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Principales problemas que afectan a los niños en

Brasil:
Pobreza
En Brasil, aproximadamente un cuarto de la población vive por debajo del umbral de la
pobreza. En este país, el 80 % de la población vive en las zonas urbanas. Y es en
estos lugares que aparecen grandes injusticias entre los “ricos” que viven en barrios
bonitos y los “pobres” que viven en las favelas (asentamientos).
Las dos “categorías” de población viven a pocos metros uno del otro. Sin embargo, si
se les colocara en una escala de confort y de condiciones de vida, se encontrarían en
dos extremos. Los niños de las favelas confrontan diariamente problemas
de salud, alimentación, acceso a agua, educación y violencia.

Derecho a la salud
La salud en Brasil es influenciada considerablemente por la falta de viviendas para
personas de escasos recursos. Las familias que pertenecen a esta categoría se ven
obligadas a vivir en zonas marginales donde la suciedad, la insalubridad y la falta de
higiene son fuente de muchas enfermedades e infecciones. Además, el personal
médico a veces duda en visitar estos barrios de altos riesgos, por los niños y madres
embarazadas muy enfermos que viven ahí.
Brasil ha realizado numerosos esfuerzos para luchar contra el virus del SIDA durante
estos últimos años, y así ha servido de ejemplo para sus vecinos. Sin embargo, el
combate aún no ha terminado. Los medicamentos y los tratamientos contra el VIH, por
ejemplo, siguen siendo escasos en el país.
Además, aunque no sea uno de los más altos en el mundo, la tasa de mortalidad
infantil aún es preocupante.

Trabajo infantil
El trabajo infantil todavía no se erradica en su totalidad en Brasil. Éstos son empleados
especialmente en los medios agrícolas, y más particularmente en las plantaciones de
caña y en las minas carbón. Los menores de 15 años representan el 25 a 30% de la
mano de obra en los campos brasileños.
En la costa, muchos niños también trabajan como pescadores.
En cuanto a las jóvenes, son a menudo empleadas como domésticas. Se estima así
más de 480,000 el número de niñas domésticas en Brasil.
Matrimonio infantil
Una encuesta reveló que el 36 % de las jóvenes brasileñas contraen matrimonio antes
de los 18 años.
Estos matrimonios tienen graves consecuencias en la salud de las jóvenes, ya que no
están psicológicamente preparadas y no comprenden todas las obligaciones y las
consecuencias que conlleva un matrimonio. También, a menudo son violadas durante
la luna de miel y son víctimas de violencias sexuales.

Violencia contra los niños


El norte de Brasil es conocido por su pobreza. En esta región, los niños viven a
menudo en la calle y confrontan violencia todos los días. Su ambiente es
deplorable: trafico infantil, droga, prostitución, trabajo, mendicidad y explotación sexual
forman su vida diaria.
En el entorno del territorio brasileño, los mismos incumplimientos graves en los
derechos y en la protección, afectan a los niños huérfanos. En efecto, en este país se
estima 3,2 millones el número de niños huérfanos que se encuentran en general en la
calle que afrontan la violencia y la crueldad con que se les castiga.
En las favelas, la violencia es más problemática que en otros lugares. Las poblaciones
viven bajo amenaza constante de los narcotraficantes que dirigen estos barrios. Las
confrontaciones entre pandillas y fuerzas de policía son frecuentes y son acompañadas
de violentos tiroteos. Así, un gran número de niños se exponen a un riesgo físico y
mental, a un trauma psicológico extremo, debido a prolongados tiroteos y la intensidad
de las violencias.

Explotación sexual infantil


En Brasil, la explotación sexual en los niños es muy real. Desafortunadamente, los
jóvenes brasileños víctimas de violencias sexuales no siempre son escuchados y los
autores a menudo quedan sin castigo.
Además, el comercio del sexo ha evolucionado en estos últimos tiempos, cada vez más
vía Internet. El carácter virtual de éste le hace difícil para las autoridades investigar y
suprimir este crimen.
Violaciones, prostituciones y trata de niños causan estragos – la explotación
sexual sigue siendo uno de los mayores problemas del país.
Además del comercio sexual, los narcotraficantes que reinan en las favelas utilizan
asimismo a los niños. A veces de tan sólo 5 años, ellos sirven de mensajeros entre
distribuidores; lo que los familiariza, como resultado, con los pandilleros desde
temprana edad.

Niños autóctonos
Gran parte del territorio brasileño está cubierto por el bosque amazónico, territorio en el
cual hay pueblos con derechos violentados y sin reconocer, donde los niños no son
protegidos y están amenazados sin cesar.
Tal es el caso, por ejemplo, en la comunidad de Laranjeira Ñanderu que cuenta
alrededor de 85 niños. Los habitantes se alojan ahí en refugios de miseria y viven en
condiciones de vida deplorables. Son amenazados y acosados sin parar por las
autoridades que tientan cazarlos.
Muchas de estas personas son expulsadas violentamente de sus tierras. Así pues, son
obligados a dejar sus pertenencias, las cuales son quemadas.
Los niños presentes se encuentran así sin habitaciones y sin ninguna protección. El ser
“niños sin tierra” los hace presa de criminales sin escrúpulos. Muchos de ellos sufren
violencias sexuales, discriminaciones, y son involucrados en el tráfico de droga.
Perdidos en un nuevo ambiente malsano y dudoso, tienen que trabajar para sobrevivir,
pero desafortunadamente las áreas de trabajo que se les ofrecen son muy crueles:
prostitución, comercio ilegal de drogas, y explotación.
Los pueblos autóctonos y sus niños se encuentran privados de derechos
fundamentales tales como la seguridad, la salud, la comida, la educación y la
protección.

Protección policial y judicial de los niños


La policía brasileña es el más grande terror de los niños en la calle. Algunos dicen que
la vida en la calle es un paraíso en comparación a la de los detenidos. En efecto, es
bastante frecuente que la policía recurra a la violencia, particularmente en las favelas.
Muchas de las operaciones policiales y militares llevadas en las calles de los barrios
pobres contra las pandillas, acarrean la muerte de muchas personas incluyendo niños.
Durante estas operaciones, las autoridades descuidan el bienestar y la seguridad de la
población y exponen así a los niños a una cruel violencia.
Tal clima de inseguridad lleva a las personas a encerrarse en sus casas. Los niños ya
no salen, las escuelas y las guarderías cierran y muchos habitantes son privados de
electricidad. La protección de los niños que normalmente deben asegurar las
autoridades de seguridad nacional, se sustituye por violencia, peligro y una falta de
respeto a los derechos infantiles. Además, encuestas revelan que estas dichas
operaciones de “seguridad” no tienen ningún impacto positivo en la seguridad de estos
barrios.
Sucede también que las autoridades deciden vaciar categóricamente a estos barrios, lo
cual provoca motines muy violentos. Las familias expulsadas y particularmente los
niños, se encuentran carentes de agua, aseo, comida, electricidad. Los niños son
sacados de las escuelas, mientras que el acceso a los cuidados de salud les es
rechazado. El 24 agosto, por ejemplo, alrededor de 500 familias fueron expulsadas de
sus viviendas en el Sur de São Paulo. Ellas acabaron viviendo bajo lonas de plástico,
frente de su territorio anterior.
La justicia también es vista negativamente en Brasil. Torturas, ejecuciones
extrajudiciales y desapariciones forzadas no son poco comunes. Ni si quiera los
menores son exentos de las condiciones deplorables de los detenidos.

https://www.humanium.org/es/brasil/

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