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El masoquismo femenino, un fantasma de hombre


Bernard Seynhaeve

https://www.attentatsexuel.com/le-masochisme-feminin-un-fantasme-dhomme/

El masoquismo femenino constituye un tema que ha sido tratado a menudo. Este no será
mi propósito. Pero hay una observación incidental en los comentarios que hace Lacan
en varias ocasiones y que ha atraído mi atención: el masoquismo femenino es un
fantasma del deseo masculino.

Esta afirmación de Lacan recubre una doble tesis: primeramente, lo que aparece de
buenas a primeras, es que ella revela que en el inconsciente de los hombres estaría esta
idea de que a la mujer le gusta sufrir para acceder a su feminidad. La segunda, por esta
afirmación Lacan cuestiona la respuesta formulada por los post-freudianos anglosajones
a la pregunta de Freud: “¿Qué es una mujer?”

Por mi parte me gustaría intentar arrojar luz sobre el fantasma masoquista del deseo
masculino.

Veamos cómo Lacan llega a hacer esta observación. Durante el Congreso sobre la
sexualidad femenina en 1960 (1), él responde a los psicoanalistas anglosajones:

Durante una decena de años de congresos los psicoanalistas anglosajones construyen,


con declaraciones, sus tesis de la feminidad sobre la escala del desarrollo del Complejo
de Edipo y la articulan a la biología y al destino de las pulsiones parciales. Los hombres
tienen el órgano, <<que los empuja a la conquista>> (2), las mujeres están privadas de
él, y eso no es sin consecuencias para acceder a su feminidad. Ellas echan la culpa a sus
madres por haberlas privado de eso. En su artículo <<El masoquismo femenino ... >>
Hélène Deutsch afirma que <<las experiencias analíticas no dejan ninguna duda de que
la primera relación libidinal de la niña pequeña hacia el padre es una relación
masoquista y el deseo masoquista en la primera fase femeninamente orientada se
enuncia: “quiero ser castrada por el padre”. En mi opinión, -continúa ella-, este viraje
masoquista que se esboza ya por la biología y sus predisposiciones forma el primer
fundamento del desarrollo definitivo de la feminidad>> (3).

Para retomar en tres palabras el resultado de los trabajos anglosajones, citamos la


comunicación de Hélène Deutsch en julio de 1927 en Oxford: <<Intento profundizar en
la génesis de la “feminidad”, dice ella, dicho de otra manera, la posición femenina –
pasiva – masoquista, en la vida psíquica de la mujer>> (4). Lacan criticará muy pronto
la articulación entre estos tres términos, esta equivalencia hecha por la autora (la
posición femenina es pasiva y masoquista).

En ese texto, Lacan señala que el masoquismo femenino <<no puede ser simplemente
considerado como homonímico de una pasividad>>. Entonces, lanza la pregunta:
<<¿Podemos confiar en lo que la perversión masoquista debe a la invención masculina,
para concluir que el masoquismo de la mujer es un fantasma del deseo del hombre? (…)
. Y Lacan añade: en todo caso denunciaremos la debilidad irresponsable que pretende
deducir los fantasmas de efracción de las fronteras corporales. >>
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Pero volvamos a este fantasma del lado del hombre. ¿Cómo llega Lacan a hacer esta
puntualización?

Cuatro años más tarde, en su Seminario XI, cuando trata el concepto de pulsión, y más
concretamente de pulsiones parciales, Lacan vuelve sobre la confusión que producen los
psicoanalistas anglosajones:
<< ¿La relación actividad – pasividad corresponde exactamente a la relación sexual (se
interroga Lacan)? Les ruego que se remitan a tal pasaje de El Hombre de los lobos, por
ejemplo, o a otros pasajes de los Cinco psicoanálisis. En ellos Freud explica, a fin de
cuentas, que la referencia polar actividad – pasividad sirve (…) para metaforizar lo que
queda de insondable en la diferencia sexual. Nunca (…) sostiene que, psicológicamente,
la relación masculina-femenina pueda ser comprendida de distinto modo que no sea por
el representante de la oposición actividad pasividad. Como tal, la oposición masculino-
femenino no se alcanza nunca. (…) Es bien sabido, desde luego, que la oposición
actividad-pasividad puede rendir cuentas de muchas cosas en el terreno del amor. Sin
embargo, nosotros lidiamos, justamente, con esa inyección, si puedo decir, de sado-
masoquismo, que de ninguna manera debe tomarse al pie de la letra en lo que se refiere
a la realización propiamente sexual. (…) el pretendido valor, por ejemplo, del
masoquismo femenino, como suele llamarse, habría que someterlo a un serio examen.
Forma parte de ese diálogo que podemos definir, en muchos puntos, como un fantasma
masculino. Muchas cosas dan que pensar que es complicidad de nuestra parte apoyarlo.
(…) Llama mucho la atención que (mujeres analistas que forman parte de nuestro
grupo) están especialmente dispuestas a sustentar la creencia de base en el masoquismo
femenino.>> (5)

Y Lacan señala todavía: << el ideal viril y el ideal femenino están figurados en el
psiquismo por algo diferente de esta oposición actividad – pasividad>> (6)

Entonces, ¿cómo está construido este fantasma masculino?

En 1973, Lacan aclara especialmente esta cuestión en su Seminario XX, Encore, cuando
inventa las fórmulas de la sexuación: <<Del lado del hombre (…) el sujeto no tiene que
habérselas en tanto que partenaire más que con el objeto a, inscrito del otro lado de la
barra. Sólo por el intermedio de ser la causa de su deseo le es dado alcanzar a su pareja
sexual, que es el Otro. Por esta razón (…) no es más que fantasma.>>

Dos años más tarde, dará una definición interesante de la posición masculina en el amor
precisando qué es un padre a partir del objeto a: <<Un padre no tiene derecho al
respeto, si no al amor, más que si el dicho amor, el dicho respeto está, -no van a creer lo
que escuchan-, père-versement (per-versamente) orientado, es decir hace de una mujer
objeto a que causa su deseo>> (7)

Este neologismo equívoco de Lacan, père-versament (perversamente) orientado, deja


entender que el amor masculino se caracteriza por ser fetichista. Cuando Lacan precisa
que el masoquismo es un fantasma del deseo del macho, eso supone que no se trata más
que de un fantasma. El pasaje al acto masoquista ya no es, evidentemente, un fantasma,
sino un atentado sexual, es decir, un acto perverso.
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(1) Lacan J., <<Ideas directivas para un Congreso sobre la sexualidad femenina>>
(1960), Escritos, Siglo XXI, Buenos Aires
(2) Deutsch H., <<La psychologie de la femme en rapport avec ses fonctions de
reproduction>> (1924), Internationale Zeitschrift für Psycho-Analyse, XI,
traduit de l’allemand par Éveline Sznycer, Féminité mascarade. Études
psychanalytiques réunies par Marie-Christine Hamon, Champ freudien, Seuil,
1994, p.77.
(3) Deutsch H., <<Le masochisme féminin et sa relation à la frigidité>>,
Internationale Zeitschrift für Psyco-Analyse, 16, p. 172-184, traduit de
l’allemand par Susanne Hommel, Féminisme et mascarade, Études
psychanalytiques réunies par Marie-Christine Hamon, Champ freudien, Seuil,
1994, p. 215-231.
(4) Ibid.
(5) Lacan J., El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis (1964), texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós,
1973, p. 199/200.
(6) Ibid., p. 201
(7) Lacan J., El Seminario, libro XXII, << R.S.I >>, clase del 21 enero 1975,
inédito.

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