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DIVERSIDAD CULTURAL EN EL PERU Y SU PROCESO HISTÓRICO DE

FORMACION

Libro: ENCICLOPEDIA TEMÁTICA DEL PERÚ “Diversidad Cultural”


Autor: CARLOS IVÁN DEGREGORI.
Editorial: Diario “El Comercio”
Año: 2006
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UN LARGO DESARROLLO

La diversidad cultural del Perú actual es resultado de una larga y compleja historia
iniciada hace miles de años con el poblamiento de nuestro territorio y la
domesticación de plantas y animales por los primeros habitantes de la costa, la
sierra y la Amazonia.

Durante el largo periodo de desarrollo autónomo comprendido entre el arribo de los


primeros hombres y la conquista española, los habitantes andinos edificaron una
de las altas civilizaciones de la humanidad. Cultivaron la papa y el maíz,
domesticaron a los camélidos andinos, crearon tecnologías adecuadas para el uso
del agua y del tiempo, aprendieron a manejar la variedad ecológica y climática de
extensos territorios, y descubrieron la manera de conservar tejidos y alimentos. A
través de los siglos, la sucesión de múltiples señoríos, reinos y estados no impidió
la transmisión e intercambio de conocimientos y de tecnología entre los diversos
pueblos andinos. Dicha acumulación cultural llegó a su punto más alto con la
formación del Tahuantinsuyo, que hacia el siglo XV de nuestra era alcanzó un
importante nivel de unificación política, territorial y cultural.

Con la llegada de los españoles en 1532, ese proceso de unificación fue cancelado
abruptamente y se inició un periodo histórico completamente distinto. La conquista
española incorporó violentamente a las comunidades andinas a la historia mundial
del capitalismo y el colonialismo, generando una de las mayores hecatombes
humanas. En pocas décadas, alrededor del 90% del total de la población andina
murió debido a las epidemias, las guerras y los abusos. Los sobrevivientes fueron
convertidos en siervos, y al ser nombrados erróneamente como "indios” por la
Corona española, fueron homogeneizados social y culturalmente al margen de su
variedad idiomática y de organización social.

A pesar de ello, durante el periodo colonial se ahondó la complejidad social y


cultural en estas tierras debido a la presencia de nuevos grupos humanos que,
junto a los nativos, vivieron intensos procesos de mestizaje, transfiguración y
conflicto cultural. Los indios, los españoles y sus descendientes criollos de origen
europeo, así como los negros de origen africano, fueron los principales grupos
sociales que protagonizaron esa historia, marcada también por la reapropiación y el
intercambio de múltiples elementos culturales, económicos y tecnológicos. Con la
creación de la República, dicho mosaico cultural se volvió aún más complejo.
Arribaron nuevos grupos inmigrantes procedentes de diversos lugares de Europa,
así como de otros continentes, entre los cuales destacan, por su importancia
numérica, los italianos, los chinos y los japoneses. Sucesivos procesos de cambio y
modernización han diversificado al conjunto del país, convirtiéndolo en una
sociedad completamente diferente de aquella que en 1821 inició su vida
independiente.

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El factor europeo en el siglo XVI

La influencia hispana

Los conquistadores trajeron consigo una nueva religión, nuevas tecnologías y


diversos conocimientos. A medida que se consolidó la colonización, los
intercambios se fueron intensificando. Llegaron diversas variedades de plantas que
se fueron aclimatando a los Andes -como el trigo- y otros animales -como ovejas y
reses- que con el tiempo se convirtieron en parte inseparable del paisaje andino.
Ante las influencias occidentales, los pueblos indígenas desarrollaron una
estrategia de asimilación de los nuevos elementos y de simultánea reproducción de
sus propios patrones culturales, proceso que ha sido denominado como
“adaptación en resistencia". Uno de sus principales ejemplos se dio en la religión.

El cristianismo impuesto entre las poblaciones colonizadas no logró extirpar


completamente la religión andina. Se produjeron, más bien complejas
transformaciones e intercambios recíprocos que dieron como resultado una
religiosidad en la cual coexisten elementos católicos e indígenas. En cierta medida
esto se mantiene hasta la actualidad, especialmente en las zonas rurales. En una
ocasión, José María Arguedas preguntó a un campesino indígena cómo era posible
que en las comunidades se venerara tanto a los apus prehispánicos -los grandes
nevados considerados sagrados según la religiosidad andina- como al dios
cristiano. La respuesta del campesino fue que ambos cultos “son separado”. Es
decir, que las religiones católicas e indígena coexisten, pero mantienen al mismo
tiempo espacios particulares.

Uno de los momentos más representativos de la extraordinaria confluencia de


elementos culturales, ocurrida durante el periodo colonial, fue el Barroco
americano. Con este nombre se conoce no solo a un periodo, sino a un estilo
cultural y artístico que floreció en estas tierras a partir de la mezcla de elementos
europeos e indígenas. La huella del Barroco es visible en diversas creaciones
culturales de la Colonia, en campos tan diversos como la arquitectura, la pintura, la
música, la escultura y la literatura.

El aporte de la población negra

Los afroperuanos

Debido al colapso demográfico de la población nativa, la carencia de mano de obra


fue uno de los problemas que los españoles debieron enfrentar. Se recurrió,
entonces, a la compra de esclavos africanos. Los territorios americanos se
convirtieron en uno de los mercados más dinámicos de esta actividad manejada
sobre todo por comerciantes británicos, portugueses y holandeses. De esa manera,
desde el siglo XVI hasta el siglo XIX arribaron al Perú miles de esclavos africanos
que se convirtieron en trabajadores de las haciendas costeñas y en sirvientes de
las familias aristocráticas.

Los esclavos, llamados "bozales”, provenían de diversos pueblos africanos, como


los angolas, banguelas, congos, guineos, mozambiques, mangubís, carabalíes y
terranovos. Pese al desarraigo que significó su traslado a tierras americanas, los
esclavos buscaron conservar sus creencias y costumbres.

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Pero sus religiones fueron violentamente reprimidas, por lo que sus cultos debieron
ser mantenidos en secreto. En la clandestinidad los dioses de los diversos pueblos
africanos se encontraron y se confundieron, mientras que públicamente se fue
configurando una religiosidad sincrética.

Con el paso del tiempo y las generaciones, se diluyeron las creencias africanas y
predominó el catolicismo. Se asumió profundamente la religión católica, al punto de
que el culto al Señor de los Milagros -cuya imagen fue pintada por un esclavo- fue
aceptada masivamente por la población negra de Lima antes de convertirse en la
imagen religiosa más venerada del Perú. Asimismo, el primer santo negro de la
Iglesia católica, San Martín de Porres, nació y vivió en Lima el mismo siglo que
Santa Rosa de Lima y es uno de los santos más venerados en el Perú.

La influencia africana resulta visible en la música, la danza, la literatura oral y la


gastronomía peruana actual. Platos tan representativos como el tacu tacu, la
carapulcra y el cau-cau tienen origen africano. Asimismo diversos postres limeños,
como la mazamorra de calabaza y el sanguito, fueron creados por cocineros
negros. En la música y el baile criollos también es reconocible la influencia africana:
el tondero, el toro mata, el alcatraz, el zapateo y el sonido tan característico del
cajón peruano atestiguan la presencia de la población negra descendiente de
esclavos africanos.

La inmigración europea

Otras sangres

El investigador Giovanni Bonfiglio identifica tres periodos de inmigración europea al


Perú. Durante el primero, entre 1821 y 1880, arribaron grupos de colonos y
aventureros particulares atraídos por la fama y la expansión económica de nuestro
país. El Estado peruano, por su parte, desarrolló diversas acciones de promoción
de la inmigración europea, pero sin lograr el éxito esperado.

Durante el segundo periodo, entre 1880 y 1930, la inmigración se redujo, pero fue
más diferenciada y permitió el arribo no solo de ingleses, italianos, alemanes y
franceses, sino también de españoles e inmigrantes de otros países mediterráneos
y del este europeo, así como árabes y judíos. Finalmente, el tercer periodo tuvo
lugar entre 1930y 1950. Para 1940 el total de inmigrantes era de aproximadamente
14 mil personas: en 1961 esa cifra subió a 23 mil, aproximadamente. Esto ocurrió a
pesar de que el Estado peruano, desde 1930, desalentó paulatinamente los planes
de inmigración anteriores. Sin embargo, el contexto de crisis en Europa,
acrecentado por la Segunda Guerra Mundial, empujó a miles de familias europeas
a embarcarse hacia diferentes países de América, entre ellos el Perú.

Entre las comunidades de origen europeo más importantes en el Perú actual se


encuentran siempre las de italianos, ingleses, franceses, alemanes y españoles.

El impacto de la migración China

De culíes a comerciantes

La llegada de los culíes chinos al Perú ocurrió bajo el amparo legal de la ley de
inmigración de 1849, la cual estipulaba que podía recurrirse a la importación de

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mano de obra extranjera para cubrir las demandas de la expansión agrícola. Así
en 1849 arribó al Callao el buque. Federico Guillermo con los primeros 75 culíes
chinos procedentes del puerto de Macao. Durante los 25 años siguientes el tráfico
de culíes fue tan intenso que llegaron al Perú alrededor de 100 mil personas,
cantidad que permite comprender la importancia y el impacto profundo de la
inmigración china sobre la cultura peruana.

Los chinos eran traídos en condiciones de semiesclavitud. Bajo la figura


aparentemente legal de un contrato de trabajo que firmaban antes de embarcarse.
Como afirma Humberto Rodríguez Pastor, dicho contrato estipulaba que los chinos
debían trabajar obligatoriamente por un lapso de ocho años, durante los cuales
recibirían a cambio un pequeño estipendio monetario semanal de un peso –
entonces equivalente a un dólar-, una frazada, dos mudas de ropa y una libra y
media diaria de arroz para su subsistencia. Cancelado el tráfico de culíes en 1874,
los chinos siguieron llegando al Perú de manera voluntaria hasta las primeras
décadas del siglo XX.

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