“Muchas veces los pueblos se alejan de sus pobladores, porque nadie
los puso al alcance de la memoria colectiva. Así, de esta manera dolorosa, el olvido se hace irreparable. Se ignora el universo. Y, se ignora la propia historia” Con estas palabras del recordado cronista margariteño Jesús Manuel Subero, se da inicio a la historia de la Población de El Palito, ya que este pequeño pueblo margariteño no escapa de lo expresado. Al igual que en cualquier otro pueblo de Margarita y Coche todo el mundo sabía quién era quién. Y, es que este pueblo no había nada que no se supiera, la gente se enteraba, incluso, de los detalles mas íntimos. EL PALITO
El pueblo se extendía de Norte a sur a través de una vereda que los
comunicaba con Juan griego en el diario trajinar para la compra de víveres y verduras y para las labores de pesca. Esta vereda, que luego se llamó calle real, actualmente calle principal, comenzaba en la vivienda de Pablo Julián Rodríguez y Próspera Leocadia Narváez y terminaba en la vivienda de Amelia Salazar. Así mismo existía hacia el Oeste, paralela a la primera, una vereda como “escondida”. Hacia el Este otra “los suelos duros” por donde se accesaba desde Pedregales. La vereda o calle real se enlazaba con la vereda de Marcela Salazar, con la de Ana Julia Mata, con la de Zenón Mata, con la de Paula González, constituyendo la red vial del pueblo, sin olvidar las dos empalizadas. Los primeros pobladores que se asentaron en este sector fueron los hermanos Cleto, José Victorino y María del Carmen Salazar, los dueños de las tierras, bien en huertos, hatos o conucos, dando origen a la denominada “Sucesión Salazar”. Posteriormente, Juan Pablo Rodríguez y Juana González venidos de las poblaciones del Espinal y del Valle de Pedro González respectivamente, compran cierta extensión de terreno ubicado hacia al Oeste. Una vez constituidas las diferentes familias, como por ejemplo la de Maria del Carmen Salazar quien contrajo matrimonio con Juan Crispín de la Mata Blanco y al continuar, multiplicándose y nutriéndose con otras familias y/o hombres y mujeres venidos de otros sectores, tales como: Heliodoro Salazar con Maria de Salazar o Maria de los Reyes Mata que se casa con Manuel Fortuoso Marcano, los terrenos fueron cedidos, paulatina y progresivamente, por sus originarios dueños para el asentamiento y crecimiento del pueblo. Es relevante que las mujeres jugaron un papel fundamental en la formación del carácter e identidad del sector. Se pueden contar entre las primeras viviendas que conformaban el sector las de: Pedro Pablo Mata y Blasina González, Zenón Mata, Gregoria “Golla” Mata, Manuela Salazar y Fermín Mata, Heliodoro Salazar y Maria de Salazar, Marcela Salazar, José Concepción Marcano y Nemesia Delfina Marcano, Tomás Lugo Coello y Eusebia Mata de Lugo, Raúl Millán y Alida de Millán, Ana Julia Mata, Eugenia López, Vita Salazar, Cosme Mata y Dionisia Gómez, entre otras. Estas casas eran construidas de bahareque con techo de tejas o de palma y las realizaban los hombres en las llamadas “cayapas”, en uno ó dos días. En la actualidad algunas de estas viviendas permanecen en pie, pero en muy mal estado.
Con el crecimiento propio de las familias originarias se fueron
realizando divisiones sucesivas de parcelas, realizándose año tras año esta misma modalidad y pasado el tiempo, ya los residentes se consideran propietarios de dichas parcelas. Su crecimiento se ha circunscrito al entorno familiar y la tenencia de la tierra se ha perpetuado, generación tras generación, sin los respectivos documentos de propiedad. En algunos casos, sólo poseen el documento otorgado por los herederos “comuneros”, donde se les lega una parcela de terreno. Las primeras familias llegaron y se asentaron en este sector, debido a su cercanía con el puerto de Juan Griego, ya que los hombres, en su mayoría, eran pescadores. El sector debe su nombre a la forma de expresarse de los hombres de la época, al referirse al hecho de reunirse y “echarse unos palitos” en “el palito”. Este sitio de reunión era un palo u horcón ubicado en las inmediaciones de la esquina que actualmente es conocida como la “esquina de morrocoy”. El Palito, es un terruño lleno de personajes peculiares, propios y venidos de otros sectores vecinos, de humor ingenuo pero chispeante, cuyas historias sobreviven a pesar de sus desapariciones físicas, entre otros podemos mencionar a: Ángel Custodio, “joche”, “prache”, Celestino López, Emilio “huele tubo”. Algunas anécdotas y personajes persisten a través del tiempo, pero nos encontramos con el hecho de que la mayoría se han perdido en los recuerdos, los cuales no se conservan con tanta lucidez. Entre los primeros líderes y personajes comunitarios podemos citar: Heliodoro Salazar, Cirilo Salazar “Tío Cirilo”, Mateo Salazar “Tío Mateo”, Víctor Lugo “vito el enano”, Inés Salazar “ma´ tinejo” Juancito Mata (comisario del pueblo), Policarpo Salazar, Justa María Rivas, Pedro Pablo Mata (cantante de galerón), y en orden cronológico Bartolo Marcano, Luisa Mata “luisa tinonga”, Braulio Antonio Marcano “ballo”, Edmundo Marcano “mundito”, Ramón Rivas, Gerónimo Salazar, Antonia Rodríguez, Cástulo Mata “cacho” , Agustín Rivas “agustín monoro”, Francisco Gómez “chico plin”, Jesús Rivas Mata, Dilia Marcano “yiya”, José Antonio Wettel “taparita”, Julio Marcano “julio cataco”, Francisco Mata “chico lencha”. Para la época el sector no contaba con acueducto ni con servicio eléctrico. El agua apta para tomar se obtenía de los llamados pozos, a saber, el pozo de Los Gómez, el pozo de Las Lajas y el pozo de Los Robles. La recolección del agua generaba una actividad, previa a las lluvias, que se le conocía como “fajina”, esta consistía en la limpieza y acondicionamiento del pozo, para lo cual se designaba a un grupo de personas. De igual manera, se les daba la tarea a un grupo de jóvenes de espantar los “guaraguaos” (zamuros), para que no contaminaran el agua cuando el pozo estaba alcanzando su nivel más bajo. En horas nocturnas las viviendas se alumbraban con lámparas de gasolina, de kerosén y de carburo. Una tradición que se generó como consecuencia de la inexistencia de servicio eléctrico es la de “los encapotaos”, que se amparaban en la oscuridad para cometer travesuras. Hurgando entre la acogedora gente del pueblo se pudo establecer cuales fueron las actividades comerciales ancestrales del sector. La actividad económica de mayor importancia en la que se desempeñaban los hombres era la pesquería, siendo los tipos de pesca más generalizados los que se hacen con trenes y nasas y con cordel en embarcaciones pequeñas. Cada tren consta de 40, 60 u 80 mts., con uno o dos botes y de cuatro a seis hombres, el producto se destinaba al consumo local. Para pescar con cordel en embarcaciones pequeñas se planificaban expediciones a islas vecinas y a la península de Macanao, en donde se arranchaban y sus temporadas duraban cinco, seis o más meses. Los métodos de pesca permanecen iguales y hace varias décadas, además de la pesca en las costas de Margarita, existe la llamada pesca de mediana altura, realizada en aguas territoriales venezolanas y cuya duración o campaña es de ocho a doce días, tiene su base en Juan Griego. Así mismo, la llamada pesca de altura se realiza en aguas internacionales y su duración es de veintiún a treinta días. Con el paso del tiempo las comunidades pesqueras han cambiado como consecuencia de los nuevos patrones económicos. Entre los pescadores del sector se pueden mencionar: Narciso Lugo, Pedro Lugo, Cosme Mata, Mateo Salazar, Cleto Salazar, Gumersindo Salazar, Carlos Salazar, Dámaso Salazar, Francisco Mata “chico fuño”, Jacinto Marcano, Inocente Salazar, Antonio María Salazar, Isabelino Salazar, Julio Marcano, Ricardo Ramos, entre otros.
Las mujeres colaboraban en la manutención del hogar en labores que
efectuaban en la misma casa, tal es el caso de las tejedoras de alpargatas. La alpargata es un tipo de calzado elaborado con hilo, compuesta por la “capella” o “corte” que cubre la parte delantera del pie y el “talón” de forma alargada para sujetarla al talón del pie. Estas dos partes se cosen a la suela con hilo doble y encerado. Esta labor se efectuaba en una “maquinita” formada por tres piezas dentadas, una fija, una movible a mano para el tamaño y otra que sube y baja movida por el pedal para tramar el tejido al paso de la aguja con el hilo, la paleta y el peine. Las tejedoras hacían esta labor por encargos, hasta ellas llegaban intermediarios o comerciantes que les entregaban el hilo y luego les pagaban por el producto final o las cambiaban por víveres en la bodega del pueblo. En la actualidad, esta artesanía está diezmada, dado que este tipo de calzado no se usa y que los jóvenes se han desvinculado por completo de esta labor que resulta poco remunerativa. La mayoría de las mujeres, durante varias generaciones, se dedicaron a esta labor. Algunas cabezas de casa ejercían el oficio de lavar y planchar ropa ajena constituyendo una fuente de ingresos. Este oficio, pese al uso de lavadoras y secadoras eléctricas, se sigue implementando en muchos sectores de Margarita, citaremos a: Inés ”ma`tinejo” Salazar, Juana “Galito” Marcano, Dionis Mata. El arte de hacer zapatos era de Tomás Lugo Coello, quien enseñaba el mostrarío y se y se confeccionaba al gusto y a la medida del cliente, esta zapatería cantaba con un local comercial en la Calle la Marina de Juan griego y más recientemente se desempeño en esta labor Raúl Millán. Otros, cortaban y preparaban leña para vender, ya que ésta constituía el medio para la cocción y preparación de los alimentos. Buscaban esta leña en el Cerro El Voladero, en el Cerro Pelón y en el Cerro del Medio. Un oficio que se ejecutaba en el pueblo era el de torcer tabaco y calilla (tabaquito más delgado), este “arte” se vino transmitiendo, desde tiempos inmemoriales, de generación en generación por familias enteras, tal es el caso de la Familia de Fulgencia Mata “tía lencha”, la de Isidra Ramos y la Eusebia “chebona” Mata. La preparación consiste en tomar una porción de la hoja para “capote” (envoltura interior) y otra para “capa” (envoltura exterior) y el resto, después de retirarle la vena o hueso, hacerlo picadillo para la “tripa”. El procedimiento para la confección del tabaco se denomina “armar” y consiste en tomar un poco de “tripa” y envolverla en el “capote”. Hecho esto, se pone la “capa” sobre la mesa y con un movimiento ligero de rodillo hacia delante, entre la mano y la mesa, torcerlo. Después, se procede a pegar la punta de la capa con brea de guamache disuelta en agua o con almidón y por último se emparejan las puntas con unas tijeras mojadas. Actualmente este “arte” se ha olvidado. Como en cualquier otro pueblo de Margarita existía una pulpería o bodega, en este caso la bodega de Víctor Lugo, único comerciante y prestamista del pueblo. En esta típica bodega existía desde pescado salado hasta fósforos por unidad, papelón, café, jabón en barras, latas de sardina, casabe, todo esto acomodado en el mostrador o en el armario. Desde las varas del techo, amarrados con cabuyas, bajaban los racimos de plátanos y bananas. El tambor de kerosén en la parte de atrás y, la leña, el carbón y el carburo en un rincón de la bodega. Y en una chapa de cinc, que pendía de una alcayata, un anuncio que destacaba las bondades del Cafenol. Para vender leche en polvo al detal, se colocaba sobre el mostrador un papel blanco y con arte y destreza se le daba vueltas hasta convertirlo en una blanca papeleta. . . y además se pedía la ñapa que podía ser de queso o papelón. Otra bodega, de la década de los 60 que funcionó en la vieja casa de Manuela Salazar y Fermín Mata, fué Bodega “La Millonaria”, atendida por Noel el nieto de Agueda Marcano y la bodega de Dámaso Salazar. Más recientemente la bodega de Antonia Marcano. La preparación de comidas, arepas y empanadas también constituía una fuente de ingresos, esto se implementaba a pequeña escala para ser vendido en el mismo pueblo, a esto se dedicó Inés Salazar “ma’ tinejo”, , Modesta Wettel, Ovidia Marcano, Cruz “cucha” Mata, Mariana Salazar, entre otras. Otro oficio, igualmente transmitido de madre a hija y superado por nuevas técnicas, era el de elaborar coronas de flores de hojalata, se recuerda en esta labor a María Gerónima Hernández y a María Fulgencia Mata “Mariita”. Una labor que contribuyó a la crianza de familias enteras fué la de corte y costura, en esta se desempeñaron: Inés Salazar “ma´ tinejo”, Eufemia Wettel, Rosa Elena Salazar. El arte de tejer con dos agujas y bordar con el tambor, estuvo en manos de Eugenia “geña” Salazar, quien elaboraba verdaderas obras de arte, donde se destacaban manteles, cubrecamas, pañitos, tapetes y demás manualidades. Era una de las personas que elaboraba los ramos que se utilizaban en las corridas de ramos. Algunas familias poseían huertos o conucos, donde cosechaban para consumo propio, algunas frutas y/o verduras, entre otros: el de Leandro Salazar, el de Daniel Marcano y el de Juancito Mata. Actualmente, la actividad comercial está limitada al comercio de carácter local: Bodegas, taller de herrería, venta de comida rápida, venta de cerveza, cyber. Ratificando lo expresado anteriormente, en las décadas de los años 30 y 40, muchas mujeres se convirtieron en “cabezas de casa”, debido a que sus maridos emigraron para fortalecer la fuerza laboral de la naciente industria petrolera y muchos de ellos no regresaron al seno del hogar. En época de antaño los sitios y actividades que proporcionaban esparcimiento y distracción a los jóvenes eran escasos, esto hecho se mantiene inalterable. Acudían solamente a la retreta de San Juan Evangelista en Juan Griego y a la Procesión del Sepulcro. En la comunidad se le rinde homenaje al santo patrono del sector “San Antonio de Padua”, .
La reliquia de San Antonio de Padua, que veneramos en la población
de El Palito, fue traída por el Carmelita Edmundo Marcano, desde el Puerto de La Guaira, como todavía la capilla que iba a ser destinada para su veneración estaba en construcción, la imagen fue dejada en la población de Macanao, por un tiempo el 11 de junio de 1.966 un grupo de pobladores entre los que podemos nombrar, Mauricio Salazar, Gumercindo Salazar, Eugenia Salazar, Juana Mata, entre otros en una caravana trajeron la imagen a nuestra comunidad, la cual venia montada en la camioneta propiedad de Jesús García. Las festividades de San Antonio, desde sus principios fueron organizadas por Edmundo Marcano, el cual buscaba el apoyo en varias personas de la comunidad, para recolectar fondos el reunía a un grupo de muchachas; entre las que podemos mencionar a María Pilar, Guillermina, Rosa, Lolita, Almida, Luisa, entre otras, las cuales recorrían con potes en mano casa por casa los pueblos vecinos, llegaban hasta Tacarigua recogiendo dinero. Con el paso de los años se implemento lo de repartir casa por casa los sobres de San Antonio. Transcurrido el tiempo los vecinos se fueron organizando en las Juntas Pro Festividades de San Antonio de Padua, anteriormente en las festividades se hacían fiesta en varias partes o en las casas donde simultáneamente se ponían grupos musicales, entre las casas estaban las de Juan Ramón, Jacinto Rodríguez, Cruz Erasmo y Arquímedes Salazar, en las cuales se podía no solo bailar sino que se realizaban diversas competencias como; el palo ensebaos, corrida de saco y una de las tradiciones que se realizaban durante estas festividades eran las llamadas corría de ramos. La Capilla donde es venerado San Antonio de Padua fue gestionada por el carmelita Edmundo Marcano, la cual tuvo varios años de construcción, después de su inauguración, se le han hecho muchas reestructuraciones, la última fue realizada, hace aproximadamente 10 años. Hubo un año, en que San Antonio fue sacado de su capilla para ser reestructurado, luego cuando era traído de regresos se hizo una procesión desde el puente de Las Piedras, hasta su capilla. La misa en honor a San Antonio, por mucho tiempo fue realizada por el obispo de la Diócesis de Margarita, pero luego pasó a ser presidida por el presbítero de la parroquia. Desde que se inicio la veneración a San Antonio, en la misa es realizada la bendición del pan. Según testimonios recabados, en el devenir de los años, sólo se contó para la sana diversión, con el Bar de Jacinto Salazar; “El Gran Bosque”, bar propiedad de Cruz Erasmo Quijada, las Corridas de Ramos y el Judas de Agustín Rivas.
No existen espacios diseñados para la actividad recreacional tipo
plazas, plazoletas o similares. Actualmente existe un sitio donde se reúne la comunidad, de manera improvisada, bajo el “ROBLE” próximo a la esquina de Morrocoy y por costumbre lo utilizan como espacio de encuentro, especialmente en épocas decembrinas, donde celebran la llamada parranda palitera.
Los jóvenes y adultos, deportistas del sector, practican béisbol y
sofbol en un campo denominado “El Sitio”, ubicado hacia el Oeste del pueblo. En la actualidad, en el pueblo, hacen vida las familias: Rodríguez, Wettel, Marcano, Ramos, Centeno, Guzmán, Lárez, Domínguez, Gutierrez, Mata, Gómez, Sánchez, Acosta, Guevara, Pulido, Vásquez, Hernández, Rosato, Estaba, Gil, García, Boada, Lugo, Quijada, Berbin, Millán, Azugaray, Rojas, Godoy, Montaner, Marín, González, Guerrero, León, Narváez, Tabasca, Núñez, Martínez, Rivas, Aberrasturí, López, Moreno, Briceño, Miranda, Lunar, entre otros. Es de hacer notar que las nuevas familias que han ido conformando el pueblo provienen de todos los rincones de Venezuela, inclusive del extranjero. Las profesiones y oficios de los habitantes del pueblo son: Ama de Casa, Profesor(a), Electricista, Obrero, Pescador, Administrador, Comerciante, Albañil, Camarera, Taxista, Plomero, Policía, Maestra, Lic. en Enfermería, Barman, Secretaria Ejecutiva, Constructor, T.S.U de Obras Civiles, T.S.U. en Educación, T.S.U en Administración Tributaria, Lic. en Administración de Empresas, Arquitecta, Contabilista, Herrero, Medico, Lic. en Estadística, Mecánico, T.S.U en Publicidad y Mercadeo, Bedel, Costurera, Vigilante, Chofer, Mesonero, Azafata, Entrenador Deportivo, Vendedora, Pintor, Lic. en Informática, Lic. en Educación, Auxiliar de Preescolar, Marino, Estudiante, Depositario de Almacén, Ingeniero, Abogada, Supervisor, Auxiliar de Enfermería. Los residentes del pueblo nos definimos como apasionados por nuestro lar, pasión que nos impide estar contentos en ninguna otra parte, honrados y leales en extremo, trabajadores incansables, solidarios y dispuestos a trabajar en beneficio de toda la comunidad. El sector El Palito, se circunscribe en la Comunidad de El Palito, Parroquia Adrián, Municipio Marcano del Estado Nueva Esparta, cuyos límites son: Norte; Boca de Monte, Sur; Saco-San Martín, Este: Pozo Blanco, Oeste; Puerto Escondido, está conformado por 10 calles, las cuales son las siguientes; Calle Principal, San Antonio I, San Antonio II, Río Seco, Marcano, Progreso, Chaguaramos, Prolongación Calle Bolívar, Calle Bolívar I y prolongación Calle La Boquita .
Mapa calles del sector El Palito
BIBLIOGRAFIA
Este trabajo se redactó en base a la recopilación de información