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Síndrome de la cara Vacía

1. Marco teórico
1.1. La COVID-19 es la enfermedad causada por el nuevo coronavirus
conocido como SARS-CoV-2. La OMS tuvo noticia por primera vez de la
existencia de este nuevo virus el 31 de diciembre de 2019, al ser
informada de un grupo de casos de «neumonía vírica» que se habían
declarado en Wuhan (República Popular China) La epidemia de COVID-19
fue declarada por la OMS una emergencia de salud pública de
preocupación internacional el 30 de enero de 2020, empezando así con el
uso de las mascarillas.
El reciente brote de coronavirus ha causado 5.320.000 muertes, con un
total de 271 millones de casos en todo el mundo a diciembre de 2021 [1].
Este coronavirus se conoce específicamente como síndrome respiratorio
agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2) y ahora se conoce
ampliamente como el nuevo coronavirus, COVID-19 [2]. El estudio de las
propiedades biológicas del SARS-CoV-2 ha revelado que se trata de un
virus envuelto con ARN monocatenario. La forma del virus puede variar de
esférica a ovalada, o de morfología pleomórfica, como se ilustra en la
Figura 1 [3]. La infección por SARS-CoV-2 se facilita mediante el
acoplamiento del pico del virus con los receptores de la enzima
convertidora de angiotensina 2 (ACE2), seguido de la fusión entre la
envoltura viral y la membrana de la célula huésped objetivo [4]. El ciclo de
vida de la infección por SARS-CoV-2 subraya la importancia del desarrollo
de diagnósticos específicos para la enfermedad [5] (como se ve en la
Figura 2).

1.2. La pandemia por COVID-19 ha provocado no solo consecuencias en la


salud física de las personas contagiadas y un elevado número de muertes
en todo el mundo, sino que ha tenido (está teniendo) importantísimas
consecuencias en los ámbitos social y psicológico, tanto a nivel mundial
como local. (Salud Mental y COVID-19 Un Año de Pandemia, n.d.)
La pandemia de la COVID-19, ha dejado estrés, ansiedad, miedo, tristeza,
soledad y mucha inseguridad en las personas. Es posible que gracias a
esta pandemia de la COVID-19 los trastornos de salud mental hayan
empeorado, así como también la ansiedad y la depresión se han
convertido en un problema muy común en las personas, sobre todo en los
jóvenes que ya tenían pequeña predisposición a estas, pero con la llegada
de la pandemia han empeorado, pero con esto también nos ha llevado a
encontrar nuevas formas de sobrellevar estas emociones.
Así como también Las encuestas muestran un aumento considerable en el
número de jóvenes en los Estados Unidos que reportan síntomas de
estrés, ansiedad, depresión e insomnio durante la pandemia, comparado
con las encuestas previas a la pandemia. Algunas personas han
aumentado el consumo de alcohol o drogas ilícitas, ya que piensan que
pueden ayudarlos a afrontar sus miedos sobre la pandemia. En realidad,
consumir estas sustancias puede empeorar la ansiedad y la depresión.
(Salud Mental y COVID-19 Un Año de Pandemia, n.

También se muestra un gran aumento de mejor organización de tiempo,


más importancia a los deportes y el pasar más tiempo en familia, los
jóvenes están buscando el medio para poder llenar los vacíos que ya
tenían, pero fueron más notorios al entrar en pandemia por ello los jóvenes
buscan una forma de cubrir las inseguridades que la pandemia a dejado
en ellos sobre todo con los problemas de autoestima.
1.3. Los diferentes desarrollos y estudios sobre las repercusiones en la salud
mental debido a la pandemia del COVID19 no son alentadores en términos
de pronóstico, aunque esto depende de cada contexto, los programas de
atención psicológica, la información, la psicoeducación: todos factores que
influyen a la hora de desencadenar o no sintomatologías. Según Schmidt
en la epidemia de ébola de 1995, los sobrevivientes informaron
principalmente sobre el miedo a morir o contagiar a otras personas, o
alejarse o sufrir abandono en las relaciones con familiares y amigos, así
como la estigmatización social. Así mismo Hall et al. [10] comentan que los
diferentes integrantes de los sistemas de salud, también mostraron estrés,
angustia, ansiedad, temor al contagio y temor a transmitir el virus a sus
seres queridos, o miedo a morir. (Rodríguez Ceberio, 2020)
Este es un gran antecedente de que en las crisis de salud que ha
presentado la humanidad siempre se ha priorizado loso la salud física y no
se ha tomado ninguna consideración de la salud mental de las personas.

1.4. El trabajo de los psicólogos fue el de mejorar la calidad de vida de las


personas. Los trabajos online de sesiones terapéuticas, las clases y
conferencias vía plataforma, como también los trabajos presenciales en
hospitales y clínicas, la asistencia a los profesionales de la salud en
espacios de contención, son algunas de las variables aplicadas para
mejorar y a modificar los problemas de las personas durante el
confinamiento. (Rodríguez Ceberio, 2020) Se buscaron las maneras de
atender a los pacientes que ya se tenían y buscar formas de poder llegar a
nuevos pacientes que necesitaban ayuda.

1.5. Una característica única de la pandemia mundial de coronavirus ha sido la


adopción del uso de mascarillas como medida de salud pública para
minimizar el riesgo de contagio. poco es conocido sobre los efectos del
aumento del uso de máscaras en las interacciones sociales, la ansiedad
social o salud mental general. (Saint & Moscovitch, n.d.) la mascarilla se ha
vuelto un elemento de protección imprescindible y en algunos espacios,
obligatorio para prevenir la enfermedad, como así también evitar
transmitirla, pero lo que no se ha tomado en cuenta es los efectos que
puede llegar a tener la mascarilla o la dependencia que puede generar.

1.6. El uso de la mascarilla interfiere con la interpretación de las expresiones


emocionales de otras personas, sirviendo, así como una barrera potencial
para una fuente valiosa de información social y retroalimentación para
personas con niveles más altos de SA que ya pueden tener dificultades
para interpretar las señales sociales de manera precisa.
(Saint & Moscovitch, n.d.)

El distanciamiento, las cuarentenas y especialmente el uso de máscaras


que oscurecen el rostro pueden tener reducción de la capacidad de las
personas para comunicarse, compartir emociones y desarrollar relaciones
sociales, Las personas pueden percibir información social sustancial del
rostro humano, incluyendo emociones, intenciones hostiles y personalidad.
(Crandall et al., n.d.)

La capacidad de relación de las personas al intentar relacionarse e


interactuar ha sido afectada por el uso de las mascarillas puesto que estas
no nos dejan observar los gestos que una persona puede realizar para
demostrar como se siente tales como una sonrisa, una mueca, sacar la
lengua entre otros que por mas pequeños que parezca son importantes
para relacionarnos unos con otros por ello hasta qué punto el uso de
mascarillas podría conceptualizarse como una forma de comportamiento
de seguridad que puede aumentar la facilidad de interacción social para
aquellos con niveles más altos de SA en virtud de su función de auto
ocultamiento, que a su vez, también puede perjudicar ciertos aspectos del
funcionamiento social.
1.7. Antes de la COVID-19, las mascarillas faciales en los EE. UU. se
asociaban principalmente con profesionales, fábricas y carpinteros.
COVID-19 ha cambiado esto. (Crandall et al., n.d.)
El COVID-19 ha cambiado muchas cosas el uso de mascarilla es una de
ellas puesto que esta antes solo un pequeño porcentaje de personas las
usaba debido a sus centros laborales, ahora es muy común encontrarse
personas que las usen pese a que estas mascarillas ya no son obligatorias
esto solo demuestra que el COVID-19 no es la única razón para seguir
usando las mascarillas. También se han observado diferencias en el uso
de mascarillas por grupos étnicos en los Estados Unidos, el uso de
máscaras varía significativamente entre grupos demográficos y sociales y
esta variación puede explicarse, al menos en parte, por variación en el
grado en que el uso de máscaras se percibe como socialmente normativo.
(Saint & Moscovitch, n.d.)

1.8. Entonces después de mucho tiempo de estar obligados a usar mascarilla y


poder adaptarnos a ella llego e momento de dejarla en el pasado pero esta
situación a creado un gran dilema y es que los jóvenes al empezar a usar
mascarilla encontraron una forma de ocultar miedos e inseguridades y
ahora que usar mascarilla esta quedando cada vez mas en el olvido esto
se ha vuelto un problema para ellos.

1.9. Muchos jóvenes empezaron usando la mascarilla por obligación y miedo,


pero con el tiempo lo utilizaron como una barrera de protección frente a
ciertos rasgos de su rostro que les provocaban más inseguridad: vello
facial, ortodoncia, acné, etc. Lo cual al aprobarse que ya no deberían
llevar la mascarilla les está causando conflicto y estos jóvenes pueden
llegar a sufrir incluso de ansiedad social por el hecho de tener que quitarse
este accesorio que ya es parte de su día a día y volver a mostrarse tal y
como son frente a otras personas. (Filgueiras, n.d.) Esto está generando
sensaciones de mal humor, fastidio y enojo, son estas algunas de las
emociones que enfundan la angustia y el miedo, y que producen
alteraciones y disfuncionalidades en la convivencia. Esto por el miedo de
perder algo que creen ellos que los protege además de que después de
pandemia se ha notado el incremento del bullying y comportamientos de
mucha agresividad entre los jóvenes.
Este síndrome puede manifestarse en cualquier ámbito. La clave es que
sea una situación o lugar donde tengamos que interaccionar con otras
personas y, por tanto, tengamos que mostrarnos físicamente.

Por ello con la retirada de la mascarilla, muchos psicólogos han acuñado


el término 'síndrome de la cara vacía', es decir, un sentimiento de
inseguridad provocado en algunas personas que ya se habían acomodado
a la mascarilla y a ocultar parte de su persona tras ella. Este accesorio les
servía como forma de protección frente a miradas ajenas ante cualquier
rasgo que les provocase esa inseguridad. (Filgueiras, n.d.)

El psicólogo José Antonio Galiani investigó la pregunta y acuñó el término


"síndrome de la cara vacía" como resultado de la investigación. Dicho
síndrome provoca una sensación de extrañeza y vulnerabilidad ante
nuestra imagen social porque todavía estamos en proceso de
acostumbrarnos a llevar la cara tapada. También se puede dar cuando no
llevamos puesta la mascarilla y nos sentimos expuestos o, como el
término indica, con la "cara vacía". La psicóloga Alicia Martos, autora del
recién publicado libro "Se hizo el silencio: 22 claves para entender la
pandemia", puntualiza en una conversación con 20Minutos que "no es
ningún concepto psicológico real", por lo que no tiene sintomatología
concreta ni diagnóstico y no se puede comparar a los trastornos como por
ejemplo la depresión. Sobre este punto, la psicóloga clínica Elena Daprá,
CEO de la escuela de emociones "Vívete", concreta que "si es un
síndrome significa que es un conjunto de síntomas mentales y
emocionales" que tienen mucho que ver con "el miedo al contagio y a que
nuestra vida corra peligro, y también el no poder visualizar a la gente
porque se nos despista la atención por no estar acostumbrados a ver solo
media cara". (Filgueiras, n.d.)
El "síndrome de la cara vacía" es una variante del denominado “síndrome
de la cabaña”, por el cual diversas personas, incluyendo niños,
experimentan angustia y ansiedad al salir de casa por miedo al contagio,
explicó Carlos Vera, psiquiatra del hospital Emergencias Grau de EsSalud,
y también cabe recalcar que se encuentran tan cómodos con el hecho de
llevar algo que cubra rasgos que les causan inseguridad que el no
llevarlas les genera un conflicto enorme. El síndrome de la cara vacía es
una fobia que se caracteriza por la sensación de inseguridad que se
genera en la persona al dejar al descubierto la cara, en este caso, por la
retirada de las mascarillas. Este síndrome, también conocido como ' mask
fishing ', puede tener dos orígenes diferentes: el miedo a mostrarse a los
demás y la fobia a contagiarse. Principalmente ha afectado a los más
jóvenes, a quienes al inicio les costó mucho concienciarse de la
obligatoriedad del uso de la mascarilla y que finalmente lo aceptaron y lo
usaron como una barrera de protección frente a ciertos rasgos de su rostro
que les provocaban más inseguridad: vello facial, ortodoncia, acné, etc.
Muchos han desarrollado una ansiedad social por el miedo a tener que
mostrarse tal y como son frente a otras personas. Sin embargo, a pesar de
que los jóvenes son los más propensos a sufrirlo, no es exclusivo de ellos
también pueden sufrirlo cualquier persona adulta que presente mayor
número de inseguridades:

 Personas con hipocondría y, por tanto, con exceso de preocupación


por su salud.
 Individuos con antecedentes de trastorno de ansiedad, incluyendo
la agorafobia, fobia social, fobias específicas, ataques de pánico o
ansiedad generalizada.
 Personas tímidas con complejos físicos, como en el trastorno
dismórfico corporal.

Cabe destacar que los casos de ansiedad en niños suelen recuperarse


más rápido, lo que no ocurre entre los adultos y jóvenes, que pueden tomar
hasta un año o incluso más tiempo.
El experto señaló que los síntomas de este síndrome son más notorios en
las mujeres que en los hombres , ya que no solamente es una barrera de
seguridad si no que influye también mucho en la comodidad que sentían ya
que ahora encuentran nuevos rasgos de los cuales preocuparse por que se
vean bien por lo que este cambio genera en ellas una falta de protección y
comodidad con ellas mismas y sus rostros.

En relación con las personas que se niegan a abandonar el uso de la


mascarilla, muchos psicólogos recomiendan respetar la decisión de los
jóvenes y no forzarlas. Lo mejor es que quitarse la mascarilla no sea algo
obligatorio, sino que puedan hacerlo con calma y de manera gradual,
siguiendo su proceso de duelo natural, de aceptación con su rostro.
La doctora Martos explica que el ser humano se rige con seis emociones
básicas: alegría, miedo, ira, tristeza, asco y sorpresa. "Su codificación facial
es específica y universal, todo el mundo expresa estas seis emociones
básicas de igual manera. Con la mascarilla se pierde parte de la
transmisión de estas emociones, por lo que es importante transmitir
verbalmente lo que sentimos para comunicarnos con los demás", cuenta.
Así, al cubrir el tercio inferior del rostro nos perdemos mucha información.
(Filgueiras, n.d.)

Como consecuencia de esto es posible que perdamos habilidades sociales


e incluso se vea dañada nuestra inteligencia emocional y la capacidad de
relación con otras personas cada vez resulta más difícil afectando la vida
social de las personas.
Según la doctora Daprá, "en el caso de los niños se puede ver afectado el
desarrollo en el sentido de que sea poco efectivo o incluso defectuoso. No
le afecta a todo el mundo por igual, depende de la personalidad y
vulnerabilidad de cada uno, y de cómo se haya pasado el confinamiento, el
verán cómo nos haya ido desde marzo hasta ahora". (Monografico_rpcna, n.d.)
También se puede volver complicado para las personas que conviven con
las personas que tienen síndrome de la cara vacía por que al ellos no usar
mascarilla y poder expresarse de manera libre y la persona con el
síndrome hacer que no sea fácil interpretar sus emociones hace difícil la
convivencia de su grupo de amigos.
Existen también las consecuencias cognitivas, que están referidas a "las
expectativas, qué va a suceder y qué me quiere decir el otro o cómo se
siente", y las conductuales que pueden resultar en que la persona huya de
contextos sociales y comience a construir relaciones que se mantienen
únicamente a través de internet. (Monografico_rpcna, n.d.)

La doctora Daprá recomienda que si notamos que padecemos el síndrome


y que tenemos problemas identificando emociones en personas que llevan
mascarilla, lo mejor es "fijarnos en la información que tenemos y no la que
nos falta". En caso de que la cosa se complicase mucho en una persona
"habría que trabajar las habilidades sociales y la inteligencia emocional",
pero eso solamente en los casos graves.
En esta línea, para Martos el síndrome "no tiene tratamiento porque no es
un concepto con diagnóstico. Pasa también con el síndrome de la cabaña,
que es explicativo de una situación concreta pero no tiene sintomatología
específica ni tratamiento específico". (Filgueiras, n.d.)

Consejos para evitarlo


Muchos psicólogos afirman que "la ansiedad social puede afectar a quienes
sienten más temor del habitual a ser evaluados y se sienten inseguros ante
la opinión que los demás puedan tener de ellos" sin mascarilla. Sin
embargo, tranquiliza al decir que poco a poco estas personas "se irán
liberando del malestar sin mayor problema y serán sólo una minoría
quienes precisen de ayuda psicológica para superarlo"
.
No obstante, da una serie de recomendaciones para evitar sufrir, en la
medida de lo posible, el 'síndrome de la cara vacía'. Son las siguientes:
 Quitarse la mascarilla de manera progresiva: tanto en tiempo, como en
los lugares. Empezar poco a poco y en sitios donde se sienta uno más
seguro.
 Comenzar a quitarla en pequeños grupos: en los que nos sintamos
cómodos.
 Darse tiempo: cuando una acción puede generar ansiedad, cada
pequeño paso es un mundo, por eso, es imprescindible tomarse las
cosas con el tiempo que cada uno necesite.
 Niños pequeños: para los mayores de 6 años era obligatoria en las
aulas y ahora ya no lo es. Por eso, se pide a padres y profesores que
les expliquen el nuevo contexto y las excepciones en el uso.
Intentar romper con la asociación de que mascarilla es igual a
seguridad. Hacedles confiar en las vacunas y en la distancia social e
interpersonal.
 -Es conveniente recolocar todos los pensamientos irracionales que se
generan en la mente relacionados con la protección de la mascarilla,
puesto que de la misma manera que protege también es un elemento
que separa de las personas, ya que ver el rostro de las personas es
algo que nos ayuda a regular las emociones.
 Realizar una lista de situaciones que se detectan como incómodas para
la persona (de menor a mayor grado) e ir enfrentándose a ellas de las
más sencillas a las más complejas. (Shirvanimoghaddam et al., 2022)
Lo más importante es que estas personas sepan que en todo momento
ellas tienen el control de la situación. Es decir, en caso de sentir ansiedad
siempre pueden volver a ponerse la mascarilla independientemente de la
situación en la que estén.
En los casos más graves, y por otro lado minoritarios, buscar la ayuda de
un profesional para entender qué hay detrás de esas conductas y
cambiarlas es siempre la mejor opción.

¿Cuándo acudir a un especialista? Si la retirada de la mascarilla genera


miedo, hay que trabajar la seguridad y la autoestima y aceptarse tal y como
se es. Por eso, coincide en los consejos dados por Conde al recomendar
irse exponiendo a la nueva situación poco a poco y con el tiempo que cada
uno requiera. No obstante, sí considera que habría que consultar con un
especialista cuando este miedo y ansiedad social provocado por la retirada
de la mascarilla interfiera en nuestra vida diaria o, por ejemplo, si nos
olvidamos la mascarilla en casa y entramos en pánico porque pensamos
que la gente no hará otra cosa que mirar las imperfecciones de nuestro
rostro
Así, los expertos recomiendan, además, de lo anterior, hacer una lista de
situaciones que se detecten como incómodas para la persona -de menor a
mayor grado- y a partir de ahí, ir enfrentándose a ellas de las más sencillas
a las más complejas.
Por otro lado, será positivo recolocar todos los pensamientos irracionales
que se generan en la mente, como pensar que la mascarilla es un
obstáculo, puesto que de la misma manera que protege también es un
elemento que separa de las personas, ya que ver el rostro de las personas
es algo que ayuda a regular las emociones.
También los afectados tendrán que colocar en la balanza todos los
beneficios que conlleva el no usar el cubrebocas como puede ser una
respiración más óptima, una mejor vista o sentir menos calor, entre otras
cuestiones. En el momento que se vea que este miedo le incapacita a
realizar con normalidad sus actividades básicas de la vida diaria y la
situación le sobrepase. (Filgueiras, n.d.)
Cuando las emociones que nos genera son tan desagradables que no las
sabemos controlar.
En estas situaciones es el momento de pedir ayuda a su médico de familia
para manejarlo o considerar la opción de poder derivar a un psicólogo si el
paciente lo necesita para realizar terapias cognitivo-conductuales (controlar
esos pensamientos irracionales y enfrentar las conductas de evitación). La
terapia será muy diferente según si el origen es miedo al contagio o miedo
a la exposición social. Es importante aprender y trabajar herramientas para
afrontar los cambios y enfrentarse a sus miedos. Y trabajar la seguridad, la
autoestima y aceptarse tal y como uno es.

REFERENCIAS
Crandall, C. S., Bahns, A. J., Gillath, O., Crandall, C. S., Bahns, A. J., Gillath, O., & Bahns, A. (n.d.). Do
Masks Affect Social Interaction? https://doi.org/10.31234/osf.io/q3jus

Filgueiras, E. (n.d.). Síndrome de la cara vacía.


monografico_rpcna. (n.d.).
Rodríguez Ceberio, M. (2020). Psicólogos en el frente: la atención durante la crisis del Covid-
19. De las emociones tóxicas a la salud psicológica. Archivos de Medicina (Manizales),
21(1). https://doi.org/10.30554/archmed.21.1.3941.2021
Saint, S. A., & Moscovitch, D. A. (n.d.). Running Head: EFFECTS OF MASK-WEARING ON SOCIAL
ANXIETY Effects of Mask-Wearing on Social Anxiety: An Exploratory Review.
Salud mental y COVID-19 Un año de pandemia. (n.d.).
Shirvanimoghaddam, K., Czech, B., Yadav, R., Gokce, C., Fusco, L., Delogu, L. G., Yilmazer, A.,
Brodie, G., Al-Othman, A., Al-Tamimi, A. K., Grout, J., & Naebe, M. (2022). Facemask
Global Challenges: The Case of Effective Synthesis, Utilization, and Environmental
Sustainability. In Sustainability (Switzerland) (Vol. 14, Issue 2). MDPI.
https://doi.org/10.3390/su14020737

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