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Del Rural Tradicional al


Socioambiental Rural
Alfio BRANDEMBURG1

1Introducción
El medio rural en la modernidad ha sido tratado de manera diferente por los estudiosos.
Para algunos, lo rural está en proceso de desaparición a medida que la modernización e
industrialización de los espacios productivos destruyen las formas de organización social que tienen
sus bases fundamentales en la agricultura campesina o familiar. En esta perspectiva, el espacio rural
emerge como un espacio para diferentes actividades y profesiones sometidas a la racionalidad del
capital. Para otros, lo rural es reconstruido por diferentes actores, entre los que destaca el agricultor
familiar, protagonista de una ruralidad anclada en la tradición de la vida social campesina.
Buena parte de los referentes para la interpretación de un rural ya urbanizado proviene
de países modernizados, donde las comunidades campesinas se desintegraron. Hoy estos
países tienen una baja tasa de población económicamente activa residente en el espacio
agrario.
El tema de la ruralidad no puede ser abordado sin recurrir a la historia de ocupación del
territorio, sus formas sociales de producción y organización social. En Brasil, la historia de la
ocupación de tierras fue una historia de luchas y tensiones sociales en las que la gran
propiedad, en cierto sentido, resultó ganadora. En cuanto a las luchas sociales, hubo pocas
situaciones en las que los campesinos salieron victoriosos (BRANDENBUG, 1998). Se puede
decir que Brasil se formó socialmente bajo el signo de la gran propiedad, aunque a partir de la
transición del Brasil Colonial al Agrário Exportador, la pequeña propiedad fue conquistando
gradualmente su espacio, siendo socialmente reconocida como categoría el agricultor familiar.

Las grandes propiedades fueron sin duda las responsables de los grandes espacios vacíos en
las zonas rurales. En primer lugar, por la concentración de viviendas para esclavos, socios, colonos,
aparceros y miembros de la familia en sus cuarteles generales y, en segundo lugar, por el
ausentismo de sus propietarios. Pero, a medida que surgen las ciudades y los centros urbanos, la
categoría de agricultores (grandes terratenientes) ve el campo sólo como un espacio para la actividad
económica o el ocio y no como un espacio para vivir. Así, se puede decir que fue el pequeño

1Programa de Posgrado en Sociología y Doctorado en Medio Ambiente de la Universidad Federal de Paraná – UFPR
Autor correspondiente: Alfio Brandenburg, Programa de Posgrado en Sociología, Universidad Federal de Paraná –
UFPR, CEP 80060-150, Curitiba, PR, Brasil, E-mail: alfio@onda.com.br
Recibido el: 08/06/2009. Aceptado el: 02/01/2010.

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terratenientes, campesinos o agricultores familiares que tradicionalmente expresan una forma


de vida diferente a la urbana, los grandes personajes en la construcción de lo rural.
En ese sentido, estos actores ocuparán un lugar central en nuestra reflexión, que presenta tres
áreas rurales de historia reciente: la rural tradicional, la rural moderna y la rural socioambiental.
Empezaremos por rescatar las formas de organización social y productiva de la época premoderna o
anterior a la modernización intensiva de la agricultura. Luego de analizar las transformaciones que tuvieron
lugar durante el período de la modernización, nos ocuparemos de los actores que construyen el medio rural
contemporáneo. Para fundamentar nuestra reflexión, elegimos datos e información de algunos estudios
consagrados por la literatura y que versan sobre distintas regiones del país.

dosel rural tradicional


La Gran Propiedad, por un lado, y la Pequeña Propiedad Familiar, por el otro,
forman la base de una organización social distinta en las áreas rurales. En el primer caso,
como muestra Holanda (1978), las grandes propiedades dieron lugar a unidades sociales
que formaron organizaciones casi completas para satisfacer las necesidades de la vida
material y social.

El molino constituía un organismo completo que, en la medida de lo posible,


era autosuficiente. Había una capilla donde se decían misas. Existía una
escuela de primeras letras, donde el cura-maestro desalentaba a los
muchachos. El alimento diario de los pobladores, y con el que se recibía a los
invitados, muchas veces envueltos, provenía de las plantaciones, la ganadería,
la caza, la pesca que se brindaban en el propio lugar. También se instalaron
aserraderos en el lugar, de donde se sacaba muebles terminados, equipos
para el aserradero, así como madera para las casas[...] (HOLANDA, 1978, p. 48).

En lugares o espacios donde predominaba la pequeña propiedad familiar surgieron


organizaciones sociales conocidas como centros coloniales (SANTOS, 1978), colonias y pueblos
rurales (SEYFERTH, 1974), comunidades (ALBERSHEIM, 1962) barrios rurales (CANDIDO, 1975;
QUEIROZ, 1973). . ). Estos espacios organizativos constituirán, como lo muestra Antonio
Cândido, los primeros espacios de sociabilidad más allá del núcleo familiar. La literatura
brasileña es rica en la caracterización de estos espacios y en la identificación de formas de
sociabilidad. Mutirão, relaciones de vecindad, sentimiento de pertenencia, compadrio, son
formas de sociabilidad identificadas en todas las organizaciones comunitarias, en diferentes
regiones del país.
La vida social en las zonas rurales, como las actividades docentes y de ocio, las
festividades y las manifestaciones culturales, se organizan normalmente en torno a la Iglesia,
formando sede de núcleos o aldeas. Sin embargo, los grupos rurales en el interior brasileño,
desde el punto de vista espacial o geográfico, se distribuyen de diferentes maneras, según el
tipo de colonización. En muchas situaciones las viviendas están dispersas y en este caso el
propietario reside en el predio donde trabaja (SEYFERTH, 1974); en otros, los trabajadores viven
en aldeas y se desplazan al trabajo.

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Un elemento que contribuyó a una mayor o menor permanencia del estilo de vida rural
es la lejanía de estas comunidades de los centros urbanos. Hasta hace poco, los medios de
comunicación y transporte eran precarios y la radio era una de las principales fuentes de
información para muchos pueblos. En muchos casos, la lejanía de las ciudades es también uno
de los factores de precariedad en las condiciones de vida, característica que se perpetúa hasta
nuestros días. En este sentido, es pertinente la observación de Wanderley (1996) de que el
espacio productivo y social de la agricultura familiar se construyó bajo “[...] el signo de la
precariedad estructural”.
En épocas más recientes, cuando las políticas se volcaron hacia la modernización de la
agricultura, la gran propiedad fue ciertamente la que más se benefició de los estímulos
crediticios subsidiados. Antes de eso, la agricultura que se practicaba estaba guiada por
prácticas agrícolas rudimentarias, caso típico de los caipiras (CANDIDO, 1975), caboclos,
(BRANDENBURG, 1998) o incluso de los inmigrantes, quienes, herederos de la primera
revolución agrícola, desarrollaron una agricultura adaptándose a los recursos naturales
existentes (ROCHE, 1969).
Una vez establecido en un determinado ambiente, el colono, la caipira o el
campesino demuestra una capacidad de adaptación total a su “hábitat”. Esta capacidad de
adaptación articula la sociabilidad, el ocio y la satisfacción de necesidades vitales como la
caza, la pesca, la recolección, prácticas complementarias, es decir, diferentes momentos
de uso y convivencia con el medio (CANDIDO, 1975). El campesino aún acumula sabiduría,
conocimiento de las leyes naturales que permite que el ciclo biológico se complemente sin
que su intervención comprometa su mantenimiento o reproducción. Esta convivencia de
la vida social con el medio natural fue denominada ajuste ecológico por Antonio Cándido,
quien puede ser considerado uno de los primeros estudiosos de la cuestión ambiental en
el medio rural, al tratar adecuadamente la vida social de la caipira integrada con los
recursos naturales. ,

Los campos, las aguas, los matorrales y los campos estaban encerrados en una
continuidad geográfica, delimitando este complejo de actividades solidarias, de tal
manera que las actividades del grupo y el medio en el que se insertaban formaban, a
su vez, una continuidad geosocial, una interadaptación ecológica, donde cultura y
naturaleza aparecían, por así decirlo, como dos polos de una misma realidad
(CANDIDO, 1975, p. 173).

Las condiciones estructurales llevarán a los agricultores a desarrollar una agricultura


orientada fundamentalmente al abastecimiento de la familia, con el fin de satisfacer sus necesidades
vitales, o necesidades alimentarias. Los estudios sobre el campesinado tradicional, cuya designación
regional difiere (colonos, caipiras, agricultores, agregados), muestran que los sistemas agrícolas se
diversificaron, orientados a la reproducción física y social de la familia.
Ajustados a su propia lógica, los campesinos ocupan el espacio de la unidad
familiar de manera que les permita cumplir varios objetivos: la reproducción física y social
y la preservación de su patrimonio natural.
Investigaciones realizadas en la colonia del valle de Itajaí muestran la diversidad de espacios
cultivados en la unidad productiva, distribuidos entre área de vivienda, pastos y cultivos.

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Visto en su conjunto, el lote colonial se dividió de la siguiente manera:


alrededor del 40% de la tierra se utilizó para la agricultura; 15% a 20% para
pastos, 10% para terreno baldío, cuya capoeira se quemaba nuevamente
después de cinco o seis años de reposo y se volvía a cultivar la tierra. La parte
restante, generalmente montañosa y no apta para la agricultura, aún estaba
cubierta de vegetación virgen. Junto al sendero estaban la casa, el establo, el
rancho para el almacenamiento temporal de productos agrícolas y para
guardar las herramientas, el gallinero y una huerta. Posteriormente, se
sucedieron las diversas rotaciones (SEYFERTH, 1974, p. 60).

Si bien el campesino ha desarrollado prácticas de recolección y aprovechamiento de los


recursos naturales que muchas veces son consideradas predatorias por los técnicos desde el
punto de vista ecológico, como la quema, por ejemplo, no cabe duda de que utilizó una forma
de manejo que en cierta medida mantiene biodiversidad y preservar los espacios naturales. Al
mismo tiempo, desarrolló prácticas naturales para restaurar la fertilidad del suelo, a través de
barbechos u otros métodos. Si bien, en general, se puede decir que hubo un agotamiento del
potencial productivo, con la erosión de la capa fértil del suelo, también se puede decir que en
muchas situaciones, la agricultura familiar ha desarrollado técnicas y acumulado experiencias
en gestionar los recursos naturales de acuerdo con las leyes de reproducción del entorno
natural y que luego fueron ignoradas por los investigadores.
La precaria situación a la que se encontraban sometidos la mayoría de los
campesinos, también les hizo buscar actividades fuera de la unidad productiva
familiar, ya sea como socios, jornaleros, empleados a tiempo parcial, etc. Además, es
parte de la tradición que los campesinos se dediquen a actividades distintas a la
producción específicamente agropecuaria, como la producción de artesanías,
carpintería, ebanistería, la transformación de productos derivados de la producción
agropecuaria, incluidas las pequeñas empresas (SEYFERTH, 1974). Cabe señalar que
la industria doméstica asume particular importancia en algunas comunidades,
contribuyendo a lo que podría llamarse la relativa autosuficiencia del campesinado.
Así, como señala Seyferth (1974, p. 67) “[...] el trabajo en los ingenios de azúcar y
cachaza, la producción de harina de maíz y de yuca en las atafonas,,constituyeron las
principales actividades que denominamos 'industria nacional'”.
Y si, por un lado, la sociedad o el poder público no dota al medio rural de
condiciones de infraestructura para desarrollar mejores condiciones de vida, como la
vida urbana, por otro lado, la búsqueda de mejores condiciones de supervivencia
conduce al desarrollo de acciones colectivas dirigidas a la construcción de iglesias,
escuelas, puentes. Eso es lo que se puede ver que sucedió en las aldeas rurales del
Valle de Itajaí en Santa Catarina, donde incluso el maestro que inicia a los hijos de los
agricultores en el proceso de alfabetización es un voluntario de la misma comunidad.
Lo rural en este sentido resulta de acciones colectivas que hacen de él la construcción
de un espacio o territorio de vida y trabajo. Es en este contexto que se crean lazos de
pertenencia a una comunidad, dando como resultado relaciones de proximidad,
como vecindad, padrinos, propias de una comunidad, tal como tradicionalmente se
concibe. Estas relaciones, sin embargo,

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Estudios realizados en el Sur y Sudeste, que versan sobre comunidades, barrios rurales,
colonias, asentamientos o incluso pueblos, encuentran el mismo patrón de prácticas
socioproductivas, relaciones de sociabilidad y modo de vida. Parafraseando a Antonio Cándido
'[...] las mismas prácticas festivas, la misma literatura oral, la misma organización familiar, los
mismos procesos agrícolas, los mismos equipos materiales en todas partes» (CANDIDO, 1974,
p. 83).
El mundo tradicional de la vida rural, regido por acciones de necesidades cotidianas,
expresa predominantemente un mundo conformado por una comunidad de individuos que
comparten una realidad intersubjetiva y, en ese sentido, interactúan comunicativamente, tal
como lo define Habermas (1988), en el Mundo de vida. El mundo de la vida rural es una de las
principales instancias de anclaje del sistema de la sociedad y, en las condiciones descritas
anteriormente, tiene una relación muy tenue con el tamaño del mercado.
Esta vida en una comunidad rural concebida como tradicional adquiere un carácter de relativa autonomía,
una especificidad típicamente rural. Esta autonomía es aún mayor en la medida en que la lejanía de los centros o
ciudades más urbanizados dificulta el contacto de los residentes, quienes rara vez se desplazan a la ciudad para
adquirir objetos complementarios a su subsistencia o incluso para vender productos. El intercambio de productos o
comercialización es, pues, el primer paso hacia la apertura de la comunidad rural al mundo exterior. Junto a él, o en
paralelo, aparecen los medios de comunicación como la radio. Este es el vehículo que más destaca en el mundo de
la información. Si por un lado sirve para reafirmar la identidad a través de la música country, por otro lado, también
es una fuente de información para la sociedad global. De esa forma, aunque las relaciones del campo con la ciudad
se dan siempre, aunque sea comercialmente, la vida económica y social de los pueblos o ciudades está claramente
ligada al campo. El pueblo o ciudad es el centro donde confluyen las relaciones de las colonias en el Valle de Itajaí,
por ejemplo. Los campesinos van al pueblo o ciudad a comprar ropa, vender mercancías y participar en eventos de
la tradición germánica. Allí van a buscar al médico, al farmacéutico, al artesano, al comerciante. vender mercancías
y participar en eventos de la tradición germánica. Allí van a buscar al médico, al farmacéutico, al artesano, al
comerciante. vender mercancías y participar en eventos de la tradición germánica. Allí van a buscar al médico, al
farmacéutico, al artesano, al comerciante.
El pueblo de Brusque fue el mundo de los campesinos establecidos en la región.
Era donde se ubicaban las ventas, las capillas católica y protestante, el cementerio, las
escuelas, la sociedad de tiradores, la administración de la colonia, el muelle. Fue a ella a
quien convergieron los caminos coloniales más importantes. “Quizás por todo esto, no se
llamaba Dorf (pueblo), sino Stadtplatz (Stadt = ciudad, y Platz = lugar): la vida social,
económica y religiosa de los colonos estaba íntimamente ligada a ella, principalmente a la
vida económica. El pueblo era a la vez pueblo y ciudad” (SEYFERTH, 1974, p. 86).

3el rural moderno


Aunque en general lo rural puede caracterizarse como estructuralmente precario en
relación con el mundo urbano, las condiciones de vida del campesino tradicional no son
necesariamente inferiores a las del trabajador urbano. Si bien las relaciones entre el mundo
rural y urbano son complementarias, el campesino se integra a la sociedad global, conservando
su estilo de vida (QUEIROZ, 1973). Sin embargo, cuando la sociedad se moderniza e impone su
ritmo y nivel de vida en el campo, se redefinen las condiciones de vida campesina, se
reorganiza la vida social en la comunidad. A este hecho contribuye todo un proceso de cambio,
que tiene su modelo en la política de modernización.

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Este cambio o reorganización de la vida social en el campo quedó bien demostrado en


el estudio clásico de Antonio Cándido, en Bofete y en los Estudios de María Izaura de Queiroz,
por citar algunos de los clásicos estudios comunitarios de las décadas de 1960 y 1970. Verifica
como el el campesino se integra en la sociedad de mercado y participa en las relaciones
comerciales. Se trata de un nuevo ajuste relacionado con diferentes situaciones, que implica
paulatinamente una ruptura con una vida económica y social centrada en la vida comunitaria
rural. Objetos artesanales de uso doméstico, como cuencos de raíz de higuera, cuencos de
porunga, ollas de barro, cucharas de madera, son sustituidos por artefactos industriales
(CANDIDO, 1975). La integración al mercado provoca la reorientación de los sistemas
productivos. Las unidades productivas familiares que antes estaban enfocadas a la subsistencia
ahora también producen para el mercado con miras a adquirir productos industriales, incluso
para la alimentación. Los productos elaborados en la unidad familiar son sustituidos por bienes
industriales, lo que también provoca la desaparición de equipos relacionados con la industria
nacional.

Los monjolos de agua son excepcionales, las prensas y morteros escasos, la


fabricación de harina de yuca y todo el equipo correspondiente, lugar común
hace medio siglo, y hoy desconocido para la mayoría de los caipiras del área
estudiada, ha desaparecido por completo (CANDIDO, 1974, p. . 179).

La práctica de sustituir los artefactos tradicionales por industriales alimenta un


sentimiento de superioridad, haciendo que muchos se sientan disminuidos al no poder
insertarse en las nuevas dinámicas de relaciones de intercambio y adquirir artefactos que
confieran prestigio social al grupo.
Desaparecen las fiestas tradicionales, viejas formas de sociabilidad como el mutirão, las
relaciones vecinales ya no tienen espacio por la desintegración de la vida comunitaria o los
pequeños núcleos. Los barrios rurales no son suficientes y, a medida que los pueblos se
convierten en ciudades, pasan a depender de ellos. A este hecho contribuyen, además de los
mecanismos de deterioro económico en términos de intercambio, los procesos de
diferenciación social al interior de las comunidades, la expropiación de los pequeños
agricultores debido a una política conservadora de modernización, que privilegia la gran
propiedad rural.
La política de modernización de la década de 1970, en particular, estimuló las unidades de
producción agrícola, especialmente las grandes propiedades, a reorganizar los sistemas de
producción, mecanizándolos y liberando mano de obra. La precariedad de la vida en el campo ahora
se exterioriza. Socios, familias, colonos, arrendatarios son categorías que son sustituidas por
trabajadores asalariados y mano de obra especializada a medida que se capitalizan las relaciones de
producción. Debido a este proceso, el campo se vacía, crece el éxodo rural.
Se produce un proceso de reorganización social desde el interior de las grandes unidades de
producción agropecuaria, donde residían los colonos, aparceros y socios y se les abastecía de sus
necesidades sociales y vitales más inmediatas, hacia las comunidades, o barrios de vida social autónoma.
Las agrupaciones de pueblos rurales ya no pueden entenderse sobre la base de relaciones típicamente
comunitarias. La sociabilidad que antes se ejercía a través de las formas de trabajo conjunto, las relaciones
de vecindad y la confianza son reemplazadas por las relaciones corporativas.

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En esta circunstancia, ya no se puede hablar de un espacio rural marcado por un único


estilo de vida. La vida social en el campo se moderniza, los medios de comunicación, como la
radio, luego la TV, llegan a los lugares más lejanos.
Con la modernización, el mundo de la vida rural pasa ahora por un proceso creciente de
colonización que destruye los modos de vida de los campesinos en la medida en que modifica las
formas de sociabilidad, sustancia de la interacción en la vida cotidiana, y no les proporciona los
medios cognitivos y expresivos de comunicación desde el universo de la sociedad moderna. La acción
del sistema económico, que tiene como primacía el desempeño económico, presiona el mundo de la
vida rural y, cuando es unilateral, trae consecuencias como la pérdida de identidad, la desintegración
social, según Habermas (1998).
La agricultura cambia de método y, en cierta medida, se industrializa, y el campo se dota
progresivamente de una infraestructura urbana. Los pueblos rurales se convierten en ciudades, los
barrios ya no concentran la vida social rural y los elementos de sociabilidad de la vida rural se
extienden más allá de ellos.
La modernización de las áreas rurales y la industrialización de la agricultura
provocan cambios en la relación con la naturaleza, debido a un cambio en los procesos
tecnificados de producción y la ocupación intensiva del espacio a través de la
especialización de los procesos productivos. Se afectan recursos como el suelo, el agua y
la biodiversidad, y el campo se convierte en un espacio donde los riesgos no son sólo de
carácter natural. Ahora también son de construcción social, es decir, las aguas están
contaminadas por desechos químicos industriales; suelos erosionados por manejo
inadecuado; ecosistemas simplificados debido a la explotación intensiva y especialización
de cultivos; los bosques diezmados indiscriminadamente, como resultado de la expansión
de fronteras; Los productos agrícolas contienen residuos tóxicos debido al uso de
agroquímicos. De esa forma,

4Lo rural socioambiental


Aunque lo rural se haya transformado con la modernización de la sociedad, no se puede
hablar en general, en las condiciones brasileñas, de un rural completamente modernizado, como en
el ejemplo de los países modernos avanzados. La modernización no llegó a todos los ámbitos del
medio rural, se mantuvieron situaciones de un medio rural tradicional.
Se trabaja con la hipótesis de la coexistencia de lo rural tradicional y lo rural moderno,
añadiendo, aún, un nuevo rural propio de las sociedades altamente modernizadas. Son rurales de
diferentes épocas, pero que, en las condiciones brasileñas, persisten, a veces en su forma típica, a
veces superpuestas, a veces expresadas bajo la forma de un rural nuevo, reconstruido o reflexivo,
para usar la expresión de Giddens (1997).
Lo rural reconstruido o reflexivo es un rasgo de la modernidad avanzada.
Es el rural en el que lo tradicional no se reemplaza simplemente por lo moderno,
sino que se resignifica, así como se revaloriza la naturaleza y, junto con lo
ambiental, se trata como una política pública. Es un rural socialmente
reorganizado a partir de una tradición reinventada por un grupo o comunidad
local y se presenta como una continuidad de una vida basada en la condición
campesina (WANDERLEY, 1996). Se expresa en un contexto de modernidad según

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una reflexividad en la que la tradición no deja de existir, sino que se recrea en términos de una
historia pasada y en términos de un nuevo proyecto. Lo tradicional y lo moderno no son opuestos en
estas condiciones, sino componentes de una ruralidad multidimensional que forman un conjunto de
redes de relaciones de sociabilidad heterogéneas. En este sentido, la pregunta que podría plantearse
es: si en el rural tradicional los campesinos vivían relaciones de sociabilidad (o específicas) de las
comunidades relativamente autónomas, cuyo estilo de vida se ajustaba de manera complementaria a
las condiciones ambientales, ¿cuál es la sociabilidad de lo rural reconstruido y qué relaciones
emergen de la relación agricultores-naturaleza?
Aunque la respuesta a esta pregunta amerita una investigación en diferentes regiones, dada
la heterogeneidad de los espacios sociales en el Brasil rural, se pueden observar algunos indicios de
un rural reconstruido.
Estudios realizados en el Área Rural de la Región Metropolitana de Curitiba
confirman que existe una vida social rural integrada a la vida urbana. En esa
situación, se constató que algunas relaciones de sociabilidad de tipo tradicional,
como el mutirão, ya no ocurren. Sin embargo, surgen otros que se establecen
con miembros de los barrios cercanos o incluso de la ciudad, pero que se asocian
a las tradiciones locales. Así, el grupo folclórico asociado a la Festa do Vinho en
Colonia do Mergulhão incluye miembros de la colonia y otros que residen en las
comunidades vecinas o en la ciudad de São José dos Pinhais, pero que tienen
relaciones de parentesco o amistad con los campesinos de la colonia (TONIETO,
2005).

El grupo folclórico y la Fiesta del Vino reemplazan las fiestas tradicionales de la comunidad y
no son promovidos por iniciativa de los campesinos de la Colonia, sino por agentes locales de la
Secretaría Municipal de Turismo. Como promotora del evento, esta entidad también fomentó la
constitución de una Asociación, en la que participan diferentes categorías sociales.

[...] es por iniciativa del gobierno local, a través de la Secretaría de


Comercio, Industria y Turismo del municipio, que la Asociación
agrupa no sólo a los bodegueros o cantineros, sino también, según
informó un funcionario de del Departamento, todo “empresario rural”
que manifieste interés en participar, independientemente de la
actividad que desarrolle (TONIETTO, 2005, p. 82).

A primera vista, estos hechos constituyen acontecimientos provocados por


agentes externos a la colonia local. Sin embargo, si analizamos los agentes que los
impulsan, veremos que también tienen su historia ligada a las tradiciones de las antiguas
comunidades del municipio. Son descendientes de campesinos, familiares que migraron a
otras actividades y ahora ocupan cargos en el servicio público local. Los agricultores
familiares que solían organizar su vida social en torno a la iglesia ahora están organizados
en torno a una asociación. En la asociación no siempre confluyen intereses y pueden
surgir conflictos o “desacuerdos”, en la expresión de uno de los participantes, debido a las
diferentes cosmovisiones de las categorías que allí participan. Colonia ya no es la
comunidad tradicional. Hay diferencias entre los agricultores locales y los “empresarios
turísticos” que valoran más las actividades orientadas al mercado.

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Del rural tradicional al rural socioambiental 425

La antigua red de sociabilidad comunitaria se ha expandido a un universo más allá de la


colonia a través de relaciones de parentesco y amigos cercanos, quienes, aunque no residen en el
lugar, promueven y recrean las fiestas locales. Estos participantes incluso ayudan a promover la
presentación de un grupo folclórico en otros lugares de la región.
Manifestaciones como la del grupo folclórico son como rituales de reinvención de una
tradición, cuya presentación también se aprovecha para mostrar diferentes tipos de público.
Así, si estos eventos, por un lado, son vividos por sus participantes, por otro lado, son
observados por una población de origen urbano y rural, que acude a admirar a sus
presentadores. La tradición que antes estaba restringida al ámbito comunitario rural ahora
empieza a formar parte de la sociedad.
En este contexto, desde el punto de vista de la sociabilidad de las relaciones campo-ciudad,
cabe señalar que ahora no es sólo la ciudad la que atrae al campo, sino que es el campo el que atrae
a la ciudad, que pasa a ser culturalmente nutrido de las llamadas tradiciones ancestrales. Si lo rural
es un espacio de consumo de una especie de cultura del ocio, también es un espacio de reafirmación
de la identidad de actores de barrios o localidades que se sienten valorados por mantener viva la
tradición local. Y en la medida en que llegan a ser admirados, inculcan valores en el imaginario de la
sociedad, construyen una forma de sociabilidad, generan categorías de representación social que
valoran lo rural. En ese sentido, estas manifestaciones ayudan a alejarse de la época en que el
campesino, la caipira, era vista como rústica, incivilizada, imagen expresada por la cultura urbana a
través del símbolo del Jeca-tatu.
El campesino viejo, de la literatura sobre el campesinado, o el colono en la expresión sureña,
se identifica hoy como un lavrador, o agricultor. Modernizado, este personaje, aunque
realiza otras actividades, mantiene la agricultura como actividad económica. En la colonia
estudiada, la viticultura es la principal actividad, pero los agricultores también siembran
hortalizas y transforman productos, manteniendo la práctica de la industria doméstica.
Además de cultivar uvas y destilar vino, elaboran embutidos, jaleas, pastas, mermeladas;
actividades que ya eran desarrolladas por los antepasados (como en las comunidades
antes descritas) y que hoy se presentan a los mercados en diferentes paquetes.
En la Colônia Mergulhão, la agricultura juega un papel central en la redefinición de la
identidad del agricultor, y los ingresos de actividades no agrícolas son internos a la unidad de
producción. Otras actividades de ingresos complementarios, fuera de la propiedad, son
realizadas principalmente por hijos de agricultores o incluso por sus esposas. Esta observación
local llama nuestra atención a considerar las diferentes situaciones rurales. En este caso, se
observa que el turismo no promueve lo que se denomina un proceso de urbanización rural, con
pérdida de la identidad rural. Por el contrario, el turismo redefine la identidad del campesino al
mismo tiempo que le permite obtener mayores ingresos económicos y, así, insertarse en la
sociedad moderna a través de una sociabilidad y un estilo de vida resignificado, sin romper con
sus raíces.
Podríamos preguntarnos, a partir de las consideraciones anteriores, en qué medida la
organización de actividades económicas y productivas que sustentan una identidad y
resignifican la sociabilidad, restablecen una relación con el medio natural, en una perspectiva
ecológica o de conservación ambiental. Aunque el estudio de la Colonia Mergulhão no tuvo
como objetivo verificar esta cuestión, otro estudio también realizado en la Región
Metropolitana de Curitiba (PINHEIRO, 2004) nos da algunas indicaciones. Éste

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426 brandeburgo

El trabajo, aunque no se restringe a un espacio en una colonia, abarca una red de grupos que
desarrollan agricultura ecológica. Lo que se observa en esta situación es que los campesinos,
en la construcción de su proyecto de vida, asocian la reorganización de los procesos
productivos basados en principios ecológicos a principios de autonomía, salud, trabajo
familiar y cultivo de relaciones grupales, reforzando relaciones profesionales articuladas en
red: la Red de Agroecología Ecovida1. En esta perspectiva, el proyecto agroecológico de vida es
un proyecto de devenirdos. Sin embargo, en la práctica actual de reconversión de sistemas
ecológicos, hay una dimensión económica, la autonomía, la unidad de producción como
espacio de vida y una práctica de convivencia en grupos, aunque no de grupos de una misma
comunidad.
La pregunta que surge en este momento es: ¿en qué medida las prácticas de conservación
ambiental, ecológica o de manejo de los recursos naturales se relacionan con prácticas de
sociabilidad que refuerzan la identidad de los campesinos y las relaciones interpersonales asociadas
a proyectos colectivos que se oponen a una masificación de un estilo de vida? Esta pregunta pasa por
el supuesto de que la ecologización de lo rural es realizada por actores sociales que articulan
prácticas sociales y ambientales. Es decir, son actores que, rescatando la naturaleza y la tradición en
sus proyectos, recrean un entorno vivo en el que las relaciones con la naturaleza se asocian a las
relaciones sociales. Así, si en la modernidad la tradición es su contrario a la superación y la naturaleza
es objeto de control, en la modernidad avanzada de lo rural en reconstrucción, La naturaleza es un
socio y una parte integral de las relaciones sociales. En este caso, la tradición es una recreación
continua, que al haber descuidado las raíces, refuerza la identidad y un estilo de vida.

El rural ecologizado con un estilo de vida redefinido, pero que se opone al estilo estándar
masificado, aparece en Brasil a través del trabajo de los agricultores familiares, neo-rurales de origen
rural que hoy regresan al campo. Son los protagonistas de lo que podría llamarse el nuevo rural. No
constituye un proyecto de Estado ni de políticas de gobierno, es decir, el proyecto de rural
ecologizado no sale del sistema (Estado y mercado), como sí lo hace el proyecto de rural
modernizado. En este caso, el Estado fue protagonista de un proyecto conservador de modernización
en el campo. Lo rural ecologizado es un proyecto que surge de la cotidianidad, del mundo de vida de
los campesinos y agentes de desarrollo con esta cosmovisión, porque trae en su matriz una reacción
al dominio excluyente de la racionalidad instrumental del proyecto excluyente modernizador. Esta
reacción está asociada a una creciente demanda de la población urbana por el consumo verde, las
tradiciones y una actitud de precaución ante el riesgo. Esta confluencia de fuerzas dinamiza el
surgimiento de lo rural ecologizado y de nuevos actores mediadores de las relaciones sociedad-
naturaleza.
Así, en el actual contexto social de apelación a las cuestiones ambientales, no son sólo
los campesinos, los agricultores familiares, quienes son protagonistas en el proceso de
reverdecimiento del campo. La sociedad de mercado, al incorporar a su lógica una racionalidad
ambiental, hizo que campesinos, empresarios, otros colectivos e incluso organismos estatales,
se instituyeran como actores de una ecologización de múltiples lenguajes y prácticas
diferenciadas. Del lado de una agricultura que se opone al uso de pesticidas, están la
agroecología, la agricultura orgánica, la biodinámica, la parmacultura, entre otras. Por otro
lado, la agricultura integrada, sostenible, racional o incluso biotecnológica de organismos
modificados genéticamente incorpora procesos industriales a sus procesos productivos, pero
también con un atractivo ambientalista.

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Del rural tradicional al rural socioambiental 427

Los actores del ecologismo tampoco se limitan a los productores agrícolas. Otros
personajes de la reconstrucción rural relacionados con los servicios de turismo rural, la
conservación de la naturaleza, el rediseño de un nuevo paisaje rural. Un paisaje conformado
por un escenario de actores que tienen proyectos de ecologización, que incluyen formas de
producir, estilos de vida diferentes a los estándares de la sociedad moderna. Actores que
desarrollan una agricultura moderna, en la que no se incorpora el tema ambiental a los
procesos productivos, y actores que aún desarrollan una agricultura premoderna, en cuyo caso
desarrollan una estrategia de producción y sobrevivencia que no resulta de un proceso
consciente de elegir un proyecto ecológico o no.
Lo rural socioambiental, por tanto, es un rural de múltiples actores, pero también es un
rural de diferentes espacios y tiempos. Si identificamos un rural en reconstrucción por parte de
actores con proyectos ecológicos, también identificamos un rural moderno y (o) premoderno.
La modernización de la agricultura no tuvo lugar en todos los territorios y no involucró
plenamente a todos los agricultores. Por ello, también se identifican remanentes de lo que
llamamos un rural tradicional, así como un rural en proceso de modernización. El rural
brasileño es, por lo tanto, el rural de la diversidad, y este es el rural del socioambientalismo.

5Conclusión
El análisis del rural brasileño, considerando tres momentos históricamente
diferenciados - el rural tradicional, el rural moderno y el rural socioambiental - muestra que
diferentes rurales conviven en la contemporaneidad, en un vasto territorio caracterizado por
espacios heterogéneos, desde el punto de vista geográfico punto de vista y de sus relaciones
sociales predominantes. Comprender el campo brasileño es tener en cuenta tanto los
diferentes tiempos de la ruralidad como los diferentes espacios, caracterizados por la literatura
como territorios. Desde el punto de vista temporal, no hay rural moderno en su totalidad en
varios espacios. Incluso en lugares cercanos a grandes centros urbanos, encontramos indicios
de un ambiente rural tradicional y precario.3. Los diversos tiempos que encontramos en el
Brasil rural dificultan la generalización de los resultados de los estudios, así como la
formulación de políticas públicas. Ignorar estas diferencias puede resultar en malentendidos
con respecto a las políticas de intervención, de ahí la necesidad de estudios localizados.
El campo brasileño se puede configurar en forma de mosaico, en el que cada
espacio está coloreado por el tiempo. Ignorar estos espacios y tiempos implica correr el
riesgo de intensificar el proceso de exclusión social, empobrecimiento y éxodo rural,
como ya se ha visto en muchas situaciones, especialmente en las recientes políticas de
intervención ambiental (ZANONI, 2000).
Las políticas de intervención socioambiental deben diseñarse desde la perspectiva de
una lógica diferente a la del período de modernización. Como hemos mostrado, las propuestas
de construcción de lo rural que combinan proyectos de vida social en el campo y
reconstrucción de relaciones con la naturaleza, hasta entonces, no provienen de políticas
públicas gubernamentales, surgen de la organización de actores que se oponen un
movimiento que excluye al sistema social. Corresponde a las políticas públicas considerar a
estos y otros actores, con sus distintas lógicas y prácticas sociales, para potenciar la acción de
los colectivos que reconstruyen un “nuevo rural”, un rural ecologizado.

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Los grados

1La Red de Agroecología Ecovida es la instancia organizativa del Movimiento Agroecológico del Sur
de Brasil. Está formado por 21 centros regionales, seis en Paraná, siete en Santa Catarina y ocho en Rio
Grande do Sul. Se llega a alrededor de 170 municipios a través de 200 grupos de agricultores, 10
cooperativas de consumo y 20 Organizaciones No Gubernamentales (ONG). A nivel nacional, la red sur
integra a la ANA (Articulación Nacional de Agroecología), junto a otras redes organizadas. La red está
organizada por agricultores, ONG, neo-rurales y representa la continuidad de un movimiento que
surgió en los años setenta, opuesto al modelo de modernización excluyente -el movimiento de
agricultores alternativos- que es apoyado por el Proyecto de Tecnologías Alternativas - PTA, vinculado a
FASE, una Organización No Gubernamental.
dos La Red de Ecología Ecovida se identifica con una corriente ecológica -la agroecología- cuyo objetivo es
proyecto, una práctica social que va más allá de la dimensión técnica. La agroecología aboga por una conducta
ecológica que tiene una cosmovisión de un medio natural reconstruido a través de procesos que favorecen el
manejo de los recursos naturales y una organización social referenciada por la cooperación, los principios de
autonomía, el conocimiento práctico del campesinado y las ciencias técnicas. Además, el agricultor ecológico o
eco-agricultor es un crítico de la sociedad de consumo masivo y por ello construye formas alternativas de
relación con el mercado.
3En los Municipios de la Región Metropolitana de Curitiba, se pueden encontrar áreas rurales donde
agricultura tradicional con una población en precarias condiciones de vida.

Medio Ambiente y Sociedad■Campinas v. XIII, n. dos■PAG. 417-428■ Jul.-dic. 2010


De Rural Tradicional a Rural Socioambiental

Alfio Brandemburg

Resumen:Este artículo aborda el medio rural, considerando tres momentos históricamente


diferentes: el rural tradicional, el rural moderno y el rural socioambiental. Para analizar estos
momentos, el autor toma en cuenta las formas de organización social en el campo y sus
respectivas formas de sociabilidad, de relación con la naturaleza y con los constructores del
medio rural. El análisis se basó en datos e información de estudios realizados en zonas rurales
de diferentes regiones del país y consagrados por la literatura.

Palabras clave:Entorno rural en Brasil. nuevos actores y rural contemporáneo. Ruralidad


socioambiental.

De lo rural tradicional a lo rural socioambiental


Abstracto:Este artículo aborda el medio rural, considerando tres momentos históricamente
diferenciados: el rural tradicional, el rural moderno y el rural socioambiental. Para analizar estos
momentos, el autor toma en cuenta las formas de organización social en el campo, sus respectivas
formas de sociabilidad, de relación con la naturaleza y los actores que intervienen en la
construcción del medio rural. El análisis se basa en datos e información de estudios sobre lo rural
en diferentes partes del país que han sido reconocidos por su aporte a la literatura.

Palabras clave:Entorno rural en Brasil. Nuevos actores y lo rural contemporáneo. Ruralidad


socioambiental.

Medio Ambiente y Sociedad■Campinas v. XIII, n. dos ■ PAG. 443-454■ Jul.-dic. 2010

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