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CAPÍTuljo XIX

EL GRUPO RENOVACION Y LA NUEVA MUSICA

Durante los capítulos anteriores nos hemos referido a


una serie de músicos pertenecientes a la generación del 80
o del Centenario, tan nutrida y de variados alcances, den-
tro de una tónica principalmente nativista, un poco a ima-
gen y semejanza de las grandes escuelas europeas de corte
nacionalista, que floreciieron en el Viejo Mundo durante el
siglo pasado.
Ilos músicos de la promoción posterior, lo que se ha con-
venido en denominar la generación del 90, se orientaron
principalmente hacia la creación de tono cosmopolita, co-
mo vimos en el capítulo referente al panorama musical de
la Argentina, donde nos referimos con cierto detenimiento
sobre su posición estética y actitud frente a la generación
inmediatamente anterior. Trataremos de explicar las cau-
sas y los motivos de su aparición en el campo de la música
nacional, constituyendo un bloque compacto y que se movió
-por lo menos en un principio~ como un fenómeno en
cierto modo aislado.
EI Grupo Renovación fue creado en 1929, como dijimos,
por José María y Juan José Castro, Gilardo Gilardi (du-
rante unos seis años), Juan Carlos Paz y Jacobo Ficher;
poco más tarde se sumó al mismo Luis Gianneo, y poste-
riormente lo hicieron, entre otros, Honorio Siccardi, Wash-
inston Castro y el mexicano Carlos Zozaya. El manifiesto
inicial establecía los siguientes principios: "Estimular la
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ciones más combativas y dinámicas, pero minús"hw
superación artística de cada uno de sus afiliados por el
conocimiento y el examen crítico de sus obras; propender que
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movimiento general de la música argentina, al establcw"
al conocimiento de ellas por medio de audiciones públicas;
rivalidades, pugnas y enfrentamientos más o menos vrio
editar las obras de sus afiliados; extender al extranjero la
dos, que en última instancia debilitaban la posición de Lo
difusión de la obra que realiza el grupo; prestar preferente
dos. Es difícil atribuir responsabilidades a este hecho, y tal
atención a ia producción generái del país suscitando su
vez en casi todos existió un poco de culpa: exceso de egoís-
conocimiento por los medios a su alcance; abrir opinión
mo e indiferencia por un lado, y demasiada prisa y poca
públicamente sobre asuntos de índole artística, siempre que
ello pueda significar una contibución al desarrollo o afian- paciencia por otro. Que ello fue admitido más tarde, por la
mayoría, explica la aparición en 1947 de la Liga de Compo-
zamiento de la cultura musical". Más tarde dicho grupo
sitores de la Argentina (en cierto modo heredera del Grupo
fue apoyado en su actividad por la Editorial Argentina de
Renovación) y principalmente, en 1964, de la efímera Unión
Música, dirigida por Cecilia Benedit de Debenedetti, que
de Compositores de la Argentina, donde figuraban autores
publicó y dio a conocer numerosas partituras de los músi-
cos antes mencionados y de otros compositores, a partir pertenecientes a las más encontradas orientaciones y ten-
dencias ; pero (respondiendo quizá a la idiosincracia latino-
de 1945.
americana) , estas iniciativas, en última instancia, no pros-
Así como los representantes de la generación anterior peraron, manteniéndose la división en grupos parciales e
tomaron como punto de referencia, principalmente, a Franck, incluso individualidades aisladas. Es un problema que aün
Debussy, Puccini.y Richard Strauss, los del Grupo Reno- aqueja a la música culta argentina, y que todavía no ha
vación encontraron sus modelos, sobre todo, en Stravinsky, podido ser resuelto, a pesar de la buena voluntad y esfuer-
Schónberg, Ravel y, en algunos casos, Bartók, Honegger y zos realizados por muchos de sus representantes. Nos refe-
Prokofieff. Como ha señalado Rodolfo Arizaga, "alistados riremos ahora brevemente, sobre los principales componentes
en una tendencia renovadora que no implicaba en absoluto de ambos grupos.
un sometimiento a ningún estilo determinado, sus integran-
tes procuraron el diálogo tenaz y la crítica sincera entre José María Castro (1892-1964) ha desarrollado su per-
ellos, que los ubicara entre sí dentro del confuso panorama sonalidad dentro de una línea marcadamente neoclásica, q¥e
en el que estaban viviendo, alejados de los centros de mayor se manifiesta a través de una escritura nítida, de esencia
difusión musical y sometidos a un medio que ya pronos- lógicamente diatónica, que no rehuye empero la bitonali-
ticaba cierta indiferencia por los compositores locales''. dad y en ocasiones la politonalidad; en ella el aspecto pura-
mente expresivo y pasional se subordina al de un equilibrio
Estas iniciativas, tan plausibles desde algunos puntos de armonioso, de una serenidad apolínea, podría decirse, ob-
vista, sobre todo por la multiplicidad de poisturas que ello
servándose particular finura en el perfil de sus giros me-
traía aparejado, revelaban además vitalidad, entusiasmo y 1ódicos y polifónicos. En su música prima netamente el es-
empuje, apareciendo en un ambiente musical que empezaba
tilo sobre el carácter. Sus géneros predilectos deben bus-
a adolecer de cierta apatía y conformismo. Pero al mismo
carse en la música de cámara, y en el pequeño conjunto
tiempo resultaron a la larga contraproducentes bajo otros
orquestal -rehuyendo siempre los efectos de grandes masas
aspectos, ya que así se quebró la unidad, bastante apretada
sonoras- que le permite una mayor libertad en el desen-
y sin fisuras sensibles, que hasta entonces parecía primar, volvimiento de las diferentes voces y en el juego de timbres.
favoreciendo luego la aparición y concreción de agrupa-
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Su sentido de la factura orquestal, en donde trata a l(i,`` tro musical desechó el gran espectáculo y consiguió así una
instrumentos individualmente, valorando sus sonoridades ct i de sus obras maestras: FoZ¢7'ft¢, uno de los aportes más
mo colores puros, es uno de sus mejores aspectos. válidos que se han dado en el género a nivel internacional
dentro del panorama musical de su época".
Un período inicial, algo más denso y académico, fue ,qii
perado hacia 1930, fecha en que inaugura su manera dcl.i El compositor norteamericano Aaron Copland, al refe-
nitiva, de una gran depuración de procedimientos. Ha c*-- rirse a la personalidad de nuestro músico, señala: "De
crito varias sonatas para piano (entre ellas la de Pye.ma)Üc't.tí, los miembros del Grupo Renovación, me parece que José
y la D7.a)m᱿caL), dos cuartetos, Co7tce7.£o g7.o8so para or- María Castro posee el más fuerte instinto creador de to-
questa (1933), Oo7¿cer€o para piano y orquesta, Co%certtt
dos. Su música, prácticamente desconocida fuera de su país,
se puede clasificar con facilidad en una de las dos catego-
para violoncelo y diecisiete instrumentos, S¿7¿/o%óaL de Bc4(+
7&os A€+es (1963) ; So%a}±aL poe'£¿ca), para violín y piano, Co7i-
rías siguientes: o bien es neoclásica, de la especie luminosa
c¿er£o para violín y dieciocho instrumentos, etc. La músic¿` y feliz ~fenómeno raro en Sudamérica~, o bien es neo-
rromántica, con un sabor agridulce, de sello muy personal.
vocal, de grata resonancia, incluye melodías sobre poesías
En ambos casos la mñsica que escribe es sin afectación
de Becquer, Tagore, Antonio Machado, Marqués de Santi- alguna, fresca, simple y directa, reflejando la impresión
11ana, Gutierre de Cetina, Lope de Vega, Amado Nervo,
que el compositor deja como ser humano''.
Garcilaso de la Vega, Luis Cané y otros, figurando entre
eTlaLs TTes poema8 (rFZLgore) ., TTes Ur¿cas y Cinco bbrieas, Su hermano Juan José (1895-1968), que ha sido sin
de GZLrcllaLso de \a Vegab., Bcúada dez amor que no se d¿io, y duda uno de los mejores directores de orquesta de nuestro
Romcmce de Za niña negra,, de Cziné ., Tres vüzamúcos, de z"tor tiempo, ha seguido un camino mucho más complejo, dejando
anónimo ; Ce4aiúro ccÜ%o¿o7®es esco!a)7.es, de Mazzanti, etc. Una obras de diversa tendencia, que señalan las fluctuaciones
de sus partituras orquestales más felices es la Ober£%rcb de su trayectoria. Después de una etapa inicial, de forma-
pcÜ7.c¿ %73o ópercú co'mo.ca}, muy espiritual y graciosa, que re-
•:vo:,,cL:#¡~á¡:;iSáik_m-ieL?8-e`T!_o:,_±±_um£a__m_:_dff:'YA`|QJ.:_
ción, representada por obras de cámara y poemas sinfóni-
vela su impecable dominio de la forma. Otra página de po-
sitivos méritos es su So7taitc¿ pai7.¢ dos Üo.oZo%cezos, de una Che¡!¢h (1927), Su lenguaje se hizo más áspero y diso-
escritura naturalmente esquemática, y cuyo movimiento ini- nante, y de una notable concisión, como es dado observar
cial es de indudable valor. en la S%éúe DretJe,. A¡¡egro, ¡e%to u ¢¢.¢a}oe, y la S¢.%/o%óa
y# J (1931) ; esta orientación culminó con su ballet Me-
La música para teatro incluye varias creaciones, esen- ftham que se halla dentro de una estética maquinista simi-
cialmente de tono coreográfico, como el ballet Georg¿a), so- 1ar a la del Pak}¿/Óc 2-3-J, de Arthur Honegger, o F%7úóco.ó%
bre argumento del escritor Eduardo Mallea (1937) ; el Ba}¿Ze de mm de Alejandro Mossolow. En cambio su lenguaje
e% e! c¢/e€ó%, donde se observan cualidades de humor en se atempera y dulcifica en su S¿%/o%ó¢ Bébzo.ca), para coros
sus estilizaciones de algunas danzas modernas; el ballet ti- y orquesta -en la que logra momentos de auténtica gran-
tulado EJ 8%eño de Ja} bo£e!ZÜ (1948), y el monodrama en deza- y adquiere matices irónicos y sentido del humor en
un acto Lci o£r¢ t)oz (1953). Finalmente su logrado mimo- otro ballet, O/:7'e%b¢ch¿a}%aL, con coreografía de Margarita
ballet Foza}r/co (1951) se impone por la calidad de su mate- Wallmann (1940). Al referirse a estas etapas, Mayorino
rial melódico, y la sutileza de su "mise-en-oeuvre". De dicha Ferraría manifiesta: "Juan José Castro, que sabe jugar lí-
composición ha indicado Arizaga: "Cuando abordó el tea- ricos y flexibles juegos de la fantasía, de la forma, de la
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sonoridad, que se complace en el desdibujo, la mueca, el Igor Stravinsky, Arthur Honegger, Guido Cantelli, Víctor
gesto raro, 1a sonrisa acerada, el diseño sutil y atormentado De Sabata y Giorgio.Federico Ghedini. El asunto de esta
de las sensaciones, como lo demostró en su modernísimo obra se refiere a una transposición actual del mito griego;
ballet MefthaL%o, demuestra con O#e%ba)cb¢.a}Ma que puede el coro, que se encuentra en escena, comenta el asunto ori-
aclarar y simplificar su juego, trocar el desdibujo en bizarro ginal, mientras paralelamente se desarrolla una acción con-
dibujo, cambiar la mueca en franca sonrisa, para perma- temporánea, que transcurre alternativamente en el campo
necer fiel al espíritu de Offenbach, saturado de una ale- y en Buenos Aires (lo que da motivo a un comentario mu-
gría vibrante y contagiosa". sical de carácter nacionalista, no folklorista), y que guarda
estrecha relación con el tema helénico.
El elemento nacionalista empieza a asomarse en las
Ca,nciones cordobesax}, \a, S¿nfonóa aTgentima, (e"yo Dr±mer Entre las realizaciones más finas y acabadas de Juan
movimiento, Arya;Z)¢Z, de sombrío acento, está plenamente José Castro, en su tono menor y sin pretensiones, figura
logrado) y la S¿%/o%ócb de Z?s c¢7npos, donde el material fol- probablemente la S%o.Úe ¿7?/ai%€¿Z, en la que los motivos tra-
klórico sufre un detenido proceso de decantación, para al- dicionales aparecen primorosamente trabajados. Sus últi-
canzar realizaciones más maduras, tanto en el aspecto rural mas creaciones acusan un lenguaje algo más avanzado y
íC¢7¿€CL€a} Mo7£ó?? F¿er7.o, para barítono, coro y orquesta) abstracto, de innegable fuerza interior, que revela un acer-
como ciudadano (ro%gos pcwcú p¢.¢7®o), que constituyen en camiento a las directivas de la Escuela de Viena; pueden
conjunto una de sus mejores páginas. menc±onabrse e\ Epüaf¿o en rtimos y sorido8, p8.raL corc! y
orquesta (1961) ; Ad¿os ¢ Vo.ZJ¢-Lobos, para cuerdas y tim-
Además no deja de reflejar su ascendencia hispánica pani (1960) ; el Co%c¿erúo pa}Íc& ¢¢.oZó% (1962), y sobre todo
en obras como la So%a)€¿7c¢ espa)j¿ozaL, para piano (1953) y la valiosa S%o.£e o.%£rospec£¿¢¢ (1961) , mientras una página
las óperas Boczas de s¢%gye (escrita bajo el signo de Falla) anterior, Cor¢Zes cr¿oZZos y# 3 (con la que obtuvo en 1954 el
y LCL z¢pa)ÚeycL p7.ocZ¿g¿oscÜ, en la que ha captado con sutileza premio del Primer Festival Latinoamericano de Caracas)
las sugestiones poéticas del texto de Federico García Lor- se impone por su ambiente recio y vigorosa orquestación.
ca, y en la que algunos pasajes, como su excelente trata-
miento del Zo7.ooogo gitano, y el final del primer acto, son Dentro de .una tendencia más nativista (aunque tam-
páginas sobresalientes. A esta directiva pertenecen también poco ello en forma sistemática) , y con un sentido más actual
Su fresca rapsodia De ±c.er7~¢ oci!ZegaL, para coro y orquesta; y profundo del problema, se encuentra la producción de
Ezegí,a a Za muerie de Gcwúa, LorccL, y caincíones. sobTe y?F- Luis Gianneo (1897-1968), cuya música se destaca por la
sos de ese poeta y de Rosalía de Castro. Ha escrito también sobriedad y seguridad de su técnica, y la frescura y limpi-
un C%a)r£e€o de o%e7.da)s, de muy atrayentes acentos e inten- dez de su acento, así como por la fluidez de la inspiración
to de fusión de varios aspectos de su individualidad, y una melódica. "Dos son los procedimientos que emplea Gianneo
-acota Alberto Ginastera- en el tratamiento de los temas
vigorosa y vital J%€yota) g dai%zci 7ús£¿ca} (1946), para vio-
1ín y piano. populares. El primero consiste en la elaboración rítmica de
la propia melodía, que produce un tema musical en el cual
Con uno de sus más evolucionados trabajos, 1a ópera las inflexiones melódicas permanecen vivas. El tema así
Prose7.p¢.%a} g ez e#±ro%?.eyo, ha ganado en 1952 el concurso éiaborado tiene vitaiidad y soporta ias modificaciones pro-
internacional organizado por La Scala, de Milán, ante un pias de los desarrollos musicales sin perder su sabor, como
jurado integrado por figuras tan prestigiosas como las de ocurre en el comienzo de su Segt¿%do Úróo. El segundo pro-

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cedimíento consiste en recrear una melodía de tipo folkló- más considerables es desde luego el Co%cer±o para piano y
rico; es decir, elaborar sobre ritmos de canciones y danzas orquesta. Como séñala con exactitud Arigaza, Gianneo "cre-
populares, giros melódicos que recuerdan el carácter tra- yó hallar en los distintos elementos del folklore la buscada
dicional y realzarlos con una armonía moderna y de acuer- expresión que definiera un estilo nacional, y para ello in-
do con el estilo de la obra". dagó en las tradiciones anónimas la manera de canalizar-
las. En ningún caso pretendió ser un investigador; sus ex-
Comenzó Gianneo con poemas sinfónicos basados en le-
periencias soslayaron toda especulación científica en pro-
yendas folklóricas o aspectos de nuestro paisaje: rcúrcbe/- cura de una materia puramente musical estacionada en los
r%7.cLg y EJ ±Grco e7¿ /Zor, de muy grata sonoridad orques- usos y costumbres populares de las distintas regiones del
tal, aunque de modalidad un poco fin de siglo. El crítico
país que, sea cual fuere la valoración que quiera asignár-
italiano Filippo Brusa, al referirse a la primera de las cita- sele, connota una fisonomía propia de lo que geográfica-
das partituras, indica: "r%74'cüe/-F%7.aLe/ (Hermano-Herma- mente puede considerarse argentino".
no), está inspirada en una leyenda de Santiago del Estero,
que ha tratado como poema sinfónico, con pluralidad de A las partituras anteriormente citadas, y como especia-
temas desarrollados con habilidad y entrelazados en un te- 1es aciertos en el haber de este creador, bastante prolífico,
jido instrumental denso y colorido. La composición, según podemos añadir la S¿7¿J.o%óa7 de ZcH Ame'r¿caLs (1945) ; las
nos dijo el mismo autor, ha sido notablemente superada por VtL7t.a;c¿o?¿es sob7.e %% Úemcü cze Ca)%go (1953), importante
otras obras posteriores. No obstante, tiene de bueno que no es contribución al ritmo de la canción ciudadana, tratado con
esclava de la trama literaria de la cual sigue directamente maestría y capacidad imaginativa, y el sabroso Pe7.éco'%,
sólo las vicisitudes; no está falto de música y de musicali- página menor pero plenamente lograda por su tono gra-
dad. Es una simbiosis feliz de técnica y de fantasía, apo- cioso y espiritual, y colorido ropaje sinfónico. AI Íinal de
yada en ciertos momentos por ritmos vivaces, a veces por su trayectoria artística el 1enguaje de Gianneo fue adqui-
episodios lánguidos y dulces; está perfectamente de acuerdo riendo mayor audacia en los procedimientos técnicos, re-
con el ambiente local, evocando la psicología de una raza curriendo a procedimientos seriales, pero sin abdicar nunca,
apasionada y soñadora". empero, de su innata musicalidad y tono espontáneo. Co-
rresponden a esta etapa la S¢.7i/o%éc¿ 7# 3 "A7¿ÚéJ!o?!fl" (1963) ;
Evoluciona más tarde, a través de obras como el signifi- la Obe7.£%7®a} dez Sesq%¿ce%€e%¢7.¢.o (escrita por encargo de la
cativo Co%c€.er#o a)vmü[ró (1942), para violín y orquesta, Organización de Estados Americanos, en 1965, y con la que
y la Sc¿€.£e para piano, hacia un arte más sobrio y depurado, esta entidad se adhería a la celebración de la lndependen-
de más sólida estructura formal, con su S¿%/o%t.e#¢ Íhome- cia de nuesti`a patria) ; la cantata A73gor Deé, para soprano
%a}?.e a} ffa)Üd%J; el ballet Bza)%ccb No.eüe8 (afortunada in-
y orquesta (1962); y el dramático Poema7 de Zcú S¢eúa}
cursión por el teatro musical) y la deliciosa Obey€%y¢ p¢y¢
(1966), con soprano solista, compuesto poco antes de la
%%a} comedt.a7 ¿7¿/tz%%¿, para pequeña orquesta, muy bien ter- muerte del artista.
minada, de finas sonoridades y toques instrumentales. Su
música de cámara es importante en número y en calidad, En la misma forma que en oti.as naciones america-
comprendiendo, entre otras partituras, el Co7¿ce7'Ú€.%o-Sere- nas, en diversas épocas y por causas diferentes se han ra-
7ia}€cL para cinco instrumentos de viento y otros tantos de dicado def].nitivamente en nuestro país varios compositores
cuerdai., dos DiveTtimenti, C'umteto de a:rco8, y una. rr"y europeos, 11egados durante sus primeros años o cuando
bien escrita So%a}£6L pa}rc¿ p€.a)%o. Una de sus composiciones eran ya figuras de notable prestigio artístico. Si algunos

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-omo los españoles Manuel de Falla (hasta su muerte en Es quizá en el género sinfónico y sinfónico-coral donde
la provincia de Córdoba, en 1946) y Jaime Pahissa, quizá ha llevado a efecto sus principales realizaciones, figurando
en razón de su edad-, nada han producido de importancia en el segundo de ellos dos cantatas para solistas, coro y or-
en nuestro suelo, otros, más numerosos, se han asimilado questa: S¢!mo de a}Zegri¢, y K¢d¿scb (1969), una de sus úl-
en forma activa al movimiento musical argentino, al cual timas partituras. En el orden puramente orquestal debe-
han contribuído con obras de importancia y que, en razón mos mencionar el poema sinfónico S%Z¢mo.±¢, r7.es bocefos
de su diverso origen, han ayudado a darle así mayor varie- so.%/o'7¿€.cos inspirados en EI Talmud, ffa}mze£ (cuatro movi-
dad y relieve. Entre ellos figuran, por orden cronológico, m±entos s±n£ón±cos) , lzL ObeTtw®a para Do`n Segumdo Som-
el ruso Jacobo Ficher, el español Julián Bautista, el belga bra}, 1a suite Ga)%cho, 1a Obe7oÍ%rcb PaLúe'£¿ca} (reelaborada
Julio Perceval, el italiano César Brero (quien finalmente, más tarde bajo el título de Et)a)d%8) , la Obe7.±c¿r¢ Fes£o.t;c¿,
tras muchos años de estar radicado en la Argentina, re- Variaci,om,es qi fuga, 8obre un tema de Mozcwt, v2LrLos con-
tornó a su patria) y el austríaco Guillermo Graetzer. ciertos para diversos instrumentos solistas con acompaña-
miento orquesta], y una imponente serie de ocho sinfonías,
Con el Grupo Renovación se relaciona netamente el com- que se extiende desde 1932 hasta 1964, a veces con títulos
positor ruso Jacobo Ficher, nacido en Odesa en 1896, que descriptivos o evocadores, correspondiendo a las directivas
en su país realizó estudios de violín con L. Auer, y de com- antes mencionadas: por ejemplo la quinta se titula Asó h¢-
posición con Calafati, Steinberg, Tcherepnin y Sokoloff. bzó Isa4"s y lzL sséptimai, Epopeua de MmQio.
Establecido desde 1923 entre nosotros, es autor de una pro-
ducción muy abundante, en la que figuran obras pertene- En algunas de sus numerosas composiciones pertene-
cientes a los más diversos géneros; la misma está realizada cientes al género de cámara se observa empero una loable
en base a un estilo de una exuberancia distintiva, y es rico tendencia hacia un estilo menos frondoso, más sobrio y de-
en elementos de variada naturaleza, lo que tal vez tenga una purado, como lo prueba sobre todo su Sege¿%do c%a}r£efo de
explicación de origen racial. o%erda}8 (página con la que obtuvo el Premio Coolidge en
1936, y que fue estrenado en el Festival Latinoamericano
Trabajador metódico e incansable, casi como un artista
realizado en Méxióo al año siguiente), y su So"a)±a) p¢ra)
del Renacimiento, fue acumulando en el curso de su exis-
oZ)oe e/ po.a)m (1940), de fina contextura. La música vocal
tencia una producción sumamente copiosa, que ostenta el
ha sido ilustrada por diversos ciclos de melodías para canto
sello de una factura hábil, una honesta artesanía, y un
claro conocimiento de los recursos y procedimientos más y piano, como las C¢7act.o7tes y B¢Z¢d¢8 dez Pc¿r6L%á, y algu-
acreditados en los comienzos del siglo. La misma, como se- nos coros, a capella o con acompañamiento instrumental.
ñalamos antes, abarca los aspectos más cambiantes, que La producción pianística incluye, junto a numerosas piezas
Ficher encara siempre con solvencia y facilidad, desde las de carácter (sus series de Fáb%Za)8, y los ra)%gos y M¿Ío%-
grandes producciones, donde utiliza los moldes más com- gcbs) , y como páginas más representativas, un grupo igual-
plejos y amplios, hasta las páginas breves y las miniaturas. mente notable de siete sonatas para el mencionado instru-
Como fuentes de inspiración recurre indistintamente a la mento de teclado. Por último el teatro musical ha sido ilus-
música de corte cosmopo]ita, tanto formal como poemática y trado por Ficher a través de composiciones escritas en fun-
de carácter; en ocasiones a la producción de raigambre ción de la danza y creaciones líricas. Al primer tipo respon-
den los ballets CoZo77¿bo.%aL de hoy (1933), Los ?.%Üo.ÚcLc!os,
judía, que alterna con realizaciones de tono vernáculo o pa-
triótico argentino. Mezchor, y GoZo%dm.%tü (1942), y al segundo las Óperas en

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un acto E¿ oso (1952) y Ped¿do cZG 'AtcL7to (1956), donde el criptivas para piano, donde campea un acertado tono humo-
compositor exhibe su soltura técnica y familiaridad con el r£st±co, tzLles corno EZ cosaco amsioso, El i,taüamo vi,ozento y
género. E¿ ¢Iemát® bo7.7.tbcbo, que datan de 1946, así como EZ pcÍ€'3.€o j.¿¿-
g%eúó7¿, escrito al año siguiente. A esta misma tónica co-
La participación de Honorio Siccardi (1897-1963) en el rrespondería la Ópera Doñq Czor¿%d¢ h desco7¿£e7®Úa). Sic-
Grupo Renovación fue menos activ'a y regular, dado prin- cardi es autor finalmente del libro titulado Dome%c.co
cipalmente a que residió casi siempre en la localidad bonae- Scai7.Z¢£€4. ¢ £raLüés de se¿s so%aiú¢s, que publicó la Editorial
rense de Doloi.es, donde actuó como director de un instituto Argentina de Música.
de música. Esa tarea, es decir la de conducir un conserva-
torio provincial, sumado a su labor de creación, impidió Juan Carlos Paz (1897-1972) representa la extrema iz-
iseguramente que llevara a cabo una actividad más sostenida quierda en la música argentina, apareciendo, en cierto modo,
en el plano de la interpretación o de la teoría, manteniéndolo como un desarraigado, un artista extraño al medio en que
alejado de sus compañeros de grupo. le ha tocado actuar. Tras larga evolución, 11egó a una etapa
de extremada libertad de procedimientos, después de haber
Completó sus conocimientos en las disciplinas musicales, superado la práctica del sistema dodeca.fónico, que utilizó
iniciados en nuestro país con Boero, Drangosch, Pablo Be- durante mucho tiempo. Sus obras, muy bien construídas,
ruti y Gilardi; en el Conservatorio de Parma, y con Gian son de una severidad extrema en los procedimientos, así
Francesco Malipiero, lo que no dejó de influir en el espíritu como de una característica sobriedad, hallándose exentas de
de su producción, bien realizada materialmente y que se todo elemento extramusical y de todo material "de relleno";
mantiene en el plano estético dentro de un acento neoclá- todo ello a expensas tal vez de la resultante sonora, que
sico y una adecuada expresión y unidad conceptual. Como para Paz queda un poco en segundo término.
puntos de partida y fundamentos de inspiración, su música
oscila entre un tono universalista algo pálido, que se com- En su primera etapa, neorromántica, se manifiestan in-
fluencias franckianas y straussianas en su escritura, de
place a veces en los moldes clásicos ÍSo.%/o7®óai, conciertos
esencia cromática, y en su preocupación por el problema de
para piano y violín, V¢ro.¢c¢.o7®es sobre %% Úema de Zzd%dez,
Va,riaci,ones sobre un tema, d,e Schwma,m, Trio, Cuaffteto £orma., co"o se observzL en s.is Cua±ro fuga$ 8obre un tema,
de a}7.cos, y So.'2¢fcL pcb7.¢ pe.cú7¿o) ; en ocasiones en las formas
Va)rt.cic¿o%es, las dos primeras sonatas para piano (en mi
bemol y si bemol menor, respectivamente) ; N%eüe b¢Za)dos,
poemáticas y la música de carácter (poema sinfónico Ga%-
dlú,. Pasa, La tropcL, pabraL orquestzL., Odas secuzowes) ., un es- y Camto de Ncw¿dcLd, pa,ra, orquesta. Luego ablcanzzL un pe-
ríodo politonal, más polífónico, de filiación neoclásica, en
porádico acento nacionalista (ballet 8%e7ios A¢.re8, ópera
Fzechas q! aTcabuce8, Dos poemas sobTe Mariím F¿eTTo) , y sus acercamientos momentáneos a Stravinsky y el jazz. Esto
también una eventual evocación de la antigua Hélade (Fres se observa en el MoÜ¿m¢.e%*o s€.%fó7%.co para orquesta, abun-
ca)%ÚtL£a)s sobre el Prome±eo de Esquilo, y cantata La)s %e¿etJe dante música de cámara (figurando un Oc£eto para instru-
m%saLs, escrita en 1952). mentos de viento, dos conciertos para piano y pequeño con-
junto, y varias sonatinas para diversas combinaciones de
Su sentido de la comicidad le ha 11evado a escribir pá- tiribres), Tres mo¢¢'mo.e7¿±os de jazz, y sobre todo la suite
ginas de grata resonancia, como el ballet réúeres (1936), para Jc¿Zt.am Emperador (1931), inspirada en el drama de
Los rond,ós de Ma;ñiñÁL, Los prelud¿os d,e Yoyüo, Mi,sta, Pepob lbsen, que se impone por su dinamismo intenso y extrema
(de ambiente más familiar), y una serie de piecitas des- potencia sonora.

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Más tarde su arte se va haciendo más reflexivo y con aunque tal vez excesivamente intolerante, tratándose de
tendencia a la abstracción, resolviéndose en procedimientos un medio como el nuestro. Ha escrito así varios importantes
atonales y ciñéndose, por razones de lógica y ordenamiento trabajos teóricos, como L¢ m¢so.ca[ e% ¡os E8£¢dos U%édos,
del material musical. en el sistema dodecafónico ; sus estruc- intT;d,ucc¿ón a Zd músiccb de nuestTo tiempo, Amozq Scpoen-
turas formales se desprenden ahgra, asimismo, de la mar- berg o ek fbm d,e l,a era tonal (L.96±), y Al;kuTa,8, ±ensiop?5:
cha natural del discurso sonoro. Pertenecen a esta etapa, ai£a7q%es e ¢.7tíe%8¢.dades (1970). A ellos se suman numerosos
artículos de divulgación y de combate. Aaron Copland ha
que se extiende entre 1934 y 1950, aproximadamente, la
P¢ssa)ccig¿o.¢ para orquesta, varias composiciones en los doce escrito sobre dicho compositor lo siguiente: "Juan Carlos
torLos, TercercL sona,±a paffa, p¿cmo, Cua;rieto d,e ouerdas, Paz está más familiarizado con la música moderna que nin-
Cumteto paffa vioum, clcwbmete, scmofón y clmrimete bajjo; \ai gún otro de los compositores a quienes encontré en Sud.-
curiosa M2¿st.cai pa}rü /.ja)%€cL, s¢a;o/ó7¿ 2/ p€.¢%o, donde el pro- américa. Es un trabajador infatigable: serio, erudito, soli-
blema del equilibrio de las densidades sonoras aparece lúci- tario, algo así como un mártir de la "causa". Paz es el
damente resuelto, y De'd¢!%s J950 para flauta, clarinete, único compositor maduro en Sudamérica msta afirmación
violín, violoncelo y piano, de intrincada factura. data de 1942- que se ha adherido a la melodía de doce
sonidos, de Arnold Schoenberg. Esta adhesión es más bien
Por último Paz, consciente de las limitaciones que se le mental que emocional y, por lo tanto, puede desvanecerse
iban planteando con el tratamiento ortodoxo del dodecafonis- en cualquier momento. Es característico que en el sistema
mo (y el peligro de caer en formulismos estériles), abando- de los doce sonidos de Paz no hay el más pequeño atisbo
nó la práctica de ese lenguaje, para ir recurriendo a un de maullido. Es tan fría, distanciada y precisa como un dia-
estilo de tipo experimental, liberado de toda sujeción a grama -sa clase de música que uno la mira siempre con
priori, pero creando al mismo tiempo normas muy severas placer escrita en el papel pautado, aunque no siempre se
y concretas, distintas en cada caso, y resueltas con extrema escucha con el mismo placer. Lo que le falta en primer
lucidez mental. Esta actitud es ilustrada por la brillante lugar como compositor es una auténtica necesidad de expre-
y vigorosa R¿£77®o.ca o8±o.%aLcZ¢ (1952), uno de sus mejores sión lírica; muchas de sus obras se pierden en una palidez
trabajos, que se caracteriza por su ímpetu y dinamismo; gris que, a la lárga, fatiga. Técnicamente, Paz es de pri-
Superpos¿ciones, Tramsformaáo'itu38 camóricas, Contimridad, mera categoría ; pero artísticamente es más bien distinguido
1953, 'Cor[ti"ÁdÁLd 1_960, Músí,ccb pcwa p¿amo y orquesta que arrebatador". Paz fue fundador, en 1936, de la Agru-
(1964), Co%crec¢.ó% ]964 para siete instrumentos, Ga)ZaL#c.a pación Nueva Música, especializada en la difusión de obras
Ó4 para Órgano, y Núozeos, para piano, donde el proceso de tendencias avanzadas, habiendo reunido en torno suyo,
hacia un clima abstracto y desmaterializado se hace agudo. durante los primeros tiempos de esa entidad, a algunos mú-
Paz ha sido, además, uno de nuestros pocos compositores sicos jóvenes, como Daniel Devoto, Esteban Eitler y Miguel
Gielen.
dotados de una amplia cultura, completando su obra de
creador con una labor medulosa de maestro y de investi-
gador. En el primer caso, como ha indicado Arizaga, "es
el maestro de toda una generación de compositores sin al-
canzar a ser el responsable de esas consecuencias, porque
escapan a su control y no siempre ostentan el equilibrio
que él pudo tener". Su posición crítica es clara y valiente,
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