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Título: Élites locales y política fiscal.

El desenvolvimiento de los comerciantes rioplatenses


ante el coste del Imperio Español durante la segunda mitad del siglo XVIII.

Introducción.
El presente trabajo consistirá en un relevamiento bibliográfico tendiente a resaltar
las prácticas estratégicas que los comerciantes rioplatenses desplegaron como respuesta a
las políticas económicas y administrativas provenientes de la metrópoli en un contexto de
emergencia bélica como el de fines del siglo XVIII, posicionándose de esta forma como un
actor indispensable para la propia viabilidad de la dominación imperial.
Tomando cómo punto de partida la caracterización de la trayectoria institucional
hispana en América basada en el consenso y la negociación, cómo la propuesta por las
autoras Alejandra Irigoin y Regina Grafe, se apuntará a demostrar dicha naturaleza estatal
en contraposición a las conceptualizaciones de carácter absolutista que concebían al
régimen imperial como una totalidad rígida y omnímoda. El anhelo de esta maquinaria
habría sido según esta visión, someter a los grupos de poder local y convertirlos en simple
agentes pasivos, constituyendo de esta manera uno de los disparadores de las denominadas
Reformas Borbónicas.
Basándonos en esta perspectiva, nuestro objetivo será visualizar cómo los
comerciantes se posicionaron cómo un actor político de importancia, denotando su carácter
flexible, dinámico y conflictivo, ya sea a través de reclamos y peticiones por medio de
marcos corporativos como las Juntas de Comercio y el Consulado, o mediante la entrega de
donativos o préstamos como accionar vehiculizador de capital social. Para dicha finalidad
retomaremos como marco conceptual los aportes sociológicos de Pierre Bourdieu en torno
al énfasis sobre la relación entre prácticas y estructuras como proceso de interacción.
Nuestra hipótesis consistirá en posicionar a los sectores de comerciantes del Buenos Aires
de fines del siglo XVIII cómo sujetos políticos aseguradores de lazo colonial, apelando a
prácticas estratégicas mediante las cuales pudieron adecuarse a las necesidades fiscales de
la Corona.

Reyes, súbditos y gobierno. La naturaleza del Imperio Español en América.


Buena parte de la labor historiográfica en torno al estudio de las medidas políticas, fiscales
y administrativas que la corona borbónica implementó en sus territorios americanos ha
estado ligada a una conceptualización particular de su propia estructura institucional.
Estudios comparativos se han encargado de remarcar la diferenciación de la estructura
político-institucional hispánica en contraposición a la de sus imperios rivales. Centralismo
y atraso eran características identificadoras por antonomasia del régimen peninsular 1. La
ausencia de canales de representación no solamente volvieron rígidos los resortes del poder
según esta visión, sino que tuvieron su impacto en el propio desarrollo socioeconómico de
las regiones bajo su supuesta órbita asfixiante. Esta idea se enmarca dentro de la escuela
neoinsitucionalista, uno de cuyos máximos referentes es Douglas North. Este autor
privilegia el rol de las instituciones en el desenvolvimiento de la economía y la sociedad. El
marco político es para esta óptica el que provee la estructura para el juego de las
transacciones, oferta e intercambios, garantizando el enlace comunicacional necesario para
el conocimiento de las posibilidades de ganancia y pérdida. Sin meternos de lleno en este
punto, lo importante a resaltar es cómo esta perspectiva ha sido muy influyente a la hora de
estudiar al dominio colonial hispanoamericano. La existencia de canales de diálogo y
representación modernos que estimulen la libre circulación de información, bienes y
personas hallaría según esta interpretación, su contraste en el caso español. La presencia de
múltiples jurisdicciones, caos administrativo, la sujeción monolítica de los súbditos, los
monopolios y la corrupción habrían determinado la pobre evolución socioeconómica de la
realidad imperial, impactando negativamente como corolario en sus colonias americanas.
Partiremos de una concepción diametralmente opuesta apoyados en la noción de
autoridad negociada, elaborada por Regina Grafe y Alejandra Irigoin. En “Absolutismo
negociado: la trayectoria hispana en la formación del estado y el imperio”, las autoras,
discutiendo dicha conceptualización monolítica y centralizadora, hacen hincapié en la
naturaleza distributiva de la constitución estatal, fiscal y administrativa del Imperio
Español. La multiplicidad de instancias de negociación cómo Cortes y Consejos ya
generaban en la Metrópoli una continua interacción entre Corona, gobierno y súbditos.
Debates, deliberaciones y peticiones condicionaban cada acción del monarca. Si bien cada
región poseía sus propias peculiaridades administrativas, todas poseían un amplio margen
1
Grafe, Regina e Irigoin, Alejandra; “Absolutismo negociado: La trayectoria hispana en la formación del
Estado y del Imperio”, en The Hispanic American Historical Review, Vol. 88, N°2, 2008, pp. 173-209, pp. 2.
de autonomía, sobre todo en materia impositiva. Este panorama se asocia a la propia
iniciativa de la Corona en realinear los intereses de las distintas ciudades y villas,
confeccionando de esta manera una flexibilidad acorde a la continuidad de la
gobernabilidad real2. La idea de un absolutismo negociado es interesante para demostrar
cómo en la arena fiscal, las prioridades de los actores en juego se disputaban en función de
la implementación de medidas acordes a intereses antagónicos. Estos estaban sometidos al
vértice político garante de dicha negociación, el Rey. Cómo faceta de la misma línea de
análisis las autoras proponen visualizar de qué manera la multiplicidad de instancias
político-jurídicas era lo que brindaba una enorme flexibilidad al juego político, ya que
“[…] en la compleja situación que causaba la fragmentación jurisdiccional, actores a
todos los niveles, desde la ciudad más poderosa al más humilde campesino, podía utilizar (y
utilizaron) varias estrategias para resistir demandas reales no autorizadas.” 3
Esta naturaleza compuesta y redistributiva del régimen español hacía que la
negociación entre Corona y súbditos emergiera cómo una instancia, sino determinante, por
lo menos necesaria para la puesta en marcha de medidas impositivas, normativas y legales.
Nuestra hipótesis es ver que justamente esta naturaleza es la que permite que los actores
locales, en nuestro caso, los comerciantes rioplatenses, emergieran cómo un sujeto
indispensable para la viabilidad de la dominación en el Rio de La Plata.
Si bien tomamos esta caracterización trascendental de la trayectoria institucional
hispanoamericana cómo régimen de dominación basado en el consenso y la negociación,
debemos hacer dos señalamientos. En primer lugar, las autoras afirman que lo que
diferenciaba a España de otros imperios ultramarinos era el hecho de la poca definición de
los canales de negociación4. Intentaremos demostrar en las partes subsiguientes que en el
caso de los comerciantes rioplatenses, el desenvolvimiento de la negociación en materia
fiscal ya sea a través de marcos corporativos o mediante la práctica de entrega de donativos
y préstamos, conformaron de por sí una arena de negociación extralegal de fundamental
importancia a la hora de velar por los intereses de la corona y sus súbditos. Estas prácticas

2
Véase Grafe, Regina e Irigoin, Alejandra; “Absolutismo negociado: La trayectoria hispana en la
formación del Estado y del Imperio”, en The Hispanic American Historical Review, Vol. 88, N°2, 2008, pp.
173-209, pp. 3-4.
3
Grafe, Regina e Irigoin, Alejandra; “Absolutismo negociado: La trayectoria hispana en la formación del
Estado y del Imperio”, en The Hispanic American Historical Review, Vol. 88, N°2, 2008, pp. 173-209, pp. 6.
4
Ídem, pp. 8.
estratégicas desplegadas por los comerciantes forjaron una normatividad abierta al
reconocimiento formal por parte de instancias superiores dependiendo de las coyunturas o
los intereses puestos en juego.
En segundo lugar, si bien hacemos uso del análisis sobre la presencia de una
negociación continua entre Corona, cuerpos y súbditos, es necesario aclarar que a la hora de
establecer un sistema hegemónico que posibilite la permanencia de los lazos de
dominación, es necesario que el consenso sea acompañado por ciertas dosis de coerción.
Basándonos en las criticas que el historiador mexicano Carlos Marichal hace a al trabajo de
Grafe e Irigoin, no solamente cuestionamos su análisis ausente de todo tipo de acción
violenta, sino que focalizando en nuestro objeto de estudio, podríamos aseverar que esa
arena de negociación no se implementaba de un modo igualitario 5. Es decir, los actores
interpelados por la corona en un momento de crisis son en su mayoría miembros de un
sector privilegiado de la sociedad local. Si bien todavía son incipientes los trabajos que
aborden las problemáticas en torno a la sociología fiscal del periodo en el Buenos Aires de
fines del siglo XVIII, una propuesta tentativa a desarrollar en futuras colaboraciones podría
ser útil en el sentido de preguntarse hasta qué punto la implementación de medidas fiscales
coordinadas por miembros poderosos de los sectores comerciantes tuvo como contrapartida
el volcar los costos impositivos sobre los sectores con ingresos medios o incluso los más
empobrecidos, ya que pensamos que esto puede ser visto como una medida coercitiva, la
cual atenta a la reproducción material de amplios sectores de la sociedad colonial 6.
Para finalizar, nuestra conceptualización de la trayectoria institucional del Imperio
Español se centra en su naturaleza redistributiva, múltiple y conflictiva, la cual se extiende
a su configuración fiscal. Este marco, sumado a un periodo de amenazas militares y crisis
de ingresos condicionará la emergencia de determinados actores locales como verdaderos
interlocutores y sostenedores de unos lazos que empiezan a agrietarse, lo cual no quita que

5
Véase Marichal, Carlos; “Rethinking Negotiation and Cohercion in an Imperial State”, en The Spanish
American Historical Rewiev, Vol 88, N°2, 2008,Pp. 213.
6
Cuando los súbditos, en una muestra de lealtad, adelantaban dinero a la Corona, tal como sucedió cuando los
comerciantes porteños recaudaron la suma de 100.000 pesos fuertes para colaborar en la guerra contra Francia
en 1793, el mismo era reembolsado con la suba de precios de sus productos o con el aumento de las alcabalas,
impuestos a la compra y venta. Véase Kraselsky, Javier; “Las estrategias de los actores del Rio de La Plata:
Las juntas y el Consulado de Comercio de Buenos Aires a fines del Antiguo Régimen 1748-1809”. Tesis de
posgrado; UNLP-FaHCE; Memoria Académica, 2011, pp. 217.
los mismos adecúen la situación en función de sus propios intereses dentro del escenario
local.

Estructura fiscal y nuevas jurisdicciones. Las Reformas Borbónicas y su impacto en el Rio


de la Plata.
A mediados del siglo XVIII se empiezan a poner en marcha un paquete de medidas
tendientes a reafirmar el poder de la Corona, con el objetivo de aumentar los ingresos y
minimizar el poder de las elites locales. La creación de nuevas Audiencias, Virreinatos y
Capitanías constituyen pruebas claras del interés en solidificar los resortes del control
político en todas las instancias. Consideramos pertinente retomar la pregunta formulada por
el historiador argentino Jorge Gelman en su trabajo “La lucha por el control del Estado:
Administración y Elites coloniales en Hispanoamérica”, en el cual se interroga hasta qué
punto las reformas implicaron una nueva estructuración de poder en relación a la dinámica
de las élites como sujetos políticos activos.
La efectividad económica del Imperio español con sus contrincantes inglés y francés
se mostraba como una gran preocupación para sus gobernantes. 7 La Guerra de los Siete
Años contra Gran Bretaña (1756-1763) va a desembocar en el reconocimiento por parte de
las autoridades bajo el mando de Carlos III (1759-1788) de que esta situación de desventaja
ya no puede proseguir, sobre todo una vez que La Habana es tomada en 1762, siendo esta
ciudad uno de los baluartes prioritarios en la defensa del Caribe. Si bien para Jorge Gelman
el fortalecimiento militar y defensivo surgió como una de las primeras asignaturas a
cumplir, acrecentar las vacías arcas reales sería el hilo conductor de todo un proceso que no
modificó solamente los movimientos de recursos y la intensidad recaudatoria, sino que
conllevó una verdadera estructuración de poder realmente gratificante para sujetos
posicionados en áreas anteriormente no tenidas en cuenta por la Metrópoli.
Varios trabajos como los de John Lynch o Muro Romero destacan el período
posterior a la implementación de las reformas como una época de total independencia para
América. La administración a nivel local estaba monopolizada por las elites locales,
fenómeno verificable en relación a la venta de cargos, contrabando y corrupción. Es
7
Los intentos de consolidar un fuerte estado mercantil donde se intensifique un comercio productivo y
controlado chocaban una y otra vez con las urgencias nacientes de los conflictos bélicos. Las alianzas
dinásticas motorizaban dichos enfrentamientos sin tener en cuenta muchas veces que impactos podían tener
en el largo plazo con respecto a las arcas fiscales.
importante destacar cómo esta visión corre paralela a la ya descripta acerca de los aspectos
centralizadores y monolíticos del Imperio Español durante la modernidad. Esta postura, al
considerar a los factores de poder local como agentes pasivos de la Corona, contraponía
cualquier adversidad a este patrón de conducta como una anomalía a la lógica del sistema.
Consideramos que al tomar a la naturaleza estatal del Imperio en América como negociada
y diversificada, el accionar de las elites durante este periodo no tiene porqué haber
significado un periodo de falta de control. Elites y Corona interactuaban mutuamente, ya
sea porque “[…] la Corona carecía de un aparato de facto capaz de mantener la disciplina
de las colonias en contra de la voluntad de estas y las elites necesitaban la legitimidad que
les brindaba el poder real y todo su aparato filosófico-religioso.”8
Esta tradición de flexibilidad y negociación también tiene su correlato en la
configuración fiscal. La superposición de jurisdicciones políticas, instancias judiciales y
distritos fiscales se conjugaba con una marcada diferenciación de ramos y contribuyentes.
Los balances provenientes de ingresos y egresos revelados por las fuentes fiscales nos
hablan de un incesante movimiento de recursos a nivel intraimperial entre cajas matrices
generales, principales y subordinadas9. La puesta en práctica de cualquier iniciativa que
atañe a la generación o movilización de recursos no iba a ser homogénea. Si bien
formalmente las cajas fiscales americanas dependían de la autoridad de la Contaduría
Mayor del Consejo de Indias, “[…] la multiplicidad de agentes locales que intervenían, así
como los niveles de control intermedios, conspiraban con las enormes distancias y las
pobres comunicaciones y medios de transporte[…]” 10 hacía que tal dependencia fuera letra
muerta.

8
Gelman, Jorge; “La lucha por el control del Estado: Administración y elites coloniales en Hispanoamérica”,
en Tandeter E. (Dir.), Historia General de América Latina, T, IV, UNESCO, 2000, pp257.
9
El movimiento de situados forma parte de la peculiar redistribución de los ingresos a nivel intraimperial
entre las diferentes cajas americanas. El recorrido de las transferencias neta anuales entre regiones
generadoras de recursos como Nueva España o el Perú pueden verificarse en función de su propio rol ya sea
como sostenedora de las necesidades defensivas, o como generadora de un proceso de capitalización interna
mediante el sostenimiento de la demanda de bienes y servicios, la inversión en infraestructura o el
financiamiento de actividades productivas. Véase Grafe, Regina e Irigoin, Alejandra; “Absolutismo
negociado: La trayectoria hispana en la formación del Estado y del Imperio”, en The Hispanic American
Historical Review, Vol. 88, N°2, 2008, pp. 11.
10
Grafe, Regina e Irigoin, Alejandra; “Absolutismo negociado: La trayectoria hispana en la formación del
Estado y del Imperio”, en The Hispanic American Historical Review, Vol. 88, N°2, 2008, pp. 173-209.
pp. 12.
El impacto diferencial de las Reformas se confirma de manera contundente en
aquellas regiones donde las élites se vieron amenazadas por la suba de determinados
impuestos o la presencia de intermediarios provenientes de la Metrópoli, como en los casos
de Nueva Granada y el Alto Perú. Sin embargo, en otras regiones como en el Rio de la
Plata, la emergencia de nuevos espacios de poder hacen que grupos antes marginales
empiecen a ser piezas fundamentales en un nuevo marco imperial cada vez puesto más a
prueba por desafíos militares externos. Esta área experimentó un desarrollo decisivo como
nuevo baluarte defensivo y ubicación administrativa, situación que reafirmó el rol de los
comerciantes de Buenos Aires como interlocutores privilegiado en cuanto sujeto
contribuyente y acreedor.
La creación del Virreinato del Rio de La Plata en 1776 manifestó los deseos de
asegurar al flanco más austral del Imperio, promoviendo un desarrollo que se iba a
demostrar de gran importancia en los años venideros. A pesar de su perfil geoestratégico, la
creación de este nuevo espacio bajo la égida de la ciudad-puerto de Buenos Aires
transformó de forma radical la redistribución de unos recursos necesarios para el
emplazamiento de este eje administrativo. Tulio Halperín Donghi en su ya célebre trabajo
“Guerra y finanzas en los orígenes del Estado argentino (1791-1850)” analiza cómo Potosí,
al quedar bajo la nueva jurisdicción, pasa a convertirse en una subcaja de Buenos Aires,
encargada de suministrar importantes sumas de metálico cómo forma de desembolsos para
el pago de sueldos, gratificaciones y deudas. Según el autor, este hecho potencia de manera
gradual la capacidad de consumo a nivel local, fenómeno caracterizado por su desigual
manifestación entre una oficialidad que tendrá que esperar para ser reconocida como sujeto
político destacado, y una tropa representante de los sectores populares destinados a ser los
más desfavorecidos.
Halperín destaca cómo los cargos judiciales, administrativos y de gobierno influyen
en esta redistribución de fondos altoperuanos. Sacar provecho de estos afluentes empieza a
ser bien visto no sólo por las autoridades metropolitanas, sino por estos mismos sectores
locales en ascenso, demostrando que
“[…] los esfuerzos de la corona no logran impedir que se consoliden las
alianzas entre administradores y algunos de sus más poderosos administrados; los
intereses de ambos se complementan demasiado bien para que el celo de una
corona, a menudo traicionada en este punto por los mismos que la sirven, pueda
evitar la constitución de formidables grupos arraigados tanto en el aparato
administrativo como en el mundo de los negocios”11.
Retomando la pregunta que se hace Jorge Gelman, es decir, si la puesta en marcha
de las reformas en el ámbito fiscal implicó una deconstrucción de aquella flexibilidad
funcional a los intereses de las elites locales y la corona en función de una nueva
estructuración de poder, o su implementación fue mas de corte diferencial, conservando
mas continuidades que cambios, podemos afirmar que para el caso rioplatense, la
emergencia de un nuevo centro de poder acompaña el acoplamiento de los intereses de una
élite en ascenso, la cual mostrará su ahínco en defender sus propios intereses.
Este situado potosino se inscribe dentro del sistema de transferencias intraimperiales
que, según Grafe e Irigoin, consolidaba el rol de las élites cómo sujetos constituyentes del
armazón fiscal imperial. En el caso rioplatense, “[…] Al igual que los arrendatarios de
impuestos en España, los comerciantes involucrados en los situados eran contratistas
privados que combinaban los préstamos a la corona, los negocios de arbitraje, la provisión a
las tropas y el comercio privado en una sola persona. 12 Como este caso lo demuestra,
sugerimos que la extracción del excedente mediante herramientas de tipo fiscal, tanto a la
producción cómo al comercio, estaba fuertemente mediatizado por la privatización de
cargos.
La implementación de las Reformas Borbónicas cómo un intento de reafirmar
mediante un control centralizado el statu quo con respecto a las colonias tuvo un efecto
desigual, claramente observable en el caso rioplatense, donde las élites se beneficiaron de la
medida sin poner en alteración ese equilibrio de poder y negociación característico de la
etapa anterior. Es más, nos atrevemos a decir que la élite porteña de comerciantes, caso
elegido de este presente trabajo, potenció su capacidad de acción e intervención en esta
interacción con la Corona, denotando un fortalecimiento notable que los pasa a convertir en

11
Halperín Donghi, Tulio; “Las finanzas de un baluarte imperial, 1791-1805” y “Las finanzas de la guerra
revolucionaria, 1806-1819”, en Halperín Donghi, Tulio; “Guerra y finanzas en los orígenes del Estado
argentino, 1791-1850”, Ed. U. Belgrano, Buenos Aires, 1982., pp88.
12
Grafe, Regina e Irigoin, Alejandra; “Absolutismo negociado: La trayectoria hispana en la formación del
Estado y del Imperio”, en The Hispanic American Historical Review, Vol. 88, N°2, 2008, pp. 173-209., pp.
17.
interlocutores privilegiado del régimen colonial, hecho que pasaremos a estudiar en el
siguiente apartado.

Los comerciantes de Buenos Aires a fines del siglo XVIII. Justificación metodológica y
características.
Exaltar el rol de los comerciantes del Buenos Aires del siglo XVIII cómo un sujeto
político activo en el proceso de mantenimiento y solidificación del lazo colonial con
respecto a la Corona española no solo presupone un abordaje de sus principales
características como grupo o estamento social, sino que primero debemos aclarar el porqué
nos parece que el análisis de estas características es un elemento esclarecedor de la
dinámica misma de una estructura institucional basada en el consenso y la negociación.
Los aportes del sociólogo francés Pierre Bourdieu son retomados en este aspecto, ya que
consideramos que su propuesta de un conocimiento praxeológico 13 donde el análisis de las
prácticas y conductas es inseparable de las condiciones sociales estructurales donde las
mismas se llevan a cabo, puede ser de gran provecho a la hora de comprender dicho
accionar. Los agentes sociales, en este caso los comerciantes, miembros de una élite en
ascenso, definen su propio espacio en torno a la obtención, conservación y expansión de un
determinado tipo de capital, el capital social. Este capital es definido por Bourdieu como
los “[…] recursos potenciales asociados a la posesión de una red duradera de relaciones
más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento mutuo[…]” 14. En este
sentido, conceptos tales como el status, el prestigio y el privilegio son vehículos
potenciadores de los intereses del grupo en cuestión, sobre todo si consideramos que
estamos hablando de una sociedad estamental fuertemente permeada por consideraciones
antiguoregimentales que sin embargo, comienza a ser de a poco sobredeterminada por la
conformación de un nuevo espacio mercantil y productivo.
El análisis de las principales características de esta sociedad está expresado en los
estudios de Susan Socolow sobre el grupo de comerciantes. Haciendo una investigación en
torno a censos y archivos parroquiales, la autora expresa el marcado ascenso de un grupo

13
Bourdieu, P; “The Forms of Capital”, en Granovetter, M. y Swedberg, R. (Eds.), The Sociology of
Economic life, Oxford, Westview Press, 2001, pp. 11.
14
Ídem, pp. 148
heterogéneo y abierto15 donde los comerciantes mayoristas despuntan cómo un subgrupo
destacado en torno a su mayor posesión de capital económico.“La oportunidad económica
en las ciudades que eran importantes centros comerciales produjo un grupo de comerciantes
que prosperó; la prosperidad económica condujo al predominio social y al poder político
local […]”16.
Las diferencias ocupacionales, de edad y de origen son articuladas en base a
necesidades de reconocimiento y prestigio. Las pautas de estrategias matrimoniales y del
parentesco político y ritual cómo medios de mantener y expandir sus conectividades de
tipo relacional son una buena muestra expuesta por Socolow para entender las ansias de
estos sujetos en traducir su nuevo status socioeconómico en términos simbólicos. Este
acceso diferenciado a una importante gama de recursos, teniendo en cuenta el control que
este grupo tenía sobre el comercio, nos hace pensar cómo en un contexto de crisis fiscal, la
Corona no dudó en abrir un espacio de comunicación y negociación con los mismos,
privilegiándolos como un interlocutor necesario para la continuidad del lazo de
dominación. Si bien disentimos con su enfoque de los comerciantes cómo agentes pasivos
de la Corona, nuestra intención es demostrar cómo el accionar de este grupo en ascenso se
constituyó en un elemento de presión y adecuación en la relación con la Corona en base a
los requerimientos fiscales del fines del siglo XVIII.
Este accionar será analizado tomando en consideración dos prácticas fundamentales
que este grupo desarrollaba, por un lado las peticiones y reclamos a través de las Juntas de
Comercio y el Consulado; y por el otro la entrega de préstamos y donativos a la Corona en
tiempos de emergencia bélica. Ambas nos permitirán discernir cómo este nuevo status
adquirido pretende ser mantenido como elemento cohesionador entre élite local y Corona
en un contexto de fuertes amenazas a la hegemonía española en América.

Estructuras corporativas .La representatividad entre la disputa y el consenso.


El ascenso, evolución y consolidación de los sectores comerciantes del Buenos
Aires de fines del siglo XVIII no solamente está ligado a la dinámica de un contexto

15
Socolow enumera a varias familias con una disponibilidad importante de ingresos. Las diferencias entre el
tipo de comercio, productos y lazos con las estructuras institucionales marcaban una profunda heterogeneidad
reflejada en luchas facciosas, por ejemplo entre cargadores y tenderos
16
Socolow, Susan, “Los mercaderes del Buenos Aires Virreinal: Familia y comercio” , Buenos Aires,
Ediciones De La Flor, 1991, pp. 197
mercantil en auge, sino que lejos de ser simples benefactores pasivos, esta élite se mostró
como un sujeto de gran influencia con respecto a las ansias de continuidad y reforzamiento
del orden que la Corona borbónica expresó con sus medidas de carácter político,
administrativo y jurídico. Esta autoridad basada en una negociación continua con los
potentados locales se materializa en la conformación de estructuras corporativas como
nexos articuladores entre una Monarquía necesitada de recursos y una élite local buscadora
de una instancia que la reconozca como interlocutora privilegiada a cambio de
contraprestaciones materiales y simbólicas.
Javier Kraselsky analiza cómo se van conformando los sectores dominantes en la
etapa previa a la revolución de Mayo, focalizando en la prácticas y estrategias que los
comerciantes implementan como corporación, es decir, a través de las llamadas Juntas de
Comercio y su posterior formalización en Consulado. Dando cuenta de su carácter
heterogéneo por el tipo de comercio que desarrollan, Kraselsky divide su estudio en cuatro
etapas. Nuestro interés se reduce a la segunda y tercera, recorrido que va de 1779, fecha en
que se establece una representación política permanente y regulada del cuerpo de
comerciantes cómo Junta, hasta 1797, donde se incluye al antes antagónico cuerpo de
hacendados por decisión real. Insertando su enfoque dentro de una matriz teórica similar a
la de Grafe e Irigoin17, Kraselsky define a las Juntas como un
“[…] recurso de representación de los intereses mercantiles que operaban en
Buenos Aires, pueden definirse como las reuniones del conjunto de comerciantes
que tenían como propósito la resolución de problemas que afectaban tanto al
conjunto, como a una fracción de la comunidad mercantil”18.
La dinámica interna, ya sea con respecto al funcionamiento, elecciones de cargo y
manejo de recursos se definía de una manera jerárquica y excluyente, demostrando su
carácter estamental. La habilitación por parte de la Corona de un nexo de reconocimiento
institucional con respecto a los comerciantes de Buenos Aires se reforzó con la creación del
17
La noción de “centralización corporativa” empleada por el autor se refiere al proceso de formación de
cuerpos representativos de las élites locales americanas, promovidos por la Corona. Estos pasarían a ser
canales para articular el vínculo de dominación, con la finalidad de incrementar el control sin perjudicar sus
intereses. Véase Kraselsky, Javier; “Las estrategias de los actores del Rio de La Plata: Las juntas y el
Consulado de Comercio de Buenos Aires a fines del Antiguo Régimen 1748-1809”, Tesis de posgrado;
UNLP-FaHCE; Memoria Académica, 2011, pp. 29.
18
Kraselsky, Javier; “Las estrategias de los actores del Rio de La Plata: Las juntas y el Consulado de
Comercio de Buenos Aires a fines del Antiguo Régimen 1748-1809”. Tesis de posgrado; UNLP-FaHCE;
Memoria Académica, 2011, pp. 12.
Virreinato en 1776 y la promulgación del decreto de Libre Comercio en 1778 19. La
formalización del cuerpo de comerciantes basado en experiencias previas y en una cohesión
identitaria aseguró para el mismo privilegios y prerrogativas a cambio de su fidelidad. En
un contexto de enfrentamiento bélico casi intermitente, pertenecer a las Juntas como cuerpo
permitía conocer las eventualidades de los conflictos en relación a los riesgos e
incertidumbres, ya sea por los ataques de barcos o por los cambios de precios y la seguridad
de las rutas. En este sentido, las Juntas según Kraselsky, servían como un canal
informativo.
En relación a las necesidades de ingresos por parte de la Corona, las Juntas de
Comercio eran interpeladas como marco recaudatorio y distribuidor de recursos para
trasladar a España. Esta cesión de dinero se daba en forma de préstamos a rédito, o bajo la
forma de donativos forzosos o voluntarios. Según Kraselsky,
“[…] las dos modalidades de extracción de dinero están conectadas entre sí. La
elite que financiaba a la Corona trasladaba al resto de la comunidad los costos de su
fidelidad: los intereses de los individuos que aportaban recursos eran devueltos por el
Consulado a través de la recaudación impositiva”20.
En este sentido toma como ejemplo el caso del pedido de 25.000 pesos para cubrir
los gastos de la declaración de paz con el Rey de Argel en 1786, donde el cuerpo de
comerciantes desembolsa lo estipulado acaparando cómo contraparte la mitad de lo
recaudado en cobro de impuestos por la importación/exportación que se realizase a través
del puerto. Otro ejemplo se dá en 1793 con la declaración de guerra contra Francia, donde
cómo contrapartida, los comerciantes esperan recibir beneficios comerciales, sobre todo
considerando que muchos de los donativos adquirían la forma de empréstitos con su
respectivo interés.
En la segunda etapa analizada por el autor, vemos cómo hacia la década de 1790, las
necesidades recaudatorias de la Corona se incrementan producto de las guerras contra Gran
Bretaña y Francia. A esto se le suma el conflicto con la Diputación del consulado de Lima,
19
Con el objetivo de incrementar la recaudación fiscal, mediante este decreto la Corona terminaba con el
sistema de flotas y galeones monopólico para abrir numerosos puertos , sancionando una práctica que
anteriormente se visualizaba en el contrabando. Se trató de una mayor apertura comercial regulada
internamente.
20
Kraselsky, Javier; “Las estrategias de los actores del Rio de La Plata: Las juntas y el Consulado de
Comercio de Buenos Aires a fines del Antiguo Régimen 1748-1809”. Tesis de posgrado; UNLP-FaHCE;
Memoria Académica, 2011, pp. 128.
hecho que a nuestro entender refleja claramente cómo esta naturaleza diversificada y
distributiva en materia fiscal del Imperio generaba contradicciones donde los sectores
locales pugnaban por sacar ventajas. La reorientación del tráfico mercantil por el flanco
rioplatense claramente disgustaba a las anteriores autoridades virreinales peruanas. La
implementación de fuertes impuestos aduaneros generó en los comerciantes de Buenos
Aires una avalancha de reclamos y peticiones a través de sus apoderados en la Junta,
Manuel Rodríguez de la Vega, Martín de Sarratea y Bernardo Sancho Larrea, con el
propósito de abrir un canal de dialogo autónomo y mutuamente beneficioso. Mediante esta
estrategia, el cuerpo de comerciantes intensifica su estructura corporativa.
Kraselsky también menciona el conflicto con el cuerpo de hacendados cómo otro de
los dinamizadores de la transformación de la Junta de Comercio en Consulado hacia 1794.
La corporativización de estos sectores hegemónicos en la producción y comercialización de
los productos ganaderos comienza a amenazar a los privilegios de los comerciantes
cargadores. En este sentido, el conflicto por el control del mercado de cueros acelera otro
flujo de peticiones y reclamos que solidifica los intereses de los comerciantes, lo cual
termina en la reforma del bando inicial que beneficiaba a los hacendados en un primer
momento. Más tarde, en 1797, los hacendados se integraran en el Consulado. Entre 1794 y
1797 el Consulado funcionará cómo vector recaudatorio para la Metrópoli, siendo
lentamente desplazado por el Cabildo. Como ya observamos, la contrapartida esperada por
los comerciantes cómo reconocimiento de su fidelidad se trasluce en lo que Kraselsky
denomina beneficios laterales, ya sean prerrogativas jurídicas como fuero especial, la
dilación en el pago de determinados impuestos como las alcabalas, o la excepción del
servicio de milicia.
Con todo esto podemos inferir cómo a través de estas prácticas los sectores
comerciantes acumularon un margen de acción propio que los posicionó cómo un sujeto
político autónomo habilitado por parte de la Corona para actuar cómo mediador en casos de
requerimientos monetarios y de fortalecedor del vinculo de dominación cómo estructura
garante de la fidelidad al Rey. Sin embargo, lejos de caer en un consenso totalizador cómo
visión unilateral de la relación entre Corona y élites, proponemos cómo proyecto a futuro
evaluar como ese traslado de los costos al resto de la comunidad por parte de los
comerciantes acreedores puede visualizarse cómo un caso de acción coactiva. Kraselsky
hace mención de cómo en 1794 comerciantes poderosos como Gaspar de Santa Coloma,
Antonio García López, Diego Agüero, Juan Esteban de Anchorena y Manuel Rodríguez de
la Vega colocan su dinero a préstamo. El interés del mismo sería garantizado por el
Consulado mediante un aumento del medio por ciento en concepto de avería 21. En este
sentido pensamos que una suba desmesurada de los precios podría atentar con la
reproducción material de los sectores menos privilegiado del Buenos Aires de aquel
entonces.

Préstamos y donativos. Una práctica social fortalecedora del vínculo colonial.


La capacidad de acceder, obtener y expandir el status social basado en el prestigio
podía significar en una sociedad estamental mucho más que una simple posición social.
Como ya comentamos, el hecho de configurar una red relacional vinculante por parte de
sujetos sociales, en nuestro caso los comerciantes del Buenos Aires del siglo XVIII, se
asociaba a la acumulación de lo que Pierre Bourdieu denomina capital social. Este capital
social se regeneraba mediante el reconocimiento institucional por parte de una determinada
autoridad, la Corona española. En este sentido, el análisis de las prácticas sociales
elaboradas por los comerciantes cómo corporación permite evaluar cómo la Monarquía,
necesitada de recursos ante varios frentes bélicos, legitimaba el acceso a canales
privilegiados de comunicación donde las élites locales podían negociar sus intereses vis a
vis, fortaleciendo el lazo de dominación.
La entrega de donativos y préstamos por parte de los comerciantes a la Corona es
estudiada por Viviana Grieco en “The politics of giving in the Viceroyalty of Rio De La
Plata. Donors, Lenders, Subjects, and Citizens”. En este trabajo la autora enmarca dicha
práctica dentro de la conceptualización negociada y redistributiva del régimen imperial
español en América, tal como lo hacen Grafe e Irigoin. La naturaleza contractual basada en
el pactismo22, hacía de dicha práctica un mecanismo fiscal legitimador de una relación
reciprocitaria donde los donantes o prestamistas, con motivo de demostrar su fidelidad al

21
Kraselsky, Javier; “Las estrategias de los actores del Rio de La Plata: Las juntas y el Consulado de
Comercio de Buenos Aires a fines del Antiguo Régimen 1748-1809”. Tesis de posgrado; UNLP-FaHCE;
Memoria Académica, 2011, pp. 219.
22
Se trata de una tradición política contractualista donde el monarca, lejos de ser una autoridad absoluta, se
encuentra limitado por la ley. Su continuidad en el trono puede ser revocada al no contemplar el bienestar
común de sus súbditos, los cuales le deben su fidelidad y obediencia como contrapartida.
Rey, se desprenden de parte de sus ingresos23. Como contrapartida, reciben el
reconocimiento social cómo interlocutores privilegiados para con las autoridades, pudiendo
de esta manera elevar su status y prestigio. Para Grieco, esta constatación del vínculo
permitía mantener la cohesión en un espacio amplio, haciendo que las elites colaboraran
como articuladoras o nexos de su hegemonía, potenciando sus derechos y prerrogativas a
nivel local.
Focalizándose en primer lugar en el contexto de la guerra contra la Francia
revolucionaria (1793-1795), Grieco retoma el análisis de los situados donde los donativos
se intercalaban con dicho movimiento de recursos entre las diversas tesorerías,
posibilitando a los comerciantes arbitrar esta dinámica como servicio fiscal para la Corona.
Si bien la autora considera la finalidad defensiva de los situados, visualiza cómo los
comerciantes al recolectar estos ingresos, recibían comisiones por parte de las autoridades,
además de adquirir un amplio margen de autonomía en función de sus operaciones
individuales, dando lugar a un alto grado de capitalización de la economía regional. Como
lo expresa directamente en su trabajo “[…] We can conclude that at time of war, donativos
collected in the Viceroyalty of Rio de la Plata were fiscal mechanisms that effectively
capitalized regional and local mercantile and financial networks[…]” 24. Grieco estima que
el donativo ofrecido durante este periodo alcanzó los 260.000 pesos.
Se destaca como el cuerpo de comerciantes funcionó como una especie de banco ya
que la Corona los empleaba cómo fuente de acumulación de capital. El dinero adelantado
era reembolsado mediante la patrimonialización de determinado porcentaje en los ingresos
provenientes de impuestos como la avería en la exportación-importación de metales
preciosos. Al ser los agentes crediticios de la Corona mediante estas prácticas
reciprocitarias, la élite comerciante se posicionaba como interlocutor privilegiado, haciendo
que sus intereses sean de primordial importancia a la hora de esgrimir alguna medida fiscal
o administrativa. En este sentido, “[…] compensations should be proportional to the
contributions, and thus, the size and purpose of their donativo placed the merchants of

23
Se define a los donativos como desprendimientos voluntarios de haberes en socorro al tesoro. En cuanto a
los préstamos, se trata de desembolsos de dinero con el correspondiente interés. En estos últimos se
diferencian los casos de préstamos forzosos y libres. Los segundos eran más redituables desde el punto de
vista económico.
24
Grieco, Viviana; “The politics of giving in the Viceroyalty of Rio de la Plata. Donors, Lenders, Subjects,
and Citizens”, New México, Universitiy of New México Press, 2014, pp. 72.
Buenos Aires on top of the list of beneficiaries[…]” 25. Grieco ve cómo buena parte de los
ingresos provenientes de los donativos no iban a parar a las arcas metropolitanas, sino que
se utilizaban para dinamizar las operaciones comerciales y crediticias en el propio espacio,
contrariando aquella noción del aparato fiscal hispano como un extractor unidireccional
perjudicial a los intereses de la elite local.
Resulta interesante evidenciar cómo el hecho de recurrir a la entrega de donativos y
préstamos comienza a diversificarse desde el punto de vista social, ya que sectores de los
estratos medios de la sociedad estamental también ven en la cesión de recursos a la corona
un medio de acumulación de capital social. Grieco menciona el caso de Doña Francisca del
Risco, una viuda de alta alcurnia económicamente afectada por la muerte de su marido, un
importante funcionario charqueño, la cual decide recurrir a un donativo como medio para
adquirir una cedula real que la libere de su condición de hija ilegitima. Otro ejemplo es el
caso de la familia Ortega y Barón, que al ser perjudicada por las nuevas divisiones
jurisdiccionales, deciden brindar dinero a la Corona en forma de donativos, simulando de
esta forma la compra y venta de oficios.26
La funcionalidad de los donativos cómo mecanismo fiscal capitalizador a beneficio
de la élite de comerciantes encuentra su continuidad en el contexto bélico subsiguiente
contra Gran Bretaña entre 1797 y 1802. La presión fiscal y las desavenencias en las
políticas comerciales con el exterior condicionaron a la metrópoli en su negociación de
poder para con los sectores dominantes locales. Esta necesidad fiscal mayor adquiere su
notoriedad en el énfasis en que las autoridades virreinales hacían su pedido, enlazando el
fervor patriótico y la piedad con la amenazas al bien común y a la religión. Otra medida que
aplicó la Corona fue aumentar las tasas de interés, ya que mucho de estos donativos
tomaban la forma de préstamos. Al sancionarse en 1797 el comercio con los países
neutrales, los comerciantes porteños expanden sus negocios a nuevos mercados
posibilitando así mayores recursos producto de la venta de licencias o los impuestos a la
importación-exportación de bienes. Los vínculos relacionales se intensifican al mediar las
operaciones crediticias cómo movilizadores de negocios comerciales que impactan a lo
largo y ancho del virreinato. Casos como los de Pedro Duval, Manuel de Sarratea o Tomas
Romero son evidencias elocuentes en relación a las nuevas ventajas que el tráfico comercial
25
Ídem pp. 86.
26
Ídem, pp. 1-3.
abierto experimentaba en base a las exportaciones de productos pecuarios y metales, la trata
negrega o la importación de mercancías y textiles europeos 27. En esta etapa Grieco no sólo
observa cómo el valor total de los donativos acumulados se incrementa en un 38%, sino que
destaca cómo la caja de Buenos Aires se constituye cómo marco recaudador general,
provisionándose de los situados que envían las cajas de Potosí, Catamarca, Salta, Jujuy o
Tucumán. Importantes comerciantes como Martin de Álzaga o Gaspar de Santa Coloma
van a ejercer como administradores de estos movimientos de recursos, convirtiéndose
además de prestamistas o donantes, en árbitros de dichos ingresos a invertir, lo cual nos
permitiría confirmar el poderío de dichos sujetos en su rol de nexos vinculantes entre sus
propios intereses corporativos y las necesidades de la Corona.
El agitado contexto internacional y la disputa de intereses a nivel local entre
comerciantes ligados al comercio exterior y otros al regional demuestra que lejos de
esgrimir políticas absolutistas en materia fiscal, la Corona debía mediar entre diversos
intereses para adquirir el consenso de las élites. Sin embargo no vemos en estos casos un
síntoma de debilidad por parte de las autoridades imperiales, sino que al habilitar en un
contexto de emergencia financiera a determinados sujetos del espacio local, la Corona
promovía intereses de una manera recíproca y negociada con dichas grupos, permitiendo la
viabilidad de su dominación.
El estudio de la entrega de donativos y préstamos realizado por Viviana Grieco nos
permite confirmar no sólo la caracterización de la autoridad hispánica en América como
una estructura diversificada y negociada, sino que también nos posibilita observar el
desenvolvimiento de los comerciantes porteños como principales acreedores de la Corona.
Capitalizando una tradición fuertemente afianzada en lo reciprocitario, la monarquía
actuaba guiada por las ideas de consenso y negociación aún después del siglo XVII,
habilitando a determinados cuerpos a interactuar vis a vis con ella. De esta manera se
aseguraba para sí la fidelidad de sus súbditos e ingresos económicos. Como contrapartida,
la obtención de beneficios materiales y simbólicos 28 permitió al cuerpo de comerciantes
constituirse como un sujeto político activo en base a su importancia económica en un marco
27
Ídem, pp. 125.
28
Se entiende en este aspecto como beneficios materiales a la patrimonialización de determinados montos
provenientes de la aplicación de impuestos, la disposición de amplios espacios mercantiles donde invertir el
dinero provisto cómo contribución por los servicios fiscales. En cuanto a beneficios simbólicos podemos
mencionar a los relacionados con la acumulación de status cómo reconocimiento por parte del armazón
institucional rioplatense.
donde se comienza a dar una nueva estructuración de las relaciones de poder. Lejos de ser
una maquinaria omnímoda y autoritaria, vemos que sin dejar de ser el árbitro legitimo en
esta interacción, la Corona debía mediar continuamente con los intereses de los grupos
locales y con las vicisitudes coyunturales de los conflictos bélicos producto de las políticas
expansivas y dinásticas de los Borbones.

Conclusión
A lo largo del presente trabajo de relevamiento bibliográfico hemos intentado
demostrar cómo la élite de comerciantes del puerto de Buenos Aires hacia fines del siglo
XVIII emergió cómo un actor político activo fundamental para la Corona.
Retrotrayéndonos a la pregunta formulada por Jorge Gelman, podemos establecer que las
denominadas Reformas Borbónica tuvieron cómo efecto en esta región una nueva
estructuración del poder a escala local, beneficiando a estos sujetos sociales cómo
integrantes de un nuevo centro administrativo y militar. Esta posición geopolítica potenció
el movimiento de recursos fiscales, sobre todo en un ambiente agitado por los conflictos
bélicos contra otras potencias atlánticas. En contraposición a la mirada que ve en este
paquete de medidas un intento por una mayor domesticación de las elites, podemos ver
cómo en el caso rioplatense, la continuidad de la naturaleza negociada y diversificada del
régimen colonial encuentra su materialización en el ascenso del cuerpo de comerciantes
como interlocutor privilegiado en función de la permanencia del lazo de dominación. Lejos
de ser una maquinaria monolítica y centralista, la Corona habilitaba a estos sectores a poner
en juego sus intereses, capitalizando todo un cuerpo de tradiciones y prácticas que se
fundamentaban en el amor al rey, la fidelidad y la religión.
Centrándonos en su accionar, pudimos ver cómo los comerciantes se desenvolvieron
como agentes activos en función de salvaguardar sus propios intereses, convirtiéndose así
en un interlocutor privilegiado. Las peticiones y reclamos a través de estructuras
corporativas como las Juntas de Comercio y el Consulado, el arrendamiento de impuestos o
la entrega de donativos y préstamos conforman claras evidencias de la naturaleza
redistributiva del régimen colonial hispanoamericano, ya que mediante estos canales, se
constituían las arenas de negociación necesarias para la continuidad del control hegemónico
en la región. Como contrapartida recibían beneficios materiales cómo la dilación en el pago
de determinados impuestos, la patrimonialización de determinado porcentaje de ingresos
cómo especie de reembolso por el capital adelantado, o la excepción del servicio de
milicias. Estos privilegios se complementan con las ansias de extender y renovar las redes
de reconocimiento institucional, acumulando de esta manera lo que Pierre Bourdieu
denomina “capital social”.
Si bien destacamos con énfasis la base de consenso que estructuraba esta interacción entre
Corona y élites, nos preguntamos si la suba de precios producto de la monopolización de la
recaudación por parte de los sectores comerciantes podría analizarse cómo una medida
coactiva con respecto a aquellos sectores sociales carentes de recursos. De esta forma la
base de consenso y negociación entre Corona y élites se fortalecería en función del
socavamiento del poder adquisitivo local.
Sostenemos que las prácticas estratégicas de estos sectores en ascenso cómo
mecanismo de adecuación y presión con respecto a las políticas fiscales provenientes de la
Metrópoli no ponen en cuestión a dicha autoridad, vértice político que funcionaba como
elemento cohesionador del orden. Si bien durante el periodo comprendido se observa una
maquinaria necesitada de recursos fiscales que comienza a evidenciar síntomas de crisis, no
va a ser sino hasta 1808, con el derrumbe total de la estructura política española, donde
aquel panorama reciprocitario basado en el consenso y el mutuo reconocimiento
representativo comience a agrietarse, poniendo en cuestión el lazo colonial de dominación.

Bibliografía
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