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¿Quieres saber más sobre las ballenas?

Ballenas jorobadas, disfruta de las cálidas aguas del océano Pacífico, Tonga.
Las ballenas son los animales más grandes que jamás hayan existido. Pertenecen a un
grupo de mamíferos marinos conocidos como cetáceos. No son peces porque tienen
sangre caliente, respiran aire a través de pulmones y dan a luz a crías vivas que se
alimentan de leche materna.

Tienen un oído excelente y son dos o tres veces más eficientes que los mamíferos
terrestres para utilizar el oxígeno del aire que respiran. Las ballenas tienen cajas
torácicas colapsables que las ayudan cuando se sumergen a profundidad. Además,
poseen una capa de grasa muy gruesa que las aísla para protegerlas del frío.

Los científicos creen que las ballenas evolucionaron de mamíferos terrestres de cuatro
patas. Ahora, están perfectamente adaptadas a una vida submarina. Tienen un cuerpo
aerodinámico y han perdido casi todo el pelo externo para evitar la fricción y mejorar
el deslizamiento por el agua. Sus extremidades se transformaron en aletas.

Existen dos tipos principales de ballenas: las dentadas (como el cachalote y la orca) y
las barbadas (como la ballena jorobada y la azul). Las barbadas tienen placas en forma
de peines que están formadas por estructuras compuestas de pelos rígidos. Estos
forman una red que filtra la comida del agua del mar. La gran mayoría de las grandes
ballenas son barbadas y se alimentan fundamentalmente de minúsculas criaturas
llamadas krill, parecidas a los camarones.
Las ballenas tienen unos orificios en la parte superior de la cabeza llamados
“aventadores”, los cuales actúan como nuestros orificios de la nariz. Las ballenas
barbadas tienen dos aventadores y las dentadas solo uno.

Las
ballenas jorobadas nadan bajo el agua, frente a la costa de Tonga.

Una
manada de cachalotes se mueve hacia una línea de defensa para evitar que una
manada de orcas (ballenas asesinas) llegue a su cría, frente a la costa de Sri Lanka.
Una ballena jorobada rompe un arrecife en la Gran Barrera de Coral del Sur durante
su migración hacia el sur, Queensland, Australia. Las ballenas jorobadas viajan
enormes distancias desde las cálidas aguas de la gran barrera de coral en la costa este
de Australia hasta las heladas aguas del Océano Austral frente a la Antártida.

Una ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) Madre y cría nadan cerca de Ningaloo
Reef, Australia. La costa de Australia Occidental es una ruta de migración para la
población de ballenas jorobadas de Australia Occidental. Las ballenas jorobadas
emprenden una migración anual constante desde las zonas de alimentación antárticas
de latitudes altas a las zonas de reproducción de latitudes bajas.
El origen de la caza de ballenas
La utilización de los océanos como fuente de alimentación data de los orígenes de la
humanidad.

Antiguamente, cazar una ballena garantizaba la subsistencia de una comunidad. Los


métodos de cacería iniciales eran muy sencillos y casi no cambiaron durante 300 años.
Este tipo de cacería no amenazaba a las especies, la cacería masiva comenzó en el siglo
XVII.

Los modernos métodos de captura pusieron a varias especies de ballenas en peligro


de extinción en los siglos XIX y XX.

Desde fines del siglo XIX los avances alcanzados en la navegación, particularmente en
la propulsión y autonomía de las embarcaciones, provocaron que la industrialización
ballenera llegara a altamar. De esta manera, la antigua cacería costera de diversos
países se dirigía a los lugares más remotos del planeta en busca de los grandes
cetáceos.

En el siglo XX, el uso de la tecnología y el aumento de la demanda superaron el límite


sostenible por las ballenas, poniendo en riesgo a sus poblaciones.

Hoy, la cacería sostiene el casi inexistente comercio de carne de ballena, y otros


productos como el aceite, siempre a una escala menor.
¨La historia de la caza de ballenas es testigo del agotamiento de una zona tras otra y de
una especie tras otra, hasta tal punto que resulta esencial la protección de todas las
especies de ballenas para evitar su extinción¨. Comisión Ballenera Internacional [CBI],
1946.

Ballena asegurada junto al barco receptor Yushin Maru No.2 de la flota ballenera
japonesa. El Arctic Sunrise se encuentra en el Océano Austral como parte del ‘Tour
Defendiendo Nuestros Océanos’ para documentar e interrumpir la caza de ballenas en
el Santuario de Ballenas del Océano Austral. Greenpeace está utilizando todos los
medios pacíficos disponibles para poner fin pronto a la caza y convertirla en la última
vez que los balleneros irrumpan en el Santuario.

¿Cuáles son las amenazas para las ballenas?


• Destrucción del hábitat

La contaminación de los océanos por el vertido de desechos tóxicos (de origen


industrial, agrícola o doméstico) pone en peligro la vida de los animales marinos.

Los contaminantes persistentes como los pesticidas organoclorados y


PCB (policlorobifenilos) pasan a formar parte de la cadena alimenticia, son
bioacumulables y biomagnificables porque se acumulan en los tejidos grasos de los
cetáceos afectando sus sistemas inmunológico, endócrino y reproductivo. El daño del
sistema inmunológico deja a los cetáceos susceptibles de cualquier enfermedad, a
biotoxinas o al ataque de virus o bacterias que en otras circunstancias no serían
perjudiciales.

La contaminación de los mares crea las condiciones ideales para los brotes de marea
roja, cuyas biotoxinas ya han causado la muerte masiva de organismos marinos,
incluyendo cetáceos.

• Cambio climático

El cambio climático afecta a los ecosistemas oceánicos al fluctuar la temperatura de


los mares, lo cual impacta en las cadenas alimenticias en cuanto a la cantidad y
diversidad de especies porque provoca su dispersión.

Así, las ballenas pueden enfrentar la escasez de alimento por no hallar suficiente
cantidad de las especies que consumen habitualmente o no encontrarlas en las áreas a
las que en general asisten para alimentarse.

Además, el cambio climático afecta a fenómenos meteorológicos como El Niño y la


Niña, haciéndolos más frecuentes, prolongados e intensos.

El fenómeno de El Niño provoca cambios en la temperatura del agua, lo cual afecta a


las especies que sirven de alimento a los grandes cetáceos. También produce mareas
rojas.

“En el sureste del Pacífico las mareas rojas son raras y desde hace más de 20 años no se
tenía conocimiento de ellas. Recientemente, han aparecido mareas rojas casi
anualmente durante el invierno favorecidas por la presencia de El Niño…” (Cortés-
Altamirano et. al. 1995).

• Reducción de la capa de ozono

Anteriormente, se pensaba que la disminución de la capa ozono sólo tendría efectos


en la Antártica, sin embargo, ya se observaron impactos en latitudes más norteñas
como Belice.

La radiación ultravioleta que deja pasar el adelgazamiento de la capa de ozono puede


penetrar hasta profundidades de 30 metros en mar abierto. Los rayos ultravioleta
dañan el ADN y afectan el proceso de fotosíntesis, enzimas, metabolismo de nitrógeno,
tasa de crecimiento, entre otras funciones del fitoplancton, que en su mayoría está
restringido a las capas superiores del mar.

El fitoplancton es la base de la cadena trófica y al ser afectado causa trastornos en


toda la cadena alimenticia. Sumado a esto, tiene un efecto directo sobre el
zooplancton. Asimismo, los huevos y las larvas de muchas especies de peces son muy
sensibles a la radiación ultravioleta.

• Caza comercial
La captura de estos cetáceos está prohibida desde 1986, cuando entró en vigencia una
moratoria mundial sobre la caza de ballenas. Sin embargo, Japón, Islandia y Noruega
continuaron captúrandolas a través de un falso programa científico. El comercio que
se desarrolló fue exclusivamente de la caza que provenía de “pesca científica”, por lo
que, en estricto rigor, fue ilegal.

Esta situación favoreció la entrada de artículos ilegales a esos mercados. De hecho,


durante la década del 2000 en Japón y Corea se detectó la venta de carne de
ejemplares que pertenecían a especies en peligro de extinción.

En 2019 Japón anunció que volverá a capturar ballenas en su zona económica


exclusiva. Sin embargo, el mercado para productos derivados de la caza es casi
inexistente, por lo cual es poco probable que esta práctica se mantenga en el tiempo,
excepto que el gobierno japonés la continúe subvencionando.

Greenpeace y las ballenas


El trabajo de nuestra organización ha sido fundamental para frenar la matanza de
ballenas.
Comenzamos esta histórica campaña en 1975 debido a que las poblaciones de
ballenas se encontraban en una situación muy crítica después de casi tres siglos de
cacería comercial, y más de medio siglo de caza industrial descontrolada.

Conoce los hechos fundamentales de nuestra campaña


El trabajo de nuestra organización ha sido fundamental para frenar la matanza de
ballenas. En alta mar, hemos puesto nuestros cuerpos, gomones y barcos entre los
arpones de los cazadores y estos mamíferos marinos. También, participamos en forma
activa de los debates en los organismos internacionales y nos manifestamos
pacíficamente ante las embajadas y los gobiernos de países balleneros para que
suspendan la cacería de manera definitiva.

A través de acciones directas en el mar, campañas públicas y trabajo político, nuestra


organización fue un actor fundamental para promover que la Comisión Ballenera
Internacional (CBI) decretara en 1982 una moratoria a la caza comercial de ballenas.
En aquel entonces esperábamos que la industria ballenera desapareciera.
La Comisión Ballenera Internacional es una organización internacional formada por
89 países. Actualmente, tiene como foco de acción la conservación de las ballenas y la
gestión de su caza. Fue creada en virtud de la Convención Internacional para la
Regulación de la Caza de Ballenas en 1946, como órgano decisorio.

La moratoria fue un gran logro, pero no una prohibición a la cacería, sino que
estableció una especie de “acuerdo comercial” entre los balleneros para no cazar. La
resolución podría anularse si se consigue el 75% de los votos para esta acción.

Japón, al ver que no pudo detener esta decisión, utilizó un resquicio legal para
“reservarse” el derecho a cazar ballenas Minke. Por su parte, Noruega e Islandia se
“reservaron” el derecho de aceptar la moratoria.

Estas acciones basadas en resquicios le permiten a Islandia y Noruega seguir cazando


en sus propias aguas (ningún acuerdo internacional tiene el poder de regular lo que
sucede en aguas soberanas de cada país).

Japón se justificó y dio inicio a su plan de “Cacería Científica” en aguas internacionales


y dentro del Santuario Ballenero Austral. El artículo Nº8 de la moratoria le permite a
los miembros de la CBI autoimponerse una cuota de cacería con objetivos científicos.

Lógicamente, se presentaron innumerables objeciones por parte de los países que


defienden la conservación de las ballenas y del propio comité científico de la Comisión
Ballenera Internacional, quien señaló que estos estudios no son necesarios.
Sin embargo, Japón ignora a la comunidad internacional y a sus propios habitantes,
debido a que dos tercios de los japoneses no apoyan la cacería de ballenas en el
Santuario Ballenero Austral.

La CBI estableció tres santuarios, aunque solo dos tienen vigencia: el santuario del
océano Índico (fundado en 1979) cubre todo el océano Índico al sur de 55 ° S, y el
santuario del océano Austral (declarado en 1994) cubre las aguas del océano Austral
alrededor de la Antártica.

Para garantizar la recuperación de las poblaciones de diferentes especies de ballenas,


desde 1998 se ha propuesto la creación del Santuario de Ballenas del Atlántico Sur. No
obstante, la medida siempre ha sufrido oposición y fue bloqueada por algunos países
como Japón y Noruega.

De todas las naciones que cazaban ballenas en 1986, cuando la moratoria entró en
vigencia, solo Japón, Noruega e Islandia continúan con esta actividad (mediante la
utilización de vacíos legales o desafiando abiertamente las resoluciones de la CBI). En
la actualidad, los tres países promueven el fin de la moratoria, lo cual tendría un
impacto devastador sobre las poblaciones remanentes de ballenas.

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