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LA JUVENTUD YA NO TIENE HÉROES

Hace muchos años el profesor Joseph Cambell advirtió sobre los peligros de la pérdida de
referentes, o como él gustaba llamar de mitos. Los niños de hoy en día crecen en el “mundo de
la relatividad”, pero no se trata de la teoría de Einstein, sino de la imposibilidad de tener
referencias estables. Todo es cuestionable, nada es absoluto, ningún conocimiento es
permanente, nada ni nadie es bueno o malo. Tanto tiempo viviendo en una época dogmática
nos ha precipitado a la era de la imprecisión, del relativismo, -y como también este estado es
incómodo-, nos sentimos obligados a adoptar lo único que aparentemente nos da seguridad: la
ciencia como fuente de saber. Y con ella descartamos creencias, ideales y estrellas fijas.

Casi todos los expertos reconocen que la mayor fuente de conocimiento humano viene dada
por la imitación y cuando el niño madura, va percibiendo las debilidades y las flaquezas ajenas,
-incluido ese referente incontestable que representa la figura paterna-. Por eso, superada esta
etapa, el menor comienza un momento de búsqueda de nuevos guías. Razón por la cual se
considera este trance como crítico en el desarrollo y por esta misma causa muchos
adolescentes se despistan persiguiendo su Norte.

Antiguamente el repertorio de ideales de conducta era más o menos limitado y los mitos
servían para orientar la visión de la excelencia o de la justicia -Al menos como la entendían por
aquel entonces-. Pero hoy en día ese concepto ha quedado obsoleto y los jóvenes ya no se fían
de nadie… -no me extraña viendo lo que sucede por el mundo-, no obstante, eso no quita para
que hoy más que nunca sigan necesitando un rumbo en sus vidas.

Entonces ¿qué modelos escogen los jóvenes modernos? Pues ahora como antes, los
adolescentes adoptan como referente a personas de su cultura. Aquí reside el problema
porque ese universo experiencial se ha extendido infinitamente gracias a las tecnologías. Los
héroes clásicos han dado paso a iconos de carne y hueso que se cuelan en los cuartos a través
de las pantallas. Sus gestas no son entonadas por poetas sino por Youtube, Twiter o Instagram
y esta horda de ilustres celebridades es comandada por Lady Gaga, Ronaldo, Justin Bieber,
Rubius, Pewdiepie,… por citar algunos de los renombrados personajes que marcan tendencia
en el vestir, la música, el lenguaje e incluso el comportamiento. Estos ídolos repletos de
contravalores son los actuales paladines de la moral de nuestros jóvenes, y es que en realidad
no son héroes, sino famosos y como decía el anteriormente citado J.Campbell “la diferencia
entre ambos reside en que el famoso vive para sí mismo y el héroe actúa para redimir a la
sociedad”

La virtud del “héroe” actual reside en el éxito dado por su imagen externa, el dinero, la
popularidad, y en hacer, en definitiva, “lo que le da la gana”. Por eso muchos jóvenes de hoy
reivindican el derecho a su bienestar individual y a la ausencia de obligaciones. Esa libertad o
discurso del bienestar invade todas las esferas del sistema. Pero no se puede proponer a la
gente la recompensa del placer y el confort sabiendo que el pastel no llegará para todos,
tampoco imponiendo restricciones y normas que harán muy difícil, sino imposible que la
mayoría alcance una libertad similar a la gozada por sus padres. Éste es a mi juicio el estado de
engaño y frustración de un gran colectivo de jóvenes que ha perdido las ganas por luchar, o
simplemente que nunca las ha tenido porque carece de ideales.

Y qué hacen los mayores, pues ofrecer a la juventud entretenimiento a través de políticas
juveniles retardantes y neutralizadoras, de guarderías del ocio, de ocupaciones estériles cuya
finalidad es estabular a los alborotados para ir liberándolos a medida que el mercado puede
absorberlos a cuentagotas. No envidio a la juventud porque ha perdido a los verdaderos mitos.
¿Dónde están nuestros Ulises, Robin Hood, Indiana Jones, Batman,… ¿dónde están aquellos
personajes épicos entregados a las nobles causas?
Oviedo 9 de marzo de 2017

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