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Psicopato II – Clase del 26/9/2011 de Gabriel Belucci

Clase 26/9. Gabriel Belucci

“El problema económico del masoquismo”. 1924


Freud en “Pulsiones y destinos de pulsión” insiste en la idea muy enfáticamente (en algo que
ya habia planteado anteriormente) que lo primario es el sadismo. Freud suponia antes de
1920, que la pulsión de crueldad estaba dirigida hacia el otro. Y que todo masoquismo había
empezado como secundario al sadismo. Es decir, como una vuelta del sadismo hacia la
propia persona. Recuerden que la vuelta hacia la misma persona es uno de los destinos
pulsionales (1915). Entonces lo primario era el sadismo, y el masoquismo le quedaba como
secundario. Esto es solidario de pensar que el aparato esta regulado con el ppio de placer.
En este sentido es imposible que aspiracion “cruel” se dirija hacia la propia persona.
Entonces el masoquismo queda como secundario al sadismo. ¿Qué pasa en el medio? En
1920, Freud publica “Mas allá del Principio de placer”, donde introduce hipótesis más
controvertidas, la de la pulsión de muerte. Es decir, la idea que en el aparato hay algo que
opera en una direccion contraria al ppio de placer, contraria a cualquier idea de
homeostasis, contraria a la felicidad. Esta idea que ahora parece una obviedad, en su
momento fue absolutamente resistida, muchos psicoanalistas que habían acompañado a
Freud en sus ideas principales en esos momentos no quisieron saber nada con esto. Lo que
hace Freud en 1924 es extraer consecuencias de la hipótesis de la pulsión de muerto.
Entonces va a suponer –algo que ya esbozaba- que desde el comienzo mismo, desde la
constitución misma del aparato está operando el empuje de la pulsión de muerte, hay algo
inherente a nuestra constitución psíquica, que va en contra del bienestar y en contra de la
felicidad. Entonces va a introducir la hipótesis de un masoquismo primario, pero que, es
interesante cómo lo formula Freud, en el sentido que no es el puro empuje de la pulsión de
muerte, sino que lo piensa ya, como una ligadura de la pulsión de muerte por el eros. No
hay que confundir masoquismo con pulsión de muerte, si bien son dos conceptos muy
relacionados; en el masoquismo ya hay algo erótico, ya hay una primera ligadura de la
pulsión de muerte por el eros. Freud dice la siguiente frase “…Ni siquiera en el acto suicida
nos encontramos con la pulsión de muerte en estado puro…”, sino que hay algo de lo
erótico ahí. ¿Qué es eso erótico? Uno podría decir, la satisfacción que depara el
padecimiento. Ahora bien, sobre esta hipótesis, Freud va a tener elementos anteriores,
entonces va hablar de masoquismo erógeno, o primario –que como todo lo primario es una
construcción de la teoría, una hipótesis teórica- y dos variedades de masoquismos que son
clínicamente situables a las que llama: el masoquismo femenino, que corresponde a las
fantasías masoquistas de palizas y a la perversión masoquista, que lo que está acentuado
es la conjunción de padecimiento y erotismo. Es la erotización del padecimiento, pero
además, en el marco de una escena fantaseada. Freud subraya la dimensión de la escena,

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la dimensión de la fantasía, que es el antecedente del fantasma lacaniano, es fundamental


en este masoquismo que Freud llama femenino.
Y el masoquismo moral, que deviene de una deserotización del erotismo, es el que
encontramos ligado a la acción del super yo y; teniendo como máxima expresión en la
neurosis la reacción terapéutica negativa (no nos vamos a ocupar acá y vamos a poner el
acento en el primero).
- ¿Por qué lo llama femenino?
Es bastante discutible, desde Lacan es totalmente lo contrario.

Un primer punto, que a Freud le interesa subrayar, es que las fantasías masoquistas de
paliza, que Freud las extrae de las neurosis, no de las perversiones. Es decir, el fantasma
de “Pegan a un niño” lo recorta de las neurosis, y Freud afirma que las escenificaciones
reales puestas en escena de los perversos masoquistas coinciden punto a punto con las
fantasías masoquistas de los neuróticos. Esta vieja idea, que en la neurosis está oculto
aquello que en la perversión se revela. Ven como vuelve una y otra vez a esta fórmula, de la
neurosis como negativo de la perversión. En Lacan la estructura del fantasma neurótico y la
estructura del fantasma perverso no coincide. O sea, esta tesis de Freud en Lacan queda
planteada de otra manera. Hay algo que es importante, que en la perversión, hay una
dimensión que siempre encontramos, que siempre aparece, que es la luna puesta en
escena. La perversión siempre tiene algo de teatral, siempre hay algo de escenificación. No
es una casualidad, que los grandes perversos de la historia, hayan producido en el campo
de las ficciones, muchos han sido escritorios, el marqués de Sades. Muchos han sido y son
directores de cine, directores teatrales. Es interesante que la puesta en escena convoca al
sujeto perverso. Hay algo de la escenificación, de la puesta en escena que siempre está en
juego. Uno podría preguntarse, ¿cuál es la función que cumple en la economía de la
perversión esta puesta en escena, en este caso, masoquista? Entonces, hay todo un
trabajo, a veces, muy arduo -gastan mucho esfuerzo, tiempo y dinero a veces tiempo, en el
cual su satisfacción perversa va a tener lugar. Es muy trabajoso encontrar un partener que
se preste a sostener esa escenificación. Freud avanza en la categorización de este
masoquismo que llama femenina; y dice que si bien, en el contenido del masoquismo está el
de experimentar dolor, el dolor tiene más el carácter de un medio que de un fin. Que en
realidad de lo que se trata en el masoquismo, no es tanto del dolor, sino de sometimiento al
otro, es decir, ocupar una posición de sometimiento. Uno podría decir, que el dolor vale
como signo de sometimiento al otro. Es interesante porque, yendo a esta denominación de
masoquismo femenino, Freud dice que es una situación –esta de sometimiento al otro, que
se puede comparar, por un lado, con la del niño pequeño, que esta sometido al adulto; o con
lo da de la mujer, a la cual Freud equipara básicamente con una moción pasiva. Lo

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femenino es equivalente a lo pasivo. De hecho, afirma que estas fantasías ponen al sujeto,
muchas veces, un varón, en una situación característica de la femineidad como de ser
poseído sexualmente, “castrado” dice Freud, o parir. Cuando uno se mete en el estudio de
estas fantasías de estas significaciones del perverso masoquista, descubre que las
significaciones de estas fantasías tienen una relación con la femineidad. Pero acá,
comienzan los problemas. Ya en Freud hay algo que es objetable en esta manera de dividir
la cuestión, es una objeción lógica que se le puede hacer en este planteo. Freud dice que lo
que nunca puede ocurrir, a pesar de que el masoquista que pone el cuerpo es muchas
maltratado dolorosamente, denigrado, ensuciado incluso lastimado, lo que nunca puede
ocurrir son verdaderas mutilaciones y en particular nada debe pasarle a los genitales. Es
interesante porque si se trata de una representación ligada a la feminidad, por otra parte
preservan al sujeto de la castración. Si hay algo que es preservado a todo costa es que el
sujeto no tiene que quedar marcado por la castración. La castración tiene que ser evitada.
Esto anticipa el texto de 1927, del Fetichismo. Freud va a retomar la cuestión por ahí. Todo
ese montaje, donde el masoquista se presta hacer, dominado, humillado, ensuciado,
golpeado, todo ese montaje ¿para qué le sirve? Para no ser castrado, para preservarse de
la castración. Es una sutileza el texto, pero si uno lo lee desde el ´27 se ordena de lleno.
Esta es una objeción que se le puede hacer al texto, desde la propia lógica de Freud y tiene
la significación ligada a la femineidad, pero por otro lado, dice que preservan al sujeto de la
castración. Desde la lógica de Lacan, la vuelta que le va a dar va a ser distinta. (…) Lacan
en algún momento de su enseñanza, nos plantea que, una cosa es la lógica fálica, que es la
que para Freud ordena, no solo la posición masculina, sino las distintas salidas posibles
para las mujeres. Recuerden que las salidas freudianas están todas ordenadas en relación
al falo. La femineidad normal en relación a la ecuación: hijo = pene; o cuerpo=pene, donde
todo el cuerpo queda “fanalizado” (no se escucha lo que dice). El complejo de masculinidad
o la inhibición o la neurosis, o sea la histeria, básicamente, son todas salidas en torno al
falo. Lacan va a plantear que, estrictamente, lo que podemos situar la posición femenina, no
se ordena toda en relación al falo. Hay alguien que va a llamar goce femenino, que está más
allá de ese ordenamiento fálico. En ese sentido, la perversión es lo menos femenino que
hay, uno podría decir, que está ordenada en torno al padre. Eso es de Lacán.
Entonces se explica porque se llama femenino y de allí, la objeción que se le puede hacer a
Freud: será todo lo femenino pero alude a la castración. Desde Lacán, se le puede dar esa
vuelta, si la perversión se ordena en torno al falo, hay algo de lo femenino que queda por
fuera. El deseo del analista de hecho Lacan, lo piensa en relación a lo femenino y no al falo.
El texto tiene un par de sutilezas muy interesantes, en la pag. 178, Freud hace una
acotación, que en todas las puestas en escenas masoquistas, también en las fantasías
masoquistas aparecen y ligado a el castigo recibido un inequívoco sentimiento de culpa.

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Pero en realidad, dice Freud, eso no es más que una racionalización superficial de los
contenidos masoquistas. No es que el castigo es una consecuencia de la culpa, sino que es
al revés, la culpa le proporciona un argumento al castigo. Lo primario es el castigo, el recibir
ese castigo que proviene del otro, en primera instancia del padre. Recuerden que la fantasía
se vincula en torno del padre y lo fundamental es recibir ese castigo y la culpa funciona
como argumento. Hay una cuestión con la ley, efectivamente el perverso, es aquel que se
sitúa con respecto a la ley como trasgresor. No es que esa ley no tiene eficacia para él, la
tiene, por eso mismo la transgrede. Por eso es interesante, la relación que tiene el perverso
con la culpa, es inversa a la que tiene el neurótico. Es un argumento para enmarcar el
castigo, la puesta en escena. El perverso vive en la ley, solo que su posición con respecto a
la ley es inversa, en este punto también hay un negativo con respecto a la neurosis. El
perverso avanza, franquea un umbral, ante el cual el neurótico inexorablemente retrocede.
En otras palabras, donde el neurótico retrocede angustiado, es precisamente ahí, donde el
perverso avanza y lo hace avanzar al neurótico.
El último giro que da en este texto, Freud dice “…es raro que los martirios masoquistas
cobren un aspectos tan serios como las crueldades fantaseadas o escenificadas del
sadismo…”. Freud en esta frase desarma cualquier complementariedad entre el sadismo y
el masoquismo, los ubica como posiciones disimétricas. Solo en el fantasma del neurótico,
el sadismo y el masoquismo se complementa, en las prácticas perversas no existe tal
complementariedad. En primer lugar, porque nunca el partener de un perverso es otro
perverso (también lo va afirmar Lacan). La posición misma del perverso, que solo se va a
definir en torno a la castración, requiere para poder ponerse en acto de un partener
neurótico. Es decir, el que solo puede sostener la escena perversa es un neurótico.
Recomienda la película “Un año sin amor”, para explicar que el masoquismo y el sadismo no
son complementarios. Esta idea freudiana, quien por primera vez la desplegó y argumento
que sadismo y masoquismo no son complementarios fue un filosofo Gilles Deleuze, en un
texto “La presentación de Leopold Sacher- Masoch”, y en homenaje a este personaje recibe
el nombre de masoquismo. Argumenta lógicamente que estas posiciones no se
complementan. Lacan lee y toma la tesis de Deleuze y la despliega.
Noten como si bien Freud retoma acá lo que había trabajado en “Peguen a un niño”, ya
introduce algunos elementos que anticipa la solución que le va a dar en el 1927 al problema
de la perversión, en particular que la cuestión se ordena en torno a la castración, que
hay una referencia a la castración que es fundamental para poder pensar la posición de los
perversos.
(Preguntas de clase)- ¿Cómo es el Edipo de un perverso?
Freud nunca responde nunca desarrolla esta pregunta, porque en realidad da entender que
hay un punto de comunidad entre la neurosis y la perversión. Y que en todo caso lo que

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podemos pensar como disimétrico, no es el complejo de Edipo sino cómo se sale del C.E.
Freud se ubica en un punto de diferencia fuerte es en la salida. No hace ningún
señalamiento que indique que el Edipo de un perverso sea distinto, lo que sí acentúa es que
se sale de un modo distinto. Pero esa salida ya nos plantea la referencia de la Castración.
Recuerden que la salida freudiana del Edipo es vía el Complejo de Castración. (…) El
neurótico está en la ley, el perverso está en relación a la ley, pero lo que hace con la
Castración es algo distinto de lo que hace el neurótico. No alcanza con decir que la
trasgrade.

En el texto “Fetichismo”, que es de 1927, o sea que pertenece a la tercera nosología


freudiana, Freud comienza ubicando las características que tiene el fetiche como objeto
privilegiado de ciertos número de perverso. Para Freud en 1927, el fetichismo es
paradigmático de la perversión. ¿Qué dice de este objeto tan particular qué es el fetiche?.
En primer lugar, algo que es importante destacar: lo compara con el síntoma, en la
comparación entre los campos de la perversión y la neurosis, lo que Freud coteja, compara
es el fetiche y el síntoma. Dice: “En los últimos años tuve la oportunidad de estudiar analítica
cierto número de varones [esto es un dato sumamente significativo el fetichismo es una
perversión exclusivamente masculina, da cuenta de la posición masculina, da cuenta del
rechazo de lo femenino] cuyo elección de objeto era regida era por un fetiche. [categoría
trabajada por la filosofía y ciertas disciplinas sociales, por ej. el marxismo] No se crea que
esas personas recurrieron al análisis necesariamente a causa del fetiche, pues si bien este
discernido por una anormalidad por sus adictos, rara vez [en realidad, nunca] lo sienten
como un síntoma que provoque padecimiento, la más de las veces están muy contento con
él y hasta halagan las facilidades que les brinda en su vida amorosa…” (pag. 147 Tomo
XXI). Todo esto que dice Freud, lo está comparando con el síntoma neurótico, si nosotros
comparamos los dos términos encontramos un elemento en común. Tanto en el síntoma
como en el fetiche, está en juego la satisfacción, son medios de satisfacción. Pero que
mientras el fetiche en primer lugar, no provoca padecimiento; en segundo lugar, y en
la medida padecimiento, no promueve la formulación de ninguna pregunta, por lo tanto
no hay demanda de análisis en torno al fetiche. Nunca hay pregunta del modo de gozar.
Cuando el perverso consulta, nunca es para preguntar su modo de satisfacción, en este
caso, el fetiche. Y además, Freud agrega (y Lacan después va a retomar) que no solo no
hay ninguna pregunta, sino que además hay una especie de apología de las ventajas que
aporta el fetiche. (…). Mazzuca plantea que si la neurosis es una clínica de la pregunta, la
perversión es una clínica de la demostración. El perverso no se pregunta nada sobre su
modo de satisfacción, todo lo contrario es un propagandista, es alguien que quiere
convencer de la eficacia de ese modo de satisfacerse. Entonces fijense que el fetichista, es

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decir, el perverso, presenta su modo de satisfacción como un modo eficaz, como una
satisfacción lograda, no como una satisfacción fallida. Mientras que el síntoma neurótico es
un modo de satisfacción, pero: en primer lugar, acarrea un padecimiento, y no solo eso, sino
que no es reconocible como tal, no se reconoce un goce sino solo padecimiento. En la
medida que lo acarrea, da lugar a una pregunta (la clínica de la neurosis es una clínica de la
pregunta). Y lo que es más importante, la relación que tenemos con la satisfacción siempre
es fallida. Retomando esta lectura matemática, efectivamente la clínica de la neurosis está
marcada por un menos. Lacan dice que si vamos por el mundo encontrándonos con seres
desdichados, no es una casualidad (…) Bien, el perverso ese signo menos lo franquea y
presenta su satisfacción como lograda, como exitosa y como que nada le falta. Y eso es lo
que al neurótico le resulta seductor de la propuesta del perverso: que es posible satisfacerse
eficazmente, ir más allá de la miseria neurótica. Una vez que hace esta caracterización
clínica, Freud se propone explicar, cual es el sentido del fetichismo y cuál es su mecanismo
de producción, es decir, cual la operatoria que está en juego (y que difiere de la de
represión). Freud introduce una modalidad defensiva, distinta de la represión y que va a
quedar ligada a la producción perversa. Dice (pag. 147) con respecto al sentido: “La
respuesta que el análisis arranco acerca del sentido y el propósito del fetiche, fue en todo
los casos la misma. Si ahora comunico que el fetiche es el sustito del pene, sin duda,
provocaré desilusión, por eso me apresuro agregar que no es el sustituto cualquiera, sino de
un pene muy particular que han gran significatividad en la primera infancia, pero se perdió
más tarde. Esto debiera ser resignado, pero justamente el fetiche esta destinado a
preservarlo de su sepultamiento (…) El fetiche es el sustituto del falo de la mujer, pero en
particular, de la madre, al que el varoncito no ha querido ni quiere renunciar, sabemos por
qué…”. Primera cuestión entonces: el fetiche remite al falo materno, a la figura de la
madre fálica, pero Freud dice, que el varoncito no quiere renunciar y agrega sabemos por
qué. ¿Qué consecuencia tendría para el niño aceptar la castración materna?. El complejo de
Castración es localizado en el cuerpo materno (recuerden el Caso del pequeño Hans), es en
ese momento cuando adquiere valor de verdad la referencia a la propia castración, es decir,
se activa la amenaza de Castración. El niño al admitir la castración materna, se ve forzado a
limitar su propia satisfacción, a renunciar a la satisfacción incestuosa. Y Freud agrega con
respecto a la satisfacción autoerótica, el niño debe renunciar a esa forma de satisfacerse,
debe admitir que la satisfacción no sea del todo exitosa, sino que esté marcada por un
menos. En otras palabras, la consecuencia de admitir la castración y de responder a ese
encuentro con la Castración, por la vía de la represión, es que de ahí en más la satisfacción
queda marcada por un menos –padecimiento de todo neurótico. (…)
Freud propone que, si ante ese encuentro con la Castración materna, la respuesta no es vía
la represión, sino mediante otra operación que llama, desmentida por renegación. Entonces

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si la respuesta es por vía Verwergung (traducción en alemán), la consecuencia va a ser un


posicionamiento que no es neurótico, sino se podría pensar como perverso. Freud dice que
tiene una doble cara, es decir, la desmentida implica una doble vertiente que se abre. Por un
lado, implica una admisión de la realidad de la Castración, es decir, el perverso es alguien
que sabe de la castración, no está por fuera de eso, como tampoco está por fuera de la ley
(como el psicótico). Esta es la versión de Freud, la versión de Lacan va a ser distinta. Pero
al mismo tiempo, rehúsa las consecuencias de ese saber con respecto a su propia
satisfacción. En la versión freudiana, el perverso quiere mantenerse por fuera de los
alcances de esa ley, que sin embargo no desconoce, pero pretende que no lo alcance “Sé
de eso, pero no me concierne”. El perverso se las arregla: en el caso del fetichista con
el fetiche, que tiene el sentido de preservar ese falo materno, que protege al perverso
de la referencia de la propia castración. Lacan ubica el problema, no en la propia
Castración, sino en la castración del Otro. El perverso no puede admitir, desde la lectura
lacaniana, su propia castración sin la del Otro. Para Freud, el perverso no se deja alcanzar
por las consecuencias de la Castración. (…) No en todo los perversos hay algún fetiche,
pero de algún modo cuando Freud está planteando al fetiche como paradigma de la
perversión, se refiere que en todas las perversiones algo de esto está en juego, aunque no
tome la forma del objeto fetiche. En toda la perversión hay algo que preserva al sujeto
de las consecuencias de la castración, sobre la propia persona. Es decir, no se deja
prohibir ninguna modalidad de satisfacción, los neuróticos admitimos
inconscientemente estas consecuencias, entonces la satisfacción es siempre fallida.
Freud hace referencia a la Behajung, el síntoma viene a dar cuenta de algo fallido. Es
interesante la fórmula, el perverso viene a franquear ese signo menos y pretender una
satisfacción “en más”.
Freud toma el fetichismo como paradigma para dar cuenta de la perversión, así como en la
neurosis toma la n. obsesiva para explicar la fórmula canónica. Ahora, cuando intenta
pensar en el síntoma, el paradigma es el síntoma histérico, porque eso le permite esclarecer
mejor las características del síntoma. Otro ejemplo, el paradigma del delirio es la paranoia
(donde mejor podes formular las características del delirio).
(…) En “Pegan a un niño” la perversión paradigmática es el masoquismo, aunque el
fantasma lo extrae de la neurótica. A Lacan le sucede lo mismo, toma al fetichismo como
perversión paradigmática y cuando le de una vuelta en torno a la cuestión del objeto a y del
goce, el paradigma va a volver a ser el masoquismo. Según lo que, tanto Freud como
Lacan, quieran acentuar van a tomar como paradigmática una determinada perversión.
Antes de 1927, no se podía hablar de las perversiones en singular, más bien de las
perversiones en plural, como conjunto de prácticas sexuales desviadas de la meta y/o del
objeto. A partir del ´27, Freud recorta una posición específica que tiene que ver con un modo

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de responder a la castración y con una operatoria también específica, la desmentida o la


renegación (Verwergung).
Repasando: en el fetiche el sentido, es hacer de su sustituto el falo materno y el mecanismo
es la verwergung, la desmentida.

“La escisión del yo en el proceso de defensa”. 1938


En 1938, publicado póstumamente, Freud le da un par de vueltas a la cuestión de la
Verwergung. La primera, es que si bien es la vía del mecanismo del fetichismo, hay
renegación en muchas otras situaciones que no coinciden con el campo clínico de la
perversión. Freud ubica que la Verwergung, es una operación a la que todos eventualmente
recurrimos y es más, en el caso de los niños pequeños, es un momento necesario en el
encuentro con la castración materna. En el último Tomo (23, pag 275), señala “…el yo del
niño se encuentra al servicio de una poderosa exigencia pulsional, que está habituado a
satisfacer. Y es de pronto aterrorizado con una vivencia que le enseña que proseguir con
esa satisfacción le traería por resultado un peligro real difícil de soportar…” Esa vivencia,
como decíamos, es el encuentro con la castración materna. “…y entonces debe decidirse
reconocer el peligro real, inclinarse ante él y sobre todo renunciar a la satisfacción pulsional
o desmentir la realidad objetiva y darse la creencia que no hay razón alguna para tener
miedo, a fin de perseverar así en la satisfacción. Es por tanto, un conflicto entre la exigencia
de la pulsion y el veto de la realidad objetiva…” o sea del orden de la ley, que viene a
contraponerse a la satisfacción. Ahora bien, el niño en un primer momento, no hace ninguna
de esas dos cosas, o las hace a las dos simultáneamente, lo que equivale a lo mismo.
Responde al conflicto con dos reacciones contrapuestas, ambas válidas y eficaces. Por un
lado, rechaza la realidad objetiva con ayuda de ciertos mecanismos y no se deja prohibir
nada; por el otro, reconoce el peligro de la realidad objetiva, asume la angustia ante él y
luego busca defenderse de ésta. “…Ambas partes en disputa han recibido lo suyo, la pulsión
tiene permitido retener la satisfacción, a la realidad objetiva se le ha atributado el debido
respeto…”. Esta es la doble cara de la desmentida. Pero como se sabe, la muerte es gratis.
“…El resultado se alcanzo a expensas de una desgarradura en el yo que nunca se reparará
sino que se hará más grande con el tiempo. Las dos reacciones contrapuestas frente al
conflicto subsistirán como núcleo de una escisión del yo…” Aparece esta figura, de la
escisión del yo como consecuencia de la verleugnung. Hay dos corrientes, una que admite
la realidad de la castración, y otra que persevera en la satisfacción a la que no se quiere
renunciar. Resalta esta figura de la escisión del yo, ichs-paltung, porque Freud no está
hablando el conflicto entre sistemas, no está hablando de la oposición entre el yo y el ello,
sino que está diciendo que en el mismo campo del yo, se establecen dos corrientes que no
se conjugan una con la otra, que coexisten: el resultado de la renegación es un yo

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desgarrado. Es interesante para pensar que sucede con el perverso porque efectivamente,
el perverso es un habitante de dos mundos. Por un lado, participa al igual que el neurótico
del campo de la ley, del campo de la castración, incluso se podría decir que el perverso no
está por fuera de las formaciones del icc, sin embargo, en todo lo que concierne a su
posición perversa ante la castración, su modo de funcionamiento es otro, ahí no funciona al
modo neurótico. Esto hace al perverso, difícil de reconocer en la clínica, porque a menos
que sea evocada la referencia a la castración, su modo de funcionamiento va a ser
exactamente igual al de un neurótico. Pero cuando se trata de la castración, nos
encontramos con eso el perverso no quiere saber nada, con dejarse prohibir con un cierto
modo de satisfacción. Esto la Verwergung no es privativa de los perversos, decíamos que
era un momento necesario en el encuentro con la castración. El pequeño Hans, a instancias
de Freud, el padre le proporciona “el esclarecimiento”, le dice que las señoras como la
mamá no tiene un “wiwi macher”, Hans responde con una fantasía, respondiendo que sí
tiene (que él la había visto desnuda y ella le había dejado ver su “hace pipí”). Persevera en
su satisfacción masturbatoria. Es muy claro, como la primera respuesta del niño con la
castración es renegatoria. Solo que en el futuro neurótico, eso cae, en lugar de eso aparece
el saber no sabido, la represión y el icc. Aun los neuróticos muchas veces recurrimos a este
procedimiento, esto que llama la ichs-paltung. Es interesante, como en la clínica se
encuentran que están enmarcadas como “las modalidades actuales del síntoma”, por
ejemplo, la toxicomanía o fenómenos psicosomáticos, que se encuentran no solo en la
perversión sino en otros campos como en el neurótico. Del lado del otro, uno puede leer
muchas veces, un peso muy importante de la renegación: lo que le retorna al sujeto no es
un síntoma, sino un recurso a la renegación (objeto droga por ejemplo).
Entonces las dos vueltas que Freud le da a esta cuestión de la verleugnung, es que: en
primer lugar, que la consecuencia es una escisión del yo; y por otro lado, que la
renegación no es un mecanismo privativa de la perversión, sino que podemos
encontrarlo en sujetos que no son perversos, pero que definen podríamos pensar, la
posición en principio del fetichista y por extensión del perverso, en la medida que es
el modo privilegido de responder al encuentro con la castración materna. Es decir, si
cada vez que es evocada la referencia a la castración, la respuesta es renegatoria, tenemos
un perverso, freudianamente hablando. Aunque, algunos autores y psicoanalista lacanianos,
que sostienen que esto que Freud plantea, es exclusivo del fetichismo y no se podría hacer
extensivo al conjunto de la perversión, y que solo en Lacan (en un segundo momento),
existiría una categoría de perversión estrictamente hablando. Belucci no está del todo de
acuerdo, plantea que Freud plantea de un modo limitado pero lo hace. Lacan lo desarrolla
mas claro, afirma que el partener es siempre un neurótico, porque lo que busca el primero
es algún signo de sumisión. El perverso busca la angustia del otro, o algún nivel (mas bien

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fuerte) de incomodidad. (…) Si el analista queda por ejemplo, en esa posición de división
subjetiva, es un indicador, que quien tiene en frente es un perverso. El perverso registra y
disfruta de la angustia del otro. Lacan ubica esta disimetría entre el fantasma neurótico y el
fantasma1 perverso. Mientras que el neurótico en el fantasma se ubica como sujeto dividido;
el perverso en el fantasma se ubica como objeto y va a promover la división de su partener.
Donde Freud supone una homología para el fantasma del neurótico y del perverso, Lacan
ubica una disimetría. Freud supone que las fantasías masoquistas de los neuróticos y las
puestas en escena de los perversos masoquistas son homologas. Lacan sostiene que la
estructura del fantasma es inversa.
Recuerden, que siempre el que sostiene la escena es un neurótico, generalmente el
partener es una histérica. La monotonía y el aburrimiento es lo que termina cansando. (…)
En la clínica, se descubre el modo en que se juega la condición perversa esto vira. Por
ejemplo, en el arte, en la obra del Marqués de Sade uno puede asistir a las peores
bestialidades pero que en su vida real, no se jugo, nunca realizó.

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El fantasma es un marco que vela los empujes de la pulsión. Supone que este empuje está sujeto a ciertos
diques. En la angustia frente a la castración aparecen los diques.

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