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La salvación del alma se refiere, en el contexto cristiano, al proceso por el cual una
persona es liberada del poder y las consecuencias del pecado, y es reconciliada con
Dios. Según la enseñanza cristiana, todos los seres humanos han pecado y están
separados de Dios, pero a través de la fe en Jesucristo como Salvador y Señor, uno
puede recibir el perdón de sus pecados y la vida eterna.
Reconciliación con Dios: La salvación restaura la relación rota entre el ser humano y
Dios, permitiendo una comunión íntima con Él.
Liberación del poder del pecado: La salvación capacita a una persona para vencer el
pecado y vivir una vida santa y obediente a Dios.
En resumen, la salvación del alma es el acto divino de rescate y restauración que Dios
ofrece a través de Jesucristo para liberar a los seres humanos del pecado y asegurarles
la vida eterna en su presencia. Es un regalo de Dios que se recibe por fe y que
transforma profundamente la vida de quienes lo reciben.
Vivir según la doctrina de la iglesia implica seguir los principios y enseñanzas que la
iglesia sostiene como verdaderos y fundamentales para la fe y la práctica cristiana. Aquí
hay algunas pautas generales sobre cómo vivir en la doctrina de la iglesia:
Vivir una vida ética: Seguir los principios éticos y morales enseñados por la iglesia en
áreas como la justicia social, la integridad personal, el amor al prójimo y la
responsabilidad social.
Testimonio: Vivir tu fe de manera que sea evidente para los demás, compartiendo el
evangelio y siendo un ejemplo de las enseñanzas de Cristo en tu vida diaria.
En resumen, vivir según la doctrina de la iglesia implica comprometerse con las
enseñanzas y prácticas de la iglesia, vivir una vida de fe y práctica piadosa, y contribuir
al crecimiento espiritual y al bienestar de la comunidad de fe.