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COMO ÉLApasionado por Cristo,Perfil espiritual

y apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

ÍNDICE

ÍNDICE........................................................................................................1
PRESENTACIÓN.......................................................................................5

I. ENAMORADO DE CRISTO
1. Hablar de «alguien»...............................................................................15
2. Atención amorosa..................................................................................16
3. Silencio lleno de «alguien»....................................................................17
4. Intimidad y amistad con Cristo..............................................................19
5. Enamorarse de Cristo, apasionarse por Él.............................................25
6. La presencia y oblación de Jesús en la Eucaristía.................................27
7. Desde la propia pobreza y miseria.........................................................33
8. Para transformarse en Jesús por obra del Espíritu Santo.......................36
9. Aprender a orar con fórmulas sencillas y preguntas..............................42
10. Oración y apostolado:..........................................................................46
11. Como en Betania, escuchando sus palabras........................................47
12. La vida cristiana, sacerdotal y consagrada a la luz
del Misterio de Cristo..........................................................................49

II. SEGUIMIENTO E IMITACIÓN


1. De la relación personal, a la amistad y seguimiento..............................59
2. Elección, vocación.................................................................................59
3. Ser trasunto de Jesús, imitando sus virtudes..........................................66
4. Camino de santidad y práctica de virtudes concretas............................73
5. Santidad, hacer la voluntad del Padre como Jesús................................76

1
6. Imitar a Cristo, Sacerdote y Víctima.....................................................78
7. Su método particular de santificación: «recogimiento»,
centrarse en Cristo.................................................................................81
8. Vida de gracia, vivir en Cristo...............................................................82
9. Acción santificadora del Espíritu Santo................................................83
10. Infancia Espiritual, la grande pequeñez de Teresa de Lisieux.............84
11. Camino de sencillez y de Cruz............................................................87
12. El camino evangélico de la obediencia................................................91
13. El camino evangélico de la pobreza....................................................92
14. El camino evangélico de la castidad....................................................94
15. La oblación a Cristo Rey.....................................................................97

III. MISIÓN DE HACERLE AMAR EN COMUNIÓN


FRATERNA Y ECLESIAL
1. “Almas”.................................................................................................99
2. Gloria a Dios y salvación de las almas................................................100
3. Cristo Sacerdote y Víctima, Glorificador del Padre............................102
4. Como el Buen Pastor...........................................................................103
5. Almas compradas con la sangre de Jesús............................................104
6. La misión del P. Moisés en Baja California........................................106
7. Necesidad de formase en el recogimiento para salvar almas..............107
8. La “sed de almas” se aprende meditando la pasión.............................109
9. Celo apostólico y amor de esposa en las Misioneras
de la Caridad de María Inmaculada.....................................................110
10. Un corazón unificado por el mandamiento nuevo del amor..............114
11. Sentido y amor de Iglesia..................................................................115
12. Amor a la Congregación y vida fraterna............................................118
13. Caridad respecto a los sacerdotes......................................................122
14. Caridad para con todos......................................................................123

2
IV. CON LA MADRE DE JESÚS, NUESTRA MADRE
1. Con Ella, para ser como Él..................................................................125
2. María, obra del Espíritu Santo.............................................................125
3. La importancia de la pequeñez y humildad de María..........................127
4. Ser sacerdotes y víctimas con ayuda de María....................................127
5. María, Madre amorosa y nuestra actitud filial.....................................128
6. Imitar a María para ser trasunto de Jesús.............................................130
7. Pedir su intercesión..............................................................................132
8. La presencia activa y materna de María..............................................133
9. Con María, celebrar y adorar a Jesús Eucaristía..................................135
10. Consagración a María........................................................................137

3
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COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritual
y apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

PRESENTACIÓN
«Cristo en el centro del corazón y de la vida»

Es hermoso encontrarse con personas enamoradas de Cristo.


Entonces el camino se ilumina y las fuerzas se recobran para
continuar, sintiendo a nuestro lado al mismo Cristo que
comparte con nosotros y nos acompaña en la aventura de la
santidad y de la misión. Parece como si sus huellas se
identificaran con las nuestras.
El P. Moisés Lira quiso vivir en Cristo y «como Él», según él
mismo dirá al emitir su voto de abandono filial o de entrega
total, el año 1927. Fue el primero de los Misioneros del
Espíritu Santo, invitado por el P. Félix de Jesús Rougier a
vivir plenamente el evangelio y a formar parte de aquella
«turba de chiquillos que sigan al Verbo Encarnado», según la
descripción de Concepción Cabrera de Armida1.
El arco de su vida oscila entre 1893 (nace en Tlatempa,
Puebla) y 1950 (muere en México, D.F.). Abarca, pues 17
años de la dictadura porfirista, los años de la revolución
mexicana, la persecución religiosa en México y las dos
guerras mundiales.
Nacido en una familia humilde, desde sus quince años estuvo
en contacto con los Padres Filipenses en Puebla (Templo de la
1
Ver la afirmación de Conchita, aportada por el mismo P. Moisés en: Massimí
Wingert Emilia, M.C.M.I., Hago siempre el agrado de mi Padre. (Enseñanzas del P.
Moisés Lira, M.Sp.S.) Tomo 3, edición privada, México, D.F., (1979-1982) p. 236.
En los capítulos del presente, estudio, citamos esta publicación, indicando
respectivamente: HASAP 1, 2, 3, 4. Sobre su voto de «abandono»: HASAP 3, p.10.

5
Concordia). Terminó la primaria y estudió comercio en el
Colegio de San Juan Bautista de la Salle, en Puebla. Todavía
siendo estudiante de comercio, afirma: «El misterio de la
Santísima Trinidad, fue lo primero que comprendí»2.
Él mismo nos cuenta un detalle muy significativo y
determinante de su infancia, antes de ser seminarista:
«Recuerdo que cuando era chiquillo, una vez me salí de mi
casa en la noche y me fui a casa de unos amigos, porque me
habían regañado porque no regué las macetas… Me
aconsejaron, me hicieron ver qué era lo que hacía y tomé
entonces la resolución, que he cumplido hasta ahora: No
hacer jamás una cosa de importancia sin consultar. Desde
chiquillo tomé la resolución y la he cumplido»3.
Entró en el Seminario Palafoxiano de Puebla en 1911. Era de
corazón sencillo y tenía una gran intimidad con Cristo en sus
visitas al Sagrario. Durante los Ejercicios de 1912, escribe:
«Me voy a donde le dé a Jesús todo lo más que pueda darle,
que es en la Vida Religiosa»4.
El P. Félix de Jesús Rougier, director espiritual del Seminario,
tuvo una plática a un grupo de seminaristas sobre la vida
religiosa. Sólo Moisés fue a hablar con el Padre para decirle:
«Mire padre, yo realmente no, sino que me impacienté porque
nadie contestaba y eso me impulsó»5.

2
María Carmen Contreras. Un camino hacia El Padre. Biografía del Padre Moisés
Lira M.Sp.S. México, Edit. La Cruz, 1998, p.41.
3
HASAP 1, p.354.
4
Un camino hacia el Padre, o. c., p.47.
5
Ibídem, p.50.

6
En diciembre del año 1914, en plena persecución, fue
apresado cuando iba en el tren con un grupo de sacerdotes
hacia Veracruz. Dijo a los soldados: «yo vengo con ellos y
estudio para sacerdote». Fue encarcelado durante dos
semanas6.
Al regresar a Puebla, se marchó a la ciudad de México, con el
P. Félix el 23 de diciembre de 1914 para empezar, como
primer novicio, la fundación de los Misioneros del Espíritu
Santo. Por esto se le ha llamado el «primogénito» del P. Félix.
Los dos seguían el horario y las normas establecidas por el
reglamento. Poco después se integró en el noviciado el P.
Domingo Martínez7.
La faceta cristocéntrica y eucarística de su espiritualidad la
atestigua él mismo. El P. Félix le orientaba por la «atención
amorosa a Dios» (expresión de San Juan de la Cruz) y por la
confianza filial para con María: “Con María todo, sin Ella
nada”. El novicio Moisés afirma:«Durante mis dos años de

6
En sus pláticas recuerda su encarcelamiento: “Cuando yo también estuve preso en
la persecución religiosa, decía: “Dios castiga, pero da de comer”. Decía esto este
pobre hombre porque nos encerraron sin darnos de comer, ni saber si comíamos o
no, si dormíamos o no” (HASAP 2, p.353).
7
El P. Pablo Guzmán, durante la ceremonia de la erección canónica en la catedral
de San Luís Potosí (1 mayo 1949), describe este momento inicial de la vocación
religiosa del seminarista Moisés: “Nuestro padre Félix llamó al joven seminarista
Moisés y él, sencillamente, fue. No sabía que era el primero, pero su corazón no
dudaba; cuando hay vocación, los cálculos se quedan a un lado. Dios lo llamó y ahí
estaba. Las miradas del cielo en aquellos momentos caen especialmente tiernas
hacia la tierra. La santísima Virgen de Guadalupe miraba con especial amor a
aquel grupito que se ha de extender por toda la tierra. Y esa mirada de amor se
proyectó también sobre esta alma, el P. Moisés, y dejó en ella la fecundidad. La
hizo fecunda por ser un alma sacerdotal y especialmente fecunda por ser la primera
que recibía el honor de ingresar en la Congregación del Espíritu Santo que, por
estar consagrada al Espíritu de Dios tiene que ser fecundísima; y de la entrega de
ese corazón, Dios sacó grandes frutos” (HASAP 4, p. 331).

7
noviciado tuve mi hora de oración de 11.00 a 12.00 de la
noche, en el gran silencio… ¡Gozaba tanto!»8
Los dos novicios hicieron sus primeros votos el 4 de febrero
de 1917.Mientras tanto, iban entrando y saliendo otros
candidatos sin perseverar.
La «infancia espiritual», como línea básica de su futura
fundación, la aprendió también de Concepción Cabrera de
Armida, que describía a los misioneros de este modo: «Almas
pequeñas, almas de niño confiado». El mismo Moisés, escribe
al P. Félix: «Mi alma, luchando por ser pequeñita, confiada en
los brazos de Jesús… He ahí mi camino: Pequeñito, Víctima y
muy hijo de María»9.
La filosofía la estudió en casa (años 1916-1918), mientras que
la teología la inició en el seminario conciliar de México, y
cursó el tercero y cuarto en Morelia, Michoacán10.
Como resumen de su vida espiritual pueden servir las palabras
que el P. Félix dirigía a los novicios: «Fíjense en Moisés, lo
tenéis como modelo, es el primer profeso de la Congregación.
Tiene el espíritu de la Congregación»11.
Con este espíritu cristocéntrico, sabía cumplir con fidelidad y
gozo el encargo que le hizo el P. Félix cuando colaboraba con
él en el noviciado: «Sea madre con ellos. Nada de
impaciencias»12.
En su diario espiritual, cuando inició los Ejercicios para la
ordenación sacerdotal, se describe a sí mismo: «¡Amor y
8
Ibídem, p.69. Ver más detalles en: HASAP 1, p.430.
9
Copia Pública Anexo, vol. XII, Correspondencia expedida al P. Félix de Jesús
Rougier, 21 de noviembre de 1920, p. 17. En adelante los volúmenes de la copia
pública se citarán como C.P., vol… correspondiente.
10
Un camino hacia el Padre, o. c., pp.87-88.
11
Ibídem, p.79. Posteriormente, el P. Edmundo Iturbide diría: «era un alma muy
llena de Dios» (p.81). El P. Ramón López lo describía con la expresión: «buscar el
gusto de Jesús y dárselo» (p.82).
12
Ibídem, p. 83.

8
dolor! Lo dejo todo, porque Dios así lo quiere… ¡Oh! Espíritu
Santo dame grandes deseos de ser santo… que me desprenda
de este mundo, y vuele y me una a Jesús»13.
Su ordenación sacerdotal fue el 14 de mayo de 1922, con la
imposición de las manos del obispo Mons. Leopoldo Ruiz, en
la casa de las Religiosas de la Cruz, en Morelia. Una oración
suya, redactada al día siguiente, resume todo su programa
espiritual: «Oh mi Uno, oh mis Tres!... me doy enteramente,
aceptando todo… Resuelto a seguirte por el camino estrecho
del Calvario muy cerca de Ti… Oh, María, Madre mía de
Guadalupe, alégrate, tienes otro hijo sacerdote. Que jamás
subo yo al altar sin ti. En tus manos me encomiendo y pongo
mi vida sacerdotal. Madre, ayúdame»14.
Durante sus años de estudio en la Universidad Gregoriana de
Roma (1926-1928), decía en una carta al P. Félix: «Qué feliz
me siento en mi celda, con mis libros, con mi capilla y con los
míos»15. Pero ese tesoro de gracia está siempre en vasos de
barro (cfr. 2Cor 4,7). Por esto, el Señor permitió que
experimentara grandes pruebas interiores, de las que se liberó
gracias a su «voto de abandono» por el que aprendió a sufrir
amando.
Con algunos detalles contará posteriormente estas pruebas en
plática a sus religiosas: «En una ocasión, yo me quería salir de
la congregación por una dificultad y entonces me estuve horas
y horas con nuestro Señor y vi en esas circunstancias la
importancia de la fe. No me importaba nada, ni mi ideal ni
mis superiores, sino sólo Dios y me preguntaba a mí mismo:
‘¿Qué me dice la fe?’ Y como que nuestro Señor me
contestaba: ‘Mira, lo que pasa aquí, yo lo permito, yo lo
13
Ibídem, pp. 93-94.
14
Diario Espiritual 1, p 18. (En adelante se citará como DE 1 ó 2 según
corresponda). Citado también en: Una camino hacia el Padre, o.c., pp.97-98. Su
profesión perpetua fue en la Navidad del año 1922. Experimentó la enfermedad,
contagiado de viruela, el año 1923.
15
C.P. Vol 12, p. 70.

9
quiero, no pienses, cállate, aguántate; haz esto, haz aquello,
bajo mi mirada’. Hijas, en esas circunstancias fue cuando yo
oré más, de la fe saqué que debía uno cogerse de nuestro
Señor y pedirle misericordia y abandonarse a Él. Bajo un
árbol estaba yo en una crisis espantosa y fue entonces cuando
hice mi VOTO DE ABANDONO»16. Es el voto que después
renovaría anualmente.
Su ministerio sacerdotal lo ejerció ya regresando a México.
Su apostolado se concretaba especialmente en la dirección
espiritual y confesando en diversas comunidades. Dice en su
Diario: «Ansío trabajar como y cuanto pueda en un
confesonario, en la oscuridad, en el silencio»17. Esta actividad
se concretó más desde que el P. Félix le nombró Director del
grupo Alianza de Amor (año 1933). También fue, según las
épocas: ecónomo general de la Congregación de los
Misioneros del Espíritu Santo, superior local, predicador de
Ejercicios, etc.
En este contexto de ministerio sacerdotal, el 29 de marzo de
1934 (Jueves Santo) inicia la fundación de las Misioneras de
la Caridad de María Inmaculada. A este grupo dedicará sus
mejores energías (sin olvidar sus ministerios sacerdotales).
Las cruces no faltaron, y las supo afrontar con su
disponibilidad de entrega total, de amor apasionado por Cristo
y «como Él». Debido a sus cargos dentro de la Congregación
de los Misioneros, tuvo que dejar repetidas veces (1936 y
1944) el cuidado directo de las Misioneras fundadas por él.
De todos modos, el P. Félix, antes de morir (10 enero de
16
HASAP 3, p.10. Ver más detalles en: ibídem, HASAP 1, p.352. Seleccionamos una
parte de la fórmula del voto: «Oh Dios mío Uno y Trino, con toda la sinceridad de mi
corazón, con toda la fuerza de mi voluntad me doy, en unión con Jesús y como Él, a
tu voluntad haciéndome obediente hasta la muerte y muerte de martirio y cruz que te
plazca a favor de tu Iglesia amada. Hago esta entrega por mi Madre Inmaculada, la
Virgen María» (cfr. Un camino hacia el Padre, o.c., pp.115-116). En estos
momentos de prueba dolorosa, escribía al P. Félix: «Seguiremos luchando y
sufriendo con amor todo lo que el Amado se digne enviarnos» (ibídem, p.112).
17
DE 1, p.25.

10
1938), pidió al P. General (Edmundo Iturbide) que el P.
Moisés regresara a su obra.
Apóstol incasable del amor a Cristo y su Madre Inmaculada,
traducía ese amor en fidelidad incondicional a la Iglesia.
Celebró sus bodas de plata sacerdotales en 1947. Su último
período de enfermedades fue entre 1948 y 1950. Falleció
santamente en el Señor, el 25 de junio de 1950.
Podríamos resumir sus actitudes interiores, reflejadas en una
entrega incondicional al ministerio, con esta expresión que se
encuentra, como hemos visto, en la fórmula de su voto de
«abandono»: «COMO ÉL», es decir, como Jesucristo, con Él
y en Él. Su amor apasionado por el Señor (para amarle y
hacerle amar) lo expresaba en su Diario: «Jesús nos pide
únicamente que nos dejemos hacer, que Él se encargará de lo
demás. Él trabaja y pule a las almas que así se dan» 18. «La
música que más le agrada a Jesús, es cuando le sale un ‘Te
amo’ de un alma pura y purificada»19. «Uniformar nuestra
voluntad con la de Dios, esto es lo último del amor»20.
Cabe recordar que su amor centrado en Cristo lo aprendió del
P. Félix Rougier y de Concepción Cabrera de Armida, a
quienes él siempre recordaba con afecto filial21.

18
DE 1, p. 15.
19
DE 1, p. 17.
20
DE 1, p. 20.
21
Son conocidas las expresiones del P. Félix, sobre su confianza y amor apasionado
por Cristo: “Así lo quieres Tú, mi Amor, y ASÍ lo quiero yo” (Cuenta de
Conciencia, 12 septiembre 1904). “Tú querer, oh Jesús, es mi querer y tu placer mi
placer!” (ibídem, 5 noviembre de 1904). “Ya, mi Jesús, estoy donde Tú me
quieres... Feliz yo, oh, sí, sí, feliz, mi Jesús, feliz, mil y mil veces. Me abandono
totalmente entre tus manos y sobre tu divino Corazón descanso” (ibídem, 30
agosto de 1904). La intimidad con Cristo por parte de Concepción Cabrera de
Armida, es también conocida; a mi entender aparece mejor en sus libros (algunos
citados por el P. Moisés), especialmente “Ante el Altar”; ver también “Horas
santas”, “Cómo es Jesús”, etc. Estudié el tema en: Concepción Cabrera de Armida
y Félix Rougier, Encuentro con Cristo (México, Edic. Cimiento, 2003).

11
Era siempre fiel a la acción del Espíritu Santo en su vida
concreta, desde la raíz, sin preferencias propias, para ser
totalmente de Cristo, vivir siempre centrado en Cristo, con Él
y como Él. Los sentimientos y amores de Cristo, le
introducían en el misterio trinitario: amor de Dios y a Dios,
por Cristo, en el Espíritu, al Padre (cfr. Efes 2,18).
Esta relación íntima con Cristo se concretaba en amistad
profunda, imitación, seguimiento, vida fraterna y eclesial,
misión de «salvar almas» haciéndolas partícipes de la vida
divina, siempre con la ayuda materna de María. Su vida
espiritual, concretada en las virtudes teologales y morales, era
un «recogimiento» especial, que consistía en centrar toda la
vida en Cristo, bajo la acción amorosa del Espíritu Santo,
según los designios del Padre.
En todos sus escritos, al presentar los diversos temas, no se
centra tanto en el «qué», sino en «Quién», en «Alguien», es
decir, en Cristo.
La urgencia en el camino de la santidad la anunciaba sin
rebajas y, al mismo tiempo, con la comprensión “materna”
aprendida del P. Félix. Invitaba a resucitar con Cristo: «Dice
san Pablo que debemos estar muertos en Cristo, quiere decir,
la muerte de nosotras mismas o, en otras palabras, la muerte
del “yo” y de nuestros vicios. … apoyadas en Él, vivir más
para Él, es decir, buscarlo únicamente a Él en todos los
detalles de nuestra vida… Esta es la resurrección de nuestras
almas en Cristo… Qué bonito sería que en ocasión de su
Resurrección, le diéramos a nuestro Señor este obsequio…
vivir una vida más llena de Él. Ojalá que cada día estemos
más cerca de nuestro Señor y ojalá que cada día seamos
mejores, si no, ¿qué estamos haciendo aquí?»22.
En sus pláticas y escritos, sus palabras son llanas, concretas y
sencillas, como quien transparenta un corazón unificado en la
22
HASAP 1, pp.184-185.

12
verdad y el amor. Sus enseñanzas son una fuente y un tesoro
para poder volver continuamente al carisma fundacional y
para renovarse en la santidad como «plenitud de la vida
cristiana» y «perfección de la caridad», según la expresión del
concilio Vaticano II (LG 40).
Los santos han vivido su propio carisma, con humildad y
generosidad, siempre en armonía de «comunión» eclesial e
histórica con los innumerables carismas que el Espíritu Santo
ha comunicado y sigue comunicando a su Iglesia. Leer al P.
Moisés Lira equivale a encontrarse continuamente con Cristo,
como Pablo, como Francisco de Asís, como Teresa de
Lisieux, COMO ÉL23.

23
Para ampliar sus datos biográficos, ver: María Carmen Contreras, Un camino
hacia el Padre. Biografía del Padre Moisés Lira M.Sp.S. México, Edit. La Cruz,
1998. Ver allí una cronología sucinta, pp.15-21. Otra biografía en tres tomos:
Emilia de Jesús MassimiWingert, Moisés Lira S. México, Gran Jubileo 2000.
Semblanzas: Josefina Flores, Espiritualidad del P. Moisés Lira S. México, 2003:
paternidad de Dios (cap.I); infancia espiritual (cap.II-VII). B. Ruiz Rodríguez,
Acercamiento a la experiencia fundante del SD Moisés Lira Serafín, Testigo de la
Fe. México 2012.

13
14
COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritual
y apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

I. ENAMORADO DE CRISTO

1. Hablar de «alguien»:
Al leer los escritos del P. Moisés, resulta fácil imaginarse la
comunidad de las hermanas misioneras que le estaban
escuchando. Algunas tomaban notas con cierta precisión. Él
está hablando de “alguien”, es decir, de Jesucristo, de quien
está enamorado y quiere que todos se enamoren de Él. Sus
palabras se dirigen a quienes han consagrado su vida para
amar a Cristo y hacerle amar.
Se trata, pues, de escritos que reflejan una relación personal e
íntima con el Señor, quien sigue hablando al corazón y está
presente en la Eucaristía.
«Jesús me quiere más recogido. Que concentre toda mi
alma en Él, en un gran silencio de criaturas y en el olvido
de mí mismo, más pureza, más amor, más generosidad»24.

De estos «apuntes personales» (Matehuala, viernes 29 de abril de


1938), dice: «Aquí, en esta libreta, está mi alma y todo esto quisiera
derramarlo en sus almitas… Aquí está todo lo que Dios me ha
enseñado y esto es lo que yo quisiera dejarles. Todo mi camino, todo
el espíritu que he querido darles, aquí está» (HASAP 1, pp. 377-378).

24
HASAP 1, p. 383.

15
2. Atención amorosa:
Esta oración es a modo de “atención amorosa”, según la
expresión repetida con frecuencia por el P. Félix y que
rememora la doctrina de San Juan de la Cruz.
Dice San Juan de la Cruz: «Advertencia amorosa a Dios... simple y
sencilla, como quien abre los ojos con advertencia de amor... que se
quede libre para lo que entonces la quiere el Señor... Dios es el que
habla entonces secretamente al alma solitaria, callando ella» (Llama,
comentario a canc. 3ª).

El P. Moisés explicaba esta «atención» de manera sencilla e


inteligible, explicando que la oración cristiana es una actitud
habitual de todos los momentos:
«Estad con Dios con una “atención amorosa” en cada
detalle de vuestra vida»25.
Es propiamente la oración habitual o «espíritu de oración»:
«Espíritu de oración es la atención amorosa a Dios,
constante; es ver a Dios en todo amorosamente, tenerlo
presente constantemente»26.
Es relativamente fácil llegar a esta «atención» amorosa
cuando se está convencido del amor que Cristo nos tiene,
puesto que Él «refleja al Padre, a la divinidad y a la vez
siendo Hombre está cerca de nosotros, por eso es atractivo y
por eso debemos poner toda nuestra atención y amor en Jesús.
La economía de Dios es ir a Dios por Jesús, así como hay que
ir a Jesús por María Santísima»27.

25
HASAP 4, p. 18.
26
HASAP 4, pp. 24-25.
27
HASAP 4, p.141.

16
Nos da también una explicación sencilla, inteligible y
práctica:
«Después de habernos acostumbrado a ir con Jesús, a
estar allí con Él, muchas veces para consolarnos, otras
veces para alabarlo, bendecirlo y también para
acompañarlo… Después de habernos habituado a estar
con Él, a frecuentarlo, a sentir irresistiblemente ese
atractivo hacia nuestro Señor en toda circunstancia, en
toda pena, en toda humillación, en toda complicación, en
todo, siempre, hijas, con Él. Después, viene este otro
punto. ¿Cuál? Podemos expresarlo en esta forma: Verlo a
Él, amorosamente atenderlo, amorosamente en todo y
siempre. La presencia de Dios, hasta donde se pueda,
amorosa, habitual, o, sencillamente, la mirada de nuestra
alma constante hacia Él, por encima de todo, a pesar de
todo y en toda circunstancia. Esto, mis queridas hijas,
hace que no nos veamos, que no nos contemplemos, que
no nos detengamos en nosotros mismos, en nuestra propia
miseria»28.
Invita a la presencia de Dios con insistencia: «Repito, vuestros actos de
voluntad para actuaros en la presencia de Dios, para uniros en cada
momento a Jesús y así ver su voluntad en todo» (HASAP 3 p. 94).

3. Silencio lleno de «alguien»:


Es, pues, experiencia de un silencio lleno de alguien presente
a quien se ama con todo el corazón. No es silencio de
inactividad o silencio vacío, sino una disponibilidad para la
escucha de la palabra y de la presencia de Dios:
«No olvidéis, amadas hijas, cómo debe ser vuestra
oración. Debe ser una amorosa conversación con nuestro

28
HASAP 4, p.53.

17
Señor, o también un silencio amoroso a sus pies o unos
momentos de compañía amorosa a nuestro Señor»29.
El P. Moisés recuerda una anécdota de su propia experiencia: «Una vez
fue un señor a nuestra casa y quedó sorprendido con el silencio, pues ya
cuando apagaron la luz, todo quedó en un gran silencio… Durante mis
dos años de noviciado tuve mi hora de oración de 11 a 12 de la noche,
en el gran silencio. ¡Gozaba yo tanto! Nuestro padre Félix decía que el
mejor momento del día, después de la comunión, era el de la oración en
la noche. Un viejito extraordinario, a quien nuestro Señor le hablaba, iba
también a hacer su oración de 11 a 12 de la noche, como yo; un día ya
no fue. Le pregunté qué le había pasado y me dijo que nuestro Señor le
había dicho que me dejara a mí solo… Qué hermosura es el silencio,
porque es recogimiento» (HASAP 1, p. 430).

Por esto, «hay que darle mucha importancia al silencio, sobre


todo le daremos más importancia desde la hora de nuestras
oraciones de la noche, hasta después de la Sagrada
Comunión»30.El modelo de este silencio es el mismo Jesús en
Nazaret:
«Jesús amó el silencio, pensadlo y lo veréis. María,
nuestra madre santísima, fue un alma envuelta en el
silencio. José, otro tanto, y vosotras, amadas hijas, así os
quiero y os quiere Jesús. Recordad que debéis ser
Eucarísticas y para serlo debéis ser como Jesús en la
Eucaristía, muy calladas; no quiero decir mustias, faltas
de caridad, atufadas y chocantes; no, como siempre,
sencillas, amplias, alegres»31.
La verdadera caridad se fragua en este silencio de la oración:
«Él es caritativo en el silencio, así también vosotras,
caritativas, saliendo de vuestro ocultamiento, de vuestro
silencio, para daros en la caridad. Caritativas como Él,
29
HASAP 1, p.267.
30
HASAP 1, p.133.
31
HASAP 1, p. 273.

18
amables como Él, en una palabra: Un trasunto de Jesús,
‘imágenes vivas de Jesús’»32.
La Santísima Virgen es modelo de este “silencio” lleno de una
presencia amada y adorada (ver el cap. 4).

Entrar en ese silencio, donde se fragua una vida de donación,


es vivir en sintonía con Jesús y encontrar la verdadera
felicidad:
«Un alma que se preocupa únicamente de cumplir el
gusto de Jesús y de buscarlo, tiene que buscar la oración,
sentirá que es el gusto de Jesús que lo vaya a ver y por lo
mismo guardará silencio, se cuidará de la curiosidad y
tendrá un silencio íntimo con Jesús y Jesús se derramará
en todo su interior y exterior; en los sentidos, en las
facultades, en el corazón, en el cuerpo y en toda ella se
hará la voluntad de Dios. Este es el punto fundamental»33.
El P. Moisés recuerda una experiencia de este silencio: «Una vez fui a
visitar el Convento de los Pasionistas en Roma, era una casa enorme y
había un silencio ideal. Pregunté ¿Está vacía la casa? No, eran 80 y
parecía sola la casa, cada quien metido en su trabajo, ni ruido, de tal
manera que dio la impresión que no había nadie y, sin embargo, allí
estaban. Esto es el recogimiento exterior» (HASAP 4, p. 305).

4. Intimidad y amistad con Cristo:


La oración se concreta en confidencias con Cristo, Esposo y
Amigo, con quien se cuenta para todo y a quien se cuenta
todo, abriéndole el propio corazón, exponiendo las propias
dificultades. «Jesús os espera con los brazos abiertos»34. Jesús

32
HASAP 2, p.222.
33
HASAP 4, p.62.
34
HASAP 4, p.78.

19
llega a ser el Amigo imprescindible, mi amigo 35. La relación
personal con él es ya durante todo el día.
No sirve preocuparse excesivamente por los propios
problemas. El Señor los toma por su cuenta: «Cuando
tenemos una pena, cuando sufrimos alguna injusticia, hay que
ir mejor a Dios, en vez de estarnos revolviendo»36.
Daba consejos prácticos sobre las dificultades: «Hijas, ¿creen ustedes
que ocupándonos únicamente de Jesús, exponiéndole nuestras
miserias, nuestra nada, Él se va a quedar con los brazos cruzados?
¡Eso es imposible!… Si Dios es todo, si Jesús es mi Padre, mi amigo y
más que madre, entonces ¿por qué nos turbamos? ¿Por qué perdemos
la paz?» (HASAP 2, p.275). «En cualquier dificultad o pena o
contrariedad, ir con Jesús. Y aunque no tengamos ninguna pena, vayamos
con Él» (HASAP 3, p. 93).

Jesús, ya desde su vida mortal, nos llevaba siempre en su


corazón, formando parte de su intimidad filial con el Padre.
Sólo él comprende el porqué de nuestro existir:
«Jesús conocía todos nuestros esfuerzos, todas nuestras
aspiraciones para amarlo, todas nuestras actividades las
tuvo delante de Sí. Todo esto como consecuencia de su
unión íntima con Dios. Después de Dios, el único que nos
comprende es Jesús, que con su plenitud pudo
profundizar todo. ¡Qué hermoso es pensar que solamente
es Jesús el que nos comprende!»37.
Sin esta intimidad con Cristo, no sería posible la
perseverancia en las virtudes.

35
Cfr HASAP 2, p. 275.
36
HASAP 3, p.10.
37
HASAP 1, p.45.

20
«Quiere nuestro P. Director… que nuestra obra se
distinga por su estrecha unión con nuestro Señor, unión
indispensable para permanecer en la virtud, unión que se
adquiere a base de vida interior»38.
Se trata de hacer su voluntad: «Si hubiera almas de veras unidas a
Dios, que fueran lo que Jesús quiere que sean, el mundo sería mejor…
No es posible vivir enteramente a nuestras anchas y estar unidas a
Jesús» (HASAP 1, p.114).

La intimidad y unión con Cristo es posible en medio de las


vicisitudes de la vida. Se trata de no sentirse nunca solos.
«Si tenemos esa unión íntima con nuestro Señor, todo el
día llevaremos a Dios, aunque estemos bien contrariados
por los acontecimientos de la vida, aunque nos hagan
derramar muchas lágrimas, siempre estaremos unidos a
Dios»39.
La prueba de que tenemos esta intimidad con el Señor, es el
deseo sincero de amarle, de «estar con Él» —«darle todo lo
que nos pida»—. Efectivamente, nos damos cuenta que es él
quien mendiga nuestra presencia y nuestro amor:
«Dios nuestro Señor, que declara que no necesita
decirnos si tiene hambre, no se desdeña de mendigar un
poco de agua a la samaritana en el pozo de Jacob…
reclama el amor de su propia criatura. Tenía sed de
amor… Cuando le dan una zarandeada (que ni sabe
dónde tiene la cabeza) igual, busca a Jesús, ama a Jesús y
no se pone a ver que la superiora le dijo o no»40.
38
HASAP 1, p.172.
39
HASAP 1, p. 135.
40
HASAP 2, p.94.

21
Un momento privilegiado para entrar en esta unión e
intimidad con Cristo, es cuando se medita su pasión,
adentrándonos en el amor como fuente de su dolor y
descubriendo el valor de nuestro propio sufrimiento:
«¿Por qué sufre Jesús? Por nosotros, para rescatarnos…
La necesidad que tenemos de estar siempre con Él, de
vivir muy unidas a Él, íntimamente unidas, porque Él
compró para nosotros todo lo que tenemos. Por tanto,
debemos unirnos con Jesús para ser uno con Él… Él
sufrió por nosotros, ¿por qué nosotros no hemos de sufrir
también?»41.
Entonces en el sufrimiento se descubre una nueva presencia
de Jesús que nos acompaña y nos pide completarle:
«Si hay esa unión, Cristo sufre en nosotros ¿por qué?
porque el alma está muy unida a Jesús. Él ya sufrió, pero
sigue sufriendo místicamente en nosotros para darle
gloria a su Padre, para sostener a los sacerdotes. Sufre Él,
pero no solo, sino en nosotros»42.
Como resolución práctica, el P. Moisés propone ir a tener las
confidencias con el Señor, antes de tenerlas con los demás:
«Es más perfecto ir con nuestro Señor primero, antes de ir
con alguien, antes de deteneros en los pensamientos… id
con Jesús y ofrecedle todo para no preocuparos, lo cual
sería ‘deteneros en vosotras mismas’»43.
Hay que perseverar en esta amistad e intimidad con Cristo,
aún en los momentos en que parece que no nos escucha.
«Encontramos una dificultad, vamos a examinarla con
Jesús, le exponemos lo que nos pasa, delante de Él vemos
qué medios vamos a poner para remediar aquella
41
HASAP 3, p.150.
42
HASAP 4, p.21.
43
HASAP 3, p.201.

22
dificultad y los ponemos en práctica bajo la mirada de
Dios. Nos dio resultado, ¡qué bueno! ¿No nos lo dio?
Vamos de nuevo con Jesús y le decimos otra vez nuestro
problema y añadimos: ‘Mira, Jesús, yo no sé hacer las
cosas, no atino’… decía san Francisco de Asís: ‘Mi Dios
y mi todo’. Jesús debe ser nuestro único Señor, nuestro
Padre y María nuestra Madre. Que Ellos os enseñen lo
que debéis hacer»44.
Hay que focalizar la vida en Cristo, para vivir de sus
predilecciones.
«Una sola cosa es importante: que Jesús esté contento y
para eso, verlo a Él en todo y tratar de agradarlo. Éste es
el resumen de vuestro espíritu. Como el niño que esta
cogido de su mamá, así debemos estar pendientes de
Dios»45.
Tener contento a Jesús debe ser una aspiración constante. Hay
que aprender a ver en todo a Jesús:
«En todos los detalles de vuestra vida, hijas, aún en los
más insignificantes, ante todo, ved a Jesús»46. «En medio
del trabajo, con las dificultades que encontramos,
igualmente, lo vemos a Él. En los obstáculos, en los
detalles trabajosos, dolorosos o penosos del trabajo;
‘Señor, por ti…’ es la mirada íntima que se eleva por
encima de todo y ve solo a Dios»47.
Es una nota característica de la familia de las MCMI:
«El contento de Jesús debe ser vuestro alimento, la única
y primera de vuestras ocupaciones, que Jesús esté
contento y por tanto vuestra Madre Santísima y vuestro

44
HASAP 3, p.214.
45
HASAP 4, p. 85.
46
HASAP 4, p. 44.
47
HASAP4, p.54.

23
Padre Celestial»48. «Uno de los puntos principales del
espíritu de nuestra Congregación, es ver a Jesús en todo,
puesto que Jesús debe ser el todo para vosotras. Debéis
ver y estudiar vuestro espíritu; ver y estudiar el ‘por qué’
Jesús debe ser el todo, el Maestro que os enseña, el
modelo que ha vivido toda la santidad. El espíritu de
sencillez, de infancia espiritual, lo tenéis en Jesús; el
primer ‘niño espiritualmente’ fue Él, y la primer alma
‘confiada’ fue Él. En el santo Evangelio, en las
enseñanzas de la Iglesia, encontraréis las enseñanzas de
vuestro espíritu. ¿Queréis comprender vuestro espíritu?
Volved vuestra mirada a Jesús, mirada de fe y de amor,
con sencillez y confianza, en Él lo encontraréis todo, es
cuestión de proponéroslo»49.
La actitud es sencilla y fuente de felicidad:
«Hay almas que piden mucho y las que son pequeñas por
lo contrario, lo esperan todo de Dios y su mayor contento
es ‘Ya sabes, Jesús, lo que Tú quieras, estoy
contentísima’»50.
Pone ejemplos concretos de cada día: «Por ejemplo, van a hacer la
comida, lo primero será lavar el arroz, pues en el interior decir ‘por
agradarte’. Sacan el arroz al sol, ‘por agradarte, Jesús mío’. Siguen
haciendo el arroz, ponen la cazuela o sartén, echan la manteca o
aceite, echan el arroz, ‘Señor, por agradarte’. Se le pone el jitomate, el
agua, la sal y así deben ir repitiendo, hasta donde se pueda, así de
continuo, ‘por agradarte’» (HASAP 2, pp. 287-288).

48
HASAP 4, p. 193.
49
HASAP 4, pp. 291-292.
50
HASAP 4, p. 312.

24
De esta unión con Cristo ya nada ni nadie nos puede separar:
«¿Quién nos puede apartar de Dios? Dice San Pablo:
‘¿Quién me separará del amor de Cristo?... ni criatura
alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en
Cristo Jesús, Señor Nuestro’»51.
La ‘Infancia Espiritual’, como nota característica de las
MCMI, conlleva esta unión con el Señor:
«Pero, vosotras, por vuestro Espíritu Propio, con ese
espíritu de Infancia Espiritual y por su naturaleza misma
debéis estar muy unidas a Jesús, amarlo y tratarlo en
intimidad»52. «Después de las agitaciones, después de las
penas, después de los grandes trabajos hay que volvernos
a Él en la intimidad, en la soledad; donde Él está, está
todo para nosotros y nosotros para Él. ¡Vale la pena! Lo
demás no sirve. Lo único necesario en la vida es que
vivamos de Dios, que nos enamoremos de Jesús y
aprendamos en toda la vida ese libro abierto, Jesús, que
nos enseña las cosas eternas y a vivir de ellas en todos
sentidos»53.

5. Enamorarse de Cristo, apasionarse por Él:


Entonces se llega a la convicción de que él nos comprende y
nos contagia de su amor. Por esto se puede decir que la
oración se realiza amándole; en la oración uno ‘se enamora’
de él contagiándose de su amor.

51
HASAP 4, p. 253.Rom 8, 27ss.
52
HASAP 4, p.143.
53
HASAP 4, pp. 144-145.

25
Escribía Benedicto XVI, al inicio de su encíclica Deus Caritas est
(n.1): «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una
gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una
Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva». Y en una primera homilía al inicio de su
pontificado: «Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados,
sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que
conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él» (Homilía inicio
Pontificado, 24 de abril 2005).

Centrarse en uno mismo sería la mayor desgracia. Sin amor a


Cristo, la vida pierde todo su sentido:
«El corazón que no se enamora de Cristo es un corazón
desgraciado, esa es la mayor de las desgracias que puede
tener una persona. En nuestros ejercicios nos hemos
dedicado a contemplar a Jesús y esto nos alejará del
pecado, pues conociéndolo más y más, seguramente nos
enamoraremos más de Él… no os ocupéis de vuestra
propia perfección, fijaos en Él, Él y nada más Él debe ser
objeto de vuestra admiración y de vuestra atención»54.
El deseo más profundo del P. Moisés respecto a sus
Misioneras, podría concretarse en esta afirmación:
«¡Qué complacido estaría yo si vosotras os apasionarais
de Jesús!... Hijas, debemos amar a Jesús, debemos
conocerlo y, por tanto, estudiarlo para que lo amemos y
nos unamos a Él»55.
Nada ni nadie puede suplir a Jesús en nuestro corazón:

54
HASAP 1, p. 48.
55
HASAP 4, p.144.

26
«Jesús no es como nosotros los humanos, que si amamos
a uno no podemos amar a otro. Él nos puede amar a
todos, nos ama, nos sigue con su mirada, nos ve, se da, su
corazón se abre para nosotros; su mirada se posa en
nosotros. Vale la pena estar íntimamente unidos a Él y
que, en las mil agitaciones de la vida, no nos apartemos
de Él, que estemos siempre con Él. Después de las
agitaciones, después de las penas, después de los grandes
trabajos hay que volvernos a Él en la intimidad, en la
soledad; donde Él está, está todo para nosotros y nosotros
para Él. ¡Vale la pena! Lo demás no sirve. Lo único
necesario en la vida es que vivamos de Dios, que nos
enamoremos de Jesús y aprendamos en toda la vida ese
libro abierto, Jesús, que nos enseña las cosas eternas y a
vivir de ellas en todos sentidos»56.

6. La presencia y oblación de Jesús en la Eucaristía:


Sólo así se comprende que es posible tener o encontrar tiempo
para estar con él, saber callar como quien espera,
especialmente ante Jesús sacramentado. Se desea pasar la vida
‘amando a Jesús en sus sagrarios’, como para hacer
«compañía amorosa a nuestro Señor»57.
Hay que aprender a acompañarlo, aunque uno esté en
sequedad o frialdad.
«Jesús y María os quieren a todas formando una turba de
‘niñas’ puras, alegres, que vivan rodeando y amando a
Jesús en sus sagrarios; los pequeños son los más fuertes y
serán los que convertirán al mundo»58.
La Eucaristía, decía el P. Moisés, es

56
HASAP 4, p.145.
57
HASAP 1, p. 267.
58
HASAP 1, p. 260.

27
«‘El resumen de vuestro espíritu’. El modo de participar
en la Eucaristía consiste en hacerse oblación o donación,
como si tomaran a Jesús en las manos. Entonces se hacen
‘apasionadas de Jesús’»59, como quien ha recibido el
‘beso de Jesús’ en la comunión: «Jesús sabe que para
recibirlo como se debe, necesitamos conocerlo y de eso
se encarga el Espíritu Santo…»60
«Vais a esforzaros en no disminuir vuestras horas de
oración, haceos una poquita de violencia, porque todas
deben gozarse en vivir al lado de Jesús, y de Jesús
Eucaristía; en esos tiempos de oración, le pedirán a Jesús,
para todas, la gracia de ser verdaderamente muy
pequeñas»61. «Recordad que debéis ser Eucarísticas y
para serlo debéis ser como Jesús en la Eucaristía»62.
«Las quiero ‘apasionadas de Jesús’ y, por tanto, no me conformaría
realmente con que una hermana haga matemáticamente completas sus
horas de oración, si no viera yo en ella una verdadera pasión por
Jesús, que sea Jesús para ustedes como un imán, un atractivo fuerte
que las atraiga hacia Él… Ese atractivo, esa pasión por Jesús, no se
hace de la noche a la mañana, sino después de un ‘tiempo de
fidelidad’ a la oración y de buscar a Jesús; después de un tiempo de
trato íntimo con Él, lo conocerán. Que una de sus grandes
preocupaciones en su vida religiosa sea acompañar a Jesús» (HASAP
2, p. 248). «Os parecerá raro, y quizá parezcáis raras y extrañas en
medio de las personas que os conocen (¡qué diera yo por ello!)…
parecerá raro que con esas responsabilidades tengáis cierta pasión por
nuestro Señor, y lo conozcáis, lo busquéis, lo encontréis y viváis de Él
y con Él. ¡Ojalá que Dios les diera esa rareza!» (HASAP 3, p. 102).

Todo se aprende a los pies del Sagrario:

59
HASAP 2, p. 248.
60
HASAP 3, pp.72-73.
61
HASAP 1, p.255.
62
HASAP 1, p. 273.

28
«Unos momentos a los pies de Jesús… le vais a pedir que
os ilumine y que penetre con sus enseñanzas lo íntimo de
vuestra alma para que sepáis agradarlo y complacerlo en
lo que quiere que seáis en esta pequeña congregación» 63.
«Jesús siempre fue oculto. Jesús oculto en el Sagrario.
Debéis tener vosotras el tinte eucarístico de Jesús en su
Sagrario y Él está siempre oculto en la Hostia»64.
El espíritu eucarístico se aprende como relación amorosa con
Cristo presente en la Eucaristía:
«El espíritu de fe es cierto hábito de hacer pasar la fe en
todos los actos de nuestra vida… Ejemplo: cuando
venimos a la capilla pensamos que aquí está Jesús y
llevamos nuestras miradas respetuosas y llenas de amor al
Sagrario en donde se encuentra encerrado ese Jesús de
amor»65. Por esto, «el punto central y principio de la vida
espiritual de una verdadera Hermana Eucarística de la
Caridad y de María Inmaculada, es la oración ante Jesús
Sacramentado»66.
La pequeñez de la humildad y la grandeza del amor se
aprenden en sintonía con el Señor y a imitación de María:
«Cifrarán sus verdaderas complacencias en acompañar
amorosamente a Jesús Sacramentado y en vivir y ser
como Él, ocultas, calladas, puras y sacrificadas. Para con
la santísima Virgen se portarán sencillamente como
buenas hijas, muy parecidas a Ella, humildes, pequeñas,
muy delicadas con nuestro Señor y muy apóstoles de su
amor»67.

63
HASAP 2, p.192.
64
HASAP 2, p.186.
65
HASAP 1, p.48.
66
HASAP 1, p.199 y p.270.
67
HASAP 1, p. 271.

29
El P. Moisés cifra todas sus esperanzas en esta experiencia de
encuentro eucarístico con el Señor:
«Amadas hijas, qué difícil que logréis mi anhelo, si vivís
alejadas de vuestro modelo, que es Jesús. Fijad
constantemente vuestra mirada en el Sagrario, en donde
está vuestra Hostia y ahí aprenderéis cuanto queráis.
Aprenderéis a perdonar, a sufrir, a amar a vuestros
enemigos y amigos. Ahí es el foco en donde encontraréis
valor para sufrir vuestra soledad. Es el Sagrario en donde
yo deposito mis esperanzas, es el Sagrario el que os hará
sentir fuerza para seguir adelante y confianza, amadas
hijas»68.
Comenta las Constituciones: «El punto central de las Hermanas
Eucarísticas de la Caridad de María Inmaculada es la oración ante
Jesús Sacramentado» (HASAP 1, p. 416). «Hay que ejercitarse y
ejercitar a las súbditas en la oración, ante Jesús sacramentado. Que la
oración sea el ejercicio central, que se enamoren de la oración, que
tengan verdadera pasión por la oración… Aunque estén frías durante
la oración, no importa, saben que allí está nuestro Señor. Por lo
mismo, si tienen un gusto, una alegría, ir con nuestro Señor; que
tienen una tristeza, ir con Él, participarle todo, acompañarlo…» «La
oración ante Jesús sacramentado", dice el punto de sus constituciones
que acabo de citar, debe ser esta oración una de sus grandes pasiones;
el acompañar a nuestro Señor, una de las misiones de vuestra vida;
acompañarlo, lo más que se pueda» (HASAP 1, pp. 416-417).

El envío hacia una nueva misión tiene el sentido de encontrar


allí un nuevo Sagrario:
«Recibid, hijitas, la bendición del Santísimo Sacramento
de la casita de primavera, que es el mismo Jesús que
encontraréis en Matehuala, lleno de bondad y de
misericordia. Recibid esta bendición como la primera y
como la última, como la misma de siempre, es la última
68
HASAP 1, pp.306-307.

30
de esta casita; la podéis recibir como la primera de
Matehuala… En esta bendición, Jesús os abre los brazos
y su corazón y yo os aseguro que Él estará más pendiente
de vosotras allá… Necesitáis la gracia de Jesús, y se la
vais a pedir… le vais a prometer dejaros hacer de Él, al
recibir esta bendición»69.
El Padre se entusiasma ante la realidad de un nuevo Sagrario: «Va a
haber un sagrario más en la tierra, un sagrario más en donde Jesús
encuentre amor, y en donde Jesús estará para ayudarnos. Jesús viene a
los sagrarios de la tierra, lleno de bondad y de misericordia, viene para
acompañarnos y sostenernos, viene a llenarnos de alegría y Él ¿qué
espera encontrar, por ejemplo, en este pequeño oratorio a donde va a
venir? Al venir aquí, ¿a qué se expone? Viene a recibir algo, pero
también viene, quizá, a recibir ingratitudes» (HASAP 2, p.128).

Estar «injertados en Jesús», para amar como Él, sólo es


posible con una vida eucarística fuerte:
«En la Eucaristía debéis encontrar el resumen de vuestro
espíritu. La Eucaristía es el resumen de todos los
misterios de la vida de Jesús, y a Jesús, más que en otra
parte, lo encontramos en la Eucaristía. Toda la vida de
una Misionera de la Caridad de María Inmaculada debe
estar injertada en Jesús. Como Él, puras, víctimas; como
Jesús, ofreciéndoos constantemente a las voluntades de su
Padre; como Él, silenciosas, sacrificadas, inmoladas
constantemente en el ara del altar… Él es caritativo en el
silencio, así también vosotras, caritativas, saliendo de
vuestro ocultamiento, de vuestro silencio, para daros en la
caridad. Caritativas como Él, amables como Él, en una
palabra: Un trasunto de Jesús, ‘imágenes vivas de
Jesús’»70.

69
HASAP 2, p. 60.
70
HASAP 2, p. 222.

31
Una casa de personas consagradas a Dios gira siempre en
torno a la Eucaristía. Así lo afirma en la fiesta del Corpus
Christi de 1942:
«En una casa religiosa, el centro de toda ella es el
sagrario, en torno del cual giran las almas. Los cuerpos
pueden andar en donde la obediencia tenga a las
religiosas, pero las almas vuelan al sagrario, aun en
medio de sus ocupaciones, siempre buscan a Jesús. Y a
Jesús no le bastan las adoraciones de los ángeles, necesita
la de las almas, porque para ellas se quedó en la tierra»71.
La insistencia del P. Moisés en la Eucaristía, como centro de
la vida, es constante.
La participación en el sacrificio eucarístico supone hacerse
oblación unida a la oblación de Cristo:
«Tomaréis, por decirlo así, en vuestras manos a Jesús y le
diréis al Padre Eterno: ‘Aquí está Jesús para que te
glorifique y juntamente con Él me ofrezco a ti’. Aquí, en
la Santa Misa, que no es otra cosa que la oblación y el
sacrificio de Jesús, hagamos la donación»72.
A Jesús no se le podría comprender olvidando su donación
sacrificial en la Eucaristía:
«Jesús nos ha amado hasta el fin, hasta lo indecible, hasta
la Eucaristía, hasta el calvario, hasta la muerte. Nos sigue
con la mirada de su alma y nos ama con su corazón de
Dios y Hombre»73.
La conclusión a la que se llega es muy concreta:
«Hijas, debéis sacar como conclusión: esforzaros en ver a
Jesús, en estudiar a Jesús, a ese Jesús que vive con
nosotros en la Eucaristía, ese Jesús que está ahí para
71
HASAP 3, p.72.
72
HASAP 2, p. 225.
73
HASAP 4, p.141.

32
nosotros, ese Jesús que es todo para nosotros, todo para
cada una de vosotras»74.

7. Desde la propia pobreza y miseria:


Se ora desde la propia pobreza, presentando la propia miseria
a los pies de Jesús, también para pedir perdón y proponer
enmienda. Es como si Jesús dijera: “Yo respondo por esa
chiquilla”.
En el trato íntimo Cristo, se aprende la propia pequeñez o
“infancia”, según evangelio, que llega a convertir a quienes la
practican en “personificación de la caridad”. No son personas
“atufadas”, sino expresión del amor de Cristo. Se pasa del
silencio de la oración, a la caridad, como “imágenes vivas de
Jesús”.
Se pasa de la “nada” o miseria propia, al amor de quien nos ha
llamado:
«Decidle, por ejemplo: ‘Jesús amado, hazme muy hija
pequeña, débil, nada, para que tú seas todo en mí. Enséñame
a ser nada. Soy en realidad nada, tú lo eres todo’»75.
En las propias dificultades se aprende a orar como quien está
esperando a los pies del Señor:
«A los pies de Jesús con todos nuestros pecados e
imperfecciones, ofrezcámosle las flores de nuestras
miserias, ya que no tenemos virtudes y pidámosle perdón
por todo lo que lo hemos ofendido, lloremos
constantemente nuestras faltas y prometámosle no
ofenderlo más».76

74
HASAP 4, pp.144-145.
75
HASAP 1, pp.328-329.
76
HASAP 1, p.23.

33
Un buen consejo práctico: «Después de la comida en la hora de
descanso que tenéis, procuréis dormiros, aunque sea cinco minutos,
para que no vengáis a completar el sueño aquí» (HASAP 1, p.19)

Las mismas dificultades, reconocidas y con ganas de


superarlas, se convierten en un modo de orar:
«Otras no pueden hacer oración durante el tiempo que se
les marca, no pueden discurrir nada, pero hacen un
esfuerzo por estar a los pies de Jesús el tiempo que se les
ha mandado, muchas veces durmiéndose, pero, ¡vaya!
siquiera tienen voluntad de hacer algo»77.
«Por último, otro secreto para quitar la tibieza: prometer a Jesús
determinado tiempo para orar y no lo disminuyamos, truene o llueva.
Quitarle el tiempo a todo lo demás, pero no a la oración» (HASAP 1,
p.118).

La oración cristiana es un encuentro con Cristo desde la


propia “pequeñez”. El Señor asume nuestra “nada” para
llenarla de Él:
«La que pueda introducirse en el interior de Jesús, que lo
haga y la que no pueda, que se humille y puede decirle a
nuestro Señor: “Señor, nada sé decirte, pero te amo y aquí
me tienes, siempre estaré a tus pies» 78.«¡Cuánto goza
nuestro Señor con esa alma cuando hay conocimiento de
su nada!»79
Al reconocer la propia pequeñez o limitación, aún en el caso
del pecado, se experimenta «la delicadeza de nuestro Señor

77
HASAP 1, p.2.
78
HASAP 1, p.49.
79
HASAP 1, p.87.

34
para perdonar. Él perdona todo, con tal de que se arrepienta el
pecador. Todas las penas y castigos quedan destruidos porque
Jesús no aparta de Él al caído»80.
Con una nota de humor, añade: «Vosotras que, como mujeres,
fácilmente podéis sentiros amadas y ser felices porque sois amadas de
Perico de los Palotes… pues, si sois amadas de Dios, de Jesús, con
mayor razón seréis felices. Y como Él sabe amar con ese cariño tan
puro, tan limpio… ‘Las almas pequeñas son amadas de Jesús’ ¿por
qué? ‘porque son pequeñas’» (HASAP 4, pp.310-311).

En esta experiencia de la cercanía de Jesús en la propia


pequeñez, se encuentra la misericordia del Señor. Dice el P.
Moisés:
«Aquí en mi libreta encuentro otra frase hermosísima:
‘Jesús es el fiador de las almas pequeñas en el tiempo y
en la eternidad’»81. «Pues bien, en esos momentos Jesús
debe salir a la defensa de las almas pequeñas. Vamos a
ver, dice la Justicia de Dios y, Jesús como que sale al
encuentro y dice: Yo respondo. —Esto, hijas, no
solamente en la eternidad, sino ya desde aquí también…
Jesús dice: Yo respondo por esa chiquilla. ¿Hizo
travesuras? Yo pago por ella, aquí están mis méritos,
porque es pequeña y no hizo otra cosa que estar Conmigo,
buscar mi gusto, hizo lo que pudo por ocuparse de Mí»82.
De esa experiencia de la ternura de Jesús, brota la paz y la
verdadera alegría:
«La alegría es fruto de la paz y tranquilidad de que goza
el alma que está muy unida a nuestro Señor, ¿qué puede
intranquilizarla, si está en manos de Dios, su Padre, con

80
HASAP 2, p.353.
81
HASAP 4, p.313.
82
HASAP 4, p.314.

35
quien vive como una hija pequeñita vive con su
padre?»83. El fruto principal es el verdadero amor, para
ser “personificación de la caridad”. «Somos y sois muy
pequeñas, acabáis de nacer…toda obra tiene su Belén…
una H.E.C. debe ser la personificación de la caridad»84.

8. Para transformarse en Jesús por obra del Espíritu Santo:


No es un simple ejercicio de experiencia o vivencia, sino que
es, en realidad, un proceso de transformación en Cristo, para
vivir en sintonía con sus deseos. Es el verdadero
“recogimiento”. «Transformaros en Jesús, es llegar al estado
altísimo de la contemplación de Dios; por lo menos debéis
aspirar a ello»85.
«Recogimiento. Dejar a un lado todo lo que no sea Jesús, enfocarnos a
Él sólo, en Él abandonar cuidados y preocupaciones; ya dijo Él a santa
Margarita María: ‘Cuida tú de mí, que Yo cuidaré de tus cosas’»
(HASAP 1, p.291). «Él amó a los pecadores hasta el fin y su corazón
no ha muerto, sigue amando, no es veleta, es firme, es perfecto, por
eso le dice a santa Margarita María Alacoque: ‘Mira este corazón que
tanto ha amado a los hombres’» (HASAP 3, p.336). Decía el P.
Moisés que este “recogimiento” es “esencia de nuestro espíritu”:
«Como otras veces os he dicho, vuestro espíritu se puede reducir a tres
palabras, que quieren decir, sin embargo, todo un programa de
perfección. ‘Recogidas en vuestro interior, para amar y complacer a
nuestro Señor’» (HASAP 2, p.281).

Esta transformación por obra de la o acción del Espíritu


Santo, produce humildad o realismo, confianza filial, deseo de
entrega total. Se tiene conciencia de la propia “nada”, para
que Jesús sea “todo”.

83
HASAP 1, p.218.
84
HASAP 1, p.264.
85
HASAP 1, p. 23.

36
El Espíritu Santo nos hace partícipes de la vida “oblativa” de
Jesús, para ser “hostia” con Él.
«Jesús sabe que para recibirlo como se debe, necesitamos
conocerlo y de eso se encarga el Espíritu Santo… Y el
Espíritu Santo nos da ese espíritu de hostia, de víctima;
en el trato con Jesús-Eucaristía, la simpatía o parecido
con Jesús se hace cada vez mayor en nosotros»86.
El referente es Jesús: “La consagración de Jesús como Sacerdote y
como Víctima se hizo formalmente por la unión de la divinidad a su
humanidad santísima! (HASAP 1, p.41).

Así como: «Jesús se hizo por obra del Espíritu Santo, yo debo
hacerme Jesús y parecerme a Jesús por obra y gracia del
Espíritu Santo, que trabaja en nuestras almas… Jesús, Hijo del
Padre, dirigido del Espíritu Santo y también de la Santísima
Virgen»87.
Las expresiones sobre esta acción del Espíritu Santo, que nos
transforma en Cristo, son de extrema finura:
«Él quiere modelar a las almas por Sí mismo, quiere Él
mismo llenarlas de su espíritu y sólo admite la
cooperación de la Virgen Santísima para que Ella las
disponga; la gracia del Espíritu Santo lo hace todo»88.
El mismo Corazón de Cristo, con sus riquezas de amor divino
y humano para toda la humanidad entera, es obra del Espíritu
Santo:
«Imaginémonos el corazón de Jesús, el corazón más fino,
dirigido por el mismo Espíritu Santo, vivificado por la

86
HASAP 3, pp.72-73.
87
HASAP 2, p. 378.
88
HASAP 3, p.72.

37
misma divinidad, es el corazón más perfecto…¡Es el
fruto de la omnipotencia del Espíritu Santo!»89.
Es muy frecuente la referencia al Corazón de Jesús. Los
deseos del Corazón de Jesús se pueden concretar en el
mensaje a Santa Margarita, para “consolar” a Jesús.
«Imaginémonos el Corazón de Jesús, el corazón más fino, dirigido por
el mismo Espíritu Santo, vivificado por la misma divinidad, es el
corazón más perfecto… Es objeto de contemplación, de meditación y
de estudio, y que no acabaríamos de comprender en toda nuestra
existencia si nos pusiéramos a estudiarlo, no tiene límites, es infinito.
¡Es el templo de Dios! ¡Es el corazón del Verbo Encarnado! ¡Es el
corazón de la sabiduría infinita! ¡Es el fruto de la omnipotencia del
Espíritu Santo!» (HASAP 3, pp. 328-329). «Qué vemos en el Corazón
de Jesús en la Cruz del Apostolado? En primer lugar encontramos el
corazón, vivo, palpitante, encontramos un amor ardiente, un océano
infinito de amor» (HASAP 3, p.332).

El tema de la cruz es el tema del amor que transforma el


sufrimiento en donación salvífica:
«¿Qué me dice Jesús?, ¿qué se lo dé, qué acepte esa
cruz?»90. «Cuando vemos a nuestro Señor sufriendo,
sumido en la amargura, lo sentimos como un hermano
que comprende nuestras lágrimas, nuestros fracasos,
nuestras incomprensiones»91
No falta la aplicación práctica con un deje de humor: «Todos
sufrimos, desde el burro y el cargador, pero el sufrimiento no sirve
sino por la cruz de Cristo y en cuanto que participa del sufrimiento de
Cristo en la cruz” (HASAP 4, p.7).

89
HASAP 3, pp.328-329.
90
HASAP 3, p.217.
91
HASAP 3, p.335.

38
También Concepción Cabrera de Armida recibió del Señor
la confidencia de que no se le acompaña en el Sagrario. La
referencia a Conchita, cuando se grabó a fuego el nombre
de Jesús, es como una llamada a hacer que Jesús sea el
centro y el todo.
«Vosotras quizá no habéis conocido a la Sra. Armida, que nosotros
llamamos en la intimidad ‘Nuestra Madre’… a ella se le debe la fundación
de nuestra congregación de Misioneros del Espíritu Santo… Nuestro
Señor le pedía que hiciera penitencias y en la Hacienda de Jesús María,
S.L.P., se grabó el nombre de Jesús con un hierro candente, el 14 de enero
de 1894, que era la fiesta del nombre de Jesús» (HASAP 4, pp.308-309)

Es relativamente frecuente la referencia a Concepción Cabrera


de Armida, especialmente en los temas de la oración como
relación personal y amorosa con Jesús.
«Como le decía a la Sra. Armida: “¡Ay! ¡Qué solo estoy!”
Jesús se quejaba de estar solo… ¡qué dolor! Sí, hijas,
nuestro Señor, llorando, le decía a la Sra. Armida:
‘Solo…puro oropel en las religiosas, no hay nada de
amor, nada de contacto conmigo, están muy lejos’»92.

«La Sra. Armida es sólida, por ejemplo su libro ‘Ante el Altar’, aunque
tiene el estilo de la mujer» (HASAP IV, p.28). «Todo lo que toco lo hecho
a perder, decía Conchita Armida, y nosotros también así lo hacemos, es
como una condición de nuestra naturaleza caída… Recogidas con Jesús
vuestro hermano, vuestro esposo y, en un sentido, hasta vuestro hijo muy
querido» (HASAP IV, p.192). «Conchita Armida quería al Padre, al
Verbo y al Espíritu Santo y a la Santísima Virgen, pero como que su
cariño sobresalía para el Verbo Encarnado, para Jesús. Siempre se
distinguía su cariño a nuestro Señor ¡qué palabras de ternura, de afecto!
¡qué locuras! le decía» (HASAP 4, p. 290).

92
HASAP 2, p.201.

39
Los grados de la oración pueden concretarse en ese proceso
que se dirige hacia la unión y donación total. Se va llegando a
la vida interior, teniendo a Jesús como centro. Se llega a ver a
Jesús en todo.
«Esa unión va por grados, se desarrolla y crece; ese
‘complacer a Jesús’, también va por grados según la
gracia de Dios y la correspondencia del alma…
aprenderán que se comienza por la vía purgativa, se sigue
por la vía iluminativa y después por la unitiva»93.
Se entra en sintonía con el amor de Jesús al Padre. Es la finura
del Corazón de Jesús en “la cruz del Apostolado”.
«El Corazón de Jesús es un abismo de dolor porque es
abismo de amor. Amor y dolor, esa fue su vida, hasta que
entregó su alma a su Padre Celestial»94.
En este contexto se comprende mejor el tema de “consolar” a Jesús:
«Jesús busca un espíritu de amor de parte de ustedes y también viene a
buscar un consuelo. Parece que les dice: ‘Vengo a estar muy
contento’. Hijas, saben que la cristalización de su ideal está en esta
idea que debe predominar sobre todo lo demás: ‘El complacer siempre
a Jesús’, al que va a venir dentro de unos momentos aquí… Les repito
y suplico encarecidamente no le disgusten, que Él siempre esté
contento, que al entrar aquí en esta casa cualquier persona, sienta el
contento de Jesús para con ustedes y de parte de ustedes para con Él»
(HASAP 2, p.129).

93
HASAP 4, p.26.
94
HASAP 3, p.338.

40
Por esto, hay que «llamar al Espíritu Santo para que Él nos
llene, estar muy con Jesús, ser muy agradecidos con Dios
porque nos da su amor»95.
Consagrarse a Dios significa consagrarse al misterio de amor
de la Santísima Trinidad:
«Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
dígnate recibir esta oblación que te hago de mí misma,
unida a Jesús y por las manos purísimas de María, para
que te dignes formar y conformar a tu Jesús-Sacerdote,
Víctima Inmaculada»96.
Así describe el misterio trinitario: «El Padre se conoce con un
conocimiento tan perfecto y completo que forma una Persona… El
Padre y el Hijo se aman y encuentran su conocimiento y amor infinito
en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el abrazo eterno, el don mutuo
del Padre al Verbo y del Verbo al Padre. El Padre engendra al Verbo y
el Padre y el Verbo espiran al Espíritu Santo y el Espíritu Santo une al
Padre y al Hijo y tenemos un solo Dios» (HASAP IV, p.136).

Oración como relación íntima con Cristo, nos adentra en el


misterio trinitario con confianza filial. Como un niño en
brazos de su madre, quien hace oración entra en el misterio de
Dios Amor, uno y trino. Al mismo tiempo, se va empapando
de toda la realidad de Jesús: Dios, hombre, salvador, cercano.
«Dios es mi Padre!... Jesús nos lo enseñó teórica y prácticamente, Él
nos enseñó a tratarlo así ‘Padre nuestro’. ¿Qué culpa tenemos, si Jesús
nos enseñó a llamarlo así?» (HASAP 1, p. 259).

Se vive y se ora con el mismo espíritu filial de Jesús:

95
HASAP 4, p.8.
96
HASAP 1, p.372.

41
«Es el mismo espíritu de Jesús. ¿Qué hizo Jesús? Él no se
puso a discurrir, Él se concretó a ‘mirar’ a su Padre
Celestial, a ‘no negarle nada de lo que le pidiera’» 97.
«Jesús amaba a su Padre y lo amaba con un amor
profundo, con un amor más fuerte y más grande que el
que han tenido todos los santos, así que, ¿cómo sufriría su
corazón al ver que se ofendía a su Padre Celestial?... El
corazón de Jesús es un abismo de dolor porque es abismo
de amor. Amor y dolor, esa fue su vida, hasta que entregó
su alma a su Padre Celestial»98.
Al meditar el evangelio, se entra en sintonía con el amor de Cristo al
Padre: «Allí tenemos a Jesús nuestro modelo, Él siempre iba a la
oración… Ved a Jesús en el Evangelio, vedlo en todos los detalles de
su vida, veréis que siempre tenía a Dios presente, siempre se ocupó de
Él, nunca se apartó de su Padre Celestial» (HASAP 2, p. 200)

9. Aprender a orar con fórmulas sencillas y preguntas:


El P. Moisés propone diversas oraciones sencillas, como
resumen de la vida espiritual en un momento dado de la vida.
A veces, estas oraciones son como preguntas que se hacen al
Señor.
Estos textos son una especie de teología narrativa sobre la
oración. Reflejan siempre humildad o realismo (la propia
miseria), con una actitud de confianza plena y con un deseo
de donación total:
«Cuando estemos solos con Jesús le diremos: “Señor, soy
muy tonta, pero aquí estoy en tu presencia”. Si ni aun esto
podemos, porque estamos muy fríos, como el mármol,

97
HASAP 2, p.308.
98
HASAP 3, p.338.

42
entonces podremos decirle: “Señor, aquí están las piedras
que te alaban»99.
A veces son trasunto de las oraciones del evangelio, invitando
a orar como en el Evangelio:
«Muy de corazón, decidle como el ciego del Evangelio le
decía: ‘Señor, haz que yo vea’ (Lc 18,41). Así vosotras,
decidle a Jesús: ‘Señor, haz que yo vea qué es lo que te
desagrada en mí’»100.
Entregarse totalmente a Jesús sólo es posible por medio de
una oración humilde y confiada:
«¿Cuál es el alma que consigue amar a Jesús? La que es
objeto de la misericordia de Dios. De rodillas, decidle a
Jesús ante su Sagrario: ‘Señor, que te agrade, que te
complazca, quítame la vida antes de que te desagrade.
Dame ese instinto de buscar tu agrado, hazlo tú en mí, yo
no sé hacerlo’. Puesto que la Iglesia me dice que sin ti
nada puedo, clamo a ti. No quiero ni vida, ni cielo, ni
infierno, nada, solamente agradarte a ti y puesto que
ayudas a las almas que por su pequeñez y humildad son
objeto de tu misericordia, dame tu luz para conocerme y
conocerte y así te agrade a ti únicamente, para que siendo
objeto de tu misericordia en la tierra, lo sea también en la
eternidad, en donde cantaré tus misericordias, no mis
actos ni mis virtudes»101.
Uno de estos textos de oración es la fórmula de consagración
a Cristo Rey, con la intención de ser totalmente del Señor:
«Jesús, dulcísimo Redentor del género humano, míranos
humildemente postradas al pie de tu altar. Tuyas somos y

99
HASAP 1, p.18.
100
Cfr HASAP 1, p. 323.
101
HASAP 1, pp.444-445.

43
tuyas queremos ser, a fin de poder vivir más
estrechamente unidas contigo.
Oh dulcísimo Jesús, aquí tienes a tus pies pequeñas almas que
reconocen y confiesan plenamente tu realeza, tu poder sobre
todos los seres. Nos damos cuenta que en muchos corazones
no reinas; que de muchas familias tú no eres el dueño, sino
que te desprecian, te olvidan…
Aquí nos tienes, almas pequeñitas, que nada valen, que para
nada sirven y, sin embargo, queremos ayudarte, queremos que
seas amado, conocido y que seas Rey de todos los que a ti te
reconocen como Padre…
Con nuestra voluntad nos entregamos a ti, tú sírvete de
nosotros para extender tu Reinado, tu amor, tu justicia y tu
paz. De la manera que tú quieras puedes servirte de
nosotros… Que no tengamos otra ocupación que la de hacerte
reinar; no queremos otra recompensa, sino la de que tú reines.
Haz que te amemos más, somos tuyas, siempre, en el tiempo y
en la eternidad seremos tuyas también»102.
El propio carisma de pequeñez, a ejemplo de santa Teresa de
Lisieux, hace posible la oración:
«Decidle a Jesús en vuestro interior con toda sinceridad y
fe: ‘Señor, hazme pequeña como santa Teresita. Tú sabes
perfectamente qué cosa es ser pequeña’… Decidle a Jesús
desde el fondo de vuestro corazón: ‘Señor Jesús, Jesús
bueno, Maestro bueno, Causa de nuestra santificación y
de nuestra salvación, por María, nuestra Madre querida,
haz que te conozca y me conozca, para que realmente
sepa lo que eres tú, que te conozca para que te vea, y que
me conozca yo a mí misma para olvidarme de mí misma,
que me conozca lo que soy’»103.

102
HASAP 1, pp.466-467.
103
HASAP 2, p.136.

44
Frecuentemente es una oración ante el sagrario, como cruce
de miradas con Jesús:
«En vuestro interior, decidle a Jesús: ‘Aquí estás, aquí
estoy. Yo creo firmemente que aquí estás, en esta hostia
consagrada con tu cuerpo, alma y divinidad… me
envuelves con tu mirada, me penetras con ella’» 104. «Para
contemplar a Cristo, basta abrir nuestro corazón, los ojos
de nuestra alma; pero, para hacer esto pido más humildad,
más pureza y un amor ardiente; con el amor se ve más
que con la inteligencia»105.
Es interesante el uso que hace de la “mirada”. «Bajo la mirada de
Jesús, se aprende a mirarle con alegría, con el gozo de su resurrección,
‘estar con él’, darle todo lo que nos pida. ‘Aquí estás, aquí estoy’.
Quedan ‘muy unidas a la santísima Virgen bajo la mirada de Jesús’.
‘Su mirada se posa en nosotros’» (HASAP 4, p.145). «Nos sigue con
la mirada de su alma y nos ama con su corazón de Dios y Hombre»
(HASAP 4, p.141). «Quiero que os pongáis con toda sinceridad bajo
la mirada de Jesús. Aquí está Jesús con su cuerpo, sangre, alma y
divinidad» (HASAP 2, p.156). «Bajo la mirada de Jesús, que está en
su sagrario… pensad con toda la humildad de vuestro corazón y de
vuestra alma» (HASAP 3, p.74). «Si hubiéramos visto la mirada de
Jesús, la hubiéramos visto pura, santa, inocente como la de un niño.
Por esa mirada se asomaría su alma y su corazón y al mismo tiempo
que hubiéramos visto su santidad, hubiéramos adivinado el intenso
dolor que existía en el fondo de su corazón» (HASAP 3, p.337). «Él
nos puede amar a todos, nos ama, nos sigue con su mirada, nos ve, se
da, su corazón se abre para nosotros; su mirada se posa en nosotros»
(HASAP 4, pp.144-145). «Volved vuestra mirada a Jesús, mirada de
fe y de amor, con sencillez y confianza, en Él lo encontraréis todo, es
cuestión de proponéroslo» (HASAP 4, pp.291-292)

El texto indica un diálogo con el Señor, como aceptando su


amor y ofreciéndole el nuestro: «No se imaginan cómo se

104
HASAP 2, p.205.
105
HASAP 1, p.34.

45
goza Jesús cuando le decimos: ‘Te amo y te quiero amar
mucho’»106.
En este diálogo amigable entra espontáneamente la Madre de
Jesús que es también la nuestra:
«Volvámonos a Jesús y a María santísima: ‘Jesús, yo
necesito de ti, ¿qué será de mí sin ti? ¿Qué hago sin ti y a
dónde ir sino a ti?’ Los apóstoles le dijeron: ‘¿A dónde
iremos sino a ti, pues tú tienes palabras de vida eterna?’
(Jn 6,68) y yo te digo: ¿A dónde puedo ir? Si Tú eres mi
Padre, mi esposo a quien he venido a buscar, ¿A dónde
iré, sino a ti? Por eso tengo necesidad de ti y de la oración
porque por medio de ella voy a ti»107.
A veces, el P. Moisés invita a preguntar a Jesús sobre cuál es
su voluntad acerca de la propia vida: «Preguntémosle a Jesús
con la audacia de nuestro corazón: ¿Por qué quiso Dios que
vinieras al mundo? y nos contestará: ‘Mi estado, es el estado
del Sacerdocio, de Víctima’. Jesús decía: ‘Yo soy El Camino,
la Verdad y la Vida’ (Jn 14,6)…»108.

10. Oración y apostolado:


Explica la oración como quien habla de una relación íntima,
que da sentido a la vida y que es la clave de todo apostolado.
Conviene notar que el P. Moisés nunca dejaba la oración en
medio de múltiples apostolados:
«Les confieso que cuando no hago oración y ¿qué cosa
más santa que el dedicarme a las almas? Aunque mi
trabajo sea de lo más santo, si dejo la oración se me
alborota todo. ¿Por qué? pues, por falta de oración»109.

106
HASAP 3, p.8.
107
HASAP 4, pp.42-43.
108
HASAP 1, p,35.
109
HASAP 1, p.366.

46
Con este testimonio de “unidad de vida”, podía urgir la
oración a los demás:
«Todas habrán experimentado que si no hacen oración, se
sienten otras. Yo, por ejemplo, mi misión es confesar,
predicar, ir a ver a las almas, es decir que todo lo que
hago es para llevar a las almas a Dios; sin embargo, si se
me pasa la oración, me siento descontrolado y con mayor
razón cuando la oración no es bien hecha, pues equivale a
no hacer oración»110.
Para urgir a no dejar la oración, aún en medio de las
ocupaciones, recuerda las enseñanzas y el testimonio del P.
Félix:
«Y fíjense que los santos siempre han hecho oración, han
sido almas de oración. Nuestro padre Félix, con toda su
santidad, se pasaba las horas delante del Santísimo»111.
«Os convenceréis, pues, hijas, que la causa de las
bendiciones en una casa es la superiora y la ruina es ella
también. Por eso, nuestro padre Félix nos puso más
oración que a los súbditos, porque tenemos muchas cosas
que hacer y ver en la oración»112.

11. Como en Betania, escuchando sus palabras:


Se siente la necesidad de escuchar, como quien ya no sabe
prescindir de la persona amada. Como en Betania, se aprende
a escuchar las palabras de Jesús:
«Esa fue la actitud de María. En la mirada fija de Jesús se
derramaba su interior; puesta su inteligencia en esa
mirada, María veía su amor al mundo y la voluntad de
Jesús era también la de María. Esa es la actitud de María
respecto de Jesús y Jesús dice que ésta es la mejor parte.
110
HASAP 3, p.9.
111
HASAP 2, p.246.
112
HASAP 3, p.283.

47
No dice que la peor es la de Martha y mucho menos que
ella sea mala, no; dice que la de María es la mejor…
Ésta es la mejor parte, es lo que enseña el Evangelio y se
aplica a María Santísima, que fue la santa de las santas; el
mejor santo es el que se aplica a atender a Jesús y María
se aplicó a atender a Jesús, desde el momento de la
Encarnación se dedicó a Dios. En la Encarnación recibió
en su purísimo seno a Jesús y María se transporta de
amor; llevaba al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y le
daba su ser y su vida para que el Verbo se hiciera
Hombre…
Podemos imaginar que María no se apartó de Jesús ni un
instante y Jesús sólo se separó de Ella, de la creatura más
santa, de su Madre, para ir a predicar, sufrir y morir para
salvarnos»113.
Sobre la escucha de la Palabra de Dios, conviene recordar las
reflexiones del P. Moisés sobre las últimas palabras de Jesús en la
cruz. Son «las últimas palabras que salieron de sus labios, más aún, de
su corazón. De los seres queridos siempre recibimos con mucha
atención sus últimas palabras y guardamos sus últimas
recomendaciones. Todas las palabras de Jesús, todas las que dijo
durante su predicación, son vida, son luz, son fuente de bien; todas sus
palabras nos dan vida, con mayor razón sus últimas palabras, en las
que está como concentrado todo su amor» (HASAP 3, p.107).

Esta explicación era enseñanza continua del P. Moisés,


también en su dimensión mariana:
«¡Cómo acoge Jesús a los que escuchan sus palabras! Si
todas las almas se acogieran a Jesús, a su amante corazón,
encontrarían la paz y vivirían en un cielo… Jesús quiere
que vivamos sólo para Él… Ocultarme a las miradas de
las criaturas, oculto a mis propias miradas y ser conocido
113
HASAP 3, p.117.

48
sólo de Jesús y de María, esto es hacerse pequeño como
Jesús y María. Oculto a las miradas de las criaturas y no
depender más que de Él y de María»114.
«Estad más con nuestro Señor, aunque os cueste un poco, estad más
con Jesús, para que Él os ilumine y se comunique a vosotras y os
comunique fuerzas para seguir adelante… muy unidas a la Santísima
Virgen, bajo la mirada de Jesús, que está en su sagrario… pensad con
toda la humildad de vuestro corazón y de vuestra alma» (HASAP 3,
p.74).

12. La vida cristiana, sacerdotal y consagrada a la luz del


Misterio de Cristo
La exposición del P. Moisés sobre el encuentro con Cristo, es
eminentemente vivencial en todas sus facetas. Habla del
Señor como un “apasionado” por Él e invita a “apasionarse”
por Él.
En este apartado, he preferido dejarle hablar más a él, para resaltar que
su vida quiere ser un “trasunto” de Cristo, ser COMO ÉL e invitar a
ser COMO ÉL.

Por medio de la oración como relación personal con el Señor,


siempre guiados por la fe, se entra espontáneamente en todo el
misterio de Cristo. Es Cristo Amigo y Esposo, que nos
comunica el Espíritu Santo para transformarnos en él y
adentrarnos en el misterio trinitario de Dios Amor.
A Cristo se le siente cercano, que vive nuestra misma vida y
asume nuestras miserias y nuestra nada. Por esto no hay que
quedarse en la propia nada o limitación, sino centrarse con
humildad y confianza en el amor de Cristo. Entonces se llega

114
HASAP 3, p.130.

49
a una armonía entre oración y apostolado, como encuentro
con el Señor en sí mismo y en los hermanos.
Jesús, Buen Pastor, Dios hecho hombre, nos acompaña,
perdona, ilumina y enamora:
«Hijas, pensad y fijaos en cómo es Jesús. Es Dios, el que
tiene poder en el cielo y en la tierra, el que cura a los
enfermos, resucita a los muertos, perdona los pecados y
da la paz a las almas, ese es Jesús y ese es nuestro
Pastor»115.
Hace un resumen sapiencial y vivencial del Misterio de Cristo
en todas sus facetas, a partir de la Encarnación:
«Todos los demás misterios de Cristo son hermosos, su
crucifixión, sobre todo su Ascensión, su Resurrección,
son hermosísimos, pero todos son una prolongación de la
Encarnación, misterio central de todos los misterios»116.
Celebrar la resurrección de Cristo equivale a resucitar en él:
«La oración nos hace ver lo que nos pide nuestro Señor y
nos hace estar más apoyados en Él. Esta es la
resurrección de nuestras almas en Cristo»117.
El domingo de Pascua de 1939 hace una descripción de la
fiesta y de su significado:
«Es motivo de una grande alegría el misterio de la
Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Nuestra
mirada, en esa alegría, no debe apartarse de Jesús. Habéis
visto en estos días ¡qué sabroso es estar con Jesús!
Saborear su vida, saborearlo a Él en sus misterios»118.

115
HASAP 2, pp. 239-240.
116
HASAP 1, p.43.
117
HASAP 1, p.184.
118
HASAP 2, p.89.

50
Entonces se armonizan perfectamente la oración con el
trabajo:
«Vosotras debéis unir el contemplara Jesús por medio de
esa unión íntima que debéis tener con Él, y trabajar
haciendo el bien por Jesús. Debéis trabajar primero por
Jesús, pero nunca dejaréis a Jesús por el trabajo, sino que
siempre que puedan, observando su reglamento y por
medio de sus horas de oración, irán allí con Jesús y
estarán con Él y lo estudiarán… Siempre en Él, siempre
todo por Él y todo con Él. Todo este día consideraréis los
detalles de la Resurrección de Jesús y alegraos»119.
Entre sus escritos se encuentra un esquema de puntos de
meditación sobre Jesús, que transcribimos literalmente:
«Puntos que se refieren a ‘Jesús’:
1. a) Jesús viene del Padre, nos lo dio el amadísimo Padre.
b)Yo vengo del Padre y Jesús viene del Padre para mí.
c) Jesús es Hijo del Padre, yo también debo ser hija
para el Padre.
2. a) Jesús se hizo por obra del Espíritu Santo.
b)Yo debo hacerme Jesús y parecerme a Jesús por obra
y gracia del Espíritu Santo, que trabaja en nuestras
almas.
3. a) Jesús se hizo Jesús por medio de la Santísima
Virgen.
b)Yo debo hacerme Jesús, es decir, hacerme santa en
las manos de María.
c) Jesús, Hijo del Padre, dirigido del Espíritu Santo y
también de la Santísima Virgen»120.
119
HASAP 2, p.89.
120
HASAP 2, p.378.

51
En otra plática durante los Ejercicios en Morelia (5 de enero
1949), nos da una amplia explicación sobre el Misterio de
Cristo, especialmente vivido en la contemplación:
«Dios Padre nos dio a su Hijo para que por su Hijo
fuéramos a Él… Jesús, el Hijo de Dios hecho Hombre es
el fin, es con quien debemos estar unidos, a quien
debemos constantemente tener presente, porque es Dios a
la vez que Hombre; es el intercesor, el lazo de unión entre
Dios y nosotros, la humanidad. Y al mismo tiempo es el
modelo que debemos copiar y copiándolo, nos unirá a Él
y viviremos de Dios. Jesús es el modelo y ya os he dicho
que cuando digo que deberéis estar unidas a Dios, es lo
mismo que deciros que debéis estar unidas a Jesús.
Cuando digo que debéis amar a Dios, es deciros amen a
Jesús, porque Jesús es Dios y con Él no nos apartamos
del camino que lleva a Dios, porque Jesús es el camino
para llegar a Dios»121.
No olvida los contenidos cristológicos de este misterio
redentor. Jesús es perfecto Dios, perfecto hombre, Salvador.
La consecuencia a que se llega es el enamoramiento de Cristo,
saberse amados por Él y quererle amar:
«Porque si es Dios a la vez es Hombre, es nuestro
hermano mayor; tiene un alma como la nuestra, con un
corazón como el nuestro, un cuerpo como el nuestro, que
sufre, se cansa, llora, derrama lágrimas y muere como
nosotros. Por eso lo comprendemos mejor.
Debemos amar ardientemente a Jesús. Debemos amarlo y
apasionarnos de su amor bajo pena de no estar en la
verdad. Todas y cada una, con Dios. Todas y cada una
con Jesús y en Jesús con Dios. Jesús es hermoso,
atractivo, es nuestro hermano, es nuestro redentor. Jesús
nos ha amado hasta el fin, hasta lo indecible, hasta la
121
HASAP 4, p.140.

52
Eucaristía, hasta el calvario, hasta la muerte. Nos sigue
con la mirada de su alma y nos ama con su corazón de
Dios y Hombre.
Nos ama como de su familia porque quiso hacerse uno de
nosotros, tomó nuestra fragilidad, nuestra miseria, nuestra
naturaleza para elevarnos a Dios, y, como dicen
atrevidamente, el Hijo de Dios se humanizó para
divinizarnos, para elevarnos a Dios.
Por tanto, debemos amarlo extraordinariamente. Jesús es
la imagen perfecta del Padre, en cuanto es Dios. Refleja
al Padre, a la divinidad y a la vez siendo Hombre está
cerca de nosotros, por eso es atractivo y por eso debemos
poner toda nuestra atención y amor en Jesús. La
economía de Dios es ir a Dios por Jesús, así como hay
que ir a Jesús por María Santísima»122.
Insiste en esta realidad íntima de Cristo, para dejarse
sorprender y cautivar por Él:
«Imaginaos esa unión, ese abrazo íntimo, esa donación
mutua del Verbo para con su humanidad y de esa
humanidad y del alma de Jesús para con la divinidad…
Podéis imaginaros a Jesús en los brazos de María, siendo
adorado por los reyes de oriente; ese niño que no puede
sostenerse, que camina cogido de su madre, en ese niño
se realiza el cielo, está la felicidad completa; ese niño
lleva en sí al cielo en toda su intensidad, porque lleva la
persona santísima del Verbo. Si nos imaginamos a Jesús
ya joven, de ciertos años, un Hombre maduro, toda la
dignidad que se refleja en su mirada, en su porte, en sus
ademanes; toda la dignidad que se refleja en su cuerpo
por la divinidad que está en Él, todo el atractivo de la
divinidad reflejándose en la humanidad de Jesús»123.
122
HASAP 4, p.141.
123
HASAP 4, p.142.

53
Meditando el evangelio desde dentro, como conviviendo con
Jesús, se le siente cercano:
«En este sentido Dios está cerca de nosotros, lo podemos
casi, casi tocar. Jesús el Verbo humanizado, diríamos que
es más atractivo que Dios mismo, porque a Jesús lo
comprendemos cuando se cansa, cuando llora, entonces
lo comprendemos y por eso, en cierta forma, vemos a la
divinidad que se encierra en la humanidad de Cristo.
Hijas, allí está el camino, allí está el maestro, en Él está
todo. Amad mucho al Verbo Encarnado, el esposo
querido de vuestras almas, el hermano mayor que viene
para llevarnos al cielo; el que prescindió, diríamos, de la
gloria y vino a hacerse uno de nosotros pagando nuestros
pecados y todas las penas del pecado, con Él debemos
estar unidos… A Él amarlo, hijas, al Él verlo, a El
buscarlo en todo y complacerlo ante todo y primero que
todo. Y de esa manera estaremos con Dios, de esa manera
iremos con Dios. Este es vuestro Jesús»124.
Precisamente la “Infancia Espiritual” o evangélica se aprende
en este encuentro contemplativo con Cristo:
«Como veis, creo que podéis sacar la conclusión de que
una de las actividades y ocupaciones de vuestra vida
religiosa es volveros a Jesús, contemplarlo, estudiarlo,
conocerlo. Dios se conoce a sí mismo y vosotras, según
vuestro Espíritu Propio, debéis intentar conocer a Jesús
para amarlo, para estar unidas con Él, para no apartarnos
jamás de su lado… Jesús debe ser vuestro libro, el objeto
de vuestros estudios, meditaciones, y consideraciones…
Pero, vosotras, por vuestro Espíritu Propio, con ese
espíritu de Infancia Espiritual y por su naturaleza misma
debéis estar muy unidas a Jesús, amarlo y tratarlo en
intimidad»125.
124
HASAP 4, p.143.
125
HASAP 4, p.143.

54
El “lenguaje” que usa el P. Moisés es el de los verdaderos
“amigos” de Cristo, que le aman con “pasión”:
«Vale la pena Jesús, todo Él es atractivo, todo Él es
divino, por tanto, debemos ir a Él, unirnos con Él y en Él
ver cómo debemos ser nosotros… Vuestro espíritu lo
realizó Jesús. Él fue el Hijo de su Padre, el primer
pequeño entre los pequeños, fue y se portó como Hijo de
Dios y nosotros somos hijos y pequeños hijos muy
amados del Padre, como Él. ¡Qué complacido estaría yo
si vosotras os apasionarais de Jesús! Porque casi sin
quererlo y sin sentirlo tendríais el Espíritu Propio de
vuestra congregación. Los que se aman tienden a imitarse
y a comunicarse.
Todo lo que tiene Jesús os comunicara con Dios porque
Él vive de Dios, como Hijo muy amado de Dios. El alma
que se adhiere a Cristo es un alma que lleva la infancia
espiritual. Hijas, debemos amar a Jesús, debemos
conocerlo y, por tanto, estudiarlo para que lo amemos y
nos unamos a Él. Es a Él a quien debemos copiar, allí está
el camino, Él es el maestro, la vida, por eso debemos
unirnos a Él, oírlo a Él e imitarlo. Igual a María Santísima
que nos lleva a Él»126.
Como hemos visto, se repite continuamente la expresión
“debemos amar”, añadiendo el término “pasión” y
relacionándolo con la Infancia Espiritual. Todo ello se
encuentra en la celebración y adoración eucarística:
«Hijas, debéis sacar como conclusión: esforzaros en ver a
Jesús, en estudiar a Jesús, a ese Jesús que vive con
nosotros en la Eucaristía, ese Jesús que está ahí para
nosotros, ese Jesús que es todo para nosotros, todo para
cada una de vosotras. Jesús no es como nosotros los
humanos, que si amamos a uno no podemos amar a otro.
126
HASAP 4, p.144.

55
Él nos puede amar a todos, nos ama, nos sigue con su
mirada, nos ve, se da, su corazón se abre para nosotros;
su mirada se posa en nosotros. Vale la pena estar
íntimamente unidos a Él y que, en las mil agitaciones de
la vida, no nos apartemos de Él, que estemos siempre con
Él. Después de las agitaciones, después de las penas,
después de los grandes trabajos hay que volvernos a Él en
la intimidad, en la soledad; donde Él está, está todo para
nosotros y nosotros para Él. ¡Vale la pena! Lo demás no
sirve. Lo único necesario en la vida es que vivamos de
Dios, que nos enamoremos de Jesús y aprendamos en
toda la vida ese libro abierto, Jesús, que nos enseña las
cosas eternas y a vivir de ellas en todos sentidos»127.
Salir de sí o del propio egoísmo, sólo es posible centrándose
en Cristo, dejándose cautivar o sorprender por Él:
«Jesús debe ser el centro de nuestra vida, el objeto de
todo lo que tenemos y podemos… Recordemos ante todo,
que Jesús es absolutamente necesario para nosotros. ‘El
que no crea en mí, anda en tinieblas, el que no está
conmigo, está contra mí’.
Según la economía de Dios, según la voluntad de Dios,
según la naturaleza de las cosas, Jesús se impone a todo
nuestro ser en el tiempo y en la eternidad. El dijo: ‘Yo
soy el Camino, la Verdad y la Vida’….

127
HASAP 4, pp.144-145

56
Es el camino para irnos al cielo, hijas, la Luz para ver lo
que hemos de hacer y lo que debemos evitar, es la Vida
de nuestra alma y corazón; Él es la vida de la gracia y la –
Fuente del amor…
Es la ‘margarita preciosa’ por la que debemos vender todo
para comprarla, o sea, para ganar a Jesús y con Él lo
tenemos todo. Al hacerse hombre, se hizo uno de nosotros,
se hizo como nosotros para que pudiéramos verlo, tocarlo,
comprenderlo, tenerlo muy cerca de nosotros y así
orientarnos Él en nuestro camino… Entonces vemos que
realmente es sangre de nuestra sangre y huesos de nuestros
huesos; comprendemos más a Cristo, y entonces amamos
mejor a Dios. Por todo eso debe ser Jesús el centro de
nuestra vida y de todo nuestro cariño»128
La verdadera felicidad sólo se encuentra en Jesús, amado por
encima de todo:
«¡Más felices son las almas que sienten esa plenitud de
Jesús en sus lágrimas, en sus abandonos, en las
preferencias, en sus alegrías en las obras aún las más
pequeñas e insignificantes… San Francisco de Asís: ‘Mi
Dios y mi todo’, nosotros podemos decir: ‘Mi Jesús y mi
todo’…
¡Qué distinta sería nuestra vida si en cada detalle, en cada
contrariedad, en cada revés de nuestra alma, nos
dirigiéramos inmediatamente, ante todo a Jesús, que
tendiéramos hacia Él nuestra mirada de amor, de fe, de
confianza, de imploración»129.

128
HASAP 4, pp.288-289.
129
HASAP 4, ibídem.

57
La fisonomía espiritual y apostólica del P. Moisés tiene las
mismas facciones del Jesús del Evangelio. Se ha dejado
contagiar por Él, ha aceptado su proyecto de amor
misericordioso, que asume los instrumentos más débiles para
hacerlos objeto de su amor e instrumentos de su amor para los
demás. Es un enamorado de Cristo que ya no sabe nada más
que amarle y hacerle amar.

58
COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritual
y apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

II. SEGUIMIENTO E IMITACIÓN

1. De la relación personal, a la amistad y seguimiento:


El amor apasionado por Cristo, ha llevado al P. Moisés a una
entrega total al Señor. De esta entrega él se hace “heraldo”,
proclamando sin rebaja la llamada a la santidad y
presentándola como posible.
Su relación personal con Cristo ya no puede reducirse a un
paréntesis temporal, sino que tiene que convertirse en una
amistad y seguimiento permanente.
Tanto la relación personal con Cristo como el seguimiento
evangélico, tienden a transformar la persona llamada en
“trasunto”, reflejo, imagen del Señor. Así se llega a ser “como
Él”.130

2. Elección, vocación:
El seguimiento evangélico no es una conquista ni tampoco un
proyecto propio prefabricado, sino que es una sorpresa que
tiene origen en la elección inmerecida por parte del Señor y en
la llamada consecuente o “vocación”.
La vocación cristiana en todos sus niveles (laicado,
sacerdocio, vida consagrada) tiene su origen en el amor de
130
Es interesante notar la insistencia continua del P. Moisés en esa
“transformación” en “trasunto” de Jesús. Me parece encontrar un paralelo
anticipado de las expresiones de Juan Pablo II sobre la vida consagrada:
“visibilidad” de Jesús “virgen, pobre y obediente… en medio del mundo” (Vita
consecrata, n.1); “memoria viviente del Verbo Encarnado” (ibídem, n.22).

59
Dios. Él tiene un proyecto irrepetible para cada ser humano.
Toda la vida discurre dentro de este proyecto de amor,
preexistente en el corazón de Dios desde toda la eternidad. La
propia vocación se descubre aprendiendo a leer en la creación
y en la historia:
«Desde antes de nuestra existencia, después, y cuando
vayamos acabando, todo en nuestra vida son obras del
amor divino. Parece un disparate, sobre todo en ciertos
hechos que Dios permite o manda, por ejemplo, una
pobreza, una desgracia, una humillación, parece que no
sería obra de amor. En la eternidad lo comprenderemos y
veremos cómo nuestras pobrezas y desgracias han sido
una prueba de amor para con nosotros. Todas las obras de
Dios para con nosotros son obra de amor»131.
El cristiano al meditar en el Evangelio, se encuentra con la
sorpresa de que la iniciativa de la vocación la ha tenido el
Señor; es un don suyo. Esta sorpresa comunica la seguridad
de saberse amados por Él:
«Es Él quien os ha elegido: No vosotros, sino Yo os he
elegí, dice Jesús. Después de algún tiempo de vida
religiosa palpamos y nos damos cuenta que no somos
nosotros quienes lo elegimos, sino que es Él quien nos ha
elegido para seguir una vocación espiritual»132.
La consecuencia de esta sorpresa consiste en dejarse hacer por
el Señor, corresponder libre y responsablemente al llamado,
ayudar a otros a saberse llamados y a responder con fidelidad
y generosidad. Hay que estar dispuestos a hacerse “picadillo”
por el Señor:
«Pedidle a Jesús la gracia de que os haga penetrar esta
verdad: ‘No te elegí yo, Jesús, tú me elegiste a mí’.
Decidle: ‘Quiero realizar mi vocación y ayudar a
131
HASAP 2, p. 266.
132
HASAP 3, p.227.

60
realizarla a las almas que has puesto en mis manos,
aunque a mí me hagan picadillo’»133.
La repuesta generosa es de totalidad, como corresponde al
verdadero amor. Ya nada ni nadie puede ocupar en el corazón
el puesto de Jesús. El amor de Jesús es exigente y hace
posible la respuesta:
«Conocemos una fórmula para expresar este ‘Ideal real’,
es decir, para contestar a esta pregunta: ¿Cómo me quiere
Jesús? Con unas dos o tres palabras podemos contestar:
Hijas, Jesús os quiere a cada una toda, perfectamente, no
a medias. Jesús os quiere toda a cada una, no en parte,
quiere que seáis de su propiedad, que no haya nada que
no le pertenezca, nada que no sea de Él. En otras
palabras: Jesús os quiere como vuestro único dueño, que
no tengáis otro dueño más que Él, que no haya varios
dueños de vuestro ser»134.
El P. Moisés tenía un sentido muy práctico. No sólo señala
ideales, sino que concreta la entrega en “cada partícula” del
propio afecto. Las preferencias (el “gusto”) son las de Jesús:
«Jesús os quiere toda a cada una… que no haya nunca ni
un movimiento de vuestra voluntad, ni una luz en vuestra
inteligencia, ni una partícula de vuestro afecto, de vuestro
corazón, ni un querer de vuestra alma, que no sea de
Dios… ¿Cómo quiere Jesús a una Hija Eucarística de la
Caridad de María Inmaculada? Respuesta: Jesús os quiere
a cada una: toda, es decir, por entero»135.
Hay que partir de la propia realidad. Los deseos de entrega
pueden ser sinceros, pero, más o menos voluntariamente se
adopta una actitud de ser “a medias”. Las expresiones del P.

133
HASAP 3, pp. 254-255.
134
HASAP 1, pp.346-347.
135
HASAP 1, p. 347.

61
Moisés son muy tajantes, pero invita siempre a pedir perdón y
a prometer un esfuerzo constante por ser “toda” del Señor:
«También podéis decir a Jesús. Ser toda tuya quiere decir
que los actos de mi inteligencia no sean más que tuyos,
aunque tenga mucha experiencia y haya hecho profundos
estudios, todo eso es nada… Quizá habéis sido a medias
de Jesús… Pedidle perdón, prometedle que vais a trabajar
en ser cada una toda de Él, que ni uno solo de los actos de
vuestro ser deje de ser de Jesús y para Jesús… Mil veces
os prefiero muertas, antes que dejéis de ser todas de
Jesús… antes que tengáis algo ajeno a Jesús»136.
En sus apuntes personales, sobre los que él pide reserva, anota
su propia decisión de una entrega total:
«Debe estar libre enteramente mi corazón de criaturas,
sólo para Jesús… más atento, más fiel, es propio de los
pequeños hijos de Dios»137.
Sobre sus “apuntes personales” dice: «Aquí, en esta libreta, está mi
alma y todo esto quisiera derramarlo en sus almitas. Esto, claro que no
se enseña a nadie. Aquí está todo lo que Dios me ha enseñado y esto
es lo que yo quisiera dejarles. Todo mi camino, todo el espíritu que he
querido darles, aquí está» (HASAP 1, pp. 377-378).

El seguimiento comporta participar en la misma filiación


divina de Jesús. Se nos hace “nuestro Hermano”, con quien
hay que contar para todo. Él asume nuestros problemas como
propios.
«Jesús, fue el Hijo predilecto, el Hijo muy amado de Dios
y nosotros también debemos ser hijos amados de Dios…
Hijas, no olvidemos esto: Estar siempre con Jesús, en las
penas, en las alegrías, en los olvidos… Él es nuestro
Hermano, y nuestro Padre… No apartemos la mirada de
136
HASAP 1, pp. 306-307.
137
HASAP 1, p. 378.

62
Él, para esforzarnos en ser como Él, quitar todo lo demás,
porque todo pasa… Debemos sólo parecernos a Jesús,
unidos íntimamente a Él, esto es lo que no pasa … nos
portemos como verdaderos discípulos de Jesús y, por
tanto, como verdaderos hijos de Dios»138.
Toda la formación tiene que tender a esa relación personal
con Cristo, que se concreta en el seguimiento y amistad
profunda. La formación integral (humana y espiritual) no sería
auténtica sin esta experiencia de seguimiento de Cristo:
«Enseñarles las superioras a las súbditas y enseñarse uno
mismo a unirse a Jesús, a estar en Jesús, a buscar sólo a
Jesús, a atender sólo a Jesús. Cada una debe grabarse
perfectamente en su alma y en su corazón: Voy a
enseñarme a unirme constantemente a Jesús, a buscar
sólo a Jesús y a atender sólo a Jesús, por medio de
jaculatorias o aspiraciones o como quieran hacerlo»139.
Esta unión se concreta en la actitud permanente de decir que sí:
«‘SIEMPRE FIELES A JESÚS, SIEMPRE DECIRLE QUE SÍ…’ en
todo lo que hacemos, en donde quiera que nos encontremos» (HASAP
2, p.124).

Precisamente por tratarse de una relación y amistad


permanente, se origina un diálogo de preguntas y respuestas,
con palabras o sin ellas, a veces con la simple mirada. Es una
relación de estar atentos a las preferencias del Señor. No se
puede anteponer nada al amor de Cristo:
«Cada una debería preguntarle a Jesús: «Señor, ¿qué
quieres de mí?»Imaginaos a Jesús que os pregunta a cada
una de vosotras: «Hija, ¿qué quieres? » Y vosotras le
debéis contestar: «Y tú, Señor, ¿qué quieres de mí? Lo
138
HASAP 2, pp.77-78.
139
HASAP 2, pp.122-123.

63
que tú quieras, eso quiero yo también»… Un alma que no
olvida esta verdad, un alma que se consagra a Dios, un
alma a quien Jesús le ha dicho: Si quieres ser perfecta,
deja a tu padre y a tu madre, tus hermanos y todo, y ven y
sígueme»140.
La metodología pedagógica que seguía el P. Moisés era muy sencilla y
eficaz: «Pensad un poco estas ideas. Dejadlas que penetren en vuestro
corazón. Decidle a Jesús: ‘Señor, que yo vea y que me dé cuenta, que
me convenza yo de que quieres que realmente sea toda tuya en esta
congregación’» (HASAP 2, p. 177).

Las figuras evangélicas que usa el Señor en su enseñanza


tocan el corazón. Sentirse pequeño y limitado, ya no es fuente
de angustia, sino de confianza en Jesús Buen Pastor:
«Hijas, todos, ciertamente, estamos bajo el cuidado de
Jesús y a todos nos ama ardientemente y nos cuida más
que una madre a sus hijos… Y así seréis realmente, en
espíritu y en verdad, las pequeñas ovejitas de Jesús y
parece que Él os dice: No temáis, pequeño rebañito,
porque mi Padre Celestial se ha complacido en daros a
vosotras la paz, la tranquilidad»141.

140
HASAP 2, pp.160-161, comenta Mt 19, 21.
141
HASAP 2, p. 240; comenta Lc 12, 32, segundo domingo después de Pascua.

64
Éste es el gran deseo del P. Moisés, también en su ausencia misionera:
«Si vuelvo de la Baja California, cuando me encontréis por el camino,
lo primero que buscaré en vosotras es ver si Jesús está contento, lo
demás no me interesa; por lo tanto, un alma que busca tener contento
a Dios y siempre está pendiente de Dios, esa alma sí es mi hija… Con
qué gusto daría mi vida cuando viera que Jesús se complace en todas,
lo demás, repito, no me interesa; mientras eso no sea, podéis estar
seguras de que no me habéis comprendido de verdad el espíritu… A
esta práctica debéis añadir esa intimidad de niñas, es decir, de ‘hijas
pequeñas de Jesús’» (HASAP 3, p. 128).

En este seguimiento se concreta el “buscar a Dios”. La


profesión perpetua no tiene otro sentido que el de un
seguimiento esponsal de totalidad que incluye la dedicación a
salvar almas:
«Darse a Dios es imitar a Jesús. Todo mortal que no se
parezca a Jesús se condena y toda alma que se consagra a
Dios debe llevar el sello de Jesús. Por los votos abrazamos
el estado de perfección, nos consagramos a Dios y no
hacemos otra cosa que imitar a Jesús. Jesús fue pobre,
castísimo y obediente hasta la muerte de cruz. Vosotras y
yo, que también soy religioso, vamos en el seguimiento de
Jesús, pero Jesús con las almas, sin ellas es incompleto. No
podemos comprender a Jesús sin los seres humanos, Cristo
es la cabeza y nosotros sus miembros»142.
La perfección cristiana no es abstracta, sino que se concreta
en renuncia por amor. Seguimiento y vivencia, tendiendo a
una plenitud que sólo es posible en el más allá:
«Ese seguimiento de Jesús implica el renunciamiento, en
cuya palabra se encierra toda la perfección cristiana y la
vivencia de vuestro espíritu en su mayor perfección; en

142
HASAP 3, p. 207.

65
esa inmolación está la unión con Dios, en esa renuncia
está la posesión de Dios, relativa en este mundo y que
será plena en el cielo»143.
Por tratarse de seguir al “Verbo Encarnado”, se capta y vive
su cercanía, a modo de esposo y “Hermano mayor”, que
“toma parte en nuestra vida”. Sólo Jesús ama así:
«¿Quién es Jesús? Jesús, Hijo de Dios hecho Hombre para
salvarnos, para vivir en intimidad con los hombres, para
ser nuestro hermano mayor, nuestro guía, conviviendo con
nosotros; tomar parte de nuestra vida, en nuestras penas y
alegrías, comprendiéndonos como nadie. El palpó la
flaqueza humana, supo de nuestras tentaciones, dolores,
debilidades; por eso nos tiene compasión, nos busca y nos
espera sin cansarse nunca, ¡Sólo Jesús!»144
El P. Moisés aplica a las MCMI la afirmación de Concepción Cabrera
de Armida: «Hijas, sed, como decía la señora Armida que debíamos
de ser los Misioneros del Espíritu Santo: ‘Una turba de chiquillos que
sigan al Verbo Encarnado’» (HASAP 3, p.236).

3. Ser trasunto de Jesús, imitando sus virtudes:


La expresión “ser trasunto de Jesús” aparece continuamente
en los escritos del P. Moisés. Indica diversos aspectos:
imitación de su pequeñez y de su amor, ser expresión suya en
los servicios de caridad, vivir en sintonía con sus amores,
“recogimiento” para centrarse en él, etc. Es, pues, una
imitación que compromete a toda la persona:
«También debemos estar siempre fijos en Jesús, nuestro
modelo, nuestra vida, nuestro hermano, nuestro todo. Él

143
HASAP 3, p.228.
144
HASAP 1, p. 303.

66
fue el primer pequeño, el primer Hijo de Dios y Él, mejor
que nadie, nos enseñará el camino»).145
Los santos relacionan el pequeño “todo” que dejamos (nuestra
“nada”), con el verdadero “Todo” que es Dios. Como los primeros
cristianos, «encontraban su alegría en seguir las enseñanzas de los
apóstoles, no poseyendo nada, en este mundo y teniéndolo todo en
Cristo» (S. León Magno, Sermón 95). «Demos todo, que es chico
todo, por el gran todo, que es Dios» (S. Juan de Ávila. Carta 64).

Precisamente a esta imitación y entrega a Cristo la califica de


“recogimiento”, en el sentido de orientar toda la vida hacia él,
imitando su entrega de Buen Pastor. Ya el modo de pensar, de
sentir, de amar y de obrar, no es más que el “reflejo” del
modo de vivir de Jesús. “Ser como un retrato de Jesús”, “ser
un trasunto de Jesús”.
«Una de las fórmulas con que os he dicho que se puede
resumir vuestro ideal es: ‘Imágenes vivas de Jesús’,
principalmente ser almas de Dios, como Él. Jesús fue
recogido, por eso os recomiendo el recogimiento. Él fue
manso y humilde de corazón»146.
Esta imitación y “recogimiento” de tener la vida centrada en
Jesús es una participación en su misma vida divina o vida de
gracia:
«El principio y fundamento de nuestra vida interior es no
apartarnos de esta verdad, de que somos para Dios y no
apartarnos de nuestra vocación, de nuestro ideal sublime
e inmediato, que es ser Jesús; de nuestro fin mediato e
inmediato que no es solamente ser Jesús, sino vivir, por
participación, de la plenitud de la vida de Dios»147.

145
HASAP 1, p. 302.
146
HASAP 2, p.198.
147
HASAP 1, p.17.

67
Imitar a Jesús, a partir de la vida de sintonía con él, se
concreta en todas y cada una de las virtudes, especialmente en
la caridad y humildad, que son el constitutivo de su vida
sencilla plenamente humana:
«Jesús es el modelo que debemos imitar y, por tanto,
estudiar… Nuestras prácticas son las mismas de Jesús, el
espíritu que quiero que tengáis es el mismo espíritu de
Jesús… Sencillamente, ¿quién es Jesús? Jesús fue Dios y
Hombre. ¿Cuál es su esencia y el principio de todos sus
encantos, de su santidad y perfección? Dios, Él con Dios y
Dios con Él… ¿Cómo os imagináis a nuestro Señor
durante su vida? Sencillo, sobre todo humano. Si los santos
no son ridículos sino humanos, así nuestro Señor; no hay
ningún santo tan humano como Él, (excepto el pecado que
no tuvo)… En esa palabra, Jesús se reveló sencillo,
humano… Todo el Ser de Jesús estaba informado por la
divinidad y, sin embargo, en esa sencillez humana nada de
extraordinario»148.
El “Mandato del amor”, precisamente por ser expresión del
amor de Jesús, es máxima humildad y servicio de quien es, al
mismo tiempo, el Verbo Encarnado. En este misterio de la
Encarnación sólo se entra con humildad y amor.
«El Mandato es una ceremonia misteriosa y llena de
enseñanzas. Está llena de misterio… Es una ceremonia
que, por lo exterior, nos llena de confusión y casi nos
escandaliza, aunque es más humillante la Encarnación del
Divino Verbo, que es todo un Dios vestirse de nuestra
naturaleza. Es más humillante que el Verbo se haya
humanado, pues para ello tuvo que bajar, pero nos
impresiona más Jesús humillado, lavando los pies a sus
apóstoles… Es lo que hizo en el Misterio de la
Encarnación: tomó nuestra naturaleza humana tan pobre,

148
HASAP 4, pp.145-147.

68
tan miserable, tan enferma, se hizo Hombre… Todo esto
es que Jesús está postrado a nuestros pies»149.
Nuestra pequeñez no es un obstáculo, sino una oportunidad de
aprender humildad, confianza y entrega. El Señor sólo nos
pide todo nuestro poquito, para dársenos él por entero como
Redentor:
«Con sencillez, no con apreturas, sigamos los pasos de
Jesús, démosle gracias. Él es el Redentor del mundo y
juntamente con la consideración de su dolor y las penas
que sufrió por nosotros, debemos tener una profunda e
íntima humildad… Consideremos también que nosotros,
en nuestra pequeñez, podemos darnos a Él. No temamos
darle lo poquito que nos pide, las pequeñas abnegaciones
que nos pide, ¿por qué no dárselas? ¡si es tan poquito!»150
Es todo un proceso de transformación, a partir de nuestra
realidad y fundamentados en su amor. El conjunto de virtudes
de Jesús es inseparable; se le quiere imitar en todo porque se
le quiere amar del todo. Sólo así se llega a conocerle de
verdad:
«El ideal inmediato es copiar a Jesús, transformarnos en
Él, ser copias perfectas en cuanto nos lo permita nuestra
naturaleza miserable. No se trata de copiarlo en su
pobreza, en su pureza, en su humildad o en su sacrificio,
hay que imitarlo en todo, absolutamente en todo…
Estudiar a Cristo, copiar a Cristo y transformarnos en
Cristo, ese es el medio para realizar los planes de Dios,
ese es el ideal inmediato de nuestras aspiraciones,
felizmente realizables. Bien pocas son las almas que
conocen a Jesús y por eso no lo imitan, no lo aman, por
eso lo dejan, por eso son almas indiferentes para con él.
Para enamorarnos de Jesús, para que sea nuestro punto de
149
HASAP 3, pp.153-155.
150
HASAP 3, p.158.

69
atracción, necesitamos conocerlo; solamente lo
conocemos en su parte exterior, meditando su vida, su
nacimiento, su pasión, eso solamente no es Jesús. Es
preciso estudiarlo en su interior para ‘conocerlo’ y eso
vamos a hacer. Vamos a estudiar un tanto en su interior a
Cristo, a Jesús, al Verbo Encarnado, Dios y Hombre
verdadero: vamos a ver cuál fue su ‘vocación’, pero antes
de ver la vocación de Jesús veremos qué es la
vocación»151.
Al conocer a Jesús, uno aprende a conocerse mejor. Conocerle
de verdad es encontrarle, imitarle y vivir centrados en él. Es
todo un programa de vida:
«Pedirle a Dios la luz para que se conozca a sí misma y lo
conozca a él. Dijo Jesús: Aprended de mí que soy
pequeño a los ojos de Dios (Mt 11,26)… Muy recogidas
en Dios, amadas hijas, vamos a seguir contemplando a
Jesús que es nuestro ideal y un medio para realizar los
ideales de Dios sobre nosotros. Vamos a contemplarlo y a
verlo; a considerarlo y a conocerlo más e imitarlo para
transformarnos más y más en Él, para que Dios realice
sus planes en nosotros, ya que Él es el único en el que se
encuentran las complacencias de Dios»152.
Es un camino de “consagración”, a modo de unción del
Espíritu Santo, para pertenecer solamente a él. Y es él quien
quita los obstáculos y nos comunica sus amores al Padre y a
las almas. Hay que aprender a “dejarse llevar” por él,
ofreciéndole nuestra colaboración en este proceso de
imitación de su misma vida y virtudes:
«La santidad exige la consagración de nosotros mismos…
Todo esto lo encontramos en Jesús, Él fue el ungido el
día preciso de su Encarnación, se dedicó para dar gloria a
151
HASAP 1, pp. 33-34.
152
HASAP 1, pp. 37-39.

70
Dios; todo Jesús es para su Padre celestial y lo agradaba
porque así daba culto perfecto a la divinidad. Lo que fue
Jesús debemos ser nosotros, santos, porque es nuestro
Ideal, nuestro Modelo, nuestro Camino… Vamos a seguir
contemplando a Jesús, para conocerlo más, para amarlo
más y para imitarlo más, o mejor»153.
Imitar a Jesús es entrar en sus vivencias, especialmente en su
amor y obediencia al Padre:
«Jesús hacía lo que le agradaba a su Padre (Jn: 8,29)
porque lo amaba, porque lo conocía íntimamente. Jesús,
sujeto a la ley de los hombres, amaba a Dios y amaba al
prójimo. Nos amaba porque conocía que éramos hermanos
suyos, hijos de Dios. Dice el Evangelio: Amó a los suyos y
los amó hasta el fin, ¿por qué? porque nos conocía»154.
«¿Cómo vamos a imitarlo? Sencillamente, trabajando en
nuestra vida interior. ¿Cómo nos parecemos a Él?
Uniéndonos a Jesús muy íntimamente»155.
La imitación de Jesús es fuente de gozo. En medio de sus
sufrimientos, siempre tuvo la paz en el corazón. Con él se
aprende el verdadero gozo de sufrir amando:
«Jesús estuvo lleno de luz, de alegría, de amor y de dolor.
Ese es vuestro Modelo, vuestro ideal, vuestra vocación
íntima. Contempladlo, consideradlo y sobre todo tenedlo
presente en sus dolores íntimos. Con profundísima
humildad le diréis: Mira, Señor, aunque sea muy mala y
esté muy lejos de ti, pero, si te agrada, quiero compartir
tus sufrimientos… Ya veis, amadas hijas, qué hermoso es
vuestro ideal, qué hermosa es vuestra vocación; las almas
amantes de Jesús gozan sufriendo y un alma de la Cruz
debe llegar hasta allí… Jesús hace la mayor parte y, no

153
HASAP 1, pp. 42-43.
154
HASAP 1, p. 45.
155
HASAP 1, p. 47.

71
sólo nos pide que nos dejemos llevar, Él nos quita lo que
nos sobra y nos pone lo que nos falta, nos purifica; por Él
llegaremos a esas alturas llenas de amor a Dios, de luz, y
de amor a nuestro prójimo… La imitación de Jesús no es
complicada, por eso yo me convenzo que la santidad, la
perfección es muy sencilla y algunas almas no dan con
esa santidad porque se complican demasiado dándole
importancia a las actividades, muy secundarias»156.
Esta transformación en “trasunto” de Jesús es, pues, todo un
proceso de perfección indispensable para la entrega a la misión
en el campo de la caridad. Quienes son objeto de nuestra
caridad, tienen derecho de ver en nosotros el trasunto de Jesús.
La explicación detallada del P. Moisés es muy rica en contenidos
y conviene leerla en su integridad. Nos ceñimos sólo a algunos
trazos indispensables. La explicación se va repitiendo,
ampliando y concretando, dejando la sensación de paz, al
saberse amados por Jesús y potenciados por Él para ser como Él:
«Un trasunto de Jesús, mi modelo, o de María; ser Jesús
siempre: en mis modales, en mi caridad, en la
mortificación, en todo»157. «Que cuando vengan las
personas de fuera a hablar con la hermana fulana, no la
encuentren a ella, que encuentren a Jesús» 158. «Ser como
un retrato de Jesús… ser almas de Dios, como Jesús»159.
«Una revolución espiritual, pero en el silencio, en la
oscuridad. Así fue Jesús. Jesús fue la levadura que vino a
fermentar la masa de la humanidad»160«Cada una debe
ser: buena, caritativa, bondadosa, que donde quiera que
vaya deje algo de bondad»161. «Todo cristiano tiene esta
obligación y las religiosas con más exigencia; debéis ser
156
HASAP 1, pp.50-52.
157
HASAP 1, p. 294.
158
HASAP 2, p.132.
159
HASAP 2, p.182.
160
HASAP 2, p.185.
161
HASAP 2, p.356.

72
una copia de Jesús…tuvo siempre Jesús su mirada en su
Padre Celestial»162. «Estudiad a Jesús en lo íntimo de su
alma y de su corazón, no superficialmente sino en el
interior: su corazón, su alma, sus sentimientos»163. «El
alma pequeña debe ser una imagen de Jesús en todos
sentidos y en las relaciones con los demás debe ser una
imagen viva de Jesús en cuanto a su bondad»164.

4. Camino de santidad y práctica de virtudes concretas:


El camino de la santidad es siempre un proceso hacia la
perfección de la caridad, que es la fuente de todas las demás
virtudes. El P. Moisés, a partir de la caridad, hace resaltar la
humildad, la confianza, la obediencia, la pobreza, la castidad
como desposorio con Cristo especialmente en la vida
consagrada.
Todas las virtudes se concretan en “ser como Él”. Y se desea
que todas las “casitas” de la Congregación «sean un jardincito
donde Jesús se recree al olor de las virtudes»165.
«Necesitamos ser como Él, siempre niños por las
virtudes, sintiéndonos como Jesús en los brazos del Padre
Celestial. Y con esto haremos todo el bien que Dios
quiere que hagamos»166.
La santidad equivale a una “consagración de nosotros mismos”
para agradar al Padre. En la oración de Jesús por nuestra
santidad «Padre, santifícalos en la verdad» (Jn 17,19), muestra
que «es celoso y quiere el corazón todo entero»167.
En este itinerario hacia la santidad, no se necesitan grandes
162
HASAP 3, p.103.
163
HASAP 3, pp.187-188.
164
HASAP 4, p. 319.
165
HASAP 1, p. 248.
166
HASAP 4, p. 6.
167
HASAP 1, p. 304.

73
cualidades, sino sólo “buena voluntad”, para vaciarse de sí y
llenarse de Dios. Por esto, ante el deseo profundo de Jesús
sobre nuestra santidad, se invita a orar con estas palabras:
«Señor, yo creo que mi vocación es grande, santa, la más
grande y la más dulce de todas, porque consiste en
vaciarme de mí misma y llenarme de ti, que eres todo y
por eso amo mi vocación. Señor, que yo la conozca, que
yo me penetre bien»168.
Ser “toda de Dios” se concreta en aceptar el reto de
preguntarle al Señor y aceptar su repuesta:
«Señor, ¿qué quieres de mí? Jesús os dice: ‘Quiero que
seas toda mía… Quiero que no busques tus quereres, tus
propias voluntades, tus propios pareceres. Búscame a mí
primero, no te busques a ti misma, ni a tus reflexiones
humanas, ante todo y primero que todo, búscame a mí.
Eso quiero’. Así se llega a ser imagen viva de Jesús»169.
El proceso de santidad se mantiene vivo por medio de la
oración:
«Hazme recogida, haz que no me vea a mí misma, que
siempre te complazca, que no me complazca a mí» 170.
«Con esta oración se expresa el deseo sincero de ser
totalmente de Dios. Jesús es exigente: ‘Quiero que seas
toda mía, quiero que no tengas ningún punto en tu vida,
ni un acto de tu inteligencia, ni un afecto de tu corazón
que no sea mío’»171. «No basta con evitar el pecado, sino
que ‘deben darle todo lo que les pida Jesús’»172.
En la descripción de ese proceso de santidad, el P. Moisés
señala “dos partes” de “la generosidad”:«quitar todo lo que
168
HASAP 2, p.166.
169
HASAP 2, pp. 174-175.
170
HASAP 2, p. 223.
171
HASAP 2, p.172.
172
HASAP 2, p. 279.

74
entristezca a nuestro Señor y pensar qué es… lo que más le
cuesta y que Jesús le pide y no se lo ha dado»173.
La vida de Jesús es el modelo supremo de santidad, como
oblación total, de la que hizo partícipe a la Santísima Virgen.
La palabra de Jesús en la cruz «Todo está consumado» (Jn
19,29) significa “todos los gustos de mi Padre están
cumplidos”. Y “ahí estaba la Madre de Jesús, inmolándose
también con Él por nosotros”174.
La dificultad de esta “lucha” se supera con la confianza en
Jesús:
«Debe ir con nuestro Señor y decirle: ‘Si Tú no lo haces,
yo no voy a hacer nada’… y, bajo la mirada de Jesús, ver
qué es lo que debe hacer; tomar la resolución debida»175.
Jesús pidió al Padre por nuestra santidad «Señor, santifícalos
en la verdad», (Jn 17,17). El significado es: santifícalos en
Mí, que sean una sola cosa conmigo (cfr Jn 17,21), es decir,
que nos parezcamos a Él, que estemos unidos a Él que es la
Verdad176.
El contexto de la última cena es muy aleccionador para
afrontar el camino de la santidad. Si Jesús dijo sin mí, nada
podéis hacer (Jn 15,5), ello significa que con él sí que
podemos. El éxito depende de que:
«Seamos pequeños, es decir, que estemos convencidos de
nuestra nada. Más no hay que quedarnos ahí, sino confiar
en Él y hacer lo que hemos de hacer apoyados en Él, no
en nosotros, sino únicamente en Él»177.

173
HASAP 3, p.20.
174
Cfr HASAP 3, p.115.
175
HASAP 3, p.144.
176
HASAP 4, pp.14-15.
177
HASAP 4, p. 42.

75
5. Santidad, hacer la voluntad del Padre como Jesús:
Hay que adentrarse en los sentimientos o amores de Jesús
respecto a la voluntad del Padre. En sintonía con él:
«¿Queréis llenaros de Dios y realizar vuestro ideal como
hijas de la caridad? Vivid unidas con Jesús… para ser
santas, para ser de Jesús, hay que pegarse a Él… buscar
siempre el agrado del Padre Celestial (Jn 8,29)… Haced
lo que Él hizo. ¿Qué hizo? La complacencia de Dios, el
agrado del Padre…,el agrado de Dios y nada más»178.
El lema de Jesús debe ser el nuestro, que, gracias a él, se hace
posible a pesar de la propia miseria:
«YO SIEMPRE HAGO LAS COSAS QUE LE AGRADAN
A MI PADRE, es decir, yo siempre hago su agrado, de
manera perfecta lo hizo Jesús. Nosotros, hasta donde
nuestra miseria lo permita debemos hacerlo»179.
Ayudados por Jesús, es posible avanzar en este camino:
«Vamos a trabajar…Enséñame a hacer tu voluntad (Sal
143, 10), enséñame a hacer la voluntad del Padre,
enséñame a complacerlo como tú, Jesús, que lo
complaciste hasta la muerte de Cruz»180.
Se van glosando algunas citas evangélicas: Jn 4,34: «mi comida es
hacer la voluntad de mi Padre que me ha enviado»; (Jn 8,29: «hago
siempre lo que agrada a mi Padre»; Jn 17,17: «santifícalos en la
verdad»; Jn 19,29: «todo lo he cumplido”»; etc. Vivir en sintonía con
los amores de Cristo, sólo es posible si nos unimos a él. Más adelante
comenta Mt 5,48: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial».

178
HASAP 4, pp.45-46.
179
HASAP 4, p. 46.
180
HASAP 4, p. 52.

76
Fuera de Jesús, que “es la Verdad”, no hay santidad, no hay
perfección181. En este punto, el P. Moisés alude, como tantas
veces, al testimonio del P. Félix, quien repetía: “Dios…
Dios… Dios…”. Porque el objetivo de la vida consagrada es
«que todas vivan realmente de Dios y obren según Dios, no
según su capricho ni conveniencia»182.
Por medio de esa unión con Jesús, nos adentramos en la vida
trinitaria de Dios Amor. Entonces se aprende que Dios ama
dándose Él.
«Dios se da a nosotros, se da como puede darse Dios, de
tal manera Dios amó al mundo que le dio a su Hijo
Unigénito (cfr Jn 4,9), y con Él se dio a sí mismo, porque
donde está el Hijo tiene que estar el Padre, y donde está el
Padre y el Hijo tiene que estar el Espíritu Santo. Dijo
Jesús: “quien me ama a mí, mi Padre le amará y
vendremos a él y haremos nuestra mansión en él”
(Jn14,23). De ahí se pasa a vivir la inhabitación de la
Trinidad en nosotros: Se da Dios a nosotros como en un
templo, en la casita de nuestra alma allí se esconde; se da
por medio de Jesús, por medio del Verbo hecho Hombre.
¡Cuántas ‘donaciones’ de parte de Jesús! … De tal
manera amó a los suyos…hasta Belén, hasta el
Calvario… Todo nos ha dado, por el Espíritu Santo
completa esa donación y constantemente se nos está
dando»183.
Ante las palabras de Jesús, se cae por su peso la excusa de que
no somos capaces:

181
Cfr HASAP 4, p. 104.
182
HASAP 4, p.106.
183
HASAP 4, p. 125.

77
«Muchas veces pensamos que la santidad no es para
nosotros, si nuestro Señor nos pone esta obligación, sed
perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto (Mt
5,48), es voluntad de Dios que nos santifiquemos y por
tanto debemos pensar que es posible»184.
Nuestra pequeñez se puede comparar a la “gotita de agua que
se pone a diario en el cáliz en la Misa”. Esa gotita, como
nuestros esfuerzos «en sí son poca cosa, pero todo se
transforma como si lo hiciera nuestro Señor porque por
nuestra unión con Cristo por medio de la gracia, formamos un
solo todo. Y todo lo que hace cualquiera de los miembros de
su Cuerpo Místico, adquiere la personalidad de la Cabeza, que
es Cristo, y por esa unión tan estrecha es posible la
santificación»185.
Hay que continuar, a pesar de “las pasiones”, para domar el
“burrito”. Jesús “nos ilumina” y fortalece. La confianza plena
en Jesús, todo lo consigue. «Espero firmemente ser buena en
medio de la vida y en tantos peligros, porque tú eres mi
vida»186.

6. Imitar a Cristo, Sacerdote y Víctima:


Imitar a Jesús, manso y humilde de corazón (Mt 11,29),
equivale a participar en su realidad de “Sacerdote y víctima”.
Para llegar a esta transformación en Cristo, hay que entrar en
su intimidad, estudiarlo, contemplarlo. Para llegar a ser
«almas sacerdotes y sacerdotales»187, hay que unirse a Jesús
Eucaristía. «Nuestro ideal es ser como Jesús: Sacerdote y
Víctima»188. «Éste es nuestro destino, nuestra obligación» 189.
184
HASAP 4, p. 240.
185
HASAP 4, pp.240-241.
186
HASAP 4, p. 292.
187
HASAP 2, p. 211.
188
HASAP 1, p. 26.
189
HASAP 1, p. 30.

78
«Ser como Cristo, Sacerdote y Víctima, ese es nuestro ideal,
por eso estamos en el mundo»190.
Ésta es la “vocación particular”, hasta hacerse «sacerdotes y
víctimas como lo fue Jesús, en cuanto nos lo permita nuestra
humana naturaleza»191. La actitud oblativa de Jesús es de total
“donación” o “abandono” en manos del Padre (cfr. Lc 23,46;
Jn 4,34; 8,29). «Ésa fue la única actividad de Jesús… el
abandono total a la voluntad de Dios… allí tenéis la
simplicidad de la vida de Jesús»192.
Esta realidad salvífica de Jesús, la describe el P. Moisés con
todo detalle, como punto de referencia de la propia santidad.
El Señor se nos hace “nuestro cirineo”:
«Jesús fue Sacerdote y Víctima, que era lo que debía darle
gloria a su Padre celestial, esa fue la voluntad de Dios,
esa fue la vocación de Jesús. Jesús fue durante toda su
vida un alma abandonada a la voluntad de Dios… De
aquí se deduce el por qué predicamos el sacrificio y la
cruz; si no nos abrazamos de la cruz, no seguiremos a
Cristo; nosotros los Cristianos tenemos que seguir este
camino, pues de lo contrario lo erraríamos… Nosotros
solos no vamos a hacer el sacrificio, lo va a hacer Jesús,
que es nuestro Divino cirineo»193.
Estamos llamados a «ser de Jesús como Sacerdote y Víctima
por la unión con Dios, la pureza y el dolor»; «su obrar de
Jesús como Sacerdote y Víctima se redujo a la oblación
constante de sí mismo a la voluntad de Dios». Ésa es «su
consagración a Dios y por su constante oblación de sí mismo
a la voluntad de Dios. Este fue Jesús, esto debemos ser
nosotros»194.
190
HASAP 1, p.32.
191
HASAP 1, p. 15.
192
HASAP 1, pp.53-54.
193
HASAP 1, p. 54.
194
HASAP 1, p. 55.

79
Para llegar a esta sintonía e imitación de los amores de Jesús,
es necesario:
«No apartar la mirada de nuestro Señor». Hay que
«sorprender los interiores de Jesús en lo más profundo de
su alma, en lo más misterioso de su ser y encontraremos
al Hijo más perfecto, al Hijo divino de Dios y en su
interior sorprenderemos la complacencia eterna de Dios
para con Él… Lo sorprenderíamos siempre buscando a su
Padre en todas sus actividades»195.
El “abandono” tiene este sentido de confianza plena y
donación total. El mismo P. Moisés explica cómo él recibió
esta gracia y cómo correspondió a ella.196
Como Jesús y con él, se intenta vivir siempre siguiendo la
voluntad del Padre, su designio de amor. Así se llega a vivir la
alegría de dejar nuestro “yo”, para dar lugar a Dios y pasar
haciendo el bien.
«Jesús fue Sacerdote y Víctima. Sacerdote porque ofreció
su sacrificio al Padre Eterno y Víctima porque se ofreció
a sí mismo. Tu almita debe seguir a Jesús y como Él…
Tú misma eres sacerdote y víctima… Con Jesús y por
Jesús debes inmolarte, ofreciendo todo su ser»197.
Por esto, estamos llamados ser:
«Almas sacerdotes y sacerdotales… ser un trasunto de
Jesús, un vivo trasunto de Jesús y Él fue Sacerdote y
Víctima… vuestra vocación es esencialmente sacerdotal.
Y esto, digo, aunque no lo queráis, porque por el
bautismo, por la naturaleza sobrenatural del bautismo,
sois como Jesús, almas sacerdotales, es decir, sacerdotes
y víctimas»198.
195
HASAP 1, p. 84.
196
Describe su voto de “abandono” en HASAP 3, p. 10.
197
HASAP 1, p. 374.
198
HASAP 2, p. 211.

80
La vida cristiana se hace oblación unida a la de Cristo:
«Jesús fue el primer Sacerdote… para ofrecer su propio
sacrificio… Vosotras debéis ser almas-sacerdotes… ese
sacrificio de vosotras mismas vale tanto cuanto estéis
unidas a Jesús, porque Él es la Víctima Inmaculada y
Única»199.

7. Su método particular de santificación: “recogimiento”,


centrarse en Cristo
Jesús como centro de la vida, es la clave de todo. El
recogimiento y la vida interior se reducen a esta centralidad
(cfr. Ef 1,10). «Nuestro ideal es muy sencillo, ser Jesús, nada
más»200. «La definición de la vida interior es la vida de Jesús
en nosotros»201. A Jesús se le vive desde su corazón. «No
venimos a buscar lo que nos gusta sino el gusto de Jesús» 202.
Esa es “la cristalización”, “la quinta esencia” del espíritu de
las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada”203.
«Como otras veces os he dicho, vuestro espíritu se puede
reducir a tres palabras, que quieren decir, sin embargo,
todo un programa de perfección. Recogidas en vuestro
interior, para amar y complacer a nuestro Señor»204.

Como nota de humor, añade: «Eso de estar diciendo a cada paso:


Jesús me ampare, Jesús me valga, Jesús me bendiga y Jesús para
arriba y Jesús para abajo, esto, lo hace un buen perico. ¿De qué sirve
eso si no tenéis vida de recogimiento?». Luego hace referencia al
testimonio del P. Félix, quien, a pesar de su temperamento, «era la
bondad misma, siempre amable ¿por qué? Por que vivió

199
HASAP 2, p. 218.
200
HASAP 1, p. 64.
201
HASAP 1, p. 81.
202
HASAP 4, p. 61.
203
Cfr. HASAP 4, p. 50.
204
HASAP 2, p. 281.

81
verdaderamente vida de Dios» (HASAP 4, p. 158). El mismo P.
Moisés dio al P. Félix este consejo que fue muy bien aceptado:
«recogido con nuestro Señor» (HASAP 4, p. 296).

El P. Moisés está convencido de que el método del


recogimiento «es un modo especial, distinto de otros métodos
de perfección y por tanto esta práctica es lo esencial para
vuestra formación y perfección»205.
Se remite a Mons. Martínez, quien decía: «El padre Moisés tiene su
ascética fundada en el recogimiento, muy buena, sólida» (HASAP 4,
p. 295).

8. Vida de gracia, vivir en Cristo:


La vida cristiana es participación de la misma vida de Cristo.
Es, pues, vida divina. La caridad consiste en vivir en Cristo.
Es una vida que va creciendo.
«Si llegáramos a lograr que Jesús viviera en nosotros y
nosotros en Él, que Dios dijera: Esta es mi hija muy amada
y en ella tengo todas mis complacencias (Mt: 3,17)»206. «Si
consideramos a Dios todo Amor es más encantador para
nosotros. Dios se humanizó para divinizar al hombre por
medio de la gracia santificante»207.
«La definición de la vida interior es la vida de Jesús en nosotros… la
vida cristiana es una participación de la vida divina, en virtud de los
méritos de Jesús y que nosotros debemos cultivar contra las tendencias
opuestas. Es una participación de la vida divina que tenemos por el
Espíritu Santo y por los méritos de Jesús» (HASAP 1, p.81).

205
HASAP 4, p. 293.
206
HASAP 1, p. 39.
207
HASAP 1, p. 18.

82
De este modo «reflejamos a Jesús en nuestras almas», porque
«la gracia santificante, nos hace sencillamente parecidos a
Jesús»208. El P. Moisés distingue entre “gracia increada”, que
“se contempla en la Encarnación del Verbo”, y la gracia
creada, o sea, nuestra participación en la vida divina 209.
Efectivamente, «Jesús vino a hacernos hermanos suyos,
coherederos con Él; vino a hacernos hijos de Dios en espíritu
y en verdad»210. Participamos, pues, de la naturaleza divina211.
Adornados por la gracia santificante y creyendo en el misterio
de la Encarnación del Verbo, entramos en el misterio de la
Santísima Trinidad:
«La fe nos dice que el Misterio de la Encarnación es el
misterio del Hijo de Dios hecho hombre por obra del
Espíritu Santo y entonces, aquí tenemos un Padre y un
Hijo y un Espíritu Santo»212.

9. Acción santificadora del Espíritu Santo:


La vida espiritual o vida de gracia es un proceso de fidelidad
al Espíritu Santo, quien “es el alma de nuestra alma”. Bajo su
influjo, llegamos a resucitar con Cristo y vivir en él.
La acción del Espíritu Santo es necesaria para llegar a ser
trasunto de Jesús.
«Esto lo hace el Espíritu Santo… necesitáis vaciaros de
vosotras mismas y entregaros totalmente a Jesús para que
lo transparentéis en todas vuestras acciones» 213. Se trata
de «dejarnos modelar por el Espíritu Santo, con los
cinceles de la oración, de los sacramentos, de la
208
HASAP 1, p. 58.
209
Cfr HASAP 1, p. 311.
210
HASAP 4, p. 66.
211
Cfr HASAP 4, p. 257.
212
HASAP 3, p.320.
213
HASAP 1, p. 20.

83
penitencia»214.El modelo es siempre Jesús. «El Espíritu
Santo es el alma de nuestra alma… Es Él el que nos hace
conocer y amar a Jesús y a María y nos transforma en
Cristo»215
Esta acción del Espíritu Santo, que toma como a modelo a
Jesús, se realiza en el seno de María:
«Siendo Jesús nuestro modelo y queriendo calcarlo para ser
otro Jesús, como es nuestro ideal, debemos, como Él,
entregarnos al Espíritu Santo, que fue quien lo formó en el
seno purísimo de María y su director toda su vida y Jesús,
dócil y obediente a ese Director Divino, realizó los planes de
la redención, los planes de Dios»216.
La misma acción del Espíritu Santo, al modelarnos en Jesús,
está «realizando también nuestra filiación mariana» 217. La luz
y acción del Espíritu Santo tienen lugar especialmente en el
campo de «nuestra santificación»218.

10. Infancia Espiritual, la grande pequeñez de Teresa de


Lisieux:
El estilo propio de esta santidad es el de la infancia espiritual,
es decir, hacerse como niño según el evangelio. Es el tema de
Santa Teresa de Lisieux, el espíritu de pequeñez imitando a
Jesús. En los escritos del P. Moisés se explica ampliamente
este tema:
«El espíritu propio de las Hermanas Eucarísticas de la
Caridad y de María Inmaculada, es el de una verdadera
pequeñez, o sea, el auténtico espíritu de Infancia
Espiritual, tal como nos lo enseña Jesucristo nuestro
214
HASAP 1, p. 80.
215
HASAP 1, p. 253.
216
HASAP 1, p. 304.
217
HASAP 1, p. 304.
218
HASAP 2, p. 104.

84
Señor en su Evangelio, como nos lo recomienda la Santa
Iglesia y como lo han practicado y enseñado los santos,
como santa Teresita del Niño Jesús»219.
Un “alma pequeña” atrae el cariño del Señor, quien «la toma
por su cuenta, le corta, le quita lo que le afea y hará que vuele
en el camino de la perfección»220. Es el mismo camino de
humildad que enseñó Jesús y “en él se santificó” Teresa de
Lisieux221.
Es la “ciencia de las ciencias”, que consiste en «ser nada para
que Él lo sea todo»222. Se llama también «espíritu del
Evangelio»223. La grande ilusión del P. Moisés consistía en
que las demás comunidades pasaran por delante de las MCMI,
pero «que no nos ganen en tener muy contento a Jesús»224.
Como es lógico, en torno a la Navidad, se insistía en la
pequeñez evangélica, «contemplando a Jesús Niño» 225. El
mismo P. Moisés, en sus “apuntes personales”, propone seguir
este camino de “anonadamiento”, para centrarse totalmente en
Jesús: «Jesús necesita almas pequeñas… que yo lo espere
todo de Él. Ni una mirada para mí ni para las criaturas, sino
sólo para Dios»226.
En este sentido se comprende cómo, en la Congregación de
las MCMI, Santa Teresita es la «patrona principal» 227. El P.
Moisés invita a leer la autobiografía de Santa Teresita, donde
se encuentra toda su enseñanza228.

219
HASAP 1, pp. 198-199.
220
HASAP 1, p. 215.
221
Cfr. HASAP 1, p. 230
222
HASAP 1, p. 257.
223
HASAP 1, p. 279.
224
HASAP 1, p. 185.
225
HASAP 1, p. 287.
226
HASAP 1, pp. 381-382.
227
HASAP 1, p. 423.
228
Cfr. HASAP 1, p.425.

85
Este camino evangélico de pequeñez no necesita grandes
obras o talentos, sino «únicamente necesita nuestro amor» 229.
Al entrar en ese camino, donde parece que se esfuma todo, se
descubre que Jesús es «el fiador de las almas pequeñitas»230
Por esto, las enseñanzas del P. Moisés giran en torno a
«buscar a Jesús, en el silencio, en la alegría, en los pequeños
sacrificios. Ganarle el corazón con caricias, es decir, con la
confianza y la intimidad con Él»231.
El objetivo es “llenarse de Dios como Jesús”. Su dependencia
respecto al Padre se concreta en docilidad, obediencia,
confianza filial. Así se llega a «complacer a Dios como
Jesús»232.
La experiencia de la propia “nada” o “miseria”, no tiene el
sentido de una conquista intelectual o de una experiencia
negativa, sino que es un “convencimiento” del corazón sobre
el amor del “Buen Pastor”, porque él «es más bueno que una
madre para sus hijos… Pastor bueno que alimenta vuestro
corazón con ese pan de la verdad, del amor y de la gracia»233.
La pequeñez, como humildad y confianza filial, se encuentran
en Jesús y en María, su Madre y nuestra Madre 234. Se trata de
“complacer al Padre”, “momento por momento”. Es «el
camino de estar siempre confiados y abandonados en los
brazos de Dios y, por tanto, siempre tranquilos… Imitemos a
Jesús. Él no tiene un Jesús que imitar, pero nosotros sí lo
tenemos a Él. Imitémosle: pequeño, buscando el agrado de su
Padre Celestial, en esa atmósfera de silencio, de paz»235.

229
HASAP 2, p. 93.
230
HASAP 2, p. 96.
231
HASAP 2, p.100.
232
HASAP 2, p.183.
233
HASAP 2, p. 240.
234
Cfr. HASAP 2, p. 376.
235
HASAP 3, p.147. El tema se expone ampliamente en las páginas siguientes,
como vida de “ocultamiento”, especialmente en Nazaret (cfr. HASAP 3, pp.253-

86
El P. Moisés, en sus conferencias, llega a detalles sencillos de
la vida cotidiana, «sin rodeos ni cumplimientos, tanto con
Jesús como con nuestros superiores. En resumen, que seamos
como fue Él… que no haya ningún punto de nuestra vida que
no sea de Él… Todo el anhelo de nuestra vida debe ser que Él
esté contento de nosotros, nada más. Como él, buscar el
agrado de mi Padre (Jn 8,29)»236.

11. Camino de sencillez y de Cruz:


Es fácil observar en los escritos del P. Moisés que sus
afirmaciones son tajantes. No admite medias tintas. Exige sin
rebajas, parece invitar a dejar la vida consagrada si no se
sienten con fuerza, pero siempre deja abierta la puerta para la
enmienda y corrección. Basta con empezar de nuevo.
Es lo que él mismo había aprendido del P. Félix, cuando le colaboraba
en el noviciado: «Sea madre con ellos. Nada de impaciencias».

Urgencia y sencillez se hermanan a la luz del amor de Jesús:


«Nuestro ideal es muy sencillo, ser Jesús, nada más. Pero
ese ser Jesús, nuestro Ideal, es ser todo Él. Debemos
imitarlo en todo y sobresalir en todo lo que Él sobresalió;
es sencillo decirse y elevadísimo hacerse»237.
A Jesús se le contempla y comprende, sufriendo con él y por
su amor. El camino de Infancia Espiritual es de sacrificio,
posible para quien se hace niño. El misterio de la cruz es un
misterio de amor.
Como Santa Teresita, el P. Moisés pone la comparación del niño que
quiere subir la escalera y no puede; entonces el Señor nos toma en sus
brazos (cfr. HASAP 4, p.55). «Hijas, ¿queréis ser buenas? Tened la

255).
236
Cfr. HASAP 4, p.16.
237
HASAP 1, p. 64.

87
seguridad de que Dios os abrirá los brazos, pues Jesús lo quiere
mucho más que vosotras, porque Jesús es bueno» (HASAP 1, p. 65).

Comenta el artículo 70 de las Constituciones sin hacer


rebajas:
«Instantemente se le recomienda a la maestra que forme a
las novicias en un perfecto y total recogimiento, les puse
la palabra ‘instantemente’, es decir, quise subrayar que
formen a las novicias en un perfecto y total
recogimiento»238.
Al hablar de “oblación”, se traduce por “pequeña hostia”,
como corresponde a un «alma pequeña, para inmolarse sin
cesar para la gloria del Padre Celestial, con Jesús»239.
Jesús se ha humillado, abajándose en Belén y en la Cruz, para
salvarnos. Su nombre es “Jesús”, Salvador. Cuando, recién
nacido, se le impuso este nombre, ya derramó por nosotros las
primeras gotas de sangre240.
El camino de la Cruz se recorre «en paz y tranquilos» 241.La
Cruz espanta cuando no se ve a Jesús en ella. «Si no lo véis a
Él, si no lo buscáis, no lo poseeréis y viene la rebelión»242.
En el misterio de la Cruz del Apostolado encontramos la
“perla” o “margarita preciosa”: «el corazón de Cristo, abismo
infinito de todas las virtudes»243.La felicidad, como “perfecta
alegría” (según la expresión de San Francisco), se encuentra

238
HASAP 4, p. 303.
239
HASAP 3, p. 56.
240
Cfr. HASAP 4, pp. 198-199.
241
HASAP 3, p. 216.
242
HASAP 3, p.288.
243
HASAP 3, p. 326.

88
sólo al compartir la cruz con Cristo, para «ser otro Jesús» 244,
porque «quien dice Jesús, dice cruz»245.
Explica el Corazón de Cristo en la Cruz del Apostolado: «Ese corazón
que debemos estrechar íntimamente, no está en el Tabor, no en el
cielo, no en un mundo tapizado de rosas y claveles, no; fijaos bien,
está en el centro de la cruz. Para llegar a Él, hay que sufrir, hay que
subir por la senda del sacrificio»(HASAP 3, p.329).

A la felicidad verdadera y definitiva se llega bebiendo el


mismo cáliz de Jesús. Hay que “llevar la cruz como Él la
llevó”, es decir, amando como Él246.
La pequeñez espiritual o evangélica de un “alma pequeña”.
«A las almas pequeñas, nuestro Señor las regala con su cruz,
porque se le han entregado con sencillez y generosidad y
nuestro Señor les tiene confianza»247.
En Jesús se comprende que el sacrificio es amor, porque a él
«lo hemos escogido por esposo y, por lo tanto, debemos
crucificarnos con Él»248. La Cruz se lleva «con alegría, no
arrastrando», cuando se lleva «en unión con Jesús; ahí está el
secreto, vivir unidas con Dios y entonces ¡sabremos amar la
Cruz!»249.

244
HASAP 3, p. 322.
245
HASAP 3, p.323.
246
Cfr HASAP 1, p. 292.
247
HASAP 1, p. 295.
248
HASAP 1, p. 305.
249
HASAP 1, p. 305.

89
Recuérdese que Madre Teresa de Calcuta invitaba a llevar la Cruz
detrás de Jesús, no delante o a solas. El P. Moisés dice: «Te vas a
entregar a Jesús, como una esposa se entrega a su esposo… pero a
Jesús se le encuentra en el dolor» (HASAP 1, p. 373). Y con esta
comparación de desposorio, no olvida su nota de humor: «¡Qué chiste
que las esposas de Jesús sean un montón de comodinas, que en todo
busquen la comodidad!... ¡Qué cuadro tan especial el de nuestro
Señor, bien humillado y sacrificado, y sus esposas… un montón de
comodinas!» (HASAP 2, p.30).

Si no se aparta la vista de Jesús, la Cruz de todos los días


recupera su sentido250. El valor de los sacrificios está en el
amor que nace de la unión con Cristo 251. El camino del
sacrificio se aprende participando en la celebración
eucarística, porque «la vida de Jesús fue una misa continuada
y que sigue ofreciéndose como Corderito Inmaculado a todas
las voluntades del Padre Celestial»252.
Con alguna referencia de humor, el P. Moisés lograba la distensión
necesaria: «Quizá alguna diga: ¡Ay! qué duro ya no voy a ver nada y
me gusta tanto, por ejemplo, ver bailar los changuitos. Hijas, allá de
vez en cuando, con permiso, está bien; pero hay que acostumbrarse y
tener en cuenta, de una manera general, no ver las cosas que no son
necesarias» (HASAP 4, p. 162).

Por esto, al presentar esas exigencias de la cruz, no se olvida


de la realidad cotidiana: «Al cielo se sube como a las

250
Cfr. HASAP 2, p. 76).
251
Cfr. HASAP 2, p. 87.
252
HASAP 4, p. 191.

90
montañas, paso a paso, jadeantes»253. Pero hay que caminar
«siempre alegres, porque estamos con nuestro Señor»254.
Al ver los propios defectos, el alma pequeña se encuentra con
el amor de Jesús: «¡Oh Jesús mío! Tú ves que yo he pecado.
Yo quiero amarte, ayúdame a purificarme» 255. «¡Oh Jesús
mío! Cuántos defectos me encuentro ahora y que antes no
veía… Aquí estoy, Señor, haz de mí lo que quieras, modélame
como más te agrade, como más te consuele»256.

12. El camino evangélico de la obediencia:


Toda la vida cristiana es vida de “obediencia”, es decir, de
“escuchar” la voz de Dios que nos llega por medio de
personas, acontecimientos e inspiraciones. En la vida
consagrada, se hace “profesión” de esta obediencia, para ser
en la Iglesia “memoria” de la obediencia de Jesús. Hay que
obedecer con fe, no por rutina ni por adulación.
Esta obediencia incluye la transparencia o sinceridad hacia los
superiores, respetando su misión y aceptando «el lugar que les
corresponde como representantes de Jesús»257.
Como era de esperar, las conferencias del P. Moisés, que se
dirigen a personas consagradas, describen con precisión la
conducta en la que hay que formarse y que se han de adoptar:
«La obediencia debe ser: pronta, completa y alegre…
Deben ver en todos los detalles a nuestro Señor…
Recuerden que nuestro Señor se humilló al lavar los pies
a sus apóstoles y que tuvo mayor humillación todavía en
la Crucifixión y en la Eucaristía»258.
253
HASAP 1, p. 93.
254
HASAP 1, p. 196.
255
HASAP 1, p.73.
256
HASAP 1, p.78.
257
HASAP 1, p. 395.
258
HASAP 2, pp. 81-83.

91
El ejemplo de Jesús es determinante. Es el lema de las
Misioneras de la Caridad de María Inmaculada: Hago siempre
el agrado de mi Padre (Jn 8,29). San Pablo resumió así la
vida de Jesús: obediente hasta la muerte y muerte de Cruz (Fil
2,8)259.
Dentro del ambiente familiar y de confianza en que se movía,
el Fundador comunica su propia experiencia, como una gracia
en medio de limitaciones: «Yo recuerdo que me di
enteramente a la congregación. ‘Aquí está todo’, dije.
Enteramente abandonado a mis superiores con sencillez, con
claridad de conciencia, todo lo decía al superior»260.
Cuenta con sinceridad y apertura que en una ocasión en que le
invitaron a asistir a los toros y allá fue. Luego se sinceró con sus
superiores. Y añade: «Desde niño no me gustaba la mentira. Cuando
ahora ya de viejo hago alguna cosa, no estoy tranquilo hasta que lo
saben los superiores» (HASAP 4, p. 246). Cuenta también otra escena
en que, por obedecer a su superior, hizo el ridículo al endosar unos
documentos que no le cuadraban. Afirma: «Creo que nuestro padre no
lo hizo de intento, porque nunca nos probó de esa manera, pero son
cosas que Dios permite» (HASAP 2, pp. 31-32); ver otros dos casos
suyos en: HASAP 3, p. 51 y p. 240.

13. El camino evangélico de la pobreza:


La pobreza evangélica, vivida por Jesús, es su modo
específico de amar: darse Él, no sólo dar sus cosas. Es la
pobreza que han intentado imitar los santos, especialmente
San Francisco de Asís, que decía: “Dios mío y todas las
cosas”. El P. Moisés, al hablar de este tema, lo calificaba de
“nuestro camino” y recordaba a su formador el P. Félix, que
decía con todo el corazón: “Dios, Dios, Dios”.

259
Cfr. HASAP 3, p. 80.
260
HASAP 3, p. 196.

92
«San Francisco de Asís se desposó con su dama, la
pobreza… ¿En qué consiste su camino? El de san
Francisco de Asís, diríamos que es su amor a nuestro
Señor, hasta Jesús le dijo que era un chiflado de amor y
puede resumirse su camino en un amor ardiente, en una
sencillez encantadora y en una gran pobreza. En tres
puntos podemos resumir: Su amor a nuestro Señor, su
sencillez encantadora y, su pobreza perfecta»261.
La pobreza forma parte del seguimiento evangélico.
Propiamente equivale a desprenderse de todo y, por tanto, de
sí mismo. No es fácil ver el valor de esta pobreza evangélica.
Por esto hay que pedirla para poder llegar a la verdadera paz
del corazón y de la comunidad:
«Como el ciego del Evangelio: ¡Señor, haz que yo vea!
Así vosotras, decidle a Jesús: "Señor, que yo te vea a ti
nada más, que no me detenga en nada más, ni en mi 'yo'
ni en las criaturas"… Y veréis entonces ¡qué paz!, paz
que nada podrá turbar»262.
En Dios y en su Hijo Jesucristo lo tenemos todo. Al dejarlo
todo por él, nos encontramos con el “todo” de Dios: «Si Dios
es todo, si Jesús es mi Padre, mi amigo y más que mi madre,
entonces, ¿por qué nos turbamos, por qué perdemos la
paz?»263. La vida religiosa (que hoy solemos llamar vida
consagrada) es la respuesta a la invitación de Jesús quien
pidió al joven venderlo todo:
«El que entra en la vida religiosa debe empezar como
nuestro Señor le dijo a ese joven: vende todo lo que
tienes, es decir, despréndete de todo»264.

261
HASAP 1, p, 315.
262
HASAP 1, p. 323.
263
HASAP 1, p. 324.
264
HASAP 1, p. 398.

93
14. El camino evangélico de la castidad:
Dejar nuestro todo o darlo todo, significa compartir
esponsalmente la misma vida de Cristo. Especialmente se le
da el propio corazón, con toda su afectividad. Es la actitud
evangélica, practicada por Jesús, que ha asumido la historia de
cada ser humano como parte de su misma historia. El Señor
llama a algunos a ser signo de este su amor esponsal. El P.
Moisés subraya la relación personal con Cristo Esposo, como
base de un corazón unificado en su amor.
El “sí” a Cristo Esposo es para darse totalmente a él y a las
almas: «¿Cómo os quiere Jesús? … Jesús os quiere a cada una
toda, perfectamente, no a medias. Jesús os quiere toda a cada
una, no en parte»265. «Como una esposa se entrega a su
esposo»266. Entonces el corazón queda «libre de criaturas»267.
«Hijas, vuestro esposo será Jesús. Ved, ¡qué dignidad!,
creaturas tan miserables, tan finitas, os consagráis a Dios
y a las almas, que son ese tesoro que Dios tiene en su
corazón. De hoy en adelante, ese es vuestro tesoro,
vuestro punto central es Jesús y con Él las almas»268.
Es muy significativa la experiencia personal que aporta sobre este
tema: «Varias veces en mi vida sacerdotal me he encontrado con
jóvenes que pretendían a muchachas que pensaban en la vida
religiosa. Informándoles yo que aspiraban ellas a tener por esposo a
Jesús, consagrándose a Él, me han contestado: ‘Con ese rival no me
meto, pero si es que la pretende otro hombre, la defiendo, no la cedo’»
(HASAP 3, p. 208).

265
HASAP 1, pp. 346-347.
266
HASAP 1, p. 373.
267
HASAP 1, p. 378.
268
HASAP 3, p. 208.

94
Los títulos familiares que dirigimos a Jesús, indican la
familiaridad de una esposa. Por esto el “recogimiento”
equivale a centrarse en al amor al Señor: «Recogidas con
Jesús vuestro hermano, vuestro esposo y, en un sentido, hasta
vuestro hijo muy querido»269.
La renovación de los votos tiene este sentido de reavivar el
amor esponsal a Cristo, para compartir su misma vida.
Precisamente de este amor esponsal a Cristo nace el amor
sincero e incondicional a las almas:
«Hijas, tenéis la convicción de ser esposas de Cristo,
estáis consagradas a Él, y por encima de las decepciones
y de las amarguras, sois de Dios, ¡qué felicidad! Quizá
alguna vez os habéis sentido sin afectos, pero hasta esto
tenemos en abundancia en la vida religiosa; amaremos
con un cariño puro a las almas que tocamos, ellas son los
seres más queridos, son almas compradas con la sangre
de Cristo-Dios»270.
La castidad evangélica, además de la pureza del cuerpo, se
refiere al corazón o afecto íntimo que es exclusivamente para
Cristo Esposo. No se trata de fervor sensible, sino de
verdadera donación de la persona toda entera:
«Hijas, Jesús os abre los brazos para recibiros… que os
encuentre purificadas, limpia vuestra alma, parecida a la
flor de azucena o a la blancura del cirio que portáis. Con
mucho amor, con el fuego de vuestro corazón, con toda la
fuerza de vuestra voluntad, aunque no sintáis nada en
vuestro corazón, decidle: ‘Sí, Señor, tuya, y para
siempre’»271.
Por la castidad evangélica o virginidad, se pertenece a Cristo.
A él se le entrega el modo de pensar, de sentir, de amar, de
269
HASAP 4, p. 192.
270
HASAP 3, p. 120.
271
HASAP 3, p. 209.

95
obrar. Es la actitud más fecunda como donación “sin reserva”
a Cristo para colaborar en la salvación de toda la humanidad:
«Quiero que os llenéis todas de Dios, que os dediquéis a
complacer y a amar a Jesús, pero con un amor vacío de
todas las criaturas, con un amor grande que podáis decir
con toda verdad como la esposa del Cantar de los
Cantares: Mi Amado es todo para mí y yo toda para mi
Amado (Cant 6,3)… Vuestro entendimiento para que
pongáis en Dios vuestro pensamiento juntamente con
Jesús, con toda la ternura de vuestro corazón; enseguida
viene la acciónde la voluntad: daros sin reserva a
Jesús»272.
Cuando se entra en esta intimidad con Cristo Esposo, hasta
dedicarse a vivir de sus amores, se encuentra el mejor
«remedio para quitar defectos»273.Se quiere complacer al
Esposo y vivir para él.
La “pureza” de Jesús, de la que participa la persona consagra,
comunica la “audacia” de una “hija” querida por ser
«pequeña»274.Por ser «pura en sus pensamientos, en sus
palabras, en sus obras, en esa alma vive Jesús muy contento y
complacido»275.
En esta perspectiva del amor, se comprende que «Nuestro
Jesús es celoso y quiere el corazón todo entero» 276. Por esto
afirma el P. Moisés: «yo quiero que todas vosotras seáis o
forméis un huerto grande, cerrado, en donde Jesús se
complazca»277.

272
HASAP 3, p. 219.
273
HASAP 3, p. 237.
274
HASAP 1, p. 42.
275
HASAP 1, p. 227.
276
HASAP 1, p. 304.
277
HASAP 1, p. 286.

96
Y si la vida es verdaderamente evangélica, el corazón es como
el lugar de descanso para el Señor: «Jesús descansa en donde
no hay egoísmo, en donde no hay criaturas, en donde hay
pureza, en donde hay amor»278.

15. La oblación a Cristo Rey:


El seguimiento evangélico de Jesús se convierte en una
oblación a Cristo como Rey y Señor de todo y especialmente
el propio corazón. Él dice a cada alma pequeña y esposa:
«Quiero que seas toda mía»279. Por ser Rey y Esposo, «nos
recuerda que Él tiene sus derechos sobre nosotros… Que reine
en nuestras casitas y en cada una de sus almas con su justicia,
con su amor, con su bondad»280.
El Señor es «Dueño único»281. «Nuestro Señor tiene dominio
hasta en nuestros pensamientos y palabras más insignificantes
y hasta en los afectos más secretos de nuestro corazón. Por
eso, Él es el Rey, Dueño y Señor de todo»282.
Si es Rey, «Señor de todo lo que existe», «debe reinar en todo
lo nuestro»283.El P. Moisés pide con insistencia: «Yo os quiero
todas de Dios. Os he repetido mil veces: ‘Todas de Dios, nada
más de Él y de nadie más’. ¿Cómo sois todas de Dios? En esta
palabra está encerrada la realeza de Jesús en vosotras»284.
La finalidad de esta entrega esponsal a Cristo Rey, es para
vivir y resucitar en él. Aprovechando la fiesta de la Pascua
(12 abril de 1936), el P. Moisés recuerda la doctrina de San
Pablo, sobre la vida del cristiano, para morir y vivir en Cristo:
«Dice san Pablo que debemos estar muertos en Cristo, quiere
278
HASAP 2, p. 130.
279
HASAP 2, p. 174.
280
HASAP 2, p.146.
281
HASAP 3, p. 96.
282
HASAP 3, p. 97.
283
HASAP 1, p. 460.
284
HASAP 1, p. 460.

97
decir, la muerte de nosotras mismas o, en otras palabras, la
muerte del « yo» y de nuestros vicios. … apoyadas en Él, vivir
más para Él, es decir, buscarlo únicamente a Él en todos los
detalles de nuestra vida!»285. Y sugiera tomar esta decisión
concreta y comprometida, con un estilo típicamente suyo:
«Qué bonito sería que en ocasión de su Resurrección, le
diéramos a nuestro Señor este obsequio, pero para ello es
necesario la muerte de nosotras mismas, nuestra muerte
para siempre en nuestro Señor y vivir una vida más llena
de Él. Ojalá que cada día estemos más cerca de nuestro
Señor y ojalá que cada día seamos mejores, si no, ¿qué
estamos haciendo aquí?»286.
La invitación a resucitar en Cristo, es la mejor felicitación
pascual. Es el resumen de la vida cristiana y consagrada:
«En este día del gran triunfo de Cristo, debemos también
nosotras resucitar con Él, muriendo a nosotras mismas, a
ese ‘yo’, para vivir únicamente en Él. Qué hermoso sería
que todos, de una manera definitiva, muriéramos a
nuestros defectos, Ya no yo, Cristo es quien vive en mí
(Gal 2,20), como decía el apóstol; ya no vivir para mí,
hacerme a un lado»287.

285
HASAP 1, p. 184.
286
HASAP 1, p. 185.
287
HASAP 1, p. 245.

98
COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritual
y apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

III. MISIÓN DE HACERLE AMAR EN COMUNIÓN


FRATERNA Y ECLESIAL

1. «Almas»:
El amor apasionado por Cristo y el seguimiento evangélico
conducen lógicamente a la sintonía con los grandes deseos del
Señor: la gloria del Padre y la salvación de toda la humanidad,
es decir, en lenguaje usado por los santos, la salvación de las
almas.
Tal vez hoy este lenguaje no incide tanto, porque estamos más
motivados por los condicionamientos sociológicos. Pero
precisamente la realidad humana sociológica sólo puede
iluminarse desde los amores de Cristo. Por esto, la enseñanza
del P. Moisés, encuadrada dentro de toda la tradición eclesial,
nos ayuda a entrar en estos temas sin perderse en discusiones
de terminología.
Decimos, sin más, las “almas”, como expresión sinónima de
celo apostólico. Los santos no se consideraban amigos de
Cristo, si no se preocupaban de las almas redimidas por
Cristo.
Quien es amigo de Cristo se dedica a gastar la vida para
hacerle conocer y amar. A esta realidad, que nace del amor
apasionado por Cristo, como en Pablo (“el amor de Cristo me
urge”), se la ha llamado tradicionalmente celo de las almas.
Es un tema muy querido de Santa Teresita y que aflora en
toda la Familia de la Cruz.

99
2. Gloria a Dios y salvación de las almas:
Son dos expresiones íntimamente relacionadas. La vocación
de Jesús consiste en llevar a término el proyecto de amor que
el Padre le ha encargado: Hacer de cada ser humano una
“imagen” de Dios amor, como obra del Espíritu Santo.
El P. Moisés se mueve en este contexto cuando dice «almas
compradas con la sangre de Cristo»288, «ayudar a Jesús a
salvar almas»289.Por esto, amar a las almas es amar a Jesús. La
“sed” del Señor nos indica sus grandes deseos y también lo
que le hemos costado a Jesús. «Jesús sirvió para darle gloria
al Padre y para salvar a la humanidad. Jesús sirvió para
formar las complacencias del Padre celestial»290.
De ahí deriva la responsabilidad de “salvar almas” por parte
de quienes siguen al Señor. Hemos sido comprados o
“redimidos” a precio de sangre, «con una sangre preciosa»
(1Pe 1,18-19).
Esta sintonía con los amores de Cristo, supone una profunda
conversión de nuestra escala de valores. Quien ama de verdad
al Señor, se queda contagiado de sus profundas aspiraciones:
«Jesús fue el glorificador del Padre celestial, porque fue
el glorificador en el mundo y en nombre de éste
glorificará al Padre con una alabanza perfecta, propia de
Dios; lo glorificó salvando nuestras almas»291.
Este amor al Padre, por parte de Jesús, es la clave para
entender su amor a toda la humanidad. Son dos amores en uno
solo que dan sentido a toda la vida: «Jesús estaba lleno de
amor para con Dios y para con el hombre y eso lo ha hecho
sufrir durante los 33 años de su vida. En el Corazón de Jesús

288
HASAP 1, p. 138.
289
HASAP 2, p. 351.
290
HASAP 1, p. 33.
291
HASAP 1, p. 34.

100
había dos amores: su Padre y las almas»292.
Las imágenes que tenemos sobre la pasión y sufrimientos de
Jesús, muestran una hermosura original. El sacrificio y el
dolor se afrontan desde el amor:
«Jesús es hermoso en todas las etapas de su vida, pero
cuando lo contemplamos en su Pasión es más hermoso,
entonces es incomparable… Estos fueron los deseos de
Jesús, la razón de estos deseos es obvia. Jesús tenía que
glorificar al Padre y salvar al hombre. Realizó su
vocación en el sacrificio, en el dolor, por eso deseaba
subir al calvario, deseaba el sufrimiento, las lágrimas, que
era con lo que daba gloria a su Padre»293.
Renovar los votos significa comprometerse a gastar la vida
como Jesús. En cualquier parte y en cualquier circunstancia
donde esté la esposa de Cristo, allí vive de los amores de
Cristo:
«Renovaréis vuestros votos y la voluntad de ser todas y
totalmente de Jesús. Decidle que vais a trabajar en la
gloria de su Padre y la salvación de las almas y, ahora que
os ha escogido y os manda, recibid con alegría el
mandato que os da. Id a cumplir ese mandato, sed fieles a
vuestra vocación, a vuestro estado de vida. En cualquier
parte siempre seguiréis siendo de Jesús. Que no haya
nada en vosotras, en vuestros pensamientos, en vuestras
palabras, en vuestras obras, que no sea de Jesús. Que
Jesús vea una esposa, una hija, una madre en cada una de
vosotras»294.
La misma fórmula de renovación de votos resume el ideal:
«¡Oh Padre celestial, deseosas de darte gloria y de
complacerte en la obra de la salvación de las almas, vengo en
292
HASAP 1, p. 49.
293
HASAP 1, p, 51.
294
HASAP 4, p. 343.

101
este día a imitación de Jesús, a ofrecerme una vez más a tu
servicio»295.
La convicción del P. Moisés era tan profunda, por ser parte
integrante del propio carisma, que la dejó plasmada en su
testamento:
«Con ocasión de la fiesta de Pascua, en la que Jesús dio
por acabada su vocación de Sacerdote y de Víctima para
dar gloria a su amado Padre Celestial y salvar nuestras
almas, las saludo a todas y las bendigo y las invito y les
recomiendo que se renueven en sus propósitos… Que les
ganen en todo, pero no en la unión que deben tener con
Jesús, en la intimidad y trato con Él. Yo cada día me
acerco al fin de mi carrera, pero no las olvido y siempre
las ayudaré»296.
La Carta Testamento está firmada en Puebla, 9 abril 1950. Ver
HASAP 4, p. 345: «Estando ya muy enfermo nuestro padre fundador
nos mandó esta carta hecha a máquina con la fórmula de renovación
de votos que quería que hiciéramos el 1° de mayo de 1950, aniversario
de la Erección Canónica y que por su importancia creí incluir en este
4° y último tomo de las enseñanzas de nuestro padre».

3. Cristo Sacerdote y Víctima, Glorificador del Padre:


Este ideal de Cristo corresponde a su realidad de Sacerdote y
Víctima. Es la dimensión sacerdotal y cristológica de todos
los temas. Se trata propiamente de “la vocación” de Jesús:
«La vocación de Cristo de Glorificador de Dios y de
Salvador de los hombres, fue esencialmente sacerdotal…
Jesús, vida de nuestra alma nos da el amor, nos da la
gracia santificante. Al contemplar a Jesús, debemos verlo
nosotros para copiarlo, para imitarlo… felicitad a Jesús
295
HASAP 4, p. 344.
296
HASAP 4, p. 345.

102
por su vocación, por esa vocación sublime y la más
grande, que fue la de ser Sacerdote y Víctima»297.
Al participar en la vocación de Jesús, nos hacemos “hostias
salvadoras” como Él. Así se entiende que quien no ama salvar
almas no ha entendido el amor de Jesús: «Debéis aspirar a ser
hostias y hostias salvadoras con Cristo, corredentoras con
Cristo»298. «El amor a Jesús, si no se aman a las almas, es
imperfecto»299.

4. Como el Buen Pastor:


La vida de Jesús es una oblación continua, de quien “da la
vida” como Buen Pastor. Las dos imágenes, de “Pastor” y de
“Sacerdote”, en encuentran en la actitud de “dar la vida” en
oblación o “víctima”. Esta oblación se traduce en “bondad” de
comprensión y sintonía:
«Jesús fue Sacerdote y Víctima y vosotras debéis ser
como Él, sacerdotes y víctimas, es decir, debéis
representar a Jesús y, en vuestra medida, debéis ser
también el buen pastor, que da la vida. Debéis ser buenas
como Jesús. Él dijo: “Yo soy el Buen Pastor”, vosotras
debéis ser buenas con todos»300.
La vida se traduce en cercanía como la del “buen samaritano”,
capaz de sacrificarse por los demás. Al cielo se llega con esa
“corona de almas” conquistadas con el sacrificio de todos los
días:
«¿Cómo se comporta nuestro Señor con sus ovejas?
Recordad que el Buen Pastor da la vida por sus ovejas,
esto quiere decir que donde no hay sacrificio no hay
gloria para Dios ni se ganan las almas. ¡Qué hermoso!
297
HASAP 1, p. 35.
298
HASAP 3, p. 73.
299
HASAP 3, p. 105.
300
HASAP 2, p. 241.

103
Cada una de vosotras tiene su corona de almas que tiene
que llevar al cielo. No convertiréis a las almas, no daréis
gloria a Dios, sino en el sacrificio, es decir, si no morís a
vosotras mismas. ‘El Buen Pastor da la vida por sus
ovejas’, Jesús fue Víctima… Decidle: ‘Sí, Jesús, quiero
ser como tú, como el buen samaritano que llevó la
caridad al caído’»301.
Con el Buen Pastor que busca a la oveja perdida, se entrelaza
el hecho del mismo Jesús que va a buscar a la Samaritana:
«Vemos a Jesús que se sienta en el brocal de un pozo para
esperar a la Samaritana, que ha de ir a buscar agua»302.

5. Almas compradas con la sangre de Jesús:


Los términos usados en los textos bíblicos en este tema se
refieren al amor esponsal de Cristo, que da la vida (“sangre”)
como esposo enamorado (“redentor”), que tiene que “pagar”
para rescatar a la esposa. Es, pues, lógico que el P. Moisés
insista en las «almas compradas con la sangre de Cristo» 303.
Son almas (las personas en toda su integridad) amadas por
Cristo, quien nos contagia de su mismo amor: «Amaremos
con un cariño puro a las almas que tocamos, ellas son los
seres más queridos, son almas compradas con la sangre de
Cristo Dios»304.
Al aludir al oficio de las Superioras, les recuerda «la responsabilidad
que tienen de las almas, precio de la sangre de Cristo» (HASAP 4,
p. 60).

Esta realidad del “precio” de “sangre”, rememora el valor del


sacrificio, siguiendo el ejemplo de Jesús que se comparó al
301
HASAP 2, p. 242.
302
HASAP 2, p.381.
303
HASAP 1, p. 138.
304
HASAP 3, p. 120.

104
granito de trigo enterrado en el surco. Al mismo tiempo, el
apostolado «debe ser fruto de una vida íntima con nuestro
Señor»:305
«‘Si el grano de trigo no muere y se corrompe, no dará
abundante fruto’, (Jn 12,24), vale hacer la misma
comparación en este caso, si no hay riego de sangre, si no
hay sufrimiento, si no hay dolor, ninguna obra vale la
pena»306.
Colaborar a la extensión del reino de Jesús, es posible por
medio de la oración, el sacrificio y la acción apostólica. Es la
garantía para que Jesús reine primero en el corazón del
apóstol:
«Ayudarle a que Él reine, es decir, para extender su
reinado en las almas con vuestros sacrificios, oraciones y,
más tarde, con vuestras actividades. Y para esto, que
primero reine Él en vuestras almas, y de esa plenitud de
Él en vosotras, lo haréis reinar en los demás»307.
Las almas se salvan especialmente con la oración y el
sacrificio. El P. Moisés pide esta colaboración de sus
Misioneras para la misión que se le confió en Baja California:
«Pero todos sentimos en el fondo de nuestro ser una
impresión de temor por nuestra debilidad y miseria y por
las grandes dificultades que nos esperan y vengo a
decirles a ustedes que si quieren ayudarnos a nosotros…
ahora, yo venía a pedirles un auxilio inmediato y es el
auxilio de sus oraciones y sacrificios, de los que, en cierto
modo, depende la salvación de las almas»308.

6. La misión del P. Moisés en Baja California:


305
HASAP 1, p. 195.
306
HASAP 1, p. 193.
307
HASAP 2, p. 147.
308
HASAP 3, p. 124.

105
El ideal que vive y transparenta el P. Moisés, es el de salvar a
toda la humanidad redimida por Cristo. Encuadrada en este
ideal está su disponibilidad misionera sin fronteras. Describe
la situación de Baja California, que en aquel entonces (año
1943) dependía de la Congregación para la Evangelización de
los Pueblos (Propaganda Fide). Y se lamenta de la poca
respuesta a esta necesidad misionera. Para él, lo más
importante es «que conozcan a Jesús»309.
«Aun México, que parece tan católico, tiene muchos rincones en
donde no se ha oído hablar de Jesús. Hay gente, como los indios que
viven en las montañas, que no piensan en el Dios verdadero porque no
lo conocen, viven casi como animalitos, por ejemplo, en el territorio
de Baja California, que tiene 140,000 kilómetros de extensión, y en el
sur de esa inmensa península falta agua, etc., falta que conozcan a
Jesús» (HASAP 3, p. 123).

No es que le faltara trabajo apostólico en el interior de


México, puesto que estaba sumamente ocupado en sus
ministerios. En cierta ocasión diría que en cuatro meses había
impartido ocho tandas de Ejercicios310. Se mostró siempre
disponible para la misión “sin fronteras” o, como diríamos
hoy, hacia las “periferias existenciales” (expresión del Papa
Francisco).
Anteriormente él ya se había ofrecido para esa misión de Baja
California, pero sus superiores no aceptaron su
ofrecimiento311.
Había constatado con pena que “hasta ahora, las congregaciones de
México no tienen ‘misioneras’, ninguna de las congregaciones
mexicanas” (HASAP 2, p. 235). Sobre la Baja California, añade:
«Hace poco tuvieron que salir los dos últimos sacerdotes que

309
HASAP 3, p.123.
310
Cfr. HASAP 4, p. 79.
311
Cfr. HASAP 2, p. 234.

106
quedaban. El Sumo Pontífice se acordó de los Misioneros del Espíritu
Santo y les ofreció la misión en 1939. El padre general de nuestra
congregación y todos los superiores dijeron: ‘Estamos dispuestos a ir a
donde queráis, Santísimo Padre, porque habla Jesús por Vuestra
Santidad y puesto que Jesús manifiesta su voluntad por medio de su
Vicario, estamos dispuestos’» (HASAP 3, pp. 123-124).

Por esto, el P. Moisés comunica a sus misioneras que ha sido


elegido para esta misión: «Y ya saben, hijas, que ahora me
nombraron a mí para ir a Baja California» 312. Era el año 1943
(él va a California, 1943). Su despedida refleja la disponibilidad
de quien está centrado sólo en los intereses del Señor:
«Me voy ahora lejos, a la Baja California y si me
sorprende la muerte, ya no nos volveremos a ver sino en
la eternidad, ahí estaré muy pendiente de vosotras. Si ya
no vuelvo, no las dejaré y mucho menos en la eternidad,
allá estaré más pendiente de vosotras»313.

7. Necesidad de formarse en el recogimiento para salvar


almas:
Es importante observar la relación estrecha entre el
“recogimiento” (de centrarse sólo en Jesús) y la dedicación a
la salvación de las almas: «Jesús quiere que todas las almas
gusten de su indulgencia inagotable y de su condescendencia,
y vosotras no daréis esto a las almas ni por equivocación, si
no sois almas perfectamente recogidas»314.
Si uno no es trasunto de Jesús, no logra el fruto. El P. Moisés
afirma de sí mismo: «Es Dios el que me lleva por el camino

312
HASAP 3, p. 124.
313
HASAP 3, p. 126.
314
HASAP 2, p. 383.

107
del recogimiento. Con las almas debo ser no sólo su Jesús,
sino su padre. Así deberé ser con todos»315.
La formación misionera es necesaria para poder dedicarse a la
salvación de las almas. Un punto clave de esta formación es la
toma de conciencia de haber sido perdonados y de haber
experimentado la misericordia de Dios en la propia miseria.
Es el caso de todos los grandes convertidos de la historia:
«Las almas humilladas, las que Jesús sacó
misericordiosamente del cieno, sirven mucho cuando se
levantan, saben comprender después a las almas y
perdonarlas y saben llevarlas a Jesús, porque tienen un
grandísimo apoyo, que es su propia miseria»316.
Entonces se aprende a ser instrumento dócil y vivo. No somos
nosotros los que salvamos, sino que es el Señor: «Cuando
queremos nosotros ganar al prójimo para Jesús, atrayéndolo a
Dios con nuestro apostolado, no somos nosotros los que
obramos, es Jesús, que se sirve de nosotros como
instrumentos»317.
En este contexto explica las parábolas evangélicas de la oveja perdida
y del hijo pródigo, además del encuentro de Jesús con la samaritana
(HASAP 2, pp. 380-381).

315
HASAP 4, p. 295.
316
HASAP 2, pp. 331-332.
317
HASAP 2, p. 380.

108
8. La “sed de almas” se aprende meditando la pasión
En la biografía de los grandes santos y misioneros, siempre ha
ocupado un lugar privilegiado la meditación de la pasión. Es
como si uno encontrara el lugar donde le espera el Señor,
como Pablo en el camino de Damasco («yo soy Jesús, a quien
tú persigues»: Hech 9,5). Este encuentro no se olvida nunca y
es fuente de generosidad incondicional: «Uno de los medios
más frecuentes para la santificación de las almas es meditar la
Pasión de nuestro Señor»318.
De ahí nace la expresión tan querida de Santa Teresita y de
muchos santos: la “sed de almas”. El evangelio sólo se capta
de corazón a corazón. Cuando San Juan narra el “detalle” de
la sed de Jesús, es que quiere indicar (como en todo el
evangelio) el significado salvífico:
«Tengo sed (Jn 19,28), pero como lo ven todos los Santos
Padres de la Iglesia, su sed era espiritual. Era sed de
almas, sed de sacrificio, sed de pureza, de almas puras,
esa era la sed que le consumía, la sed de gloria de su
Padre Celestial, la sed de la salvación de las almas; por
eso está Él ahí, entre la Justicia del Padre y la malicia de
la humanidad»319.
La meditación de la pasión de Jesús no es un ejercicio para
dejarse impresionar, sino una apertura y disponibilidad ante
quien nos ha amado tanto y a quien no siempre hemos
correspondido con el mismo amor. Esta meditación, a modo
de “lectio divina”, deja una huella imborrable: «Al considerar
los dolores de nuestro Señor, vemos… lo que le hemos
costado a Jesús. Nuestra alma ha costado mucho»320.

318
HASAP 3, p. 106.
319
HASAP 3, p. 114.
320
HASAP 3, pp. 150-151.

109
Juan Pablo II, en su encíclica misionera RedemptorisMissio (n.24)
presenta este celo apostólico como gracia especial del Espíritu Santo a
sus apóstoles: «La venida del Espíritu Santo los convierte en testigos o
profetas (cfr. Hch 1, 8; 2, 17-18), infundiéndoles una serena audacia
que les impulsa a transmitir a los demás su experiencia de Jesús y la
esperanza que los anima».

9. Celo apostólico y amor de esposa en las Misioneras de la


Caridad de María Inmaculada
Se trata de la “caridad” que brota del mismo Corazón de
Jesús. Él contagia de este amor a las almas pequeñas que
quiere compartir su misma suerte. Si uno se enamora del
Señor, descubre que su vida ya no tiene sentido, si no es para
llevar la luz a las almas y extender el reinado de Jesús. Quien
está enamorado del Señor, se apena al ver que Cristo Rey no
reina y se dispone a ayudarle a Él a que reine.
La vocación de “esposa” de Cristo es un don de la
misericordia de Dios Amor. Se trata de ser “su compañera en
el sufrimiento” y toda su “preocupación” por “dar gloria a
Dios y salvar a las almas”:
«La misericordia de Dios te ha llamado a ser una esposa
de Jesús. Él será un esposo de mirra para ti y tú debes ser
para Él una esposa de consuelo. Él se consuela con las
almas puras y pequeñitas. Tú debes entregarte para que
seas su compañera en el sufrimiento, en esa suprema y
única preocupación de Jesús de dar gloria a Dios y salvar
a las almas, y esa preocupación fue la que lo llevó hasta
la cruz en su donación»321.
Así es como describe el P. Moisés a las Misioneras de la
Caridad de María Inmaculada. Su vida es la de los
321
HASAP 1, p. 374.

110
“Apóstoles”, para prolongar las mismas “obras de Jesús”:
«Vais, como fueron los apóstoles, a llevar la paz, el
consuelo, el olor de Cristo a las almas que se os
acerquen… Hijitas, no debéis llevar otro perfume que el
de vuestro Jesús, no vais a llevar otras enseñanzas que no
sean de la caridad»322.
Se va a la misión para practicar la misma caridad de Jesús, ser
como Él, el buen samaritano. Realizan obras como expresión
de la misma bondad de Jesús:
«Tened en cuenta que las obras de caridad que vais a
hacer por allá son obras de Jesús. Vais a ser, en un
sentido, los instrumentos de la bondad de Jesús. En
vuestras constituciones os puse que deberéis ser una
imagen perfecta de Jesús, haciendo y derramando la
caridad. Debéis ser la imagen de la bondad de Jesús… no
llevéis otra imagen, que no aparezca otra imagen en
vuestro ser, que aparezca sólo Jesús. Llevad esto bien
grabado en vuestra alma»323.
Es el mismo Jesús quien llama, envía y acompaña. Sólo
centrándose en él, es posible vivir con el gozo de la esperanza,
aún en los momentos en que no aparece el fruto de las obras:
«Pensad que es Jesús el que os llama y el que os lleva y, por
tanto, debéis ir llenas de confianza en Él. Él estará siempre
con vosotras»324.
El carisma específico de las “Misioneras de la Caridad” toma
su origen de la caridad del mismo Cristo, de cuya oblación (al
Padre y a los hermanos) se participa como «hostias
salvadoras»325. Por esto, nuestro cariño es… Jesús y después

322
HASAP 2, p. 56.
323
HASAP 2, p. 57.
324
HASAP 2, p. 57.
325
HASAP 3, p.73.

111
de él en las almas326.La figura del Buen Pastor y del buen
samaritano son el trasfondo de toda la actuación:
«Debéis ser el buen samaritano, que la humanidad
reconozca en vosotras a sus bienhechoras, que vuestra
congregación sea la gran bienhechora de la humanidad.
¿No en este sentido debéis ser como Jesús, el buen
Samaritano y el Buen Pastor? Cada una debe ser el pastor
bueno que ha bajado del cielo, que cada una tome las
ovejitas y las lleva a Dios por su caridad exterior»327.
El P. Moisés, mientras señala el gran marco de la caridad, no deja de
indicar algunos defectos que hay que corregir: «Debe ser, cada una,
una MISIONERA DE LA CARIDAD, DE LA BONDAD DE JESÚS,
DE LA BONDAD DE DIOS. Decían de san Francisco de Sales: ‘Si
así es el Obispo de Ginebra, ¿cómo será Dios?’ Lo mismo debe
decirse de una HERMANA DE LA CARIDAD, pero si esa hermana
es refunfuñona y mala, todo se va a pique» (HASAP 2, p. 334).

Son términos equivalentes los de “amantes de Jesús”,


“trasunto de Jesús”, siempre como Él, para “ayudar a Jesús a
salvar almas”, como “instrumentos” suyos. «Éste es ‘el tinte
especial’ de las ‘Misioneras de la Caridad de María
Inmaculada’»328. Sólo así se cumplirá el encargo de «predicar
el Evangelio»329.
Cuando el P. Moisés preparaba a las Misioneras para las
diversas misiones que se les iban encargando. La misión tenía
el tinte característico del amor a Jesús y a los hermanos. Así
lo indica en la misión hacia Tabasco (marzo 1950):
«Ahora también Jesús os ve con suma complacencia y
puede repetir con toda verdad: Estas hermanas que van a
326
Cfr HASAP 3, p. 132.
327
HASAP 2, p. 241.
328
HASAP 2, p. 351.
329
Cfr HASAP 3, p.124.

112
buscar mi gloria en las regiones cálidas e insalubres de
Tabasco, son mi madre y mis hermanas. Os ve. Os ama
con predilección como si fuera Él, el hijo de vuestro
corazón; es vuestro hermano cariñoso y amigo
inseparable»330.
Esta caridad, que tiene su fuente en el amor de Cristo, se
concreta en la disponibilidad para cualquier cargo: dónde,
cuándo, cómo quiera el Señor. Lo importante es el amor con
que se cumplen los cargos y servicios. Cada uno es necesario
dentro del proyecto de Dios Amor:
«Hijas, ¿no queréis que Jesús reine? ¿no queréis ayudar a
nuestro Señor? ¿no queréis servir de algo? Quizá alguna
diga: "¿Qué puedo hacer?"…A alguna la querrá nuestro
Señor escondida en su casita, viviendo para los demás…
A otra, en el trato con los pobres, con propaganda del
Reinado de Jesús, aunque no hable de Él… A otras las
quiere Jesús para llevar directamente la luz a las almas…
Pero todos debemos poner algo de nuestra parte para
extender el Reinado de Jesús. No nos quedemos inútiles e
inactivos»331.
Ser “almas pequeñas y débiles” no impide que Dios haga por
medio de ellas “grandes cosas”. Es la afirmación con la que el
P. Moisés, en sus “Apuntes personales”, parece describirse a
sí mismo:
«Jesús no necesita de la grandeza y sabiduría humanas,
busca almas pequeñas y débiles, y donde encuentra una,
allí se detiene y desciende complacido, depositando en
ella la plenitud de sus dones, para realizar por su medio
grandes cosas»332.

330
HASAP 4, p. 342.
331
HASAP 1, pp. 465-466.
332
HASAP 1, p. 383.

113
Entre las fórmulas de oración propuestas por el P. Moisés,
hemos visto (el primer capítulo de la presente publicación) la
fórmula de “consagración a Cristo Rey”. Es un texto de
antología. Se trata de una entrega total al Señor, con vistas
que sea “conocido” y “amado” por toda la familia humana. Es
la tarea que quieren cumplir las “almas pequeñitas”:
«Queremos que seas amado, conocido y que seas Rey de
todos los que a ti te reconocen como Padre… Que no
tengamos otra ocupación que la de hacerte reinar; no
queremos otra recompensa, sino la de que tú reines. Haz
que te amemos más, somos tuyas, siempre, en el tiempo y
en la eternidad seremos tuyas también»333.
Lo importante es «no quedarnos cruzados de brazos» cuando
se observa «que Jesús no reina». Porque quien tiene «tantito
amor a nuestro Señor», no puede menos que «sentir con
nuestro Señor… sentir con Él»334.

10. Un corazón unificado por el mandamiento nuevo del


amor:
El corazón del P. Moisés estaba unificado por el amor a Dios
y a los hermanos. La prueba de tener un corazón unificado se
encuentra en su amor a la Iglesia y en la instancia por
comunicar este amor y expresarlo en la vida fraterna de la
propia comunidad.
Es “la herencia” que nos dejó Jesús durante su despedida en la
última cena. Es “dulce y sublime mandato”:
«Nos dice el Maestro: Hijitos míos—dijo a sus Apóstoles
—, amaos los unos a los otros como Yo os he amado (Jn
13,34). Hijitas mías, y yo, como Jesús, os digo: Amaos

333
HASAP 1, pp. 466-467.
334
HASAP 1, p. 464.

114
las unas a las otras, con ese amor que brota del corazón
divino de vuestro Jesús»335.
La aplicación concreta del “mandamiento nuevo” tiene lugar
en la vida práctica, «siendo dulces, caritativas y pacientes, aun
con los peores de nuestros prójimos. Como Jesús nos aguanta
todo, así aguantar nosotros a los demás» 336. Se trata, pues, de
“hacer lo que Él hizo”. El hecho de que Jesús lavara los pies a
sus discípulos significa que «debemos ser humildes y
ponernos en el último lugar»337.
El modo de amar a los hermanos se aprende del mismo Jesús,
quien “es el modelo de la caridad… dar la vida por sus
hermanos”. Ese amor va unido a la humildad, porque “la vida
de Jesús es modelo de humildad”. El P. Moisés expresa sus
propios sentimientos, al contemplar a Jesús humillado por
nuestro amor:
«Me encanta Jesús haciendo milagros, me encanta en el
sacrificio, me encanta en cualquier etapa de su vida, pero
más me atrae cuando lo veo humilde, así, me roba el
corazón. Se revistió de nuestra naturaleza y permaneció
humilde»338.

11. Sentido y amor de Iglesia:


En todos los detalles en que se refiere a la Iglesia, el P.
Moisés muestra espontáneamente un gran sentido de Iglesia y
de amor a la Iglesia. La autenticidad de su carisma respecto a
la fundación de las Misioneras de la Caridad de María
Inmaculada, la basaba en la aprobación por parte de su
superior general, el P. Edmundo Iturbide: «Me dijo que hasta

335
HASAP 1, pp. 306-307.
336
HASAP 2, p. 358.
337
HASAP 3, p. 154.
338
HASAP 3, p. 324.

115
ahora yo tengo las gracias para ustedes y nadie más, sobre
todo en lo que mira al espíritu»339.
A Cristo se le estudia “en contacto con Él”, es decir, “con la
fe, con una humildad profunda y un amor ardiente”. Y esto se
pone en práctica siguiendo los textos señalados por la Iglesia
en distintos tiempos litúrgicos. Por esto, hay que «Estudiar a
nuestro Señor con la Iglesia: Tiempo de Adviento y Tiempo
de Cuaresma»340. Siguiendo las indicaciones de la Iglesia, nos
adentramos en el significado de las fiestas que celebramos.
Así, por ejemplo, en el domingo de Cristo Rey (30 de octubre
1938):
«La Iglesia nos recuerda en esta festividad que Jesús es
Rey, es Señor, es Dueño de todo lo que existe. Por lo
mismo es dueño y Señor nuestro. Es nuestro Rey, como
dice san Pablo: El Señor, el dueño, es decir, el Rey»341.
Comentado una oración de la santa (entonces era domingo 18º
de Pentecostés), que decía a Dios “sin ti no te podemos
agradar”, comenta el P. Moisés: «Oh Jesús, enséñame a
decirte siempre sí; enséñame a no negarte nada; enséñame a
hacer lo que me dice la Iglesia en este día»342.
Como han dicho los santos y los grandes teológicos, la Iglesia
se identifica con el mismo Cristo: «La Iglesia es Cristo, que
vive con nosotros a través de los siglos, Ella nos da a Jesús y
el alma que sigue a la Iglesia, está segura de que sigue a
Jesús»343.
Decía San Agustín: «Nos hemos convertido en Cristo. En efecto, si él
es la cabeza, nosotros somos sus miembros; el hombre total es él y
nosotros» (Comentario al evangelio de Juan 21, 8).

339
HASAP 2, p. 306.
340
HASAP 1, p. 318.
341
HASAP 1, p. 460.
342
HASAP 2, p.138.
343
HASAP 1, p.441.

116
Siguiendo la enseñanza de San Agustín, invita a interpretar el
Evangelio según la predicación y enseñanza de la Iglesia: «Si
no tuviéramos a la Iglesia, ¿cómo podríamos interpretar el
Evangelio?»344.
San Agustín afirmaba: «Yo no prestaría fe a tu Evangelio, si no me
moviese a ello la autoridad de la Iglesia» (Cont. Maniqueos).

No habría caridad fraterna sin amor a la Iglesia. La


convivencia fraterna trae consigo que «cada una debe sufrir
algo para alcanzar de Jesús las gracias que necesitamos para
vivir en la Iglesia de Jesús»345.
De este amor a la Iglesia era modelo el P. Félix, como lo
recuerda el P. Moisés: «Nuestro padre Félix fue un hombre
recto, siempre andaba con las leyes de la Iglesia»346.
Recuerda que el P. Félix, cuando alguien le insinuaba salir de la
congregación a la que pertenecía anteriormente, pidiendo dispensa de
votos, afirmaba: «No, yo he de salir como lo quiere la santa Iglesia,
por la puerta y no por la ventana, es decir, rectamente he de salir de la
congregación» (HASAP 4, p. 116).

El P. Moisés insiste en relacionar estrechamente la Iglesia con


Jesús: «Es que la Iglesia es Jesús, hijas, el Jesús místico, el
Jesús que nos guía, nos predica y nos transmite los deseos de
Dios, los deseos de Jesús, Dios y Hombre»347.
Cuando la congregación fue aprobada por la Santa Sede (21
febrero 1949), el Padre Fundador manifestó reiteradamente la

344
HASAP 1, p.441.
345
HASAP 1, p. 277.
346
HASAP 4, p. 116.
347
HASAP 4, p. 116.

117
importancia de esta aprobación, porque «la voz de la Iglesia,
hijas, la voz de Roma, la voz del Vicario de Cristo, la voz de
la Cabeza del Cuerpo Místico de Cristo, que es el Papa, habló
y las cosas tienen vida y las cosas tienen peso, las dificultades
se acaban y las dudas terminan»348.El mejor modo de dar
gracias es por medio de la Eucaristía:«Dad a Jesús y darnos
nosotros en Jesús y por Jesús»349.
Relaciona el amor a la Iglesia con el cuidado de San José respecto a
Jesús: «Así como José cuidó al Niño Dios de la persecución de
Herodes, lo alimentó y amparó con su poder, así también tiene,
diremos, obligación de amparar a ese Cristo místico que somos
nosotros formando un solo todo con Cristo» (HASAP 4, p. 11).
Recuérdese que ése fue el tema de la homilía del Papa Francisco,
cuando inició su Pontificado el día de San José (19 marzo 2013):
«como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios…
Sólo el que sirve con amor sabe custodiar».

12. Amor a la Congregación y vida fraterna:


La fidelidad y el amor a la Iglesia se concretan también en el
amor y gratitud por la vida consagrada en la propia
Congregación. El mismo Padre Fundador recuerda su gratitud
hacia la Congregación de los Misioneros del Espíritu Sato, al
celebrar sus 25 años de haber entrado en ella350.
Suele decirse que es más difícil practicar la caridad con las
personas en medio de las cuales se convive. En la propia
comunidad hay que cumplir el mandato del amor:
«La caridad que debemos practicar quienes pertenecemos
al grupito de las Hijas Eucarísticas de la Caridad, debe
ser real, auténtica y no de palabra; nos soportaremos unas
a otras y tendremos presente lo que dijo Jesús: ‘Mi
348
HASAP 4, pp. 213-214.
349
HASAP 4, p. 214.
350
Cfr HASAP 2, p.162.

118
mandato es que os améis los unos a los otros, como Yo os
he amado’ (Jn. 13, 34)»351.
En la comunidad, todo encargo y oficio, es un modo de servir.
Tanto quienes dirigen, como quienes son súbditos, son o
deben ser un signo o trasunto de Jesús. Especialmente las
superioras realizan este servicio con actitud materna:
«Deben ser superioras una vez, y toda la vida madres,
llenas de paciencia, de caridad; deben ser un trasunto de
Jesús y tratar a las hermanas como Jesús nos trata… Y las
súbditas deben ver a Jesús en sus superioras, sólo y
únicamente a Él»352.
El Padre Fundador se mostraba siempre solícito hacia todas y
cada una, a pesar de que ellas ya eran muchas (77 hermanas
en el año 1943) y él estaba sumamente ocupado en sus
ministerios, además de enfermo:
«Como ven, yo ahora las sostengo a todas y me pasa lo
que a las gallinas cuando los pollos crecen, ya no los
pueden tapar; no es que me falte voluntad en contestarles
sus cartas, es que tengo que llevar mi vida religiosa,
tengo que ayudar a los padres, luego me mandan por aquí
y por allá y junto con todo esto mi enfermedad, ¡claro!,
ya no es lo mismo que antes y, sin embargo, tengo que
atenderlas. Son más o menos setenta y siete… De todos
modos, ¡adelante!»353.
En las comunidades de las MCMI se vivía una atmósfera de
«caridad y de santa alegría» 354.La clave era la presencia de
Jesús en medio (cfr. Mt 18,20). Una vida vivida «en la misma
atmósfera de Jesús sacramentado»355. Así aprendían a ser

351
HASAP 1, p. 138.
352
HASAP 1, p. 396.
353
HASAP 3, p. 122.
354
HASAP 1, p. 219.
355
HASAP 1, p.180.

119
«sufridas unas con otras»356.Es la caridad fraterna que se
aprende del Corazón de Jesús, en la «perfecta complacencia
de Jesús en todo»357.
«Hay que tomar ‘muy en serio’ la formación en la caridad
fraterna, porque las faltas de caridad son ‘tristezas para
nuestro Señor’»358.La presencia de Jesús por el Sagrario
en cada una de las casitas, recuerda que su presencia es
para estar con nosotros, «muy nuestro». «Superando las
faltas de caridad, ‘Jesús está muy contento’ y se va
creando una ‘atmósfera de caridad y de santa alegría’»359.
Por ser “las niñas de sus ojos”, como personas consagradas,
con las faltas de caridad «le herimos en lo más hondo, en lo
más delicado»360.En cambio, vivir bien en la comunidad «es
una sabiduría que no todos la comprenden, es algo muy grato
a Jesús»361.
Al felicitar por la fiesta de Pascua, escribía: «Muy felices Pascuas de
Resurrección, que Jesús os llene de una paz y alegría íntimas, aunque
os siga teniendo en la cruz» (HASAP 1, p. 276).

Por el hecho de ser “almas consagradas a Dios”, están


llamadas a vivir esta caridad fraterna de modo especial. La
consagración a Dios no sería auténtica, si no reinara la caridad
fraterna en las comunidades. «Una comunidad en donde no
reinara Jesús, sería una prueba de que esas almas se habían
consagrado a Dios únicamente de palabra, no de hecho y esto
sería muy triste»362.
356
HASAP 1, p. 289.
357
HASAP 4, p.22.
358
HASAP 1, p. 175.
359
HASAP 1, p. 219.
360
HASAP 1, p. 221.
361
HASAP 1, p. 275.
362
HASAP 1, p. 463.

120
Viviendo en caridad fraterna, no se disgusta a Jesús y se imita
a María363. Pero esta caridad «se aprende en las relaciones
íntimas con Jesús. Vivid muy cerca de Él… buscadlo a Él…
no veáis sino a Él en todo y entonces sabréis ser lo que Él
quiere de vosotras». El espíritu de pequeñez se demuestra en
ser, «llenas de confianza y abandono, buscadlo sólo a Él.
Todo por Él, observantes por Él, caritativas por Él, obedientes
por Él, aguantadoras por Él y todo, todo por Él y Él… será
vuestro Todo»364.
La oración comunitaria la califica de “oración, en bolita”. Es
la oración donde se experimenta a Jesús “en medio”:
«Sobre todo las novicias, postulantes y las jóvenes que
todavía no saben bien, que no le cogen todavía como
quien dice la onda, deben pedirle a Nuestro Señor en la
oración en común, porque decía Jesús: En donde están
dos o tres reunidos en mi nombre. Yo estaré allí en medio
de ellos. La oración, en bolita, Dios la recibe y es
eficaz»365.
Si no es a partir de la unión con Jesús, no es posible la
verdadera caridad fraterna. Cuando fueran muchas y
diferentes, por las cualidades y por los cargos, sólo se
consigue la unión buscando la complacencia de Jesús:
«Cuando sean más gente sólo tendrán un punto al que se
reduce todo: la ‘perfecta complacencia de Jesús en todo’,
en afectos, pensamientos, imaginaciones, enfermedades,
triunfos, en los momentos dulces y en los amargos; en los
cargos de relumbrón y en los momentos de abatimiento;
en la soledad y acompañadas; en todo, Jesús»366.

363
Cfr HASAP 1, p. 284.
364
HASAP 1, p. 289.
365
HASAP 4, p. 301.
366
HASAP 4, p. 22.

121
13. Caridad respecto a los sacerdotes:
El amor al Señor y a su Iglesia conlleva lógicamente al amor a
sus sacerdotes o ministros ordenados. Este amor se concreta
en oraciones, colaboración, asistencia. En muchas
instituciones eclesiales existe este servicio espiritual y
fraterno, también en la familia de la Cruz. El P. Félix quería
una casita para los sacerdotes enfermos o ancianos. Se
reconoce en todos ellos un “alter Christus” de modo especial.
El P. Moisés habla de «la responsabilidad de la santificación
de los sacerdotes»367. Invitaba a la «caridad para con los
sacerdotes, ministros de Dios que son ‘otros Cristos’:
ayudarlos, atenderlos, tenerles su casita para que vivan
tranquilamente sus últimos años o cuando estén enfermos,
imposibilitados, etc.»368
A esta “responsabilidad”, por parte de las MCMI, la califica
de “peso tremendo se deja ir sobre vosotras”, especialmente
en cuanto a la santificación369. Las Misioneras asumen este
encargo con especial atención, como “Mis sacerdotes, los que
pesan sobre mí”. El significado concreto es la responsabilidad
de la propia santificación, como instrumento para la
santificación de los sacerdotes. Por esto, se asumen los
sacrificios de todos los días con esta intención: «¡Adelante!
De cabeza al sacrificio por mis sacerdotes»… «Es por Jesús y
por mis sacerdotes»370.

14. Caridad para con todos


La caridad fraterna vivida en la propia comunidad y
Congregación, se traduce, pues, en amor a la Iglesia en
general, a las almas, a la santificación y atención de los
367
HASAP 2, p.212.
368
HASAP 1, pp. 226-227.
369
Cfr HASAP 2, p. 212.
370
HASAP 2, p. 214.

122
sacerdotes. Pero, precisamente por estas derivaciones tan
especiales, la caridad se abre a toda la humanidad, a toda la
sociedad. Es la caridad de colaborar en la extensión de Reino
de Cristo:
«Jesús debe reinar en las sociedades, en los gobiernos que
nos rigen, sea en México, en los Estados Unidos, en
Francia, en Alemania; en las sociedades actuales… Dios
debe reinar en las sociedades; los gobiernos deben
reconocer a Jesús; la fuente de la justicia es nuestro
Señor; la fuente de la moralidad es nuestro Señor y, por
tanto, debe reinar en los pueblos, en las sociedades, en las
familias»371.
La caridad sin fronteras es siempre “reflejo” de la caridad de
Jesús. Es una donación de totalidad, para poder llegar a todos.
Para llegar a esta caridad tan grande, hay que hacerse
pequeños:
«Esa caridad exquisita no la tendréis, imposible, si no
sois pequeñitas; ahí tenéis el secreto para ser caritativas
como Jesús, como María, como los santos, porque el
alma pequeña es el alma niña, al alma vacía, Dios la llena
plenamente, y el alma que tiene a Dios, es y será
caritativa»372.
Hay que comprometerse, no descartar ningún sacrificio, saber
“morir” a sí mismo para que el amor de Cristo viva en
nosotros: «moriremos, por decirlo así, envueltas en la misma
atmósfera de Jesús Sacramentado»373. Así se llega a ser “Jesús
para con los prójimos”. Es, pues, el mismo ideal de Jesús:
«Como Él es y fue para con nosotros, así vosotras debéis ser
con vuestros hermanos, los prójimos, y para con vuestras
hermanas de comunidad»374.
371
HASAP 1, p. 463.
372
HASAP 1, p. 269.
373
HASAP 1, p. 180.
374
HASAP 1, p. 280.

123
El Corazón de Jesús se muestra como quien “tanto ha amado a
los hombres y que sólo desprecios e ingratitudes recibe”. En
este su Corazón se aprende la «caridad para todos los que os
rodean»375.
Una derivación especial es la caridad hacia la familia, como
base de la sociedad o, como dice el concilio Vaticano II, “la
Iglesia doméstica” (Lumen Gentium, n.11). El P. Moisés,
inspirado en el amor de Cristo, tiene esta intuición, tan actual,
sobre la familia como fundamento de la sociedad: «Jesús, no
solamente debe reinar en nosotros, sino también en las
familias compuestas del padre, de la madre y de los hijos. En
esa pequeña sociedad de familias, base de la sociedad, debe
ser obedecido y comprendido Jesús… a eso vino nuestro
Señor»376.

375
HASAP 1, pp. 306-307.
376
HASAP 1, p. 463.

124
COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritual
y apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

IV. CON LA MADRE DE JESÚS, NUESTRA MADRE

1. Con Ella, para ser como Él:


La espiritualidad o actitud mariana era connatural al P.
Moisés, precisamente por ser un apasionado de Cristo y de sus
amores: al Padre, al Espíritu Santo, a María y a la Iglesia. Del
P. Félix había aprendido a vivir así: “Con María todo, sin Ella
nada”. Y así lo escribe el mismo P. Moisés al P. Félix: «He
ahí mi camino: Pequeñito, Víctima y muy hijo de María» 377.
Quería ser como ella, pero con ella, con su presencia y ayuda
materna.
Sus hermanos, los Misioneros del Espíritu Santo, sabían muy bien esta
connaturalidad mariana. El P. Guzmán, durante la plática con ocasión
de la erección canónica de la Congregación de las MCMI (San Luis
Potosí, 1 mayo 1949), describía así el inicio de su vocación: «La
santísima Virgen de Guadalupe miraba con especial amor a aquel
grupito que se ha de extender por toda la tierra. Y esa mirada de amor
se proyectó también sobre esta alma, el P. Moisés, y dejó en ella la
fecundidad» (HASAP 4, p. 331).

2. María, obra del Espíritu Santo:


Se podría decir que la perspectiva mariana del P. Moisés es
eminentemente pneumatológica, es decir, a la luz del Espíritu
Santo. María es Madre del Verbo Encarnado, por obra del

377
Copia pública. Correspondencia expedida al R.P. Félix de Jesús Rougier, Vol.
XII, 21 de noviembre de 1920, p. 17.

125
Espíritu Santo. A ella, a su “sí”, le debemos que el Verbo se
haya encarnado. «La Encarnación es la unión de la naturaleza
divina con la humana en el seno de su Madre Santísima»378.
En las enseñanzas del P. Moisés, se nota el trasfondo de la
doctrina de San Bernardo: «El Padre Eterno esperó mandar a
su Hijo muy amado hasta que la Virgencita dijera su “sí” y
llevar a cabo el misterio de la Encarnación... Cuanto tenemos
en Jesús, cuanto nos imaginamos de su hermosura, de sus
virtudes, su mirada purísima, todo se lo debemos a María y al
Espíritu Santo»379.
San Bernardo invita a la Virgen a responder al deseo del Padre: “abre,
Virgen bienaventurada, el corazón a la fe, los labios al asentimiento, el
seno al Creador” (Homilía 4).

El Espíritu Santo quiso “necesitar” de la colaboración de


María “para formar a Jesús”. Se puede afirmar que “Dios tuvo
necesidad de María”. A la luz de este misterio, se puede
observar por qué “la mujer tiene mucha influencia en el
mundo”. Todo lo que se refiere al misterio del Verbo
Encarnado “se lo debemos a María”380.
Precisamente por haber sido concebido en el seno de María
por obra del Espíritu Santo y también por toda su actuación
posterior, estamos llamados a “aprender Jesús, su obediencia
y docilidad a ese Divino Espíritu”. La consecuencia para
nuestra vida espiritual y apostólica es que, “a semejanza de
Jesús”, estamos llamados a entregarnos “con toda docilidad al
Espíritu Santo para que nos forme y dirija. Nos haría santas si
nos dejáramos formar”381.

378
HASAP 1, p. 43.
379
HASAP 1, p. 39.
380
Cfr. HASAP 1, p. 40.
381
Cfr. HASAP 1, p. 304.

126
Puesto que la acción del Espíritu Santo estaba unida al
consentimiento de María para la Encarnación del Verbo, a
nosotros se nos pide «una donación formal, fuerte, total… al
Espíritu Santo y a María que fueron escogidos para formar al
Verbo»382.
Si es el Espíritu Santo con la cooperación de María, que ha
formado a Jesús, estamos llamados a «tomar toda nuestra
miseria y todos nuestros vicios y ponerlos en manos de los
que deben hacernos santos, de los que deben transformar
nuestras almas»383.

3. La importancia de la pequeñez y humildad de María:


Siendo Madre de Dios y llena de gracia, la Santísima Virgen
vivió la “pequeñez”, si detenerse en sí misma, “ni en las
dificultades, ni en las criaturas”. «Ella no se buscó, no se miró
a sí misma, no se detuvo en las criaturas»384.
Esta actitud de pequeñez nos centra en Jesús y María, porque
“Jesús quiere que vivamos sólo para Él”. Basta con «ser
conocido sólo de Jesús y de María… hacerse pequeño como
Jesús y María… no depender más que de Él y de María»385.

4. Ser sacerdotes y víctimas con la ayuda de María:


También la faceta sacerdotal de la vida de santidad, que
consiste en participar de la realidad de “sacerdotes y
víctimas”, tiene lugar como obra del Espíritu Santo y con la
ayuda de María.
“Copiar a Jesús” equivale a “ser sacerdotes y víctimas…
382
HASAP 1, p. 40.
383
HASAP 1, p. 40.
384
HASAP 1, p. 321.
385
HASAP 3, p. 130.

127
ofrecer nuestros sacrificios en un ambiente de pureza”. Por
esto “nos damos a los agentes que formaron a Jesús”, es decir,
al Espíritu Santo que obra por María386.
Contemplar a Jesús como “nuestro Modelo y nuestro cariño”,
es “la única razón de nuestros esfuerzos, de nuestros
sacrificios, de todo”387. Nuestra pauta para ser sacerdotes y
víctimas está trazada por quien a Cristo «le ordenó Sacerdote
y quién lo formó Víctima, el Espíritu Santo y María»388.

5. María, Madre amorosa y nuestra actitud filial:


La expresión “María es mi Madre” era frecuente en algunas
figuras mexicanas. El P. Moisés la repite con naturalidad.
Pero si ella es Madre amorosa, a nosotros se nos pide ser
buenos hijos. Si ella tiene “un corazón más grande que el de
todas las madres”, estamos llamados a mostrarnos como
verdaderos hijos. Esto no es más que una consecuencia de las
palabras de Jesús al dárnosla como Madre (cfr. Jn 19,26-27).
El P. Moisés usa un título que, siendo lógico, no era frecuente
en su época: “María Madre de la Iglesia”. Es que dada uno de
nosotros, personalmente y en comunidad, somos la Iglesia o el
Cuerpo Místico de Jesús. La afirmación, siendo concisa, es
rica de contenido: «María, fue la Madre y el alma de la
Iglesia, se santificó en el ocultamiento»389.
Pablo VI, declaró a María “Madre de la Iglesia”, en consonancia con
la doctrina mariana conciliar que había sido aprobada en la cuarta
sesión del concilio Vaticano II, indicando su significado: "Madre de
todo el Pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores"
(PABLO VI, Aloc. 21 nov. 1964).

386
Cfr. HASAP 1, p. 40.
387
Cfr. HASAP 1, p. 40.
388
HASAP 1, p. 40.
389
HASAP 1, p. 39.

128
Al dejarnos transformar en Jesús bajo la acción del Espíritu
Santo, tiene lugar la acción materna de María y, por tanto,
“también nuestra filiación mariana”. Por esto, podemos
afirmar: «María, mi Madre, ¿qué temer? con Ella lo tengo
todo»390.
El amor maternal de María para con sus hijos es un regalo de
Jesús, quien “dio a la Santísima Virgen un corazón más
grande que el de todas las madres”. Hay que dar gracias al
Señor, porque así llegamos a tener también nosotros un
“corazón grande” como ella a favor de todos sus hijos391.
El concilio invita a todo apóstol a tener el “afecto materno” de María
(Lumen Gentium, n.65).

Ser “buenas hijas” con María, equivale a ser “como Jesús”,


que “fue buen Hijo para con su Padre Dios y para con la
Santísima Virgen”392.
Para el mes de mayo, el P. Moisés proponía estas jaculatorias: «Oh
Jesús, por el amor que le tuviste y le tienes a la Santísima Virgen
María. ‘Enséñanos a amarla como tú la amaste’» (HASAP 2, p. 90).

El encargo que María recibió de Jesús es el de sentirse


“Madre de todos los creyentes” y, por tanto, “nos recibió, se
abrió su corazón y nos tomó como hijos”. Jesús “nos dio todo
lo que tenía”. En el discípulo Juan nos vio a todos nosotros,
nos tuvo presentes; dio una mirada a todos nosotros y nos
entregó a su Madre”. Este don nos insta a que “obedezcamos
y amemos mucho a la Santísima Virgen”393.

390
HASAP 1, p. 304.
391
Cfr. HASAP 1, p. 392.
392
Cfr. HASAP 2, p. 222.
393
Cfr. HASAP 3, p. 112.

129
En este contexto de maternidad espiritual de María, el P.
Moisés usa la expresión de San Ireneo (“Nueva Eva”), porque
es Madre de todos los nuevos vivientes en Cristo. El título de
“corredentora” significa que ella es “la compañera de Jesús,
como Eva fue la compañera de Adán y madre de todos en el
orden material, así María fue la Madre en el sentido
espiritual”394.
El concilio usa el término “asociación” y lo relaciona con su
maternidad y victimación: “Se condolió vehementemente con su
Unigénito y se asoció con corazón maternal a su sacrificio,
consintiendo con amor en la inmolación de la víctima engendrada por
Ella misma, y, por fin, fue dada como Madre al discípulo por el
mismo Cristo Jesús” (LG 58). María es la “nueva Eva” (LG 63),
nuestra Madre, porque “cooperó en forma del todo singular, por la
obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad en la
restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es
nuestra Madre en el orden de la gracia” (LG 61)

Ser “muy hijas” de María significa también “sed muy filiales,


muy sencillas con nuestro Señor y, naturalmente, seréis
sencillas”, porque “María y Jesús no se separan”395.

6. Imitar a María para ser trasunto de Jesús:


En María encontramos todo, porque ella “fue trasunto de
Jesús”. Imitarla significa darse totalmente al Señor por medio
de ella, siendo fieles como ella a la Palabra y a la acción del
Espíritu Santo. Esta imitación se lleva a efecto en una vida
oculta con Jesús y María. De ella se aprende el “amor
maternal” hacia Jesús.
«Para con la Santísima Virgen debéis ser como Jesús.
Jesús es vuestro modelo y puesto que debéis ser

394
Cfr. HASAP 3, p. 112.
395
Cfr. HASAP 3, p. 192.

130
‘trasuntos de Jesús’, debéis amar mucho a la Santísima
Virgen. Tenéis en Ella una Madre y el modelo para
amarla es Jesús»396.
Imitar a María es tener su “amor maternal para con Jesús”.
Ella “tuvo contento a su Hijo” 397. Es la capacidad de recibir a
Jesús tal como es, para poderlo transmitir a los demás.
Entonces serán “muy apóstoles de su amor”398.
Dice el concilio: «La Iglesia… imitando a la Madre de su Señor, por
la virtud del Espíritu Santo conserva virginalmente la fe íntegra, la
sólida esperanza, la sincera caridad» (LG 64). Entonces «la Iglesia…
se hace más semejante a su excelso tipo… Por lo cual, también en su
obra apostólica, con razón, la Iglesia mira hacia aquella que engendró
a Cristo, concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen,
precisamente para que por la Iglesia nazca y crezca también en los
corazones de los fieles» (LG 65).

María ayuda a convertirse en lo que ella fue, “María fue un


trasunto de Jesús”. No estaría bien quedarse “a medias” en
este parecido con Jesús y María. “Jesús no buscó su capricho
ni su propia voluntad; la redención fue voluntad del Padre”399.
Se imita especialmente el amor que María tiene a Jesús:
«Madre amorosa, sostén mis pasos hacia Jesús. Enséñame a
amarlo de veras, a ser buena de veras»400.Se trata de «atender
a Jesús… como María lo atendió y procurar su perfecta
complacencia»401.
Ser trasunto de Jesús significa transformarse en Jesús. Es la
transformación que sigue realizando el Espíritu Santo por
medio de María: «Jesús se hizo Jesús por medio de la
396
HASAP 2, p. 221.
397
HASAP 3, p. 202.
398
HASAP 1, p. 200.
399
HASAP 3, p. 118.
400
HASAP 1, p. 78.
401
HASAP 2, p. 91.

131
Santísima Virgen. Yo debo hacerme Jesús, es decir, hacerme
santa en las manos de María»402.
La expresión que usaba el Papa Juan Pablo II (“totustuus”, “soy todo
tuyo”) es de una oración mariana de San Luís Mª Grignion de
Montfort, como indicando la disponibilidad de dejarse moldear por el
Espíritu Santo en el seno de María nuestra Madre.

7. Pedir su intercesión:
Ya hemos visto repetidas veces en los escritos del P. Moisés
que acude frecuente y espontáneamente a la intercesión de
María. Se trata de encomendarse a ella para imitar a Jesús y
transformarse en él. La intercesión y mediación de María
hacía más evidente la especial mediación de Jesús, que es
Dios y hombre, nuestro único Salvador. María de modo
especial, pero también toda la Iglesia, participa de esta única y
peculiar mediación de Jesús.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su cuarta parte (nn. 2617-
2619), invita a orar a María (con el “Ave María”) y a unirse a su
oración (con el “Magnificat”).

Se aconseja continuamente “encomendarse a la Santísima


Virgen”. Y se propone alguna fórmula concreta, que indica
siempre la dinámica hacia Jesús: «María, mi amadísima
madre, contigo vengo a hacer mi oración, sin Ti nada quiero
hacer; vamos las dos, llévame Tú, prepárame Tú y úneme a
Jesús»403.
María no disminuye en nada el modelo y la mediación de
Jesús, sino que la refuerza. Los temas expuestos por el P.
Moisés incluyen esta actitud de relación especial con Jesús y
402
HASAP 2, p. 379.
403
HASAP 1, p.326.

132
María. No se habla propiamente de una idea, sino de una
realidad viva:
«Hemos meditado bajo la mirada de Jesús, en el silencio,
en la tranquilidad, en el ambiente de paz y de bendición
de Dios que son los santos ejercicios… Eso es todo lo que
hemos visto y meditado de una manera teórica y también
práctica, teniendo presente a nuestro modelo perfecto que
es Jesús y que al mismo tiempo es el término de nuestros
anhelos. Hemos estado unidos íntimamente a María
santísima, que después de Jesús, también es nuestro
modelo y es nuestra intercesora»404.
La confianza en María, cuando se acude a ella por medio de la
oración, es el resultado de sentirse amados por ella como
buena Madre. Por esto, se acude a Jesús y a ella con la
humildad del niño que se ha caído en el “fango”: «Jesús mío,
que me has hecho conocer el vicio en que debo trabajar ahora,
te pido tu auxilio, yo confío en que todo podré, así como me
sacaste del fango. Madre mía, en esto también me confío»405.
Cuando pedimos al Señor, recordando o haciendo mención de
su Madre y nuestra, «hemos tocado la fibra más delicada del
Corazón de Cristo, que es su Madre»406.

8. La presencia activa y materna de María:


La espiritualidad o devoción mariana, tal como la propone el
P. Moisés, tiene la característica de vivir en una relación
personal con María, ya presente en nuestro caminar histórico
y eclesial. Con ella, “unidas a María, se camina hacia adelante
en la vida espiritual, comunitaria y apostólica: «Vamos las

404
HASAP 4, p. 64.
405
HASAP 1, p. 75.
406
HASAP 3, p. 37.

133
dos»407. «Madre mía, vamos juntas a pasar estos momentos
con Jesús… tú llévame a sus pies»408.
A la oración se va con ella: «Jesús, aquí está tu Madre
conmigo»409. «Mi Madre está cerca de mí»410.Y con ella se
camina en todo el camino de perfección.
Juan Pablo II, en su encíclica mariana Redemptoris Mater, instaba con
frecuencia a recordar y vivir la “presencia activa, ejemplar y materna”
de María (cfr. nn.1, 3, 7, 24, etc.). Por esto invitaba a “dejarla entrar”
o “introducirla”, para vivir “en comunión de vida” con ella (ibídem, n.
45 cpn su nota).

Esta presencia mariana anima a caminar, pero también


compromete a vivir su filiación: «La Madre de Jesús está
contigo, debo mostrarme digna hija de Ella»411. «Sí, Jesús, con
María todo lo que me mandes, dispuesta estoy a seguir hasta
el calvario»412.
No es una experiencia imaginaria, sino una realidad de gracia
que invita a convertirla en experiencia permanente: «Qué
consolador es tener este pensamiento: ¡Mi Madre está cerca
de mí! ¡Qué real es esto cuando adquirimos el hábito de estar
con María! ¡Qué dulce es la intimidad del alma con
María!»413.
La presencia activa y materna de María, a que se refiere Juan Pablo II
en la encíclica Redemptoris Mater, es una consecuencia de su
Asunción, como participación en la realidad y presencia de Cristo
resucitado.

407
HASAP 1, p. 326.
408
HASAP 1, p. 346.
409
HASAP 3, p. 37.
410
HASAP 3, p.32.
411
HASAP 3, p. 29.
412
HASAP 3, p. 32.
413
HASAP 3, p. 31.

134
Cuando buscamos otros consuelos al margen de Jesús y
María, deberíamos sentir «un reproche porque no buscamos el
consuelo junto a Él o junto a su Madre, sino que vamos a las
criaturas»414.
Los momentos de oración, como encuentro personal con
Jesús, tienen esta faceta mariana, aunque uno no fuera
consciente. El P. Moisés, como buen pedagogo en la vida
espiritual, invita a hacer esta experiencia, también cuando se
tienen dificultades:
«Siempre que nos presentamos a Jesús, antes de cualquier
oración, digámosle confiada y resueltamente: "Jesús, aquí
está tu Madre conmigo" y a esa frase Jesús extenderá sus
brazos y abrirá su Corazón y dirá: "¡Oh! Madre mía, ¿qué
deseas? Todo lo mío es también tuyo". Lo que pidamos
por María, tengamos la seguridad de que está concedido.
Hemos tocado la fibra más delicada del Corazón de
Cristo, que es su Madre»415.
Vivir la presencia de María, como consecuencia del encargo
de Jesús en la cruz, conduce al compromiso de imitarla como
ella imita a Jesús: «Trabajad, bajo la mirada de María, en
afocaros a nuestro Señor, en fijaros en Jesús. Que sean
vuestros modelos Jesús y María»416.
Al vivir esta presencia, se percibe que “donde está María, está
Dios”. Entonces se tiene a Jesús “y con Dios tiene
todo”417.Dios no es abstracto, sino nacido de María.

9. Con María, celebrar y adorar a Jesús Eucaristía:

414
HASAP 3, p. 32.
415
HASAP 3, p. 37.
416
HASAP 3, p.119.
417
HASAP 3, p. 139.

135
La colaboración de María en la Encarnación del Verbo, es
como “la puertecita” para comprender y vivir la Eucaristía.
Efectivamente, «la Eucaristía es la continuación de la
Encarnación»418. En cierto modo, se puede decir que María
engendra a Jesús que se hace presente en el sacramento y
sacrificio de la Eucaristía.
Es un verdadero tesoro el capítulo sexto de la encíclica de Juan Pablo
II (Ecclesia de Eucharistia), donde se presenta a “María, mujer
eucarística”. Nos invita a “asumir el compromiso de conformarnos a
Cristo, aprendiendo de su Madre y dejándonos acompañar por ella.
María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en
todas nuestras celebraciones eucarísticas” (n. 57).

El trato amoroso con Jesús Eucaristía es como un “consuelo”


para el Señor. Es María que sigue dándonos al Señor para que
lo cuidemos. Hay que orar para que “aumente el número de
sacerdotes según el Corazón de Dios”, que sepan vivir esta
realidad y “le den ese amor” al Señor. Hay que aprender a
escuchar a María en el momento de la comunión: «Te lo doy,
pero cuídalo»419.
Por lo que “Jesús y María son inseparables”. Y aunque ella no
esté presente sacramentalmente como Jesús, nos acompaña y
podemos decir: «Llevo a María conmigo»420.
A María se la puede calificar de “puertecita del Sagrario”. La
comparación sirve para entender que para participar en la
realidad de “Jesús-Hostia”, hemos de “pasar por la puerta de
su prisión de amor, es decir, por María”. En la Encarnación,
María engendró a Jesús “en la vida humana”. Ella sigue
cooperando para engendrar a Jesús “a la vida sacramental”421.
418
HASAP 3, p. 36.
419
HASAP 2, p. 385.
420
HASAP 3, p. 28.
421
Cfr. HASAP 3, p. 36.

136
Puesto que la Eucaristía es la actualización del sacrificio
redentor de Cristo, hay que celebrarla y adorarla con todo
nuestro amor. El recuerdo de la Virgen Dolorosa ayudará a
que «no queramos prolongar la Pasión del Hijo y de la
Madre»422.
Un “alma pequeña” vive “enamorada de los dolores de Jesús
y de los dolores de su Madre Santísima”. No se pueden
separar los dolores de María de los dolores de Jesús423.
El P. Moisés propone una práctica devocional sencilla: «De las 12 a
las 3 de la tarde, debemos pensar en la agonía de Jesús; la primera
hora en compañía de san Juan, la segunda con la Magdalena y la
tercera con la Santísima Virgen» (HASAP 2, p. 79).

10. Consagración a María:


La “consagración” a María tiene el sentido de una entrega
total al Señor por medio de su Madre y nuestra. La profesión
religiosa tiene una estrecha relación con esta consagración:
«Haced esta entrega por María, en Jesús y con Ella. Jesús vino
a la tierra por Ella y por Ella debéis ir hacia nuestro Señor»424.
Juan Pablo II, en la encíclica Redemptoris Mater (n.48) cita a san Luis
Mª Grignion de Montfort, «el cual proponía a los cristianos la
consagración a Cristo por manos de María, como medio eficaz para
vivir fielmente el compromiso del bautismo».

Cuando acompañamos al Señor, especialmente en la


Eucaristía, es el momento para hacer o renovar la
“consagración” a María. Es una determinación de hacerlo
todo por amor a Jesús con María. El “acto de consagración”
422
HASAP 2, p. 384.
423
Cfr. HASAP 2, p. 79.
424
HASAP 3, p.134.

137
podría expresarse así: «Contigo todo y sin Ti, nada. Madre
mía, contigo voy a hacer un esfuerzo para buscar a mi Amado
y lo quiero buscar contigo. Llévame Tú, enséñame Tú»425.
Otra fórmula parecida (fragmento): «Venimos a los pies de Jesús
Sacramentado, en nombre propio y de todas las hermanas que forman
esta pequeña agrupación… Nos entregamos totalmente a ti y hacemos
esta entrega de nosotras mismas… de todo lo que tenemos… de todas
y cada una de las casitas» (HASAP 2, p. 85). Ver allí la fórmula
completa, que empieza con una invocación a la Santísima Trinidad.

Esta entrega a Jesús, por medio de María, está en la


perspectiva de un abrazo de Jesús, quien dice nuevamente:
“Ven”. La respuesta debe ser incondicional, especialmente en
los Ejercicios Espirituales, a modo de “donación por manos
de María”: «Vengo a tí, me entrego. Me entrego de antemano
a todo lo que me pidas, a todo lo que me exijas, aquí estoy.
Quita, pon, arranca, hazme como quieras»426.
El P. Moisés tenía costumbre de empezar los Ejercicios Espirituales
«con una entrega a Jesús por la santísima Virgen» (HASAP 3, p.203).

Al hacer esta donación de sí mismo a la Santísima Virgen,


para vivir la entrega total al Señor, se invoca a María para que
nos acompañe: «quiero que tú estés conmigo Madre mía.
Donde estás tú, está Jesús»427.Sugiere añadir «una invocación
a santa Teresita, a nuestro padre Félix y otros santos para que
nos ayuden a dar gracias»428.
Me parece detectar una gran armonía entre la doctrina mariana del P.
Moisés y la oración final de la encíclica del Papa Francisco sobre la

425
HASAP 3, p. 165.
426
HASAP 4, p. 82.
427
HASAP 4, p. 217.
428
Ibídem.

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fe: «¡Madre, ayuda nuestra fe! Abre nuestro oído a la Palabra, para
que reconozcamos la voz de Dios y su llamada… Ayúdanos a
dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo
en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es
llamada a crecer y a madurar… Enséñanos a mirar con los ojos de
Jesús, para que él sea luz en nuestro camino» (Lumen fidei, n. 60).

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