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Los grandes cambios históricos, aquellos que realmente modifican nuestros modos de pensar y
actuar, se van introduciendo sigilosamente en la sociedad. Un día advertimos que todo lo que
conocíamos ya es pasado y, de repente, nos encontramos en un mundo completamente nuevo.
Durante el siglo XX y XXI, se ha ido gestando el capitalismo cultural, que fue reemplazando
progresivamente al capitalismo industrial. Pero antes de definir este acontecimiento, es necesario
saber qué entendemos por su fase anterior.
¿Qué es el capitalismo industrial? Es la fase inicial del capitalismo que tuvo su origen luego de la
Revolución Industrial. Su principal característica fue transformar casi todo en mercancía, basándose
en el desarrollo de industrias a partir del avance tecnológico y científico, en el marco del crecimiento
exponencial de la población en las ciudades. Este no es un dato menor, ya que la demanda de mayor
cantidad de personas exigía una también mayor cantidad y calidad de productos. En consecuencia,
fue un período en el que surgieron sistemas de producción en escala y a gran volumen, dejando las
producciones más artesanales en manos de los sectores de menor relevancia del sistema económico.
Rápidamente, se produjo una proliferación de fábricas cuyo predominio estaba en manos de las
industrias metalúrgica, textil y química. En este contexto, aparecen dos actores principales: el
burgués (dueño de los medios de producción) y el asalariado/proletariado (dueño de la fuerza de
trabajo).
En cuando al modelo de las industrias culturales dentro del capitalismo industrial, tiene como
objetivo principal seleccionar en el ámbito de la creación a los agentes creadores (a lso creativos),
incorporarlos a la industria, alumbrar la obra creada y distribuirla por el conjunto de la demanda.
Todo ello implica:
¿Qué es el capitalismo cultural? Desde el siglo XX, se ha ido gestando una nueva forma de
capitalismo que al día de hoy está a punto de superar al capitalismo industrial. Esta nueva estructura
ya no se enfoca en convertir los recursos físicos en bienes sino más bien tiene en su potencial
transformar los recursos culturales en experiencias personales y entretenimiento pagas. En este
contexto la cultura se vende y es el sector que actualmente está creciendo más rápido en la economía
mundial.
Para entender mejor es necesario establecer cuál es la unión entre comunicación y cultura. Mientras
que la cultura es la red de significación que tejemos los sujetos sobre nosotros mismos, la
comunicación es la herramienta que usamos para interpretar y reproducir mensajes, como así
también para mantener activas y transformar esas redes de significado. Es decir, el lazo que existe en
las comunidades solo es posible porque las personas que las habitan comparten significados y formas
comunes de comunicación. Esto parece ser una obviedad, sin embargo, se suele incurrir en el error
de separar la comunicación de su contexto social, con lo cual se la priva de un análisis completo y
certero.
Este modelo entiende a la cultura no solo como entretenimiento de masas sino, aun siendo consumo,
como facilitadora de subculturas o resistencias frente a los poderes locales. En otras palabras, existe
una cohabitación de los mensajes: los discursos dominantes cohabitan con los periféricos. Por
ejemplo, mientras que en el capitalismo industrial los discos de Madonna en la estantería de la
disquería ocupaban un lugar desplazando a otro artista, en el capitalismo cultural se encuentran todos
los discos (los de Madonna y los de los artistas menos conocidos) en internet.