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Lengua y cultura latina I

cátedra: Marcela Suárez

“El latín y las lenguas indoeuropeas”


Martín Pozzi – Roxana Nenadic – Gustavo Daujotas

Actualización y revisión: Martín Pozzi

LENGUAS Y PUEBLOS INDOEUROPEOS


NOCIONES FUNDAMENTALES

LOS ORÍGENES DEL INDOEUROPEO

En 1786 Sir William Jones, tras un detallado estudio de la lengua sánscrita –idioma en el cual está escrita
la mayor parte de la literatura antigua de la India–, y por medio de la comparación del léxico y de formas
verbales, demostró de forma concluyente que dicho idioma estaba relacionado con el griego y el latín. Su
presentación produjo un vuelco importante en los estudios lingüísticos de la época, dando inicio al movimiento
de los así llamados “neogramáticos” y a la postulación de la existencia de una familia indoeuropea de lenguas.
Un estudio más detallado de las formas y de la estructura de las lenguas griega, latina y sánscrita, así como
también de los estadios más arcaicos de otras lenguas europeas como el anglosajón, el eslavo, las lenguas
nórdicas, etc. pronto convenció a los investigadores de que el sánscrito no era la madre, sino la hermana
mayor de estas lenguas europeas, y que todas ellas descendían de una primitiva lengua común que ya no se
conserva. Años más tarde el desciframiento del hitita dio con la lengua más antigua conservada de este grupo,
permitiendo el desarrollo de nuevas teorías y precisiones sobre esta familia.
El avance fundamental para el desarrollo de estos estudios lo marcó Bopp, quien en 1833 fundó el método
comparativo. El grupo de las lenguas emparentadas fue designado por los lingüistas alemanes con el nombre
de tronco indogermánico. Esta denominación no fue inocente, puesto que la tarea de muchos de estos
lingüistas –enmarcados dentro de la euforia nacionalista germana– fue la de legitimar su propia cultura como
el origen de la cultura europea. Bopp, en vez de esa designación, utilizó la de indoeuropeo, compartida por los
franceses e italianos. Los ingleses en general las llaman lenguas arias, nombre popular también en Alemania,
pero que descansa sobre hipótesis indemostrables, ya que la teoría más difundida implica que los arios no
fueron el pueblo “original”, sino simplemente uno más de toda la diáspora indoeuropea.
En cuanto a la evolución de la lingüística indoeuropea, pueden distinguirse tres períodos bien
diferenciados. En un primer momento, como hemos visto, el período comparativo encabezado por Bopp, ponía
en primer término el estudio de la morfología y el léxico. Se había llegado a reconocer que la semejanza de
palabras aisladas de diversas lenguas podía ser fácilmente engañosa y deberse a la casualidad. Por el contrario,
la similitud en términos de la flexión, esto es, en un sistema entero de casos o terminaciones personales, es
imposible que se produzca de manera casual. Así fue como Bopp escribió su Gramática comparada, la obra
que puso los fundamentos de esta ciencia, basándose principalmente en la morfología, las declinaciones y la
conjugación verbal. La fonética jugó en ella un papel mucho menos importante y la sintaxis, casi nulo. El
método comparativo experimentó después de Bopp una nueva e importante conformación por parte de
Schleicher. El marco epistemológico de Bopp carecía de una perspectiva histórica, ya que simplemente tenía
como fin comparar formas lingüísticas de distintas lenguas para demostrar el parentesco que las vinculaba. De
forma más amplia, Schleicher no se conformó con simples ecuaciones de palabras y formas flexivas tales
como:

asvas (sánscrito antiguo) — hippos (griego) — equus (latín) ‘caballo’

sino que a partir de ellas deducía la forma fundamental de la cual, a su parecer, habían resultado aquellas tres
formas: akvas, en el ejemplo. Y en la suma de estas formas fundamentales veía él la reconstrucción de la
primitiva lengua indoeuropea prehistórica, de la que provenían las restantes lenguas de la denominada “familia
indoeuropea”.
El segundo momento importante de estos estudio se dio alrededor de 1870, con el desarrollo del
“psiquismo”. Hasta ese momento se tendía a presuponer que el lenguaje estaba regido por una lógica y por la
coherencia de un pensamiento monolítico. En esta época se produce un punto de inflexión en la consideración
de las características de la lengua, ya que se considera que esta muchas veces procede ilógicamente, y que es
necesario comprenderla y justificarla psicológicamente. La fonética se planteó sobre nuevos cimientos y
alcanzó un lugar excepcional en los estudios lingüísticos. Se pasó de hablar de lingüística comparada a
referirse a la lingüística indoeuropea.
Finalmente hacia 1890 llegamos al período denominado “filológico”. Dado que la investigación de la
lingüística indoeuropea se basaba casi exclusivamente en testimonios antiguos, se volvió imprescindible dotar
a esta disciplina de criterios más rigurosos y críticos para el estudio de las fuentes literarias. De esta manera
surge el método filológico, entendiéndose este como el estudio de la tradición literaria de las lenguas antiguas.
Este método hubo de rectificar o ratificar puntos de vista anteriores en muchas cuestiones, y produjo un amplio
desarrollo de las gramáticas particulares de cada lengua. Lo que más se destaca en este período es el estudio
de las palabras. A diferencia de la etimología, que busca el origen de la palabra, el método filológico intenta
trazar la historia completa de cada palabra, teniendo también en cuenta sus empleos tardíos. Y es precisamente
en este aspecto donde se hace notar la necesidad de la filología y aun también de la arqueología, así como del
resto de las ciencias de la antigüedad para un conocimiento más acabado de la problemática indoeuropea.

LOS MÉTODOS DE LA LINGÜÍSTICA HISTÓRICA

Los métodos sobre los cuales se basa la lingüística histórica para la reconstrucción de los estadios previos
de las lenguas son el método comparativo (MC) y la reconstrucción interna (RI). Ambos métodos tienen en
cuenta los casos de morfemas que demuestren un cierto contacto, al menos superficial, entre lenguas
diferentes. Según Jeffers y Lehiste, el método comparativo depende de ciertos supuestos de relaciones
comunes y de regularidad:

La hipótesis de relación trata de explicar similaridades obvias entre palabras que pertenecen a diferentes
lenguas o dialectos, suponiendo que estas lenguas se hallan relacionadas. Esta hipótesis supone que las
lenguas y los dialectos descienden de una lengua común, o protolengua. La hipótesis de regularidad supone
que los cambios de sonidos son regulares; es decir, cada sonido cambiará de manera similar en
circunstancias iguales.(1)

De este modo, el método comparativo, mediante la comparación de lenguas que podrían estar
relacionadas, intenta reconstruir la protolengua a partir de la formulación de hipótesis sobre las similitudes
entre las lenguas que supuestamente derivan de ella.
La reconstrucción interna, asimismo, supone una regularidad. La mayor diferencia radica en que la
reconstrucción interna se aplica sobre una única lengua, esto es, se enfoca en las alteraciones de sonidos
dentro de una misma lengua para reconstruir así estadios previos.
El método comparativo procede, pues, comparando términos de distintas lenguas para, de ese modo, llegar
a la reconstrucción de una raíz común a todos, raíz que se encontraría en la protolengua. A partir de una serie
de términos emparentados como los siguientes(2), vemos cómo se puede llegar a una conclusión:

Latín Griego Gótico Avéstico Tocario Lituano Sánscrito


1 frater phráter brothar bratar pracar broter bhrata
2 sto éste stoth staya stamar stoti asthat
sedeo hézomai setun had-hi aiti sedeti sasada
3 sido satjan sidati
sedo sadayati
4 fero phéro bairan baraiti pärtär bharati
5 septem heptá sibun hapta spät septyni sapta
servus swora varr haurvo (ziureti) varuta
6
vereor
memini maínomai munan mainyeite mnu miñti manyate
7
moneo mémona mamne
8 vir waír vira- wir výras vira-
9 animus ánemos (uz)anan antya añcäm aniti
cuadro 1

En la actualidad, se consideran términos emparentados a “un conjunto de palabras que descienden de un


ancestro común”, esto es, no simplemente palabras que se relacionen entre sí por mera semejanza. Estamos
hablando de palabras que se encuentran relacionadas históricamente. Una vez que sabemos que tenemos
términos emparentados, podemos hablar de reconstrucción.

La reconstrucción gira en torno a la noción de que los cambios de sonido son mecánicos y se dan sin
excepción. Si una proto /-p/ se transforma en una /f/ en una lengua hermana, lo hace de una manera regular. Si
existe alguna excepción, debe haber entonces un cierto factor condicionante. De acuerdo con esto, y según la
evidencia mostrada en el CUADRO 1, podemos concluir, por ejemplo, que existió cierto ancestro común que
produjo /bh/ en sánscrito, /b/ en el avéstico, /ph/ en griego, /f/ en latín, y /b/ en germánico. El modo según el
cual decidimos cuál era el segmento fonético originario se desprende de un estudio minucioso sobre el
comportamiento de los sonidos, tanto a nivel acústico como articulatorio, lo que a su vez está relacionado con
las causas sincrónicas de la alternancia de sonidos en diferentes lenguas, y en el establecimiento de una media
fonética.
Siguiendo con nuestro CUADRO 1, podemos reconstruir algunas raíces que hipotéticamente habrían
pertenecido a la protolengua:

forma hipotética significado


1 *bhrater “hermano”.
2 *stha “detenerse / ponerse en pie”
3 *sed / *si-zd “estar sentado”
4 *bher “llevar”
5 *septm “siete”
6 *(s)(w)er “observar / custodiar”
7 *men “recordar / advertir”
8 *wiro “varón”
9 *ane “respirar”

Hay que tener en cuenta que, si bien es cierto que las lenguas emparentadas por una descendencia común
derivan de una lengua madre común, este idioma, si no está documentado y no poseemos testimonios objetivos
de sus formas –como es el caso del indoeuropeo–, se vuelve una reconstrucción hipotética con un limitado
grado de realidad. Por esta razón, las formas reconstruidas se marcan con un asterisco (*) que indica su
carácter hipotético y parcial.
Actualmente la existencia de una protolengua indoeuropea única es negada por muchos especialistas,
quienes se inclinan a pensar en el desarrollo de una serie de dialectos cercanos muy emparentados entre sí,
que habrían dado lugar a las distintas lenguas de la familia al irse separando gracias a las continuas
migraciones. Siguiendo esta teoría no podría hablarse de una lengua indoeuropea, sino de un haz dialectal al
que se denomina “indoeuropeo”. Como hemos visto, la hipótesis de una lengua indoeuropea puede ser
cuestionable, especialmente si no podemos sustentarla con pruebas no-lingüísticas. Otra corriente sugiere que
se considere a las protolenguas como constructos teóricos utilizados en la investigación lingüística, por lo cual
no deben ser consideradas como lenguas verdaderas y efectivamente habladas por algún grupo humano. Será
conveniente entonces tener presentes algunas de las consideraciones de Pulgram:

1. Existió una lengua protoindoeuropea de la cual derivan su estructura peculiar y mucha de su


sustancia los idiomas indoeuropeos documentados posteriormente.
2. El protoindoeuropeo reconstruido es por método y definición uniforme pero no representa el real
protoindoeuropeo.
3. El real protoindoeuropeo tiene un grado de uniformidad desconocido, es decir, no sabemos y no
tenemos al presente medios de descubrir qué clase de grado de dialectalización era inherente al mismo.

No debemos, por lo tanto, creer que a través de los métodos utilizados por la lingüística comparada se
pueda lograr la reconstrucción total de una protolengua, sino que todo lo reconstruido lo es sólo de manera
aproximada, por lo que no se debe perder de vista el carácter hipotético de las conclusiones alcanzadas.

PUEBLOS INDOEUROPEOS Y MIGRACIONES

Las migraciones llevaron a la protolengua indoeuropea desde su lugar de origen –situado


convencionalmente en la zona del Cáucaso– hacia otras comarcas en las cuales se fragmentó en dialectos.
Unas migraciones marcharon hacia la meseta de Anatolia, otras hacia Irán y la India. La mayor parte de los
lenguajes europeos derivan de una rama lingüística que originariamente se habría establecido en los
alrededores del mar Caspio. Las primeras investigaciones situaron la “patria” indoeuropea en Europa y
postularon dos ramas bien diferenciadas en cuanto a la evolución del lenguaje: la oriental y la occidental.
Estudios más recientes(3) indican que la lengua indoeuropea se habría desarrollado aproximadamente en el
4000 a.C. en Anatolia, como lo demuestran las excavaciones y el desciframiento de varios manuscritos en la
actual Turquía.
El paisaje que puede colegirse a partir del vocabulario común de las lenguas indoeuropeas indica un
espacio ubicado aproximadamente hacia el sur del Mar Negro y la península de los Balcanes. En este lugar se
habrían asentado originariamente los indoeuropeos para luego migrar hacia otros confines. Una de las
primeras migraciones se produce alrededor del 4000 a.C. cuando los Hititas invaden Anatolia y dominan toda
la meseta. Una de las teorías que ha ganado mayor favor indica que se habría producido una superpoblación en
los dominios indoeuropeos originales, provocando un agotamiento de las reservas de alimentos, así como
también de los recursos naturales. Esta situación explica las migraciones de estos pueblos hacia tierras más
fértiles, tales como el valle del Indo, Armenia y Grecia, aproximadamente en el 3000 a.C.

CLASIFICACIÓN DE LAS LENGUAS INDOEUROPEAS

La familia de lenguas indoeuropeas está conformada por los siguientes grupos lingüísticos:

INDOIRANIO : como su denominación indica, este grupo tiene dos ramas bien diferenciadas, el indio y el
iranio. La forma más antigua conocida del indio es el sánscrito. Los primeros documentos arcaicos son los
textos religiosos de los Vedas, que datan del 1000 a.C., aunque históricamente son anteriores. De esta lengua
primitiva deriva el sánscrito clásico, aún utilizado en la India como lengua religiosa en nuestros días. Es una
lengua extraordinariamente expresiva y compleja y ha sido vehículo de una vastísima literatura. De esta
derivan los denominados prácritos (dialectos populares) que conforman las lenguas actuales de la India, tales
como el hindi, el marathi, el bengalí, etc. Respecto de la rama irania, esta se encuentra documentada en dos
variantes: la oriental, llamada avesta, y la occidental, denominada persa antiguo. Lamentablemente no se
conservan muchos testimonios del estadio arcaico de esta rama, lo que vuelve imperfecto su conocimiento. El
persa se habla actualmente –en su versión moderna– en Irán. Se presupone que este grupo habría migrado
desde Europa central alrededor del 2000 a.C. y habría llegado a la India en el 1000 a.C.

TRACIO-FRIGIO : comprende tres lenguas, el tracio, el frigio y el armenio cuya tierra de origen era el
sudeste de Europa. El tracio se hablaba en la mitad oriental de la península balcánica hasta que fue desalojado
por el latín. Lo mismo sucedió con los frigios, pero a manos de los griegos. Los armenios son los más
orientales del grupo y su lengua es la mejor conocida, ya que se conservan testimonios de carácter religioso en
armenio clásico. Respecto del tracio y el frigio están extinguidos y sólo conservamos unas pocas glosas y
listas de nombres propios en estos idiomas.

ILIRIO : el ilirio se hablaba al norte de Grecia, en la parte occidental de la península balcánica. Esta lengua
se conoce de manera parcial, dada la escasez de testimonios antiguos. Sufrió la romanización en el siglo II
a.C., aunque la lengua sobrevivió hasta el siglo VII d.C.

VÉNETO: esta lengua autóctona se habló en Venecia. Es conocido a través de unas pocas inscripciones
breves datadas en los siglos VI-I a.C. Aunque comparte algunos rasgos con el grupo itálico, constituyó una
rama aparte del indoeuropeo.

TOCARIO : aparentemente esta lengua se hablaba en el Turquestán chino y presenta dos dialectos bien
diferenciados conocidos como tocario A y B. Se descifró recién en 1908 gracias al hallazgo de textos bilingües
en sánscrito y en tocario. Dichos textos datan del siglo VII d.C. y a pesar de su datación tardía, presentan rasgos
muy arcaicos que confirman su pertenencia a la familia indoeuropea.

ANATOLIO : a principios del siglo XX se descubrieron los archivos del imperio hitita en Anatolia central. Se
pudo descifrar el lenguaje de los documentos ya que estos incluían una versión sumeria de los textos. Estos
pueden datarse entre el 1900 y el 1200 a.C. lo que posiciona al hitita como la lengua indoeuropea más antigua
de la cual poseemos documentos. Más tarde se descubrió otra lengua del grupo, el lutwio, estrechamente
relacionada con el hitita. Se presupone que estas lenguas –hoy extinguidas– habrían sobrevivido en la época de
los griegos y también probablemente en el período romano. Tanto el hitita como el lutwio se escribían por
medio de caracteres cuneiformes.

HELÉNICO: esta rama está representada por el griego, fragmentado en una serie de dialectos, de los cuales
los principales son el eólico, el dórico y el jónico. Hacia el siglo IV a.C de estos emergió una lengua común, la
koiné, que da lugar en su desarrollo al griego moderno. El griego está atestiguado aproximadamente desde el
800 a.C. con los poemas homéricos y por una vastísima literatura, lo cual permite un conocimiento acabado de
su estructura. A principios de siglo se descubrieron dos variantes arcaicas, denominadas lineal A y B, de las
cuales sólo la última fue descifrada en 1952. A esta variante se la llamó griego micénico.

ITÁLICO: este complejo grupo, localizado en la península itálica, estaba compuesto principalmente por dos
subgrupos, el latino-falisco (integrado por una serie de dialectos emparentados, de los cuales el latín y el
falisco son los más documentados y mejor conocidos) y el osco-umbro (dos lenguas bastante documentadas
por medio de inscripciones, sobre todo del osco que aparentemente logró un modelo literario uniforme).
Algunos especialistas rechazan esta división en subgrupos y postulan que el latino-falisco y el osco-umbro son
dos grupos distintos a un mismo nivel dentro de la familia indoeuropea. La lengua latina se difundió debido a
la gran expansión del imperio romano hacia gran parte de Europa, donde desplazó a los idiomas autóctonos.
Del latín derivan las llamadas lenguas romances o neolatinas (ver más abajo).

CELTA: aunque los celtas fueron un grupo numeroso, no se han conservado muchos testimonios de su
lengua, al menos en el período arcaico. La lengua mejor conocida del grupo es el galo, manifestada en glosas
e inscripciones breves. Se encuentra muy emparentado con el bretón, la lengua hablada en parte de Inglaterra
en el siglo V d.C. Otra variante importante del celta es el gaélico, escindido actualmente en dos variantes, el
escocés y el irlandés. Si bien estas lenguas están documentadas de manera tardía (entre los siglos V y X d.C.),
preservan un amplio vocabulario de raíz indoeuropea y gran parte de la estructura original de dicha lengua.

GERMÁNICO : si bien los pueblos germánicos fueron bien conocidos en la antigüedad, sus lenguas no
fueron registradas hasta la Edad Media. Este grupo está integrado por el gótico (hablado por inmigrantes
escandinavos que se asentaron en Europa oriental, particularmente en la zona de Crimea), el escandinavo –
también conocido como islandés antiguo– (la fuente del sueco, noruego e islandés modernos), el alemán
antiguo (que ulteriormente da lugar también al holandés moderno) y el anglosajón, que con influencia del
normando deviene en el inglés moderno.

BALTO -ESLAVO: este grupo se divide en dos ramas bien diferenciadas, las lenguas bálticas y las lenguas
eslavas. Dentro de la primera agrupación están el prusiano antiguo, el lituano y el latvio. Aunque estas lenguas
están documentadas en sus estadios modernos, son extraordinariamente arcaicas y permiten reconstruir con
relativa fidelidad las características del báltico primitivo. Las lenguas eslavas se dividen en tres grupos: a)
eslavo del este, compuesto por el ruso, el ucraniano y el bielorruso; b) eslavo del oeste, formado por el checo,
el polaco, el eslovaco; y c) eslavo del sur, con el esloveno, el serbio, el croata, el búlgaro y el macedonio. Se
postula la existencia de una lengua eslava primitiva de la cual derivarían todas las lenguas eslavas
documentadas.

LAS LENGUAS NEOLATINAS O ROMANCES

Las lenguas neolatinas o romances son un grupo de idiomas estrechamente relacionados y que derivan del
latín vulgar, es decir, el latín hablado por el pueblo, en contraposición con el latín culto o literario en el cual
están escritas las obras literarias de la antigua Roma. Con el progresivo avance del Imperio Romano y sus
múltiples conquistas militares, la lengua latina se extendió a gran parte de Europa como la lengua
administrativa del Estado. Los ejércitos así como los funcionarios utilizaban lógicamente un latín coloquial y
hablado, que ya mostraba diversas fluctuaciones y diferencias respecto del clásico. Si tomamos en cuenta que
los pueblos conquistados tenían sus propios idiomas que influyeron y fueron a su vez influidos por el latín,
sumado esto al posterior derrumbe del imperio y a la amplia extensión que este había alcanzado, podremos
comprender el alto número de lenguas romances (más de veinte), así como también su extensión geográfica. Si
bien es difícil dar una fecha exacta, se considera que estas lenguas se desarrollan a partir del 800 d.C. Siendo
las lenguas habladas en Francia las documentadas más tempranamente.
Muchas son las formas de clasificarlas, aunque en general se prefiere hacerlo a partir de cinco áreas
geográficas principales:

 área iberorromance: español, portugués, gallego, catalán, valenciano, aragonés, asturiano.

 área galorromance: francés, occitano, provenzal

 área italorromance: italiano, corso, sardo.

 área retorromance: romanche, ladino, friulano.

 área balcanorromance: rumano, dálmata.


LA LENGUA LATINA
PERIODIZACIÓN

MIGRACIONES ITÁLICAS

Según los testimonios arqueológicos de los que hoy disponemos, se puede suponer que un grupo
numeroso de pueblos indoeuropeos hacia el 1400 a.C. llegaron a Europa desde la zona de los Balcanes. Este
grupo inmigrante estaba compuesto por ilirios, celtas y vénetos. Los ilirios permanecieron en la zona balcánica
(actualmente Hungría y Albania), mientras que los ítalos, los vénetos y los celtas continuaron su marcha
rumbo al oeste.
En el 1200 a.C. la primera oleada inmigratoria itálica llegó a la zona de los Apeninos, juntamente con
otros grupos tales como los oscos y los umbros, cercanamente emparentados. A la llegada de estos pueblos,
parte de Italia estaba ocupada por un grupo no indoeuropeo, los etruscos. Gracias a los testimonios –muy
posteriores en el tiempo– de que disponemos, podemos suponer que la familia itálica del indoeuropeo estaba
dividida en dos dialectos: el latino-falisco y el osco-umbro.
El subgrupo latino-falisco estaba compuesto por tres idiomas principales: el latín (hablado en el Lacio en
la costa oeste de Italia), el falisco (muy influenciado por el etrusco, se habló en la zona de Etruria) y el
siciliano (muy poco documentado y con grandes influencias de otras lenguas no indoeuropeas habladas en la
isla de Sicilia). De estos tres idiomas, el mejor conocido es el latín, y es el idioma itálico del cual disponemos
mayor cantidad de testimonios arcaicos, preservados en numerosas inscripciones de los siglos VIII a V a.C.

LATÍN ARCAICO

Las fuentes para el estudio del latín arcaico son bastante escasas. Se suele delimitar este período arcaico
entre los siglos VIII y V a.C. Recién en el siglo VIII los romanos y otros pobladores del Lacio incorporan la
escritura, adaptando el alfabeto etrusco, que a su vez era una adaptación del alfabeto griego. Los etruscos, en
ese entonces un pueblo más avanzado culturalmente, hacían un uso extensivo de la escritura. Sin embargo, los
pueblo latinos fueron bastante reacios a ella en un primer momento. Este actitud es comprensible en un pueblo
dedicado mayoritariamente a la agricultura y sin interés por la literatura. Es por esta razón que los únicos
testimonios de que disponemos son inscripciones rituales y oficiales en columnas y en las paredes de los
templos.
La inscripción más antigua se halla en una fíbula (una especie de prendedor de adorno). Está datada en el
siglo VII a.C. y fue encontrada en la ciudad de Preneste. Estas inscripciones contienen unas pocas palabras,
generalmente nombres propios y agradecimientos. Se utilizaban para las lápidas y también para documentos
oficiales de la República romana. Todos estos documentos nos permiten conocer mejor un estadio antiguo del
latín, lo cual permite explicar y comprender ciertos fenómenos lingüísticos que tendrán lugar en etapas
posteriores de la evolución de esta lengua.
El sistema morfológico del latín es el resultado de una simplificación gradual de la estructura morfológica
original del indoeuropeo. A partir de la reconstrucción del indoeuropeo y la comparación con el latín arcaico,
podemos notar que este idioma ha disminuido el número de casos, la cantidad de tiempos verbales y los
modos, respecto de la lengua originaria indoeuropea.

LATÍN CLÁSICO

Esta etapa del latín se desarrolló con el crecimiento de Roma y la ampliación de los límites del imperio. El
idioma gana en expresividad, ya no se utiliza únicamente para inscripciones funerarias y documentos oficiales,
sino particularmente para obras de literatura, la cual floreció en Roma a partir del siglo II a.C. La extensión
temporal convencional del latín clásico abarca desde el siglo II a.C. al II d.C. En esta época surgieron autores
como Cicerón, César, Horacio, Ovidio y Virgilio.
La fonética del latín quedó fijada, así como también los sistemas nominal y verbal, desarrollando las
declinaciones y la conjugación tal como la conocemos actualmente. Desde un punto de vista sintáctico, el
idioma desarrolló un complejo sistema de subordinación y estructuración oracional.
Simultáneamente con la conquista de otros territorios, los romanos llevaron su idioma más allá de Roma.
Las tribus itálicas fueron las primeras en perder sus idiomas nativos y adoptar como lengua el latín. A estos
siguieron los galos, los etruscos y otros pueblos conquistados de Europa. El latín en su variedad clásica fue
aceptado por numerosas provincias y naciones, convirtiéndose así en un idioma internacional.

LATÍN COLOQUIAL (VULGAR)

El pueblo común tanto en Roma como en sus colonias jamás habló el latín clásico, lengua utilizada por las
clases altas en las obras escritas o en los discursos del Foro. El lenguaje hablado por el pueblo era más
sencillo y contaba con una sintaxis menos compleja que su variante culta. Ya desde los comienzos de la era
cristiana las diferencias entre ambas variedades eran notables.
El estudio del latín vulgar es difícil ya que no era un idioma que se utilizara para los escritos. Sus
elementos han penetrado en los textos, dependiendo generalmente del nivel de educación del autor. Esto
vuelve casi imposible cualquier intento de reconstruir esta variedad de latín. El estudio del latín vulgar
presenta una gran importancia dado que de él derivan todas las lenguas romances o neolatinas, tales como el
español, el rumano, el francés, el italiano, el catalán, etc., siendo el componente clásico en éstas prácticamente
nulo. Tomemos como ejemplo las palabras caballo (español), cavallo (italiano) y cheval (francés): los tres
términos responden a la palabra para caballo en latín vulgar, caballus, y no al vocablo clásico equus. Sin
embargo, de este último derivan palabras cultas como equino, equitación, etc. de aplicación más restringida en
la lengua.
El número de cambios del latín vulgar creció con la llegada de los ejércitos a las Galias y a España. De
esta forma, al tomar préstamos de otras lenguas y con la evolución del sistema lingüístico, el latín fue
progresivamente dando lugar al surgimiento de las lenguas romances.
APÉNDICE
LA TRANSMISIÓN DE LOS TEXTOS ANTIGUOS

La indagación en torno de una lengua antigua, como es el caso del latín, se lleva a cabo fundamentalmente
a partir del estudio de los testimonios escritos que de ella se conservan. La diversidad de los escritos hallados
ha ocasionado el surgimiento de un conjunto de disciplinas cuyo objeto de estudio es, a grandes rasgos, el
soporte material de dichas fuentes, es decir, su grafía, las superficies en las que están escritas, la producción y
circulación de estos textos en sus distintos formatos a lo largo de la historia.
Por otra parte, y desde el punto de vista de las obras conservadas, debemos tener presente que no
contamos con el original autógrafo de ningún autor. En el mejor de los casos, han llegado hasta nosotros
varios ejemplares de una misma obra copiados con posterioridad a su edición original. Por esta razón, la
edición de un texto antiguo implica el estudio detallado de los manuscritos que se conservan y la elección de
una variante particular cuando estos testimonios no coinciden. Por esta razón, lo que leemos cuando leemos
un texto latino es más bien el resultado del proceso de selección mencionado.

LOS MATERIALES DE ESCRITURA

Los textos latinos que han llegado hasta nosotros están escritos sobre distintos soportes. Una parte de ellos
están grabados en los llamados materiales duros (mármol, bronce), como por ejemplo las inscripciones
monumentales. La ciencia que estudia este tipo de escritura se denomina EPIGRAFÍA. La mayoría de los textos
están escritos en los llamados materiales blandos, que fueron cambiando y sustituyéndose a lo largo de la
historia. La ciencia que estudia la escritura en estos materiales, que detallaremos a continuación, se denomina
PALEOGRAFÍA.
PAPIRO (PAPYRUS ): es el material más antiguo y menos conservado en lo que refiere a los textos latinos. Se
elaboraba a partir de la planta del papiro, que crece en las márgenes del río Nilo. Luego de cortar las largas
hojas, se las machacaba para extraer, en forma de tiras, las fibras de la planta, las cuales se disponían en
capas, alternando el sentido. La hoja de papiro resultante (charta) se pegaba junto con otras para formar largas
tiras; de allí surgía un rollo llamado volumen. Era extremadamente caro, y Egipto tuvo el monopolio de su
comercio. Esto tuvo dos consecuencias: la creación del pergamino, mucho más barato, y el surgimiento de los
palimpsestos.
PALIMPSESTOS (CODEX RESCRIPTUS ): nacieron como una forma de reaprovechar un papiro ya escrito. La tinta
del papiro se cubría con una capa de pintura y se volvía a escribir sobre ella. El uso de esta técnica produjo la
pérdida de valiosísimos testimonios.
PERGAMINO (MEMBRANA): surgió en Pérgamo. Estaba hecho con cuero de cordero, cabra o vaca, depilado,
adelgazado y curado. Las hojas de pergamino, mucho más resistentes que las del papiro, podían plegarse y
coserse formando cuadernos llamados codices.
TABLILLAS ENCERADAS (TABELLAE CERATAE): muy usuales en la escritura de cartas y apuntes para la vida
cotidiana. Consistían en un bastidor de madera sobre el cual se vertía cera, formando una especie de pizarra.
Se escribía grabándolas con un punzón.
PAPEL: fabricado originariamente a partir de trapos y fibras vegetales, fue inventado por los chinos en el
año 100 de nuestra era, y descubierto por los árabes en el año 751. Inicialmente muy costoso, progresivamente
suplantó a los demás soportes de escritura.
Sobre estas superficies se escribía por medio de plumas y tintas que fueron variando con el tiempo. La
letra de los primeros textos imitaba la llamada capital de las inscripciones monumentales (en sus dos
versiones: quadrata, de caracteres casi tan anchos como altos, y rustica, más estilizada y suelta). En la
escritura de los textos se utilizaba la scriptio continua, esto es, las palabras no se separaban por espacios, sino
que se escribía de corrido. La capital aparece en la mayoría de los textos hasta el siglo IV. Luego aparece la
uncial, de formas redondeadas, utilizada entre los siglos IV y VIII. A partir de entonces, surgirán las llamadas
escrituras nacionales, como la carolingia o la gótica.
Como ya hemos mencionado, carecemos de manuscritos autógrafos o siquiera contemporáneos a los
autores. Hasta la llegada de la imprenta, debemos la mayor parte de los textos transmitidos al trabajo de los
monjes copistas en los scriptoria de los monasterios medievales. Allí, los scriptores copiaban los textos al
dictado sobre el pergamino, que luego era encuadernado en un codex –el antecesor de nuestro libro– y
eventualmente ilustrado, en función de la calidad del trabajo. El trabajo de ilustración de los manuscritos se
denomina “iluminación”.

LA TRADICIÓN MANUSCRITA

La historia de un texto o su tradición manuscrita está formada por la totalidad de los ejemplares
conservados de ese texto. La crítica textual, que ha desarrollado a lo largo del tiempo diversos criterios de
trabajo, se encarga de clasificar según su antigüedad y procedencia cada uno de los manuscritos, para llegar a
una versión lo más parecida posible al original perdido. Se parte de la base de que el original es imposible de
reconstruir, solo se pretende llegar al llamado arquetipo, reconstrucción que carece de existencia material y
que pretende reflejar la versión más antigua posible del texto.
La primera etapa de trabajo es la recensio, o recopilación de testimonios, los cuales a su vez pueden ser
directos (una copia de la obra de que se trate) o indirectos (en general, citas de esa obra presentes en otras).
Sigue la collatio, que es la comparación de los testimonios para detectar igualdades y diferencias, que pueden
llevar a determinar si alguno de ellos procede de otro. Lo que surge de allí es el stemma codicum, un esquema
que recompone la genealogía textual y acomoda los testimonios conservados en familias, desde las más
antiguas o más cercanas al arquetipo hasta las copias más modernas (que pueden incluir las copias realizadas
en imprenta, cuya primera edición se denomina editio princeps).
A partir de esta etapa, se produce la llamada constitutio textus (a cargo de la ecdótica), que es la versión
del texto surgida del criterio del editor que compare los distintos manuscritos. Cada vez que en un pasaje
cualquiera difieran los textos de los manuscritos, según el valor que el editor le dé a cada uno —por su
posición en el stemma, por ejemplo— elegirá una variante u otra. También puede recurrir a la emmendatio,
que es la corrección de errores o el agregado de conjeturas en pasajes complejos o corruptos.
Las llamadas ediciones eruditas provienen de la labor de la ecdótica y la crítica textual, e incluyen no sólo
el texto definitivo, producto del trabajo descripto, sino también el resto de las variantes rechazadas. Estas
últimas se incluyen en el llamado aparato crítico, que figura al pie de cada página y cita, por número de verso
o de parágrafo, las distintas versiones que aparecen en cada manuscrito. Por lo tanto, es necesario recordar que
cuando nos referimos a un texto clásico es importante mencionar al editor de ese texto, ya que distintos
editores eventualmente pueden producir una reconstrucción ligeramente diferente de una misma obra.

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA
La bibliografía relativa al indoeuropeo y a la lingüística histórica es muy vasta, y en su mayor parte, de
carácter técnico. Por tal razón hemos seleccionado una serie de obras introductorias que dan cuenta del amplio
espectro de estos estudios:

BENVENISTE, E. Indo-European Language and Society, London, 1973.


DEVOTO, G. Il problema indoeuropeo come problema storico, Firenze, 1941.
GAMKRELIDZE, TH. – IVANOV, V. V. “The early history of the Indo-European languages”, Scientific
American, marzo 1990, p.110 y ss.
LOCKWOOD, W.B. Filología Indoeuropea, Buenos Aires, 1978.
MEILLET, A. Esquisse d’une historie de la langue latine, Paris, 1966.
——— Introduction à l’étude comparative des langues indo-européennes, Paris, 1967.
PULGRAM, E. The Tongues of Italy, Harvard, 1958.
RODRÍGUEZ ADRADOS, F. Lingüística indoeuropea, Madrid, 1975, 2 tomos.
VÄÄNÄÄNEN, V. Introducción al estudio del latín vulgar, Madrid, 1978.
VILLAR, F. Lenguas y pueblos indoeuropeos, Madrid, 1971.

NOTAS

(1) R. JEFFERS & I. LEHISTE, Principles and methods for historical linguistics, Cambridge, 1979, p. 17.
(2) Ejemplo adaptado de K. HUBBARD, “Everything you ever wanted to know about Proto-Indo-European
(and the comparative method), but were afraid to ask!”,
www.utexas.edu/depts/classics/documents/PIE.html.
(3) TH. GAMKRELIDZE & V.V.IVANOV, “The early history of the Indo-European languages”, Scientific
American, marzo 1990, p.110 y ss.

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