Está en la página 1de 1

HALLOWEEN, EL AÑO NUEVO CHINO Y EL DÍA DE LOS HUEVOS PINTOS

San Malaquías y Nostradamus fueron unos aprendices en comparación a McLuhan, los


certeros vaticinios de este erudito visionario aseguraban hace más de 40 años, que en
menos de un suspiro los mass media lograrían intercomunicar al mundo, y que la
informática sería la máxima responsable de ese nebuloso destino. Piense que por
aquel entonces nadie apostaba por aquella extravagante afición, aquello era para
mentes juguetonas, inmaduras o chaladas – vamos lo que hoy llamamos freakes - y
menos aún se apostaba por lo que hoy conocemos por Internet, que en aquellos
tiempos ni siquiera era un bosquejo.
Aunque algunos se empecinen en parcelar la sociedad – y no me refiero sólo a los
catalanes-, podemos asegurar que vivimos en la aldea global, y como aldeanos que
somos debemos… -que digo debemos, no nos queda más remedio que aceptar la
universalidad como un valor incuestionable-.
Aunque parezca un absurdo, todos estos cambios han irrumpido tan súbitamente que
los hemos tragado sin pensar y ahora cuando estamos haciendo la digestión, nos
acordamos de lo comido y por supuesto, nos duele la barriga. Siguiendo con la
metáfora gástrica, cierto es que, aunque a todo estómago le cuesta asimilar los nuevos
alimentos se acaba acostumbrando (por lo de aquello del Rey Mitridates).
Halloween como el resto de tantas memeces que nos toca vivir es el pago por vivir en
esa hermosa aldea. Perdóneme si usted es un fantasma, bruja o espíritu calabacero-
puedo asegurarle que no tengo más aversión a Halloween que a otras festividades
extranjeras-, lo que ocurre es que todavía tengo que acostumbrarme a ella. Lo mismo
me pasó con la canción del happy birthday, Santa Claus, el sushi o la piñata burriquera.
Tengo que confesar que antes de doblegarme ante lo foráneo me oponía con fervor
talibán a todos los extranjerismos, a todo lo que desplazara nuestras señas de
identidad hacia los márgenes de lo autóctono. Pero pensándolo bien ¿qué ocurrió
cuando llegaron los romanos a la península?, ¿no arrasaron ellos con todas las
singularidades de nuestros ancestros? – ah no, aquello era bueno: las leyes, las
carreteras, los acueductos, el latín… - Y yo me pregunto ¿y lo de ahora es realmente
malo? Pues no lo sé, como voy a opinar si llevo un reloj chino, unos pantalones indios y
a veces hasta mastico chicle, qué quiere que le diga si casi no me queda orgullo patrio.
No riñan a los profesores de inglés por haber enriquecido nuestro repertorio festivo
(como había poca jarana). Gracias a ellos ahora disfrutamos del día de San Patricio, del
pavo de Acción de Gracias y del All Hallow Eve. No es culpa suya, cumplen con su
cometido. El verdadero responsable de todo es el tsunami de la globalización, aquel
que profetizó McLuhan. No podemos decir que lo ignorábamos, ha llegado y lo único
que se me ocurre, harto de berrinches y pataletas contra los molinos, es relajarme y
disfrutar del… truco o trato.

Oviedo a 30 de octubre de 2018

También podría gustarte