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“Las Demandas de Mi Hija

Adolescente”

ACTIVIDADES A REALIZAR

 Realice o busque una imagen o fotografía que sea representativa al caso.


 Realice un mapa conceptual del caso.
 Responda las siguientes preguntas:
1. ¿Cuál es el principal conflicto?
2. ¿Qué herramienta de negociación, utilizaría para este caso? y ¿Por qué?
3. ¿Qué deben ceder las partes para llegar a un acuerdo?
4. ¿Cómo aplicaría la negociación en este caso?
5. ¿Qué alternativas de solución propone para este caso?

Nota.- Explique y justifique sus respuestas de manera individual y personal.

Este material ha sido reproducido por Lic. Adm. Wilmer Humberto Chiri Poma para la
asignatura Negociación y Manejo de Conflictos

El Alto – Bolivia
“Las Demandas de Mi Hija Adolescente”

En mi casa, un grupo de música detestable está dando un concierto a todo


volumen, me dirijo directamente a la habitación de María (la hija menor) y la
encuentro haciendo sus tareas. No tiene sentido saludarla, porque no me oiría. Al
cerrar la puerta baja el ruido gracias a que Mery (la mamá) tuvo el buen criterio de
instalar una puerta anti ruidos.

Mayte (la hija mayor) está al teléfono, la saludo y bajo a la cocina. Desde que mi
esposa entro a trabajar a su oficina, nos hemos acostumbrado a cenar un poco
tarde. Mi esposa afirma que por la tarde tiene mayor trabajo en su oficina,
nosotros nos consolamos con bocaditos.

En la sala empiezo a conversar con mi hija Mayte.

-Me invitaron a una fiesta muy especial el sábado por la noche.


-¡Qué bien! Respondí y ¿por qué es tan especial? Le pregunte.
-Es una fiesta de sexto curso. Sólo han invitado a cuatro personas que no estamos
en el sexto curso.
-Mi hija es famosa, digo haciéndole un guiño.
-¿Y por qué no? Ella me contesta.
- Termino de tomar mi jugo de frutas, y Mayte me pregunta.
-¿Te parece bien que asista?
-No veo por qué no, me envía un beso y sale de la sala como flotando.
-Un momento, le vuelvo a llamar, ¿hay algún motivo por el que no deba dejarte ir?
-No especialmente; ya sabes casi tengo dieciocho años, ella respondió.
-Si chica mayor, le respondí con firmeza. Entonces se me ocurre preguntarle:
-¿A qué hora se supone que termina la fiesta?
-Mayte respondió, no lo sé, muy distraídamente, supongo que tarde.
-Le cuestioné ¿Cómo que tarde Mayte? Observándola con firmeza.
-Pero papá, dice con la voz algo más tensa; no puedo irme de la fiesta antes de
que termine.
- ¿Cómo que tarde Mayte? Le repito.
-Papá es una fiesta de sexto año, ¿No lo entiendes? Me dijo.
-Lo entiendo, le digo, y enciendo la televisión, yo quiero que estés en casa antes
de las diez de la noche.
-¡Pero Ximena, Lucia y Raquel van a ir!, y aparecen las lagrimas.
¿Por qué me tengo que quedar yo en casa?
-No tienes que quedarte en casa. Sólo tienes que estar en casa antes de las diez
de la noche; cambio de canal en canal distraídamente. ¿Qué ha dicho tu madre?
Le pregunto.
-Me ha dicho que te preguntara a ti.
-Pues has preguntado y ya tienes la respuesta. Eso es todo querida.
-Ya le dije a mamá que tú no lo ibas a entender, sale corriendo a su habitación.

Sigo cambiando de canal, veo la hora y casi son las nueve de la noche. Dentro de
poco llamará la Mamá dando instrucciones para la cena. Vaya idea la de enviarme
a mi hija Mayte para un tema así.

Mery siempre consigue que yo esté involucrado en los asuntos domésticos. Pero
no me gusta tener que hacer el papel de malo, Mery debería saber que yo no iba a
dejar que Mayte volviera tan tarde a la casa.

De pronto suena el teléfono, contesto y es mi esposa; me pregunta si aún seguía


despierto, indicándome que ya está cerca de casa y trae la cena para todos.

-Me pregunta, ¿Todo va bien?


-No exactamente, creo que Mayte no piensa cenar con nosotros.
-Vaya, eso significa que te negaste rotundamente.
-Rotundamente, digo con firmeza, ¿Qué te esperabas? Le respondo.
-Esperaba que utilizaras la teoría de restricciones que nos enseñaron.
-Yo no negocio con mi hija, conteste molesto.
-Estas en todo tu derecho, dice Mery tranquilamente, Tú puedes decir la
respuesta, pero tendrás que atenerte a las consecuencias. Creo que tu
popularidad con tu hija estará algo baja hasta por lo menos el sábado.
-Como no respondí nada; Mery continúa:
-Por favor, Jorge reflexiona. Es un caso típico de negociación. Limítate a usar la
técnica, escribe el conflicto.

Vuelvo a la televisión a ver las noticias, nada nuevo. Negociaciones alcaldía y


choferes, el gobierno y el sector salud, etc. Negociaciones por todas partes.

En el trabajo he tenido muchas oportunidades de negociar con gente muy terca y


desagradable. No es divertido. Por eso no estaba de acuerdo con mi asesor
cuando afirmaba que la culpa no es de las personalidades, sino de la situación. La
situación en la que parece que lo que quieres y lo que quiere la otra parte se
excluyen mutuamente; no hay un compromiso aceptable.

Yo reconocía que esas situaciones son difíciles, pero insistía en que la


personalidad desagradable de la otra persona tenía mucho que ver en el asunto.
Entonces mi asesor me sugirió que comprobase si, cuando yo emperezaba a
pensar que la otra persona era desagradable e ilógica, la otra persona estaba
empezando a pensar exactamente lo mismo de mí.
Lo comprobé, desde entonces uso la técnica en todas las negociaciones de
trabajo cuando las cosas empiezan a ponerse difíciles. Pero, ¿en casa?, ¿con
Mayte?

Mery tiene razón, mi hija y yo estábamos negociando y llegamos al punto en que


ambos pensábamos que el otro era ilógico. Si no quiero ver una cara renegona por
varios días, más vale que siga las instrucciones de mi asesor. Aun puedo oír sus
palabras “siempre que detectes que estas en una situación de negociación que no
tiene un compromiso aceptable, da el primer paso: suspende inmediatamente el
diálogo”.

Mi hija ya ha suspendido el diálogo (si es que podemos llamar diálogo a dos


monólogos que se producen al mismo tiempo). Ahora estoy en el segundo paso,
intentando conseguir una actitud mental adecuada; reconociendo que a pesar de
lo emocional que parece, no hay que echarle la culpa de la situación a la otra
parte; ambos estamos atrapados en un conflicto que no tiene compromiso
amigable. Pero no es fácil. No he sido el que ha creado el problema, pero supongo
que es ridículo echarle la culpa a Mayte por querer ir a la fiesta.

¿Podríamos llegar a un compromiso o acuerdo? El número diez no es sagrado:


podría dejarle que volviera a las diez y media. Pero eso no va ser bastante para
ella. Y media noche es imposible.

Más vale que escriba las cosas, comenzando con el conflicto.

Nota.- Si usted fuera el padre de Mayte y debe resolver este caso, de manera que
no pierda el respeto ante su hija y al mismo tiempo su necesidad de seguridad.
Como llegaría a un acuerdo que beneficie a ambas partes.

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