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La mayor parte del tiempo no la sentimos, pero nos incomoda cuando alguien la atraviesa sin

nuestro permiso. Incluso estresa, intimida y enfada.

Nuestras distancias personales se convierten en importantes cuando recordamos que hacen parte
de nuestra intimidad, conformando así nuestro espacio vital y que depende del lugar en el que
estemos y con quién nos relacionemos.

Nuestro territorio no solo concierne al espacio que guardamos frente a otra presencia física afecta
también al entorno que nos rodea y a todos nuestros sentidos. De manera que el espacio personal
es una “prolongación de nuestro cuerpo”, por eso, encierra una gran variedad de significados y
hay aquí un motivo más para nunca caer en el simplismo de desestimar lo invisible.

Se vulnera cuando alguien ocupa tu silla habitual, si mueven tus cosas o cogen alguna pertenencia
sin permiso, falta un espacio de trabajo suficientemente cómodo o incluso cuando nos sentimos
desagradablemente invadidos por el olor corporal o perfume de otra persona, ruidos, música en
alto volumen o sostener conversaciones con alto tono de voz y de temas que no competen, solo
con un grupo de personas sin incluir o involucrar a los presentes en el recinto.

Cuando alguien invade nuestro espacio personal, nuestro cuerpo reacciona. Es frecuente también
que adoptemos una actitud a la defensiva (cruzarnos de brazos, fruncir el cejo, tensar los músculos
o las tres acciones al mismo tiempo ).

Cabe decir que esos límites del espacio personal son distintos en cada persona. Hay quien a la
mínima sensación de asedio experimenta una sensación de agobio y estrés, mientras que otros
tienen una tolerancia mucho mayor.

Respetar y proteger los límites personales es un principio de salud, equilibrio y bienestar.

Es nuestra responsabilidad cuidar de nuestro espacio emocional, es un acto de respeto y amor


hacia uno mismo y en definitiva hacia los demás.

Qué hacer ante las personas que no saben respetar el espacio personal

 Actúa con valor:


El valor es una cualidad que nos permite actuar con decisión y firmeza haciendo frente a
nuestros miedos, inquietudes y dudas.

Con Valor intelectual exponiendo tus pensamientos.

Con valor emocional protegiendo emociones y sentimientos propios y de nuestro interlocutor

Con valor a enfrentar el conflicto. El conflicto no debe suponer una discusión. El conflicto es
simplemente un desacuerdo y es fundamental aprender y soportar que los demás no estén de
acuerdo con nuestras ideas o nuestro actos.

 Habla con firmeza y valor físico para proteger aquello que es tuyo (posesiones y espacio
personal).
 Lo más importante: siempre actuando con el debido respeto.

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