la
sociedad costarricense de aquellos años: la sexualidad femenina. En este sentido, tampoco se puede
dejar de señalar la temática del aborto, la cual es abordada de manera polémica en el siguiente extracto:
—Vos sí que sos mujer mala. Vos tenés sólo a Graciela porque enterraste a las otras chiquillas, aquí
mismo en el rancho. De noche me parece ver que los huesitos salen dando brincos. Hasta me da miedo
estar aquí y estar pasando por encima de los pobrecitos. Vos decías que nacían muertos, pero es
mentira. Bien que lloraban. Vos los ahogabas
(Jiménez en Flores, 2021: p. 100; el destacado es nuestro).
Tal como se evidencia en las citas anteriores, el texto «Con el Mosco» plantea una inversión del
imaginario de la familia patriarcal campesina y muestra, por el contrario, varias temáticas profundamente
realistas vinculadas al ámbito de la sexualidad, el incesto y la violencia, diferenciándose así de la
propuesta costumbrista e idílica formulada por varios autores de la Generación del Olimpo y la del
Repertorio Americano.
En segundo lugar, la figura del campesino es retratada en el relato a partir de su conducta machista, su
irreverencia frente al poder político y civil, así como su gusto por la bebida. Dichos atributos adquieren un
sentido de desmitificación en tanto plantean una imagen grotesca con respecto a la noción tradicional,
pacífica y trabajadora que generalmente se le asignen al labriego sencillo. De manera específica, dicha
desmitificación en torno al campesino nacional se puede evidenciar en los siguientes pasajes:
El Mosco era un peón magnifico, una especie de bestia que volcaba mon-taña. Y cuando había
acumulado unos realitos iba a bebérselos en guaro.
Pera era buen compañero, porque se los bebía con las tres (liménez en Flores, 2021: p. 101).
[...]
El pueblo advirtió el poder de la furia de aquel volcador de cedros y jaúles, curtido entre el lodo y la lluvia,
que sabía aguantar el hambre días y días, y que se bebía el guaro por litros, como agua (Jiménez en
Flores, 2021: p. 102).
En tercer lugar, la concepción tradicional de la maternidad, como agente de cuido y crianza de los hijos,
es radicalmente contrapuesta en uno de los pasajes más violentos y dramáticos de este relato. Este
acontecimiento ocurre cuando Petra decide vengarse del Mosco debido a la indiferencia sexual que esta
recibía por parte de su compañero. Para lograr este objetivo, Petra simula
1. Sociedad y literatura en la primera mitad del siglo XX
II
• 65 g
• 66 •
una violación contra su propia hija con el fin de culpabilizar al Mosco ante la autoridad civil del pueblo.
La Petra no resistió más, Llamó a su chiquilla, a su hija Graciela. Se la llevó lejos, donde no pudieran oír
sus gritos; de un empujón la tiró al suelo, le abrió las piernecillas flacas y costrosas y le hundió un cuchillo.
y aleccionó bien a la chiquilla, dándole golpes, sobre lo que tenía que decir ante el Político. El Pueblo
seguía a la Petra, que llevaba a su hijita casi arrastrando de la mano, con el bracito retorcido y dejando en
el camino gotas de sangre que caían del sexo herido (Jiménez en Flores, 2021: p. 101).
Como se aprecia en la cita anterior, la imagen de la maternidad campesina es sustituida en este texto por
el deseo e interés personal que persigue Petra en sentirse una mujer deseada por el Mosco, invirtiendo
así la noción de maternidad construida por el orden patriarcal.
Finalmente, uno de los aspectos más controversiales de este relato obedece al! momento cuando el
Mosco y la autoridad civil descubren la mentira y el abuso cometido por Petra a su propia hija. Este
acontecimiento enciende la ira del pueblo, que no duda en perseguirla para amedrentarla y lanzarle
piedras.
A partir de lo anterior, bien cabe la pena recordar que el nombre de Petra, en latín, significa piedra: «La
Petra salió huyendo, sosteniéndose la panza, dando alaridos, cayendo sobre el barro. Las pedradas le
llovían, hasta que llegó al caminillo del rancho, casi sin sentido» (Jiménez en Flores, 2021: p. 102). No
obs-tante, precisamente el Mosco interviene en la defensa de Petra, aludiendo a la vulnerabilidad que
presentaba el personaje ante la furia y el castigo desmedido del pueblo.
Allí estaba el Mosco, pálido, furibundo, con un gran cuchillo en la mano, gritando: al que se atreva
acercarse lo mato, como mato a los perros cuando escasea la comida en el monte. Cochinos, ¿no ven
que es una mujer, no ven que está sola? Pendejos, no ven que es mía... Las tres son mías (Jiménez en
Flores, 2021: p. 102).
Como se infiere de la cita anterior, este pequeño extracto plantea cierta similitud narrativa con uno de los
pasajes bíblicos en los cuales se describe el acto de lapidación que arremete una multitud en contra de
una mujer adúltera y en el cual Jesucristo sale en su defensa.
Cuando he aquí que los escribas y fariseos traen a una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en
medio, dijeron a Jesús, Maestro, esta mujer acaba de ser sorprendida en adulterio. Moisés en la ley nos
tiene mandado apedrear a las tales. Tú ¿qué dices a esto? Lo cual preguntaban para tentarle y poder
acusarle. Pero Jesús como desentendiéndose, inclinóse hacia el suelo, y con el dedo escribía en la tierra.
Mas como porfiasen ellos en

66
preguntarle, se enderezó, y les dijo: el que de vosotros se halla sin pecado, tire contra ella el primero la
piedra (Evangelio según San Juan; 8, 1-11).
Evidentemente, la relación implícita con este pasaje bíblico no significa que como lectores debamos
pensar que el personaje «El Mosco» es una especie de Cristo de San Juan de los Jaúles. Contrario a esta
interpretación, el breve fragmento narrativo -conocido con el nombre de intertexto- permite comprender la
posibilidad que tiene la literatura en ampliar sus múltiples signi-
saber y la tradición cultural.
ficados gracias a su referencia con otros textos fuertemente enraizados en e
Con base en los tres aspectos anteriormente señalados (imagen pacífica del campesino nacional,
institución matrimonial, maternidad y la referencia implícita al pasaje bíblico), el texto «Con el Mosco»
constituye un claro ejemplo acerca de la capacidad estética e ideológica que posee el discurso literario en
desmitificar las representaciones y concepciones oficiales de la identidad nacional costarricense.
3. La otra Carmen Lyra: la maestra de la generación del 40 y 50
Probablemente, en el transcurso de su vida escolar, usted tuvo la oportunidad de escuchar algunos
cuentos infantiles en los cuales se narraban las aventuras de Tío Conejo o Tío Coyote. En caso de
reconocer a estos personajes, sabrá entonces de un famoso libro llamado Los cuentos de mi Tía Panchita
(1920), escrito por Carmen Lyra. Sin embargo, cuando se habla de la importancia de esta escritora en la
literatura y en la vida política de nuestro país, sería un grave error limitar su diversa producción literaria al
género infantil o folclórico costarricense.
Si bien el realismo literario de Joaquín García Monge y parte de la Generación del Repertorio Americano
mostraban en sus textos una mayor actitud crítica hacia ciertas problemáticas y sujetos marginales de la
sociedad costarricen-se, la producción narrativa y ensayística de María Isabel Carvajal (verdadero nombre
de Carmen Lyra) implicó, además, el desarrollo de una concepción testimonial y política de la literatura.
Por ese motivo, el análisis de su obra constituye un punto obligado de referencia para comprender la
función social que cumplió la literatura costarricense en una de las coyunturas políticas y económicas más
significativas de la primera mitad del siglo xX.
Con el fin de explicar algunas de las características más relevantes en torno a la concepción testimonial y
de denuncia social que introduce Carmen Lyra en la literatura de este periodo, nos referiremos a
continuación al texto
Bananos y hombres, publicado en 1931.
1. Sociedad y lieratura en la primera mitad del siglo XX
II
Acerca de Carmen
Lyra. Para ampliar el tema, véase la entrevista realizada por Sonia Jones al escritor
Alfonso Chase, en el capítulo «La otra
Carmen Lyra» del programa Identidades, producido por la
UNED, mediante el siguiente código QR:
• 67 *
4. Bananos y hombres: la literatura como denuncia social
A diferencia de otros textos y escritores que restringían los problemas de la desigualdad social a ciertas
zonas específicas del Valle Central o mediante la oposición campo-ciudad, Carmen Lyra propone una
nueva forma de relatar la marginalidad a partir del contexto de la zona caribeña y, muy parti-cularmente, a
partir del tema de la explotación y la indiferencia humana que caracterizaba el entorno de las fincas de la
United Fruit Company (UFCO).
Explican las investigadoras Rojas y Ovares:
Bananos y hombres tiene la peculiaridad de ser uno de los primeros textos en tratar el tema bananero.
Consta de cuatro relatos: Estefanía, Nochebuena, Niños y Río arriba. En ellos aparece el personaje
colectivo, símbolo del destino de un sector social, como es el caso de la mujer de la zona bananera. En
ellos el narrador advierte problemas como las enfer-medades, la prostitución o la ignorancia; los
personajes, más que como seres individuales, interesan como grupo social, prototipos de un sector
marginado (1995: p.78).
El carácter testimonial y de denuncia social que expresa esta obra se refleja en las propias valoraciones
que expresa la voz autoral de Carmen Lyra ante las situaciones de desigualdad, explotación e injusticia
social presentes en sus temáticas y personajes. Así, por ejemplo, en el texto Bananos y hombres, este
tipo de discurso se aprecia en los breves pasajes que anteceden o cierran cada uno de los relatos.
Cuadro 2.1
Ironía y denuncia social en «Bananos y hombres», de Carmen Lyra
Fuente: Mondol, Mijail (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
El sentido de ironía y de denuncia social que expresan las citas anteriores transciende una intención
estrictamente literaria, con el fin de expresar la posición
68
politica e ideológica presente en la vor, narrativa y autoral de Carmen Lyra. Asi, pues, más allá de una
intención descriptiva o sentimental en torno a la situación de marginalidad e injusticia social, la finalidad
comunicativa de este tipo de relatos radica en generar en el lector una actitud crítica y de conciencia
social.
Desde un punto de vista formal, sobresale que el discurso narrativo de Lyra aplica otras estrategias y
géneros narrativos, tales como el realismo y el naturalismo literario para generar un mayor efecto de
verosimilitud y referen-cialidad con respecto a la problemática social de las bananeras. De manera
específica, ese tipo de estrategia se aprecia en la manera en que la voz narrativa describe la situación de
vulnerabilidad de sus personajes, produciendo, entonces, un sentimiento de empatía y justicia social por
parte del lector.
Por ejemplo, en el relato titulado «Estefanía», se cuenta la historia de una mujer cuyo destino la lleva a
convivir con diferentes hombres de la zona ba-nanera. Luego de narrar las distintas historias de abuso y
explotación que sufre este personaje, el texto enfoca de manera dramática la situación de desamparo e
indiferencia en la que cae Estefanía, quien luego de contraer una enfermedad, muere olvidada en un lugar
costero del país.
En referencia a lo anterior, léanse con detenimiento las siguientes citas textuales en las cuales se
evidencia el sentimiento de injusticia social que la voz narrativa expresa para dar cuenta de la situación de
vulnerabilidad que caracteriza al personaje:
¿Cómo llegó a las fincas de bananos de las vegas del Reventazón y del Parismina? La vida la trajo
rodando desde el Guanacaste. Creo que en Santa Cruz, el juez que más tarde llegó a ser un honorable
magistrado de la Corte de Justicia, le hizo un chiquillo cuando ella apenas entraba en la adolescencia.[...]
Luego otro, ella ni recordaba bien el nombre, la dejó embarazada y siguió rodando, rodando... nació una
niña. Era como esos pedazos de palo que van en la corriente de los ríos. La vida la depositó con todo y
chiquilla en una finca de bananos de la región del Atlántico
(Lyra en Flores, 2021: p. 107).
[...]
En una ocasión se metió a vivir con un hondureño y se fue con él a una finca en donde sólo admitían
hombres solos. [...] La muchacha era la única mujer que allí había. Una noche se convinieron los
nicaragüenses y asaltaron la casa del hondureño, para quitarle la mujer. Lo apuñalearon e hicieron lo que
gana les dio con ella. No se sabe cómo no salieron de la chiquita que entonces tendría unos tres años
(Lyra en Flores, 2021: p. 108).
Como se aprecia en otros relatos de Carmen Lyra, la temática del abando-no, la explotación y la
desigualdad social no solo corresponde a las zonas
. Sociedad y literatura en la primera mitad del siglo XX
II
La transcripción completa de «Estefanía» se encuentra disponible en la Antología de literatura
costarricense
(EUNED, 2021), elaborada por Ana Cristina Flores Monge, la cual forma parte de la unidad didáctica
modular de esta asignatura.
69
bananeras La producción narrativa y ensayisticon de la escritora costaricos abarco mas hap rotas
situaciones relacionadas con la taicia a discapacid abara anhas -expuestas de manera ficciona en su
única novela En un sitica, la fanatia ex)- ast como la explotación laboral y el maltrato que sate la mujer en
el entorno doméstico costarricense.
Uno de estos casos corresponde al texto «Ramona, la mujer de la brasa, &. cuto de estos es nombre de «
¿Qué habrá sido de ella?». Este relato nara. hitoria de una mujet, madre, esposa y ama de casa, quien
sufre una sepe. de maltratos por parte de su propio entorno familiar. Al gual que el tendo «Estefanía», la
historia de Ramona es expuesta como un caso ejemplar que representa las condiciones de explotación e
indiferencia que vive la muya en la sociedad costarricense. A diferencia del carácter deshumanizante que
Carmen Lyra atribuye a las condiciones sociales y laborales generadas por la United Fruit Company en
las fincas bananeras, este texto, en particular, exPlora la temática de la desigualdad de género, la
indiferencia y la cosificación que sufre la mujer dentro de su propio espacio familiar.
5. Entre el testimonio y la ficción literaria
De manera conjunta con el carácter político y de denuncia social anterio-mente referido, otra de las
características que presenta el discurso literario de Carmen Lyra consiste en la intención ejemplarizante
que rodea a cada uno de sus protagonistas. Quiere decir que los personajes desarrollados por la autora
actúan como entidades ficcionales o individuales, a la vez que representan una clase social o un sujeto
colectivo determinado.
Con el fin de ejemplificar este último aspecto, léanse con detenimiento los siguientes extractos, en los
cuales se evidencia la importancia para la voz narrativa el hecho de exponer ciertas circunstancias
adversas en la vida de los personajes y dar cuenta al lector de las diversas problemáticas sociales
relacionadas con la vulnerabilidad y explotación que sufre la mujer por su condición social y de género.
¿Cómo habría sido la mujer que llevó este nombre? Y una fila de siluetas femeninas como las que uno
encuentra por esas playas o en las fincas de banano comenzó a desfilar por la imaginación, figuras palias
marchitas, tostadas por el sol .... Estefanía R... Una de las tantas mue reseste han pasado por las fincas
de banano (Lyra en Flores, 021 .0
el destacado es nuestro).
Se llamaba Ramona, como se llaman muchas de esas mujeres del pue-Dio que uno se encuentra a
menudo en el camino. .. As pues en.
70
criatura se llamaba Ramona y era una de las tantas sombras heroicas que pasan por esta vida
soportando casi en silencio el peso de la
Santa Pobreza (Lyra en Flores, 2021: p. 110; el destacado es nuestro).
Tal como se muestra en los pasajes anteriores, la manera en que la narración se refiere a Estefanía y
Ramona no se limita a contar la historia particular de las dos mujeres. Ambos personajes funcionan en el
relato como dos casos ejemplarizantes con los cuales el texto enmarca la situación social de muchas
otras mujeres.
Finalmente, otro de los rasgos predominantes en esos relatos consiste en el carácter testimonial en que
se presenta la voz narrativa. Este aspecto se evidencia en el grado de cercanía y conocimiento que
expresa el narrador cuando alude a los personajes, espacios o acontecimientos referidos. A manera de
ejemplo, nótese en la siguiente cita la manera en que el narrador da cuenta al lector acerca de los lugares
en los cuales vio al personaje Estefanía:
En la finca en donde la conocí de cocinera era fiel al hijo del dueño como un perro. [...] La vi la última vez
a su regreso del hospital, en uno de los trenes de los ramales que salen de Siquirres (Lyra en Flores,
2021: pp. 108-
109; el destacado es nuestro).
Mediante las frases «En la finca en donde la conocí» o «La vi la última vez», la voz narrativa no se limita a
describir el personaje desde un punto de vista ficcional, sino que permite crear un efecto de verosimilitud y
referencialidad cuya función principal consiste en garantizar al lector la veracidad e historicidad de los
acontecimientos narrados en el texto literario.
Con base en las características anteriormente señaladas, bien podemos afirmar que el discurso narrativo
propuesto por Carmen Lyra durante las décadas de 1920 y de 1930 abarca los siguientes aspectos
específicos: a) elaboración de un concepto político-social de la práctica literaria; b) introducción de la
problemática bananera en el contexto costarricense; c) elaboración de un enfoque crítico de la realidad
nacional; d) búsqueda de una actitud crítica y comprometida por parte del autor y el lector literario; e)
elaboración de un discurso testimonial y verosímil de la literatura; f) sus personajes literarios constituyen
casos ejemplarizantes de una clase social o un sujeto colectivo caracterizados por la opresión y la
injusticia social; y g) correspondencia entre los acontecimientos ficcionales e histórico-sociales.
Como veremos a continuación, dichas características y procedimientos na-rativos ejercerán un impacto
estético e ideológico en la propuesta social realista elaborada por la generación del cuarenta y cincuenta.
• 71 •
social. Para ampliar este tema, véase la entrevista realizada por Sonia Jones al filósofo Arnoldo Mora, en
el capítulo «La generación del 40-50» del programa Identidades, producido por la
UNED, mediante el siguiente código QR:
• 72 •
E. Una literatura comprometida: la narrativa social del cuarenta y cincuenta
Cuando hablamos de la narrativa social del 40 y 50, nos estamos refiriendo a un grupo de escritores y
escritoras que defendía una concepción política e ideológica de la literatura. En otras palabras, este
conjunto de intelectuales y militantes del partido comunista costarricense, tales como Adolfo Herrera
García (1914-1975), Carlos Luis Fallas, Calufa, (1909-1966), Fabián Dobles
(1918-1997) Y Joaquín Gutiérrez (1918-2000), consideraba que la creación literaria debía cumplir una
función social y, por tanto, esta debía estar comprometida con las problemáticas y transformaciones
sociales de su época.
Dicha concepción acerca de la literatura y su relación con la sociedad no se puede llegar a comprender
sin tomar en consideración los acontecimientos político-económicos de la década del treinta y la del
cuarenta, cuyo impacto será determinante en la representación de nuevas temáticas y sujetos sociales de
la identidad nacional y cultural.
En términos generales, el periodo comprendido entre 1930 y 1950 estuvo marcado por importantes
tensiones y conflictos político-económicos que terminaron de resquebrajar el modelo liberal del Estado-
nación costarricen-se, así como el sentido de confianza y progreso de la modernidad capitalista.
Como afirma Álvaro Quesada:
La crisis del discurso liberal generó en las décadas de 1930 y 1940 una proliferación de grupos sociales
emergentes que aportan nuevas voces, palabras y entonaciones al gran texto de la cultura nacional. Las
protestas de los intelectuales contra las compañías extranjeras, la fundación del
Partido Comunista en 1931, los enfrentamientos de los pequeños productores cafetaleros [...], las luchas
de los trabajadores bananeros contra el dominio de la United Fruit Co., la gran huelga bananera de 1934,
el paulatino agotamiento de la «frontera agrícola», el nuevo auge de las luchas feministas por los
derechos de la mujer, generaron rompimientos y reacomodos en los discursos sobre la identidad y la
realidad nacionales
(...] (2010: p. 11).
Debido a la gran crisis de 1929, los conflictos bélicos internacionales, la caída de las exportaciones en el
mercado internacional y los nuevos síntomas de desigualdad económica, la sociedad costarricense de
aquellos años experimentó un profundo malestar, el cual desembocaría con la creación de reformas
sociales y el surgimiento de nuevas fuerzas y actores políticos.
Uno de los principales movimientos políticos que surgió de este contexto obedeció al Partido Comunista
Costarricense, fundado en 1931 por Manuel
Mora Valverde. Los logros sociales más destacados que realizó dicha organización política se
manifestaron en la gran huelga bananera de 1934, la deten-sa de la soberanía nacional frente a los
intereses capitalistas extranjeros, y la creación y resguardo de las garantías sociales, que se llevaron a
cabo durante la década del 40 junto con el gobierno de Calderón Guardia y la Iglesia cató-lica, esta última
liderada por monseñor Sanabria.
Como veremos seguidamente, las transformaciones sociales e ideológicas que se desarrollaron durante
aquel periodo, dio lugar a una generación de jóvenes escritores cuya militancia en el Partido Comunista
Costarricense produjo un tipo de literatura políticamente comprometida con los ideales de justicia social,
soberanía nacional y el concepto marxista de lucha de clases. Debido a lo anterior, los personajes y las
temáticas que aborda este grupo de escritores corresponden a la representación de diferentes formas de
explotación y exclusión contra las clases sociales más desfavorecidas.
1. La palabra militante: «políticamente literaria y literariamente política»
Algunas veces nombrada como literatura neorrealista, regional, social o re-alista, la producción narrativa
del cuarenta y del cincuenta abarca, según
Ovares y Rojas (1995), dos características fundamentales: su preocupación estética o formal del lenguaje
y su concepción de la literatura como instrumento para la denuncia social. Quizá sea por estos dos
últimos factores que dicha generación tuviera predilección por el género de la novela, dado que este tipo
de escritura les ofrecía más libertad y experimentación estilística, al mismo tiempo que les permitía
desarrollar una diversidad de temáticas y personajes literarios.
Una de las formas desde las cuales se puede comprender la producción narrativa de este periodo radica
en el concepto de palabra militante, cuya definición explicaremos a continuación. En términos generales,
la mayoría de definiciones que se han aproximado a analizar ese momento particular de la literatura
costarricense tienden a caracterizarla a partir del criterio político e ideológico proveniente del sujeto
creador o autor. En el caso particular de estos escritores, dicha concepción comparte, junto con la
propuesta social-realista de Carmen Lyra, la idea de que la literatura es un instrumento de denuncia
social.
No obstante, la literatura no es solo un instrumento artístico a partir del cual un determinado grupo de
escritores y escritoras transmiten contenidos políticos e ideológicos a un público lector, sino que
constituye un complejo
I. Sociedad y literatura en la primera mitad del siglo XX
II
今 73 今
modelo de comunicación en el que intervienen muchos otros factores, tales como la crítica literaria, el
lenguaje, los procedimientos narrativos, los géneros, la industria editorial, el público lector y hasta las
propias ideas o convenciones de una determinada sociedad con respecto a la literatura mis-ma. Por ese
motivo, no basta con caracterizar una determinada generación o producción literaria a partir de la
ideología o concepción política de un autor específico o un conjunto de escritores.
Para el caso que nos ocupa, el concepto/palabra militante puede comprenderse como un modelo ético y
estético desde el cual una determinada formación social (representada por la sociedad costarricense de
los años cuarenta y cin-cuenta) regula las prácticas de escritura, interpretación y lectura, así como la
relación ideológica e histórica que los sujetos productores (autores) y receptores (lectores) establecen con
respecto a la literatura y su vínculo social. Ya que dicha definición puede resultar un tanto compleja, la
figura 2.1 muestra una síntesis de las principales características que nos ayudan a comprender mejor el
concepto:
Abarca una intención
ética y estética de la escritura y la lectura literaria.
Constituye un modo de interacción
ideológica con el lector.
Se compone de un sistema ideológico
específico y de ciertos
procedimientos o
rasgos formales que permiten garantizar
un efecto político
hacia el lector.
¿Qué es la palabra militante?
Comprende la política desde una concepción
estética o literaria.
V
Comprende la práctica y la lectura literaria desde una concepción política.
Incluye la concepción de una determinada
sociedad con respecto a la función social e ideológica que cumple la literatura.
Fig. 2.1. ¿Qué es la palabra militante? (fuente: Mondol, Mijaíl [2021]. Literatura, identidades y sociedad
costarricense: desde el siglo XXI hasta los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED).
• 74 •
En lo relativo a la narrativa social realista del cuarenta y cincuenta, la palabra militante se define por la
necesidad de construir un sentido político e histórico de la práctica literaria. Dicha característica se
manifiesta en los contenidos éticos e ideológicos con lo que trabaja esta literatura, al igual que en los
procedimientos narrativos (estéticos) que aprovechan estos escritores para garantizar un efecto político y
persuasivo hacia el lector. Afirma, en esa línea, el sociólogo Miguel Mondol: «Con esta generación
literaria la palabra también se parte. Una parte de la palabra es política; la otra parte es literaria»
(UNED, 2010g).
Empero, dicha aseveración no quiere decir que la narrativa social-realista se divida en una tendencia
política y otra literaria. La frase anterior nos ayuda a comprender que la palabra militante constituye una
sola unidad en la cual converge una dimensión ética y estética de la literatura. En ese sentido, se debe
considerar que los textos literarios pertenecientes a la narrativa social de ese periodo no solo
consideraron la literatura como un instrumento político de denuncia social, sino que también contribuyeron
a crear un sentido político mediante los procedimientos estéticos que la conformaban y la inter-pretaban.
En síntesis, la palabra militante que se desarrollaba en esta producción narrativa constituyó, como señala
Mondol en el programa Identidades: «una palabra políticamente literaria y literariamente política».
2. Historia y ficción en la Generación del 40-50
En su ensayo, Para una nueva interpretación de la literatura costarricense
(1991), Jorge Valdeperas afirma que la novelística social de esta generación presenta dos ejemplos
literarios que la definen: el texto Vida y dolores de Juan Varela (1939), de Adolfo Herrera García; y
Mamita Yunai (1941), de Carlos
Luis Fallas:
Con el Juan Varela de Adolfo Herrera García, se presenta por primera vez en Costa Rica la temática
agraria, ya no en relación a las costumbres del campesino o al estado de degeneración de éstas, sino en
vinculación directa con las consecuencias sociales del régimen de propiedad de la tierra. [...] La otra obra
que preside la inauguración de esta nueva generación literaria es Mamita Yunai, de Carlos Luis Fallas.
Obra que [...]
constituyó una especie de manifiesto político y artístico en su tiempo, y fue capaz de alcanzar una difusión
internacional por la validez indiscutida que la reviste como documento social (Valdeperas, 1991: pp. 49-
50).
En el primer caso, los acontecimientos principales de la novela giran en torno a la vida de un campesino
costarricense y los infortunios legales y económicos que este debe pasar a causa del desahucio que le
realiza el Banco
II
Para ampliar acerca de la importancia política e ideológica de esta
Generación, consulte-se la entrevista realizada por Sonia Jones al sociólogo Miguel
Mondol Velázquez, en el capítulo «La generación del 40-50» del programa Identidades, producido por la
UNED, mediante el siguiente código QR:
• 75 •
el propósito de conocer más acerca de este personaje y su importancia en la introducción de la temática
agraria en la literatura costarricense, consúltese el programa radial Personajes y
Paisajes de la Literatura
Costarricense: Juan
Varela producido por la UNED, mediante el siguiente código QR:
Al igual que el texto Juan Varela, le invitamos a consultar el programa radial
Personajes y Paisajes de la Literatura
Costarricense: El sitio de las abras, mediante el siguiente código QR:
Americano de Costa Rica, debido al incumplimiento de los pagos y excesivos intereses que demandaba la
hipoteca de su propiedad.
A partir de ese momento, el texto narra el proceso de degradación social que sufren Juan Varela y su
familia, cuya situación de desamparo y crisis económica lo llevan a él a cometer una serie de actos
delictivos, conduciéndolo al encarcelamiento en el presidio de la isla San Lucas. De este modo, en
contraposición con la imagen pacífica y tradicional del campesino nacional, el drama del texto enfoca el
tema de la expropiación de la tierra y la exclusión social que la clase social campesina enfrenta ante las
leyes y el modo de producción capitalista.
Años más tarde, el tema agrario y la injusticia social que sufre el campesino costarricense se reelaboran,
con algunas importantes variaciones, en la novela de Fabián Dobles, El sitio de las abras, publicada en
1950. El texto enfoca el tema de la propiedad de la tierra a partir de las luchas generacionales que debe
enfrentar la familia Santos Vega ante los intereses expansionistas y de expropiación liderados por un
grupo de latifundistas.
La segunda orientación desde la cual podemos interpretar la novelística social del 40 corresponde a la
novela Mamita Yunai (1941). Los acontecimientos narrativos que plantea dicho texto se refieren a las
condiciones de explotación que sufrían los trabajadores bananeros por parte de la United Fruit Company
(UFCO); una compañía transnacional norteamericana que desde principios de siglo XX había
monopolizado el cultivo y la exportación del banano en la zona atlántica de Costa Rica y de otros países
centroamericanos.
Aunque la temática bananera ya había sido precedida en la obra Bananos y hombres, Fallas enfoca su
atención en las condiciones de explotación, salud y corrupción política que rigen la vida de los
trabajadores alrededor de los intereses capitalistas y extranjeros de la UFCO. Asimismo, al igual que su
maestra y compañera de luchas, la escritora Carmen Lyra, Calufa también utilizará el discurso de la ironía
y del testimonio como una de sus principales estrategias narrativas.
En relación con el uso de la ironía, cabe destacar la relación del título de esta novela con la figura
materna. En una primera interpretación, las palabras
«Mamita Yunai» evocan un sentido benevolente de maternidad, en tanto esta representa la dependencia
y subsistencia económica de los trabajadores con respecto a la empresa extranjera. No obstante, en vista
del trato infrahumano y explotador que reciben los trabajadores por parte de las autoridades y los
propietarios de la UFCO, dicha imagen benevolente y nutricia de la madre «mamita») adquiere otro
sentido en el texto: la UFCO se convertirá ahora en
• 76 ₽
especie de «madre-monstruo» que destruye, explota y se alimenta de sus
En segundo lugar, la otra palabra de este título («Yunai») nos permite comprender la importancia que
tiene para Carlos Luis Fallas registrar la expresión oral con la cual los trabajadores llamaban a la United.
Como se aprecia en sus diálogos y personajes, el discurso testimonial presente en este texto cumple
como finalidad mostrar las condiciones de vida de los trabajadores en las fincas bananeras, creando así
un mayor efecto de referencialidad hacia el lector.
En tercer lugar, en relación con el discurso testimonial del protagonista de este relato, Francisco Sibaja, y
que de alguna manera también representa la voz autoral y testimonial de Calufa, la novela explora otras
temáticas nunca antes tratadas por la literatura costarricense. Entre ellas: las relaciones interpersonales
de los bananeros, la condición de marginalidad de las comunidades indígenas, la explotación ambiental,
las condiciones de salud que caracterizan los campamentos o las viviendas de los trabajadores, y sus
respectivos sentimientos de nostalgia y de alegría.
A manera de ejemplo, léase el siguiente fragmento en que el narrador-prota-gonista detalla las
condiciones de insalubridad y contraste social presentes en el campamento de la Compañía:
Todo en el miserable caserío era monótono y desagradable. Las dos filas de campamentos, una frente a
la otra a ambos lados de la línea, exactamente iguales todos: montadas sobre basas altas; techados con
zinc que chirriaba con el sol y sudaba gotillas heladas en la madrugada; construidos con maderas
creosotadas que martirizaban el asfalto con su olorcillo repugnante, y pintados de amarillo desteñido. Al
frente, los sucios co-rredorcillos en los que colgaban las hamacas de gangoche, lucias y deshilachadas
por el uso constante. Arriba, colgando de los largos bejucos tendidos de punta a punta en los corredores,
chuicas sucios y sudados, casi deshaciéndose. Abajo, infestándolo todo, el suampo verdoso. [...]
Muy arriba, sobre la línea, y como huyendo de la suciedad de los cam-pamentos, los carros encedazados,
limpios y confortables en que vivía el ingeniero Bertolazzi (Fallas, 1986: p. 121).
Como podemos deducir, el carácter realista que abarca este relato trasciende una función estrictamente
estética o literaria para convertirse en un documento histórico y de denuncia social acerca de las
condiciones de salud, corrupción política y explotación obrera que se padecía en las zonas bananeras
durante las década del treinta. Por ese motivo, la novelística social de aquel periodo puede analizarse
como un tipo de escritura y de lectura que oscila constantemente entre la ficción literaria y la historia.
II
Para un mejor acercamiento a la obra, escuche el programa radial de la UNED Personajes y
Paisajes de la Literatura
Costarricense: Mamita
Yunai, mediante el siguiente código QR:
• 77 •
Verosimilitud y discurso autoral en la narrativa social del cuarenta y cincuenta
Cuando nos aproximamos a los textos literarios de esta Generación, uno de los aspectos más relevantes
corresponde a la forma en que la voz narrativa tiende a describir los acontecimientos y personajes del
relato. En este sentido, nos encontramos ante un tipo de escritura que pretende ir más allá de los límites
de lo literario, en aras de mostrarnos, con la mayor referencialidad y verosimilitud posible, el testimonio de
una cruda realidad social.
Por ello, también es recurrente observar la función que cumple el narrador principal cuando, ante una
determinada situación de injusticia o marginalidad social, expone ante los lectores una serie de
comentarios o reflexiones, dejando entrever su posición crítica o ideológica. De manera específica, los
procedimientos literarios que posibilitan dichos efectos se denominan: verosimilitud literaria y discurso
autoral.
Como hemos podido apreciar a lo largo de este capítulo, el efecto de la verosimilitud literaria se presenta
a partir de diversos recursos narrativos. Una de las estrategias más utilizadas consiste en la utilización de
otros géneros discursivos no necesariamente literarios, tales como cartas, documentos legales o crónicas.
Este tipo de recursos permite acentuar el efecto de verosimilitud y realismo por parte del lector, quien no
duda en interpretar los acontecimientos y personajes de la novela como si realmente hubieran existido.
Así, por ejemplo, la novela Vida y dolores de Juan Varela (1939), de Adolfo Herrera García, inicia con la
presentación de un boletín judicial en el cual se expone la denuncia legal que presenta el personaje Juan
Varela ante las autoridades judiciales con el fin de obtener una pequeña parcela de tierra:
En el Boletín Judicial n.° 26 del año XLIII estaba publicado: Juan Varela
Conejo, mayor, soltero, jornalero, vecino de Santa Bárbara de Heredia, denuncia un lote de terreno
baldío, constante de veinte hectáreas, situado en las bajuras de la Barranca, distrito segundo del cantón
segundo de la provincia de Alajuela. [...] Con treinta días de término cito a los que tengan derechos que
alegar a este denuncio que los hagan valer ante esta autoridad. Juzgado Primero de lo Contencioso
Administrativo. San José,
29 de enero de 19... (Herrera, 1994: p. 1).
Igualmente, en esta novela se incluyen recortes periodísticos, datos comerciales y documentos de índole
legal, tales como el préstamo hipotecario que debe realizar el personaje Juan Varela ante el Banco
Americano de Costa Rica para no perder su propiedad:
• 78
Número cuarenta y siete. - Ante mí, Gabriel Peralta Rojas, Notario con oficina en esta ciudad, compareció
Juan Varela Conejo- cédula n.°
56.416 - mayor de edad, soltero, agricultor, vecino de Santiago Sur de San Ramón y dijo: Que por recibir
en este acto y en calidad de préstamo del Banco Americano de Costa Rica, sociedad comercial Inscrita
en la Sección Mercantil del Registro Público, tomo quince, folio doscientos - un mil colones [...] en
garantía de su obligación y a favor [sic) del Banco
su propiedad... (Herrera, 1994: p. 37).
Americano de Costa Rica constituye primera hipoteca sobre la finca de
Al igual que el caso anterior, la novela Mamita Yunai también incluye otros géneros no ficcionales, los
cuales le permiten al lector establecer un mayor efecto de verosimilitud con el contexto histórico-social
referido por el texto.
Tal es el caso de la cuarta parte de esta novela, que incluye uno de los discursos emitidos por Carlos Luis
Fallas en la Asamblea de Solidaridad de los
Huelguistas del Pacífico, celebrada en 1955:
Compañeros:
Vengo gustoso a intervenir en esta asamblea de solidaridad con los huelguistas de Puerto González
Víquez y lo hago en mi condición de cos-tarricense, de extrabajador de la United Fruit Company, de
exdirigente de la Federación de Trabajadores Bananeros del Atlántico y luego de la
Federación de Trabajadores Bananeros del Pacífico, y también en mi condición de dirigente de la gran
huelga bananera de 1934. [...] Yo llegué muy muchacho a la zona bananera. Algunas de mis experiencias
de ese tiempo se conocen a través [sic] de mi libro «Mamita Yunai», allí está reflejada en parte la dura y
humillante vida que entonces soportábamos en la zona bananera del Atlántico [...] ¡A la calle,
compañeros, el próximo sábado, desde las nueve de la mañana! ¡Adelante con esta patriótica campaña
de solidaridad con los abnegados huelguistas del Pacífico! (Fallas,
1986: p. 183).
Asimismo, no menos significativos resultan los motivos que originaron la escritura literaria de Mamita
Yunai, la cual se basó en un informe presentado por Carlos Luis Fallas al Partido Comunista durante su
función como fiscal del Bloque de Obreros y Campesinos de Talamanca, en las elecciones de 1940.
finalmente, otro de los recursos narrativos que emplea el principio de la verosimilitud literaria se presenta
en el prólogo de este mismo texto. En tal sec-ción, Carlos Luis Fallas desacredita su labor como autor
literario, otorgando enfasis a su participación como militante y dirigente obrero:
En mi vida de militante obrero, obligado muchas veces a hacer actas, redactar informes y a escribir
artículos para la prensa obrera, mejoré mi
1. Sociedad literatura en la primera mitad del siglo XX
II
• 79 ₽
ortografía y poco a poco fui aprendiendo a expresar con más claridad mi pensamiento. Pero, para la labor
literaria, a la que soy aficionado, tengo muy mala preparación; no dominio siquiera las más elementales
reglas gramaticales del español, [...] ni tengo tiempo ahora para dedicarlo a superar mis deficiencias. Mi
labor literaria es muy escasa, porque la mayor parte de mi tiempo lo dedico a luchar por la total liberación
de mi pequeña patria (Fallas, 1986: p. 14).
Como se deduce de lo anterior, este tipo de procedimientos le permite al lector repensar el texto literario
en algo más allá que un asunto estético o ar-tístico, con la meta de proporcionarle un mayor efecto
testimonial y de verosimilitud a los acontecimientos y las problemáticas sociales que esa literatura
intentaba mostrar a la sociedad costarricense.
Otro de los relatos en los cuales se aprecia una nueva variante de la verosimilitud literaria corresponde al
cuento de Fabián Dobles, «La de arena» (1955).
Desde las primeras líneas del texto, dicho recurso consiste en la utilización de elementos de la oralidad y
la cultura popular, con miras a establecer un mayor acercamiento entre la figura del narrador y la
comunidad de lectores a las que se dirige. A manera de ejemplo, véase el siguiente extracto:
Pues, ah carachos; digo yo que la vida da sus vueltas, y hay vueltas de la vida que lo dejan a uno
admirado de allí para adelante. Yo todavía estoy preguntándome si lo que voy a contarles fue pura
casualidad, o si es que lo viejo y malo, porque tras la noche llega el día, revienta alguna vez en algo
nuevo y limpio, como fue en aquel caso (Dobles en Flores,
2021: p. 115; el destacado es nuestro).
La utilización de términos populares («ah carachos»), refranes («porque tras la noche..»), así como la
auto-identificación que establece el narrador con el primer pronombre personal («yo»), constituyen
elementos del discurso oral-popular que permiten establecer más empatía con el lector, garantizando así
la veracidad y el enfoque testimonial del relato.
En ese sentido, léanse con detenimiento las siguientes citas textuales en las cuales se muestra la relación
de cercanía que el texto quiere producir entre la voz narrativa (representado en el personaje Mundo) y la
comunidad de lectores que aparecen referidos en la narración en las palabras o frases respectivamente
destacadas: «Bueno; vieran ustedes...»/ «Ya les he dicho otras veces que...» / «Yo todavía estoy
preguntándome si lo que voy a contarles...
/ «¿Qué les parece?».
De manera conjunta con las diferentes estrategias de verosimilitud que hemos analizado a partir de
algunas obras representativas de esta Generación,
• 80 *
uno de los procedimientos narrativos que, del mismo modo, abarca esta producción narrativa obedece al
concepto de voz o discurso autoral.
En términos generales, dicho recurso se caracteriza por introducir, gracias a la figura del narrador-autor o
de algún personaje en particular, una serie de valoraciones, comentarios y reflexiones críticas acerca de
los acontecimientos referidos en el texto literario. Se trata, pues, de un momento narrativo particular en el
cual la figura del autor-narrador le revela intencionalmente al lector su particular postura crítica e
ideológica frente a determinados hechos generalmente vinculados con una injusticia social.
A manera de ejemplo, véase el siguiente esquema en el cual se aprecia el conjunto de valoraciones y
reflexiones que conforman la voz crítica y autoral presente en algunas obras literarias de tal periodo.
II
Vida y dolores de Juan Varela No, Juan no sabía más que el Presidente de la República. Juan sabía nada
más que este año el terreno de los frijoles sería un barbecho inútil; que este año Ana no iría a misa de
Santiago en yegua buena: que este año no aprendería a leer Eduardo [...]
(Herrera: 1994: p. 31).
El sitio de las abras
Si había tanta tierra por donde extenderse, si todos podían caber en el mundo. ¿Cómo podía ser que
Ambrosio Castro pretendiera llevarse lo de ellos, que tantos sudores y desvelos les venia costando? [...]
Las tierras de los abreros habían brotado de un trabajo pugnaz; allí habían muerto hombres aplastados
por troncos, y niños y mujeres
[...]
¿Hacía el dinero ciego a los poderosos?
(Dobles: 1993: p. 217).
Vida y dolores de Juan Varela
Los alambres de las cercas son hilos telegráficos que transmiten al hombre el mensaje de las supremas
injusticias.
(Herrera: 1994: p. 47).
Conciencia crítica del
autor-narrador
Mamita Yunai
Esos indios que casi lloraban implorando un pedazo de carne o un jarro de guaro,
¡eran los descendientes de aquellos belicosos talamancas? ¡ No tueron sus antepasados los que hicieron
famoso, con su bravura, el nombre de su región en los tiempos de Colonia? ¿No fue esta raza, altiva,
otrora, la que mantuvo en jaque al audaz y fiero conquistador hispano? (Fallas:
1986: p. 69).
Mamita Yunai
¿De dónde venían y adónde iban esas gentes, arrastrando a través de los siglos el pesado fardo de su
piel quemada? ¿Adónde encontrarían su tierra de promición?
¿Huyeron en la jungla africana de los cazadores de esclavos? [...] gimieron bajo el látigo del capataz en
los algodonales [...]
Pareciera que para los negros se ha detenido la rueda de la Historia: para ellos no floreció la Revolución
Francesa, ni existió Lincoln, ni combatió Bolívar, ni se cubrió de gloria el negro Maceo (Fallas: 1986: p.
25).
El sitio de las abras
¡Era tan fácil para un poderoso hacer imposible la vida de unos cuantos finqueros cercados del todo por
sus tierras!
(Dobles: 1993: p. 216).
Fig. 2.2. Discurso crítico autoral (fuente: Mondol, Mijaíl [2021). Literatura, identidades y sociedad
costarricense: desde el siglo XXI hasta los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED).
Con base en los extractos anteriores, la figura del narrador no solo se limita a describir los
acontecimientos del texto, sino que, igualmente, evidencia ante el lector su propia posición ideológica o
política frente a las situaciones que
• 81 •
este narra. En otras palabras, se trata de un discurso crítico a partir del cual se manifiesta la postura
ideológica del autor o de su propio grupo generacional.
Por último, a diferencia del Olimpo Literario o la Generación del Repertorio Americano, cuyos textos
habían girado en torno a una zona geográfica específica (el Valle Central), la novelística social del 40
incorporó otros espacios y contextos culturales en los que se incluyó la zona norte del país (Guanacaste),
la zona caribeña (Talamanca y Limón) y la costa del Pacífico. De manera particular, esta clase de
referencias se vincularon a la representación de otros tipos de sujetos históricamente marginados por el
discurso de la identidad y la literatura nacional.
Con el fin de exponer algunas de las principales temáticas, los personajes y los espacios que
caracterizaron la novelística social del 40, léase en detalle el siguiente cuadro-resumen (cuadro 2.2):
Cuadro 2.2
Temas, espacios y personajes en la narrativa del 40-50
Título-Autor Temas Personajes Espacio geográfico
marginales
Vida y dolores de Temática agraria: Campesino Juan Espacio rural: San
Juan marginalidad y degradación social Varela) Ramón de Alajuela,
Varela (1939) del campesino costarricense. La familia (Ana y Santa Bárbara de
Adolfo Herrera su hijo) Heredia.
García Migrante Al final de la novela
nicaragüense. también se incorpora
la provincia de
Puntarenas (presidio
El sitio de las El tema agrario, a defensa de a propiedad Abreros de la isla San Lucas).
abras de la tierra y la organización colectiva. Latifundistas Valle Central (sector
(1950) ndígenas montañoso de las abras)
Ese que llaman El contexto social de las bananeras. Trabajadores Caribe (zona bananera)
pueblo (1942) Formación y conciencia social del bananeros Guanacaste
Fabián Dobles personaje. Joven maestro
Puerto Limón
(1950)
Manglar (1947)
Joaquín Gutiérrez
• 82 *
Título-Autor Temas Personajes
Mamita Las condiciones de marginales Espacio geográfico
Yunai (1941) vida y explotación Trabajadores bananeros Litoral Caribe
Carlos Luis obrera de los Esta novela incluye también la referencia a las (zona bananera).
Fallas trabajadores comunidades indígenas, afro-costarricenses y
bananeros de la migrantes.
United Fruit Company
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
A manera de conclusión, el conjunto de características y procedimientos narrativos que hemos analizado
a partir de algunos textos representativos, nos permiten comprender la concepción ética y estética del
discurso literario para este grupo de escritores y su relación con las transformaciones sociales vividas por
la sociedad costarricense durante la décadas de los 40 y 50. Indica el filósofo Arnoldo Mora, en el
programa Identidades, que:
El realismo social no es solo una manera de escribir, es una concepción filosófica; es una estética; es una
manera de enfocar también el acto creador. El realismo da como énfasis fundamental el contenido sobre
la forma. Pero el contenido como una expresión de la realidad (...] en la literatura del realismo social el
oprimido se convierte en protagonista de la historia. Lo que introduce el realismo social desde el punto de
vista filosófico e ideológico es la lucha de clases (UNED, 2010g).
4. Otras rutas de escritura: de la palabra militante a la palabra psicológica
Por lo general, tanto la crítica como la enseñanza de la literatura costarricense son tendentes a relacionar
el realismo social con el conjunto de escritores y escritoras que abarcan la llamada Generación del 40-50.
Pero no todos los escritores y escritoras pertenecientes a estas décadas continuaron con las mismas
tendencias que caracterizaba el discurso literario militante. En este sentido, es preciso considerar que
varios de estos escritores, cuyas primeras obras formaron parte del social-realismo literario de ese
periodo, continuaron desarrollando otras formas y experimentaciones literarias cuya comple-
literaio que dicay narativa se diadelas do diera media de rigento
jadora y, muy particularmente, a la temática imperialista y bananera.
Il. Sociedad y literatura en la primera mitad del siglo XX
II
• 83 •
acercamiento a la obra Pedro Arnáez, de José Marín Cañas, le invitamos a escuchar el programa radial
de la UNED, Personajes y
Paisajes de la Literatura
Costarricense, mediante el siguiente código
QR:
Para contar con un conocimiento mucho más detallado acerca de esta obra, escuche el programa
Personajes y Paisajes de la Literatura
Costarricense: Puerto
Limón, producido por a UNED, mediante el siguiente código QR:
• 84 •
Con el fin de aproximarnos a estas otras rutas de escritura, nos referiremos, a continuación, a algunas
obras destacadas de José Marín Cañas (1904-
1980), Carlos Salazar Herrera (1906-1980), Yolanda Oreamuno (1916-1956) y
Joaquín Gutiérrez (1918-2000).
En el caso de José Marín Cañas, su primera novela, El infierno verde, fue publicada en 1935. No
obstante, a diferencia de otras producciones narrativas en las que la trama principal se restringía al
espacio nacional, este texto aborda la temática de la Guerra del Chaco, ocurrida entre Paraguay y Bolivia
durante 1932-1935.
Posteriormente, en 1942, Marín publicó su segunda novela, Pedro Arnáez, la cual cuenta la historia de un
minero a partir de la propia perspectiva y subjetividad del personaje. En este sentido, pese a que el
protagonista se refiere a la vida de un trabajador (característica que comparte con otros autores de
realismo social), el relato otorga un mayor énfasis a la exploración psicológica o existencial.
Por su parte, el escritor Carlos Salazar Herrera inicia su producción literaria durante la década de los
treinta en la revista Repertorio Americano. Empero, no será hasta 1947 cuando Salazar publicaría una de
sus obras más destacadas en la historia de la literatura costarricense: Cuentos de angustias y paisajes.
Al igual que José Marín Cañas y Max Jiménez, este conjunto de relatos rompe con el idealismo del
paisaje y la representación costumbrista vinculada al mundo de la ruralidad campesina. Contrario a tal
perspectiva, el texto
Cuentos de angustias y paisajes profundiza en el comportamiento psicológico de sus personajes, algunos
de ellos caracterizados por la temática de la incomunicación, el silencio, y la muerte.
Otro de los escritores que se destaca por abordar el carácter psicológico y existencial de sus personajes,
corresponde a Joaquín Gutiérrez Mangel. Así, por ejemplo, en la novela Puerto Limón, publicada en 1950,
el protagonista es un joven de clase media, Silvano, cuyas reflexiones ético-existenciales se generan a
partir de su acercamiento con la realidad social de las zonas bananeras.
Si bien la orientación social-realista que apareció en los primeros textos de esta Generación centró su
atención en las condiciones de explotación que debían enfrentar los trabajadores bananeros en la zona
atlántica, la novela de Joaquín Gutiérrez recurre al acontecimiento histórico de la huelga bananera para
desarrollar el debate ético y existencial que debe enfrentar Silvano.
Léanse, ahora, los siguientes extractos que demuestran el conflicto ético e ideológico que experimenta
este personaje cuando contrasta su condición de
clase media urbana con la realidad que vive la clase trabajadora en las plantaciones bananeras:
Pero yo quisiera vivir sin que hubiera un abismo entre lo que pienso y lo que hago. I.... Si fuera necesario
preferiría ser cargador, o marinero o terrorista! Pero lo que nunca sería es un buen burgués (Gutiérrez,
1993:
p. 214).
Silvano pensaba que por primera vez se encontraba compartiendo la intimidad de aquellos hombres.
Desde niño le habían creado un mecanismo interior que lo hacía reaccionar con desconfianza instintiva
frente a ellos. [.] Eran dos mundos separados por una valla. De su lado, cada uno tiraba para sí sin
importarle el amigo, el vecino, el pariente. Pasada la valla, intuía una solidaridad rabiosa de impotencia,
una sola alma plural y fraternal (Gutiérrez, 1993: p. 220).
Continuando con esta otra perspectiva, una de las escritoras más destacadas durante el periodo de la
literatura costarricense corresponde a Yolanda Oreamuno. Como otros escritores de su generación,
(Joaquín Gutiérrez Mangel, Carlos Salazar Herrera y José Marín Cañas), la producción ensayística y
literaria de esta escritora nacional se alejó parcialmente del modelo social-realista para adscribirse a una
tendencia estética mucho más vanguardista y experimental.
En este sentido, cabe señalar que en su novela La ruta de evasión, publicada en 1949, Oreamuno
introduce en el ámbito nacional y centroamericano una serie de técnicas narrativas heredadas de
literatura vanguardista norteamericana y europea, contribuyendo así a una de las renovaciones estético-
litera-rias más importantes de la segunda mitad del siglo xX.
En contraposición con el modelo socio-realista que abarcaba la palabra militante durante la década del
cuarenta y del cincuenta, la escritura narrativa propuesta por Oreamuno le permiten al lector un mejor
conocimiento de la subjetividad y conciencia interna o psicológica de los personajes. Al ser el lenguaje el
único medio para llevar a cabo dicha representación, el discurso que caracteriza esta novela delega una
especial atención a la forma en que Yolanda Oreamuno utiliza la propia escritura literaria para representar
la conciencia psíquica de sus personajes. De manera específica, dicha técnica literaria es conocida por el
nombre de monólogo interior o fluir de la conciencia.
Con el fin de ejemplificar la innovación y ruptura estilística que implicó esta forma de escritura en el
desarrollo de la literatura costarricense, léanse los siguientes fragmentos, extraídos de la novela La ruta
de su evasión, en los cuales se demuestra el uso de las técnicas narrativas mencionadas:
• 85 •
Fragmento I:
Don Vasco no usaba látigo con sus hijos ni con sus perros, pero tenía, eso sí, una latigante mirada, una
latigante palabra, un latigante gesto de poder. Y ante ello temblaban los niños y temblaban los perros.
»Yo no tiemblo. Yo no tengo otras razones para doblegarme a su tiránica volun-tad. Debo decidirme, de
una vez por todas, a decirle mi protesta. Debo interrumpir sus tremendos paseos -se va a enfurecer
porque le detengo
-tengo que suspender la costura para hablarle - pero esto precisa-coseré hasta la una o dos de la
mañana,... después de todo, eso ocurre todos los días. ¡Pero debo decírselo! ¡Es una injusticia! ¿Cuántas
injusticias ocurren aquí todos los días? De paso debo reclamarle para mis hijos, lo que derrocha en
mujeres, en licores, perros y otras fantasías. Se pondrá furioso.
Me gritará. Está bien, que me grite. Pero debo hacerlo ... (Oreamuno,
1970: pp. 33-34).
Fragmento II:
Me toman de los pies, me levantan, estoy muerta ya, colocan algo bajo mi cuerpo, es el ataúd, ya estoy
muerta, ya me ponen allí, pero no sien-to, pero no siento que me levanten toda, sólo los pies, no me han
movido entera, es algo bajo mis pies, yo estoy, no estoy muerta, ya, mañana, hoy, cuándo es mañana,
cuándo es hoy, cuándo fue ayer, muerta ya, la diferencia entre la vida y la muerte, que la levantan a una,
que la colocan sobre una superficie dura, que la cargan luego, que la conducen, es sólo en los pies, no
estoy muerta, o lo estoy, frío ha de sentirse al ser alza-da... rí...o-sin-a...gua-pero-rí...o-que-co...rre-quién-
lo-hi...zo-estoy-so...
la.al..guien-está-conmi...go-estoy-muer...ta-quie...ro-saber...lo-no-hay-quien...me-lo-di...ga-levanta...da-
superfi...cie-du...ra...sólo-los-pies...
ayer-a...yer-ayer-ayer. levanta...da-coloca.ron-al...go-en-los-pies...
son-mis-pies...ya-no-me-pertene...cen-que-me-pertene...cen-de-mi-cuer...po-que-no.. me-pertene...ce-
quiero-saber..lo-si-hoy..es-maña-na...quie...ro-que-me-di...gan-que.alguien-me-ha...ble-que-yo-no-pue...
do-hablar.ri.o-ayer.maña..na-quie...ro-que-me-di..gan-que-alguien-ha...ble-que-yo-no-pue...do-
ha...blar..ri...o-muer..ta-ya-muerta-ya-muer...ta-yo-no-estoy-muer...ta-colo...can-colo...can-respi...ro-respi...
ro-rí...o-ri..o-ri...o-sin-a.gua-sin-agua-volvió-poque-me-tu...vo-las-ti...ma-lás...tima...volvió-no-e..ra-un-
entendi-mien...yo-yo-no-quie-
ro-entendimien...tos-con-na...die-no-de...bo-hacerlo está Vasco a él le pertenezco porque me casé con él
[...] (Oreamuno, 1970: p. 99).
El fragmento I se caracteriza por representar la conciencia del personaje. En este sentido, obsérvese que
desde la frase «yo no tiemblo» hasta el final de la cita, la narración trasluce el pensamiento directo del
personaje. En el segundo caso (fragmento II), el lenguaje expuesto en la cita le transmite al lector las
transformaciones y asociaciones inconscientes que realiza el personaje. Para
• 86 •
lograr dicho efecto, nótese la función que cumplen las palabras entrecorta-das, el orden sintáctico, la
división y repetición de palabras, así como el uso de puntos suspensivos, a propósito de simular los
procesos inconscientes y simbólicos que caracterizan el mundo psicológico del personaje.
Aunado a los aspectos estéticos anteriormente referidos, otra de las características por destacar
corresponde a la visión crítica que aborda este texto con respecto al ámbito privado y su relación con el
tema de la violencia familiar.
A diferencia de la gran mayoría de textos social-realistas que otorgaban una atención particular a ciertas
problemáticas sociales y su relación con determinados espacios geográficos o culturales, como es el caso
de la zona bana-nera, la propuesta narrativa de Yolanda Oreamuno utiliza el espacio ficcional de una
casa familiar, ubicada en un ámbito urbano capitalino, con el fin de representar las relaciones de poder y
violencia de género que experimenta un grupo de mujeres alrededor de la figura patriarcal de «Vasco»,
uno de los personajes masculinos más destacados de la novela.
Desde este punto de vista, bien se puede afirmar que pese al carácter psicológico que aborda el texto en
la representación de sus personajes, la propuesta narrativa de Oreamuno no deja de estar desvinculada
con una perspectiva social de la literatura, al evidenciar las diferentes formas de violencia y discriminación
en que se reproduce el orden patriarcal en la sociedad costarricense.
Con el fin de evidenciar este último tema, léanse los siguientes pasajes en los cuales se demuestra el
carácter patriarcal y de violencia de género que expresa Vasco cuando le comenta a Esteban su opinión
sobre su esposa Teresa:
¿La ve? Allí esta. Me pertenece. Hace lo que yo quiero, bueno o malo.
Depende de mí. Vive de mí. No tiene ni movimientos propios. Es una cosa, solamente una cosa
obediente, le falta mucho para llegar a ser per-sona. [...] Aprenda a colocar a las mujeres en su sitio. No
hay que dejarlas creerse más de lo que son. Y son eso, un músculo del cuerpo masculino que se puede
mover a voluntad (Oreamuno, 1970: p. 79).
En este mismo sentido, el siguiente fragmento describe a su vez la sumisión física y psicológica que vive
el personaje femenino de Teresa frente a las actitudes dominantes y déspotas de su esposo Vasco:
¡Cómo aprendiste a odiari ¡Con qué odio inmenso, llameante le envolvis-tei Tu marido no se daba cuenta.
Le bastaba con sentirse dueño. Tenerte a la hora que le placiera, dejarte a su arbitrio, mirarte seco para
dar una orden terminante respecto a cualquier nimiedad, con tono grave, casi siniestro; o con tono suave,
meloso, ofensivo darte una orden humillante:
-Desnúdate, Teresa, y suéltate el pelo—. Tú ya insensible a todos los cas-tigos, odiándote a ti misma te
desnudabas [...] (Oreamuno, 1970: pp. 50-51).
I. Sociedad y literatura en la primera mitad del siglo XX
II
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mejor la relevancia de esta obra en la historia de la literatura costa-ricense, le invitamos a escuchar el
programa de radio producido por la UNED,
Personajes y Paisajes:
La Ruta de su evasión, mediante el siguiente
código QR:
En términos generales, la importancia de la novela de Yolanda Oreamuno en la historia de la literatura
costarricense se sintetiza en tres aportes fundamen-tales: a) introduce un modelo de escritura cuyos
procedimientos y técnicas narrativas marcan una ruptura significativa con los procedimientos estéti-co-
formales del realismo literario, b) realiza, desde un punto de vista literario, una novedosa interpretación
psico-social acerca de las relaciones de poder y la violencia de género que caracterizan la sociedad
patriarcal costarricense en el ámbito urbano y c) funda una nueva ruta de escritura en el desarrollo de la
narrativa costarricense.
A manera de síntesis, bien se puede afirmar que las producciones narrativas de Yolanda Oreamuno,
Carlos Salazar Herrera, Joaquín Gutiérrez y José Marín Cañas, entre otros, amplían el realismo social
hacia otras experimentaciones estéticas y temáticas a partir de las siguientes características: 1) más
profundidad y conflictividad psicológica entre la conciencia subjetiva del personaje y la realidad social, 2)
empleo de nuevos procedimientos y técnicas narrativas y 3) incorporación de otros espacios y
problemáticas sociales relacionados con la identidad cultural costarricense.
Como hemos podido apreciar en las diferentes secciones que integran este capítulo, el realismo literario
de Joaquín García Monge, el discurso desmitificador de Max Jiménez, la concepción político-social
desarrollada por Carmen Lyra y el realismo social de la generación del 40-50, así como el carácter
vanguardista y experimental representado por otros escritores y escritoras de esta última generación, nos
permiten observar el carácter crítico que cumplió la narrativa durante las primeras cuatro décadas del
siglo XX.
No obstante, cabe señalar que el género narrativo no fue el único medio de la literatura para cuestionar
los procesos sociales y culturales de ese periodo.
Como leeremos a continuación, el desarrollo de la poesía y la dramaturgia costarricense de la primera
mitad del siglo XX también nos permite entender otras cualidades estéticas e identitarias de la sociedad
costarricense.
F. El modernismo literario: hacia la formación de un discurso poético costarricense
Tal como habíamos señalado en la última sección del primer capítulo, la primera publicación oficial que
dio cuenta de la actividad poética llevada a cabo en nuestro país corresponde a la obra la Lira
costarricense, publicada en dos tomos (1890 y 1891) por Máximo Fernández.
• 88 g
obstante, pese a la existencia de una amplia producción poética cuyos textos aparecían publicados en
diversas revistas literarias y periódicos de la época, el principal modelo estético que influyó en el
desarrollo de la poesía nacional durante las tres primeras décadas del siglo XX se le conoce con el
nombre de modernismo literario.
De manera intrínseca con los cambios sociales y culturales que experimentaba la sociedad costarricense
de finales del siglo XIX y principios del nuevo siglo, la estética modernista que imperaba en el contexto
hispanoamericano se encargaría de expresar el estado de inconformidad, soledad y marginalidad social
que sentían muchos poetas y literatos ante el clima de modernidad y materialismo que se estaba
manifestando en las principales ciudades latinoamericanas.
Por este motivo, muchos investigadores no solo se refieren al modernismo como un movimiento literario,
sino que también constituye uno de las principales reacciones críticas y movimientos intelectuales frente
al proyecto de modernidad y cambio de siglo que comenzaban a experimentar las sociedades
hispanoamericanas. De esa manera lo aclara la investigadora Iris Zavala:
El modernismo no es ni un fenómeno cultural vacío de contexto político, ni un reflejo de la vida social de
fines del siglo XIX. El modernismo (la modernidad) es el síntoma y el resultado de una crisis cultural, y a
todo el periodo puede atribuírsele una ideología general (aproximadamente,
1880-1930) (1991: pp. 228-229).
En el caso costarricense, dicho movimiento se manifestó de una manera bastante ambivalente. Por una
parte, el concepto del modernismo literario llegó a significar una posición ideológica que defendía los
valores estéticos euro-peos, como fue el caso de los argumentos utilizados por Fernández Guardia en la
llamada polémica sobre nacionalismo en literatura, al mismo tiempo que se convertía en el modelo
estético de referencia a partir del cual muchos poetas de la época llegaron a elaborar un discurso poético
vinculado a la identidad nacional y cultural costarricense.
1. Características principales del modernismo literario
Como seguramente recordará durante su época colegial o escolar, uno de los escritores y padres del
modernismo hispanoamericano que sirven como referencia para entender las características más
relevantes de este movimiento estético corresponde al poeta nicaragüense Rubén Darío. Recordemos un
pequeño extracto de uno sus versos más conocidos:
• 89 •
Margarita Debayle
Margarita, está linda la mar y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
Yo siento
en el alma una alondra cantar
tu acento;
Margarita, te voy a contar un cuento:
este era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha del día, y un rebaño de elefantes, un
quiosco de malaquita, una gran manto de tisú, y, una gentil princesita, tan bonita,
Margarita
tan bonita como tú.
(Darío, 1908; el destacado es nuestro).
De acuerdo con Karen Poe Lang (1998), el modernismo literario se define por las siguientes
características: formalidad, artificialidad, hedonismo, sensualismo y sincretismo. En relación con el primer
aspecto (formalidad), este movimiento estético y cultural tuvo una especial atención en explorar las
potencialidades artísticas del idioma. Esto quiere decir que el modernismo literario comprendía el lenguaje
poético como una especie de laboratorio sonoro que permitía la experimentación estilística de nóveles
métricas, rimas y tipos de versificación.
En el poema de Rubén Darío, esta cualidad se aprecia tanto en la estructura como en la forma en que
aparece representada la escritura de este texto. De lo anterior, obsérvese el equilibrio y la consonancia
sonora que se despliega, de manera intercalada, en cada una de las frases: mar-azahar /acento-cuento/
tenía-día/malaquita-princesita/ tisú-tú/.
En segundo lugar, la artificialidad del modernismo se expresa por su tendencia a sustituir la referencia de
mundo realista por un escenario artificial relacionado con el contexto greco-latino, el exotismo oriental y
los personajes mitológicos, así como la descripción de piedras, joyas y telas preciosas. En el caso del
texto anterior, este rasgo se refleja en las frases: «palacio de diaman-tes», «quiosco de malaquita»,
«rebaño de elefantes» y «manto de tisú».
Literatura,
90
En cuanto al rasgo hedonista, es decir, aquellos aspectos del poema relacionados con el tema del
erotismo y el placer, se presentan en la referencia a un mundo fantasioso y lejano y que, por consiguiente,
no posee ninguna relación con el entorno local o inmediato. Por tal motivo, muchos estudiosos afirman
que la primera etapa de este movimiento tuvo una actitud ensoñadora y evasiva de la realidad. No
obstante, es importante considerar que dicha actitud «evasiva» no dejaba de ser también un recurso
ideológico, e incluso políti-co, que tenían los poetas modernistas para expresar su profundo malestar ante
los nuevos cambios materiales, tecnológicos y culturales que imponía el mundo moderno hacia principios
del siglo xX.
En adición, el carácter sensualista se demuestra en el uso de metáforas relacionadas con la percepción
sensorial. En este sentido, resulta muy común notar en los poetas modernistas el énfasis que estos le
otorgan a las capacidades olfativas, visuales o táctiles. A manera de ejemplo, dicho aspecto se refleja en
las siguientes frases: «el viento lleva esencia sutil de azahar» o «yo siento en el alma una alondra
cantar». Como se llega a deducir, ambas estrofas expresan una percepción sensorial, la cual se relaciona
con la idea romántica de que el poeta constituye un alma sensible capaz de percibir su yo interior y su
entorno.
En último lugar, el rasgo del sincretismo resulta imprescindible para comprender el alcance poético que
tuvo este movimiento. Dicha característica puede entenderse como un tipo de escritura o expresión
artística en la cual se entremezclaban diversas referencias culturales e históricas produciendo así un
efecto de universalidad y cosmopolitismo. Debido a lo anterior, el modernismo constituyó, hacia finales del
siglo XIX y principios del siglo XX, una posición estética que se alejaba de las representaciones locales o
de índole nacionalista, como fue el caso de la polémica entre Ricardo Fernández Guardia y Carlos Gagini.
Una vez explicados algunos de los rasgos principales del modernismo litera-rio, ¿cuál es la relación de
este movimiento hispanoamericano con el tema de la identidad nacional y cultural costarricense?
2. Inicios del modernismo literario en Costa Rica
En nuestro país, el modernismo literario ingresó de manera tardía por la figura de Roberto Brenes Mesén
y por la gran mayoría de poetas pertenecientes a la Generación del Repertorio Americano. De acuerdo
con Rojas y Ovares
(1995), la estética modernista desarrollada por este grupo de escritores abarca dos temáticas principales:
1) el sentimiento de exclusión y rechazo social que experimenta el poeta (yo lírico) frente al contexto
deshumanizante y materialista de la modernidad capitalista y 2) el desarrollo de una poesía
• 91
con contenido político. En el primer caso, se ubica la producción poética, principalmente metafísica, que
realiza Roberto Brenes Mesén; mientras que la concepción política obedece a la producción literaria del
poeta y autor del
Himno Nacional: José María Zeledón (1877-1949).
Ahora bien, como señalábamos en párrafos anteriores, el modernismo literario constituyó una concepción
de lenguaje la cual permitió que muchos otros poetas adaptaran ciertas temáticas de índole nacional o
local, siguiendo los rasgos estilísticos de este modelo estético. En el caso costarricense, uno de los
escritores en quien más se aprecia esta tendencia corresponde a Lisímaco
Chavarría (1878-1913).
Con el fin de explicar este tipo de adaptación, observemos en el siguiente poema cómo este poeta
ramonense describe de manera metafórica un elemento de la flora nacional a partir de algunas de las
características más predominantes del modernismo literario:
Manojo de guarias
(Fragmentos)
Moradas cual la túnica de Cristo, columpiando sus pétalos de seda, en mis bosques nativos las he visto
donde el sinsonte al manantial remeda.
[..]
La más preciada flor costarriqueña que florece en tejados y pretiles, parece un alma que en la tarde sueña
con el paje floral de los abriles.
[...]
Lo vieron florecer los campesinos en las mañanas tibias de labranza, cuando los bueyes van por los
caminos oyéndole al jilguero su romanza
(...]
Recibe este manojo hecho de guarias que fueron el collar de las encinas; ellas te llevan las cadencias
varias que saben las dulzainas campesinas
(Chavarría en Bonilla, 1981: pp. 352-353).
92
Como se puede observar, algunos de los rasgos que señalábamos en el poema de Rubén Darío también
se encuentran presentes a lo largo de estas estrofas: la sonoridad rítmica de los versos, la referencia a
mundos orientales o míti-co-religiosos, entre los que se destaca «la túnica de Cristo», el sincretismo
idealista con que describe el mundo rural campesino («bosques nativos» o «sinsonte al manantial
remeda»), así como la constante alusión a un paisaje sonoro y exuberante que gira alrededor de un
elemento autóctono o de índole nacional, como es el caso de las guarias: «la más preciada flor
costarriqueña».
Si bien la poesía de Lisímaco Chavarría utilizó la concepción estética del modernismo para elaborar un
mundo lírico basado en algunos elementos de la flora y del entorno campesino rural, otros poetas de su
misma generación verían en este movimiento una forma de expresar su inconformidad por los cambios
sociales y culturales que experimentaba la sociedad costarricense de principios del siglo XX.
En este sentido, cabe destacar que en vista del carácter hedonista, sincrético y artificial que presenta esta
corriente poética, el contenido de estas poesías elabora un lenguaje lírico que tiende a evadir las
referencias más inmediatas de la realidad social o cotidiana, enfatizando así el carácter subjetivo,
emocional y existencial que percibe el poeta frente al mundo que lo rodea. Como veremos a continuación,
este tipo de orientación se reflejará en un segundo grupo generacional ubicado entre las décadas de 1920
y 1940.
3. El modernismo tardío
Conocido con el nombre de modernismo tardío o postmodernismo, este segundo grupo generacional se
encuentra conformado por los poetas Asdrúbal Villalobos (1893-1985), Carlos Luis Sáenz (1899-1983),
Julián Marchena
(1897-1985), Rafael Estrada (1901-1934) y Arturo Agüero (1907-2001) quienes marcan ciertas rupturas
temáticas y formales con respecto a la estética modernista anteriormente comentada.
De acuerdo con Rojas y Ovares (1995), la poesía postmodernista se caracteriza por utilizar un lenguaje
mucho más simple y coloquial, alejándose del carácter cosmopolita y artificioso que habíamos
mencionado en la etapa inicial del modernismo literario. A diferencia de tal periodo, el discurso poético
utilizado por estos poetas costarricenses tiende a una mayor reflexión filosófica y existencial en que
predomina una interpretación mucho más intimista, nostálgica y cuestionadora. Por este motivo, varios
críticos y estudiosos de la literatura señalan que este tipo de poesía asume una actitud introspectiva y
II
• 93 •
evasiva de la realidad. Para ilustrar con detalle esa tendencia, leamos seguidamente el poema Vuelo
Supremo (1941), escrito por Julián Marchena:
Vuelo supremo
Quiero vivir la vida aventurera
entre fugaces lampos ambarinos
de los errantes pájaros marinos; no tener, para ir a otra ribera, la prosaica visión de los caminos.
Poder volar cuando la tarde muera
y oponer a los raudos torbellinos
el ala fuerte y la mirada fiera.
Huir de todo lo que sea humano;
embriagarme de azul...Ser soberano de dos inmensidades: mar y cielo, y cuando sienta el corazón
cansado morir sobre un peñón abandonado con las alas abiertas para el vuelo
(Marchena en Bonilla, 1981: p. 386).
El primer aspecto que salta a la vista en este texto corresponde a la manera en que el yo lírico enuncia su
deseo de trascender las convenciones o exigencias sociales del mundo terrenal. En este sentido, la frase
«quiero vivir la vida aventurera» no solo denota un sentimiento de anhelo y liberación; igualmen-te,
evidencia un rechazo a la vida mundana o cotidiana, la cual es representada en el texto a partir de las
frases «prosaica visión de los caminos» o «huir de todo lo que sea humano».
Lejos de identificarse con la realidad humana, el poeta tiende a identificarse mediante la figura de un ave
en búsqueda de su libertad. De manera espe-cífica, esta idea poética se apoya en el contraste que realiza
el texto cuando se refiere de manera metafórica al mar y el cielo: «embriagarme de azul. Ser soberano de
dos inmensidades: el cielo y el mar».
Por otra parte, el texto también puede interpretarse como una especie de manifiesto en el cual se
evidencia la concepción existencial de los modernistas en cuanto a la creación poética y la forma de
comprender la vida. En este sentido, obsérvese la necesidad que alude constantemente el yo lírico
cuando expresa su
• 94
deseo de volar y buscar con ello la transcendencia de lo humano o del mundo terrenal. En vista de que
este anhelo es imposible de realizar, para los poetas modernistas la creación poética se convierte en el
medio artístico, e incluso místico, para expresar sus respectivas contradicciones y búsquedas filosóficas.
4. Los poetas de prevanguardia
Contemporáneos a los escritores y escritoras de la narrativa social del 40 y 50, el panorama de la
literatura costarricense se amplió aún más con el surgimiento de otra generación poética que encabezaría
la llamada prevanguardia de la poesía costarricense. Nos referimos a los escritores Max Jiménez (1900-
1947), Francisco Amiguetti (1907-1998), Fernando Centeno Güell (1907-1993), Arturo Echeverría Loría
(1909-1966), Isaac Felipe Azofeifa (1909-1997), Fernando
Luján (1912-1967), Alfonso Ulloa Zamora (1914-2000), Ninfa Santos (1916-
1990), Alfredo Cardona Peña (1917-1995) y Eunice Odio (1919-1974).
Según Quesada, esta promoción se caracteriza por el uso de versos con estilo libre, la utilización de
prosaísmo y los ritmos del lenguaje oral. Como afirma este destacado académico:
En términos generales, estos poetas se caracterizan por un neocosmopo-litismo, menos clásico y más
atento a las convulsiones contemporáneas, por el abandono del localismo provinciano, el rechazo de la
imagen tradicional del país vergel con su mundo de contornos armoniosos y cor-diales, y un repudio más
abierto hacia el lenguaje poético y la retórica tradicionales. Con ellos aparecen los motivos de la soledad
urbana y el desamparo existencial de la precariedad del ser, una sensación de orfandad y de naufragio,
que tienen como núcleo ideológico la experiencia de un mundo que se disgrega o se fragmenta (2010: p.
93).
A manera de ejemplo, obsérvese los siguientes poemas de Francisco Amiguetti, Isaac Felipe Azofeifa y
Eunice Odio, en los cuales se pueden apreciar algunas de las características señaladas en la cita anterior:
Autorretrato en el bar
(Fragmento)
Tanta música y solo en el fondo de un bar, la mesa siempre la misma igual a todas, delante el papel para
escribir y dibujar y el vaso de cerveza y las olas.
(Amiguetti en Bonilla, 1981: p. 449).
• 95 •
Poema de la Bomba H
(Fragmento)
De nuevo el diluvio
En el nombre del polvo que somos y del muro de silencio que golpeamos desde que nacemos hasta que
morimos sin respuesta, y desaparecemos, quiero escribir acerca de las cosas tan en silencio, tristes, y de
los pobres animales sin esperanza, y de mí mismo que también sin esperanza espero.
Aunque quizá la voz del hombre sea lo único triste, y quizá sólo el poeta es el que sabe, y la mano que
escribe estos versos ya existía antes del átomo.
(Azofeifa en Bonilla, 1981: p. 421).
Consumación
(Fragmento)
Tus brazos
como blancos animales nocturnos
afluyen donde mi alma suavemente golpea.
A mi lado,
como un piano de plata profunda
parpadea tu voz,
sencilla como el mar cuando está solo y organiza naufragios de peces y de vino para la próxima estación
del agua.
Luego,
mi amor bajo tu voz resbala, Mi sexo como el mundo diluvia y tiene pájaros, y me estallan al pecho
palomas y desnudos.
(Eunice Odio, Los elementos terrestres, 1948).
• 96
Tal como se ejemplifica en los textos anteriores, existe un cambio radical con respecto a las temáticas y
características iniciales del modernismo literario.
Desde el sentimiento de incomunicación y soledad que plantean los textos
Autorretrato en el bar, de Francisco Amiguetti, la referencia a la Bomba de Hiroshima y el sentido de
incertidumbre que plantea Isaac Felipe Azofeifa en el Poema de la bomba H, lo mismo que la temática del
erotismo, percibido como una forma de comunicación y búsqueda con el otro, expuesto en el texto de
Eunice Odio, estas producciones plantean una ruptura importante con el modernismo tradicional de la
primera década del siglo XX y anuncian, a su vez, la formación de un nuevo discurso poético
costarricense.
II
421).
• 97 •
IlI. Márgenes de identidad: voces urbanas y periféricas en la literatura costarricense
— Cada día tengo la seguridad de que lo que suena no vale. En el ruido de las calles, no hay vida. Ese
bufido de motores encima de las cabezas, la gente con la palabra en la boca, o si no el marcado de los
pasos. En nada de eso hay una gota de humanidad, de sentido profundo de vivir. Cuando alguien quiere
intimar un poco, busca un refugio.
Carmen Naranjo, Los perros no ladraron, 1966.
Sumario
1. Algunas consideraciones socio-históricas
2. Identidades urbanas en la literatura costarricense
3. Más allá de la ciudad: otras perspectivas
4. Identidades afro-caribeñas en la literatura costarricense
5. Entre el intimismo y la poesía social: 1950-1980
Objetivo general
Explicar las principales temáticas y tendencias estético-ideológicas de la literatura nacional, inscrita entre
la década de los sesenta y principios de los ochenta del siglo XX, con el fin de reconocer otras formas de
representación y configuración discursiva de la(s) identidad(es) socio-cultural(es) costarricense(s).
Objetivos específicos
1. Contextualizar las principales producciones, autores y géneros literarios por medio de los
cambios socio-económicos y culturales ocurridos entre la segunda mitad del siglo Xx y la década
de los ochenta en la sociedad costarricense.
2. Identificar las principales representaciones estético-ideológicas de la identidad socio-cultural
costarricense ubicada entre la década de los sesenta y de los ochenta de la literatura
costarricense.
Analizar las principales estrategias ficcionales y subjetividades sociales que emergen entre la
segunda mitad del siglo XX e inicios de los ochenta como parte de los procesos de globalización
y crisis del Estado-nación.
• 100 *
A. Algunas consideraciones socio-históricas
Con base en el contexto histórico-social que comprende el presente capítu-lo, las relaciones entre la
literatura y la identidad nacional tienden a ser mucho más complejas y diversas. Así pues, en contraste
con otros momentos cuando el tema de la identidad y el realismo social se posicionaban como el criterio
más dominante, las producciones y generaciones literarias que se produjeron entre la década de los
sesenta y mediados de los ochenta del siglo XX fueron proclives a problematizar el tema de la identidad
ya no desde una orientación exclusivamente nacionalista, sino más bien a partir de sus márgenes y
diferencias.
Por este motivo, la literatura de ese periodo exploró con mayor intencionalidad los conflictos subjetivos de
sus personajes y su relación con el entorno.
Este cambio de perspectiva, generado por las transformaciones económicas, políticas y filosóficas de la
segunda mitad del siglo xX, produjo a nivel literario la representación de problemáticas, sujetos y
fenómenos sociales emergentes.
En términos generales, la segunda mitad del siglo XX correspondió al surgimiento de un segundo proceso
de modernización y desarrollo nacional.
Como recordaremos, los antecedentes históricos de este cambio social se remontan a la Guerra civil de
1948 y a la consolidación de las reformas y garantías sociales impulsadas durante la década del 40.
Dichas transformaciones darán como resultado la creación de un modelo de Estado-nación conocido con
el nombre de Estado Benefactor o Estado Social
Demócrata.
A partir de la creación de la Segunda República, liderada por José Figueres Ferrer y el Partido Liberación
Nacional (PLN), la sociedad costarricense puso en marcha un nuevo orden constitucional y un modelo de
desarrollo en el cual surgieron diversas instituciones y políticas estatales cuyos logros más significativos
corresponden a la nacionalización del sistema bancario, el impulso y la consolidación de la educación
universitaria, el mejoramiento y acceso a los servicios salud, la creación de ministerios y la construcción
de carreteras, transportes públicos, comunicaciones, así como el fomento de la industria nacional basado
en un nuevo modelo económico de exportación.
En palabras del historiador David Díaz Arias:
el Estado se convirtió, con mucho, en el principal empleador del país.
Así, entre 1950 y 1962 el número de plazas en el sector público subió de 17.000 a 40 098, mientras que
en 1974 el Estado se encargaba de dar trabajo a 70 073 personas. Asimismo, tal y como acota Manuel
Solís, «en el umbral del "despegue económico" entre 1958 y 1962, el 70% de la
III
• 101 ®
inversión pública total se concentra en proyectos de energía y transporte, un 25% se dirige hacia
programas de salud, educación y vivienda» (Solís,
1992:321). Por otro lado, entre 1950 y 1970 se crearon más de 50 instituciones estatales (Molina y
Palmer, 1997:16) (Díaz en Vega, 2019: p. 58).
No obstante, como apunta Álvaro Quesada, detrás de esta «cultura moderni-zadora», la sociedad
costarricense experimentó también las primeras consecuencias de corrupción política, el aumento de la
pobreza, el endeudamiento económico, el surgimiento de un aparato burocrático estatal y un crecimiento
acelerado de la ciudad y sus entornos más próximos. Explica el investigador:
tras esa fachada de modernización democrática, crecimiento y progre-so, se experimentaban también
nuevas formas de dominio, corrupción, desintegración y enajenación. El crecimiento del Estado bajo el
nuevo proyecto nacionalista y modernizador llevaba al endeudamiento y la dependencia de los gobiernos
extranjeros, organismos y empresas transna-cionales, que financiaban o controlaban el proceso. El
crecimiento del Estado llevaba a la consolidación de un aparato burocrático que se tornaba cada vez más
omnímodo, autárquico e incontrolable. [...] el dominio ejercido por el aparato burocrático y el Partido
Liberación Nacional llevaba a nuevas formas de «argollismo», o clientelismo (Quesada, 2010:
pp. 101-102).
Como se desprende de la cita anterior, por una parte, al mismo tiempo en que se consolidaba el proyecto
socialdemócrata del Estado-nación, la sociedad costarricense no estaba exenta de las desigualdades
económicas y sociales que acompañaban el proceso de modernización de la Segunda República, al igual
que de las tensiones económicas y político militares que comenzaban a afectar la región centroamericana
a raíz de la llamada Guerra Fría.
Por otra parte, otro de los fenómenos sociales que se destacaron en este contexto consistieron en el
surgimiento de una clase media costarricense. La adquisición de nuevos modelos de consumo ligados al
estilo de vida estadou-nidense, así como la influencia ideológica que tendrían los cambios culturales y
movimientos sociales ocurridos en Estados Unidos, Europa y América Latina generaron otras formas de
entender y representar las identidades locales.
Pero ¿cuál es la relación entre este contexto social y la literatura que se produjo durante este periodo?
Para responder esta pregunta, debemos afirmar que en razón de las transformaciones y consecuencias
derivadas del segundo proceso de modernización, la literatura costarricense exploró otras temáticas
relacionadas con la marginalidad social y la vida cotidiana, las cuales habrian de repercutir en los
procedimientos estéticos y contenidos ideológicos elaborados por el discurso literario de esas décadas.
• 102
Identidades urbanas en la literatura costarricense
A lo largo de la historia de la literatura, la ciudad ha sido algo más que un tema o un escenario de ficción.
La complejidad y la constante transformación que caracterizan dicho espacio social otorgan a la literatura,
y al arte en ge-neral, un recurso privilegiado de representar la diversidad de lenguajes, subjetividades e
identidades urbanas que transitan y se entremezclan diariamente en los principales centros de población.
Por esta razón, la ciudad en la literatura ha sido analizada por algunos investigadores en la forma de un
laberinto urbano en el cual se llega a proyectar el malestar social, la incertidumbre y los conflictos ético-
existenciales de sus personajes frente al proceso de deshumanización que han implicado la
modernización y el desarrollo capitalista hacia medidos de la segunda mitad del siglo XX. En palabras de
Óscar Alvarado:
El laberinto es el lugar en donde nos vemos sumidos y que se convierte en terrorífico cuando somos
incapaces de hallar la salida. [...] la ciudad puede convertirse en un lugar de desencuentros, de
desposesión, en donde la miseria, la marginalidad, la soledad, el desempleo y diversos vicios sociales
hacen de esta una especie de infierno, a pesar de que dentro de ella igual puedan encontrar las historias
de lucha y superación que enaltecen a algunos de los personajes. El entorno urbano es ese espacio
negativo en donde las relaciones espaciales y personales se pueden volver hostiles, por lo cual el miedo y
la confusión adquieren un lugar preponderante dentro de las relaciones entre el grupo (2008: p. 174).
A partir de la segunda mitad del siglo XX, la narrativa costarricense incorpora con mayor intensidad el
espacio urbano como uno de sus principales temas y entornos ficcionales. Dicha inclusión se constata por
el impacto que alcanzó un conjunto de escritores, escritoras y textos literarios, publicados entre la década
de los sesenta y setenta, cuyas problemáticas, personajes y formas de habla expresaban los nuevos
síntomas de marginalidad, subjetividad y conflicto social que se estaban conformando al interior de una
cultura urbana capitalina.
Producciones narrativas como Una casa en el barrio del Carmen (1965), de Alberto Cañas (1920-2014);
algunos relatos incluidos en el texto A la vuelta de la esquina (1975), de Julieta Pinto (1922-); la narrativa
de Carmen Naranjo
(1928-2012), entre ellas: Los perros no ladraron (1966), Memorias de un hombre palabra (1968), Diario de
una multitud, (1974); Ceremonia de casta (1976), de Samuel Rovinsky (1932-2013), Cachaza (1977) de
Virgilio Mora (1935-), el
IlI. Márgenes de identidad: voces urbanas y periféricas en la literatura costarricense
III
• 103 •
acercamiento acerca de la vida y obra de esta escritora nacional, consúltese el capítulo
«Carmen Naranjo, una metáfora viviente», con Vicky Borloz, en el programa audiovisual de la UNED
Punto y
Coma.
texto Mirar con inocencia (1975) de Alfonso Chase (1945), o la novela Final de calle (1979) de Quince
Duncan (1940), por mencionar algunos ejemplos, evidencian la importancia que ocupó la ciudad en la
literatura costarricense de este periodo.
A diferencia de la narrativa social del cuarenta, cuyas referencias geográficas se enfocaban en los
márgenes de la comunidad nacional (litoral atlántico y pacífico), el principal núcleo de representación de
este grupo de escritores y escritoras gira en torno a las problemáticas sociales y subjetivas que se
desarrollan en el contexto urbano-capitalino de la década de los sesentas y setentas. De allí, pues, que
los argumentos y personajes más predominantes de este periodo correspondan a ciertas temáticas tales
como la criminalidad, la soledad, la comunicación, la corrupción política, las identidades locales, la
enajenación, la representación social y psicológica de algunos personajes pertenecientes a la clase media
y de otros sectores lumpen-marginales, las relaciones de género, la explotación ambiental, la crítica al
aparato burocrático o estatal, y la incorporación de otras temáticas culturales e identitarias relacionadas
con la exclusión social y étnica afro-costarricense.
1. La ciudad amenazante
Como mencionábamos en párrafos anteriores, el principal aporte estético que se produjo a raíz de los
procesos de modernización e industrialización ocurridos durante la segunda mitad del siglo XX, radica en
el significado que tuvo la ciudad en las producciones literarias. Vista como el espacio colectivo donde
convergía el desarrollo capitalista del nuevo Estado-nación, la ciudad en la literatura fue conceptualizada
como un organismo amenazante y des-humanizador en el cual los personajes se enfrentaban a un mundo
signado por el materialismo, la incertidumbre y el individualismo.
Entre las principales escritoras que abarca este tipo de representación, co-responde mencionar a Carmen
Naranjo como una de las voces más destacadas en capturar la subjetividad y el entorno socio-urbano de
la década de los sesenta, y muy particularmente, desde la perspectiva del personaje de la clase media
costarricense y del burócrata estatal. Explica el historiador Rafael
Cuevas Molina:
A partir de la década del cincuenta, el personaje representativo de «lo costarricense» no será más el
concho de la literatura decimonónica, sino el oficinista, la clase media, la gente de ciudad. Carmen
Naranjo será la primera escritora que dará cuenta de este cambio de perfil en la literatura costarricense
(2003: p. 23).
• 104
Uno de los textos literarios en que se perciben con más profundidad los cambios sociales y culturales que
experimentaba la ciudad josefina durante ese periodo, corresponde a su novela Los perros no ladraron
(1966) en la cual se evidencia el sentimiento de soledad e incomunicación que caracterizan sus
personajes frente al proceso de industrialización y modernización urbana. A
manera de ejemplo, léase la siguiente cita textual:
— Cada día tengo la seguridad de que lo que suena no vale. En el ruido de las calles, no hay vida. Ese
bufido de motores encima de las cabezas, la gente con la palabra en la boca, o si no el marcado de los
pasos. En nada de eso hay una gota de humanidad, de sentido profundo de vivir. Cuando alguien quiere
intimar un poco, busca un refugio
(Naranjo, 1984: p. 209).
Como se desprende del extracto anterior, obsérvese la manera en que el personaje se refiere a la ciudad
como un espacio de incertidumbre, caos y ruidos donde prevalece un sentido de indiferencia e
incomunicación. Estos mismos rasgos también se pueden hallar en los diálogos que realizan los
personajes en quienes se enfatiza el sentimiento de indiferencia y anonimato social que estos perciben
frente al entorno urbano:
• ¿Te has fijado que en la calle es el único lugar donde se ven las espaldas?
• No había pensado en eso. Cuando salgo a la calle, tengo unos deseos enormes de ver el cielo.
• También se ven las espaldas en los cines, en los autobuses y en las cosas que se forman en los
vestíbulos. Pero son espaldas estáticas. En cambio en la calle, siempre se va detrás de una
espalda en movimien-to. Y nada dice tanto de la gente como sus espaldas en acción (Naranjo,
1984: p. 133).
Tal como se ha comprobado en estos breves pasajes, la imagen ideológica que esta novela proyecta con
respecto a la ciudad corresponde a un espacio de degradación caracterizado por el anonimato, el
individualismo y la pérdida de la comunicación con el otro. Desde un punto de vista literario, dicho
elemento es de suma relevancia ya que, a diferencia de otros momentos de desarrollo de la literatura
costarricense cuando el conflicto principal giraba en torno al tema de soberanía nacional, la oposición
entre el campo y la ciudad o la explotación laboral, corresponde a la literatura de este periodo representar
a la ciudad como un nuevo signo de malestar y modernización de las identidades socio-culturales.
III
Con el propósito de evidenciar el carácter
urbano y los problemas existenciales y comunicativos que esta
escritora desarrolla en la novela Los perros no ladraron (EUNED,
2012), le sugerimos leer el capítulo «Entre papeles», el cual se encuentra disponible en la Antología de
literatura costarricense
(EUNED, 2021), elaborada por Ana Cristina Flores Monge, y que forma parte de la unidad didáctica
modular de esta asignatura.
• 105 •
Identidades periféricas: el entorno urbano marginal
Otra de las tendencias que caracteriza a esta producción literaria radica en la inclusión de nuevas voces
sociales identificadas con la marginalidad urbana.
Entonces, a diferencia de los problemas ético-existenciales desarrollados por los personajes de Carmen
Naranjo, Samuel Rovinsky y Alberto Cañas, el entorno y los temas principales presentes en esta segunda
variedad del discurso literario suelen estar vinculados con los sectores más populares y periféricos de la
ciudad.
Por ese motivo, uno de los principales rasgos estilísticos de tales textos literarios consiste en la
representación artística de los diversos lenguajes sociales enunciados por los propios protagonistas, lo
cual permite configurar un mejor efecto de referencialidad y verosimilitud en relación con la situación de
vulnerabilidad y marginalidad social que viven sus personajes.
Con el fin de ejemplificar este último contenido, refirámonos, a continuación, al relato «Animalito», el cual
forma parte de una serie de narraciones compiladas en el texto A la vuelta de la esquina (1975), de la
escritora costarricense
Julieta Pinto.
Los acontecimientos principales del relato giran en torno al mundo social de la pequeña delincuencia
urbana, la cual es narrada a partir de la visión marginal y periférica del personaje protagonista, tal como
se demuestra en los siguientes extractos:
Vení Inquieto, voy a ver si puedo sacar la mercancía de este carro. Está cargado el hijoeputa. [...] Saco un
desatornillador y en dos toques se abre el chunche. ..., iJueputa! Se abre la puerta y sale un viejo con un
cohete en la mano [...] (Pinto, 2010: p. 62).
(..]
Y deciden mandarme a la Peni, y un tombo grandote se acerca a agarrarme del brazo y yo que soy tan
nervioso le doy una patada y se me vienen dos más, y sigo pateando hasta que me caen diez encima y va
bastonazo en las costillas, en la cabeza y en los brazos (Pinto, 2010: p. 64).
[..]
Y a los ocho días el tombo dijo «Toñillo vení». Y salgo yo todo matón bamboleándome de un lado a otro.
Porque lo que es a mí esos carajos no me verán nunca el miedo. Pueden matarme si quieren, ¿pero
miedo?
Mirala (Pinto, 2010: p. 64).
• 106
Como se evidencia en los fragmentos anteriores, la forma de hablar del perso-naje, la utilización de
ciertos términos asociados al ámbito de la delincuencia, el carácter oral y popular de ciertas expresiones,
la manera en que describe sus relaciones con otros reos y delincuentes, así como la actitud de rebeldía
que expresa este personaje contra las autoridades policiales, no solamente nos permite identificar el
comportamiento social desde el cual actúa el narrador protagonista, sino que también constituye un
recurso estético a partir del cual el lector logra capturar de manera directa la propia visión de marginalidad
del personaje, otorgándole a la literatura más efecto de verosimilitud, referencialidad y función testimonial.
Otro de los textos que abordan la subjetividad de los personajes urbano-mar-ginales corresponde al
conjunto de relatos Mirar con inocencia (1975), de Alfonso Chase. Al igual que la obra anterior, nos
encontramos frente a un tipo de escritura que privilegia el punto de vista del personaje y sus formas de
habla. Por ejemplo, tómese en cuenta el siguiente extracto del cuento «Con la música por dentro», en el
cual se logra apreciar el discurso testimonial y oral del personaje:
Pues sí: una era desde chiquilla media pepiadilla, como loquilla, muy al-borotadilla la muchacha: que
todos los domingos al Reventós, a tanda de cuatro, y aquello oscurísimo y una toda copadilla. [...] Uno
nace con eso adentro, desde chiquilla, alborotadilla con la sangre hirviendo. [...] Todas las viejas creían
que yo era una grandísima puta y bueno; yo creo que me hice de tanto que lo dijeron (Chase, 1977: p.
43).
Aunque algunos de los textos narrativos de la generación del 40 ya habían incursionado en varias de las
características presentes en este tipo de relatos (testimonio, oralidad, verosimilitud), debemos recalcar
que la representación de la oralidad y la visión de mundo del personaje constituyen los aspectos
estilísticos más importantes Es decir, nos encontramos frente a un discurso literario cuya intención
principal consiste en narrar la marginalidad desde el punto de vista de la conciencia y del lenguaje social
de sus protagonistas.
3. Locura, violencia y periferia
Siguiendo con el tema de la marginalidad y las identidades periféricas, la literatura costarricense de ese
periodo incluyó la representación de otros espacios ficcionales, lenguajes y personajes cuya condición
psicológica o mental evidencian diversas expresiones de violencia, adicción e indiscriminación social.
Como veremos a continuación, tal orientación narrativa fue captada por la novela Cachaza (1977), escrita
por Virgilio Mora y al éxito editorial y
III
Con el fin de analizar la importancia que ocupa la representación de la voz
testimonial y marginal de este tipo de personajes urbano-margi-nales, léase el relato de Alfonso Chase
«Con la música por dentro», incluido en la
Antología de literatura costarricense (EUNED,
2021), compilada por
Ana Cristina Flores
Monge, y que forma parte de la unidad didáctica modular de esta asignatura.
• 107 •
Para ampliar este tema, véase la entrevista realizada por Evelyn Ugalde al escritor
Virgilio Mora en el capítulo «Cachaza: Virgilio
Mora Rodríguez» del programa Punto y coma, producido por la
UNED
Por grotesco, entiéndase el uso de un lenguaje grosero, despectivo y vulgar.
Para comprender aún mejor la perspectiva
narrativa y psicológica
que tiene este per-sonaje, consúltese el programa de radio de la UNED: Personajes y paisajes de la
Literatura
Costarricense: Cachaza, conducido por Sonia Jones, por medio del siguiente código QR:
• 108
comercial que tuvieron las novelas y relatos escritos por Alfredo Oreamuno
Quirós («Sinatra») durante la década del setenta.
En relación con la novela Cachaza, el principal espacio de ficción se restringe a un hospital psiquiátrico,
conocido popularmente con el nombre de «El Chapuí». A partir de un lenguaje grotesco, Cachaza se
enfoca en el maltrato físico y psicológico que sufren los pacientes de este centro hospitalario, al mismo
tiempo que deja entrever las relaciones de poder, corrupción y discriminación que realiza el equipo
médico y administrativo de esta institución.
Desde esta perspectiva, bien podemos afirmar que dicha novela aborda una crítica descarnada acerca de
los diversos mecanismos de poder que se esconden tras la figura aparente de bienestar, racionalidad y
modernidad de ciertas instituciones sociales.
Como se advierte en los acontecimientos narrados en el primer capítulo, Cachaza implica una fuerte
crítica social a la institución psiquiátrica, y a la sociedad en general, con respecto a la manera en que esta
tiende a cosificar (tratar como objetos o cosas) a los pacientes del hospital, despojándolos de su
condición y dignidad humana.
En relación con lo anterior, léase con detenimiento el siguiente cuadro 3.1, en el cual se evidencian
algunas de las manifestaciones de violencia, abuso de poder y degradaciones humanas descritas en este
texto:
Cuadro 3.1
Representaciones de violencia en Cachaza
Referencias textuales
Se le tiran encima dos hombres musculosos expertos en «llaves» y tres mujeres, todos «auxiliares de
enfermería». De los hombres, el más grande, un indiazo, las espaldas y los brazos llenos de músculos
como pelotas, se ríe de sus esfuerzos inútiles y ya dominada le da una gran nalgada al tiempo que el otro
comenta muerto de la risa, qué hijueputa loca más loca (Mora en Flores, 2021: p. 208).
[...] y Moncho se lo llevó jalado como un perro para el patio de Aislamiento en donde lo bañó con
manguera y ahí lo dejó metido, encerrado desnudo con todos los locos furiosos y véanlo ahora titiritando
de frío y el loco Valdés le toca las nalgas y ya hasta le metió el dedo en el culo y el tipo no reaccionó ni
dijo nada, el pobre no sabe lo que le espera, lo peor, ojalá que no quede más loco después de la serie de
maquinazos que le espera... (Mora en Flores, 2021: p. 210):
Temáticas
Abuso físico y burla
El cuerpo de la mujer es sometido al uso desmedido de la fuerza, la impotencia y es objeto de la risa por
parte de los enfermeros.
Maltrato y denigración
El paciente es tratado como un animal y expuesto a la violencia sexual de otros pacientes.
[...] el viejo que llegó anoche no se ha movido desde que el salvaje de Restrepo lo electrocutó, se le
hicieron los párpados como pellejitos de chicharrón, se le salieron las lágrimas, se le torció la boca y se
puso tan tieso tan tieso, que yo creí que se iba a reventar, uno de sus dientes me vino a hacer a la par del
pie, todavía sigue azul, por lo menos lo deberían poner en un catre, pero de seguro, como se orinó y se
cagó, nadie lo quiere tocar, miren cómo vuelan las moscas a su alrededor... (Mora en Flores, 2021: p.
217).
Temáticas
Tortura física y representación grotesca
Descripción grotesca de las consecuencias físico-corporales de los pacientes, producto del uso de la
máquina de electrochoques a cargo del equipo médico.
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Tal como se aprecia en la lectura del primer capítulo, los temas de la marginali-dad, la discriminación, la
corrupción y el uso de distintos tipos de violencia hacia los internos de este hospital constituyen una forma
de evidenciar los mecanismos de poder y control social que ejerce un conjunto de instituciones y
disciplinas (el discurso médico, psiquiátrico, religioso y jurídico) para diferenciar, categorizar y excluir
aquellas subjetividades que no se adecuan a las convenciones y los patrones de conducta que se
imponen por el orden y la norma social.
El segundo elemento por destacar en esta novela lo constituye el lenguaje.
Quiere decir que la forma de escritura, las maneras de habla en que dialogan sus personajes, la
estructura ortográfica y hasta las diferentes voces o estilos de narración que se presentan en este texto
ocupan una importancia estética e ideológica para el lector.
Así, por ejemplo, uno de los rasgos más predominantes que se desprende del discurso y las formas de
habla de los personajes corresponde a la constante referencia a situaciones o frases vinculadas con la
sexualidad, la burla y los residuos corporales. En este sentido, resulta notable observar la alusión a las
conductas libidinosas llevadas a cabo entre médicos, enfermeras e internos, los términos burlescos y
despectivos que utiliza el equipo médico y administrativo para degradar a los pacientes, así como el
conjunto de descripciones que se relacionan con la materia fecal, el vómito o la orina.
Si bien este tipo de referencias puede propiciar un efecto repulsivo por parte del lector, la finalidad
estética que se esconde tras este tipo de discursos y representaciones consiste en configurar una imagen
realista acerca del entorno degradado e infrahumano que les corresponde vivir a los pacientes de este
hospital psiquiátrico.
A diferencia de otros relatos donde solamente se percibe la presencia o el discurso de un narrador, los
acontecimientos de este texto son narrados a
IlI. Márgenes de identidad: voces urbanas y periféricas en la literatura costarricense
III
• 109 •
partir de múltiples voces narrativas (narradores), otorgándole así una función mucho más dinámica al
lenguaje y a su lectura. En otras palabras, nos encontramos frente a un tipo de discurso literario en el cual
el lector puede «escuchar» de manera fragmentada las diferentes voces ideológicas que participan
activamente en el relato. Desde un punto de vista técnico, este tipo de procedimientos es conocido con el
nombre de polifonía textual, dada la posibilidad artística que ofrece el lenguaje literario para representar la
pluralidad de lenguajes, formas de habla y puntos de vista de sus personajes.
A manera de ejemplo, véase el siguiente esquema en el cual se demuestra la organización polifónica que
presenta este texto:
Narrador polifónico
1. Duerme esta noche, se despierta ahora aterrorizada, deja su catresucho en carrera, corre por los
pasillos húmedos y sombríos ahora pintados de sombras que se agitan al compás de sus pasos, corre
desesperada hacia el Servicio de Observación de
Mujeres... (Mora de Flores, 2021: p. 208).
2. La mujer que queda en sombras y bien amarrada, pronto se siente borracha, se le cierran los ojos, se
tarda en dormir, sonríe ahora, sueña, ¿mamita, cuánto falta para que venga el Niñito Dios?, solo una
semana, ya te lo dije ayer, ¿y qué me va a traer? (Mora de Flores, 2021: p. 209).
3. Mire qué cara de incertidumbre, cómo se le acerca como si la quisiera tocar, quiere asegurarse de que
ella es real, que está allí, yo sé que es de verdad, que jamás hable no quiere decir que esté loco aunque
todos aqui se imaginen que lo soy (Mora de Flores,
2021: pp. 209-210).
4. Todos lentamente
empiezan a marcharse y el doctor Gutierritos sigue leyendo el periódico que en su prisa el doctor Puchy
dejó olvidado en la mesa del comedor, gracias Tinita, de nada doctor, todo estuvo muy bueno, fue un gran
placer, el picadillo estuvo delicioso, Tinita, qué dicha que le gustó, muchas gracias, Tinita... y ahora el
doctor Mesén que se queda de último, muy disimulado se le arrima a Tinita y en un murmullo le pregunta;
¿me puede por favor, prestar diez?
(Mora de Flores, 2021: p. 217).
La voz narrativa aparece en tercera persona.
La narración
cambia de tercera
persona e
introduce un
recuerdo del
personaje narrado en primera persona
donde se
representa el diálogo infantil que sostiene con su
madre.
La conciencia y el punto de vista del narrador se presenta en primera persona, al mismo tiempo que se
dirige a un lector o interlocutor imaginario.
La narración
cambia de tercera persona y alterna de manera
repentina con la conversación que sostienen varios personajes.
Fig. 3.1. Estructura polifónica en Cachaza (fuente: Mondol, Mijaíl [2021]. Literatura, identidades y
sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta los inicios de la literatura nacional. San José:
EUNED; los destacados son nuestros).
• 110
Como se aprecia en la figura 3.1, este tipo de relato (texto polifónico) se evidencia en la novela Cachaza
en diversos procedimientos técnico-formales entre los cuales se destaca el cambio de tercera a primera
persona, la introducción repentina de diálogos, la representación interna y psicológica de los personajes,
los episodios traumáticos o recuerdos por parte de los pacientes y la voz o conciencia interna del
personaje Cachaza, quien, pese al silencio que lo caracteriza, actúa como un observador-testigo que guía
al lector para que pueda conocer de manera «directa» las situaciones de violencia, corrupción y
discriminación social que viven los internos de la institución psiquiátrica.
Desde una perspectiva mucho más testimonial, otros de los escritores cuyas temáticas guardan cierto
paralelismo con la problemática social desarrollada en Cachaza, corresponde a Alfredo Oreamuno,
conocido en el ámbito literario por el nombre de «Sinatra». Pese a la poca atención que la crítica literaria
ha manifestado con respecto a sus obras, la producción narrativa de Sinatra fue acogida con un enorme
éxito editorial a lo largo de la década del setenta.
Prueba de lo anterior, corresponde a la publicación casi interrumpida de sus obras, entre las cuales se
destacan: Un harapo en el camino (1970), Noches sin nombre (1971), Callejón de los perdidos (1972),
Mamá Filiponda o Las princesas del dólar (1973), Terciopelo (1974), El Jardín de los Locos (1975) y Las
Hijas de la Caraca (1976).
En términos generales, las temáticas principales que abordan estos textos giran en torno a la perspectiva
testimonial y autobiográfica que experimentó el autor frente a la adicción alcohólica y su vida como
indigente, dejando entrever los bajos fondos capitalinos y otras formas de marginalidad y violencia social
asociados a la prostitución, la indigencia, la pobreza citadina y la delincuencia urbana. En palabras del
investigador Alexander Sánchez Mora:
Pese a sus posibles limitaciones formales, los textos de Alfredo Oreamuno constituyen un notable hito por
su impacto y difusión, posiblemente mayores que los de muchos de nuestros clásicos nacionales, así
como por su lectura desgarrada y en nada complaciente con la imagen plácida y armónica de la nación
costarricense de los años setenta (Sánchez en Monge,
2019: p. 196).
Aunque existen grandes diferencias formales y estéticas entre la novela
Cachaza y los relatos autobiográficos escritos por Alfredo Oreamuno, el aspecto por destacar en torno a
dichos textos obedece a la importancia que
otite bar pesadie de perten unales cerera por y sea
dejando entrever una fuerte crítica social a la imagen de modernidad, progreSo y Estado Benefactor de la
sociedad costarricense.
I. árgenes de identidad: voces urbanas y periféricas en la literatura costaricense

III
• 111 •
Para entender algunos de los rasgos sociales, culturales e identitarios que caracterizaron el espacio y la
dinámica urbana de la década de los setenta y de los ochenta, cabe destacar la novela póstuma del
escritor
Marco Retana, Bar
Roma (EUNED, 2008).
Un fragmento de dicho texto se encuentra reproducido en la
Antología de literatura costarricense (EUNED,
2021), elaborada por
Ana Cristina Flores
Monge, y que forma parte de la unidad
didáctica modular de esta asignatura.
A la luz de los textos y las características mencionadas, bien podemos afirmar
de la native netacion da inal de ese periodo se tipo de personal meye
condición de marginalidad no se vincula con el tema de la explotación laboral o la temática agraria; más
bien son representados por el grado de vulnera-bilidad, violencia y exclusión que estos experimentan por
parte de ciertas instituciones y discursos sociales.
Asimismo, cabe mencionar que la referencia a la ciudad y su relación existencial con el funcionario
público, la voz testimonial de la prostituta, el enfermo alcohólico, el pequeño delincuente urbano o la
crítica al carácter deshumanizante de la institución psiquiátrica, por mencionar algunos casos, son
abordados a partir de una serie de microespacios (cantinas, prostíbulos, oficinas, cuartos de hospital,
salones de baile, tugurios y calles, etc.), con el fin de evidenciar, desde la perspectiva cotidiana y vivencial
de los personajes, las tensiones y nuevas marginalidades que se desarrollan al interior del espacio urbano
y en la periferia.
En otras palabras, nos encontramos frente a la representación literaria de un nuevo sujeto marginal que
surge de los sectores periféricos y lumpen de la ciudad y por cuya condición psicológica y socio-
económica son tratados como una especie de desecho o residuo social.
C. Más allá de la ciudad: otras perspectivas
La literatura costarricense producida entre la década de los sesenta y mediados de la década de los
ochenta no solo se limita al desarrollo de personajes y temáticas relacionadas con la ciudad. Como se
constata en la diversidad de escritores, escritoras y textos literarios, la vasta y heterogénea producción
narrativa que se produjo en este periodo constituyó una nueva forma de leer y desmitificar la imagen
oficial de la identidad y la sociedad costarricense.
En otras palabras, una parte de la literatura escrita durante esos años asumió una posición reivindicativa
en torno a aquellos sujetos sociales y comunidades étnico culturales cuya voz histórica y política habían
sido silenciadas o excluidas del imaginario nacional. En este sentido, el matiz histórico y ficcional que
caracteriza este tipo de textos permitió desarrollar otros tipos de personajes, espacios y recursos
narrativos diferentes a la narrativa urbana, y que, al mismo tiempo, lograron visibilizar otras voces
históricas y culturales las cuales corrían el riesgo de ser marginalizadas o ideológicamente minimizadas
ante la nueva imagen de progreso e industrialización
• 112 •
capitalista impuesta por la actitud triunfalista y políticamente dominante
Así, por ejemplo, cabe destacar el surgimiento de una producción narrativa cuya temática principal se
abocó en reinterpretar de manera crítica algunos de los acontecimientos de la Guerra Civil del 48 vistos
por medio del testimonio de algunos personajes, quienes relatan su experiencia como víctimas o
perseguidos frente a los hechos políticos ocurridos en esta contienda nacio-nal, como es el caso de las
novelas de Gerardo Cesar Hurtado, Así en la vida como en la muerte (1975), Los vencidos (1977), El eco
de los pasos (1979) de Julieta Pinto y Final de Calle (1979) de Quince Duncan.
En este mismo sentido, se debe mencionar el aporte literario que realiza el escritor José León Sánchez
con la novela La isla de los hombres solos (1967), en la cual narra las situaciones de aislamiento, tortura
e injusticia social que sufren los prisioneros de la llamada isla San Lucas, dejando en evidencia una nueva
visión crítica y sociológica en torno a las identidades subalternas y marginales que los reclusos de libertad
viven.
La ficcionalización histórica basada en elementos de la sociedad colonial costarricense también se
encuentra presente en otros escritores cuyo estudio no ha sido abordado de manera amplia por parte de
la crítica literaria, tales como la obra de Edelmira González Herrera: Las huellas del puma (1976), y el
texto de Ricardo Blanco Segura: La mujer del sargento y otros relatos (1978), en los cuales se proyecta
un marcado interés en abordar situaciones de la vida cotidiana y familiar.
A pesar de que la sociedad costarricense de las décadas de 1960 y 1970 recién comenzaba a
experimentar las primeras consecuencias de la industrialización y de desarrollo urbano, otra de las
orientaciones narrativas que surge durante este periodo obedece al conjunto de textos literarios cuya
intención estética e ideológica se enfocaba en la representación de ciertos personajes, problemáticas
sociales y espacios culturales vinculados con las identidades locales y rurales costarricenses, las cuales
no estaban exentas de los procesos de modernización económica que vivía el país.
Prueba de lo anterior, se constata en la novela Memoria de un pobre diablo
(1963) de Hernán Elizondo Arce, quien plantea una aguda crítica y denuncia social frente a las
problemáticas sociales y económicas que sufre el entorno rural y agrícola guanacasteco; o la obra Peón
Misceláneo (1978), de José Abel Barroso, autor de origen panameño, pero cuya obra remite a las
condiciones de explotación laboral que viven los trabajadores de la zona sur del país; así como la novela
El no iniciado (1967), de Otto Jiménez Quirós, en la cual se realiza una aguda una crítica de las
costumbres sociales costarricenses.
lI. Márgenes de identidad: voces urbanas y periféricas en la literatura costarricense
III
• 113 •
En aras de comprender la problemática
discriminatoria y racial
desde la cual se alude al espacio cultural
caribeño, le exhortamos a analizar con detalle las diferentes representaciones
literarias y discursivas que se encuentran expuestas en la novela
Yo soy Marlín (EUNED,
2002) de la escritora
Edelmira González
Herrera. El texto se halla disponible en la
Antología de literatura costarricense (EUNED,
2021), compilada por
Ana Cristina Flores
Monge, y que forma parte de la unidad
didáctica modular de esta asignatura.
• 114 •
Asimismo, dentro de esta misma perspectiva local corresponde mencionar el texto del escritor José León
Sánchez, La colina del buey (1972), el cual se enfoca en problematizar el tema de los enclaves mineros
ubicado en la zona de Abangares.
En relación con la temática étnica y cultural ubicada en la provincia de Limón, se debe destacar el texto
de Edelmira González Herrera, Yo soy Marlín (1977), cuyos acontecimientos narrativos suceden en la
provincia de Limón y muy particularmente enfocados desde la problemática del racismo y de la discri-
minación. Ambas son ampliamente desarrolladas en la producción narrativa y ensayística de Quince
Duncan, y en el libro de cuentos Más abajo de la piel
(1972), de Abel Pacheco, que aborda, además, la situación política, migrante y cultural de las
comunidades indígenas, afro-caribeñas y chinas en Costa Rica. A propósito de la temática paisajística
uno de las principales obras que sobresalen en este periodo corresponde al libro Al pairo y otros cuentos
(1966), del escritor Jorge Montero.
De manera conjunta con la ficcionalización histórica, las identidades rurales y el entorno paisajístico,
resulta fundamental destacar el desarrollo de la literatura infantil costarricense encabezada por los
escritores Adela Ferreto y Carlos Luis Sáenz. Como se aprecia en los personajes, temas y lenguajes
utilizados en estas producciones, se trata de un tipo de literatura que no se caracterizaba exclusivamente
por estar dirigida a un público lector infantil:
también contribuyó a representar un imaginario folclórico y popular en torno a la identidad costarricense.
Otras de las vertientes que se inauguraron durante ese periodo consistió en la presencia de una mayor
relevancia de la literatura escrita por mujeres cuyas temáticas abordan el tema de la discriminación e
inequidad de género, lo mismo que poner más atención a las relaciones de poder que se generan en el
espacio doméstico familiar y los vínculos amorosos.
Como señala Álvaro Quesada Soto (2010), la producción narrativa que corresponde a este tipo de
temáticas se halló representada, en sus inicios, por los textos de Julieta Pinto, Si se oyera el silencio
(1967) y La estación que sigue al verano (1969); y la novela de Rima de Vallbona, Noche en vela (1968).
Durante las décadas posteriores, esta misma orientación narrativa continuaría su desarrollo gracias a los
textos de Myriam Bustos, Anacristina Rossi, Linda Berrón, y la producción dramatúrgica de Ana Istarú,
entre muchas otras autoras.
Finalmente, a pesar del carácter social-realista que predominaba en varios de los textos y discursos
narrativos anteriormente citados, una de las tendencias menos estudiadas en la producción literaria de
ese periodo corresponde
carácter fantástico y lúdico que plantearon otros escritores cuya producción narrativa no ha sido abordada
de manera significativa por parte de la crítica literaria costarricense, tales como el texto de Luzbel (1969),
de Gonzalo Arias Páez, o algunos de los textos de Fernando Durán Ayanegui.
D. Identidades afro-caribeñas en la literatura costarricense
Pese a la existencia de una actividad poética divulgada en los diarios locales limonenses, al igual que la
presencia de una narrativa oral proveniente de diferentes comunidades étnico-culturales, las
manifestaciones artístico verbales que conforman la diversidad indígena y afro-caribeña en Costa Rica
han sido ideológicamente excluidas por parte de la literatura nacional, cuyo centro ha girado en función de
los imaginarios y las prácticas culturales que se relacionan con el modo de producción campesina del
Valle Central y del espacio urbano capitalino.
Si bien correspondió a Carmen Lyra, Joaquín Gutiérrez y Carlos Luis Fallas introducir las regiones del
Caribe y del Pacífico en algunas de sus producciones narrativas, se debe mencionar que la referencia a
dichos espacios obedece principalmente al protagonismo histórico y social que desempeñaron estas
zonas geográficas como parte de la temática de la explotación bananera, dejando al margen una mayor
problematización de los temas de la diversidad y la identidad cultural. En este sentido, es primordial
enfatizar que la alusión a las representaciones culturales afro-caribeñas e indígenas por parte de muchos
escritores y escritoras de la primera mitad del siglo XX tampoco escaparon de una visión colonial y racista
en torno al personaje negro e indígena.
De acuerdo con las investigadoras Margarita Rojas y Flora Ovares (1995), no fue sino a partir de los
relatos y las novelas de Quince Duncan, escritos durante la década de 1970, cuando podemos afirmar
que el asunto de la identidad afro-costarricense adquirió una presencia mucho más específica en la
literatura nacional. Afirman ambas autoras:
La búsqueda de la identidad en términos de la reafirmación racial se encuentra en los relatos de Quince
Duncan. Estos destacan básicamente porque discuten el aspecto étnico en relación con la marginalidad
de los negros en Costa Rica. La incorporación de este grupo se da no solo en referencia a la problemática
social y económica sino también en relación con los conflictos psicológicos y culturales (1995: p. 232).
III
Sobre la temática afro-costarricense.
Para ampliar este tema, véase la entrevista realizada al escritor Quince Duncan en el capítulo «El negro
en la literatura» del programa Identidades, producido por la
UNED, mediante el siguiente código OR:
• 115 •
Como se aprecia en su producción novelística, algunas de las temáticas que desarrolla este autor se
encuentran vinculadas a las diversas formas de discriminación social que ha sufrido la comunidad
caribeño-limonense, así como las propias contradicciones y el sentido de pertenencia que experimenta el
sujeto cultural afro-caribeño en relación con la búsqueda y construcción de su propia identidad.
A manera de ejemplo, véase el cuadro 3.2 en el cual se evidencia el carácter reflexivo y cuestionador que
revelan algunos pasajes de las novelas de Quince Duncan acerca la identidad cultural afro-limonense, así
como los prejuicios racistas y xenófobos desde los cuales ha sido marginalizada la sociedad caribeña.
Cuadro 3.2
Identidad y racismo en las novelas de Quince Duncan
Fragmentos
Comentario
[...]
- Somos negros, no se olvide de eso. A pesar de que ambos personajes se Tenemos que conservar
nuestro idioma identifican como negros, nótese el sentido cueste lo que cueste.
de diferencia y diversidad cultural que
- ¿Nuestro idioma? ¿Cuál es nuestro idioma?
expresan estos personajes cuando discuten acerca del sentimiento de pertenencia cultural que cada uno
de ellos experimenta
— ¡Pues el inglés desde luego!
al referirse a su lugar de nacimiento (Limón/ Jamaica) y su lenguaje (inglés/español)
Yo no estoy tan convencida como usted
acerca de eso.
Somos de Jamaica, ¿no?
¡Yo nací aquí!
Eso no es el quid del asunto. Yo nací en Jamaica y me trajeron siendo muy niño, sin embargo me siento
más jamaiqueño que usted (Duncan, 1971: p. 65; el destacado es nuestro).
Nosotros no somos africanos en cuanto a la nacionalidad, sino en cuanto a
En este pasaje, el personaje establece
la raza. Y por la raza también, somos
una diferencia importante entre el criterio de nacionalidad y de raza. De manera
jamaicanos, con mayor derecho. [...] El derecho de llamarnos africanos, se
particular, el sentido de pertenencia cultural
ha perdido ya (Duncan, 1971: p. 65; el
que expresa este personaje se encuentra
destacado es nuestro).
vinculado con Jamaica y no con África.
• 116
Tené cuidado con ese cochino. Los negros ni se bañan ni se peinan. Y además vienen de un lugar
llamado África, donde la gente se come a los chiquitos (Duncan, 1973:
p.103).
Ah ese viejo sinvergüenza. Es un buen negro. Trabajador, pacífico y siempre sonriente. Me gustan los
negros de ese tipo, siempre cantando y bailando (Duncan, 1973: p. 104; el destacado es nuestro).
Comentario
En cuanto a estas dos citas, obsérvese el tipo de estereotipos que la novela de Quince Duncan reproduce
en la voz de estos personajes para dar cuenta acerca del discurso racista desde los cuales se percibe la
otredad negra y afro-limonense.
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Otra de las escritoras que durante ese mismo periodo abordó la cuestión identitaria afro-limonense
obedece a la poeta Eulalia Bernard Little (1935-2021).
En términos generales, la producción poética de esta escritora limonense no se podría comprender sin
subrayar su compromiso ideológico y militante con los movimientos políticos y culturales de negritud que
se estaban produciendo en el ámbito internacional en favor de los derechos y la reivindicación de las
culturas afro-americanas.
Como explica la investigadora Marianela Muñoz, dicha característica se registra desde su primer
poemario, titulado Negritud. Poesía Negra Costarricense
(1976), el cual apareció publicado en un formato de disco LP. Este aspecto no solo resultó novedoso en
tanto introdujo un medio cultural y tecnológico que se diferenciaba de las formas tradicionales de
publicación literaria, sino que dio cuenta de la actitud experimental y transgresora del proyecto poético de
Eulalia Bernard al repensar las relaciones entre la música, la identidad cultural y la palabra. De acuerdo
con Muñoz:
En el poemario, versos y música, además del bilingüismo, articulan la denuncia antirracista con la protesta
y lucha de clases, el orgullo negro con la denuncia anti-imperialista. Mediante la ruptura de su producto
cultural, participa de la modernización de la literatura, al tiempo que diversifica la poesía de sus
contemporáneas. En última instancia, de manera innovadora y mediante un formato no tradicional, Eulalia
Bernard Little expande las geografías de activismo cultural y político de la década de los 70 (Muñoz en
Monge, 2019: p. 158).
A manera de ejemplo, léase el siguiente fragmento en el cual se destacan algunos de los rasgos
anteriormente comentados:
• 117 •
Rondas
¡Ambo ambo!
Matariledilero
¿Qué quiere usted?
Qué más quisiera yo que ver izada la bandera África del sur negra al lado de la nuestra.
[...]
¡Pan quemao!
¿Quién lo quemó?
El mesón, el erizo La gloria, no sé yo.
[...]
¡Tum tum! ¿Quién es?
Los pobres de los puertos libres de los países pobres con la patas al revés
¡Oba! Sin mover, sin reír, mudo.
(Eulalia Bernard, Negritud. Poesía negra costarricense [grabación sonora),
1976; el destacado es nuestro).
Tal como se aprecia en el texto anterior, el discurso poético de Bernard combina elementos musicales,
rítmicos y literarios sin perder de vista una profunda crítica hacia aquel conjunto de discursos y
acontecimientos nacionales que tienden a borrar y marginalizar la otredad cultural afro-caribeña. En tal
sentido, téngase en cuenta la utilización que realiza dicha autora de ciertas frases y rondas infantiles
relacionadas con la figura heroica y nacionalista de Juan Santamaría (el Erizo), al mismo tiempo que deja
entrever el deseo de reivindicación histórica y cultural que expresa el sujeto afro-caribeño ante los
procesos de marginalidad y exclusión cultural que constituyen el discurso y el imaginario nacional
costarricense.
En síntesis, la labor poética e ideológica que realiza Eulalia Bernard, tanto en el poemario Negritud como
en otros trabajos poéticos (Ritmohéroe, Ciénaga, My Black King y Griot), constituye un vivo ejemplo
acerca de la existencia de otras luchas sociales que conectaban a la región afro-caribeña costarricense
con otros movimientos culturales, políticos y estéticos cuya preocupación central trascendía la temática de
la identidad nacional y las nuevas transformaciones sociales que comenzaban a aparecer en el espacio
urbano de la décadas de los setenta y ochenta.
118
Luego del breve recuento de las diferentes orientaciones narrativas que hemos abordado en esta sección,
la producción narrativa escrita entre las décadas de los sesenta y mediados de los ochenta ofrece un
panorama bastante heterogéneo para pensar en las diferentes temáticas desde las cuales la literatura
interpreta y representa las voces periféricas de la identidad y del imaginario nacional.
Desde el carácter enajenante y violento que abarca el espacio urbano y sus instituciones sociales, hasta
el tema de la identidad cultural e indiscrimina-ción racial, bien podemos afirmar que la narrativa anterior
refleja las transformaciones sociales, políticas y económicas que estaban sucediendo en la segunda mitad
del siglo XX. Empero, el género narrativo no constituye el único medio para analizar las representaciones
sociales e identitarias de la sociedad costarricense, por lo que a continuación nos enfocaremos en
reseñar la importancia que cumplió el discurso poético durante ese periodo.
III
E. Entre el intimismo y la poesía social: 1950-1980
En términos generales, el discurso poético costarricense inscrito entre la segunda mitad del siglo XX e
inicios de la década de los ochenta puede analizarse como el resultado de una tensión provocada por dos
posiciones estéticas, las cuales reflejan dos formas de entender la actitud ideológica que asumiría el
sujeto lírico (poeta) ante los cambios históricos y sociales producidos durante este segundo periodo de la
modernidad nacional.
Siguiendo la explicación que realiza Álvaro Quesada (2010), dichas tendencias se dividen en una
perspectiva de índole subjetiva o autorreferencial, y en una perspectiva más cercana a la crítica y a la
denuncia social. Pero ¿qué podemos entender como una tendencia autorreferencial o referencial en la
poesía costarricense?
De acuerdo con Quesada, la primera tendencia corresponde a un grupo bastante heterogéneo de poetas,
entre quienes cabe mencionar a Alfredo Sancho
(1924-1985), Arturo Montero Vega (1924-2002), Mario Picado (1928-1988), Virginia Grütter (1929-2000),
Jorge Charpentier (1933-2004), Ana Antillón
(1934) y Carlos Rafael Duverrán (1935-1995), cuya producción poética correspondió a las décadas de
1950 y 1960.
Por su parte, la segunda orientación estaría representada por otra generación de poetas, tales como
Jorge Debravo, (1938-1967), Mayra Jiménez (1938), Laureano Albán (1942), Julieta Dobles (1943),
Carlos de la Ossa (1946) y
• 119 •
Carlos Francisco Monge (1951), y algunas producciones poéticas de Isaac
Felipe Azofeifa (1909-1997).
En términos generales, la llamada poesía hermética o autorreferencial se encuentra determinada por la
experiencia subjetiva del hablante lírico. Entre las muchas características que supone este tipo de poesía,
cabe destacar que ese «yo lírico», al que solemos identificar con la voz poética presente en el poema,
expresa ciertas temáticas ligadas al ámbito de la individualidad o la conciencia interior. Según menciona
Álvaro Quesada, un ejemplo de este modelo corresponde a la poesía surrealista de Eunice Odio y de
otros poetas de la llamada Generación del 50, entre los que figuran Salvador Jiménez (1922-1986),
Alfredo Sancho (1924), Victoria Urbano (1926-1984), Arturo Montero Vega
(1924-2002) y Eduardo Jenkins Dobles (1926-2008)
De acuerdo con Quesada, las principales características temáticas y estilísticas que, de manera general,
esta generación plantea, se resumen en los siguientes aspectos:
1. Sentimiento de crisis y vulnerabilidad del sujeto lírico y su relación con el mundo urbano y
moderno.
2. Predominancia por los temas del absurdo, la incomunicación, la angustia existencial y la
experiencia inconsciente frente a lo real.
3. Afirmación de la temática erótica como una forma de establecer un
4. deseo de comunicación, unidad y orden.
5. Exploración de la sexualidad y del cuerpo femenino.
6. Ruptura definitiva con la poética tradicional.
7. Utilización de un lenguaje más cercano a la expresión oral y al uso cotidiano.
Caso contrario ocurre cuando nos referimos a la poesía referencial. En este tipo de poesía, el «yo lírico»
asume una posición crítica hacia el entorno social e ideológico que le rodea. En otras palabras, el
hablante del texto privilegia su posición ideológica ante el mundo o el contexto social del cual forma parte.
A diferencia de la primera tendencia, esta característica lo lleva muchas veces a invertir su posición
intimista hacia una posición colectiva en que se privilegia un claro tono de denuncia o critica social.
Como veremos de seguido, el desarrollo de ambas perspectivas supone más que una caracterización
definitiva o determinista en el desarrollo de la poesía costarricense. La tensión que se ha generado entre
estos dos tipos de expresión poética (autorreferencial y referencial) ha permitido la elaboración de
• 120 •
una diversidad de temáticas y lenguajes metafóricos, los cuales nos permiten comprender las distintas
formas en que la voz poética interpreta su subjetividad y su relación con el entorno social del cual forma
parte.
En relación con el modelo referencial corresponde acentuar las figuras de Jorge Debravo (1938-1967),
Mayra Jiménez (1939-), Laureano Albán (1942-).
Julieta Dobles Izaguirre (1943-), Carlos de la Ossa (1946-) y Carlos Francisco Monge (1951-) Sin
embargo, cabe señalar que muchos de estos escritores, cuyo registro de publicación osciló entre las
décadas de 1960 y 1970, no solamente se limitaron a una poesía de índole social. Al igual que la
promoción de poetas de la década de 1950, la temática erótica, la sexualidad, la comuni-cación, la
soledad y otras formas de problematizar la subjetividad y la existencia humana también ocuparon un
importante desarrollo poético, como bien se puede ejemplificar en los textos de Alfonso Chase y Rodrigo
Quirós.
Cuando nos referimos a la producción poética de este periodo, el poeta que más ocupa la atención por
parte de la crítica y la historia de la literatura nacional es Jorge Debravo. A pesar de que la mayoría de
sus textos poéticos fueron escritos a lo largo de la década de 1960, la muerte prematura de este escritor,
en 1967, produjo una divulgación importante de su obra, convirtiéndolo en el referente más importante de
la poesía como instrumento político y de denuncia social.
La producción literaria de Jorge Debravo inició de manera temprana en la década de los 60 con la
publicación de una serie de textos cuyos títulos ya evocaban una nueva concepción del lenguaje lírico.
Textos como Devocionario del amor sexual (1963), Nosotros los hombres (1966), Canciones de vida
cotidiana
(1967), por citar algunas de sus producciones más significativas, constituirán, hacia finales de la década
de 1960, la conformación de una nueva comunicación poética, la cual se intentaba diferenciar de la
concepción hermética y subjetiva que Debravo observaba por parte de algunos de sus contemporáneos
en las décadas anteriores. A partir de la obra y muerte de Debravo, se inauguró una función colectiva y
privilegiadamente ideológica del discurso y el sujeto lírico, la cual sería asumida por toda una generación
de poetas pertenecientes a la década de los 70 y principios de los 80.
Por este motivo, algunos estudiosos de la literatura nacional afirman que la contribución de Jorge Debravo
al desarrollo de la poesía de la segunda mitad del siglo xx se inclinó más por invertir la posición intimista e
individual del yo lírico y colocar en su lugar una voz poética que, sin dejar de ser subjetiva, expresó una
intención social o colectiva. Así lo señala el académico Carlos
Francisco Monge:
III
Para ampliar este tema, véase la entrevista realizada por Sonia Jones al poeta e investigador Carlos
Francisco Monge en el capítulo «Jorge
Debravo, poesía y rup-tura» del programa
Identidades, producido por la UNED, mediante el siguiente código QR:
• 121 •
gran contribución de Jorge Debravo en Costa Rica es que hace pasar el discurso literario, el discurso de
la lírica del «yo», al «nosotros»; de mi vida personal, privada e individual a la vida de los demás (UNED,
2010e).
Con base en la cita anterior, podemos afirmar que Jorge Debravo funda una nueva concepción
comunicativa de la poesía costarricense. La preocupación por establecer un lenguaje mucho más
comprensible hacia el lector, la constante interpelación ideológica desde la cual el sujeto lírico denuncia y
critica la injusticia social, la referencia a elementos ligados a la cotidianidad, la utilización de referentes
históricos y colectivos, así como el uso de ciertas estructuras retóricas asociadas al discurso religioso,
convierten la poesía de Jorge Debravo en un discurso poético ligado al imaginario social costarricense. En
palabras de Carlos Francisco Monge:
La verdad es que la contribución de Debravo está más por el lado de lo ético que de lo estético. Su obra
no es muy experimental. Estoy casi seguro que sus preocupaciones no eran de tipo estético o literario,
sino que estaba persuadido de que la poesía tenía que ser comunica-ble, y cuando él hablaba de
comunicable lo que quería decir era que la entendieran todos. [...] Y me parece que una de sus virtudes
históricas de la obra de Jorge Debravo [...] es que fue una obra que se arraigó de una manera muy
acertada y muy precisa en esa especie de imaginario social costarricense, que es muy dado
efectivamente al altruismo, a la compasión, a la amistad, desde luego al amor y a la solidaridad (UNED,
2010e).
Por otra parte, justo en el transcurrir de esta década, otros escritores contemporáneos a Jorge Debravo,
tales como Julieta Dobles, Laureano Albán, Alfonso Chase, Rodrigo Quirós y Leonor Garnier elaborarán
otro tipo de temáticas asociadas con la sexualidad, el erotismo o el devenir existencial del sujeto,
ampliando así la diversidad de temas que se estaban desarrollando en ese periodo.
Desde un punto de vista ideológico, la creación, divulgación y recepción poética desarrollada durante la
década de los 70 no se podría comprender sin tomar en cuenta la actitud crítica y políticamente
comprometida que experimentaban muchos jóvenes de la época con las nuevas transformaciones
históricas y sociales que se estaban desarrollando en el contexto costarricense y latinoamericano. Para el
caso de la poesía referencial, precisamente este contexto determinó en el sujeto lírico una posición ética y
de transformación social.
• 122
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense:
entre la nostalgia y el desencanto
En Costa Rica, no pasa nada desde el Big Bang, le había escuchado decir a Nacho, un cooperante
español. «No pasa nada», me susurraba a mí mismo, «desde el Big Bang», en una mueca interior de
desprecio L...] aunque el desprecio no era hacia aquella Costa
Risa de la que se burlaban los propios costarrisibles, sino hacia mí mismo y mi fracaso.
Carlos Cortés, Cruz de olvido, 1999.
Sumario
1. La crisis del Estado-nación y su repercusión en la literatura de finales del siglo xx e inicios del
siglo xxI
2. Rasgos posmodernos en la literatura costarricense
3. Entre el desencanto y la incertidumbre del nuevo milenio
4. Objetivo general
5. Explicar las principales temáticas y tendencias estético-ideológicas de la literatura nacional,
inscrita entre la década de los ochentas y finales del siglo xX como parte de los procesos de
globalización y crisis del
6. Estado-nación.
7. Objetivos específicos
8. 1. Contextualizar las principales producciones, autores y géneros literarios por medio de los
cambios socio-económicos y culturales ocurridos entre la década de los ochentas y finales del
siglo xx.
9. Identificar las principales representaciones estético-ideológicas de la identidad socio-cultural
costarricense ubicada entre las dos
10. últimas décadas del siglo XX.
11. Analizar las principales estrategias ficcionales y subjetividades sociales que emergen hacia
finales del siglo XX, con el fin de reconocer otras formas de representación y configuración
discursiva de la(s) identidad(es) socio-culturales costarricenses.
124
A. La crisis del Estado-nación y su repercusión en la literatura de finales del siglo XX e inicios del siglo xxI
Como señalábamos en el capítulo anterior, las décadas comprendidas entre 1950 y 1980 son conocidas
como el periodo socialdemócrata en razón del protagonismo que ocupó el Estado-nación en el proyecto
de modernización económica y cultural de la sociedad costarricense. No obstante, a partir de la década
de los ochentas la vigencia de este modelo experimentó cambios sociales profundos a raíz del orden
económico internacional de finales del siglo XX, afectando de manera significativa el desarrollo de los
países depen-dientes. El historiador Héctor Pérez Brignoli expone que:
El periodo 1980-2010 se abre y se cierra con una fuerte crisis económi-ca. Entre medio se producen
profundas transformaciones en el ámbito latinoamericano: retroceden los regímenes militares y se
implantan regímenes democráticos, mientras se efectúan varias reformas estructurales que modifican el
perfil económico de la región. [...] La globalización, es decir, una profundización notable de la inserción en
los mercados mun-diales, es quizás el rasgo más importante del periodo estudiado (2018: pp.
476-477).
Para el caso centroamericano, cuya crisis económica y social había empeorado de manera drástica
posteriormente a los acuerdos de paz y las transiciones democráticas, las políticas económicas
neoliberales se convirtieron en la única vía de acceso para activar la inversión extranjera y nacional ante
los altos niveles de competitividad que demandaban los mercados internacionales. A causa de esta
situación, la función interventora y reguladora que había cumplido el Estado-nación en el desarrollo
económico, social y cultural tuvo un gran replanteamiento.
Señala el economista Jorge León Sáenz que:
Los grandes problemas de orden fiscal, deuda externa, inflación, desempleo y de comercio con el MCCA
[Mercado Común Centroamericano]
ocurridos entre finales de los setentas e inicios de los ochenta, hicieron necesario introducir políticas
económicas dirigidas a lograr un cambio profundo en las prioridades nacionales. En el caso de los
sectores produc-tivos, el nuevo enfoque gestó la reconversión de su estructura productiva ante la crisis,
priorizando una mayor apertura al mercado mundial, y siguiendo una estrategia de promover las
exportaciones mediante la diversificación y la promoción de la inversión extranjera (León en Vega,
2019: p.192).
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
IV
• 125 •
Entre los narradores más significativos-casi todos ellos nacidos entre las décadas de 1950 y 1960- que
comprenden este pe-riodo, se ubican Linda
Berrón, Anacristina
Rossi, Hugo Rivas, Rodolfo Arias, José
Ricardo Chaves,
Dorelia Barahona,
Carlos Cortés, Rodrigo
Soto, Fernando
Contreras, Alí Víquez, Sergio Muñoz, Carlos
Morales, Álvaro
Zamora, Rafael
Ángel Herra, Tatiana
Lobo, Magda Zavala, Adriano Corrales, Uriel
Quesada y Alexander
Obando, entre otros.
La caída del muro de Berlín (1989), el colapso del socialismo soviético, el surgimiento de tensiones
político-militares entre los Estados Unidos y los países árabes, las consecuencias sociales provocadas
por los conflictos armados centroamericanos, el avance tecnológico de la llamada era de la información y
la imposición de un modelo neoliberal cuyas implicaciones globales comenzaron a transformar las
relaciones sociales, identitarias y culturales, constitu-yeron, grosso modo, algunos de los hechos más
significativos durante las dos últimas décadas del siglo XX. Pero, ¿cuál es la relación de este contexto con
las identidades y la literatura costarricense?
Tal como se advierte en la producción literaria de este periodo, los cambios y tensiones sociales
mencionados implicaron el desarrollo de otras estrategias narrativas, temáticas y personajes que
cuestionaban, desde muy variadas corrientes estéticas, el impacto local que comenzaba a experimentar la
sociedad costarricense por los procesos de globalización económica.
Si bien algunas de las tendencias narrativas que se desarrollaron en estos años guardan cierta
continuidad con otros momentos de la literatura cos-tarricense, los textos literarios que se publicaron en
aquel periodo exploran otras temáticas tales como: 1) la problemática ecológica o ambientalista, 2)
la desigualdad y violencia de género, 3) la marginación social y cultural, 4) la corrupción política y crisis
del Estado Nación, 5) el entorno urbano de finales del siglo xx, 6) la diversidad sexual, 7) el relato
testimonial y 8) el resurgimiento de la literatura fantástica.
En razón de la pluralidad de perspectivas que caracterizó dicha producción narrativa, hemos seleccionado
algunas de las referencias bibliográficas elaboradas por Alvaro Quesada (2010), Oscar Alvarado (2009),
Margarita Rojas y Flora Ovares (1995), con el fin de proporcionar un panorama general acerca de las
principales orientaciones temáticas comprendidas entre 1980 y la primera década del siglo XXI (cuadro
4.1):
126
Cuadro 4.1
Orientaciones narrativas de finales y principios del siglo XXI
Temática
Autores
Novela histórica: periodo
Alberto Cañas
colonial, caribeno y
José León Sánchez
prehispánico
Alfonso Chase
Fernando Durán Ayanegui
Textos literarios
Los molinos de Dios (1992)
Tenochtitlán (1986)
Campanas para llamar al viento (1987)
El pavo real y la mariposa
(1996)
Las estirpes de Montánchez
(1992)
Asalto al paraíso (1992)
Calypso (1996)
El año del laberinto (2000)
La ruta de las esferas (2008)
Limón Blues (2002)
Conflicto social, realismo y testimonio
La novela urbana:
representación de los sectores urbano-marginales
y de la clase media
costarricense
Tatiana Lobo
Dorelia Barahona
Anacristina Rossi
José León Sánchez
Carlos Luis Argüello
Carlos Morales
Anacristina Rossi
Dorelia Barahona
Rodolfo Arias
Sergio Muñoz
Dorelia Barahona
Linda Berrón
Rodrigo Soto
Fernando Contreras
Limón Reggae (2007)
La luna de la hierba roja (1984)
El mundo de Juana Torres
(1986)
Los sonidos de la aurora (1991)
La loca de Gandoca (1992)
Retrato de mujer en terraza
(1995)
El Emperador Tertuliano y la legión de los superlimpios
(1992)
Vamos a Panamá (1997)
Los dorados (1999)
La señorita Florencia (1993)
El expediente (1989)
Mundicia (1992)
Única mirando al mar (1993)
Los Peor (1995)
Urbanoscopio (1997)
Cruz de olvido (1999)
Carlos Cortés
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
IV
• 127 •
Tendencias narrativas de carácter postmoderno
Autores
Rafael Ángel Herra
Álvaro Zamora
Alexander Obando
Rodrigo Soto
Relaciones de otredad en el espacio íntimo o privado:
identidad, comunicación, violencia y soledad
Narrativa testimonial
enfocada en el contexto político y cultural de la década del setenta y ochentas
Linda Berrón
Rodrigo Arias Formoso
Hugo Rivas
Sonia Morales Solarte
Alicia Miranda
Dorelia Barahona
Rosibel Morera
Adriano Corrales
Magda Zavala
Linda Berrón
Relaciones de género, subjetividades femeninas y masculinas
Anacristina Rossi
Textos literarios
La guerra prodigiosa (1986)
El genio de la botella (1990)
Viaje al Reino de los Deseos
(1992)
Morir de celos y otras mitologías (2000)
El más violento paraíso (2009)
La estrategia de la araña
(1985)
Mitomanías (1993)
La torre abolida (1995)
Dicen que los monos éramos felices (1996)
La cigarra autista (1992)
Te llevaré en mis ojos (2007)
Esa orilla sin nadie (1988)
Cuentos de amor y otras soledades (2008)
La huella de abril (1989)
De qué manera te olvido
(1990)
Los deseos del mundo (2007)
Historias de un testigo interior
(1990)
Los ojos del antifaz (1998)
Desconciertos en un jardín tropical (1998)
La última seducción (1989)
El expediente (1989)
La cigarra autista (1992)
María la noche (1985)
La loca de Gandoca (1992)
Situaciones conyugales (1993)
• 128 •

Homoerotismo y diversidad Autores Textos literarios


sexual Anacristina Rossi
Uriel Quesada María la noche (1985)
José Ricardo Chávez Larga vida al deseo (1995)
Alexander Obando La mujer oculta (1984)
Imaginarios distópicos, Fernando Leal, Francisco El más violento paraíso (2009)
fantásticos y futuristas Quesada, Michael O'Reilly CR.2040 (1996) (antología)
y
Alí Víquez
Antonio Chamu
Laura Casasa Núñez Posibles futuros. Cuentos de ciencia ficción
(2009)
Iván Molina Jiménez (antología]
David Díaz Arias
Laura Quijano Vincenzi
Jessica Clark
Daniel Garro
IV
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED, a partir de datos obtenidos de Quesada (2010),
Alvarado (2009) y Ovares y Rojas (1995).
1. La temática ambientalista y patrimonial
Una de las preocupaciones que se manifiestan en algunos de los textos narrativos de finales de la década
de los 80 y principios de los 90 corresponde a la temática ambientalista y patrimonial. Dicha problemática
forma parte de los nuevos fenómenos sociales que surgen de los intereses transnacionales basados en la
explotación de los recursos naturales y la incapacidad del Estado-nación en salvaguardar su memoria
histórica frente a la expansión de la propiedad privada. Como señala Guillermo Barzuna:
Los signos de lo ambiental y la reivindicación de la mujer también fueron objeto del arte a finales de los
ochentas. [...], como resultado de las nuevas corrientes, junto con la revalorización de tópicos
tradicionales en el devenir de la cultura costarricense. [...] En los inicios de los noven-tas, se produjo una
marcada transferencia de preocupaciones que habían surgido en otras latitudes, bajo el argumento
político de dar prioridad, entre otros intereses, a la defensa del ambiente. Este argumento, en gran
medida, tuvo su origen en los movimientos ecologistas que surgieron en los países desarrollados
afectados por la contaminación industrial y radioactiva (2005: p. 27).
• 129 •
Entre las novelas costarricenses que desarrollan esta perspectiva, cabe destacar el texto de Anacristina
Rossi, La loca de Gandoca (1992), cuyo argumento principal gira en torno a los conflictos burocráticos e
intereses privados que debe enfrentar la protagonista en su lucha contra la explotación y el uso comercial
de los recursos naturales y patrimoniales.
A manera de ejemplo, véase el siguiente extracto en el cual se evidencia la incapacidad administrativa del
Estado para asumir la protección y defensa del patrimonio histórico ante los intereses particulares de la
propiedad privada.
Me fui enseguida al Ministerio de Cultura a preguntar en base a qué se demolía el Patrimonio Histórico.
Me contestaron: «Es que el dueño la necesita para hacer un parqueo. El gobierno está sin fondos para
expro-piar. «Pero es Patrimonio Histórico, ¿por qué no le piden al dueño que la restaure y en vez de
demolerla haga algo más bonito y lucrativo que un parqueo?» «Porque es propiedad privada. La
propiedad privada no se puede limitar. Aunque sea Patrimonio Histórico.» Eso dijo la funcionaria del
Ministerio de Cultura (Rossi, 1993: p. 126).
La sociedad costarricense que se proyecta en este texto evidencia la nueva situación histórica que sufre
el Estado-nación ante los cambios económicos e intereses transnacionales impuestos por el modelo
neoliberal. Desde un punto de vista ideológico, la problemática ambiental y patrimonial desarrollada
durante este periodo constituye una crítica y denuncia social en contraste con la imagen ecológica y
publicitaria en la cual suele reconocerse a Costa Rica como un pequeño país centroamericano
caracterizado por la protección de sus recursos naturales e históricos. Contrario a esta perspectiva, el
texto de Anacristina Rossi, como las novelas Única mirando al mar (1993) y Los Peor (1995), de
Fernando Contreras, dan cuenta de la vulnerabilidad y crisis que experimenta el Estado-nación
costarricense ante las transformaciones socio económicas que ocurren hacia finales del siglo XX.
2. La nueva novela urbana: un personaje más de la literatura
Afín a los cambios culturales y económicos que experimentaba la sociedad costarricense, la
representación literaria de la ciudad adquiere otras estrategias narrativas y problemáticas sociales que la
diferenciaban de manera significativa con respecto a la temática urbana desarrollada hacia principios de
la década de los sesenta y setenta.
Como se aprecia en varias de las producciones literarias publicadas hacia finales de la década de los
noventa, una de las principales características que se registran en estos textos consiste en la
incorporación de amplios sectores
• 130
locales y lenguajes sociales, los cuales oscilan entre el ámbito de la informalidad económica, tales como
el personaje lumpen citadino, el pequeño traficante de drogas, la prostitución o el mendigo y la
representación de élites sociales vinculadas al poder político o pertenecientes a una clase media en
decadencia.
Si bien la narrativa de las décadas anteriores había inaugurado el tema de la marginalidad urbana en
varias de las novelas de Carmen Naranjo, Virgilio Mora, Julieta Pinto, Quince Duncan y Alfonso Chase, el
criterio que diferencia esta otra narrativa radica en la configuración de nuevos espacios, lenguajes,
personajes y estrategias narrativas que tienden a representar al Estado-nación y sus respectivos aparatos
institucionales desde una perspectiva decadente y desencantada. Aún más, se podría decir que en este
tipo de literatura la concepción del Estado Benefactor, como símbolo de la modernidad y el progreso de
mediados del siglo XX, termina por derrumbarse para dar paso a una sociedad costarricense que se
debate entre la pérdida de sus referentes institucionales, la degradación social, la enajenación
tecnológica, la corrupción política y el desencanto a cualquier proyecto ideológico o de cambio social.
Asimismo, a diferencia de los temas ético-existenciales desarrollados en la novelística de Carmen
Naranjo, Alberto Cañas o Samuel Rovinsky, por mencionar algunos autores, los personajes citadinos de
esta nueva producción literaria se caracterizan por su relativismo moral, trastornos psicológicos, sentido
de la nostalgia, conflictos familiares y una intensa búsqueda personal de sus vínculos afectivos y socio-
culturales.
Finalmente, conviene señalar las diferentes percepciones y significados que ambos periodos le asignan al
entorno urbano. En la narrativa de la década de los sesenta y setenta, la ciudad es un elemento de la
modernidad que amenaza o destruye los vínculos afectivos y de otredad entre las personas, como bien
pudimos observar en la novela de Carmen Naranjo, Los perros no ladraron
(1966), o en el texto Final de calle (1979), de Quince Duncan; mientras que en la narrativa posterior a
mediados de la década de los ochentas, la representación de la ciudad forma parte de la conciencia y
experiencia vivencial de sus protagonistas.
En otras palabras, el entorno urbano deja de ser percibido como un elemento externo y se transforma en
un elemento constitutivo de la identidad y la subjetividad del personaje. Desde este punto de vista,
podríamos afirmar que en la narrativa de la década de los sesenta y setenta, la ciudad es percibida por
los personajes como una amenaza externa, mientras que en la narrativa urbana
IV
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgiay el desencanto
• 131 •
Para contar con una mejor referencia
textual a propósito de las características anteriormente
mencionadas, léase
uno de los fragmentos de Los Dorados, de Sergio Muñoz (EUNED,
2009), incluido en la
Antología de literatura costarricense (EUNED,
2021), compilada por
Ana Cristina Flores
Monge, y que forma parte de la unidad
didáctica modular de esta asignatura.
Para un mejor acercamiento acerca de la novela Los Dorados, de Sergio Muñoz, consúltese el capítulo
«Los
Dorados» del programa audiovisual de la
UNED Punto y Coma.
de finales del siglo xx, la ciudad y sus entornos se convierten en un personaje más de la literatura
costarricense.
Con el fin de evidenciar algunas de las características anteriores, corresponde mencionar la novela de
Sergio Muñoz (1963) Los Dorados (1999), cuya temática principal aborda las relaciones sociales y
disputas generacionales que acontecen en los barrios marginales capitalinos vinculados con la drogadic-
ción, la lucha entre pandillas y la delincuencia urbana.
Uno de los rasgos más destacados de esta novela consiste en la representación de los diversos lenguajes
sociales que utilizan las distintas voces narrativas para referirse al contexto lumpen marginal por medio de
la propia visión ideológica de sus personajes. A manera de ejemplo, véase el siguiente extracto de esta
novela:
¡Qué rico es pijearse! Es como si todo resbalara, dejarse ir hasta que empieza la despijeada. ¡Eso sí es lo
feo!, con la gente encima de uno, los rocos, los profes, los otros maes, todos jodiendo la laif, buscando
joderlo a uno, sacarlo de la fiesta. Entonces es cuando viene la agüevazón, la ostinada.
Se pudre toda la maire y entonces me pongo en un bajonazo, hasta que todo es una pura mierda: la
música, las caras, los compas. ¡Lástima que no volví a ver al Chelillo! Con ese mae se la podía alzar uno.
Pero siempre fue un hijueputa. Cara 'epicha más grande (Muñoz, 2000: p. 47).
Tal como se advierte en esta fragmento, la forma de hablar del personaje y el sentimiento de malestar que
plantea con respecto a su entorno social y local le ofrecen al lector una interpretación acerca de la vida
cotidiana de ciertos barrios marginales, y muy particularmente de las dinámicas socio-culturales que
caracterizan a un grupo de jóvenes vinculados a las disputas territoriales, la existencia de pandillas, la
violencia, las relaciones afectivas y el consumo de drogas.
En este mismo sentido, las novelas de Rodolfo Arias, Vamos a Panamá
(1997) y El emperador Tertuliano y la legión de los superlimpios (1992), constituyen otros ejemplos a
partir de los cuales podemos observar la importancia que desempeña el discurso literario para captar las
formas de vida y aspiraciones sociales de las clases medias costarricenses, así como de otros sectores
urbano-marginales. Con diferentes estrategias narrativas, esta misma característica se aprecia, además,
en los textos de Rodrigo Soto, Mundicia (1992), en la producción narrativa de Fernando Contreras, Única
mirando al mar (1993) y Los Peor (1995), y en la novela de Carlos Cortés,
Cruz de olvido (1999), entre otras.
• 132 •
3. Desencanto, memoria y nostalgia
Si bien las producciones narrativas anteriores registraban las nuevas transformaciones llevadas a cabo en
la sociedad costarricense de finales del siglo xx, otra de las características que predominaba en la
literatura de ese periodo radica en su sentido nostálgico y de desencanto político. Como se advierte en
sus protagonistas, una parte significativa de estos textos evidencia una visión fracasada, violenta y no
menos conflictiva con el pasado familiar, la historia y la identidad nacional.
Con ello queremos destacar que la literatura no únicamente experimentó un cambio en sus contenidos o
problemáticas sociales: emplea otros tipos de discursos y géneros narrativos, los cuales oscilaban entre el
realismo urbano, la literatura fantástica, la novela policiaca y algunos rasgos considerados como
posmodernos.
Entonces, la temática del desencanto, la actitud ética y existencial de los per-sonajes, así como la
inclusión de otros lenguajes y espacios pertenecientes a la periferia urbana, adquieren en estas obras un
importante valor estético cuyas estrategias narrativas se derivan en la deformación grotesca, la
representación carnavalesca, el fluir de la conciencia, la parodia, la ironía y el uso de elementos
fantásticos.
Respecto de lo anterior, dos obras literarias que nos ayudan a comprender algunas de estos rasgos
corresponden a la novela Los Peor (1997), de Fernando Contreras (1963), y el texto Cruz de olvido
(1999), de Carlos Cortés (1962), cuyas historias y personajes principales se ubican en la ciudad de San
José de los años noventa del siglo XX.
La novela Los Peor narra la historia de un monje llamado Jerónimo, quien luego de vivir en un convento
ubicado en Sudamérica, regresa a Costa Rica para rencontrarse con su hermana, quien realiza labores
de limpieza en una antigua casona que funciona, además, como un burdel josefino. Durante su estancia
en la pensión-burdel, tiene lugar el extraño nacimiento de un niño con un solo ojo, que es bautizado por
Jerónimo con el nombre de Polifemo:
El niño era diferente. Se lo enseñaron a la madre que lo pedía a gritos porque el llanto de todas las
muchachas la hacía sospechar la desgra-cia, se lo dieron y lo soltó en medio de un alarido. [...] El niño, en
todo era perfectamente normal excepto porque en su frente había un único ojo grande, negro y hermoso
[...] Todos estaban horrorizados, Evans incluido quien no se explicaba cómo aquel fenómeno había
completado su gestación y había nacido tan vivo que hasta daba gusto. —Estos niños nunca sobreviven...
—dijo sin salir del asombro al verlo mamar con tanto
IV
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
• 133 *
apetito. —Pero él sí va a vivir- repuso Jerónimo, porque él es un signo de nuestro tiempos (Contreras,
1997: pp. 34-35).
Dado los conocimientos de latín y cultura clásica que había adquirido
Jerónimo durante su época conventual, este se encarga de la educación de Polifemo, iniciando así un
viaje de formación donde maestro y discípulo recorren diariamente las calles capitalinas. En su continuo
peregrinar por la ciudad de San José, ambos personajes llevan a cabo una serie de diálogos y reflexiones
que dejan entrever el mundo de la prostitución, la mendicidad, la delincuencia y los cambios
arquitectónicos y sociales que aparecen en la ciudad josefina de finales del siglo XX.
A partir de una serie de contrastes y perspectivas, varias de las cuales asemejan la visión de mundo que
tenían los personajes de Don Quijote y Sancho Panza y los personajes prototípicos de la picaresca
española, el texto plantea tres visiones simultáneas en torno a la ciudad de San José: una visión nos-
tálgica, la cual es narrada por un personaje no vidente (Don Félix) a quien Polifemo y Jerónimo suelen
acompañar en sus recorridos por la ciudad; una interpretación mítico-simbólica llevada a cabo por
Jerónimo a raíz de sus amplios conocimientos en cultura antigua y medieval; y la ciudad real o
contemporánea, percibida por el único ojo de Polifemo. En esa línea, señala
Álvaro Rojas:
Por un lado, aparece la ciudad contemporánea, y por otro, la ciudad que quedó grabada desde 1930 en
los ojos ciegos de don Félix y que se recuerda en la novela con una nostalgia selectiva, dando con esto
elementos suficientes para pensar, otra vez por contraposiciones, la construcción ficcional de una ciudad
idealizada, una del pasado. La San José liberal del 1930 frente a la otra, la ciudad real y caótica, la San
José actual para los personajes, la de los años noventa (2018: p. 76).
Con el fin de ejemplificar las diferentes visiones históricas que realizan estos personajes en torno a la
ciudad de San José, véase el siguiente cuadro en el cual se evidencia el juego de perspectivas y
superposiciones temporales desde las cuales se narra el espacio urbano.
• 134 •
Cuadro 4.2
Tres miradas sobre la ciudad en la novela Los Peor
Pasajes textuales Perspectiva de la ciudad
interpretada por los personajes
Félix, Jerónimo y Polifemo
A estas alturas, Polifemo había descubierto ya el abismo entre el mundo Contraposición entre la ciudad
que Jerónimo le había enseñado y el mundo que ahora él podría ver con de la antigüedad clásica
su propio ojo. Obviamente solo coincidían en una que otra casualidad, interpretada por Jerónimo y la
pero ni el edificio de la Contraloría ciudad moderna vista por
General de la República era la gran pirámide de Keops, ni la estatua de Polifemo
León Cortés era el Coloso de Rodas, ni los maceteros de la Plaza de la
Justicia eran los Jardines Colgantes de Babilonia, así como tuvo que
aprender rápidamente que cuando Don Félix hablaba de la Plaza de la
Artillería, él tenía que ubicarse en el Banco Central (Contreras, 2010:
p.112).
Caminaron hasta el Parque Nacional y se sentaron a tomar el sol en un Contraposición entre la ciudad
poyo desde donde, según Don Félix, se veía toda la ciudad, cosa que le vista por Félix (personaje no
gustaba especialmente. Jerónimo, cada vez más desconcertado, le indicó vidente) y la arquitectura actual
que desde ahí solo se veía un enorme edificio a medio construir que de la ciudad
tapaba por completo el panorama, pero el ciego insistió: josefina
- Allá-dijo señalando hacia el suroeste- se ven las torres de la Iglesia La
Soledad.. -y señalaba con mano temblorosa y mirada fija-...., más acá se
ve la Catedral- y siguió señalando edificios y casas con los respectivos
nombres de sus dueños. Jerónimo solo veía el edificio. El ciego continuó;
Allá, al otro extremo del parque queda la estación de la Northern Railway,
donde llegan los tranvías con la gente que va a tomar el tren [...] Cuando
por fin se detuvieron, estaban frente a la Plaza de la Artillería. Jerónimo
abrio los ojos y solo vio enfrente el gran edificio del Banco Central
(Contreras, 2010: pp. 44-45);
Principalmente, Jerónimo se sentía ahora, si no amenazado, sí inseguro La ciudad contemporánea vista
en las calles de una ciudad que vista desde el ojito preclaro del niño se por
traslucía como un mundo que él no había llegado siquiera a intuir: en la Jerónimo
calle había que jugársela, había peligro, había hambre, había piedra,
había gente rara que andaba secuestrando niños para robárseles los
riñones y los pulmones y todo lo que sirviera ahí dentro (Contreras, 2010:
p. 138).
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
IV
② 135 今
Por su parte, la novela Cruz de olvido (1999), de Carlos Cortés, expresa una visión decadente y
sarcástica de la sociedad costarricense de finales del siglo XX. La trama de este texto gira en torno al
regreso que realiza Martín Amador, quien después 10 años de ejercer su oficio de periodista en la
Nicaragua san-dinista de la década de los ochenta, es sorprendido por la noticia de que su hijo fue
brutalmente asesinado en la cruz de Alajuelita. Este acontecimiento, junto con la nueva situación de
posguerra que atraviesa Nicaragua hacia principios de los noventa, lo conducen a regresar al país con el
fin de indagar los acontecimientos que rodearon este crimen.
No obstante, al mismo tiempo que este personaje desarrolla su búsqueda por medio de los
departamentos gubernamentales, personajes y espacios clan-destinos, la novela de Carlos Cortés simula
una suerte de laberinto e infra-mundo de la ciudad capitalina que se esconde tras el mito de la Costa Rica
pacífica, democrática y de la excepcionalidad centroamericana. De manera específica, este último
aspecto se evidencia en el siguiente pasaje, en el cual se describen otros espacios de socialización
vinculados a la vida y festividad nocturna del espacio urbano.
Desde ahí hasta el Paseo de los Estudiantes, a donde se llegaba bajando por la iglesia de la Soledad, era
la ruta de la seda, el camino hacia el mundo homosexual de San José. No todos eran bares gay o de
ambiente, por supuesto, pero en el recorrido era posible encontrar de todo, para todos los gustos:
tabernas porno, territorios liberados para homosexuales, lesbianas y bisexuales, salas de masajes,
discotecas, saunas, clubes de ma-ripepinos -striptease masculinos-, puteros disfrazados, reservados para
concursos de dragqueens y fiestas secretas y discretas, y salones de baile
(Cortés, 1999: p. 265).
Aunado a lo anterior, y desde una posición que oscila entre el sarcasmo, la depresión psicológica y la
ironía, la voz narrativa de esta novela aborda el tema de la crisis de las instituciones del Estado y los
vínculos de corrupción de la clase política con otras esferas o instancias de poder, revelando así una
imagen desencantada, esperpéntica y no por ello menos crítica de la ciudad y la identidad costarricense.
Prueba de lo anterior se constata en los siguientes extractos, en los cuales se evidencia la actitud
sarcástica que evoca continuamente Martín Amador al referirse a la sociedad e identidad costarricense:
En Costa Rica, no pasa nada desde el Big Bang, le había escuchado decir a Nacho, un cooperante
español. «No pasa nada», me susurraba a mí mis-mo, «desde el Big Bang», en una mueca interior de
desprecio [...] aunque el desprecio no era hacia aquella Costa Risa de la que se burlaban los propios
costarrisibles, sino hacia mí mismo y mi fracaso. Había hecho lo posible por escabullirme de aquella
fatídica metafísica del ombligo a que
• 136 •
nos había reducido nuestra orfandad de conciencia histórica de identidad ideológica. Escaparme de
nuestro infiernillo menor y sus pecados venia-les, del pueblo pequeño y del infierno grande que a veces
nos hacía emular una horrorosa, imposible quimera igualitaria, una utopía adocenada y asfixiante (Cortés,
1999: p. 18).
[...]
Era un país de mentira al que yo conocía, aunque en realidad uno nunca conoce un lugar que no ama,
solo lo acepta. Un país cuya meseta en el centro vigilada por el rostro sin ojos de la enorme cruz de
Alajuelita, permanecía aislada del resto del mundo y de la historia por un cerco de lluvia y por la
omnipresencia de las montañas. ¿Cómo evadir aquellos montes? El cerco de la paciencia, la selva de la
tranquilidad (Cortés, 1999: p. 19).
Como se aprecia en las dos novelas anteriores, la representación de la ciudad es interpretada por estos
autores desde una visión nostálgica, decadente y desencantada, dando cuenta de las transformaciones
económicas y culturales que se estaban desarrollando hacia finales del siglo XX y cuyas implicaciones,
tanto regionales como locales, darían cabida a otras formas de imaginar y repensar la nación y la
identidad costarricense.
4. La desmitificación del pasado: el género de la nueva novela histórica
Desde finales de la década de los 80 hasta principios del siglo XXI, la narrativa costarricense elaboró una
interpretación crítica en torno al pasado histórico.
Esto quiere decir que una parte de la producción literaria volvió su mirada hacia ciertos acontecimientos
históricos cuya representación había sido mar-ginalizada por parte del discurso oficial de la literatura
nacional. De manera específica, nos referimos al periodo colonial, así como a la inclusión de otros
espacios étnico-culturales entre los cuales se destacan las sociedades indígenas y caribeño-limonenses.
En relación con este conjunto de temáticas, uno de los géneros literarios más predominantes corresponde
a la nueva novela histórica cuya característica principal consiste en presentar de manera ficcional ciertos
sucesos y personajes histórico-culturales de la sociedad costarricense o latinoamericana. En términos
muy generales, se podría afirmar que este tipo de narrativa posee un carácter híbrido: en tanto recurre a
situaciones sociales que realmente sucedieron, al mismo tiempo que elabora una trama ficcional basada
en el contexto histórico de este tipo de acontecimientos.
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
IV
• 137 •
Un breve ejemplo que nos permite entender la forma en que se trabaja con este tipo de narrativa obedece
al siguiente fragmento de la novela Calypso
(1996), de Tatiana Lobo:
Cuando Lorenzo Parima se hizo a la mar, habíase cumplido un hito muy importante en la historia
universal y en la suya particular. En el día an-terior, Lorenzo transportó su última caja de cargador de
muelles al mismo tiempo que, al otro lado del Atlántico, un austríaco loco desataba la segunda guerra
mundial. Pero ni Hitler ni Parima conocían la existencia de uno y otro y cada quien iniciaba una invasión a
territorios ajenos, a su manera y según sus posibilidades (Lobo, 2000: p. 11).
Como se aprecia en este extracto, nótese la manera en que el narrador se refiere a ciertos elementos
históricos, tales como la Segunda Guerra Mundial o la figura de Hitler, al mismo tiempo que introduce a un
personaje ficcional llamado Lorenzo Parima dentro del contexto geográfico y cultural caribeño.
Al igual que el ejemplo anterior, la novela Asalto al Paraíso (1992), pone en evidencia la dinámica
intercultural y mestiza que tuvo lugar en la sociedad colonial costarricense, así como la importancia
política que desempeñó Pablo Presbere en el movimiento de emancipación indígena ocurrido en la región
de Talamanca. En este mismo sentido, cabe destacar la novela Tenochtitlán
(1986) del escritor José León Sánchez, cuya narración principal es focalizada desde la perspectiva mítico-
cultural de los aztecas, invirtiendo así la versión oficial en que comúnmente las crónicas coloniales y otros
documentos históricos tienden a relatar los sucesos de conquista y colonización.
Entrado el siglo XXI, esta misma tendencia se logra observar en las novelas de Anacristina Rossi, Limón
blues (2002) y Limón reggae (2007), en las cuales se destaca la búsqueda de una nueva interpretación
histórica acerca de las sociedades caribeñas costarricenses.
Desde un punto de vista literario, este tipo de narrativas constituyen una nueva forma de cuestionar la
versión oficial desde la cual se han interpretado ciertos acontecimientos sociales y culturales,
posibilitando, además, la recuperación de una memoria histórica muchas veces olvidada o marginalizada
por la propia sociedad costarricense.
5. Nostalgia, migración y relato testimonial
Luego del acontecimiento de la Revolución Cubana (1959), el surgimiento de las luchas estudiantiles
durante las década del setenta (Aluminium Company of America, ALCOA), el triunfo de la Revolución
Sandinista (1979), el auge de las luchas feministas, la influencia de nuevas expresiones y movimientos
138
culturales, y el surgimiento de una conciencia política revolucionaria en contra de las intervenciones
militares y económicas estadounidenses, la mayoría de escritores y escritoras, en cuyo periodo de
adolescencia y juventud vivieron este momento histórico, verán durante la década de los noventa y la
primera década del siglo xxI la posibilidad de reconstruir por medio de la literatura una memoria colectiva
y testimonial, como es el caso de las novelas Historias de un testigo anterior (1990), de Rosibel Morera;
Los ojos del antifaz (1998), de Adriano Corrales; Desconciertos en un jardín tropical (1998), de Magda
Zavala; De qué manera te olvido (1990), de Dorelia Barahona; y La huella de abril (1989), de Alicia
Miranda, entre otros.
Así pues, del mismo modo que varias de las producciones narrativas de esta última década elaboran un
discurso de desmitificación en torno a la historia oficial costarricense, el sentimiento de fin de siglo, junto
con los cambios sociales que suceden en estos años, repercute en la formación de otras tendencias
caracterizadas por un sentimiento de nostalgia y desencanto frente a los ideales revolucionarios y las
luchas sociales llevadas a cabo durante las décadas de 1970 y 1980 en el contexto nacional y
centroamericano.
En el ámbito de la literatura costarricense, una de las temáticas directamente relacionada con el contexto
anterior gira en torno al fenómeno de la migra-ción. Después del contexto político y militar que enfrentaron
las sociedades centroamericanas entre las décadas del 70 y del 80, así como la situación de pobreza,
incertidumbre, violencia y exilio político en que quedaron los países en conflicto, miles de familias se
hallaron en la necesidad de emigrar para buscar mejores oportunidades de empleo y sobrevivencia. Esta
situación influyó directamente a Costa Rica cuya situación política y social era muy distinta al resto de los
países centroamericanos; se convirtió así en un país de acogida para miles de migrantes
centroamericanos y sudamericanos que venían huyendo de los regímenes dictatoriales y conflictos civiles.
Lamentablemente, las consecuencias ideológicas que se derivaron de este fenómeno social han
repercutido de manera negativa en los imaginarios y las representaciones de otredad que, de manera
estereotipada y muchas veces xenofóbica, se tiende a juzgar a las personas y comunidades migrantes,
acusándolas injustamente de los índices de criminalidad, pobreza e incertidumbre social que comenzaron
a emerger en la sociedad costarricense de este periodo. Señala el investigador Carlos Sandoval en el
programa Identidades:
Lo que ha ocurrido en Costa Rica es que en los últimos veinticinco años [...] dejamos de reparar la casa
[...] y una mañana salimos afuera, la contemplamos y nos preguntamos qué pasó. [...] Y lo que hemos
estado repitiendo durante los últimos 15 o 20 años es que la inmigración es
IV
• 139 •
Con el fin de ampliar el tema de la otredad nicaragüense y sus implicaciones en la conformación de la
identidad costarricen-se, véase la entrevista realizada al Dr.
Carlos Sandoval en el capítulo «Monólogo
El Nica» del programa
Identidades, producido por la UNED, mediante el siguiente
código QR:
El texto «Recordá cosas nuevas» (1991), de Alfonso Chase se encuentra disponible en la Antología de
literatura costarricense, elaborada por Ana
Cristina Flores Monge.
Esta antología forma parte de la unidad
didáctica modular de esta asignatura.
• 140 •
responsable de ese deterioro, cuando en realidad ese deterioro tiene que ver con el hecho de que cambió
el modelo de desarrollo en Costa Rica. Es decir, disminuyó la inversión pública y con la disminución de la
inversión pública se deterioraron las instituciones y se deterioraron las bases materiales del imaginario y
de ahí en adelante lo que hemos tratado de hacer es contener el enojo que nos produjo ese deterioro en
la calidad de vida, depositando ese enojo en los nicaragüenses y volviéndolos injustamente amenazantes,
cuando en realidad la amenaza está en nosotros y no en los otros. (UNED, 2010d).
En aras de aproximarnos a esta tendencia, el cuento «Recordá cosas nuevas»
(1991) de Alfonso Chase, constituye, entre muchos otros relatos, un texto ejemplar a partir del cual se
evidencia la situación de desarraigo, soledad, explotación laboral y rechazo social que viven
cotidianamente muchos inmigrantes y que conforman, hoy, una parte constitutiva de la identidad cultural
costarricense. Para llevar a cabo tal propósito, analicemos a continuación algunos aspectos formales e
ideológicos que plantea este relato en particular.
A lo mejor, la primera impresión que usted experimentó al leer el cuento
«Recordá cosas nuevas» haya sido el de reconocer las constantes faltas de ortografía presentes en la
escritura de Lydia. Asimismo, quizá le resultó extraño estar leyendo una carta cuya voz narrativa obedece
a una empleada doméstica nicaragüense, que cuenta su condición de migrante a una amiga localizada en
Nicaragua.
Como explicábamos en el capítulo anterior, la creación literaria se caracteriza muchas veces por utilizar
otros géneros y documentos de carácter no literario -como es el caso de una carta- con el fin de aumentar
el efecto de verosimilitud y referencialidad. En el cuento «Recordá cosas nuevas», este tipo de recursos le
permite al lector acceder directamente a la propia visión de mundo de la protagonista y, por ende, al
conjunto de rasgos sociales y culturales que la determinan.
Así, por ejemplo, mediante las constantes faltas de ortografía de Lidia y el mensaje que esta le escribe a
su amiga en Nicaragua, no solamente podemos deducir el bajo nivel de escolaridad de este personaje,
sino que nos permite identificar otros aspectos, entre los que figuran la clase social a la que per-tenece,
su forma de interpretar la realidad costarricense y nicaragüense, sus relaciones socio-afectivas, sus
sentimientos de nostalgia y desarraigo, su condición laboral y hasta las respectivas formas de expresar su
identidad cultural.
En este sentido, véase a continuación el siguiente esquema en el cual se detallan los diferentes temas y
representaciones culturales que caracterizan la conciencia y el discurso migrante de este personaje:

Ámbito cultural
El año pasado aliste sopa borracha, nacatamales y ponche (en Flores, 2021: p. 264).
[ Frases populares: chochadas, voz, qué, patas de araña, Daniel, vacanal, piricuacua. ]
Ámbito social
[...] aquí la gente es buena, pero yo creo que son muy guatuzeros...
Ámbito político
[...] yo aquí no voy a nada de de políticas, no quiero saber nada de eso. Me da miedo hablar de esas
chochadas y la patrona me dijo que no ablara de estas cosas con nadie porque no quiere problemas...
(Ibíd.).
(Carta escritura de Lydia)
Sujeto migrante nicaragüense
[...] la patrona es muy sola, no la quieren ni sus hijas, solo el babosito se le pega y le agarra las manos,
pero hella parece que no lo quiere. a veces pienso que el marido la dejó por eso...
(Ibíd.).
Ámbito emocional-afectivo:
nostalgia y desarraigo
[...] no sé porqué me vine de ayá. a veces pienso que estaría mejor. perome
da miedo pensar sobre lo que ya paso...
[...] a veces me pongo a pensar en el barrio y me ruedan las lágrimas. no se que me pasa, yo no quería
venirme, pero me vine... (bíd.).
Fig. 4.1. Representaciones ideológicas en el discurso migrante en «Recordá cosas nuevas», de Alfonso
Chase (fuente: Mondol, Mijaíl [2021]. Literatura, identidades y sociedad costarricense:
desde el siglo XXI hasta los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED).
Otra de las temáticas que nos permite abordar este cuento radica en el sentimiento de desarraigo y
soledad que experimenta este personaje y que, sin lugar a dudas, representa, además, uno de los rasgos
afectivos más dramati-cos para las personas migrantes. La pérdida y el distanciamiento de sus lazos
familiares más cercanos, la actitud nostálgica hacia su lugar de origen y la búsqueda de nuevas formas de
socialización en un país ajeno a su identidad y mismidad nacional son, pues, algunas de las temáticas
que podemos apreciar a lo largo de la escritura de Lidia.
En relación con lo anterior, léase la siguiente explicación realizada por el actor y dramaturgo Cesar
Meléndez en el programa Identidades:
En medio de su soledad, todos los inmigrantes del mundo, pero particularmente el de los nicas, se lanzan
a la aventura aunque saben que van a encontrarse con la soledad desde el momento que parten;
automáticamente cargan también con su fe. [...] En alguna medida, uno sabe o quiere o cree, aspira o
desea poder cargar con los íconos religiosos que le pertenecen culturalmente [...] Todos los inmigrantes
nicaragüenses con los que yo he topado en mi vida [...] cargaban con un crucifijo [...] todos cargan con un
rosario [.] Hay una necesidad de sentir esa compañía en medio de esa posible soledad que a uno lo vaya
a acompañar (UNED, 2010L).
IV
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
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A propósito de ampliar el tema de la migración nicaragüense y el sentimiento de soledad y desarraigo que
comportan las personas migrantes en Costa Rica, véase la entrevista realizada por Sonia Jones al actor y
dramaturgo César Meléndez en el capítulo «Monólogo
El Nica», del programa
Identidades, producido por la UNED, mediante el siguiente
código QR:
Con el fin de conocer otras formas de aproximación en torno a esta temática, léase el poema
«Inmigrantes», escrito por Carlos
Pacheco, así como el poema del escritor
Adriano Corrales,
«Patria». Ambos textos están disponibles en la Antología de literatura costarricense, elaborada por Ana
Cristina Flores Monge.
Esta antología forma parte de la unidad
didáctica modular de esta asignatura.
• 142 •
De manera implícita, este sentir religioso se encuentra presente en la escritura de Lydia cuando este
personaje afirma que asiste a una «iglesia de hermanos», así como en la utilización de una frase bíblica,
la cual se localiza en la última parte del relato: [...] yo voy a una iglesia de hermanos muy buena gente.
leen la biBlia y pasan la noche rezando y haciendo ayuno. [...] / pero como dice en mateo: por tus
palabras seras justificado y por tus palabras serás condenado
(Chase en Flores, 2021: p. 271).
Finalmente, en relación con el sentimiento de desarraigo y soledad que experimenta este personaje, no
podemos omitir la importancia que cumple el título de este cuento, («Recordá cosas nuevas») en vista de
que este constituye una clave de lectura para interpretar el discurso nostálgico y migrante de Lydia. Como
podemos observar, la frase de este título plantea dos posibles interpretaciones. Por un lado, la alusión al
verbo «recordar» enfatiza de antemano en este personaje su constante alusión al pasado y recuerdos de
su vida en Nicaragua. Por otro lado, este mismo título muestra el sentimiento de desarraigo y
contradicción que experimenta Lydia en aceptar y vivir su presente en Costa Rica. Precisamente, entre el
devenir del recuerdo y el presente, la memoria y el olvido, entre lo propio y lo ajeno, mejor se logra
evidenciar el discurso nostálgico y fragmentado que caracteriza la identidad migrante de este personaje.
B. Rasgos posmodernos en la literatura costarricense
Desde un punto de vista histórico, pareciera lógica pensar que las formas en que leemos, consumimos,
creamos y pensamos las prácticas culturales en las sociedades del siglo XXI, como es el caso de la
literatura, no son las mismas que hace cincuenta o cien años. Por este motivo, desde finales de la década
de los noventa hasta la actualidad, algunos historiadores y críticos han convenido en denominar una
buena parte de la producción literaria de ese mismo periodo en la categoría de posmoderna.
Si bien la diversidad de definiciones en torno a este concepto forma parte de una explicación y un debate
teórico mucho más complejo, para efectos de esta sección nos limitaremos a afirmar que el uso de esta
denominación fue acuñada por un amplio sector de las ciencias sociales (crítica literaria, filosofía,
antropología e historia), con el fin de demarcar un momento de cambio entre las formas de producción
cultural originadas en las sociedades modernas occidentales y el surgimiento de nuevas prácticas,
concepciones estéticas, éticas y dinámicas de consumo estrechamente relacionados con
modo de producción económica y tecnológico que rigen a las sociedades contemporáneas.
Dicha diferenciación ha conducido que varios intelectuales interpreten el concepto de posmodernidad
como la idea de una crisis o fin de la moderni-dad, al mismo tiempo que otros lo consideran como el inicio
de una nueva etapa vinculada con las transformaciones económicas, tecnológicas y políticas producidas
por el capitalismo global. En palabras de Fredric Jameson:
[El posmodernismo] no es simplemente un término para la descripción de un estilo determinado. También
es -al menos en el uso que yo le doy- un concepto «periodizador» cuya función es correlacionar la
aparición de nuevos rasgos formales en la cultura con la de un nuevo tipo de vida social y un nuevo orden
económico, que a menudo se denomina eufemísticamente modernización, sociedad postindustrial o de
consumo, sociedad de los medios de comunicación o del espectáculo o capitalismo multinacional (2019:
p. 17).
Pero ¿cuál es la relación específica que tiene este término con la literatura?
¿Cómo asociar este término con los aspectos formales e ideológicos que caracterizan hoy al lector y a los
textos literarios?
Para efectos de la crítica literaria, la llamada literatura posmoderna ha sido interpretada como un cambio
de paradigma frente a los modelos narrativos, los procesos creativos y hasta las propias prácticas de
lectura y de consumo en que tradicionalmente se ha conceptualizado la actividad literaria. Dicha ruptura
ha llevado a plantear algunos cambios significativos y recurrentes en las literaturas de finales del siglo XX
y principios del siglo XXI, como los que se explican a continuación:
1. La literatura es concebida como un medio donde el lector tiene la capacidad de experimentar con
las múltiples posibilidades de interpretación y ambigüedad que ofrecen los textos literarios.
Contario a la concepción tradicional en la cual el texto literario era portador de un único mensaje
o contenido determinado, las obras literarias son consideradas como una práctica lúdica con el
lenguaje, por lo que el lector puede llevar a cabo sus propias interpretaciones.
2. Ruptura con el orden causal de las acciones narradas, el tiempo lineal y la referencialidad
externa. En otras palabras, los textos literarios se valen de otras estrategias con el fin de dislocar
o alterar la representación lógica del tiempo, los acontecimientos del relato y la relación
referencial o realista entre la literatura y su entorno social.
IV
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
• 143 •

1. Presencia de una voz narrativa mucho más irónica y lúdica. A diferencia de otros tipos de
literatura en que el texto garantizaba una determinada posición ideológica y verosímil -piense por
ejemplo en la Generación del 40-50 o en la narrativa realista de los años sesenta y setenta-, la
literatura posmoderna tiende a privilegiar el uso de un narrador o de un personaje que desconfía
o hace desconfiar al lector acerca de la veracidad de los hechos. Este aspecto se evidencia en el
constante uso de la ironía, así como de una serie de recursos que tienden a jugar con la
perspectiva y credibilidad del lector.
2. Fragmentación, crisis y esquizofrenia. Frente a la representación de un mundo racional, lógico y
estructurado a partir del cumplimiento de ciertos valores y comportamientos regulados por el
orden social, la llamada literatura posmoderna construye un mundo ficcional regido por el caos,
la ambivalencia, la antítesis, la crisis y la fragmentación de identidades. De manera específica,
este aspecto supone la elaboración de otros tipos de personajes, discursos y representaciones
psicológicas mucho más complejas que oscilan entre la violencia, la sexualidad y la locura.
3. Finalmente, otro de los aspectos que se derivan de este término radica en la complejidad y
competencia intelectual que implica esta literatura para el lector promedio. Como se aprecia en
sus diversas manifestaciones (poesía, novela, cuento o teatro), la creación estética de estos
textos no solamente supone la elaboración de una historia o la construcción ficcional de unos
personajes, sino que echa mano de la referencia explícita o implícita de otros textos o motivos
literarios preexistentes. En otras palabras, se trata de una literatura que se nutre de la literatura
misma con el fin de provocar una mayor actitud artística e intelectual hacia el lector, ya que este
deberá, en la medida de sus posibilidades, reconocer e interpretar las referencias y los juegos
intertextuales que emplean estos tipos de obras.
Con base en las características anteriormente mencionadas, la llamada literatura posmoderna puede
entenderse como el tránsito hacia un nuevo modelo de comunicación y experiencia estética, el cual
converge con los síntomas de cambio social, económico, político y cultural desarrollados hacia finalés del
siglo XX y principios del siglo XXI.
Como veremos de seguido, este tipo de narrativa implica, además, una rein-terpretación crítica de los
discursos de identidad nacional y cultural, al mismo tiempo que permite la búsqueda de otras formas de
lectura, concepciones literarias, experimentaciones narrativas, las cuales son utilizadas de manera
144
mucho más sistemática por algunos escritores y escritoras a lo largo de la primera y segunda década del
siglo xXI.
A manera de referencia, uno de los escritores que la crítica literaria ha identificado en dicha tendencia
corresponde a la obra de Rafael Ángel Herra (1943), publicada entre finales de la década de los ochenta y
principios de los noventa, como es el caso de sus textos: La guerra prodigiosa (1986), El genio de la
botella (1990) y Viaje al Reino de los Deseos, (1992). No obstante, cabe destacar que esta misma
tendencia tendrá más impacto durante la primera y segunda década del siglo XXI, gracias a otros
escritores y escritoras, entre quienes cabe destacar la producción narrativa de Alexander Obando (1958-
2020), Rodrigo Soto (1962), Anacristina Rossi (1952), Luis Chaves (1969), Rafael Ángel Herra
(1943) y Alí Víquez (1966), entre muchos otros.
Con el fin de ejemplificar algunas de las características anteriormente es-bozadas, tomemos en
consideración dos relatos escritos entre comienzos de la década de los noventa e inicios del siglo XXI y
cuya autoría pertenecen a los escritores Alí Víquez Jiménez, «Anonimatic» (1992); y el texto «Punto de
Fuga» (2002), de Rodrigo Soto.
1. «Anonimatic»: enajenación, identidad y mercancía
De manera simultánea con los nuevos medios tecnológicos y las transformaciones que caracterizan la
globalización, el concepto tradicional de la identi-dad, sea esta de carácter individual o colectiva, ha sido
objeto de importantes re significaciones a lo largo de finales del siglo XX y principios del siglo XXI.
El predominio de un discurso crítico posmoderno, así como la postura relativista y pragmática desde la
cual se interpretan los fenómenos de la cultura y la sociedad han servido de base a toda una industria
comercial y tecnológica que tiende a fragmentar, cosificar e instrumentalizar las formas de convivencia
que establecemos con los demás.
Por este motivo, no es casual advertir la utilidad que representa el tema de la subjetividad y las
identidades personales para un sistema capitalista tecnológicamente avanzado, cuyo objetivo principal
consiste en controlar las formas de interacción y comunicación humana dentro de la misma lógica de la
oferta y la demanda con las que se rigen otro tipo de bienes o mercancías.
Con base en lo anterior, el texto «Anonimatic» (1992), del escritor Alí Víquez, constituye uno de los
primeros textos de principios de los noventa en abordar las implicaciones de las nuevas tecnologías del
capitalismo global en la construcción de las subjetividades e identidades personales puestas al servicio
del mercado y del consumo.
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
IV
El texto «Anonimatic», de Alí Víquez, se encuentra disponible en la Antología de literatura costarricense
(EUNED, 2021), elaborada por Ana Cristina Flores Monge, y que forma parte de la unidad didáctica
modular de esta asignatura. Le instamos a su lectura.
a fin de destacar algunas de las características mencionadas en el análisis.
• 145 •
Como su nombre lo indica, el término Anonimatic alude, a su vez, al fenómeno del anonimato y a la
automatización. Se trata, por ende, de un sofisticado aparato cuya función radica en garantizar el
anonimato de las personas, gracias a un simulador de identidades:
Anonimatic puede definirse como un disipador total o parcial de la iden-tidad. Funciona a gusto del cliente.
Este puede programar su Anonimatic para que disipe su identidad completamente, lo cual incluye: su
rostro, su estatura, su peso, su color, su voz, su edad, sus huellas dactilares y su sexo
(Víquez en Flores, 2021: p. 273).
Pese a la novedad de este producto, el aspecto que más llama la atención de este relato radica en el tipo
de discurso que utiliza el narrador para persuadir al consumidor (¿o al lector?) acerca de los beneficios y
las posibilidades que ofrece el Anonimatic. Como se aprecia en la voz narrativa, la utilización de un
discurso intencionalmente persuasivo y publicitario no solo produce un efecto de verosimilitud en torno a
la existencia del Anonimatic, sino que alude a un modelo de sociedad ligado al consumo y a la
enajenación tecnológica, en que los clientes tienen la «libertad» de crear sus propios perfiles de identidad
de acuerdo con sus necesidades o preferencias. Respecto de lo anterior, léase el siguiente extracto de
este cuento:
La verdad es que pocas veces habíamos confiado tanto en el futuro de un nuevo artefacto. Será un éxito
desde que comience su distribución ya que la necesidad del público es inmensa. ¿Para qué publicidad,
para qué crear necesidades ficticias? Es un hecho real que todos necesitamos nuestro
Anonimatic [...] Nuestro mercado es mucho más amplio. Nuestro mercado somos todos. [...] Pero no hay
duda de que todos necesitamos, en algún momento, nuestro Anonimatic (Víquez en Flores, 2021: p. 272).
Asimismo, la posición ideológica que trasluce la voz narrativa de dicho relato no es ajena a cuestionar las
concepciones y los discursos oficiales desde los cuales ciertos sectores de la sociedad (religiosos,
políticos e intelectuales)
interpretan los temas de la libertad y la identidad personal, tal como se demuestra en el siguiente pasaje:
Se nos atacará de muchas maneras, así que mejor vamos respondien-do. Se nos dirá que fomentamos el
vicio, entendiendo por este la pro-miscuidad, el homosexualismo, la prostitución, el consumo de drogas,
etc. Esto dirán los religiosos. Las esposas (aunque no sería de extrañar que las mujeres recurrieran a su
Anonimatic más que los hombres).
Nosotros responderemos que si no se «peca» ha de ser por convicciones y no por vergüenza [...] Se nos
dirá que fomentamos la falta de civismo, la apatía social y ciudadana, y en dos platos, la vagancia (Lo
dirán los políticos). Respondemos que el trabajo y los deberes del ciudadano han
• 146 •
de basarse en la responsabilidad de cada cual y no en la presión que los demás ejerzan sobre él. Se nos
acusa de borrar el individuo, de mutilar el yo. Respondemos a los intelectuales que el yo es poca cosa,
como saben los freudianos. (Además, con este producto contribuimos a la libertad del ser humano)
(Víquez en Flores, 2021: pp. 274-275).
Aunque el género literario que corresponde a este relato se ubica dentro de la llamada ciencia ficción, es
significativo advertir la manera en que este texto, publicado hacia principios de los años noventa, se
anticipa a los medios tecnológicos y dispositivos virtuales que cuenta la sociedad actual, tales como
Facebook, internet, redes sociales o YouTube, y cuya forma de proyectar la identidad y la comunicación
humana no dista mucho de los atributos publicitarios del Anonimatic.
2. «Punto de Fuga»: ¿Quién mató a quién?
Si usted es un lector aficionado a las tramas o series policiacas, quizá se haya preguntado si es Luis
Roberto Mejía el personaje que mata a su esposa o si es Amanda Lizano quien, después de darse cuenta
del acto de infidelidad que comete su esposo y de soportar los actos de violencia de los que ha sido vícti-
ma, decide acabar con la vida de Luis Roberto Mejia.
Sea cual fuera la opción que a usted le haya parecido más adecuada, nos encontramos ante una típica
situación detectivesca en la que, como lectores de ficción, posiblemente nos gustaría resolver el misterio
que rodea la muerte de cada uno de los personajes. Sin embargo, la táctica del texto no consiste en
esclarecer una verdad última acerca del aparente crimen pasional, sino que invita a pensar acerca de la
posibilidad, ya sea imaginaria o real, de ambos personajes en llevar a cabo un mutuo aniquilamiento.
Tomando en consideración varias de las características que abordamos acerca de la posmodernidad en
la literatura (la literatura como espacio lúdico con el lector, presencia de la ironía y el relativismo de
valores, incertidumbre y ambigüedad frente al discurso y los hechos narrados, complejidad intelectual,
esquizofrenia y fragmentación y ruptura con el orden lineal del relato, entre otras) nótese que el principal
efecto estético que quiere lograr este texto consiste en provocar en el lector un sentido de ambigüedad e
incertidumbre en torno a los hechos narrados.
Por este motivo, no es casual que el título de este cuento («Punto de Fuga») aluda a un tipo de técnica
utilizada en la pintura del Renacimiento, cuyo efecto óptico radica en agrupar en un mismo punto de
encuentro o de
IV
Antología de literatura
costarricens
identid=
Con el fin de poner de relieve algunas de las características mencionadas en el análisis de «Punto de
fuga», del escritor Rodrigo Soto, le recomendamos leer este texto, disponible en la
Antología de literatura costarricense (EUNED,
2021), compilada por
Ana Cristina Flores
Monge, y que forma parte de la unidad didáctica modular de esta asignatura.
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
• 147 4
convergencia las diferentes perspectivas que, desde un determinado ángulo, realiza el observador.
Si adaptamos el efecto óptico que se deriva de esta técnica (punto de fuga) a la estructura narrativa de
este relato, el texto literario actúa precisamente como un punto de encuentro o convergencia entre las dos
posibilidades que se enuncian implícitamente en la historia de cada uno de los personajes. De este modo,
las dos distintas versiones que se entrecruzan en el texto (el asesinato de Amanda o el asesinato de Luis
Roberto Mejía) pueden analizarse como dos tipos de posibilidades o perspectivas, las cuales se le
presentan de manera bastante verosímil al lector. No por casualidad, las frases correspondientes al inicio
y al final del relato transmiten en el lector un efecto de circularidad en el cual la violencia y su deseo
simbólico real de aniquilar a su pareja constituyen el centro del relato.
Sin lugar a dudas, la complejidad social desde la cual se nutre todo este conjunto de producciones
narrativas deriva también del tipo de relaciones que se entretejen en el ámbito urbano. Por tal motivo, no
es de extrañar que varios textos literarios tengan como principal tema de referencia las formas de
convivencia y la violencia que se producen en el interior de un espacio íntimo o familiar caracterizado por
la incomunicación y la fragmentación del lazo social.
3. Diversidad sexual, género y literatura homoerótica
De manera conjunta con el fenómeno de la violencia y las relaciones de géne-ro, otra de las vertientes
que recorre la literatura costarricense hacia finales del siglo XX se logra observar en el énfasis que esta le
otorga a la temática de la diversidad sexual y la narrativa homoerótica. Prueba de lo anterior, se constata
en la novela María la noche (1985), de la escritora Anacristina Rossi y cuya trama principal alude, desde
una perspectiva psicoanalítica, al tema de la identidad, el erotismo y la diversidad sexual que atraviesan la
otredad masculina y femenina.
Si bien este tipo de temática ha estado presente en otros momentos de la literatura nacional, a partir de la
década de los noventa y a lo largo de las dos primeras décadas del siglo XXI, se llevará a cabo una
mayor producción narrativa y poética en esa línea. En el contexto de los noventa e inicios del siglo XXI,
este tema será llevado a cabo por diversos autores nacionales, entre los que cabe destacar las obras de
José Ricardo Chaves, Los susurros de Perseo (1994) y Paisaje con tumbas pintadas en rosa (1998); Más
allá del Parismina (2000)
• 148
de Carmen Naranjo; Lejos, tan lejos (2004) y El gato de sí mismo (2005), de Uriel Quesada; y la
producción poética de Alexander Obando.
C. Entre el desencanto y la incertidumbre del nuevo milenio
Vinculado al contexto de globalización económica, el desarrollo tecnológico y el modelo neoliberal de
finales del siglo xx, la producción literaria de este periodo adquiere nuevos matices estéticos e ideológicos
que transforman a su vez la representación del imaginario nacional costarricense. Como se aprecia en las
voces literarias de Tatiana Lobo, Anacristina Rossi, Ricardo Soto, José Ricardo Chaves, Carlos Cortés,
Sergio Muñoz y Fernando Contreras, por mencionar algunos de los autores más destacados de la última
década del siglo XX, dicha narrativa se debate entre dos posturas antagónicas y com-plementarias: 1)
una tendencia hacia el desencanto y la nostalgia frente a los proyectos de modernización y luchas
sociales alcanzados durante la década de los setenta y de los ochenta y 2) la búsqueda ficcional y
experimental de una nueva u otra interpretación de la historia oficial y la identidad étnico-cultural
costarricense.
En términos generales, por una parte, tales tendencias se articulan en un amplio repertorio de temas y
procedimientos estéticos entre los cuales se destacan:
a) la revaloración ficcional del espacio, los sujetos y lenguajes urbano-margina-les, b) la incorporación de
la crónica periodística y colonial, c) el empleo de procedimientos grotescos-carnavalescos e
intertextuales, d) la reivindicación histórico-cultural de identidades y comunidades indígenas y caribeñas y
e) el desarrollo de experimentaciones narrativas posmodernas.
Por otra parte, la narrativa de este periodo abarca diferentes contenidos ideológicos tales como la
problemática del medio ambiente, la transformación del espacio urbano, las relaciones de poder y de
género, el erotismo, la corrupción política y la puesta en escena de otras subjetividades sexuales
marginalizadas por el orden patriarcal.
De acuerdo con nuestra interpretación, tanto la postura del desencanto como la búsqueda de una nueva
lectura de la historia y la identidad nacional costa-ricense deben comprenderse como dos rasgos
sintomáticos de la literatura y de otras producciones artísticas (la música, el teatro y el cine, por ejemplo),
frente a los cambios socio-culturales que significa durante este periodo el impacto de la globalización
económica en los imaginarios de la nación e identidad costarricense.
IV. El ocaso del Estado-nación en la literatura e identidad costarricense: entre la nostalgia y el desencanto
IV
• 149 •
Como se deduce de la diversidad de tendencias y procedimientos menciona-dos, el periodo inscrito entre
finales del siglo XX e inicios de la primera década del siglo XXI constituye un intento de ruptura y
transición con respecto a las formas socio-realistas heredadas de la década de los sesenta y finales de
los ochenta, al mismo tiempo que se debate en la búsqueda de su propia identidad literaria de cara a los
cambios sociales, políticos y económicos que se avecinan en la sociedad costarricense.
• 150 •

V. Imaginarios contemporáneos en el siglo XXI: ¿En búsqueda de una identidad literaria?


«En el año 2030, la sociedad mundial sufrió la mayor peste de todos los tiempos: la gripe felina. Ese año
sería recordado como el año del aislamiento, porque todos los habitantes de la Tierra debieron
enclaustrarse en sus casas.»
Evelyn Ugalde, «Amor virtual», 2011.
Sumario
1. La contemporaneidad en la literatura
2. Identidades y sociedades futuras en la nueva ciencia ficción
costarricense
3. Crimen y literatura: novela negra y policiaca costarricense
4. Identidades homoeróticas y diversidad sexual
5. Mujeres escritoras en el nuevo milenio
6. Más allá de la casa paterna: entre lo local y lo global
Objetivo general
Analizar las principales características y los cambios estético-ideológicos que configura el discurso
literario de las dos primeras décadas del siglo xxI, con el fin de comprender las nuevas formas y
estrategias de representación de la identidad socio-cultural costarricense.
Objetivos específicos
1. Determinar la diversidad genérica, temática, técnicas narrativas y el surgimiento de nuevos
lenguajes sociales que construye la literatura en la formación de un discurso crítico de la
identidad y la sociedad costarricense contemporánea
2. Explicar las principales tendencias que caracterizan la producción
3. literaria de las dos primeras décadas del siglo XXI como un proceso de transición y surgimiento
de nuevas otredades y subjetividades que conforman, en la actualidad, la sociedad
costarricense.
• 152 *
A. La contemporaneidad en la literatura
Cuando pensamos en lo contemporáneo, quizá tendamos a asociar este término con el significado de
algo novedoso o un acontecimiento de actualidad.
Desde el punto de vista literario, también es común que interpretemos la palabra con la idea de una nueva
generación de escritoras y escritores recientemente premiados o cuyas obras y temáticas hayan sido las
más difundidas y leídas en su momento de publicación.
No obstante, la definición que proponemos en este capítulo se aleja parcialmente de tales criterios y se
inclina por pensar la contemporaneidad como la diversidad de significaciones y experiencias estéticas que
una comunidad de lectores, escritores, instituciones y prácticas literarias realizan en un momento
determinado. En otras palabras, entendemos por contemporáneo no solo el conjunto de temáticas y
generaciones de escritores más actuales, sino también el efecto de simultaneidad del ámbito literario para
abarcar en un mismo periodo una diversidad de autores, lectores, críticos, formas de recep-ción,
dinámicas editoriales y concepciones estéticas insertas en un contexto socio-económico específico.
En el periodo histórico que nos ocupa, dicha concepción se aprecia en la continuidad que ejercen las
producciones literarias de otros escritores y escritoras cuyos textos iniciales fueron publicados hacia
finales de los noventa y principios de la década del siglo XXI, así como las nuevas orientaciones estéticas
y temáticas que están llevando a cabo, en la actualidad, algunos escritores nacidos durante las décadas
de los ochenta y de los noventa. Al fin y al cabo lo que determina el efecto contemporáneo en la literatura
no reside en el predominio de una orientación o generación de autores sobre otra, sino más bien en la
significación y experiencia estética de los lectores en interpretar las prácticas literarias a partir de su
propio entorno y vivencia socio-cultural.
Como ningún otro momento de la literatura costarricense, las dos primeras décadas del siglo XXI
muestran una diversidad de generaciones, estilos, Lectores y formas de producción y circulación de las
prácticas literarias.
Prueba de lo anterior, se constata por el auge que durante los últimos años han tenido las industrias
editoriales y por el surgimiento de otros géneros narrativos, entre los cuales figuran diversas
denominaciones tales como la nueva ciencia ficción costarricense, la literatura fantástica, la poesía y na-
rativa femenina y feminista, la novela negra y policial, la narrativa gótica, el microrrelato, el llamado
realismo sucio y la literatura gay-lésbica y trans, entre muchas otras categorías.
V
• 153 •
Aunque algunas de estas tendencias se remontan al tránsito de finales del siglo XX y principios del nuevo
milenio, el común denominador de la literatura costarricense de estos últimos 30 años radica en su
vínculo con las transformaciones y contradicciones sociales que aparecen junto con el fenómeno de la
globalización y el impacto de las economías neoliberales. No obstante, a diferencia del periodo 1985-1999
e inicios del siglo XXI, cuando los textos literarios giraban en torno al tema del desencanto, la nostalgia y
la incertidumbre, las producciones más recientes evidencian más sensibilidad y experimentación estética
hacia otras subjetividades, identidades y problemáticas profundamente arraigadas en el contexto global y
local de las sociedades contemporáneas.
Lo anterior implica afirmar que, por una parte, pese al impacto de la globalización y el modelo neoliberal
en la literatura e identidades contemporáneas, las producciones ficcionales de las dos primeras décadas
del siglo XXI han recurrido a una diversidad de estrategias narrativas, géneros, personajes y temáticas
según los diferentes momentos de complejidad social y económica en que se ha venido desarrollando la
sociedad costarricense. Por otra parte, se debe tener en cuenta que la propia literatura, entendida como
una práctica y una mercancía cultural específica, también ha pasado por significativas transformaciones
las cuales determinan sus dinámicas de producción, distribución y consumo.
Por este motivo, resulta oportuno comprender que la literatura no es únicamente un conjunto de textos a
partir de los cuales podemos interpretar y representar ciertos fenómenos sociales e identitarios: la propia
literatura, igualmente, forma parte de los cambios culturales, sociales y económicos que desde finales de
la década de los noventa hasta nuestros días ha experimentado la sociedad costarricense y
centroamericana.
Para este capítulo, abordaremos, a continuación, una exposición panorámica acerca de las principales
tendencias, lo mismo que autores y géneros literarios que abarca actualmente la literatura costarricense y
cuyos rasgos estéticos e ideológicos nos permiten comprender las nuevas experimentaciones, rupturas y
continuidades que realiza la literatura nacional durante las dos primeras del siglo XXI.
* 154
B. Identidades y sociedades futuras en la nueva ciencia ficción costarricense
Uno de los principales géneros que aparece de manera sistemática hacia comienzos del siglo XXI
corresponde a la llamada nueva ciencia ficción costarri-cense. De acuerdo con el historiador Iván Molina,
la presencia de este género en Costa Rica no es un fenómeno reciente en la literatura nacional. Ya desde
principios del siglo xX, época en que predominaban las estéticas realistas y costumbristas, varios
escritores comenzaron a cultivar este tipo de literatura a partir de la influencia que ejercieron durante
aquellos años los relatos fantásticos de Edgar Allan Poe (1809-1849), Julio Verne (1828-1905) 0, algún
tiempo después, los textos y personajes de Howard Phillips Lovecraft (1890-
1937), entre otros autores. En palabras de Molina:
En 1908, León Fernández Guardia (hermano de Ricardo, el historiador) publicó un cuento titulado «El
número 13,013», el cual supuso una combinación de varios géneros literarios de dudosa reputación: el de
terror, el policíaco y la ciencia ficción. En ese relato, un doctor, de apellido M, se vale de procedimientos
hipnóticos para retrasar la muerte de un hombre que ha ganado 20 000 pesos en la lotería y apropiarse
de esa considerable suma. [...] Ciertamente, este cuento no fue la primera obra publicada en Costa Rica,
que incursionaba en la ciencia ficción. En 1899, el guatemalteco Máximo Soto Hall había dado a conocer
El problema, una novela cuya trama se sitúa en 1928, cuando Centroamérica esta próxima a consumar su
ineluctable anexión a Estados Unidos [...] En una línea similar, pero con un final diferente, Carlos Gagini
publicó, en 1920, La caída del águila, en la cual varios hombres con diferentes recursos y habilidades,
derrotan a las fuerzas militares estadounidenses. El líder del grupo es un costarricense descendiente de
Juan Rafael Mora (2009: p. 14).
Siguiendo con el estudio de Molina, a mediados del siglo xx, las huellas de este género aparecen
nuevamente en la literatura costarricense en las producciones de algunos escritores tales como Alberto
Cañas (1920-2014) y Alfredo Cardona (1917-1995), así como en varios textos de Fernando Durán
Ayanegui
(1939), Fabián Dobles (1918-1997), Carmen Naranjo (1928-2012), Linda Berrón (1951) y Luis Bolaños
(1944). Hacia finales del siglo XX, en la década de 1990, se registró por primera vez la publicación de una
antología dedicada a la ciencia ficción y la producción narrativa de una serie de escritores entre los que
figuran Laura Quijano Vincenzi (1971), con su obra Una sombra en el hielo (1995), al igual que los relatos
de Alí Víquez, Fernando Leal, Michael O Reilly y Francisco Quesada, contenidos en la antología CR.2040
(1996).
Antología de literatura
costarricense
e identidad nacional
V. Imaginarios contemporáneos en el siglo XXI: ¿En búsqueda de una identidad iteraria?
• 155 •
En el transcurso de las dos primeras décadas del siglo xXI, la producción literaria de este género adquiere
una mayor visibilidad por la publicación de varias antologías y obras específicas, evidenciando la
existencia de una promoción de escritores, escritoras y una comunidad de lectores, quienes, pese a su
diversidad de generaciones y estilos narrativos, observan una forma estética capaz de interpretar e
imaginar la sociedad costarricense contemporánea.
Con el fin de evidenciar el impacto literario que ha tenido este género en la literatura costarricense
contemporánea, véase el cuadro 5.1, que registra algunas de las principales obras y autores publicados
durante las dos primeras décadas del siglo XXI:
Cuadro 5.1
Obras y autores en la nueva ciencia ficción costarricense
Título (año de publicación) Autor y autores participantes Género
Azor y Luna (2003) Alberto Ortiz Novela
«La miel de los mudos y otros cuentos Iván Molina Jiménez Cuento
de ciencia ficción»
(2003)
«El alivio de las nubes y más cuentos Iván Molina Jiménez Cuento
ticos de ciencia ficción»
(2005)
«La conspiración de las zurdas y Iván Molina Jiménez Cuento
nuevos cuentos ticos de ciencia
ficción» (2007)
Diez días de un fin de siglo (2007) Emilia Macaya Novela
Telémaco (2007) Jessica Clark Novela
Deux ex machina (2009) Daniel Garro Novela
«Venus desciende» (2009) Iván Molina Jiménez Relatos
La máquina de los sueños (2009) Daniel Garro Novela
Posibles futuros (2009) Laura Casasa Núñez, Antonio Chamu, Jessica Clark Antología
Cohen, Iván Molina y Laura Quijano.
El vuelo del Ra (2010) Manuel Delgado Novela
La corporación (2010) Edwin Quesada Novela
Objeto no identificado y otros cuentos Laura Quijano, Iván Molina, Jessica Clark Cohen, Evelyn Antología
de ciencia ficción (2011) Ugalde, Mariana Castillo, Daniel Garro, Manuel Delgado
y Alberto Ortiz.
• 156
Título (año de
publicación)
El fin del mundo: Autor y autores participantes Género
cuentos apocalípticos Iván Molina. Alfredo Pizarro, Rafael Ángel Herra, Juan Murillo, Antologia
(2012) Alexander Obando, Juan Carlos Saravia Vargas, Amanda Sofía
Solano Marcela Solano, Rodrigo Soto, José Pablo Morales, Fabián
Porras, José Roberto Saravia Vargas, Ericka Lippi Rojas, Guillermo
Ávila Colina, Mauricio Oviedo Salazar, Rebeca Demes y Antonio
Chamu
Lunas en vez de José Ricardo Chaves, Jessica Clark, Daniel González Chaves, Ericka Antología
sombras y otros Lippi Rojas e
relatos de ciencia Iván Molina Jiménez
ficción (2013) Anacristina Rossi.
Te voy a recordar. Anacristina Rossi Lara, Daniel Garro Antología
Relatos de ciencia Sánchez, Daniel González Chaves, Iván Molina Jiménez, Jessica
ficción (2015) Clark Cohen y
Laura Quijano Vincenzi
María Pérez Iglesias y Uriel Quesada
Román
Poe Siglo XXI. Ciencia Iván Molina, Daniel Garro, Luis Jara, Manuel Delgado, Mariana Antología
ficción costarricense Castillo, Evelyn
(2010) Ugalde y Laura Quijano
El secreto de Iván Molina Jiménez Relatos
Encélado y otros
relatos de ciencia
ficción (2016)
Las fugitivas de Iván Molina Jiménez Microrrelatos
Abidos.
Microrrelatos de
ciencia ficción
(2017)
El efecto Casandra Daniel González Novela
(2018)
Protocolo Roslin y Iván Molina, Uriel Quesada, Laura Antología
otros relatos de Quijano, Daniel Garro, Anacristina Rossi, Rafael Ángel Herra, Laura
ciencia ficción (2019) Fuentes y Carla
Pravisiani
V
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Como se aprecia en el registro anterior, el rasgo más sobresaliente de esta literatura consiste en la
diversidad de autores, géneros y formatos de publicación (novela, cuento, relato, microrrelato y
antologías), así como la simultaneidad o coexistencia de diferentes generaciones entre las cuales figuran
algunos escritores de finales de la década de los noventa (Anacristina Rossi, Alí Víquez, José Ricardo
Chaves, Ricardo Soto y Uriel Quesada, entre otros) y el surgimiento de una nueva promoción de
escritores y escritoras, cuyas primeras publicaciones aparecen alrededor de la primera década del siglo
XXI.
• 157 •
En términos generales, los espacios ficcionales, las tramas, los personajes y las situaciones narrativas
que caracterizan la nueva ciencia ficción se vinculan con las consecuencias o los escenarios posibles que
enfrentaría la sociedad costarricense dentro de un mundo marcado por la enajenación tecnológica, la
crisis medio-ambiental, la extinción de la especie humana, o el encuentro con otros seres extraterrestres o
planetarios. Como veremos a continuación, dicho carácter futurista y distópico da cuenta a su vez de los
siguientes rasgos estéticos y temáticos: 1) nuevas representaciones del cuerpo: entre lo humano y lo no
humano, 2) la representación neo-ficcional del espacio urbano,
3) el desplazamiento espacio-temporal: del futuro al pasado, 4) la ciudad tecnócrata frente a la ciudad
humana, 5) el control social y el dominio tec-nológico, 6) la crisis medio-ambiental y 7) imaginando el
presente: el efecto premonitorio de la ciencia ficción.
Con la finalidad de explicar cada uno estos aspectos, véanse los siguientes pasajes textuales en los
cuales se ejemplifican y comentan algunas de las características anteriormente referidas.
Cuadro 5.2
Análisis de textos en la ciencia ficción costarricense
Vincenzi, 2011: p. 1; el destacado es nuestro).
Comentarios
Pasajes/citas textuales
«Los túneles de la memoria» (Laura Casasa La representación del cuerpo: entre lo humano y lo no
Núñez humano
«No es humano. Las uñas de sus manos, que Como se aprecia en este pasaje, la descripción del
tocan el rostro inmóvil de la mujer, casi cuerpo de este personaje (Tomás) es identificado como
desgarran los guantes que las envuelven. El no humano. Este aspecto es de suma importancia para
vello incipiente de su piel se eriza sospechando este tipo de género, ya que introduce una nueva
el contacto de la cara fría. No es humano, pero representación artificial o tecnológica de la corporeidad,
tiene un nombre, Tomas, y a traves del plastico evidenciando así una «otra» y radical concepción de la
húmedo que lo envuelve, logra palpar la nariz y especie humana y de sus formas de convivencia.
los cuencos cerrados de los ojos. A diferencia del
rostro inerte que se ofrece al tacto, en el suyo
una delgadísima membrana se extiende más allá
de los párpados para proteger sus pupilas de la
luz. (Casasa Núñez, Chamu, Díaz Arias, Molina
Jiménez, Clark Cohen y Quijano
• 158 •
Pasajes/citas textuales
«La onceava generación» (Antonio Chamu)
Varios relámpagos activaron los sistemas de seguridad en diversas secciones urbanas a lo largo de la
ciudad costera Galatea. Esta metrópoli se extendía más allá de lo que la simple vista era capaz de
percibir en la superficie, y hasta veinte kilómetros por debajo del océano Atlántico. [...] La distribución en
anillos concéntricos de la ciudad era visible desde el espacio. Una imponente construcción, observable
desde cualquier punto de la urbe y parecida a un caracol, era el centro medular de Galatea (Chamu en
Casasa Núñez et al., 2011: p. 13).
«Sputnik» (Iván Molina)
Viajar en el tiempo siempre es un fastidio, pero si tenés veintitrés, acabas de terminar la carrera de
comunicación y dependés de trabajos ocasionales, no podés decir que no. Mi jefa, ángel tutelar y ex
profesora, lo sabía. La poderosa Amelia Santos, coordinadora de la sección de farándula, curiosidades,
entretenimiento y ocio del telenoticiero Extratico, me despertó a las seis de la mañana del 16 de
septiembre del 2107 (Molina en Casasa Núñez et al., 2011: p. 49; el destacado es nuestro).
Comentarios
2. La representación neo-ficcional de la
ciudad
Al igual que en muchos otros géneros literarios, la representación ficcional de la ciudad ocupa en la
ciencia ficción un espacio preponderante y simbólico. La referencia a un entorno urbano (metrópoli), de
proporciones descomunales, asombrosas y dotada de una alta tecnología constituye un recurso bastante
usual para referirse a la existencia de un nuevo planeta o una nueva especie alienígena o post-humana.
3. El desplazamiento espacio-temporal: del futuro al pasado
Otro de los rasgos que se destaca en el discurso literario de la ciencia ficción y de la narrativa fantástica
en general, consiste en el recurso técnico-ficcional que presenta estos relatos para poder realizar viajes a
través del tiempo.
De esta manera, tanto los personajes como los lectores tienen la posibilidad de desplazarse hacia
diferentes espacios y temporalidades, permitiéndoles acceder a distintos momentos y reinterpretaciones
de la historia oficial costarricense.
Aunado a lo anterior, otro de los recursos que presentan estos relatos, tiende a relatar ciertos hechos
fantásticos, tecnológicos o sobrenaturales (como la posibilidad de viajar a través del tiempo o incluir
fechas y acontecimientos futuros) de una manera natural, cotidiana o verosímil.
V
Antolodi
Costari
• 159 •
«Sin protocolos de seguridad» (Mariana Castillo
Rojas)
A pesar de la situación estable del país, los habitantes de la «Ciudadela Segura» como la llamaron sus
fundadores, se negaban a regresar por la posibilidad de que se desatara una nueva ola de violencia.
Habían fundado aquella sociedad aislada con el propósito de proteger la integridad de sus familiares, por
lo que sus hijos crecían con la certeza que las tierras vecinas (entiéndase, San José) eran
extremadamente peligrosas y aprendían de sus padres a temerle a la capital, que constituía, lo otro, lo
desconocido, lo prohibido (Castillo en Casasa Núñez et al., 2011: p.1; el destacado es nuestro).
«Sin protocolos de seguridad», (Mariana Castillo
Rojas) y «La onceava generación» (Antonio
Chamu
Había cruzado las puertas de la fortaleza a las siete de la mañana, aprovechando una falla en los
comandos de los guardias robotizados que, como en la mayoría de los casos, era producto de la
intervención de algún amigo, empleado de la Unidad de Control de Seguridad (UCCS). Aun no lograban
evitar que los robots fueran alterados por los mismos técnicos que los programaban
(Castillo en Casasa Núñez et al., 2011: p. 1; el destacado es nuestro).
Comentarios
4.
La ciudad tecnócrata (civilizada) frente a la ciudad contemporánea (barbarie)
En vista de la posibilidad que tiene este género en imaginar otros mundos posibles, varios de estos
relatos son tendentes a recrear una ciudad futura y segura («Ciudadela Segura»)
Para lograr este efecto, la representación literaria de esta ciudad imaginada se caracteriza por ser
tecnológicamente avanzada, homogénea, artificial, controladora y amurallada; en contraposición con el
entorno urbano que el lector puede identificar de manera contemporánea. De esta manera, la ciudad
«futura» o tecnócrata funciona en el relato como el ejemplo de una ciudad estable, civilizada y
tecnológicamente avanzada, mientras que el espacio urbano josefino (y evidentemente contemporáneo
para el lector) se representa como un lugar de barbarie, violencia descomposición, inseguridad ciudadana
y atraso tecnológico.
5. Control social y dominio tecnológico
Como se demuestra en este breve extracto, el discurso literario de estos relatos tiende a representar el
entorno urbano desde una perspectiva controladora y vigilante donde el tema de la protección, la
convivencia y el control del espacio está prácticamente dominado por guardias robotizados o sistemas
altamente sofisticados de seguridad.
Varios relámpagos activaron los sistemas de seguridad en diversas secciones urbanas a o largo de la
ciudad costera Galatea (Chamu en
Casasa Núñez et al., 2011: p.13; el destacado es nuestro).
• 160 •
«Objeto No identificado» (Laura Quijano
Vincenzi)
Recuerdo que mi abuelo me contaba que por aquellos tiempos del 2010 solo se hablaba de ecología aquí,
y ecología allá. [...] -Bueno, acuérdate del tremendo descubrimiento de la de la ciudad perdida en el Mar
del Norte, en el 2020 o por ahí - le dijo Camila con un suspiro I...] -De pronto los indígenas fueron seres
venidos de otro plantea que fabricaron esferas de piedra para marcar «pistas de aterrizaje» o alguna
tontería similar. Por eso se aprobó la ley de 2024 y se creó la Oficina. - Y nuestros bosques pasaron a ser
vistos solo como zonas para producir biocombustibles- susurró José en tono amargo- (Quijano en Castillo
en Casasa Núñez et al., 2011: pp. 87-88; el destacado es nuestro).
«Amor virtual», (Evelyn Ugalde Barrantes)
En el año 2030, la sociedad mundial sufrió la mayor peste de todos los tiempos: la gripe felina. Ese año
sería recordado como el año del aislamiento, porque todos los habitantes de la Tierra debieron
enclaustrarse en sus casas.
Nadie podría salir. Nadie podía ver a nadie, tocar a nadie, sentir a nadie. El principal factor de contagio
era el contacto piel con piel. Se trató de detener con guantes, con mascarillas, con trajes especiales, pero
la infección siempre se colaba por los poros. Luego tomó tanta fuerza que por Cualquier fluido corporal se
podía contagiar La solución fue extrema, pero necesaria. Cada familia debía aislarse en su propia casa,
solos, alejados del mundo, de la vida real. Para muchos no fue tanto el cambio porque, desde hacía
tiempo, vivían así (Ugalde en Castillo en Casasa Núñez et al, 2011: p. 100; el destacado es nuestro).
6.
Comentarios
Crisis medio ambiental: explotación y extinción de la naturaleza
Del mismo modo que la temática de la violencia, la inseguridad o el espacio urbano, otro de los aspectos
que enfatiza este tipo de narrativa consiste en exponer la crisis medio-ambiental.
Como se infiere en este pasaje, el texto alude a una sociedad futura donde los recursos naturales
prácticamente han desaparecido tras la explotación y contaminación desmedida.
7. Imaginando el presente: el efecto premonitorio de la ciencia ficción
En este breve extracto, se observa la manera en que el discurso literario proyecta una crisis sanitaria (una
gripe felina) la cual afecta las formas de convivencia entre los seres humanos.
Como mencionábamos al principio de esta sección, la proyección de un mundo regido por el caos, la
anarquía y la contaminación global constituye en este tipo de relatos un rasgo predominante en la
configuración de un mundo distópico.
Finalmente, y he aquí una de los rasgos más significativos de la ficción literaria, sorprende el carácter
premonitorio que posee la narrativa fantástica y de ciencia ficción para «adelantarse» a ciertos
acontecimientos históricos. En este sentido, este último aspecto no puede resultar inadvertido cuando nos
percatamos de la situación ficcional que describe este cuento frente a la situación actual que vive el
planeta tras haberse declarado la pandemia COVID 19 a inicios de 2021 (¡Ocho años después de
haberse publicado este texto!)
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED, basado en las antologías literarias Posibles futuros.
Cuentos de Ciencia Ficción (EUNED, 2009) y Objeto no identificado y otros cuentos de ciencia ficción
(UNED, 2011).
Tomando en consideración las características anteriores, bien podemos afirmar que el mundo ficcional
que elabora este género se encuentra vinculado a las múltiples posibilidades y orientaciones narrativas
que ofrece la literatura
V. Imaginarios contemporáneos en el siglo XXI: ¿En búsqueda de una identidad literaria?
V
• 161 •
Con la finalidad de comprender algunas de las características mencionadas, léanse los relatos «Los
túneles de la memoria», de la escritora Laura Casasa; «La onceava generación», de Antonio Chamu; y el
microrrelato de David
Díaz Arias, «Sin una lenta agonía». Estos textos se hallan disponibles en la
Antología de literatura costarricense (EUNED,
2021), elaborada por Ana
Cristina Flores Monge, y que forma parte de la unidad didáctica modular de esta asignatura.
fantástica. No obstante, también resulta fundamental vincular la función que cumple este tipo de escritura
como un síntoma contemporáneo frente a los acelerados cambios tecnológicos y socio-culturales que
desde finales de la década de los ochentas hasta la actualidad ha llevado a cabo el capitalismo global y
post-industrial en su relación violenta y destructiva con la naturaleza, la cultura y las relaciones humanas.
En otras palabras, la narrativa de ciencia ficción no solamente debe considerarse como una manifestación
estética basada en una proyección caótica o premonitoria del futuro: también se asienta sobre una
interpretación crítica
—y no menos humanista- de la realidad histórica, económica y del conjunto de incertidumbres que
amenazan el presente y el porvenir de nuestras sociedades y de nuestra especie.
Respecto de esta afirmación, es importante considerar que, desde una perspectiva cronológica, la primera
novela que se enmarca en la denominación de novela policiaca en Costa Rica corresponde a la obra de
Enrique
Villalobos Quirós, Huellas de Ceniza, publicada en
1993. Asimismo, hacia finales de esta misma década, otro de los textos en los cuales se pueden
identificar algunos rasgos narrativos policiacos obedece a la novela Cruz de olvido, de Carlos Cortés,
publicada
en 1999.
C. Crimen y literatura: novela negra y policiaca costarricense
Alrededor de este mismo periodo (finales del siglo XX y principios del siglo
XXI), otra de las tendencias literarias que surgen en la agenda narrativa de los escritores y escritoras
costarricenses concierne a la llamada novela negra o también reconocida como novela policial o
detectivesca. Aunque algunos críticos señalan significativas diferencias entre ambas denominaciones, el
común denominador de esta literatura gira alrededor del tema del asesinato o la criminalidad urbana. Por
este motivo, sus principales espacios, personajes, tipos de lenguajes y temáticas aluden al entorno
citadino, evidenciando así el mundo de la clandestinidad, la corrupción política, la ilegalidad y un conjunto
de subjetividades caracterizadas por su constante tensión con las normas y convenciones sociales.
Al igual que el género de la nueva ciencia ficción, el desarrollo que ha tenido este tipo de narrativa
durante las dos primeras décadas del siglo xXI se logra constatar por una activa promoción de autores y
autoras pertenecientes a diferentes generaciones, reconocimientos literarios, entre los que cabe
mencionar el premio nacional Aquileo ]. Echeverría, y su constante publicación por parte de diversas
editoriales tanto privadas-independientes como público estatales.
Así, por ejemplo, en el periodo entre el 2004 y el 2019, la Editorial Uruk llegó a publicar cerca de cinco
textos literarios en la colección El Cuervo; un sello dedicado a la divulgación de la novela negra. Estas
producciones fueron las siguientes: En clave de Luna (2004), del escritor Óscar Núñez Olivas; Ojos
• 162 •
de muerto (2012), de Guillermo Fernández; Elefantes de grafito (2015), de Warren Ulloa Argüello; El
amanuense solitario, de Mario Zaldívar Rivera; y El secreto de Julia (2019), del escritor italiano Maurizio
Campisi.
Sin embargo, el impacto editorial de este género no solamente se restringió al ámbito independiente o
privado, como es el caso de Uruk o la publicación de la novela Huellas de zopilotes (2012), de Francisco
Dall'Anese, a cargo de Editorial Santillana, sino que se ha extendido hacia otras editoriales de índole
universitario y estatal.
En el 2005, la Editorial de la Universidad Nacional (EUNA) publicó la novela del escritor Jorge Méndez
Limbrick, Mariposas negras para un asesino, mientras que la Editorial Costa Rica llevó a cabo otras
publicaciones entre las que se destacan las novelas de Daniel Quirós, Verano rojo (2010) y Lluvia del
norte (2014), y el texto El laberinto del verdugo (2009) de Jorge Méndez Limbrick; ambos ganadores del
Premio Nacional Aquileo ]. Echeverría en el
2010. Asimismo, cabe destacar que durante el 2016, la Editorial Costa Rica dedicó el certamen literario
Joven Creación a la novela policiaca. En esa oca-sión, el ganador de este género correspondió al escritor
Carlos Regueira por su novela Seis tiros.
En términos generales, los principales rasgos que caracterizan esta literatura se concentran en los
siguientes aspectos: 1) representación nocturna de la ciudad,
2) desplazamiento y observación del personaje protagonista, 3) degradación moral y psicológica del
personaje investigador, 4) interacción y juego de expectativas con el lector y 5) violencia, clandestinidad y
marginalidad social.
En relación con la primera característica, el espacio urbano en el que predominantemente gira esta
narrativa se encuentra asociado a una ambientación nocturna en la cual se ocultan las dinámicas
clandestinas e informales veladas por la opinión pública, dotando al texto de una estructura de suspenso y
expectativa constante. En palabras del académico Ronald Rivera:
Consecuentemente, el escenario de estas ficciones es la ciudad, pero la ciudad nocturna, el espacio y
tiempo que albergan todo aquello que la luz del día no muestra: antros, prostitutas, comunidad gay,
comercio de drogas, tráfico de blancas, hoteles que funcionan en contubernio con la policía, torres de
apartamentos y condominio, submundos y subciudades. El viaje por estos espacios es un viaje de
comprensión del otro, un viaje a las profundidades del ser humano, a sus deseos reprimidos. La ciudad se
transforma de noche, se oculta de día (2014: p. 58).
Como se deduce de la cita anterior, en primer lugar, la escenografía nocturna de estas novelas se
transforma en una estrategia narrativa, la cual permite
V
163 °
evidenciar espacios, conductas y personajes vinculados a los bajos fondos sociales y periféricos de la
ciudad capitalina.
En segundo lugar, el personaje narrador se caracteriza por su constante movilidad dentro del espacio
urbano. Ya que la gran mayoría de estos textos versa sobre la búsqueda o resolución de un crimen, el
espacio citadino se convierte en el principal escenario donde se desplazan los personajes y las diferentes
situaciones del relato. A diferencia de la ciudad pública (hetero-normativa, cíclica y rutinaria), el espacio y
el tiempo nocturnos que se configuran en estas novelas se presentan al lector y al protagonista en la
forma de enigmas, los cuales deben ser interpretados, y en este caso, recorridos por el narrador-
personaje.
Por este motivo, bien se podría afirmar que esta narrativa presupone una especie de literatura de viajes
en que el narrador, los personajes e incluso el lector tienden a deambular en los espacios laberínticos del
texto y de la ciudad para encontrar los indicios o las huellas necesarias para la resolución del enigma-
crimen.
En tercer lugar, en relación con la degradación moral y psicológica del personaje investigador, cabe
mencionar que esta figura actúa con el rol de un detective o investigador privado. No obstante, a
diferencia del prototipo intelectual y ético que encarna el estereotipo del detective privado de las grandes
urbes europeas e industriales, tales como Sherlock Holmes, del escritor
Arthur Conan Doyle; Auguste Dupin, de Edgar Allan Poe o los personajes de las novelas de Agatha
Christie, el personaje-narrador que se presenta en la novela policial costarricense y centroamericana
encarna más bien la representación de un tipo de dudosa reputación moral, emocionalmente inestable,
violento, esquizofrénico y en continua búsqueda y conflicto con su pasado
(Rivera, 2014).
Desde este punto de vista, la representación social y psicológica que estas novelas elaboran en torno a
este tipo de personaje no se puede desvincular de las nuevas subjetividades vinculadas a la violencia, la
fragmentación, el desencanto, el relativismo moral y el sentido de orfandad que se produjeron en el
espacio urbano de las sociedades centroamericanas de posguerra. Así lo detalla la investigadora
Margarita Rojas:
La nueva narrativa latinoamericana se olvida del regionalismo y el ambiente rural del continente; prefieren
las calles, los parques, las discotecas y las cantinas. Ahora, el continuo vagar de los personajes traza las
coordenadas de un espacio en el cual se intenta dar sentido a un nuevo proyecto de identidad, esta vez
de tipo individual, y, al mismo tiempo, se dibuja un mapa que deviene alegoría social. Se abandona
definitivamente la búsqueda de la lucha social, las identidades
164
colectivas, y el individuo deambula, solitario, por la ciudad de noche
(2011: p. 16).
En cuarto lugar, la estructura narrativa que plantean estas novelas desarrolla una actitud mucho más
lúdica e interactiva con el lector. A diferencia de otras producciones literarias en las cuales el lector asume
una posición pasiva o recreativa en torno al relato, la novela policiaca juega con las expectativas del
lector, quien se transforma a su vez en una especie de «segundo detective» que, al igual que el narrador
principal, intenta resolver el enigma del texto. En este sentido, la estructura misma del texto, presente en
el título de las novelas, secciones, secuencias capitulares, epígrafes o en el conjunto de reflexiones
llevadas a cabo por el investigador, tienen el potencial de involucrar al lector en la resolución del crimen o
la identificación del asesino, convirtiendo la lectura en un acto lúdico e interpretativo.
Con el fin de evidenciar algunas de las características anteriores, véase el siguiente cuadro en el cual se
detallan algunos comentarios y pasajes textuales basados en las novelas de Jorge Méndez Limbrick;
Mariposas negras para un asesino (2005); y Daniel Quirós, Verano rojo (2010).
Cuadro 5.3
Análisis de textos: género de la novela negra y policíaca
V
Citas textuales extraídas de las novelas Características narrativas
Cuando me lo contaron no tenía sentido. El asesino había Violencia, misterio y criminalidad
actuado en forma impecable: no dejó huellas, no había rastros Como se observa en las páginas iniciales
de sangre, tampoco demasiado desorden en el cuarto. de estas novelas, el encuentro inesperado
Y así de primer momento... no existía motivo para el homicidio con el cadáver o los indicios que deja el
(Méndez, 2004: p. 13; el destacado es nuestro). asesino luego de cometer el crimen,
Estaba en el bar la primera vez que escuché del cadáver. La funcionan como dos elementos
muerta era una mujer de Tamarindo que todos conocían como prototípicos en este género.
la Argentina, que en verdad se llamaba llana Echeverri. El
cadáver lo había encontrado al amanecer uno de los
pescadores del pueblo, Faustino Arias. Me interesé porque
sabía quién era la mujer. Nos habíamos conocido hacía
muchos años, poco después de que me mudé de la capital a
Paraíso... (Quirós, 2010: p. 14; el destacado es nuestro).
• 165
Citas textuales extraídas de las novelas
La noche hizo su presencia con las luces de los carros y de los edificios contiguos, por un momento se
sintió irracionalmente solo en medio de la ciudad. Tomó el ascensor deprisa: quería estar en Chelles
(Méndez, 2004: p. 23; el destacado es nuestro).
2.
Características narrativas
El ambiente nocturno
El ambiente nocturno funciona como el espacio-tiempo más predominante. El tema de la oscuridad, el
cual da origen a la llamada novela negra, constituye en estas novelas el principal escenario donde
suceden los crímenes y sus respectivas investigaciones.
La ciudad en la noche era una degenerada y transformista, muchos querían ignorarla, él no.
Así la había conocido y así le agradaba: brutal, salvaje, el extraño paraíso (Méndez, 2004: p. 38; el
destacado es nuestro).
Nunca sentí las calles tan oscuras como esa noche. Los focos del carro eran lo único que despejaba el
negro espeso de la noche, que parecía haberse tragado los potreros y bosques secos al lado de la
carretera... Pensé en la Argentina, que tuvo que haber completado el mismo trayecto la noche de su
asesinato, esperando un milagro que no vendría, que la soledad del lugar nunca iba a permitir (Quirós,
2010: p. 32; el destacado es nuestro).
Llegó al Hotel Costa Rica. Los edificios y oficinas del casco metropolitano vomitaban literalmente a los
empleados públicos y empleados de las empresas privadas. Y mientras tomaba el café, miró la Torre de
Babel, no de la confusión de las lenguas, sino de las prisas y de los equívocos. La gente huía de la ciudad
y los más afortunados en sus carros. Todos tenían un lema: escapar de la ciudad
(Méndez, 2004: p. 214; el destacado es nuestro).
Salió a la calle, San José estaba húmedo; había llovido, vagó por la ciudad. Condujo el automóvil por dos
horas, bordeó el casco metropolitano desde San Pedro de Montes de Oca hasta la Avenida de las
Américas, justo en lado norte del Parque Metropolitano.
No pasó por la Zona Fantasma ni por el Valle de las Muecas, eso quedaría para más adelante, aquellas
zonas las visitaría con detenimiento y a pie (Méndez, 2004: p. 215; el destacado es nuestro).
[...]
3. El entorno urbano
La ciudad es vista como un lugar hostil y laberíntico, regido por el caos y la angustia.
4. Desplazamiento del
personaje-protagonista
El personaje-investigador se caracteriza por su constante observación y desplazamiento por los lugares
céntricos, periféricos y clandestinos de la ciudad.
• 166 •
Citas textuales extraídas de las novelas
Conversaron. Decidieron que lo mejor para a investigación era lo siguiente: los días que Joaquín tenía
partida Henry llegaría a la Casa Libanesa y que esa noche y madrugada irían a los diferentes night clubs.
Primero visitarían os bares más conocidos, principalmente los del casco metropolitano. Que el descarte
de otros hoteles con casino tenía que darse, aunque tuvieran conocimiento que la Trata de Blancas se
daba en el mismo Astoria. Una segunda etapa de la investigación la harían en los bares y búnkeres de las
zonas periféricas del San José de noche. Esta segunda etapa debía de concentrarse en los bares gay o
de ambiente:
desde los más lumpen hasta los más high (Méndez, 2004: p. 225; el destacado es nuestro).
Los locales, al principio guanacastecos de pura cepa, que vivían del campo, de la ganadería y de la
pesca, eran ahora una comunidad de nacionales de distintas partes del país, italianos, colombianos,
argentinos y gringos de todas las clases sociales y edades. La Argentina pasaba la mitad del día
protestando -contra la prostitución de menores, los piedreros que asaltaban por la noche, el tráfico de
drogas, el montón de gente, la necedad de los turistas (Quirós, 2010: p. 38; el destacado es nuestro).
Características narrativas
5. Corrupción y criminalidad social
Tanto la novela policiaca como detectivesca gira en torno a diferentes prácticas clandestinas e ilegales,
evidenciando así las nuevas problemáticas sociales que surgen en el entorno urbano y periférico del país,
tales como el tráfico de drogas, las redes de prostitución (trata de blancas) y la corrupción política.
V
Primero deseo decirte que varias personas - de quienes me reservo los nombres- y que trabajan en el
Organismo y otras con influencias políticas
- vos me entendés- me han informado que existe un mercado de Trata de Blancas en el Astoria San José
Internacional y otros hoteles de prestigio de la Capital- afirmó
Zúñiga observando como un caníbal del sexo a la puta que hacía su show en la pista de baile entre luces
rojas, azules y amarillas (Méndez,
2004: p. 223; el destacado es nuestro).
• 167 •
Con el propósito de destacar algunas de las características
mencionadas, léase el fragmento de la novela Las armas de psique
(EUNED, 2019) del escritor Javier Ignacio
Guevara. Dicho extracto se encuentra reproducido en la
Antología de literatura costarricense (EUNED,
2021), compilada por
Ana Cristina Flores
Monge, y que forma parte de la unidad
didáctica modular de esta asignatura.
Citas textuales extraídas de las novelas
No me gustó la respuesta. Se lo hice saber con el mango de la Makarov sobre la nariz.
Después de eso se puso algo histérico, empezó a llorar, a suplicarme que no lo matara, que él no había
hecho nada. Tuve que volver a ponerle la cinta adhesiva sobre la boca (Quirós, 2010:
p. 48; el destacado es nuestro).
Me monté al carro, guardé la pistola en la guantera y saqué un termo lleno de aguardiente, que guardaba
para alguna
Caracteristicas narrativas
6. Personalidad violenta
e inestable del
personaje-investigador
El prototipo del investigador en a novela policiaca costarricense y centroamericana muestra una
personalidad violenta, de dudosa reputación moral y viciosa que se aleja del modelo intelectual y ético del
detective clásico.
emergencia. Las manos me temblaban. Tomé un largo trago, después, me limpié la boca con la palma de
la mano... (Quirós, 2010: p. 48; el destacado es nuestro).
Fuente: Mondol, Mijail (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Finalmente, cabe mencionar que la incorporación de este género en la narrativa costarricense y
centroamericana no solo debe comprenderse a raíz de la moda y el alto consumo literario del que gozó
este género en el contexto latinoamericano de finales del siglo XX y principios del nuevo milenio, sino que,
a la vez, responde a la formación de un diálogo mayor entre la práctica literaria y las nuevas formas de
violencia y corrupción social que surgieron en las sociedades centroamericanas entre la década de los
noventa y la primera década del siglo XXI, dando lugar a una mayor acogida por parte de los lectores y a
la creatividad literaria de diversos escritores nacionales.
Desde esta perspectiva, bien se podría afirmar el impacto que ha cumplido este género como una nueva
forma de continuidad con respecto a la narrativa urbana producida desde mediados de la década de los
noventa, al mismo tiempo que plantea un tipo de respuesta frente a las estéticas neo-fantásticas de la
ciencia ficción, la crónica, la novela histórica o la utilización de ciertos elementos mítico-simbólico, con el
fin de retornar a un pacto de lectura mucho más realista, referencial y acorde con las temáticas socio-
urbanas de posguerra.
D. Identidades homoeróticas y diversidad sexual
En el contexto de la primera década del siglo xxI, la literatura costarricense elaboró nuevas
representaciones de la subjetividad y las identidades socia-les. De manera particular, estas se alejaron
parcialmente de replantear el
• 168 •
tema de la identidad desde una perspectiva nacional o cultural, y se centró en la ficcionalización de ciertas
subjetividades excluidas o en constante tensión con las distintas esferas de poder. Se trata, pues, de una
literatura mucho más intimista, cuyos personajes, situaciones y espacios narrativos, generalmente
vinculados al ámbito urbano, sexual o familiar, se encuentran en una tensión no resuelta frente al
consenso u orden dominante.
Desde finales del siglo XX hasta la actualidad, una de las orientaciones literarias que más se ha
destacado corresponde a la temática homoerótica y a la diversidad sexual. En términos generales, el
desarrollo alcanzado por este tipo de literatura no solamente responde a la representación de las diversas
formas de violencia y discriminación que ha ocupado la diversidad de subjetividades e identidades
sexuales en la historia de la sociedad costarricense;
también la producción literaria que desde mediados de la primera década del siglo XXI hasta la actualidad
ha manifestado esta literatura, debe ser analizada como parte de otros factores políticos y sociales
altamente significativos a lo largo de la segunda década del siglo xXI.
En este sentido, el impacto de las agendas internacionales de los derechos hu-manos, la búsqueda
constitucional de un estado laico costarricense, los casos de corrupción de la institución religiosa, el
impacto educativo de las ideologías de género, las nuevas dinámicas y el clientelismo electoral, así como
el posicionamiento de nuevas fuerzas políticas que oscilan indistintamente entre el modelo neoliberal,
progresista y patriarcal-conservador, constituyen, grosso modo, un contexto mucho más complejo y
polarizado.
Inmersos en este panorama, ciertos sectores civiles cuya identidad y diversidad sexual ha sido
invisibilizada por parte del orden constitucional y jurídico, han desarrollado diversas formas de
organización para la defensa y reivindicación de sus derechos patrimoniales y afectivos, como es el caso
de la ley de matrimonio igualitario, aprobada en el 2020. Asimismo, cabe destacar el auge que a lo largo
de estas dos primeras décadas del nuevo milenio han tenido otros movimientos civiles, tales como las
organizaciones feministas en defensa de la igualdad de género.
Como se aprecia en la producción narrativa, lírica y dramatúrgica de este pe-riodo, dicho tipo de literatura
se focaliza en la representación de diversas subjetividades sexuales y homoeróticas, las cuales entran en
contraposición con el imaginario nacional y patriarcal de la sociedad costarricense. En este senti-do, nos
encontramos frente a la conformación de un discurso y una práctica literaria, cuyas estrategias estéticas,
reivindican otras formas de convivencia y vínculos afectivos más allá de los roles hetero-normativos que
de manera
V
Con el fin de revisar la relevancia literaria que ocupa el tema de la diversidad
sexual y la temática homoerótica, léase el poema «Navaja de luciérnagas», de Ronald Campos; y el texto
«Mar de lluvias», del escritor Alexander
Obando. Ambos
textos están disponibles en la Antología de literatura costarricense
(EUNED, 2021), compilada por Ana Cristina Flores Monge, y que forma parte de la unidad didáctica
modular de esta asignatura.
V. Imaginarios contemporáneos en el siglo XXI: ¿En búsqueda de una identidad literaria?
• 169 •
Para ampliar el conocimiento acerca de este tema, véase la entrevista que realiza Sonia Jones al escritor
costarricense
Alexander Obando y a la psicóloga Viviana
Rovira en el capítulo
«La literatura gay», del programa Identidades
producido por la
UNED, mediante el siguiente código QR:
NO SE CUAL ES EL QR, no viene en el documento
tradicional han tendido a dominar la concepción de género, orientación e
identificación sexual.
Si bien la temática homoerótica no es necesariamente exclusiva de un tipo particular de literatura, cabe
indicar que la referencia a personajes homosexuales y situaciones de una clara connotación homoerótica
no resulta nueva en la historia de la literatura costarricense. Según explica Albino Chacón
(2016), dichas representaciones y usos narrativos ha sido recurrentes desde principios del siglo xX hasta
nuestros días, tal como este mismo académico demuestra a partir de las siguientes obras: La esfinge del
sendero (1914), de Jenaro Cardona; La isla de los hombres solos (1963), de José León Sánchez; Los
fuegos furtivos (1968) y Mirar con inocencia (1973), ambos de Alfonso Chase;
La mujer oculta (1984), de José Ricardo Chaves; el texto dramático Punto de referencia (1983), de Daniel
Gallegos; el poemario Hasta me da miedo decirlo
(1987), de Nidia Barboza; Los susurros de Perseo (1994) y Paisaje con tumbas pintadas en rosa (1998),
de José Ricardo Chaves; Más allá del Parismina
(2000), de Carmen Naranjo; y Lejos, tan lejos (2004) y El gato de sí mismo
(2005), de Uriel Quesada.
A partir de la producción narrativa realizada por algunos escritores y escritoras entre el periodo de los
noventa y las dos últimas décadas del siglo xXI, tanto la crítica como la industria editorial han determinado
de manera más específica la existencia de una práctica y un consumo literario denominados en la
categoría de literatura gay-lésbica o también llamada literatura LGBTQ, dada la multiplicidad de
diversidades y orientaciones que esta plantea.
En términos generales, algunos de los autores, autoras y textos literarios que a partir de la primera
década del siglo XXI hasta la actualidad incluyen, entre otros temas, la representación homoerótica y de
diversidad sexual son los si-guientes: Alexander Obando con El más violento paraíso (2001) y La gruta y
el arcoíris. Antología de narrativa gay/lésbica costarricense (2008); Guillermo
Fernández, Hagamos un ángel (2002); José Otilio Umaña, Bailando en solitario (2008) y Cosas de
hombres (2009); Laura Fuentes Belgrave, Antierótica feroz (2013); las producciones poéticas de Ronald
Campos López, entre ellas
Navaja de luciérnagas (2010), Varonaria (2012), Quince claridades para mi padre (2014), Mortaja para mil
ruiseñores (2019) y Depravación de la luz
(2020); Jorge Chen Sham con Nocturnos de mar inacabado (2011) y Conjuros del alba (2014); la obra
dramática de Jorge Arroyo, Trío (2012); Camila Schumacher con Atrevidas: relatos polifónicos de mujeres
trans (2019) - esta
• 170 ₽
última galardonada con el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría-; y David
Ulloa, con Cartas a hombres (2021).
Como se logra apreciar en la diversidad de autores y géneros literarios (poe-sía, teatro, cuento y novela),
así como en la difusión editorial de tales producciones durante las dos primeras décadas del presente
milenio, la temática homoerótica y de diversidad sexual evidencia otras características narrativas, sujetos
lectores y una red de escritores(as) cuyo énfasis, tanto estético como ideológico, radica en exponer las
tensiones socio-culturales, políticas y discriminatorias que viven las subjetividades e identidades sexuales
en el contexto contemporáneo de la sociedad costarricense.
E. Mujeres escritoras en el nuevo milenio
Si realizáramos un breve balance entre la presencia de mujeres escritoras de las dos últimas décadas del
siglo XX, y la publicación literaria por parte este mismo género durante las dos primeras décadas del
nuevo milenio, no podríamos dejar por inadvertido el impulso que ha ganado la figura autoral femenina en
el desarrollo de la literatura costarricense. En virtud de lo an-terior, esta sección cumple como objetivo
mostrar, gracias a algunas autoras destacadas, un panorama general acerca de las diversas
generaciones y promociones autorales inscritas durante este último periodo.
Con base en esta delimitación, uno de los géneros en los cuales se constata una mayor presencia de
mujeres escritoras corresponde al género de la ciencia ficción. Así, por ejemplo, ya desde mediados de la
década de los noventa, la autora Laura Quijano Vincenzi reactivó para estos años la tradición de la
narrativa de ciencia ficción con su texto Una sombra en el hielo (1995).
Por otra parte, cabe mencionar que desde principios del nuevo milenio y hasta nuestros días, la ciencia
ficción costarricense, junto con la nueva narrativa de carácter fantástico abarca otras autoras nacidas
entre la década del cincuenta y del ochenta. Algunas de ellas son las siguientes: Emilia Macaya, Jessica
Clark, Laura Casasa, Evelyn Ugalde, Mariana Castillo, Laura Quijano, Amanda Sofía Solano, Marcela
Solano, Ericka Lippi, Rebeca Demes, Anacristina Rossi, María Pérez Iglesias, Laura Fuentes y Carla
Pravisiani, y cuyos textos oscilan entre el cuento, la novela y el formato de antologías literarias.
En este mismo sentido, otro de los géneros en los cuales tradicionalmente ha predominado una autoría
femenina corresponde al de la literatura infantil y juvenil. Prueba de lo anterior, se demuestra en la
siguiente lista de escritoras
1|||
• 171 •
diferencia de otros momentos de la literatura infantil, dicho género ha contado en los últimos años con una
creciente autoría masculina, entre los que se puede mencionar a los escritores Carlos Rubio, Rodolfo
Dada, Minor Arias, German Cabrera José
Fernando Álvarez,
Jorge Charpentier,
Osvaldo Reyes, Luis
Bolaños, Alfredo
Cardona, Miguel
Rojas, Daniel Garro,
Alfonso Chase y Fernando Luján.
quienes han llevado a cabo una vasta creación literaria destinada específicamente a este tipo de
población. A manera de referencia, algunas de estas autoras, cuyas fechas de nacimiento oscilan entre la
década del cincuenta y del setenta, son las siguientes: Reidel Gálvez, María Pérez Iglesias, Ani Brenes,
Mabel Morbillo, Maureen Vargas, Cary Sagot, Flora Herrero, Eva Aguiluz, Floria Jiménez, Jessica Clark,
Clara Amelia Acuña, Lily Guardia, Helen Roxana Valverde, Anabelle Madden, Irene Castro, Patricia
Mayorga, Adriana Valenciano, Nery Barrientos, Suzzanne Soto y Gloria Macaya, entre otras.
Aparte del género de la ciencia ficción e infanto-juvenil, el desarrollo del cuento y la novela -dos de los
géneros frecuentemente atribuidos a la población masculina- muestra, de manera paulatina, una nueva
promoción de es-critoras, quienes, desde mediados de la primera década del siglo XXI hasta la
actualidad, han realizado junto con otras voces fundacionales de la narrativa femenina de finales del siglo
XX, diversas exploraciones estéticas e ideológicas relacionadas con el tema del abuso sexual, la
discriminación y la desigualdad de género, así como también otras problemáticas sociales, étnico
culturales y migratorias.
A manera de referencia, este grupo heterogéneo y generacionalmente diverso de escritoras (las autoras
mencionadas nacen entre las décadas del 50 y del 80) obedecen a los siguientes nombres: Abril
Gordienko, Karla Sterloff, Catalina Murillo, Carla Pravisiani, Mirta González Suárez, Camila Schumacher,
Arabella Salaverry, Yanina Rovinsky, Laura Fuentes Belgrave, Dorelia Barahona, Magda Zavala, Marjorie
Ross, Tatiana Lobo, Anacristina Rossi, Rosibel Morera. En relación con el ámbito teatral cabe destacar, a
las dramaturgas Ana Istarú, Claudia Barrionuevo, María Silva y Alejandra Marín, así como una amplia
promoción de poetas donde figuran los nombres de Mía Gallegos, Xenia Gordienko, Marta Royo, Julieta
Dobles, Shirley Campbell, Lucía Alfaro, Vivian Cruz, Lil Picado, Diana Ávila, Paola Valverde y Delia
MacDonald, entre otras.
Ahora bien, más allá de pensar el desarrollo de la literatura costarricense a partir de un criterio de género
(masculino/femenino), el aspecto más relevante que hemos querido destacar en esta sección consiste en
evidenciar la presencia autoral femenina en la literatura costarricense de estas dos últimas décadas.
Desde el reconocimiento literario que a partir de finales del siglo XX han tenido algunos autoras como
Alicia Miranda, Anacristina Rossi, Magda Zavala, Linda Berrón, Rosibel Morera, Dorelia Barahona, Ana
Istarú, Julieta Dobles, Yadira Calvo y Tatiana Lobo, hasta las nuevas producciones creadas por diversas
generaciones durante la primera y segunda década del siglo XXI, la incidencia de la mujer escritora en las
tres últimas décadas ha marcado un acontecimiento que, si bien sigue siendo desigual frente a la
comunidad
• 172 •
autoral masculina, no deja de ser un indicio históricamente significativo en la historia literaria de este
nuevo milenio.
F. Más allá de la casa paterna: entre lo local y lo global
A lo largo de la historia de la literatura costarricense, el espacio familiar de la casa ha funcionado como un
lugar simbólico del discurso de identidad nacio-nal. Como pudimos advertir en las primeras
manifestaciones de la literatura nacional, el ámbito familiar y las relaciones sociales que giran en torno
este espacio -denominado por Ovares et al. con el nombre de la casa paterna-
(1993), constituye una de las representaciones más utilizadas por la literatura costarricense para referirse
al orden económico, cultural y político de una determinada sociedad.
De este modo, aquellas obras literarias en que se destaca el carácter pacífico, tradicional, próspero e
idílico, como el que veíamos en el texto «La Propia» o «Unos Novios» de Magón, tienden a concentrarse
alrededor de un espacio en común (la casa) y a una figura de autoridad (el padre), la cual actúa a su vez
como una instancia vigilante y controladora de la estructura económica y social de esa misma comunidad.
En este sentido, no es casual que en la mayoría de las producciones narrativas de finales del siglo XIX
hasta la segunda mitad del siglo xx, el espacio de la casa se consolide como una representación
simbólica del Estado-nación y de la sociedad patriarcal. Por este motivo, las obras literarias de finales del
siglo XX y principios del siglo XXI -época en la cual el modelo social demócrata (benefactor) agudiza su
crisis después del impacto de la globalización y las políticas neoliberales- entonces comienzan a
reinterpretarse de manera crítica la representación de la casa paterna, con el fin de incluir otros perso-
najes, situaciones y subjetividades históricamente marginadas o invisibiliza-das, como se aprecia en las
novelas de Carlos Cortés, Fernando Contreras, Rodrigo Soto o Anacristina Rossi, entre otros.
Ahora bien, si tuviéramos que imaginar la manera desde la cual las nueva producciones literarias,
ubicadas entre la primera y segunda década del siglo
XXI, reinterpretan el espacio y la identidad nacional costarricense, tendríamos que considerar que la
sociedad de este periodo es mucho más compleja que las décadas anteriores y se encuentra marcada,
como el resto de las sociedades latinoamericanas, por los efectos y las contradicciones de las economías
neoliberales, los avances tecnológicos, la circulación y el consumo de
• 173 •
mercancías globales, el uso de medios virtuales de comunicación, así como por un alto crecimiento de las
desigualdades sociales, las formas de violencia, el desempleo, la explotación laboral y las crisis
económicas.
A raíz de este contexto, el concepto inicial de la casa paterna, tal como lo mencionábamos al principio de
esta sección, tendría que sustituirse por una nueva forma de pensar las representaciones estéticas e
identitarias que lleva a cabo la literatura contemporánea para dar cuenta de personajes, lenguajes,
subjetividades y temáticas que se insertan en las dinámicas capitalistas del siglo XXI. De manera
preliminar, me atrevería a pensar que dicha imagen está muy cercana a parecerse a un «airbnb literario»
Pero, ¿qué queremos decir exactamente con este término? Permítanme aclarar este concepto cuya
referencia en esta parte del capítulo es de carácter estrictamente didáctico.
El Airbnb corresponde a un tipo de servicio utilizado para «publicar, dar publicidad y reservar un
alojamiento local» y transitorio desde cualquier parte del mundo. De esta manera, al igual que cualquier
otra mercancía relacionada con el capitalismo global y las transacciones en línea (piense en la diversidad
de productos y servicios que se tramitan por medio de una transferencia electrónica o virtual desde
cualquier parte del mundo), el Airbnb funciona como una «casa de alquiler» ubicada en una determinada
localidad, y cuyos procedimientos contractuales se realizan de manera virtual o electrónica. En otras
palabras, —y este es el elemento fundamental por considerar- constituye una forma de mercancía que se
desplaza indiferentemente entre ámbitos locales y globales o viceversa.
Guardando las proporciones del caso, los procedimientos y las representaciones que utiliza la narrativa
costarricense en el transcurso de este nuevo milenio operan de la misma que este tipo de mercancías, ya
que, por un lado, tiende a representar ciertos personajes y subjetividades que oscilan entre contextos
económicos predominantemente globales-cosmopolitas; y, por otro lado, se inclina por representar una
serie de subjetividades, identidades y espacios locales no necesariamente vinculados al territorio o al
discurso estrictamente nacional o cultural costarricense.
Aunado a lo anterior cabe destacar que, a diferencia de la casa paterna, la cual constituye un espacio de
residencia familiar, vinculado a la autoridad paterna, a la estabilidad económica, identitaria y temporal, el
«airbnb de la literatura costarricense» está asociado a un lugar de tránsito, mudanza, incertidumbre,
fragmentación y ruptura con el entorno familiar o nacional.
Con el fin de precisar algunas de estas características, observemos a partir de las siguientes secciones la
manera en que la literatura costarricense más reciente expresa este tipo de dinámicas.
Literatura,
174
1. Desplazamientos locales y transnacionales
Como señalábamos con anterioridad, los espacios, las temáticas y los personajes de la narrativa
contemporánea no se restringen únicamente a entornos o localidades que reflejen una determinada
identidad regional o socio-cultu-ral costarricense. A lo largo de las dos primeras décadas del siglo xXI,
existe una diversidad de textos literarios cuyas situaciones históricas y ficcionales aluden a otras
realidades políticas y sociales centroamericanas recientes, como es el caso de la novela Mierda (2018),
de la escritora Carla Pravisiani, la cual gira en torno al tema de la corrupción y las elecciones
presidenciales ocurridas en Nicaragua durante el 2006; o la novela Maybe Managua (2018), de Catalina
Murillo, cuyo personaje protagonista corresponde a un español de mediana edad radicado en Costa Rica
y cuyo destino final lo conduce a migrar hacia Nicaragua.
En este mismo sentido, no menos significativo resulta el conjunto de narrativas que tratan acerca de los
procesos y las vivencias migratorias en que la referencia al espacio, el lenguaje o la experiencia
testimonial de sus personajes se desmarca del espacio nacional. Uno de los textos, galardonado con el
Premio Nacional Aquileo ). Echeverría 2020, que sirve como ejemplo de este tipo de orientación, obedece
a la novela Cómo sobrevivir a una tormenta extranjera, de la escritora Larisa Rú, que se basa en la
historia de una mujer venezolana que huye de su país con el propósito de establecerse en Europa.
Como se constata en estas breves referencias, la representación literaria que realizan estas producciones
se caracterizan por su constante movilidad o desplazamiento más allá de los márgenes del espacio y de
las identidades locales.
Una vez más, dicho aspecto evidencia la relevancia histórico-social que ocupan las nuevas circunstancias
políticas, económicas y vivenciales que desde principios del siglo XXI hasta la actualidad experimentan
las sociedades centroamericanas a raíz de los procesos de posguerra y, muy particularmente, de los
nuevos fenómenos de migración y sentidos de pertenencia cultural que exponen dichos escritores.
En relación con lo anterior, otro de los rasgos que se deriva de estas dinámicas de desplazamiento y
subjetividades en movimiento, corresponde al uso ficcional por parte de la literatura contemporánea en
aludir a entornos urbanos altamente cosmopolitas o de una destacada significación internacional y cuya
referencia al espacio costarricense o latinoamericano es prácticamente nula o relativamente parcial.
De manera específica, este aspecto se evidencia en la novela El ojo del mundo
(2019), del escritor Guillermo Fernández, cuyo personaje y trama principal,
V
• 175 ®
Henry Brawn, un fotógrafo periodista del New York Times, adquiere una particular obsesión por
entrevistar al famoso fotógrafo suramericano Kevin Carter, quien gana el premio Pulitzer por una polémica
fotografía que pone en entredicho su ética profesional. Esta búsqueda obsesiva conduce al personaje a
Sudáfrica, justo en el momento en que acontece una serie de movimientos sociales, protestas violentas y
tensiones políticas a causa de los procesos electorales que está viviendo ese país. Del mismo modo, el
cuentario del escritor Cristopher Reyes Loáiciga, Un par de mariposas (2020), utiliza también un espacio
radicalmente ajeno al territorio nacional o latinoamericano, y toma como escenario principal China para
desarrollar sus relatos e interpretaciones desde el punto de vista de un escritor centroamericano radicado
en ese país.
Aparte de estos ejemplos anteriormente mencionados, otra de las variaciones que surge en la narrativa
de estas dos últimas décadas se observa de manera particular en una significativa generación de
escritores y escritoras cuyos relatos tienden a utilizar personajes costarricenses ubicados en ciertos
contextos internacionales, evidenciando así cierto carácter de desarraigo, búsquedas personales,
aventura e identificación con entornos urbanos claramente cosmopolitas.
A manera de ejemplo, léanse los siguientes extractos de diferentes cuentos costarricenses en los cuales
se denota este último aspecto:
Cuadro 5.4
Espacios y desplazamientos globales-cosmopolitas
Fragmento Comentario textual
«El francés y otras lenguas», de Alí Víquez, Súbitamente En este extracto se aprecia el desplazamiento
aparece una beca, un golpe de timón que nadie se espera y la referencia de un entorno internacional
y aceptás al calor del momento, ahora sos instructor de ajeno a la procedencia local del personaje, y
francés en los Estados Unidos y al mismo tiempo hacés tu cuyo distanciamiento espacial (Costa Rica -
posgrado en literatura francesa... A lo mejor es que apenas Estados Unidos, posibilita el efecto verosímil
has venido y todavía te sentís solo, la novia en Costa Rica del relato y su respectivo acontecimiento.
te hace faltita, en fin... (Víquez en Barquero y Murillo, 2009:
p. 3).
• 176 •
Fragmento Comentario textual
«Fuera de rango», de Alfonso Chacón Al igual que el ejemplo anterior, este relato V
Rodríguez describe, desde la perspectiva del personaje
Subió al 94 con el corazón en el resuello: el escozor, narrador, una persecución realizada en un
que empezó cuando el vagón del subterráneo espacio subterráneo y laberíntico, situado en una
alcanzaba Russell Square, le raspaba ya la garganta, ciudad cosmopolita.
y la sombra borrosa del túnel por los cristales y luego En este otro pasaje, el personaje, los
la luz y el reflejo de los blancos cuadros de cerámica y acontecimientos y la descripción emocional que
el letrero azul y la voz del conductor de acento indio: la voz narrativa realiza en torno a María, quien
Russell Square... Mind the gap, please.... (Chacón en trabaja para una empresa transnacional, se
Barquero y Murillo, ubican en el cuarto de un hotel ubicado en la
2009: p. 24). ciudad de Chicago.
«Liviana», de Heriberto Rodriguez
María entró sin ganas de nada en el cuarto de hotel,
tan cuarto de hotel como cualquier otro cuarto de hotel
americano. La corina marrón cubría el escote a la
avenida Michigan, siete pisos más abajo. María tenía
la idea de más personas paseando por esa calle, más
aglomeración de desesperanzas y seres humanos,
más gritos, más balas perdidas, pero no, era una
avenida impersonal, cierto, pero tranquila y recatada
que se sabía importante y orgullosa de ser la vía
principal de Chicago y con eso le bastaba...
[.]
Era su última noche antes de regresar a San José y
quería salir a pasear por la ciudad (Rodríguez en
Barquero y Murillo, 2009: pp.
32-33). En este breve extracto, el personaje es focalizado
«Una mala noticia», de Catalina Murillo como un joven costarricense que se traslada
Randall, cuanto esto, estaba becado en Wisconsin, hacia Wisconsin mediante la obtención de una
ese paradigma de modernidad, orden y limpieza para beca de estudio, diferenciándolo del carácter de
uno que nunca ha salido de las cuatro cuadras migrante ilegal («había alcanzado el sueño de
caóticas de su barrio tropical. Con la beca bendita entrar sin mojarse»), aludiendo así a la situación
había alcanzado el sueño de entrar sin mojarse en los de migración de otros latinoamericanos.
Estados Unidos y de aprender a hablar inglés como un
pandillero de película
(Murillo en Barqueroy Murillo, 2009; p. 52),
• 177 •
«Salgo mañana, llego ayer», de Uriel Como se advierte en el texto, la voz narrativa
Quesada inserta al lector al espacio cosmopolita
Si venís del Uptown en tranvía te bajás en la última parada, europeo mediante la descripción de rutas,
justo en Canal Street, cerca de donde hacen transbordo barrios y calles que se vinculan a un espacio
quienes han tomado un autobús llamado Deseo y van para cosmopolita.
Cementerios o Campos Elíseos.
Pero mantenete alerta, pues esa zona está llena de rufianes
y tiendas de chucherías y fácilmente podrías perderte. Mejor
ir de una vez hacia el otro extremo del Barrio Francés, por
Bourbon Street o Decatour, aunque te recomiendo Royal...
(Quesada en Obando,
2008: p. 153).
«Bienvenido a tu nueva vida», de Uriel En este otro fragmento, obsérvese la
Quesada referencia que realiza el personaje-narrador
Hace unos meses cumplí los veinticuatro. con respecto a su lugar de procedencia
Dejé en Costa Rica casi todas las cosas que me ataban y (Costa Rica) y la forma en que enfatiza su
me vine a reventar a Europa migración hacia Europa.
(Quesada en Obando, 2008: p. 1/1).
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED; basado en la Antología del nuevo cuento
costarricense, de Guillermo Barquero y Juan Murillo (ECR, 2009) y el texto La gruta y el arcoíris. Antología
de narrativa gay/ lésbica costarricense, de Alexander Obando (ECR, 2008)
Tal como se observa en los ejemplos anteriores, la construcción ficcional de estos entornos
internacionales o cosmopolitas constituye un recurso literario bastante significativo para diversos
escritores y escritoras costarricenses, quienes evidencian otras formas de interpretar, leer y producir
literatura más allá del espacio nacional o la identidad cultural costarricense.
No obstante, al mismo tiempo que se denota la utilización de espacios ex-tranjeros, transnacionales y
cosmopolitas en la producción narrativa de este periodo, existe también un movimiento contrario que
complementa la visión panorámica de la literatura costarricense contemporánea. De manera particular,
nos referimos a esa otra gran producción literaria que, sin perder de vista la dinámica de desplazamiento
que venimos explicando en esta sección, se ocupa de manifestar las transformaciones y la movilidad local
que caracterizan a ciertos personajes y algunas temáticas dentro del propio espacio nacional o sus
respectivos espacios transfronterizos. Como se logra notar, esta otra forma de desplazamiento interno, la
cual ocurre entre las fronteras o ciertos ámbitos locales, tanto urbanos como rurales, plantea la
representación literaria de otros sujetos sociales signados por la migración,
• 178
el desplazamiento de la ciudad al campo o a las zonas costeras, las disputas territoriales y el
desplazamiento interno entre la ciudad.
A pesar de que este tipo de representaciones es plausible en la producción na-rativa de finales del siglo
XX y principios del siglo XXI, en el contexto actual de la sociedad costarricense adquiere otras
significaciones que transcienden la función crítica e identitaria de la casa paterna. En este sentido, más
allá de mitificar o desmitificar un imaginario nacional o cultural costarricense, los nuevos espacios, las
subjetividades y los desplazamientos que caracterizan hoy la literatura nacional muestran, en definitiva,
otra forma de entender los procesos sociales e identitarios que caracterizan, en su dimensión local, a la
sociedad costarricense, tal como se puede constatar en la producción narrativa de Sergio Muñoz, Álvaro
Rojas, Alexander Obando, Rodrigo Soto, Carlos Cortés, Faustino Desinach, Fernando Contreras y Camila
Schumacher, entre otros.
A manera de referencia, léanse, a continuación, los extractos en los cuales se evidencia la construcción
literaria de otras identidades y espacios de carácter local y transfronterizo (cuadro 5.5):
Cuadro 5.5
Representación literaria de espacios y desplazamientos locales y transfronterizos
V
Fragmento Comentario textual
«Callejones», de Sergio Muñoz En comparación con los ejemplos del cuadro
Todo mundo estaba avisado: entre La anterior, estos dos breves pasajes muestran otra
Cueva y el Sector Tres había traído. Siempre que representación de la espacialidad y movilidad de los
nos encontrábamos se armaban el bochinche. Por personajes. De manera particular, la representación
eso los de la asociación dejaron de hacer bailes del espacio está enfocada desde la localidad del
para hacer dinero y construir un salón comunal. Se personaje y las luchas de territorialidad y poder que
cansaron de que siempre terminaran en una
voladera de sillas y botellas y alguno que otro se ejercen entre diversas comunidades de migrantes
plomazo y precarios situadas en Costa Rica.
(Munoz, 2011: p. 19).
[...]
A veces mi mamá se quedaba viéndome raro en el
almuerzo y una vez me dijo que todo en la vida se
paga; pero le dije que no jodiera, que ya todos
estábamos pagando por vivir en este barrio,
comiendo mierda todos los días, rejuntados con
nicas, colombianos y cuanta lacra el gobierno
quisiera mandar por acá, sin plata para nada y
teniendo que jugársela cada día (Muñoz,
2011: p. 27).
• 179 •
Fragmento Comentario textual
Verano rojo, de Daniel Quirós Como se observa en este pasaje de la novela
Los locales, al principio guanacastecos de pura Verano rojo, de Daniel Quirós, el espacio local
cepa, que vivían del campo, de la ganadería y de la guanacasteco, tradicionalmente representado por su
pesca, eran ahora una comunidad de nacionales de carácter rural y costero, es descrito en este texto
distintas partes del país, italianos, colombianos, como un espacio turístico transnacional, donde
argentinos y gringos de todas las clases sociales y convergen diferentes nacionalidades, clases sociales
edades. La Argentina pasaba la mitad del día y grupos generacionales. Asimismo, observe el
protestando -contra la prostitución de menores, los conjunto de problemáticas sociales que se describe
piedreros que asaltaban por la noche, el tráfico de en torno a este espacio costero, desmitificando así la
drogas, el montón de gente, la necedad de los representación rural, pacífica y paradisiaca en que
turistas (Quirós, 2010: p. 38; el destacado es incurren ciertos imaginarios nacionales e identitarios
nuestro). costarricenses.
«Mar de las lluvias», Alexander Obando En este pasaje, perteneciente al relato
Mi casa no es muy normal que digamos. Es la única «Mar de lluvias», la descripción y ubicación de la
en el barrio que ha sobrevivido a la conquista de las casa se inserta dentro de las lógicas de globalización
agencias de viajes y los hotelitos «típicos» para y neoliberalización que comienzan a transformar el
gringos (Obando en patrimonio histórico y arquitectónico de los barrios
Flores: 2021: p. 325). tradicionales capitalinos con el fin de convertirlos en
zonas turísticas, restaurantes, agencias de viajes,
bares privados o prostibulos
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
En relación con este mismo rasgo de la localidad, cabe mencionar la existencia de una serie de autores
cuyas obras literarias se interesan por captar los lenguajes o jergas específicas de los bajos fondos
sociales, principalmente urbanos.
Como se aprecia en varias de sus producciones narrativas, dicha representación corresponde a una
mayor profundidad sociológica de narrar las formas de vida, la visión de mundo y sobrevivencia de ciertos
sujetos sociales pertenecientes a los sectores lumpen, ambulantes y periféricos del entorno urbano.
De manera particular, ese tipo de producciones recurren a un lenguaje mucho más violento, directo y
grotesco, en aras de representar de una manera mucho más realista y testimonial a ciertos personajes, y
algunas temáticas y subjetividades que se anexan al espacio urbano-marginal. A manera de referen-cia,
algunos de los autores más representativos en torno a esta literatura corresponden a las obras de Sergio
Muñoz (Los herederos, 2011); Faustino Desinach (Balada Clandestina, 2011; y Perversos, 2020); Virgilio
Mora (Puta vida, 2011);
Warren Ulloa (Bajo la lluvia Dios no existe, 2011; y Elefantes de grafito, 2015); y Rodolfo Arias Formoso
(La Madriguera, 2010), entre muchos otros autores.
• 180
Desplazamientos históricos-temporales
Si bien el conjunto de textos y escritores que acabamos de mencionar, se caracteriza por trascender el
ámbito de lo local en la literatura e identidad costarricense, varias de las producciones literarias que se
inscriben en esta segunda década del siglo xxI, no solamente utilizan la representación referencial del
espacio o el desplazamiento (migración) para llevar a cabo esta perspectiva, sino que también aluden,
desde variados géneros literarios y tes-timoniales, al periodo colonial costarricense o la referencia de
ciertos acontecimientos políticos ubicados en el siglo XIX.
A pesar de que este tipo de narrativa se enmarca en la novela y la crónica histórica desarrollada entre la
década los noventa y principios del nuevo milenio, esta misma tendencia sigue estando presente en otro
conjunto de novelas ubicadas hacia la mitad de la segunda década del nuevo milenio. Lo anterior se
constata en la novela recientemente publicada por Emilia Macaya, Más allá del río (2020), en la cual
aborda, desde diferentes géneros literarios (fantástico, histórico y policíaco) una trama amorosa y de
implicaciones histórico-políticas ubicada en el siglo XIX.
En este mismo sentido, también se debe destacar la novela La alquimia de la bestia (2016), del escritor
Luis Diego Guillén, en la cual se narra la historia de un hombre, quien desde su encarcelamiento situado
en el Morro, de la ciudad de la Habana, Cuba, narra su participación en contra de las revueltas indígenas
que sucedieron en las montañas del sur de Costa Rica hacia inicios del siglo XVIII. Al igual que los dos
textos anteriores, y desde una perspectiva que oscila entre el género testimonial y la crónica colonial, la
novela del escritor Gustavo Fernández, La boca del monte, orígenes de San José (2019), aborda el tema
histórico y fundacional de la provincia de San José ocurrido hacia 1755.
3. Subjetividades y temáticas «prohibidas»
en la sociedad costarricense
Las principales transformaciones de la literatura costarricense contemporánea no solo se reducen a una
mayor sensibilidad estética y temática por el desplazamiento, los espacios locales y transnacionales o su
capacidad en reconstruir de manera ficcional un determinado tiempo histórico, como es el caso de las
novelas anteriormente referidas; también es claro observar el énfasis que otorgan la narrativa, la poesía y
la dramaturgia contemporánea al ámbito de la subjetividad, la sexualidad y el mundo psíquico de sus
personajes.
Antologia de literatura
costarricense e identidad ทา
En el ámbito literario de la primera década del siglo XXI, una de las novelas que se caracterizan por su
alto nivel de intertextualidad, desplazamientos espa-cio-temporales, hibridación de géneros, así como un
amplio sentido de experimentacion narrativa corresponde al texto Diez días de un fin de siglo (EUNED,
2007) escrito por Emilia Macaya Trejos. Un fragmento de este texto se halla disponible en la
Antología de literatura costarricense (EUNED,
2021), elaborada por
Ana Cristina Flores
Monge, y que forma parte de la unidad didáctica modular de esta asignatura.
• 181 •
cuanto a este temática, le sugerimos repasar algunas de las características de la llamada posmoderni-dad
literaria, expuestas en la sección
«Rasgos posmodernos en la literatura costa-ricense», ubicada en el capítulo 4 de este
ensayo.
Desde este punto de vista, nos encontramos frente a la elaboración de un discurso literario que lejos de
referirse a la construcción colectiva o social de las identidades culturales o nacionales, se enfoca en
problematizar, desde una perspectiva psicológica y psicoanalítica aquellas identidades frag-mentadas,
dislocadas, marginalizadas, reprimidas o en proceso de formación vinculadas a la vida cotidiana y los
nuevos debates contemporáneos en torno a la diversidad sexual, la drogadicción o el aborto.
Así, por ejemplo, la novela de Byron Salas, Mercurio en primavera (2017), enfoca un tema tabú en la
sociedad costarricense, como es el caso de incesto que ocurre entre dos hermanos ubicados en un
ambiente rural y cuya temática viene a ampliar la relación que desde la primera década del siglo XXI se
viene desarrollando en torno al tema de la diversidad sexual y su representación en la literatura. En este
mismo sentido, cabe destacar, además, el desarrollo de otras temáticas polémicas de la primera década
del siglo XXI, tales como el aborto y la drogadicción adolescente expuesta por el escritor Warren Ulloa
con su novela Bajo la lluvia Dios no existe, publicada en el 2011.
4. Experimentaciones y nuevos lenguajes literarios
Otra de las tendencias que podemos identificar en el transcurso de estas dos últimas décadas consiste en
la presencia de una literatura mucho más experimental con el lenguaje y el lector. Como aludíamos en
referencia a algunas de las características de la posmodernidad, este aspecto es notable en un conjunto
de autores que desde finales de la década de los noventa hasta la actualidad desarrollan una concepción
estética mucho más lúdica y filosófica con respecto al quehacer literario. Prueba de lo anterior se advierte
en las producciones ficcionales de Rafael Ángel Herra, Alí Víquez, Alexander Obando, Luis Chaves,
Emilia Macaya Trejos, Jorge Jiménez, Carlos Villalobos Villalobos (1968-), Cristopher Montero Corrales,
Diego Delfino y Guillermo Barquero, entre otros, que evidencian un uso consciente y provocativo de la
intertextualidad literaria, la ironía intelectual, la escritura fragmentaria, la microficción y, sobre todo, la
búsqueda de una actitud mucho más interactiva con el lector. Con el fin de ejemplificar este aspecto,
véanse a continuación, algunas de las obras narrativas más destacadas de estos autores (cuadro 5.6):
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Cuadro 5.6
Narrativas lúdico-experimentales
Selección de obras narrativas
La divina Chusma 101. Fábulas (2011) Nombre de escritores
El ingenio maligno (2014) Rafael Ángel Herra (1943-)
Artefactos (2016)
El sexo fuerte (2018)
Conspiración para producir el insomnio (2001) Alí Víquez (1966-)
Biografía de hombres ilustres (2002)
El fuego cuando te quema (2015)
El viaje del Beagle (2020)
El más violento paraíso (2001) Alexander Obando (1958-2020)
Canciones a la muerte de los niños (2008)
Teorías del caos (2012)
Soy el enano de la mano larga, larga (novela alter-ego-maniaca) Jorge Jiménez Hernández (1955-)
(2012)
El libro de los gozos (2001) Carlos Villalobos Villalobos (1968-)
Curación de la locura (2020)
Asfalto. Un Road Poem (2006) Luis Chaves (1969-)
Salva Pantallas (2015)
Vamos a tocar el agua (2017)
Los cerdos comen bellotas (2018) Cristopher Montero Corrales (1986-
)
Mi novia se calló en un pozo ciego (2013) Diego Delfino (1980-)
Guillermo Barquero (1979-)
Metales pesados (2009)
El diluvio universal (2009)
Esqueleto de oruga (2010)
Muestrario de familias ejemplares (2013)
Combustión humana espontánea (2015)
Anatomía Comparada (2017)
Fuente: Mondol, Mijaíl (2021). Literatura, identidades y sociedad costarricense: desde el siglo XXI hasta
los inicios de la literatura nacional. San José: EUNED.
Por su parte, esta misma tendencia lúdica y experimental también se encuentra presente en otras voces
dramatúrgicas, tales como Kyle Boza (1983-),
V. Imaginarios contemporáneos en el siglo XXI: ¿En búsqueda de una identidad literaria?
V
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Con el propósito de conocer las producciones y los géneros literarios más destacados en el transcurso de
estas dos primeras
décadas del siglo
XXI, en el anexo de este módulo puede consultar el registro de autores, autoras y obras literarias que han
recibido el Premio Nacional Aquileo J.
Echeverría desde el 2000 hasta el 2020, desde el más reciente hasta el más antiguo.
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Sergio Masís, Claudia Barrionuevo (1960-) Bryan Vindas Villareal (1989-), Alejandra Marín Solera, Walter
Fernández (1961-) Arnoldo Ramos (1965-) y Melvin Méndez (1958-) dando lugar al empleo de otros
recursos drama-túrgicos entre los cuales se destaca la búsqueda y experimentación de un nuevo lenguaje
estético que tiende a desestabilizar las propias convenciones teatrales, así como la representación de
nuevas subjetividades signadas por la discriminación, la locura y la violencia.
Con base en las diferentes secciones desarrolladas en este último capítulo, la producción literaria que ha
surgido desde mediados de la primera década del siglo XXI hasta la actualidad, explora otras formas de
comprender los espacios, las subjetividades, los discursos y hasta las propias concepciones y géneros
literarios en que se lleva a cabo la comunicación literaria. Dicha característica ha dado lugar a una
diversidad temática en las que incluyen la representación de otros personajes y subjetividades sociales
que se ligan a las transformaciones tanto locales como globales de la sociedad costarricense.
Como se confirma en este periodo en particular, existe una tendencia por parte de diversos autores y
autoras costarricenses en explorar la representación literaria de otros sujetos sociales signados por la
migración, el desplazamiento de la ciudad al campo o a las zonas costeras, el desplazamiento interno
entre la ciudad, o incluso hacia otros ámbitos transnacionales y glo-bales, en que la referencia al espacio
nacional es prácticamente nula o no posee ninguna importancia.
Si bien algunas de estas temáticas se pueden evidenciar en la producción narrativa de finales del siglo XX
y principios del siglo XXI, la variabilidad e intensidad de estos desplazamientos adquiere otras
significaciones que transcienden la función crítica e identitaria de la casa paterna. En este sentido, más
allá de mitificar o desmitificar un imaginario nacional o cultural costarricen-se, los nuevos espacios y
desplazamientos que caracterizan hoy a la literatura costarricense muestran en definitiva las tensiones
locales y globales en que se comportan ciertas identidades y subjetividades sociales.
De allí, pues, que muchos de los textos, concepciones estéticas y personajes que transitan en esta
literatura, aún en proceso de desarrollo, se desplacen constantemente por diversos géneros y distintas
prácticas de escritura; se destacan el realismo sucio, la novela negra policiaca, la narrativa erótica, la
crónica, la ciencia ficción, la microficción y el relato gótico-fantástico, por mencionar algunos de los
géneros más destacados durante estas dos décadas del siglo XXI.
Literatura,

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