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1987 - Editorial
LA DIRECCIÓN
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Protección Contra Incendio
Por el Auxiliar Superior de 1º (j) Bautista José Maneire (Ing. Civil)
Prof. Academia Superior Estudios Policiales.
RESUMEN
1. El Decreto 351/79, reglamentario de la Ley nº. 19587 de Higiene y Seguridad en el
Trabajo, incluye en su Capítulo 18 nuevas normas de Protección Contra Incendio aplicable a los
establecimientos que se instalan, amplíen o modifiquen sus instalaciones. Los establecimientos en
funcionamiento o en condiciones de funcionamiento deberán cumplimentar asimismo dichas
normas, atendiendo a las circunstancia de cada caso y a los fines provistos por la Ley.
3. En contraposición con las normas anteriores que tienen un carácter general, el sistema
ahora instituido contempla el problema del incendio para cada edificio en particular. A esto fines,
puede detectarse con razonable aproximación el “incendio asociado” y, en función del mismo y del
“riesgo” que presenta el establecimiento, es posible llegar a soluciones económicas sin perjuicio de la
seguridad.
Para lograr estos objetivos se tienen en cuenta dos aspectos básicos en la concepción del
edificio: diseño y estructura. El estudio de las características de los medios de escape, la
sectorización, la resistencia al fuego de los distintos elementos constructivos, las condiciones de
seguridad de las instalaciones y el equipamiento necesario para cada caso particular, pertenecen al
dominio de esta rama de Protección.
1.2.4. La división de la Protección Contra Incendio en las tres ramas que veníamos
contemplando es puramente formal y se realiza al solo fin de ordenar y facilitar los estudios. No
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constituyen dichas ramas “compartimientos estancos”: sus reglamentos y normas, frecuentemente
se ocupan de temas comunes a dos o más de ellas.
2.1. Desde el punto de vista gramatical, el incendio se defina como “el fuego grande que
abraza lo que no debe arder”. Jurídicamente, en la legislación argentina, el incendio –como delito- se
consuma al crearse un peligro común (ver Código Penal Art. 186).
3.1. En los cálculos estructurales, las variaciones de temperatura sólo se tienen en cuenta para
estructuras importantes y siempre dentro de los límites de los desniveles estacionales. En estructuras
comunes pueden no considerarse en el cálculo estático estas influencias, pero en este caso deben adoptarse
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disposiciones constructivas (juntas de dilatación) tendientes a permitir el desplazamiento de las estructuras y
evitando, por consiguiente, la introducción de tensiones adicionales por esta causa.
Para la Capital Federal se ha constatado una temperatura media en invierno de +10°C y en verano
de +20°C y se admiten las siguientes, como mínima y máxima: -3°C y +38°C respectivamente (ver Código de la
Edificación, Artículo 8.6.1. 1.h). En los cálculos, en general se adopta una variación de temperatura de 28°
Centígrados.
El incendio, que produce efectos térmicos mucho más importantes se considera como un evento
excepcional.
3.2. La investigación científica sobre el desarrollo y la propagación del fuego y los métodos
adecuados para su prevención y dominio, se basa fundamentalmente en la experiencia que surge de la
intervención en casos reales y en la experimentación en laboratorio. Esto es así, en virtud de los numerosos
factores intervinientes que dificultan el tratamiento generalizado.
3.3
"No hay dos incendios iguales". Esta expresión coman en el léxico de los Bomberos, revela
precisamente la multiplicidad de formas y matices propias del fenómeno ígneo, originadas en el gran número
de variables que lo caracterizan.
Mencionarnos a continuación algunas de estas variables, que se pueden agrupar en tres grandes
grupos, a saber:
C) Condiciones ambientales:
- Presión,
- Temperatura,
- Humedad relativa,
- Viento (intensidad y dirección) etcétera.·
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3.2.1. Estas variables además, pueden influenciarse entre sí. A título de ejemplos -por
supuesto, no taxativos- se citan a continuación algunas relaciones.
3.4.
1) Temperatura alcanzada,
2) Cantidad de calor desarrollado,
3) Duración.
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a) Fase I, que se corresponde con el PERIODO PRELIMINAR, caracterizado por un régimen
confuso y complejo, durante el cual las temperaturas crecen lentamente en función del tiempo
debido a que el calor producido se aplica a elevar la temperatura del combustible, la del aire
circundante y las zonas del local vecinas al foco de fuego.
En este período las temperaturas difieren sensiblemente de un punto a otro del local en
en fuego y la variación del valor medio de las mismas está relacionada con un gran número de
parámetros.
3.3.2. Por supuesto que cada incendio tendrá su propia representación gráfica, variando
la duración de las fases y la máxima temperatura alcanzada.
Del análisis de familias de curvas de incendios individuales con los más altos valores
registrados durante un lapso apreciable puede llegarse a establecer una curva "standard", o curva
característica tiempo-temperatura, como envolvente de aquellas. De esta manera, todo punto de la
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curva "standard" se corresponderá con un par de valores de tiempo y temperatura siempre superior
a los efectivamente registrados.
3.3.3. En la figura: 3.3.3. se muestra la forma que presenta, en general, una curva
característica tiempo-temperatura, relacionándola con un incendio real que la sobrepasa y con un
incendio lento.
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La importancia de esta curva reside en su utilización como programa térmico en los
ensayos de incendio que, para la determinación de la resistencia al fuego, se realizan en hornos
normalizados.
La máxima cantidad de calor desarrollada estaría dada por la suma de los productos de
los pesos de los materiales combustibles presentes por su respectivos poderes caloríficos; es decir,
considerando la combustión completa y en ausencia de dispersiones.
3.4.1. Con miras a simplificar resulta conveniente referir los materiales presentes a un
combustible “standard”, adoptándose a tal efecto la madera con poder calorífico (4.400 Cal/Kg (18,41
MJ/Kg). En este caso, designamos con Pi los pesos en Kg de los materiales combustibles y con Ki los
respectivos poderes caloríficos en Cal/Kg el peso en Kg de madera equivalente se obtendrá de la
relación:
n
Pm. 4.400 Cal/Kg. = ∑ Pi . Ki
I=1
De donde se deduce:
n
∑
I=1 Pi.Ki
Pm= ----------------------------
4.400 Cal/Kg.
(1)
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q f = Pm/S (2)
3.4.2. Supongamos, por ejemplo, que en un sector de incendio de superficie S= 300 m2. se
encuentra la siguiente carga de combustible:
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∑
Pm = 1=1 Q1 / km = 59.618.200 cal./4.400 Cal/Kg.= 13.549,6 Kg.
Y la carga de fuego:
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3.4.3. En el cálculo de la carga de fuego se incluyen todos los materiales combustibles
presentes en el sector considerado; aún los incorporados al edificid mismo (pisos, cielorrasos,
revestimientos, puertas, etcéteras).
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3.5. En los incendios puede estimarse en forma suficientemente aproximada el
valor de las temperaturas alcanzadas, relacionándolas con el color de la luz emitida.
La correlación es la siguiente:
3.5.1. Para la medición de las temperaturas durante el proceso del incendio se utiliza
el instrumental adecuado. Entre los aparatos más comunes citaremos los pirómetros ópticos y los de
radiación.
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Con posterioridad al siniestro es posible también apreciar los rangos de las temperaturas
alcanzadas mediante la observación de las modificaciones del estado físico de ciertos elementos que
integran por lo común las instalaciones del edificio o su mobiliario. Otra posibilidad surge del análisis
de los daños estructurales y de la coloración característica que asumen ciertos materiales a
determinados niveles térmicos."
3.6. Existe una correlación entre la carga de fuego y la duración probable del incendio
(tiempo en que se alcanzan las máximas temperaturas). Esta predicción puede hacerse a través de
curvas resultantes de ensayos, basadas en la cantidad necesaria de madera ideal con cuya
combustión completa se alcanza, para cada par de valores tiempo-temperatura la curva "standard".
Una expresión aproximada -utilizada para cargas de fuego de hasta 150 Kg/m2.- es la
siguiente: D=0,02 q (4).
Por ejemplo, para una carga de fuego de 25 kg./m2. puede esperarse duración del
incendio de 30 minutos; para una carga de fuego de 100 kg./m2. de 2 hs. etcétera. –
Las exigencias de la protección tienen que contemplar también la índole del riesgo desde
el punto de vista de la reacción al fuego de los materiales combustibles predominantes y de la
velocidad de combustión de los mismos- ya que esa característica se relaciona con una intervención
oportuna de los servicios de extinción.
Algunos de los factores positivos (disminuyen el grado de peligro) son los siguientes:
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a) las instalaciones de avisadores o detectores de incendio;
b) las instalaciones de rociadores automáticos;
d) Ia presencia constante de personal de vigilancia y serenos;
e) el equipamiento y la capacitación profesional del personal de extinción;
f) disposiciones constructivas o instalaciones especiales que contemplen el problema de
incendio, etc.
Una correcta evaluación del riesgo de incendio y de los factores concurrentes así mismo
puede dar lugar a la formulación de soluciones alternativas a las exigidas, que representen una mayor
economía sin perjuicio de la seguridad. Asimismo, la mayor precisión en la determinación de la
resistencia al fuego (Ap. 3.3.3.) y la amplia variedad de gradaciones útiles de la misma abren un vasto
campo para la investigación de los materiales constructivos desde el punto de vista del incendio.
1. Requisitos Fundamentales
1.1. Para cumplir con los objetivos de la protección contra incendio del decreto
351/79 en su Capítulo 18 y Anexo VII, contempla los siguientes requisitos fundamentales:
Es decir que se prevé un sistema de autodefensa del edificio mismo con la finalidad
primordial de salvar vidas y para evitar que, a consecuencia del siniestro, se produzcan lesiones
irreparables.
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2. Riesgo de Incendio
El decreto 351/79 amplía el campo de riesgo hasta ahora reconocido –en el Código de la
Edificación de la Ciudad de Buenos Aires- introduciendo dos nuevos grados: combustible e
incombustible. El primero, combustible, como valoración intermedia entre las clasificaciones, clásicas
de los materiales en muy combustible, poco combustible permitiendo lograr una mayor flexibilidad
en la aparición del peligro de incendio y posibilitando, por lo tanto, soluciones más económicas sin
perjuicio de la seguridad. El segundo, incombustible, para llenar un notorio vacío en la gradación
anterior que no contemplaba las características de ciertos materiales (el acero, por ejemplo).
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2. Inflamable de segunda categoría: si el punto de inflamación momentánea
está comprendido entre los 41º C y 120º C; por ejemplo: Kerosene, aguarrás,
ácido acético y otros.
Si el punto de inflamación momentánea excede los 120º C se lo clasifica como muy
combustible.
c) Muy combustible: materia que expuesta al aire puede ser encendida y continúa
ardiendo una vez retirada la fuente de ignición; por ejemplo: hidrocarburos pesados,
madera, papel, tejidos de algodón, etcétera.
d) Combustible: materia que puede mantener la combustión aún después de suprimida
la fuente externa de calor; por lo general necesita un abundante aflujo de aire; en
particular se aplica a aquellas materias que pueden arder en hornos diseñados para el
ensayos de incendio y a las que están integradas por hasta un 30 % de su peso por
materias muy combustibles por ejemplo: determinados plásticos, cueros, lanas, maderas,
y tejidos de algodón tratados con retardadores, etc.
e) Poco combustible: materia que se enciende al ser sometida a altas temperaturas, pero
cuya combustión invariable cesa al ser apartada de la fuente de calor; por ejemplo:
celulosa artificial y otras.
f) Incombustible: materia que al ser sometida al calor o llama directa puede sufrir
cambios en su estado físico, acompañados o no por reacciones químicas endotérmicas,
sin formación de materia combustible alguna; por ejemplo el hierro, plomo, etc.
g) Refractaria: Materia que al ser sometida a altas temperaturas, hasta 1.500º C aún
durante períodos muy prolongados, no altera ninguna de sus características físicas o
químicas; por ejemplo; amianto, ladrillos refractarios, etc.
2.1.2. Como alternativa para clasificar los materiales o productos en "muy combustibles"
o "combustibles" puede tenerse en cuenta la velocidad de combustión de los mismos, que se define
como la pérdida de peso por unidad de tiempo. A estos fines se relaciona la velocidad de combustión
del material analizado con la de un combustible normalizado (madera apilada, en estado de densidad
media y superficie media). Si la relación es igualo mayor que la unidad, el material se considerará
como "muy combustible" y si es inferior a la unidad podrá clasificarse como "combustible".
Es decir:
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presentan una superficie exterior muy reducida con relación: a la que ofrecerían en estado de mayor
subdivisión, siendo en consecuencia en estos últimos más rápido el ataque por el fugo.
Algunos valores característicos, aproximados, del coeficiente “m” (ver fórmula 1) se dan
en el Cuadro 2.1.2.1.
Se tiene en cuenta, de esta manera, a los materiales o procesos que pueden originar de
concentraciones de polvo o pelusa en los ambientes industriales, ya sea en suspensión o depositado
en techos, paredes, maquinarias, artefactos luminosos, etc. El riesgo de incendio se ve aquí
enormemente aumentado por la velocidad de combustión, que puede alcanzar valores elevadísimos
y aún de carácter explosivo.
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3. Comportamiento de los materiales de construcción
3.1. El comportamiento ante la acción del fuego de los materiales de construcción puede
contemplarse desde dos puntos de vista: la reacción al fuego y la resistencia al fuego.
Por supuesto que el fenómeno ígneo es tan complejo y particularizado que los ensayos de
incendios sólo contemplan aspectos parciales del problema, cuya evaluación final no puede
independizarse; de la experiencia que surge de la observación de los hechos reales. En este sentido;
debe tenerse presente que toda pretensión de asimilación directa de los resultados de un ensayo de
laboratorio a la realidad del comportamiento en el incendio, puede ser aleatoria.
3.2. En nuestro medio, los ensayos de incendio más comunes se realizan en hornos
normalizados siguiendo un programa térmico determinado por una curva característica tiempo-
temperatura. También se efectúan experiencias alternativas mediante soplete a gas de llama
calibrada.
4. Resistencia al fuego
4.1. La curva cronométrica utilizada en los ensayos en hornos antes citados responde a la
siguiente expresión (sin aprobación oficial).
En la tabla 4.1 se dan las coordenadas resultantes de aplicar la (2) a algunos valores
característicos de tiempo.
4.1.1. La temperatura en los hornos se genera por combustión de madera, gas o fuel Oil.
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La mediación de temperatura se efectúa con termocuplas, tomando la media de estas
lecturas.
Los elementos a ensayar deben ser construidos tal como han de emplearse de la realidad
y de las mayores dimensiones posibles. Todos los elementos deben estar cargados, durante el ensayo
con carga admisible teórica.
DT/DT ºC/MIN - 25,01 12,55 8,38 4,19 2,10 1,40 1,05 0,70 0,52 0,35
T MIN 0 5 10 15 15 30 60 120 180 240 360
De la observación de este gráfico y la tabla 4.1. surge que, en el ensayo, los 800º C se
alcanza en un tiempo relativamente breve (los primeros veinte minutos); los 1000º C después de una
hora y que luego la temperatura crese lentamente hacia los 1200º C. En la realidad, un incendio no se
desarrolla nunca de acuerdo con la curva característica; en general, las temperaturas que se alcanzan
en el incendio real son inferiores a las de la curva “standard” salvo el piso (valor máximo) que pueden
sobrepasarla.
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4.2. La expresión resistente al fuego es una convención relativa que expresa la propiedad
de un material o elemento constructivo, en virtud de la cual se lo considera apto para resistir la
acción de un incendio durante un tiempo de terminado.
En rigor, no existe ningún material que sea perfectamente resistente al fuego; es decir,
que conserve inalterable indefinidamente sus propiedades características. En consecuencia, el
concepto de resistencias al fuego está forzadamente limitado en el tiempo.
Es del caso aclarar, además, que el término “resistencia al fuego” no es del modo alguno
sinónimo de “incombustible” la incombustibilidad es condición necesaria pero no suficiente. Es el
caso por ejemplo, del acero: es material incombustible, pero sus propiedades características decaen
notablemente con las altas temperaturas, disminuyendo por consiguiente su resistencia mecánica.
Otro ejemplo lo ofrece el comportamiento ante el calor de las piedras naturales: siendo
incombustible no son, en general resistentes al fuego y, especialmente bajo la acción de bruscas
variaciones de temperatura, se hienden o quebrantan.
4.2.1. La resistencia al fuego aparece, pues como una cualidad de índole muy compleja
mucho más que la incombustibilidad que está íntimamente reflejada con la fundición que el material
o elemento constructivo debe desempeñar.
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Una puerta metálica, por ejemplo, es incombustible pero pada poder considerarse
resistente al fuego, debe ser protegida adecuadamente de modo que bajo la acción del calor no se
deforme hasta el punto de permitir el pasaje del humo y llamas. Además, aún que en el caso de
deformarse siguiera manteniendo esa condición de estanquidad, tampoco debe trasmitir calor entre
una y otra cara en cantidad suficiente como para determinar la propagación del fuego a materiales
combustibles ubicados en las proximidades de esta última. Es decir que una puerta resistente al
fuego debe ser relativamente indeformable y tener bajo coeficiente de conductibilidad térmica,
pudiendo ser para determinados rangos de esa resistencia –también de madera-.
4.2.2. Las clases de resistencias al fuego normalizadas son las que se indican en la Tabla
2.2.2. Se dedignan con la letra “F” seguida de número que indica el tiempo en minuto durante el cual,
en un ensayo indicado, el material o elemento constructivo conserva su cualidad.
RESISTENCIA AL FUEGO
CLASE DURACIÓN (min) DENOMINACIÓN
F30 30 RETARDADOR
F60 60
F90 90 RESISTENTE AL FUEGO
F120 120
F180 180 ALTAMENTE RESISTENTE AL FUEGO
4.2.3. Para clasificarse en las distintas categorías los materiales deben cumplir una serie
de requisitos, que fijarán las normas a dictarse. Un proyecto de norma es el que se ofrece a
continuación:
4.2.3.1. Para clasificarse en la clase F30 de resistencia al fuego, los materiales deberán
cumplir las siguientes condiciones:
a) Los elementos constructivos que cierran el sector de incendio deberán impedir el paso
del fuego en el ensayo durante más de 30 minutos como mínimo.
b) No deberán presentarse gases inflamables o tóxicos en la cara opuesta al fuego.
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c) En la cara opuesta al fuego no se deberá registrar una elevación de la temperatura
promedio mayor de 140° C por encima de la temperatura inicial de la probeta al
comenzar el ensayo. En ninguno de los puntos de medida la elevación de temperatura
superará en 180º C la temperatura inicial.
d) Las paredes deberán conservar su espesor al final del ensayo adadmitiendose huecos
de hasta 10 mm. de profundidad como máximo, o bien deberán resistir el impacto de
una esfera de acero de 2 kg. sobre una probeta de 2x2 m.
e) Los elementos constructivos portantes bajo su carga de servicio y los no portantes bajo
su propio peso, no deberán presentar fallas durante el ensayo.
f) En todos los elementos estructurales solicitados total o predominantemente a flexión,
la velocidad de flexión no podrá sobrepasar durante la solicitación por el fuego el valor
de:
∆/f/∆t + 12 / 9000 h
Dónde:
4.2.3.2. Para clasificarse como resistente al fuego F60, los materiales y estructuras
deberán cumplir con las condiciones establecidas en el apartado anterior durante un lapso de 60 min.
4.2.3.3. Para clasificarse como resistente al fuego F90, los materiales y estructuras
deberán cumplir con las siguientes condiciones:
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4.2.3.4. Para clasificarse como resistente al fuego F120, los materiales y estructuras
deberán cumplir con las condiciones establecidas en 4.2.3.3. durante 120 min.
4.2.3.5. Para clasificarse como resistente al fuego 180 los materiales y estructuras
deberán cumplir con las siguientes condiciones:
4.2.3.6. Las estructuras que soporten cubiertas de peso promedio igual o menor de 40
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Kg./m y las cubiertas deberán cumplir, para los distintos elementos que componen el sector de
incendio, con los siguientes requerimientos independientemente de los que les correspondan de
acuerdo al riesgo de incendio:
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ACTIVIDAD CLASIFICACIÓN DE LOS MATERIALES SEGÚN SU COMBUSTIÓN
PROMEDIO
RIESGO 1 RIESGO 2 RIESGO 3 RIESGO 4 RIESGO 5 RIESGO 6 RIESGO 7
RESIDENCIAL
NP NP R3 R4 - - -
ADMINISTRATIVO
COMERCIAL
INDUSTRIAL R1 R2 R3 R4 R5 R6 R7
DEPÓSITO
ESPECTÁCULOS -
NP NP R4 R4 - -
CULTURA
REFERENCIAS
Riesgo 1 = Explosivo
Riesgo 2 = Inflamable
Riesgo 3 = Muy Combustible
Riesgo 4 = Combustible
Riesgo 5 = Poco Combustible
Riesgo 6 = Incombustible
Riesgo 7 = Refractario
NP = No Permitido
El riesgo 1 Explosivo se considera solamente como fuente de ignición.
La tabla 4.3.1. y 4.3.1.b. dan los valores resultantes, tal como se establecen en el anexo
VII del Decreto 351/79.
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TABLA 4.3.1.b. RESISTENCIA AL FUEGO EXIGIBLE PARA LOCALES VENTILADOS MECÁNICAMENTE
CARGA DE FUEGO RIESGO 1 RIESGO 2 RIESGO 3 RIESGO 4 RIESGO 5
Hasta 15 Kg/m2 - NP F60 F60 F30
Desde 16 Kg/m2 hasta 30 Kg/m2 - NP F90 F60 F60
Desde 31 Kg/m2 hasta 60 Kg/m2 - NP F120 F90 F60
Desde 61 Kg/m2 hasta 100 Kg/m2 - NP F180 F120 F90
Más de 100 Kg/m2 - NP NP F180 F120
Nota: NP = No Permitido
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PROTECCIÓN CONTRA INCENDIO III
Diseño y estructura aparece, pues, unidos para lograr una protección básica contra
incendio, que deben nacer con el proyecto mismo.
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1.2. La realidad del incendio muestra que sus consecuencias son tanto más graves cuanto
más se aparta el diseño del edificio y la materialización de su estructura de una efectiva protección
estructural.
El incendio declarado, por otra parte suele poner en evidencia los defectos y vicios de la
construcción que, frecuentemente son los verdaderos responsables de los daños o derrumbes
originados durante el desarrollo del siniestro y aún con posterioridad al mismo. Debe afirmarse, por
otra parte que el derrumbe de un edificio a consecuencia de un incendio no es admisible; revela una
deficiente concepción, una mala construcción o un uso inadecuado.
Los daños estructúrales no siempre son detectables por la simple inspección ocular. La
estructura, aparentemente intacta, puede haber sido afectada en su capacidad portante por la
disminución de su propia resistencia mecánica. Por estas -circunstancias el Decreto 35 1/79 establece
que toda estructura que haya sufrido los efectos de un incendio debe ser objeto de una pericia
técnica que investigue sus condiciones de resistencia y estabilidad antes de procederse a su
rehabilitación.
1.4. La influencia del diseño en la protección estructural tiene un carácter esencial. Debe
afirmarse que no puede haber razones de ninguna especie que puedan anteponerse a la seguridad de
un edificio, frente a un tipo de siniestro cuya posibilidad nunca debe descartarse totalmente.
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En el criterio del proyectista debe llegarse a una simbiosis entre estética y seguridad. En
caso contrario puede construirse hermosas trampas que se pondrán en evidencia en el incendio
eventual.
1.5. La protección estructural, por fin, presenta características particulares para cada
edificio, en función del riesgo que su uso representa. Esta circunstancia, al excluir las
generalizaciones, introduce la ecuanimidad en las exigencias.
2. El criterio de la sectorización
En general, un sector de incendio debe abarcar como máximo una planta del edificio a
proteger, exceptuándose de esta norma únicamente los casos justificables por razones constructivas
o de operatividad (entrepisos abiertos; garajes en varias plantas; industrias de proceso continuo, etc.)
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Figura 2.1. Sectorización
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d) La convivencia de segregar las áreas de distinto riesgo, a fin de lograr soluciones
más económicas.
e) La posibilidad de agrupar actividades compatibles son perjuicio de los aspectos
funcionales, a fin de simplificar la diagramación de los medios de escape, etc.
2.2.1. Las normas indican que cuando un sector de incendio es de riesgo 3 “muy
combustible” debe subdividirse de modo que los ambientes resultantes no exceden los 1.000 m2,
pudiendo llegarse hasta los 2.000 m2. si se cubre todo el ambiente excedido en superficie con
rociadores automáticos. Si se trata de riesgo 4 “combustible” la superficie máxima de cada ambiente
no podrá exceder los 1.500 m2. a menos de que se cubra toda el área de rociadores automáticos, en
cuyo caso podrá ampliarse hasta los 3.000 m2.
La subdivisión de los sectores se realizará con muros cortafuegos, cuya abertura de paso
debe clausurarse automáticamente, en caso de incendio, con puertas dobles de seguridad contra
incendio (P.D.S.C.I.). La resistencia al fuego de estos elementos divisorios será la correspondiente al
sector mismo (fig. 2.2.1.).
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exigencias anteriores del Código de la Edificación de la Ciudad de Buenos Aires (Art. 4.12.2.2.) que no
reconoce el riesgo “combustible” y que para el “muy combustible” fija la superficie máxima de cada
ambiente en 1.000 m2., sin excepción. En lo referente a los muros cortafuegos las exigencias
anteriores eran uniformes, construido con ladrillos comunes macizos o en hormigón, con espesores
mínimos de acuerdo a su altura.
ESPESOR
ALTURA LIBRE DEL MURO
Ladrillo Hormigón
Hasta 4.00 m 0.30 0.07
Más de 4.00 0.45 0.15
Las nuevas normas (Decreto 351/79) exigen para los muros cortafuego una resistencia al
fuego similar a la del sector de incendio a dividir, sin preestablecer materiales o dimensiones. Por
supuesto que estos muros deberán cumplir, además, requisito de resistencia a la rotura por
compresión, resistencia al impacto, conductibilidad térmica; relación altura/espesor y disposiciones
constructivas que, en cada caso, establecerán las reglamentaciones correspondiente.
En la construcción de estos muros debe tenerse especial cuidado en evitar que los
conductos o tuberías emplazados en los mismos puedan permitir el paso del fuego, humo o gases del
incendio de uno a otro ambiente.
En caso de plantas con techado metálico, el muro cortafuego rebasará como mínimo 0,50
m. el punto más alto de la cubierta. Esta disposición no es necesaria cuando se trata de entrepisos de
hormigón armado.
Hay muchos motivos por los cuales la sectorización puede no lograr se adecuadamente en
la práctica. En algunos casos la falla puede ser leve y sus consecuencias no significativas desde el
punto de vista de la seguridad; en otros el deterioro puede ser más serio.
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La efectividad de los muros resistentes al fuego, aparte de La influencia negativa de los
factores arriba indicados, se ve afectada muchas veces por perforaciones para cables, conductos y
conexiones para las varias instalaciones del edificio.
En la práctica, los orificios más comunes se producen por un sellamiento ineficaz del
espacio entre conductos y muros, o entre las mismas canalizaciones, cuando un grupo de ellas pasa
por un mismo agujero.
2.3.2. En muchos edificios hay espacios ocultos por encima de cielorraso suspendidos,
detrás de tabiques, etc., cuyas dimensiones son variables.
Si no se toman las medidas precautorias del caso, eliminando los elementos combustibles
y sectorizando los espacios ocultos, el peligro potencial que estos representan es muy grande, ya que
el fuego puede propagarse a través de los mismos.
35
Una consideración particular merece el hecho de la propagación vertical de los incendios,
en estos edificios, a través de las fachadas.
2.3.3. Es indiscutible que en los "Edificios de altura" las disposiciones de seguridad contra
incendio deben ser particularmente severas.
Entre los distintos criterios utilizados para definir qué se entiende por edificio de altura
nos inclinemos –en virtud de su validez general- por el que expresa que se trata de un inmueble que
debe tener su autodefensa contra el fuego y en la cual los incendios tienen que ser combatidos
internamente, al superar su altura al alcance de los equipos de bomberos del área que está ubicado.
Una vez que las ventanas dl frente hacen explosión, es frecuente que el incendio se
propague de planta a planta. Los antepechos y salientes horizontales se oponen a veces a esa
extensión del incendio, pero no son absolutamente seguros. A demás, en muchísimos casos no
existen esos elementos y las fachadas son prácticamente acristaladas en su totalidad.
3.1. Un medio de escape puede estar constituido, en general por tres secciones:
El trayecto a través del mismo debe realizarse por pasos comunes, libres de todo tipo de
obstrucciones y no estará interrumpido por locales de uso diferenciado.
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resolverse por similitud de riesgo, debiendo ser aprobada expresamente por autoridad competente,
teniendo en cuenta que cada unidad de uso debe tener acceso directo a los medios de escape.
3.1.2. Las puertas que comuniquen a un medio de escape abrirán de modo que no
reduzca el ancho del mismo, serán de doble contacto y cierre automático tipo hidráulico (no se
admiten los dispositivos de cierre a resorte). Su resistencia al fuego, de acorde al Decreto 351/79,
debe ser la misma del sector a que corresponda, con un mínimo de F30. Las puertas incluidas en el
trayecto de un medio de escape abrirán en el sentido de salida.
La resistencia al fuego de las puertas de escape debe certificarse con los ensayos de
resistencia al fuego correspondiente, en los que se determinan el tiempo durante el cual el elemento
de ensayo no permite el pasaje de llamas y humo, colapso, elevación excesiva de temperatura en la
cara no expuesta o disminución de las características de operaciones.
3.1.3. Para una resistencia al fuego F30, las puertas pueden ejecutarse en madera maciza
de 4 cm. de espesor, formadas con piezas ensambladas y no yuxtapuesta. Se utiliza madera dura o
semidura, siendo de interés el bajo contenido de resinas, liviandad de peso, resistencia a los hongos y
a la descomposición y aptitud para soportar la inserción de clavos sin dar lugar a astilladuras o
hendiduras.
3.1.4. Para resistencias al fuego superiores las puertas se construyen en chapa de acero,
formando cajón con elementos separados por juntas aislantes, con todos sus herrajes y accesorios
atornilladas y remachados no soldados al marco y/o puerta. El núcleo se constituye con materiales
aislantes, de acuerdo a la resistencia al fuego a obtener. En general, estas puertas no deben tener
superficies vidriadas.
Los marcos, construidos en chapa de acero, sé hacen de igual ancho que los muros y
deben anclarse firmemente a estos últimos y al piso.
3. 1.5. A sólo título orientativo, ya que se carece de normas locales al respecto, se dan a
continuación algunas características aconsejables para las puertas de escape:
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d) Altura máxima: 2,40 m.
e) Luz máxima entre puertas y piso: 6 mm.
f) Luz máxima entre puertas y marcos: 3 mm.
g) Luz máxima entre bordes (en puertas de dos hojas): 3 mm.
h) Ancho mínimo de la cubrejunta (para el contacto exterior): 25 mm.
i) El mecanismo cierrapuertas deberá montarse sobre chapas de refuerzo.
La máxima fuerza para vencer la sobrecarga del mecanismo de apertura deberá ser de 4,5
kg. aplicada en el picaporte, la mínima será la necesaria para mantener la puerta cerrada.
3.2. A los efectos del cálculo de las dimensiones de los medios de escape, los Códigos y
Reglamentos emplean dos métodos básicos;
Suponiendo que la escalera fuera un lugar seguro –libre de fuego, humos y gases de
incendio- un tiempo de evacuación reducido no sería una condición esencial y la marcha podría ser
más reposada.
Este es el método que utiliza el Código de la Edificación de la Ciudad de Buenos Aires (Art.
4.7.7.1.). –
Este es el método que utiliza el Decreto 351/79, reglamentario de la Ley Nacional nº.
19.587 (Higiene y Seguridad en el Trabajo).
3.2.2. En la ya citado Art. 4.771 del Código de la Edificación se expresa, entre otros
conceptos:
1. La planta de la escalera se calcula sobre la base de una persona por cada 0.25 m2. de
área neta de escalones, rellanos y descansos incluidos dentro de la caja,
38
comportándose los rellanos situados al nivel de los pisos, sólo en un ancho igual al de
la escalera.
2. Cuando el número de ocupantes de un piso sea mayor que 80 hasta 160, el excedente
sobre 80 se puede acomodar en los rellanos situados al nivel del piso a razón de una
persona por cada 0.25 m2.
3.2.3. En el método por tráfico adoptado por el Decreto 351/79, los factores que
intervienen en el dimensionamiento son los siguientes:
3.2.3.1. La u.a.s. se define como el espacio para que las personas puedan pasar en una
sola fila.
Tratándose de edificios nuevos, la norma fija para las dos primeras u.a.s. 0,55 metros para
cada una y 0,5 metros para las restantes. Cuando se trate de edificios antiguos, donde no resulten
posibles las ampliaciones, pueden administrarse anchos menores (ver cuadro).
Cuadro 3.2.3.1.
3.2.3.2. La cantidad de personas que pueden salir por una salida o bajar por una escalera,
es aproximadamente de 40 por u.a.s. y por minuto. Este guarismo, denominado coeficiente de salida
surge como un promedio de experiencias de evacuación.
39
3.2.3.3. Factor de ocupación
USOS X en m2
SITIOS DE ASAMBLEAS, AUDITORIOS, SALAS DE
5
CONCIERTO, SALAS DE BAILE
EDIFICIOS EDUCACIONALES, TEMPLOS 2
LUGARES DE TRABAJO, LOCALES, PATIOS Y
TERRAZAS DESTINADOS A COMERCIO,
3
MERCADOS, FERIAS, EXPOSICIONES,
RESTAURANTES
SALONES DE BILLARES, CANCHA DE BOLOS Y
BOCHAS, GIMNASIOS, PISTAS DE PATINAJE, 5
REFUGIOS NOCTURNOS DE CARIDAD
EDIFICIOS DE ESCRITORIOS Y OFICINAS,
8
BANCOS, BIBLIOTECAS, ASILOS, INTERNADOS
EDIFICIOS INDUSTRIALES; EL NÚMERO DE
OCUPANTES SERÁ DECLARADO POR EL 16
PROPIETARIO, EN SU DEFECTO SERÁ
SALAS DE JUEGO 2
GRANDES TIENDAS, SUPERMERCADOS, PLANTA
3
BAJA Y PRIMER SUBSUELO
GRANDES TIENDAS, SUPERMERCADOS, PISOS
8
SUPERIORES
HOTELES, PLANTA BAJA Y RESTAURANTES 3
HOTELES, PISO SUPERIORES 20
DEPÓSITOS 30
n=N/100 (1)
Donde “N”: Número total de personas al ser evacuadas, calculando en base al factor de
ocupación.
100: El coeficiente 100 resulta del producto del coeficiente de salida (40
personas/min. por u.a.s.) por el tiempo de escape.
En la expresión (1) las fracciones superiores a 0,5 se reducirán a la unidad por exceso.
40
Tratándose de subsuelos, a partir del segundo inclusive, se supone un número de
ocupantes doble del que resulta del Cuadro 3.2.3.3.
La expresión (1) puede también darse en función de la superficie de piso de cada sector
de incendio.
n= S(m2) / fac. ocup. X coef. sal. X tiempo de escape (2)
Debe tenerse en cuenta, además, que la aptitud de los medios de escape debe permitir,
en definitiva, evacuar simultáneamente los distintos locales que desembocan en ellos.
a) Cuando por cálculo (Ap. 3.2.3.5.) correspondan hasta tres u.a.s. será suficiente
disponer de un medio de salidas o escalera de escape.
b) Para cuatro o más u.a.s. el número "X" de medios de escape y escaleras
independientes se determinará con la expresión:
X=n/4+1 (3)
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Habiendo pisos altos con una salida general, uno de los medios de escape del piso
bajo, puede conectarse a través de un vestíbulo principal (fig. 3.2.4.1.a.).
b) Las unidades de uso interiores, cuya ocupación sea mayor de 200 personas contarán
por lo menos con dos puertas a un medio de salida, lo más alejadas posible una de la
otra. La máxima distancia de un punto del local a una puerta mínima, medida a través
de la línea de libre trayectoria, será de 40 m. (fig. 3.2.4.1.b.).
c) Si la superficie del piso es mayor de 2.500 m2. Por planta, cada unidad de uso
independiente dispondrá como mínimo de dos medios de escape.
d) Los edificios que en el futuro se usen para comercio o industria cuya superficie de piso
exceda los 600 m2. excluyendo el piso bajo, tendrán dos medios de escape como
mínimo, conformando “caja de escalera”. Se admite que una de las escaleras sean
“auxiliar exterior”.
e) Todo punto de un piso distará no más de 40 m. de una caja de escalera, medios a
través de la línea de libre trayectoria, esta distancia se reducirá a la mitad en los
sótanos.
f) La ubicación de las escaleras debe realizarse en forma tal que puedan ser alcanzadas
desde cualquier punto de una planta sin atravesar un eventual frente de fuego.
42
de 0,60 m. o bien por una baranda. No obstante deberá contarse con una salida de emergencia a la
vía pública. Ver figura 3.2.5.
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Fig. 4.1.c. Caja de escalera con antecámara.
2ª + p = 0,60ª . 0,63 m
i) Cuando la escalera tenga dos o tres unidades de ancho de salida llevará pasamanos en
ambos lados, para mayores u.a.s., también en el centro. Los pasamanos laterales o
centrales cuya protección total no exceda los 0,20 metros, pueden no tenerse en
cuenta en la medición del ancho.
j) La escalera, en forma continua, sólo puede seguir hasta el nivel de salida. Es decir que
la escalera de sótano, debe constituir caja aparte.
k) Para seis o más niveles las escaleras deben ser presurizadas convencionalmente, con
capacidad suficiente para garantizar la estanqueidad al humo y gases del incendio. Los
tomas de aire se ubican de manera que, en caso de incendio, no se contaminen con
humo los medios de escape.
Sin el edificio resulta posible, por su diseño, lograr un evacuación efectiva de humo, podrá
no exigirse la presurización.
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sobreposición reducida de 15,5 a 50 Pa (1,2 a 5,1 mm. de columna de agua) para lograr la
estanqueidad buscada.
Si bien es cierto que esta evacuación puede favorecer al aumento de la intensidad del
fuego, presenta como contrapartida la ventaja de una mayor visibilidad, y por consiguiente la
posibilidad de una mejor extinción, y la eliminación de gases tóxicos. La planificación de esta
extracción de humo, “dirigir el fuego” en caso de incendio y limitar los daños.
Los casos en que el edificio a consecuencia de una elevada “superficie de piso” en las
plantas altas, necesito por los mismos dos medios de escape. Es decir que se trata siempre de un
medio de escape complementario.
La ubicación de la escalera auxiliar exterior debe elegirse de modo que queda alejada de
vanos o ventanas desde donde pudiese ser alcanzada por el fuego o la radiación calórica, la cual la
tornaría impracticable a una emergencia, o bien dotándola de cerramientos seguros para lograr los
mismos fines.
Estas escaleras deben construirse –de acuerdo a las normas incluidas en el Anexo VII del
Decreto 351/79- con materiales incombustibles. Como generalmente, sobre todo en edificios
existentes, se ejecutan en hierro, la necesidad de alejarlas del fuego y del calor no solo surge de la
posibilidad de su uso sino también de la debilidad de este material frente a las acciones térmicas
propias de un incendio.
a) Su acceso tendrá lugar, en cada nivel, a través de puertas de doble contacto con una
resistencia acorde con la del muro en que está colocada. Esta puerta abrirá hacia la
escalera sin invadir el ancho de paso y contará con un cierre automático tipo
hidráulico.
b) Deberá quedar libre de obstáculos y de todo tipo de servicios, solo deberá usarse para
casos de incendio.
c) Se construirá en tramos rectos, que no podrán exceder de 21 alzadas cada uno. Las
medidas de los escalones de un mismo tramo serán iguales entre sí y responderán a la
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misma fórmula de la caja de escalera (Ap. 4.1.h.). Los descansos tendrán el mismo
ancho que el de la escalera.
d) Deberá poseer cerramientos perimetrales que hagan seguro el tránsito por la misma.
e) Deberá conducir directamente a un espacio abierto o lugar seguro.
5.3. La escalera auxiliar exterior, para ser efectiva, debe ser alcanzable a través de un
medio de escape (corredor o pasillo). Su ubicación en lugares donde el fuego o el humo pudieran
impedir eventualmente el acceso de la misma, la anularan de hecho.
6.1. Estas escaleras son admitidas en algunos casos como medios de escape, por ejemplo,
en sótanos pueden constituirse en alternativa para una de las salidas a planta baja, a través una
“trampa” en el piso, sin cerramiento con traba de abertura mínima 0,60 x 0,60 metros.
Cuando se la autorice, deberá reunir las siguientes características:
6.1.1. En otros cosos, por ejemplo, en accesos a tanques de reserva de incendio, etc., a las
condiciones anteriores debe añadirse que los tramos no podrán tener más de 21 escalones, con
descansos en los extremos de cada uno y que en todo su recorrido y a partir de 2,25 m. de altura
sobre el solado deberán poseer apoyo continuo de espalda.
7. ESCALERA MECÁNICA
7.1. Cuando constituyan medio de escape, las escaleras mecánicas estarán encerradas
formando “caja” estanca al fuego y productos de la combustión. Serán construidas con materiales
resistentes al fuego del mismo rango que su caja y su funcionamiento deberá ser interrumpido al
detectarse el incendio.
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8. RAMPAS
8.1. Pueden utilizarse rampas en lugar de escaleras de escape, siendo exigible las
condiciones que deben reunir las cajas de escalera.
La pendiente máxima admitida será 12% y su solado será antideslizante. Tendrán partes
horizontales, a manera de descanso y de ancho igual al de la rampa en los sitios donde cambian de
dirección y en los accesos.
9.1. Como una condición general de extinción, aplicable a todos los edificios que superen
los 38 m. de altura, en el Anexo VII del Decreto 351/79 se establece que se protegerán los medios de
escape con un sistema de rociadores automático, completado con avisadores y/o detectores de
incendio.
10. ASCENSORES
Los ascensores no deben ser considerados como medio de escape porque no están
preparados para operar durante el transcurso de un incendio. Debe instruirse a los moradores de
todo edificio que nunca ha de utilizarse el ascensor como se salida de emergencia. Este edificio tiene
particular validez para los edificios existentes, donde no se ha tenido en cuenta la resistencia al fuego
para las paredes y puertas del pasadizo ni la estanqueidad de estas últimas al fuego, humo y gases del
incendio.
El calor y el humo pueden impedir el control de ascensor, el calor elevado puede dar lugar
al colapso de los cables de tracción, puede faltar la energía por cortocircuitos originados por las
llamas o agua o bien por el corte deliberado, etc.
El pasajero puede, por consiguiente, quedar atrapado en la cabina o bien ser conducido al
piso en llamas por falsas llamadas de botoneras deformadas por el fuego (esta circunstancia de
acuerdo a pruebas de laboratorio, puede producirse entre los 230 y 260 ºC, temperatura esta
alcanzada en contados minutos luego de entrar el incendio en su fase de propagación). También las
deformaciones de las puertas exteriores pueden originar presiones que impidan la apertura o cierre
de las mismas impidiendo al ascensor el arribo o partida según el caso. Se ha comprobado, en efecto,
que en muchos siniestros se han encontrado ascensores detenidos en los pisos incendiados.
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Las normas locales pertinentes están en estudio. La idea fundamental indica que estos
ascensores, al detectarse el incendio y recibir la información por vía manual o automática (por
elementos detectores colocados en cada palier y en la parte superior del pasadizo) deberán cancelar
sus llamas y dirigirse a planta baja donde, con sus puertas abiertas, permanecerán a disposición de
los Bomberos y podrán accionarse con una llave especial –obedeciendo únicamente a los mandos
desde el interior- utilizándolos para el transporte de equipos o el rescate de personas atrapadas. Por
supuesto que estos ascensores, que serán construidos especialmente a prueba de incendio, contarán
con una alimentación eléctrica independiente que garantice su operatividad cuando, a consecuencia
de un incendio, se corte la corriente eléctrica general del edificio.
Un diseño del edificio que contemplara la ubicación de los ascensores fueran de la zona
de alto riesgo, colaboraría en el logro de una mayor eficiencia de estos elementos.
Son evidentes las ventajas que se obtendrían –desde el punto de vista de la seguridad- si
todos los ascensores del edificio, además del de características contra incendio, estuviesen
programados para salir de servicio y dirigirse a planta baja al tiempo de detectarse el fuego.
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