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Juigalpan: “El criadero de los Caracolitos Negros”, según decreto presidencial fue elevada a
Ciudad el 27 de enero de 1879. Añoranzas de aquel pequeño caserío afloran entre los
legendarios juigalpinos, muy dados a los apodos que han hecho historia como: “El Venado”,
“La Vaca”, “El Tapudo”, “El Zorro, “Tapita de Dulce”, o los barrios “Punta Caliente”,
“Pueblo Nuevo”, “Palo Solo”. La cabecera de Chontales, sobresaliente por la ganadería, está
de fiesta
Esta ciudad como otros lugares del país, tiene su origen, su historia, costumbres, cultura
y desarrollo. Según el lingüista, Alfonso Valle, Juigalpan es atribuido a un vocablo mexicano
que significa “Criadero de Caracolitos”. Otra versión, atendiendo a la aridez de sus tierras y la
proliferación de jícaros, afirma que el nombre se deriva de voces mexicanas que significa
“Lugar abundante de jícaros”.
Los investigadores Squier y Thomas Belt, dicen que es de origen azteca, traducido como “gran
ciudad”.
RESEÑA HISTÓRICA
Difícil es encontrarnos a un fundador de la ciudad, pues han trascurrido 123 años, pero
sus generaciones hablan de aquellos tiempos que ahora añoran. Elena Cárdenas de Leiva (56),
Julio Cruz Aguilar (70), Héctor Madriz conocido como “Tito” y otros personajes históricos,
recuerdan a la Juigalpa de aquella época como
“muy alegre”.
Coinciden en que como en todo pueblo más bien eran conocidos por los apodos, muchos de
ellos heredados también a las nuevas generaciones. Basta llegar a la ciudad y preguntar por “El
Venado”, “El Garrobo, “La Vaca”, “El Tapudo”, “Plácido Negro”, “El Zorro”, “Melcocha”,
“Tapita de Dulce”, “Come Pollo”, entre otros seudónimos que han quedado grabados en la
historia de la ciudad del “Criadero de los caracolitos negros”.
AQUELLOS BARRIOS…
Don Julio Cruz, cuenta que en Juigalpa, sólo había cuatro barrios conocidos como
“Punta Caliente”, “Palo Solo”, “Pueblo Nuevo” y la “Cruz Verde” que ahora se les conoce con
otro nombre, pero para muchos son la mejor vieja referencia.
Cruz asegura que las primeras familias fundadoras del pueblo fueron los Castilla y
Solís.
Así mismo recuerda que en el parque era la plaza de toros, donde se jugaban los
mejores ejemplares de la región, mientras el mercado era una humilde chocita.
Según Cruz, la luz del progreso llegó con el alcalde Gustavo Bendaña Mendoza, quien
construyó la Calle Palo Solo, uno de los lugares de referencia para el poblador, visitante o
turista que llega a la ciudad atraído por la imponente Cordillera Amerrisque, el Museo
“Gregorio Aguilar Barea”, o su zoológico “Thomas Belt”.
Doña Elena Cárdenas recuerda que desde pequeña trabajó con botes, ayudándole a su mamá a
ganarse unos centavitos. “Trabajaba con mi mamá ayudándole a pasar gente en un bote de un
lugar a otro y me pagaban un chelín, ya que el puente ‘Panmuca’ no existía y el río se llenaba”.
“Además si vos ibas al campo traías frutas, los árboles estaban cargados de frutales y
nadie te los peleaba. Ahora es diferente todo ha cambiado”, rememora la señora.
Por su parte, el obispo de la Diócesis de Chontales y Río San Juan, monseñor Bernardo
Hombach, quien tiene 14 años de vivir en el país, reconoció que la situación hoy ha cambiado,
sobre todo en Juigalpa después de los años 90.
El obispo recordó al alcalde Isaac Deleo, (q.e.p.d.) quien a su juicio desarrolló muchas
obras de progreso como parques, construcción de calles, adoquinamiento, escuelas, entre otras
cosas.
“Esta ciudad tuvo un auge bastante positivo, el ex alcalde Isaac Deleo mandó a
pavimentar tantas calles, reconstruyó el parque que estaba bastante abandonado y con la ayuda
de él y de los demás alcaldes el parque es una joya para nuestro pueblo, igual que el kiosco”,
apuntó el jerarca.