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416 Martínez Tello Rafael

Julian
Aguilar Márquez Alejandra Estefania

TAREA 1:Conversión bibliográfica al formato APA del texto


Historia del corsé.

1.Rivera Claudia Tania (enero-junio 2017) “Mercaderes de la moda con


escaparates de papel. El trabajo editorial de la
revista El Hogar en la venta de patrones
McCall” revista de estudios de arte,
Universidad Iberoamericana núm. 11

2.Vigarello George Vigarello, (2005.) "Corregir el cuerpo, historia de un


poder pedagógico" (traducción de Herber Cardoso), Nueva Visión, Buenos
Aires

3.Veblen Thorstein, (2005) Teoría de la clase


ociosa (segunda ed., tercera reimpresión), FCE, México

4.Entwistle Joanne, (2002), "El cuerpo y la moda, Una visión


sociológica" Paidós

5.Ortega Juan Solís, (2013), “El espacio onírico como


escenario de la maldad en la cinta pornográfica
silente El sueño de fray Vergazo”, en Erik Velásquez
García (ed.), pp. 153-
169. UNAM,
Instituto de Investigaciones Estéticas
TAREA 2:

Introducción: Desde hace años, sociólogos, antropólogos o


psicólogos vienen advirtiendo
sobre la infantilización de la sociedad postindustrial.
La media de edad
aumenta incesantemente, la población envejece,
pero los rasgos
adolescentes permanecen en una porción
significativa de sujetos adultos.
La juventud se ha convertido en icono de culto,
objeto de incesante
alabanza, de veneración. Lo grave no es que la
gente intente aparentar
juventud física, recurra en exceso a la cirugía
estética o a los implantes
capilares. Es más preocupante que un creciente
porcentaje de adultos se
afane en el cultivo consciente de su propia
inmadurez. Hoy día no son los
jóvenes quienes imitan la conducta de los adultos…
sino al revés. La
experiencia, el conocimiento que proporciona la edad
no es ya virtud sino
rémora, un lastre del que desprenderse a toda costa.
It’s so hard to get
old without a cause. Youth is like diamonds in the
sun, and diamonds
are forever.

Desarrollo: Marcel Danesi, profesor de antropología y autor del


libro “Forever
Young”, describe este síndrome colectivo: la
adolescencia se extiende
hoy hasta edades muy avanzadas, generando una
sociedad

inmadura, unos sujetos que exigen cada vez más de


la vida pero entienden
cada vez menos el mundo que los rodea. La opinión
pública tiende a
considerar la inmadurez deseable, incluso normal
para un adulto. Como
resultado, cunde una sensación de inutilidad, de
profunda distorsión:
quienes toman las decisiones cruciales suelen ser
individuos con valores
adolescentes. Va desapareciendo la cultura del
pensamiento, de la
reflexión, del entendimiento y es sustituida por el
impulso, la búsqueda de la
satisfacción instantánea. La infantilización se
impone.

El discurso político se simplifica, dogmatiza, se agota


en sí mismo, se limita
a meras consignas, sencillas estampas. Pierde la
complejidad que
correspondería a un electorado adulto. En
concordancia con la visión adolescente
del mundo, no se exige en los líderes políticos ideas,
capacidad de elaboración,
sino belleza, atractivo, tópicos, divertidas frases, una
imagen que conecte con un
electorado envejecido en edad pero muy
rejuvenecido en mentalidad.

INFANTILIZACIÓN: LOS DERECHOS, O


PRIVILEGIOS, IMPERAN SOBRE LOS
DENOSTADOS DEBERES
Los nuevos tiempos son testigos de la
preponderancia de los rasgos
infantiles sobre los maduros. La impulsividad, los
instintos, dominan a la
reflexión; el placer a corto plazo a la búsqueda del
horizonte. Los
derechos, o privilegios, imperan sobre los
denostados deberes, esas
pesadas obligaciones de un adulto. La inclinación a
la protesta, al
pataleo, domina a la auto superación. Y la imagen se
antepone al mérito y
el esfuerzo.

Los medios de comunicación actúan en


consecuencia: incluso la prensa más seria
promociona el cotilleo más obsceno, el chascarrillo,
el escándalo,
esas noticias que hacen las delicias del público con
mentalidad adolescente.
Resulta preocupante la fuerte deriva de la prensa
hacia el puro
entretenimiento, la mera diversión, en detrimento de
la información y análisis
rigurosos. La preponderancia de ubres y glúteos
sobre la opinión razonada.

El creciente infantilismo fomenta la difusión de


miedos, esos temores inventados o
exagerados que generan los reflejos distorsionados
de la calle en la oscuridad de
la habitación. Surge una “sociedad del pánico“,
tremendamente conservadora,
que en el cambio ve peligros, no oportunidades. Una
colectividad asustadiza,
víctima fácil del terrorismo internacional. Jamás fue
el mundo tan seguro como en
el presente; pero nunca el ciudadano medio vivió tan
aterrado. Ni el intelectual tan
temeroso de escribir lo que ocurre.

Vivimos en una sociedad bastante cobarde,


insegura, que se asusta de su
sombra, de lo que come o respira, que siente pánico
ante noticias que, por
definición, no son más que excepciones. Prueba de
ello es la creciente atracción
por el milenarismo: igual que en la Edad Media, los
predicadores del
Apocalipsis ejercen una singular fascinación, aunque
sólo pretendan llenarse
los bolsillos.

EL POPULISMO, CULMINACIÓN DE LA
INFANTILIZACIÓN
Muchos olvidan que la madurez consiste
básicamente en la adquisición de juicio
para distinguir el bien del mal, la formación de los
propios principios y, sobre todo,
la disposición a aceptar responsabilidades. Y que los
dirigentes han contribuido
con todas sus fuerzas a diluir o difuminar la
responsabilidad individual.
Asumir al ciudadano poco avisado en una
adolescencia permanente. El Estado
paternalista aseguró al súbdito que resolvería hasta
la más mínima de sus
dificultades a cambio de renunciar al pensamiento
crítico, de delegar en los
dirigentes todas las decisiones. Fue la promesa de
una interminable infancia
despreocupada y feliz.

La mentalidad infantil encaja muy bien en la


sociedad compuesta por grupos
de intereses, que tan magistralmente describió
Mancur Olson. Unas facciones
que actúan como pandillas de adolescentes en
entornos donde escasea la

responsabilidad, donde el grito, la pataleta, el


alboroto, son vías mucho más
eficaces para conseguir ventajas que el mérito y el
esfuerzo. Un marco donde
predomina quien más vocifera, “reivindica”, apabulla.
O el que tiene más amigos,
mejores contactos e influencias. Raramente quién
aporta razones más profundas.

Conclusión: EL POPULISMO CONSTITUYE LA FASE FINAL, EL


PERFECCIONAMIENTO
DEL PROCESO DE INFANTILIZACIÓN
El populismo constituye la fase final, el perfeccionamiento
del proceso de
infantilización, la cosecha definitiva de esas semillas
sembradas
concienzudamente por los dirigentes del Mundo
Occidental. Nada tan significativo
como el discurso arbitrista, empachado de “lo público”,
proclive al reparto de
prebendas, tendente a eliminar los restos de
responsabilidad individual. Líderes
adolescentes y caprichosos para una sociedad infantil,
anestesiada, entretenida
con los juguetes que los de arriba dejan caer a voluntad.
Bibliografía: La incontenible infantilización de occidente. La
adolescencia se
extiende hoy hasta edades muy avanzadas,
generando una
sociedad inmadura. Juan M. Blanco (5/enero/2018)
https://disidentia.com/incontenible-infantilizacion-
occidente/

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