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LAURA VICENTE PIZARRO 12 de Febrero de 2024

VALORACIÓN MÉDICA DE LA SOSPECHA DE ABUSO SEXUAL EN


PERSONAS MENORES DE EDAD. A PROPÓSITO DE TRES CASOS

En esta actividad, vamos a realizar un comentario sobre el primer caso extraído del artículo
titulado “Valoración médica de la sospecha de abuso sexual en personas menores de edad. A
propósito del estudio de tres casos.” del Dr. J. Gil Arrones del programa de Pediatría Social.
Hospital Universitario de Valme.

La identificación, evaluación y intervención en menores posiblemente afectados por


situaciones de abuso sexual representan un desafío creciente en el ámbito de la salud, con
importantes ramificaciones legales y sociales. Dada la complejidad y variedad de los factores
involucrados, abordar esta problemática requiere la colaboración de diversos especialistas y
profesionales de disciplinas variadas, así como la participación de instituciones de distintos
sectores.

El primer paso en el diagnóstico de casos de abuso siempre implica una evaluación inicial
basada en sospechas. La certeza o el grado de probabilidad se adquieren mediante un
proceso exhaustivo de valoración que incluye estudios médicos, sociales y psicológicos,
donde se estudian aspectos físicos (como lesiones), psicológicos (como la conducta o versión
del menor) o el marco social y familiar en el que ubicamos al menor.
La gestión de este serio problema se establece a través de una estructura de colaboración
entre los profesionales. En la primera etapa, se requiere la intervención de especialistas para
la detección inicial, la evaluación y la prestación de asistencia a la víctima. Posteriormente,
un equipo de segundo nivel se encarga de coordinar el proceso de atención de cada menor.
Este equipo integra la información recopilada y emite informes a las instituciones
correspondientes. La coordinación entre ambos niveles garantiza una respuesta integral y
coordinada, abordando las diversas dimensiones del problema y asegurando una atención
adecuada a las víctimas.
LAURA VICENTE PIZARRO 12 de Febrero de 2024

Antes de comenzar con el análisis del caso número 1, junto con el protocolo seguido y las
medidas adoptadas, veo conveniente exponer mis argumentos a la hora de elegir dicho caso
y descartar los dos siguientes. A nivel personal al constatar que el afectado tiene tan solo
cinco años, suscitándome una gran compasión. La sorpresa adicional radica en la identidad
de los presuntos agresores, quienes resultan ser compañeros de clase. Desde la perspectiva
académica y para la ejecución del proyecto, mi atención se ha centrado en el seguimiento
llevado a cabo con el menor, generando un interés específico en dicha faceta del caso.

Para el diagnóstico de probabilidad es necesario tener en cuenta, una vez se haya


completado el estudio psicológico, físico y social, los indicadores de sospecha.
En una primera exploración el día siguiente del ingreso del menor, se lleva a cabo una
valoración física donde se inspeccionan lesiones (observa la presencia de sangrado y
molestias al caminar, así como lesiones en la piel y en la región perianal que claramente no
pueden atribuirse a causas accidentales ni a ninguna enfermedad conocida. Se evidencian
señales de violencia con restricción física por parte de terceros, manifestadas en contusiones
en los antebrazos, codos y en la cresta ilíaca. Estas lesiones son de naturaleza reciente y
muestran similitudes en su cronología. Además, se han registrado alteraciones funcionales
como dolor y molestias al sentarse, como consecuencia directa de estas lesiones) y otros
datos como su desarrollo o crecimiento adecuados a su edad, si padece de enfermedad
crónica, entre otros.
Como segundo indicador de sospecha que se debe tener en cuenta, contamos análisis del
comportamiento del menor, el cual también es analizado por el profesional, quien
manifiesta que tiene miedo a quedarse solo, a la exploración, a ir al colegio. Y, aunque no
verbalice que ha sido objeto de abuso, es importante destacar que en diferentes ocasiones
ha manifestado a su madre que unos niños le empujaron mientras jugaba al balón, que "se
hizo" daño en el culo; que le dolía al defecar. Además ofrece datos sobre sus posibles
agresores: Daniel y Felipe, dos de sus compañeros que decidían si jugaba o no. También dice
que no quiere hablar de "eso", que no le va a contar nada.
En cuanto al tercer indicador (conducta del abusador), teniendo a Daniel y Felipe como
presuntos agresores del menor, es evidente que tienen un problema de conducta que debe
ser reconocido por sus padres y por las instituciones.
LAURA VICENTE PIZARRO 12 de Febrero de 2024

Aunque la valoración de los indicadores es una tarea compleja, desde mi punto de vista, en
primera instancia hubiera decretado el caso como específico y de alta probabilidad pero, tras
un estudio más profundo, concuerdo con la valoración del profesional de que se trata de un
diagnóstico de certeza de abuso sexual. Mi primera decisión fue debida a la escasa
verbalización del menor pero, teniendo en cuenta que tan solo tiene cinco años y que se
encuentra en una situación de estrés emocional debido al acoso, exclusión y abuso sufrido,
veo coherente y justificable la actitud del menor. Además, tras una lectura mucho más
profunda y repetitiva del artículo completo, considero que no siempre va a haber
verbalización del menor y que por ello es tan importante un análisis de todos los indicadores
posibles, y no descartar un abuso sexual por la falta de alguno de ellos, sino que es muy
importante investigar todos los casos detalladamente y con un seguimiento en el tiempo.

Resulta conveniente analizar por separado el protocolo seguido en el caso concreto.


Dado que resulta imposible afirmar o descartar de manera concluyente el diagnóstico de
abuso sexual en un menor mediante una sola evaluación a cargo de un único profesional, es
imperativo llevar a cabo una exploración física coordinada y adaptada a las particularidades
del menor. Esta evaluación debe realizarse de manera temprana, preferiblemente dentro de
las primeras 48-72 horas posteriores al presunto abuso, con el fin de garantizar una
respuesta eficiente y precisa ante la situación. Lo cual en este caso se ha hecho
correctamente y considero que ha sido muy importante para analizar la cicatrización de las
heridas en la zona anal del menor y relacionarlas con una práctica de abuso sexual.

En el aspecto psicológico, desconozco el procedimiento que han llevado a cabo con


profesionales psicólogos o psiquiatras para tratar el tema de acoso, exclusión, bullying que
puede estar sufriendo el menor en el ámbito escolar, más allá de una entrevista personal y
presencial con los padres del menor. Además de deberse llevar un seguimiento y
tratamiento psicológico con el menor por la evidente vivencia traumática y situación de
estrés emocional en la que se encuentra.
LAURA VICENTE PIZARRO 12 de Febrero de 2024

En cuanto al ámbito social, considero crucial valorar la responsabilidad de los niños


agresores junto con el reconocimiento de la falta de supervisión institucional por parte de la
escuela.
Enlazando ésto con las medidas adoptadas, la exposición de éstas en el artículo son
inexistentes por lo que, teniendo en cuenta los pasos a seguir correspondientes, se debe
informar simultáneamente al Juzgado de Guardia y a la UTS.
Como valoración personal, considero necesario, además de lo anterior, un seguimiento
psicológico o psiquiátrico del menor.

Para concluir, en éste caso concretamente se ha llevado a cabo todo correctamente y, desde
mi punto de vista crítico, se ha abordado el asunto en los momentos cruciales y necesarios.
En general, el diagnóstico de abuso sexual es un tema muy complejo y que requiere, como
hemos comentado al comienzo del comentario, del apoyo estructural de un conjunto de
profesionales de distintos ámbitos para poder tratar el asunto del modo más riguroso
posible y siempre atendiendo a las necesidades y bien estar del menor, por lo tanto, es
crucial que se cumplan los pasos a seguir, los tiempos establecidos y que se lleve siempre
que sea factible un seguimiento del menor lo más exhausto posible, puesto que una mala
realización o un mal seguimiento puede llevar a la consecución de un abuso sexual
prolongado en el tiempo (como en el caso número tres del artículo) o que las medidas
adoptadas judicialmente no sean llevadas a cabo.
Además, tal y como podemos extraer de la Revista española de Medicina Legal, es un tema
de gran magnitud para el que los profesionales no siempre se encuentran adecuadamente
preparados, por ello es sumamente importante que los profesionales tengan una adecuada
formación y experiencia para poder abarcar la victimización sexual en la infancia con la
correcta evaluación, siempre en consecución de los intereses y bienestar del menor.

Bibliografía:
1. Cuad Med Forense, 12(43-44), Enero-Abril 2006 (Valoración médica de la sospecha de
abuso sexual en personas menores de edad. A propósito del estudio de tres casos.)
2. Pereda, N. y Abad, J. (2013). Enfoque multidisciplinar de la exploración del abuso sexual
infantil. Revista española de Medicina Legal, 39 (1), 19-25.

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